Reto Reyes de la Noche de 5 días, del foro ¡Siéntate!

Inuyasha es propiedad de Rumiko.


Hangover

(Día 9: Noche)


Tocó la puerta de su habitación por quinta vez, suspirando frustrado

- Kagome, abre la puerta

Luego de unos segundos de silencio una voz ahogada, levemente rasposa le respondió desde el otro lado

- Déjame en paz

Inuyasha gruñó, comenzando a contemplar tirar la pared abajo

- No puedes encerrarte ahí dentro el resto de tu vida

- Mírame – contestó desafiante desde adentro la azabache

El vampiro contó hasta diez mentalmente, sus deseos de romper algo volviéndose cada vez más fuertes

- Kagome, si no abres la maldita puerta, voy a tirarla abajo. Y tú vas a pagar el arreglo.

Escuchó un suspiro exasperado, un par de pasos y la cara de la chica se asomó furiosa y enrojecida en el marco

- ¿Qué quieres? – inquirió bruscamente, sus ojos rojos bañados en lágrimas.

Habían vuelto a la normalidad hacía una semana, pero no duró mucho. El carmesí había regresado a ocupar sus irises producto de la sed que había comenzado a asechar su garganta repentinamente un par de días atrás, volviéndose cada vez más fuerte, más insoportable

Se había negado firmemente a salir a "cazar" como Inuyasha lo llamaba, pero su determinación no era suficiente. La quemazón que sentía la estaba volviendo loca.

Y en medio de su crisis, había realizado que no era seguro quedarse en su casa, con su familia dando vueltas por ahí. ¿Qué pasaba si Souta se metía de improviso a su habitación y, fuera de control, le saltaba a la yugular?

No podía permitirse ese error. Esa misma noche, con la garganta en llamas y la preocupación al tope, fingió lo mejor que pudo un tono casual ante su madre, excusando su próxima ausencia por un par de días en los que se quedaría en la casa de Sango, contando que su padre se había ido en un viaje de negocios durante una semana, y Kohaku se encontraba de campamento, así que iría a hacerle compañía

Obviamente, esa no era la verdad. No saldría de su casa para ir a meterse a la de su amiga y ponerla en peligro a ella

Por lo que en medio de su desesperación, recurrió a la única persona que se le ocurrió en ese momento

Obviamente, Inuyasha no puso objeción alguna cuando la encontró en la entrada de su departamento, observándolo con sus ojos rojos suplicantes. Había entendido en el mismo instante la situación, y le había asegurado que no había problema en que se quedara.

Pero con lo que no se encontraba para nada a gusto, era con la insistente huelga de hambre que la chica estaba ejerciendo dentro de su habitación

Entendía por completo su incomodidad ante la idea de salir a alimentarse, pero bajo ningún concepto iba a dejar que muriera desnutrida.

Así que, armándose de paciencia, dio un paso dentro de la habitación y tomándola de la mano, los dirigió al pie de su cama para sentarse

Clavó su mirada, seria y solemne, en los ojos tristes, hambrientos y desesperados de ella

- Sabes que no puedes esconderte. No por mucho más – le dijo suavemente en tono condescendiente, tratando de hacerla entender que no tenía sentido someterse a ese sufrimiento.

Y es que realmente, no entendía cómo era que había aguantado tanto. Él ya se hubiese vuelto loco, pero la chica llevaba tres días enteros soportando la sed, y eso no era poca cosa. A decir verdad, era demasiado.

