Y así llegamos al final de la historia. Siempre imagine que Sherlock era alguien poco convencional, pero quería darle un bonito final a este Jonhlock. Así que tuve que unir las dos ideas.

La "primera vez" explicita es "decir te amo". La primera vez implícita es "aceptar que el amor no es perfecto". Este capítulo en especial le di enfoque en pensar como de complicadas son las relaciones. Intente que toda la historia fuera principalmente desde el punto de vista de John pero a veces necesitaba expresar lo que pasaba por la cabeza de Sherlock.

Sin más, este es el final de la historia.

¡Muchas gracias por leer!


"Y el alma en alguien más"

John había creído que tener de amante al famoso detective consultor Sherlock Holmes cambiaría en muchas cosas su manera de vivir. Pero se había equivocado.

Para empezar, ni siquiera tuvieron que revelar nada, cuando comenzaron a intentar decir "Sherlock y yo somos pareja" la gran mayoría había dicho "por fin lo admitieron". La Sra. Hudson se alegro mucho, Lestrade le dio sus condolencias a John, Mycroft lo amenazó, Molly se mostró visiblemente ofendida con ambos a la vez que contenta y Angelo, el del restaurante les ofreció una deliciosa cena para festejar.

Era como si todo mundo quisiera que estuvieran juntos. Y eso, había resultado en cantidades iguales de halagador, abrumador y confuso.

En gran medida, lo único que había cambiado eran las demostraciones afectivas. Que eran bastante escasas. Era como si Sherlock tuviera una probeta de sentimientos, y que solo cuando se llenará decidiera hace demostraciones físicas (y en ocasiones excesivamente pasionales) de afecto.

En público eran el mismo par de siempre. Quizás Sherlock era un 10% más amable y protector con John. Pero en todo lo demás seguía igual. El único que notaba ese cambio era, curiosamente el mismo Dr. Watson.

No había corazoncitos, no había peluches en el 221B, no había cartas, flores o chocolates. John había intentado hacerlo, el era muy detallista, pero Sherlock no parecían entender el mecanismo de los detalles. Cuando dejo la primera carta romántica, a John le quedo muy claro que Holmes no había bromeado con "estoy casado con mi trabajo". Incluso intento dejarle algo en los escondites de cigarros y ni así. Era un caso perdido. En todo ese tiempo, el único detalle que le había dado Holmes era una cerveza y un litro de leche, mismo que solo se había dignado a ir a comprar.

Aun había disparos a la pared, aun había conciertos de violín en la madrugada, experimentos en la mesa de la cocina, pedazos de humanos en el refrigerador. Inclusive, y por alguna rara razón John seguía durmiendo en su habitación. Por que, a pesar de compartir cosas con Sherlock, eso duraba solo algunos momentos.¿y por que no dormía John en la habitación de Sherlock? Por que Sherlock ni siquiera dormía. Así que, daba igual dormir solo en la cama de Sherlock que dormir solo en su propia cama.

De hecho, solo dormían juntos cuando habían tenido sexo. Y solo si no lo habían tenido en otra parte. Y solo tenían relaciones cuando no había caso. Y pues si, su novio estaba más que casado con su trabajo.

Pero no era eso lo que tenía intranquilo al doctor militar. Lo que lo tenía intranquilo es que, a pesar de que Sherlock en persona le había dedo su estatus de "amante" y que no había respingado con sus declaraciones, y demostraciones afectivas, aun no confesaba sus sentimientos.

No yendo tan lejos, había pasado una semana desde el 14 de febrero, en donde John intento averiguar algo más de la vida amorosa de su detective favorito. ¿Resultado? La escueta respuesta de "era popular hasta que decía algo" y un "no hay mucho que contar". Y ni siquiera esperar una cita propiamente dicha ese día. Tal vez debería considerar que una cita con Sherlock involucraba golpes y corretizas por todo el país. Si atrapar criminales contaba como cita, si, ellos habían bastante de eso.

Durante todo ese tiempo, John había hablado con medio mundo para recolectar información. Tenía miedo que todo fuera un juego del detective. Sherlock pesaba que el amor era solo una combinación de química y física y se aburría con facilidad ¿Y si su relación era solo un pasatiempo para no aburrirse? ¿Y sin un día decidía que atrapar criminales era más fuerte que los sentimientos? Ok, eso tal vez no debería de preguntarlo.

