***Konnichiwa minna! He vuelto! Perdonad por la tardanza pero… éste es el último capítulo de mi historia! Sí… Tras varios años escribiendo primero la versión inglesa y después traduciéndola toda a mi lengua natal, finalmente ha terminado. Me siento muy feliz de haberla completado de la forma que yo quería y a la vez algo triste porque haya acabado… Ha sido una parte de mí durante tanto tiempo ya que siento que esto es una despedida, aunque tengo que decir que lo he pasado muy bien escribiéndola, y realmente espero haberos transmitido eso mismo a todos vosotros. Este último capítulo ha costado un poquito más de esfuerzo (y también es más largo de lo habitual), porque quería dejar todos los cabos atados y dar a la historia el final que todos los personajes en ella verdaderamente se merecían. Espero que hayáis disfrutado leyéndola y que disfrutéis también de este último capítulo, y sobre todo gracias de verdad por leerme y apoyarme a lo largo de todo el camino! Esta historia se acaba y me voy por ahora, pero sigo siempre conectada a esta comunidad tan genial y seguiré leyendo todos los comentarios que queráis dejarme y que tanto os agradezco! No queda mucho más que decir, sólo que os deseo lo mejor a todos, y recordad vivir vuestra vida con el mismo amor con el que Usagi vive la suya… todos tenemos tanto que aprender de ese alma tan pura que ella tiene…! Sayonara, minna! ^_^ ***

***Sailor Moon y sus personajes originales no son de mi propiedad, pero ha sido un auténtico placer el tomarlos prestados para escribir mi historia y darle el final que me hubiese gustado que tuviera ;-)***

CAPÍTULO 58 - EXULTACIÓN

Palacio de la Luna

Había transcurrido ya algo más de un mes con tanta rapidez que las chicas ni siquiera se habían percatado, probando que de hecho es cierto que el tiempo vuela cuando te sientes feliz. Parecía que había sido ayer cuando todas habían sido despertadas como sailor senshi que debían enfrentarse a temibles enemigos para proteger su planeta y a las personas que lo habitan; pero al mismo tiempo sonaba como una leyenda antigua cuando hablaban y pensaban en ello ahora que al fin habían logrado la paz.

Rei estaba viviendo con Oodachi en el templo. Juntos, habían conseguido que volviese a ser un lugar lleno de vida para la oración y el bienestar. Formaban la pareja perfecta: ella era su razón para vivir y la fuente de todo lo bueno del Universo para él, y él le daba a ella con su interminable devoción, la calma y seguridad que siempre había necesitado, haciendo que ella comprendiese que el amor es el más poderoso e importante de todos los sentimientos.

Makoto estaba saliendo muy en serio con Motoki. Él ahora pasaba casi todas las noches en su apartamento, y ella incluso había conocido ya a sus padres. Eran tan dulces cuando estaban juntos que incluso resultaban empalagosos. Aunque hacía ya bastante tiempo que les habían presentado, era ahora cuando empezaban a conocerse de verdad, y descubrieron encantados que compartían la mayoría de sus aficiones e ideas de vida. Siempre estaban de acuerdo en todo lo que discutían y nunca alzaban sus voces más de un suave susurro amoroso.

Ami estaba viviendo un sueño. Jamás pensó que encontraría a alguien tan interesante, inteligente, apuesto e intelectualmente apasionante como Taiki, y que él pensaría lo mismo acerca de ella. La chica de pelo azul pasaba la mayor parte de su tiempo en el apartamento de los Starlights, aunque sólo fuese para sentarse en silencio en el sofá junto a él y leer. Le encantaba su compañía tanto como a él le gustaba la de ella, y hacían todo tipo de cosas juntos, no aburriéndose jamás de compartir su tiempo con el otro.

Minako estaba locamente enamorada de Yaten. Siempre lo había estado, pero ahora que sabía que su amor y pasión eran correspondidos les había dado rienda suelta por completo, y eran increíblemente arrolladores. Sin embargo, Yaten descubrió que lo cierto era que le encantaba. Ella le daba a su vida la pizca de picante y locura que le había faltado, haciéndolo todo mucho más impredecible y divertido. Sus ensordecedoras discusiones sólo eran igualadas por su mutua atracción física, que no dejaba de crecer, convirtiéndoles en la pareja más lujuriosa de todas.