- Lo sé, pero no puedo, Inuyasha. Juro que no puedo. No me importa si es un inocente o un asesino, no quiero quitarle la vida a uno ni tener nada que ver con el otro. ¿Es que no tengo alternativa? – sus ojos suplicantes casi lo mandan al suelo

Tomó sus manos en un gesto dulce, consolador

- Te lo expliqué, Kagome. No es necesario consumir únicamente sangre, pero cuando la sed llega, no se va hasta que la satisfagas. No puedes evitarlo, ni luchar contra ello. Sólo vas a lastimarte. Créeme, he hablado con Miroku en su momento cuando yo tampoco quería hacerlo, y no quieres saber lo que le pasa a los que son privados de la sangre cuando más la necesitan. No te dejaré pasar por eso – le dio un leve apretón a sus dedos, expresándole su determinación

Kagome lo consideró unos minutos

- ¿Qué… qué es lo que les pasa? – preguntó, su curiosidad opacando por unos momentos la sed

Inuyasha desvió la mirada, renuente a hablarle de eso. Conociéndola, se horrorizaría tanto que gritaría durante horas, y sus oídos no resistirían semejante castigo.

Por otro lado, podía ser que la cruda realidad la hiciera desistir de su tortura auto impuesta

Suspiró antes de comenzar a hablar

- Hace muchos siglos, existían clanes. Grupos de vampiros que convivían juntos. Cada uno tenía su propio territorio de caza, su jefe y sus reglas. Cuando un miembro del clan desafiaba al superior, o rompía una de las normas, se lo castigaba – la observó de reojo, y vió que tenía toda su atención – Se los encerraba en sótanos, y se los privaba de… alimento por una determinada cantidad de tiempo, dependiendo de su falta - suspiró nuevamente antes de continuar - Cuando la falta era mayor, el condenado nunca volvía a salir. La ausencia de sangre eventualmente los volvía locos, y… - consideró nuevamente revelarle la turbia verdad. No quería asustarla, pero parecía realmente dispuesta a renunciar a alimentarse, no le quedaba alternativa

-¿Y? – Insistió ella, animándolo a continuar con su relato

- Se descuartizaban a ellos mismos

El silencio invadió la habitación

Los ojos de Kagome se expandieron, horrorizados. Sintió cómo su cuerpo se tensaba a su lado

- ¿Qué? – espetó, esperanzada de haber escuchado mal

Inuyasha la miró, ojos entristecidos y desesperados por hacerla entrar en razón

- Perdían completamente la razón por el hambre, y eso los llevaba a desgarrarse a sí mismos en busca de sangre.

Calló nuevamente, dejándole unos minutos para procesar sus duras palabras

Kagome comenzó a sollozar, desconsolada

- Dios mío – susurró, su voz quebrada mientras se desmoronaba, escondiendo su rostro entre sus manos

Inmediatamente, Inuyasha la abrazó y la acercó a sí mismo

- Sh… tranquila. No va a pasarte eso. No voy a permitirlo.

Kagome no parecía escuchar, así que la tomó suavemente por los hombros y la hizo mirarlo a los ojos

- Hey, mírame – limpió las lágrimas incesantes con su pulgar – No vas a terminar así. Lo juro, Kagome. Nunca. Pero necesito que entiendas por qué no puedes negar tus necesidades. No es un capricho, es tu naturaleza ahora. Lo siento mucho – sus manos y su mirada se retiraron de su rostro, apretó los puños frustrado

Si no fuera por él, ella no se encontraría en esta situación

Kagome comprendió el rumbo que estaban tomando los pensamientos de él, y apretó los dedos del chico entre los suyos

- Ni siquiera lo pienses – advirtió, autoritaria pero suavemente – ya dejamos bastante claro hace tiempo que no tenías que volver a sentirte culpable por esto

Él la observó, frustrado por no poder ayudarla, y un poco por su siempre irrompible comprensión

Luego una idea golpeó su mente, y casi se sintió aliviado

- ¿Qué sucede? – Preguntó ella, al notar como su mirada culpable se tornaba en una esperanzada

- Tienes opción – le dijo lentamente, esperando que no se rehusara también a lo que estaba a punto de ofrecerle

- ¿A qué te refieres? – Kagome frunció el ceño, confundida

Inuyasha la observó unos segundos antes de tomar su largo cabello plateado y posarlo sobre su hombro izquierdo, dejando su cuello expuesto hacia ella

Kagome estuvo a punto de negarse fervientemente, pero de repente se sintió extremadamente consiente del pulso de Inuyasha latiendo bajo su piel. Su boca comenzó a salivar en anticipación a la sangre que le estaba siendo ofrecida, sus músculos tensándose casi dolorosamente

Tragó duro. Bueno, de entre las tres opciones que tenía – matar, morir, o morder – esta le parecía la menos desagradable

- ¿Estás seguro? ¿Qué pasa si no puedo detenerme? – preguntó indecisa, pero una parte de ella – de la que se sentía asqueada – esperaba impaciente el consentimiento de Inuyasha

Él asintió – No te preocupes – le dijo, sonriéndole levemente para tranquilizarla - Te tengo.