John se sentía inseguro, no era que esperara que de un día para otro Sherlock se convirtiera en el novio perfecto pero, a veces tenía esa sensación de que solo eran algo así como "amigos con derechos". Y que como el detective no conocía de esas "informalidades" en las relaciones, no sabía que pasaba entre ambos. Sherlock era una persona seria, así que John quería que se tomara en serio las cosas.

Sabía que Sherlock tenía sentimientos, los alcanzaba a preciar cuando lo besaba, e inclusive en el extraño intento de comprar la leche e ir por los víveres. Pero no sabía si lo que sentía sería suficiente.

¿Y si un día llegaba una mujer a la vida de alguno de los dos? ¿Sería eso suficiente como para separarlos?¿o los uniría más?. Había llegado a su vida sorpresivamente, y no quería que saliera de la misma manera de ella.

Todos le decían que confiara en lo que sentía, y el sabía que era lo que sentía, pero ¿Sherlock sentiría lo mismo? Después de semanas de pensarlo, el Dr. Watson ideo un plan.

Pondría las cosas en su relación con palabras claras de una vez, No con cartas, o mensajes. Frente a frente. Le diría la detective lo que sentía por él. Y esperaba no equivocarse. Ya ni siquiera pedía correspondencia, con que su "novio" entendiera un poco de las relaciones humanas le bastaba. Era inteligente, así que, pintaba por una buena opción.

Estuvo preparándose mentalmente para decirlo, y se tardo todo una semana en encontrar un momento. No estaba seguro si Sherlock evadía hábilmente el tema, o se hallaba demasiado ocupado. Cualquiera de las dos eran bastante posibles.

Pero un martes en la mañana, simplemente se sentó en su sillón, frente a un Sherlock inmerso en su palacio mental y, tomando un largo respiro le soltó:

―Tengo que decirte algo― Bien, un comienzo rápido, y certero. Sherlock, que estaba concentrado solo abrió los ojos y lo miro fijamente. Sutilmente volteo a todas partes del departamento, por si se trataba de algún detalle que se le hubiera pasado desapercibido.

―¡Que bueno John, yo también! Yo solo quiero decir que...― Empezó a decir casualmente el detective, ya casi tenía todas las pistas que necesitaba para resolver el asunto y serian libres para... para lo que fuera que hicieran las parejas.

―Yo te amo desde que te vi―Dijo John tomando aire y esperando que esas simples palabras alcanzaran a describir todo lo que sentía.

―...Yo te necesito para un caso...― Interpelo al unísono Sherlock. Y cuando termino su frase abrió los ojos de par en par.

―¿Tu me... amas?― Holmes no entendía del todo. Era más que obvio que John era un apartado entre todas las personas y sus sentimientos, ¿amor?. Pues era elemental que era alguna especie de conexión emocional, si no ¿de qué otra manera hubieran estado juntos? La adrenalina a veces escaseaba, y la rutina pesaba. Holmes se había planteado, inclusive antes de declararse amantes, que la única razón por la que cualquiera que viviera bajo el mismo techo pudiera soportarlo era por que había desarrollado fuertes sentimientos hacia su persona. Y John había dicho que eran del tipo amoroso, lo cual estaba bien. ¿Qué era todo eso? ¿Amarlo? Sherlock se sentía más que feliz con su compañía, el que lo amara era algo increíble. Era extraño. Por más que todos lo hubieran preparado para ese momento, se quedo en blanco.

―¡Si!― Contestó con rotundidad y sin dudas el médico militar. Sherlock se había quedado estático, y fue ahí cuando a Watson le llegaron las otras palabras. Su novio jamás iba admitir que lo amaba, pero bueno, el se sentía sin un peso de encima. ―¿Un caso?― Preguntó intentado aligerar el ambiente, pero el silencio era absoluto. ¡Genial! Cero romántico. Y luego simplemente, Sherlock salio por la puerta del departamento.

John no sabía si llamarle a una ambulancia por si se desmayaba de la impresión su novio, o a un psiquiatra para ver que tenía que pasar para que reaccionara.. Pasaron varios minutos, en los que Watson se quedo ahí sentado mirando el tiempo pasar, antes de que un sorprendido Sherlock volviera entrar al departamento.

―¿Qué tal el paseo?― Pregunto Watson, Tal vez provocará una laguna mental y todo volvería a ser como antes.

