Sherlock siempre vio en su hermano al digno ejemplo a seguir pero nunca se consideró a su altura, en inteligencia se acercaba mucho a su adorado hermano mayor pero solo en eso, odiaba su pelo color negro y se preguntaba por qué demonios no le salía pelirrojo, su mirada por más que lo intentara no era gélida e intimidante como el de su hermano, eran tan malditamente diferentes

Las cosas en su vida están relativamente bien, pues aunque vivía frustrado por no ser como el objeto de su admiración, su vida era tranquila y feliz, su hermano estaba siempre con él y le enseñaba cosas nuevas. Siempre oía a los mayores hablar sobre Mycroft y su popularidad en el colegio, Mycroft y su puesto de presidente de la clase, Mycroft y sus buenos modales, Mycroft y su enorme número de admiradores, etc. Siempre que escuchaba que estaban hablando sobre su hermano se acercaba sigilosamente para poner atención a lo que decían y en su mente su ídolo no hacía más que crecer y crecer, su meta en la vida era ser como él.

Cuando sus días de colegio comenzaron descubrió que él no era para nada como Mycroft, no tenía amigos, no era agradable y la mayoría solía atacarlo cada vez que hablaba, no comprendía donde estaba su error y pronto se sumió en la depresión y la soledad.

Pasadas unas semanas notó que a veces estaba en lugares donde no recordaba haber ido, era como despertar de un sueño brumoso, la mayoría de las veces estaba rodeado de niños que le sonreían a él ¡A él! Sin motivo aparente, sus padres dejaron de mirarlo con lástima y sus maestros lo trataban con cariño, no sabía que estaba pasando pero parecía que las cosas estaban mejorando, así que lo que sea que le estaba ocurriendo debía de seguir pasándole pues hacía que todos fueran más felices, incluso él mismo, sin embargo su hermano lo miraba, lo miraba con más ahincó que antes, pasaba largas horas analizándolo y lo ponía nervioso.

Cuando cumplió 16 años, con las hormonas a flor de piel su mente le hizo una mala jugada, su admiración hacia su hermano mayor no había hecho otra cosa más que crecer mutando rápidamente a un amor platónico que se encargó de mantener a raya. Pero entre más tiempo pasaba con el pelirrojo más difícil era no imaginarlo desnudo, en su niñez el pelirrojo había sido rellenito, pero ahora, con sus 23 años cumplidos su cuerpo era estilizado y sus rasgos masculinos, aterrado de que el objeto de sus deseos pudiese descubrir su sucio secreto, comenzó a alejarse de él y con el tiempo los miedos y frustraciones de su infancia volvieron con fuerza.

Cierta noche, a sus 17 años descubrió algo que cambiaría su rumbo para siempre: Se levantó a plena madrugada para ir por un vaso con agua a la cocina, pero a medio camino vio una sombra de pie en medio de la sala, se acercó cauteloso con la intención de estrellar una de las lámparas de mesa sobre la cabeza del intruso, pero la poca luz que se colaba por entre las cortinas le permitió ver el rostro de su hermano.

-¿Mycroft?- le llamó y no recibió respuesta -¿Mycroft?- volvió a intentar pero el resultado fue el mismo.

Sherlock no necesitaba ser un genio para deducir que su hermano estaba sonámbulo, lo cual le sorprendió, pues nunca durante todos éstos años lo había notado, quizá era la primera vez que le pasaba, está comprobado que el sonambulismo suele desarrollarse en la etapa adulta como consecuencia del estrés.

-Mierda…- murmuró impresionado.

De repente Mycroft abrió los ojos y le miro intrigado -¿Qué estamos haciendo aquí?- le preguntó serio.

-No sé tú, yo solo baje por un vaso con agua- contestó cortante, se dio media vuelta y dejo a su hermano con la palabra en la boca.