Haruka y Michiru habían seguido viviendo en la casa que compartían con Hotaru formando la familia feliz que ya eran. Setsuna iba y venía del apartamento de Mamoru a la casa, ya que ahora compartía su tiempo entre ambas familias: la que formaba con las chicas, y su recientemente inaugurada vida de prometida con Mamoru. Todas se habían sorprendido mucho pero les había hecho muy felices saber del compromiso de Seiya y Serenity, y las sorpresas sólo fueron a más cuando Setsuna les contó lo de su propio compromiso con el hombre al que había amado en secreto durante eones. Hotaru se sentía tan feliz por ella que últimamente su dulce carita pálida siempre mostraba una amplia sonrisa que le daba un nuevo y resplandeciente aspecto.

Y por supuesto, Serenity se sentía la persona más afortunada de todo el Universo ahora que compartía por completo su vida con Seiya. En este mes, él había demostrado ser el compañero de piso perfecto, lo que sólo añadía una línea más a su interminable lista de virtudes. La vida con él era tan divertida, tan sencilla y cómoda, tan llena de amor, cuidados y romance… Era simplemente perfecta. Y lo más importante, ella sentía que podía ser ella misma más que nunca… y ser amada precisamente por eso. Junto con ChibiChibi, los tres pasaron el resto del verano en su nuevo apartamento, disfrutando de su tiempo juntos. Seiya no podía pedirle más a la vida, y ella sentía lo mismo.

Y entonces, llegó Septiembre.

Finalmente había sido la fecha elegida para el evento más importante en la historia del Universo: la boda de sus nuevos Rey y Reina, y el comienzo de su dorada Era Imperial de paz y prosperidad.

Las chicas habían estado muy ocupadas preparando todo para el gran día. Especialmente la romántica y soñadora Makoto, que se había tomado muy en serio su papel de jefa de las wedding planners. Con ayuda de la efectividad de Ami, el toque de glamour de Minako y el pragmatismo de Rei, todos los preparativos habían ido como la seda, y todas estaban convencidas de que habían organizado la boda más fabulosa para su amiga más importante.

Habían decidido finalmente que sólo había un posible lugar donde pudiesen celebrar una ceremonia tan importante: el propio Palacio de la Luna. Ahora que se había reconstruido a sí mismo, tenía un aspecto más esplendoroso que nunca y era el escenario perfecto para una boda de esa importancia. Además, ese lugar les traía unos recuerdos fantásticos a Seiya y Serenity, que propusieron entusiasmados el celebrarlo allí. Las chicas aceptaron encantadas ya que la idea les pareció ideal, y se pusieron manos a la obra para preparar todo el evento, decorando cada centímetro del Palacio y encargándose de que todas sus habitaciones estuviesen listas para recibir a los muchos invitados de todo el Universo a los que iban a dar la bienvenida para la celebración.

Cuando al fin llegó el día, todas estaban tan nerviosas como en su primer día de colegio.

"Vale… bien… Creo que no nos dejamos nada…" repitió Makoto "Deberíamos repasar la lista una vez más?"

"Qué, la centésima vez esta semana?" comentó Rei con sarcasmo

"Claro, de acuerdo…" confirmó Ami, ignorando a Rei por completo "Comprobémosla una última vez"

"Flores?" comenzó Makoto mientras caminaba arriba y abajo por la marmórea habitación

"Verificado" respondió Ami, repasando una lista escrita en un cuaderno que llevaba consigo

"Comida y bebida?"

"Verificado" respondió ella "Todo preparado en el gran salón de banquetes"

"Genial. Invitados?"

"Verificado. Ya han llegado todos, y están esperando en los jardines, donde se está sirviendo un aperitivo"

"Por cierto… dónde está Minako-chan?" preguntó Rei, tremendamente aburrida de tanta verificación

"Está ayudando a Usagi-chan con el vestido" respondió Ami con diligencia

"Vale… Iré a ver qué tal les va" anunció

"Anillos?" continuó Makoto

"Los tiene Taiki…" aclaró Ami

"De acuerdo, pon esa también como verificada"

Rei siguió oyendo a sus dos amigas mientras desaparecía hacia el interior poniendo los ojos en blanco. Si escuchaba un 'Verificado' más alguien iba a resultar herido…

Al entrar en la habitación de Serenity, Rei vio a su amiga de pie en el centro, con su espalda hacia la puerta. Minako estaba arrodillada detrás de ella, haciendo arreglos de última hora a su vestido.