―Bueno, fue corto― Sherlock ahora hablaba como robot, se movía como robot y como robot observó a su pareja. Y luego, como si se tratará de un secreto del mundo, dijo:

―Yo...yo también te amo. Creo... No, espera. Si, también te amo― El primer instinto había sido huir. Pero, a media calle, pensó que tenía que pensar las cosas. John nunca le decía las cosas por mal, así que tenía que haber una razón de ese comportamiento. Él siempre lo protegía de lo que el denominaba "agresiones contra tu salud" (que consistía en tabaco, a veces morfina, a veces heroína y esas cosas), velaba por que comiera, y muchas otras cosas. Había desarrollado, viendo las cosas fríamente, apego a John. Algo diferente a lo que sentía por su familia, pero igual de fuerte. Por eso, aun sin la resolución debida decidió encarar un poco la situación. O encararla a como pensaba que estaría correcto. ¿O era lo que sentía? A veces no distinguía entre felicidad y hambre. Solo las emociones fuertes lo descolocaban. Quizás estuviera diciendo la verdad después de todo. No, si estaba enamorado de John. Un pequeño defecto quizás.

―¿Tu también?― Pregunto sorprendido Watson. Hubiera aceptado un "te quiero", o solo una demostración física. Es más, hasta alguna promesa vacía hubiera sido suficiente. Pero esa respuesta iba más allá de sus expectativas. ¿Sherlock entendería el peso de sus palabras? Tal vez no entendía lo que John había querido decir. Iba a aportar algo a la conversación, cuando vio como Sherlock se revolvía algo incomodo en su lugar e intentaba dar alguna especie de explicación.

―No se, si esto que siento es amor, es algo confuso. Pero quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. Así que, si supongo que te amo― Bien, esa era toda la verdad. Que John le pusiera el nombre que quisiera, mientras nunca se fuera de su lado, todo estaría bien.

―¿Como para casarte conmigo?―Preguntó escéptico el médico militar. No tenía intensiones de matrimonio, pero creía que su novio no entendía las implicaciones de sus palabras. Don cuadrado al fin y al cabo.

―Ya vivimos juntos, no digas tonterías. Además Hamish Holmes suena horrible. John Watson te queda mejor.―Sherlock se sentía azorado un poco, y esperaba que eso no se notara. El siempre había imaginado la vida al lado de John, su John. Tal vez el no creyera que su relación no iba en serio, pero no podría estar más equivocado. Por que el era serio en todo lo que prometía. Por eso nunca hacía promesas, por que era hombre de palabra y las cumplía.

―¿Y por que tendría que cambiarme el nombre?¿Por que usaría mi segundo nombre?―John quedo enfadado por el desvió de la pregunta. No dijo que se casaran, solo que le gustaba su nombre, eso, como siempre, no tenía nada de sentido.

―La tradición dicta eso, que una vez casados se empieza una nueva vida. Y, si me cambiara yo el nombre se darían muchas confusiones por parte de los clientes. Además, Sherlock Watson suena peor― Sherlock, simplemente siendo él, soltó lo que tenía su cabeza. A veces, le resultaba complicado recordar que estaba en una relación con el que alguna vez fuera su mejor amigo.

―William Watson no suena tan mal...―Apuntó esperanzado el médico militar. La idea de pasar una vida al lado de Sherlock era demasiado tentadora para dejarla ir. No importaba que Sherlock ni siquiera entendiera de que iba el asunto.

―¿Ves? Tengo demasiados nombres como para hacer combinaciones― No quería ni pensar en ese tipo de cosas. Recordaba que cuando estaba pequeño y veía a las personas adultas casadas le causaban repulsión. Luego la gran mayoría de sus conocidos se casaron con personas odiosas y le causo repulsión. Matrimonio y boda era algo que, si por el fuera, borraría del diccionario permanentemente.

―¿Entonces jamás te casaras, ni siquiera conmigo?―Si, ya había llegado al limite de la paciencia. Ese era el tema de la conversación. Que Sherlock no tenía ninguna intención de hacer las cosas formales. Una cosa era decirles a todos que salían, y otra muy diferente quera planear el futuro juntos. Es más, Sherlock ni siquiera tenía intenciones de sacrificar algo. Egoísta hijo de...