Las siguientes noches Sherlock se dedicó a observar a su hermano pero la situación no se volvió a repetir y el regresó a sus rebeldías de siempre. Hasta que un día paso otra vez, lo encontró en el baño, frente al espejo arreglando su pijama como si fuera uno de sus trajes, se estaba ajustando una corbata que no estaba ahí, repitiendo la acción una y otra vez. Sherlock había leído todo lo que encontró sobre el sonambulismo y sabía que el tipo de sonambulismo que afectaba a su hermano era muy leve, cualquier ruido fuerte le despertaría, eso se debía a que su sueño de forma regular también era muy ligero, entonces con susurros y palabras suaves le ordeno que se fuese a su habitación, le guío con cuidado hasta dejarlo sobre su cama, acto seguido se fue a la propia.

Los meses pasaron, nunca menciono la condición de su hermano a nadie, se sentía importante cuidándolo, era el púnico momento del día en que no se sentía como un inútil a su lado.

En el colegio se esforzó como nunca e intento cambiar su actitud un poco, sin embargo las comparaciones entre él y el pelirrojo seguían, Sherlock estaba harto, su sentimiento de amor por su hermano era tan fuerte como su odio y aquello lo estaba matando.

-"No puedo ser como él, pero puedo tenerle"- se dijo un día, su sentimiento mutaba lentamente al deseo enfermizo de posesión, detestaba que su hermano tuviera amigos, que sus familiares le tocarán, inclusive que sus padres le abrazaran, sentía celos de todo aquel ser que posara sus manos sobre él –"Él es mi hermano, mío, no de ustedes"- pensaba molesto.

Cuando su hermano estaba en estado sonámbulo lo llevaba a su habitación, cerraba la puerta y con cuidado lo desnudaba, no lo tocaba de más pues corría el riesgo de despertarlo, pero lo admiraba así, en todo el esplendor de su desnudes, tomaba fotos de todos los ángulos posibles y después lo volvía vestir, lo metía en su cama y salía hacia su propia habitación, una vez ahí se masturbaba hasta quedar sin aliento.

La vida transcurrió de ese modo un tiempo, pero cuando sus padres murieron el estrés en su hermano alcanzó niveles insospechados, llevándolo a largas noches de insomnio y migrañas graves, el pelirrojo se vio en la necesidad de comprar medicamentos, uno para sus dolores de cabeza y otro para poder dormir y fue en éste último que Sherlock vio su oportunidad.

Mycroft compro medicamento de baja potencia, decía que no podía caer en "coma", le gustaba estar alerta y eso no iba a cambiar ahora, pero Sherlock tenía otros planes para él, ya que lo cambió por un fármaco más potente, él mismo calculo la dosis necesaria, sustituyó todas las pastillas de su hermano y simplemente espero.

Un par de noches después pasó, su hermano estaba deambulando por la casa con los ojos cerrados mientras murmuraba cifras al azar. El pelinegro bajo a la sala, cerró todas las entradas y corrió todas las cortinas, por fin, después de tantos años de sufrimiento y represión hoy lo haría, no había quien lo detuviera y eso se sintió tan bien.

-Mycroft- le hablo con una voz más grave que la propia –La junta va a comenzar, toma asiento.

El pelirrojo que estaba sumido entre las nubes de la inconciencia hizo lo que le pidieron, se sentó en el sofá que tenía más cerca y Sherlock sonrió.

Con cuidado fue bajando el pantalón del pijama de su hermano hasta dejar libre su flácido miembro rodeado de rizos color granate, era tan bello, Sherlock lo miró con adoración mal sana un par de minutos, memorizando cada detalle de aquel órgano, acto seguido le dio una suave lamida a la cabeza del miembro, lo humedeció con cuidado y poco a poco fue bajando el prepucio, de vez en cuando levantaba la mirada para ver el rostro sonrojado de su hermano, quien dejaba salir pequeños gemidos de placer.

Cuando estuvo completamente erecto se detuvo, se acercó al oído de su hermano y le murmuro –Ve a cuidar a Sherlock en la colina- cuando eran niños, iban juntos a recorrer los terrenos de su propiedad y mientras el pelinegro corría de un lado a otro, su hermano solía tumbarse sobre la hierba a mirar el cielo, ese era uno de los poco pasatiempos ociosos del pelirrojo, así que como era de esperarse el mayor se levantó dio un par de pasos y se dejó caer de espaldas sobre la alfombra, coloco sus manos detrás de su cabeza y asumió la posición de estar meditando de cara al cielo.