Cuando Serenity escuchó la puerta, se giró lentamente.

"Oh… vaya…" sólo pudo decir Rei

"Sí… Esa es exactamente la reacción que quería provocar!" dijo Minako poniéndose en pie y cruzando los brazos con satisfacción "A que parece toda una Reina?"

Serenity miró a su amiga de pelo oscuro con un rosado rubor de timidez en sus mejillas.

"Rei-chan…" musitó con un hilillo de voz "Te gusta?"

"Yo… yo…" tartamudeó "Estás tan guapa que ni siquiera me salen las palabras…"

"Rei-chan…!" dijo ella, del todo satisfecha. Rei era su crítica más despiadada. Si ella decía eso, ahora estaba segura de que estaba guapa de verdad.

El vestido de Serenity desde luego cortaba la respiración. Era de un blanco tan puro y brillante que casi parecía etéreo. Consistía de un corpiño ajustado en su parte superior, bordado por completo con perlas y brillantes gemas que dibujaban unos patrones extraordinarios de flores alrededor de todo su perfectamente esculpido torso. Tenía unas mangas cortas transparentes adornadas con rosas blancas que caían con gracilidad de sus hombros, dejando la línea de su cuello y clavículas totalmente despejada, haciendo que su fabulosa piel de porcelana destacase aún más. Desde su fina cintura, el vestido florecía con una voluminosa falda hecha de capas y capas de vaporosa seda plisada y tul, rodeada de cadenas de perlas y rosas blancas que la rodeaban por completo. Ella había insistido en llevar su pelo recogido con sus odangos habituales, como a Seiya más le gustaba, pero sus dos moños habían sido decorados con rosas blancas a juego y cadenas de perlas que caían de la parte superior de su pelo y se enroscaban todo a lo largo de sus coletas. De entre sus dos moños, un sencillo velo de tul caía como una cascada por su espalda hasta alcanzar su cintura, y en el centro de su cabeza, lucía su nueva corona.

Parecía una diosa, un hada, una reina. Era simplemente magnífico.

"Espera a que Seiya te vea con este vestido…" comentó Minako contenta "Vamos a necesitar los conocimientos médicos de Ami para reanimarle!"

"Minako-chan…!" Serenity se ruborizó exageradamente

"Esta vez tiene razón…" confirmó Rei "Estás totalmente increíble"

"CHICAS! Es la HORA!" las interrumpió de pronto alguien desde la puerta "Oh… wow…" Era Makoto, que había entrado con nerviosismo en la habitación para buscar a la novia y también se había quedado alucinada con la belleza de su amiga.

"Usagi-chan… estás tan hermosa…!" dijo Ami, siguiendo a su amiga al interior de la habitación

"Buen trabajo, Minako-chan" dijo Makoto, y la senshi del Amor le guiñó un ojo como respuesta

"Chicas… Muchísimas gracias… por todo" dijo de pronto Serenity. Sus ojos estaban poniéndose vidriosos con todas las emociones que sentía.

Todas sonrieron y se acercaron a ella, fundiéndose las cinco en un gran abrazo que mostraba la más auténtica de las amistades.

"Oye… Usagi-chan…" comentó Minako, conmovida también por todas las emociones que sentía "Nada de llorar o arruinarás la perfecta obra de arte de maquillaje que te he puesto…!"

"Eres tú la que está llorando…!" se defendió ella haciendo pucheros, sintiendo que las lágrimas se acumulaban en sus ojos inevitablemente

Todas se rieron, mientras alguna lagrimilla de felicidad se escapaba de sus ojos.

"Chicas… vinimos a llamaros…" comenzó Makoto "Es la hora…"

"Preparada, Usagi-chan?" preguntó Ami

Serenity se secó una lágrima que estaba a punto de resbalar por su mejilla y sonrió mientras asentía de forma segura.

"Más preparada que nunca en mi vida" confirmó

"Genial" dijo Makoto "Comencemos!"