―Ya te lo dije, estoy solo casado con el trabajo y ¿Ahora me estas intentando reclamar alguna especie de falta de compromiso contigo? Te podría reclamar tu orientación sexual. Hace unos meses eras (cito textual) "no gay" y " no mi cita"― Sherlock se sintió visiblemente ofendido por el comentario. Él si estaba comprometido en esa relación. ¿Por qué John no entendía que eran dos cosas total y completamente diferentes? Desde que se vieron por primera vez supo que sería genial compartir todas esas aventuras con alguien y cuando John lo salvo del maníaco taxista ese, supo que la lealtad de su amigo estaba muy alta. Y juro ese día que jamás dejaría que nada los separara. Y ahora le salia con esas escenitas. Francamente las emociones seguían siendo lo que el creía : un defecto meramente innecesario.

―Estoy apunto de ser "no tu novio" y "no tu amante" si sigues así...―Respondió de mal talante John. Si, había sido difícil aceptar muchas cosas. Que era "Holmesexual" o que tenía que dar explicaciones al sociópata con el que vivía. Pero lo había hecho con todo gusto por que creía que eso los llevaría alguna parte, que estaban avanzando en su relación. Que algún día se acabarían los malos entendidos y que todo sería flores y bombones. Pero bueno, no se podía pedir más, y eso le quedo claro cuando el sociópata antes mencionado pregunto:

―¿Así como?―Sherlock no se veía molesto, se veía confundido. John apostaba una buena suma de dinero a que ni siquiera sabía que era lo que estaba pasando.

―Olvidalo...― No podía vivir con Holmes ni vivir sin él. Por eso no insistió en la discusión. Marcador: John 0, Sherlock 0, Ambivalencia 1.

Pero después de esa conversación cosas extrañas (no del tipo de extraño acostumbrado) comenzaron a suceder.

Un lunes en la mañana, el desayuno estaba servido. Y no cualquier desayuno, uno de esos desayunos completos al estilo inglés* con huevos, tocino, salchicha, setas, tomate y hot cakes. Sin olvidar el jugo de naranja y el té. Y todo eso con un Sherlock en delantal sentado enfrente de la mesa leyendo las noticias desde la computadora. Por un momento, John pensó que su novio se tiraría de lo más alto de un edificio o algo así.¿Lo peor de asunto? El desayuno estaba delicioso. Watson se lo comió completo, agradeciendo el gesto, pero al principio le dio miedo la amabilidad y la cálida sonrisa de Sherlock. Le conseguiría un caso, tal vez lo necesitaba.

A la siguiente semana, encontró por primera vez una carta amorosa. Se trataba solo de una sonrisa en una servilleta, pero para el lenguaje Holmes era algo así como "nunca me aburro contigo" No sabía que estaba peor, entender el mensaje o la falta de creatividad para ese tipo de cosas.

Y el viernes, que estaba en fin de mes, cuando entro al departamento después de dar consulta, Sherlock le soltó:

―John, tengamos una cita― La mirada iridiscente del único e inigualable detective consultor, brillaba bajo el muy asombrado Watson. ¿Qué demonios pasaba? No era que se quejará, pero Sherlock no era así. ¿Y si tenía una enfermedad terminal? ¿y si le decía que se iba a mudar con Mycroft?

―Sherlock, nosotros no tenemos citas...― Como siempre, quejándose de algo que el daba a pie. Pero prefería mil veces los disparos a la pared que las citas. ¿o no? ―¿Qué es lo que pasa?― Bien, estaba claro que todos esos detalles eran por algo. Y el silencio y el tambaleo en la sonrisa de su novio hizo saber que quién había acertado en la deducción, por raro que sonará, había sido Watson.

―Yo, yo solo...―Sherlock se estaba debatiendo internamente, ¿Cómo explicarle a su amante que todo eso había sido por qué no quería que se fuera de su lado?Que después de la conversación corrió a preguntarle a todos sus conocidos y que todos le dijeron que John necesitaba muestras de cariño (más que solo sexo). Su estúpido hermano le había hecho pensar que si no se comportaba a la altura de las circunstancias John un día se iba a hartar de el y lo iba a abandonar a su eterna soledad en el departamento. Y bueno, la hermana de John se había separado de su esposa, así que las probabilidades de fracaso era grandes. Mejor seguir con el plan ―Yo solo quiero hace algo bueno por ti, eso es todo...― Bien, sinceridad, y entendimiento. Las bases de una buena relación según el libro que había leído. John no sabía, pero Sherlock le había preguntado a todos sobre el estado de su relación, y todos habían sugerido cosas diferentes. La Sra. Hudson había sugerido lo del desayuno, Molly lo de los detalles, Mycroft (por raro que sonara) lo de las citas. Y Lestrade había sugerido el lugar. Eran su red de apoyo emocional para esos momentos de crisis existencial como la que estaba pasando.