Sherlock se inclinó a su lado y con cuidado le retiro los pantalones del pijama dejándole desnudo de la cintra para abajo, se colocó entre las piernas del pelirrojo y tomo cada uno de sus tobillos con cada mano y separo las piernas del pelirrojo para medir su elasticidad, con gusto descubrió que aquellas piernas se separaban casi completamente dejando totalmente indefenso aquel agujero entre ellas y al miembro que se alzaba majestuoso sobre su pelvis. Sin pensarlo demasiado comenzó a tallar su creciente erección bajo la tela de propio pijama contra la rosada entrada del mayor, primero sin un ritmo específico pues su deseo lo estaba cegando, ver a su imponente hermano ahí tendido sin ser consciente de lo que su cuerpo estaba siendo ultrajado por él, era un pensamiento que lo excitaba a niveles insospechados.

Después comenzó a emular embestidas contra esas duras nalgas, pero por alguna razón su excitación estaba cambiando rápidamente a la frustración y de repente una imagen llegó a su cabeza que casi lo hace eyacular: Tener a su hermano sobre él, sodomizándolo a su placer.

-Dios…- murmuro entre dientes, necesitaba eso, de verdad que sí.

Soltó las piernas de su hermano, se levantó y se despojó de sus pantalones, luego desabrochó la camisa del pelirrojo dejando a la vista sus rozados pezones, se sentó con cuidado sobre su abdomen mientras cuidaba las expresiones de su cara, vigilando que no se despertara de su letargo. Se inclinó ligeramente hacia enfrente, como si quisiera besarlo, llevo sus manos a sus propias nalgas y las separo lo más que pudo, luego empujo su cadera hacia atrás hasta sentir la firme erección de Mycroft entre sus nalgas, entonces soltó sus glúteos dejando apresado entre ellos a aquel miembro.

Un gemido ahogado salió de la garganta del pelirrojo y el mismo Sherlock silencio los sonidos de su propia boca, aquello se sentía delicioso. Sin demorar más tiempo se talló contra ese falo ayudándose de una mano para que no se escapara de la prisión entre sus nalgas y con la otra se comenzó a masturbar y más pronto de lo que se imaginó eyaculó, su semen salió disparado sobre el pecho y rostro de su hermano, uno de los pezones había quedado completamente cubierto de semen –"Límpialo, Sherlock"- le ordenó la voz de su hermano dentro de su cabeza y eso lo calentó demasiado, se inclinó y con suaves lamidas dejó completamente limpio aquel trozo de carne rozado, justo cuando terminaba su labor sintió como su trasero era mojado por una sustancia pegajosa y caliente y el ronco sonido de placer que escapo de los labios de su hermano le anunciaron que todo había terminado.

Sherlock se puso de pie, alcanzó su celular con una mano y tomo un par de decenas de fotos, luego se dedicó a limpiar a ambos, una vez listos se acercó a su hermano y con firmes movimientos lo guío hacía las escaleras rumbo a su habitación, dónde lo acomodo en su cama como si nada hubiese pasado.

La mañana siguiente vino acompañada por un fuerte sentimiento de culpa por parte de Sherlock, aunque el placer había sido épico sentía que estaba perdiendo el control, estaba a nada de empujar a su hermano dentro de su habitación y no dejarle salir nunca, su celotipia estaba consumiéndolo y antes de que todo se volviera un inferno tomo su parte de la herencia y se mudó a su nuevo hogar manteniendo toda la distancia entre él y su hermano, solo interactuaban contadas ocasiones o cuando su hermano lo traía de vuelta a su departamento cuando lo hallaba drogado en algún sitio de mala muerte pues a pesar de todo su hermano seguía cuidando de él, así había sido desde aquel entonces y así era hasta ahora… o eso creía él.

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Esa mañana se despertó con un molesto dolor de garganta, tal vez haber corrido ayer detrás de aquel asesino en medio de la tormenta no fue tan buena idea. Se levantó de su cama y se dirigió a su botiquín del baño para sacar el enjuague bucal con lidocaína y hacer unas gárgaras o de lo contrario sería muy molesto tragar.