Y dos segundos después, sintió sus colmillos perforarle la piel.


- Lo siento. Lo siento. Lo siento tanto – Kagome se encontraba en el marco de la puerta del baño, observando a Inuyasha limpiarse los restos de sangre de su cuerpo con una toalla húmeda

- Kagome, está bien. De verdad

- No, no lo entiendes. Me siento horrible. Yo… yo… dios, ni siquiera lo pensé dos veces. Y es la segunda vez que haces esto por mí. No sé qué hacer para disculparme

Inuyasha giró los ojos

- Kagome, ¿tengo que recordarte que, si no fuera por mí, ni siquiera deberías hacer esto en primer lugar?

Ella suspiró, frustrada.

Tenía un punto.

Inuyasha lanzó la toalla al cesto de ropa sucia, y se giró hacia ella

- Ya está, ¿ves? – dijo, señalando su cuello ahora limpio. En su piel se podían apreciar dos pequeños moretones, cicatrices de la herida que habían provocado sus colmillos, que desaparecerían completamente en cuestión de minutos – Corta el rollo auto compasivo y vamos a dormir, es tarde y tengo sueño

Y con estas palabras, la tomó de los hombros para moverla del marco de la puerta y se dirigió a su cama

A Kagome cierta parte de sus palabras le quedó dando vueltas en la cabeza

- ¿Vamos? ¿Quieres decir que no te molesta que duerma aquí contigo?

Inuyasha bufó

- ¿Estás bromeando? Es la primera vez en tres días que no duermo en el maldito sofá, gracias a tu ataque de pánico– La molestó mientras se acomodaba entre las sábanas

- Oye – comenzó a protestar, pero fue interrumpida por el brazo de Inuyasha jalándola hacia la cama

- Cállate – la silenció mientras pasaba un brazo sobre su hombro y la acomodaba en su pecho – además – comentó, sonrisa traviesa en sus labios– no es precisamente la primera vez que dormimos juntos

Kagome sintió el sonrojo subiendo desde su cuello hasta la mismísima raíz de su cabello

- Eres un idiota – lo reprendió, golpeándolo levemente en el pecho, pero acomodándose entre las sábanas

- Así te gusta a ti. Ahora deja dormir – sentenció, y apagó la luz

Kagome no pudo evitar la sonrisa boba que ocupó sus labios

- Buenas noches, idiota.

- Buenas noches, loca.

Era verdad. Así le gustaba a ella.


Quiero que sepan que escribí y subí dos capítulos seguidos en menos de dos horas todo por ustedes, así que espero una buena tanda de reviews allá arriba ¿ok?

Si, bueno, no es como si estuviera en posición de exigirles una mierda, pero me gusta jugar a que controlo algo alguna vez

No se si se habrán dado cuenta, pero la relación entre estos dos avanza de a poquito. Un poco irónico siendo que arrancó con todo, no? Pero bueno, así se me dió. No creo que les ponga pautas explicitas como "Quieres casarte conmigo?" O algo así. Después de todo, en la historia original apenas se dan un solo beso *mira a Rumiko con cara de orto*

Así que, si, acá esta el noveno

¡Sólo nos queda uno! Y es... sensualidad.

Lamento desilusionarlas, pero no pienso ponerme muy porno ni nada de eso

Aún así, si tienen alguna idea que quieran aportar es más que bienvenida!

Ahora sí ¡Nos vemos en el último!

Saludos, K-trasca