Cuando John vio la turbación en Sherlock, entendió todo. Y no pudo más que reírse. Ese sociópata, aunque ni el mismo lo supiera, lo amaba tanto como John amaba al sociópata de Sherlock Holmes. Ah, la pareja más disfuncional, y estaban juntos. Era un milagro.

―Gracias, eso fue lindo― Lo sonrisa de el médico era más que suficiente. Se acercó y besó dulcemente a su novio que contesto con mucha ternura. Y una vez que acabo el beso dijo:

―Pero no te preocupes, no necesito que dejes de ser tú. Se que todo esto te cuesta, poco a poco, lo que has compartido de ti conmigo ha sido más que suficiente para amarte. No te amo por que seas el novio perfecto, te amo por que precisamente no lo eres. Y así soy feliz―John sonreía de oreja a oreja. Si, Sherlock Holmes era asombroso, ni quien lo dudara por un instante.

―John, es que yo no quiero que vayas y cambies el estar conmigo por estabilidad o tranquilidad, yo quiero que siempre estemos juntos― Eran en esos momentos donde Sherlock parecía un niño pequeño. Diciendo todo con sinceridad, por que evidentemente las emociones habían sobrepoblado su sistema y no podía quedarse así. John no lo sabía, pero Sherlock normalmente terminaba sobrepasado en emociones. No entendía mucho de esa cosas, prefería el aislamiento emocional, pero desde que el Dr. Watson había llegado a su vida las coas habían cambiado satisfactoriamente.

―Y lo estaremos, siempre y cuando no se te ocurra llevarme a un lugar extraño de cita―John se acerco a abrazar a su novio. Ya estaba tan acostumbrado a al diferencia de alturas que no le costó trabajo el gesto.

―¿Y que me dices de la comida mexicana?― Sherlock, aunque no lo pareciera disfrutaba de los abrazos. A él no le gustaba en un principio que le dieran abrazos, si no el darlos. Pero una vez pasada la incomodidad inicial, parecía un gato con abrigo, nada más le faltaba ronronear.

―Esta bien, no creo que sea más peligrosa esta cita que el balazo que casi nos dan ayer― Y con una sonrisa, salieron del departamento al restaurante. Por que no eran cita, pero si lo fueran Sherlock se llevaba el premio por conocer tan buenos sitios para comer.

Fue así como pequeños camios se fueron gestando. John asumía que, después de dos días sumergido en su palacio mental Sherlock había entendido que las relaciones son para ser felices. No, seguía sin haber flores y corazones, pero dormían juntos más veces (si, solo dormir). Sherlock empezaba a entender o intuía cuando John se sentía incomodo o enojado o triste. Poco a poco, empezaron a ser más funcionales, o lo suficientemente funcionales dentro del hecho de correr de un lado a otro de la ciudad buscando resolver problemas. Por eso John se acostumbro a que esa era la manera de ver el compromiso de Sherlokc.

Y un buen día, simplemente ocurrió. Entró John en el 221B de Baker Street y todo estaba cambiado. Estaba completamente adornado con luces, visiblemente limpio, parecía un lugar de ensueño y ahí, en su impecable abrigo y parado a la mitad estaba Sherlock.

―No sabía como hacer esto, en un principio no pensaba en hacer esto, pero creí que era necesario para los dos ― A John le dio miedo que Sherlock lo dejara. Estaba mortalmente serio. ¿seria su fiesta de despedida? Empezó a imaginar lo peor, pero cuando vio un pequeño atisbo de sonrisa en Sherlock se tranquilizó, y más cuando siguió escuchando lo que decía.― Pensé en ir a muchos sitios, a St. Barts, con Angelo, subirnos a un taxi, a todos los lados a los que hemos ido juntos. Pero pensé, que todo comenzaba y terminaría aquí. En casa.―John no entendía mucho a que se refería. Pero si Holmes hablaba de su... relación si, tenía razón. ¿Por qué estaba tan nervioso? Hasta parecía que... un momento. ¿No sería lo que estaba pensando verdad?