Después tomo un baño, el agua caliente hizo que sus pezones protestaran, al mirarlos con detenimiento los vio un poco inflamados –"Tsk… la tela de la camisa me volvió a irritar, supongo que deberé de usar camisetas de algodón debajo"- pensó molesto, también sintió ligeras molestias en su espalda baja, pero eso se debía a la patada que le dio un criminal la semana pasada… si eso era.

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Por otro lado Mycroft se levantó de su ridículamente elegante cama con sábanas de seda y se dirigió a su baño personal, estando bajo el agua recordó todo lo vivido ayer y sin poderlo evitar se puso duro de nuevo, aquel redondo traserito de su hermano lo volvía loco. Aún recuerda como estuvo a punto de asesinar al Dr. Watson cuando se fue a vivir con él, pensó que era su pareja y él no lo había notado, aquello no lo iba a tolerar, no tanto por celos, más que nada porque detestaba tener que complicarse las cosas, pues si el rubio dormía en la misma habitación de su hermano sería imposible sacar a Sherly sin que el otro lo notara y definitivamente no estaba dispuesto a perder a su juguete. Por suerte (para el doctor, obvio), resulto que era heterosexual y su convivencia se limitaba a la amistad.

El pelirrojo termino de masturbarse y se enjuagó rápidamente para poder salir de la ducha y empezar un nuevo día.

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Sherlock fue hacía la sala, levantó el cráneo que tenía sobre la chimenea y extrajo una pequeña cámara, hacía días que sospechaba que John traía a sus conquistas y tenía el descaro de follarlas en plena sala, pero casi siempre ocurría cuando tenía el sueño pesado, sin embargo al amanecer las cosa parecían ligeramente fuera de lugar. Encaró a John un par de veces pero éste lo negaba hasta el cansancio y o ¿El doctor se volvió muy bueno mintiendo? o ¿Decía la verdad? No tuvo otra idea más que colocar cámaras en la estancia.

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Mycroft quería llevar el mismo abrigo que llevaba ayer, pero sus juegos nocturnos le dejaron una sospechosa mancha blanca en una esquina, así que tenía que usar otro, con molestia extrajo las llaves y su cartera de los bolsillo de la derecha, luego metió la mano al bolsillo izquierdo y al momento sintió dos celulares, sonrío torcidamente pensando en que, por salir aprisa de apartamento de su "mascota" el día de ayer, debió de tomar el celular de Sherlock también.

-Se lo enviaré con alguien del Barts, le diré que lo encontraron en el laboratorio ayer en la noche- murmuró, al final de cuentas él podía hacer que hasta la misma Reina le llevara su teléfono para poder lavarse las manos del asunto –Pero antes veamos que tiene ese torpe hermano mío en su celular…

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Sherlock descargó el vídeo en su laptop y le dio play…


Mycroft accedió a la carpeta de imágenes encriptadas que tenía su hermano en su celular…


Y ahí, en ese momento, en distintos lugares, ambos descubrieron que quizá no eran tan diferentes como creían…

FIN


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Okay, eso es todo, espero haya sido de su agrado, básicamente puse una historia corta de relleno para justificar el porno xD

Bien, gracias a mi amada Velia Vasari (cuyos fic son espectacularmente buenos *fin del espacio publicitario*) a quien le digo: Mycroft es el verdadero ser malvado de la historia, yo lo sé… bueno igual y no pero es divertido imaginarlo como un ente sin corazón. John conserva todas las características de que tiene en la serie, ya sabes el *macho alfa no soy gay* así que no es fundamental en el fic y como verás si, Sherlock lo descubrió xD
Mí muy estimada Mellark te contesto: No John no lo sabrá nunca jejeje.

Hbl: Gracias por comentar, hacía mucho que no recibía alguno de tus comentarios, gracias :D. Pues Mira John está en sus ondas de conquistas super hetero así que en éste fic no tiene ninguna importancia, lo de las personalidades múltiples condicionadas es real y puede pasar (yo le agregue varias cosas pero básicamente es así) y bueno, como habéis visto si cometieron un error… uno muy grande xD
Rin: Gracias por comentar, espero el final te haya gustado.