―John Watson, te convertiste en mi compañero de piso, pero quiero que te conviertas en mi compañero para toda la vida. Así que John Hamish Watson, ¿quisieras casarte conmigo?― Continuo Holmes después de haber tomado un pequeño respiro. No todos los días pedías matrimonio. Y sin más, Sherlock hizo lo que John sabía que jamás haría por nadie. Arrodillarse. Y saco un par de alianzas. Una más pequeña que la otra.

―She-Sherlock ¿Por qué?― Estaba sorprendido. No era que no quisiera casarse, era su sueño, formar una familia estable... Bueno lo estable que se pudiera al lado de un detective caza-criminales. Eso era su sueño, pero ¿sería real o una broma?¿Por qué tan de repente?¿Algún día dejaría de pensar que todo lo que hacía Sherlock tenía que ver con algún extraño experimento? Probablemente no.

―Solo contesta ¿si o no?―Sherlock se estaba impacientando, eso se veía a leguas. La idea de pedir matrimonio, había sido suya, después de analizar la situación de diversas maneras. No quería perder a John bajo ninguna circunstancia y quería que todos supieran que ese médico militar era su médico militar privado para su uso exclusivo y personal.

Fue ahí cuando John se dijo que todo eso,tenía que se real, si fuera para conseguir algo, Sherlock no se impacientaría.¿o si?

―¿Estas hablando en serio?― A John le daba la impresión que Sherlock sería capaz de fingir pedirle matrimonio a alguien con tal de obtener algún beneficio.¿Y si solo lo hacía por que no quería que se mudara? Algo así como chantaje emocional...¿O era el dudado de sus sentimientos? No, estaba bastante seguro que jamás dudaría de ellos.

―Si, si estoy hablando enserio― Sherlock estaba irritado. Y era algo real, tangible. La persona más fría del mundo a los ojos de los demás, teniendo un visible cuadro de emociones confusas y papables, y era raro que presentara episodios de emociones humanas. Así que eso era lo que daba la sensación de que las cosas, eran reales. Era, como un extraño sueño.

―Estas demente― Atinó a decir John. Decir que estaba feliz era poco. Decir que no quería pasar el resto de su vida al lado del ese extraordinario y a veces insoportable hombre era mentir. Era la combinación perfecta entre diversión y estabilidad. John se había hecho no solo adicto a la adrenalina, se había hecho adicto al mismísimo Sherlock.

―Eso lo sabemos de sobra.―Contestó con una sonrisa el menor de los Holmes. Al lado de su John, el podía ser lo que quisiera, pero nunca dejaría de ser amado, eso era una certeza.

―Esta bien, acepto y que...― Y ahí, sin dejarle terminar la frase, se levantó de un brinco y lo beso. Lo beso con toda la devoción y con todo el amor que tenía. Con la pasión que habían compartido, lo beso como si fueran una misma alma en dos cuerpos diferentes. Una vez que hubo acabado ese beso, Sherlock saco su teléfono, con un John aun aturdido e hizo una llamada ante la atenta mirada de su, inserten fanfarreas, prometido.

―Mycroft, dijo si. Ok.― Y sin previo aviso, después de colgar, jaló a John fuera del departamento.

―¡Hey! ¡Espera Sherlock! ¿A donde vamos?―John no entendía nada. Un minuto le estaban proponiendo matrimonio y al siguiente corría para salvar quien sabe que cosa.

―Infierelo. Esta muy fácil.―Contesto petulante el hombre de los rizos en el cabello. Cuando llegó a la altura de la calle, un auto marca "envío del gobierno" los estaba esperando. Sherlock empujo a John adentro, y se metió en el asiento de al lado.

―¿Tienes algo preparado?―John solo podía pensar que había tramado algo si ya tenía el transporte a la puerta del 221 B. Y no se estaba sintiendo especialmente seguro o tranquilo. Eso era virtualmente un secuestro marca Holmes. Y no era que no estuviera acostumbrado, pero que Sherlock hubiera planeado ese secuestro era algo novedoso.

―Si. De hecho si―El menor de los Holmes tenía esa cara de profesional que no podía con ella. Esa en donde solo parece que maquina una respuesta convincente. Pero, debajo de su rictus profesional, podías ver sus ojos bailando una conga.

John intentaba aprenderse el camino de ida, sabia que estaba en algún punto de la ciudad de Londres, uno no muy lejos del centro. Pero el edificio en donde se estaciono el vehículo no le dijo nada. Parecía un estacionamiento normal, en donde subieron juntos por un elevador normal.

―Sherlock, ¿me vas a decir a donde vamos?― No era que tuviera miedo, se dijo John, era por pura y mera precaución.

―No, ya te dije,es demasiado fácil― Sherlock solo esperaba que John no se diera cuenta de la sorpresa. Si, era una sorpresa, bastante bien elaborada con un gran número de personas trabajando para lograr el objetivo.

El elevador se detuvo en una especie de sótano, donde al llegar le menor de los Holmes solo dijo a manera de saludo "necesito que lo cuiden por mi", a un grupo de diferentes personas. Cuando observo como estaban vestidas, John empezó a unir los cabos... pero era imposible ¿o no?

―Sherlock, ¿Nos vamos a casar?― Una cosa era haber dicho si, y otra saltar directo al matrimonio en menos de 1 hora. Oh, cielos.

―Dijiste que si...―Se volteo Sherlock a mirar a John. ¿Eso no sería arrepentimiento verdad? Pensó que era lo mejor, todo lo más rápido, para John y que no le diera tiempo de rechistar. Claro, él como mente calculadora había logrado revisar cada uno de los detalles de la ceremonia personalmente. Había recibido consejos, ayuda y todo un grupo de personas, pero en pocas palabras había logrado orquestar una boda sorpresa.

―¿Boda?¡Holmes! Y mi...― "¿Y mi qué?" Pensó John. Si, no podía poner ninguna objeción a una boda secreta con el amor de su vida. Y por más que busco no había ninguna razón para negarse a celebrar el mejor evento de toda su vida.

―¿Hermana?Aquí esta. Le dio gusto. Pero no le copie la idea del teléfono celular como regalo de bodas. Creo que no fue bien para su matrimonio... ―Sherlock pensó en todos y cada uno de los detalles. Inclusive en Harriet Watson a quien apreciaba y a todos los amigos del médico militar. La lista la había armado de sus notas personales y preguntas de aquí y de allá. Había invitado, por supuesto a Mike Strandford, sin el nada de eso estaría pasando. Admitía que la hermana de John y la Sra. Hudson habían sido las mejores promotoras de su relación con el médico militar. Y a veces que se quería acordar de los vicios de su cuñada, ella le hacía burla de sus adicciones. Todo una colección de cosas interesantes los Watson.

―Eres un sociópata.― Dijo John más divertido que molesto. Tenía razón, sería el segundo matrimonio de ese estilo en la familia. Y con un sociópata. Debería no haber dejado de ir a las terapias.

―Voy a ser TU sociópata. Pero, necesito que te cambies, voy a estar en el salón contiguo.―Sonrió Sherlock dejando a Watson con el "equipo de trabajo". Uno de los miembros le había pasado el traje de novio y el detective consultor (ahora casi novio) lo cargaba entre sus manos. Y estaba más que feliz, al final iba pertenecer a alguien. Iba a dejar de estar solo para siempre. Por que, con John, y solo con él, el mundo era algo maravilloso, multicolor y dulce para seguir habitándolo. Con todos los colores que los asesinos en serie proveían a su intelecto, que no hubiera dudas.

―¿Si sabías que no me voy a arrepentir verdad?―Le menciono John antes de que se marchará por completo por la puerta en un vano intento para hacerlo entrar en razón. Todo era tan... tan dramático. Si, su novio era, oficialmente la reina del drama. Siempre exagerando todo. Excepto la verdad, que su corazón le pertenecía ahora y por siempre.

―Uno nunca sabe... jamás se pueden tener todas las respuestas ― Respondió llanamente el detective consultor. Tenía muchas certezas, pero era más una declaración para todos los que se cruzaran en su camino: John y él eran lo mismo.

―Pero tampoco puedes tener la razón todas las veces―John estaba más que sorprendido. Sherlock leía a las personas como si fueran libros, con una facilidad que hacía rayar la habilidad de su amigo en magia.

―Nunca he dicho que la tenga siempre― Se defendió Sherlock. A estas alturas sabía que John solo estaba jugando y que sabía perfectamente que sus poderes de deducción tenían limitaciones y restricciones. Pero no le gustaba que cuando perdía se lo echaran en cara, por eso el humo y los espejos para distraer a las mentes menos favorecidas.

―Pero si quisiera irme lo habría hecho el primer día que me crucé contigo― Pensó en retrospectiva John. Aun no sabía a ciencia cierta por que no lo había hecho. Quizás debería agradecerle más a Mike o creer en eso que llaman "destino" y "amor a primera vista".

―Pero no lo hiciste. A pesar de que dije "peligroso".Y henos aquí. Ten. ― Sherlock le paso su traje de novio, eso hacía las cosas tan reales. Y con un corto beso en la mejilla, se fue a la habitación contigua.

Sherlock nunca supo que las palabras "peligroso" no eran por que temiera por su vida, si no por que temiera que su corazón se quedará con él. Si, John sabía desde un principio que Holmes era igual a problemas. Y no lo lamentaba.

Tomo el traje y los del "equipo" lo guiaron a otra puerta, parecida a donde había entrado Sherlock. Ahí, se sorprendió de encontrar varias cosas para su arreglo, y los zapatos. Suspiro y decidió que la felicidad lo embargara. Se cambio y se dispuso a salir. Pero se sorprendió al ver que su escolta se limitaba a Myrcoft Holmes. Lógico, las ideas del secuestro solo las pudo haber puesto Mycroft. Mycroft lo condujo hasta otro elevador, hacia algún piso superior, y decido hablar con John mientras subían:

―Dr. No voy a pedir que cuide de mi hermano. Pediré que se cuide de él.― Dijo Mycroft con una sonrisa. John no estaba seguro de que empezar a formar parte de los Holmes fuera algo bueno. Iba acabar siendo tremendamente feliz o encerrado en un manicomnio. O posiblemente ambas si Sherlock no dejaba de sonreír. Se iba a volver loco de tanta felicidad.

―Lo tendré en cuenta, de verdad― Fue con ese comentario que se dio cuenta que iba a ser cuñado de Mycroft. Menuda familia que formarían entre ellos, sus hermanos y sus amistades.

―Debería. Usted no sabe como eran las cosas antes de que llegara Dr. Watson. Sherlock era una pena. Tal vez no se dio cuenta, pero poco a poco empezó a cambiar. No va a ser una vida fácil, eso se lo aseguro. Pero Sherlock jamás lo va a dejar solo. Y digo en serio lo de jamás― Eso casi sonaba como una broma viniendo de Mycroft, pero John se sentía incomodo. Ojala y el elevador fuera más rápido.

―Suerte Dr. Le deseo toda la felicidad. Y le recuerdo que si no cuida de mi hermano podrían aparecer antecedentes penales en su expediente.―Menciono Mycroft cuando la puerta de elevador se abrió.Si, estaba sonriendo, pero John sabía que hablaba en serio. Le apretó la mano a Mycroft y salio del elevador, pasando por la puerta que le indicó con la mano.

¿Era demasiado pedir que Sherlock fuera malo para otra cosa que no fueran relaciones personales? Sabía que no debería haberse sorprendido de los alcances de su mmm ¿prometido? ¿esposo? Pero cuando vio la sala, hermosamente decorada, con todos sus amigos, conocidos y la gente que más quería sentada en filas no pudo evitar sonreír. No sabía si todo era por que tenía de profesión el ser detective o simplemente por amarlo. Ambas eran maravillosas.

Y ahí,al final de la sala, de espaldas a una mesa, enfundando en su traje de novio estaba Sherlock. Lucia, simplemente espectacular. John se impresiono de verlo. Siempre lucia elegante, pero ahora estaba soberbio. A veces lo hacía sentir un poco más pequeño y simplón de lo que era, pero, justo cuando el sentimiento de inferioridad comenzaba a llegar, él logró avanzar hasta donde se encontraba su (acostumbrando al termino) "novio/esposo" y Sherlock susurro en su oído "luces genial". Si, eso era un cumplido en toda regla, y el médico no pudo más que sonreír, con una de esas sonrisas que suben hasta los ojos.

Por que Sherlock siempre había tenido razón. Se había llevado la razón en sus manos. Y en esas manos, se quedaría para siempre su corazón. De ahora en adelante, siempre que entrelazaran sus manos, siempre estaría la verdad en ellas. Que eran el uno para el otro.

Fin.


*Desayuno inglés:Un desayunoinglés típico en algunas regiones se maneja así.