Afuera, la atmósfera que las senshi habían creado para la boda era sobrecogedoramente increíble. Parecía que los invitados estuviesen dentro de un cuento de hadas. La tenue luz solar sobre la superficie de la Luna le daba al lugar una claridad sutil lo suficientemente brillante para hacer resplandecer a toda la frondosa flora a su alrededor, pero no tanto como para resultar molesta o cegadora. La ceremonia iba a celebrarse en los Jardines Lunares, en un pequeño e íntimo templete de mármol blanco y estilo griego con esbeltas columnas elegantemente labradas y un altar central, que había sido profusamente decorado con flores blancas de todo tipo. Lindas sillas cubiertas de tul habían sido colocadas en filas frente al altar, dejando un pasillo central para la novia. Etéreas luces brillantes podían verse flotando por toda la zona, haciendo el paisaje aún más mágico con sus halos.

Los invitados empezaron a tomar asiento en sus lugares correspondientes, guiados por Taiki, Yaten, Haruka y Michiru. Muchos miembros de la realeza de todos los rincones del Universo habían acudido a presenciar la boda más importante de la legendaria pareja que iba a convertirse en sus gobernantes. El lugar estaba lleno de damas y caballeros llevando sus mejores galas, cada uno con el estilo de vestimenta de sus correspondientes sistemas solares, y algunos de ellos acompañados también por sus propios senshi llevando puestos sus uniformes más formales.

Taiki y Yaten también saludaron cálidamente a una visita muy importante. Kakuyuu acababa de llegar desde Kinmoku, y en cuanto la vieron ambos se apresuraron a darle la bienvenida.

"Princesa…" dijo Yaten en un suspiro

"Kakuyuu-sama… Es un gran honor tenerte aquí" la saludó Taiki, tomándole la mano, que besó de modo muy formal

"Taiki… Yaten… Me alegro tanto de volver a veros" ella sonreía ampliamente, sus ojos brillando de la emoción. Estaba muy hermosa con un vestido largo y abombado en tonos rojos y naranjas, con unas mangas amplias que caían hasta el suelo. Llevaba el pelo recogido con su estilo habitual, pero en vez de su típico adorno puntiagudo, lucía una maravillosa corona en oro y carmesí sobre su cabeza "Tenéis los dos un aspecto increíble… Veo que la vida en la Tierra os sonríe" añadió

Yaten sonrió una sonrisa triste. No podía evitar sentir una punzada de culpa por su felicidad, recordando cómo la habían dejado sola de la noche a la mañana en el que había sido su planeta y su hogar durante tantos años.

"También tú estás fantástica, Kakuyuu-sama… Espero que todo vaya bien por Kinmoku" dijo Taiki mientras Yaten trataba de tragarse el nudo que se le había formado en la garganta.

"Así es de hecho, gracias" respondió ella, y en el momento en el que lo hizo, cuatro mujeres vestidas muy elegantes vinieron hacia ellos desde donde había aparecido la princesa, colocándose protectoramente dos a cada uno de sus lados.

Taiki y Yaten las miraron con curiosidad.

"Dejad que os presente a las senshi del sistema solar de Kinmoku…" anunció con una sonrisa plagada de satisfacción y orgullo "Sailor Karinei, Sailor Sinkara, Sailor Monokii y Sailor Aekania"

Las senshi inclinaron sus cabezas con cortesía a modo de respetuoso saludo.

"Princesa, esto es…" comenzó Yaten

"Finalmente… conseguiste despertar a tus propias senshi…" dijo Taiki, complacido

"Sí, al fin llegué a ser lo suficientemente poderosa para hacerlo…" confirmó "Y ellas me han estado ayudando desde entonces con la protección y bienestar del planeta, así que todo va a la perfección en nuestro hogar"

"Yo… me alegro mucho de oír eso" dijo Yaten desde el fondo de su corazón, pudiendo verse su sensación de alivio en sus expresivos ojos verdes. Kakuyuu había estado en sus pensamientos desde que la dejaron… No podía evitar pensar que podría estar en peligro o necesitar ayuda, desprotegida como estaba. Ahora que él sabía que había cuatro buenas senshi cuidando de ella, podía al fin pasar esa página de su vida.

"Enhorabuena" añadió Taiki

"Muchas gracias…" respondió encantada "Vosotros tres me enseñasteis a ser fiel a mí misma y a tener el valor y voluntad de luchar por lo que más se desea, así que todo esto que he logrado es gracias a vosotros. Nunca podré estaros lo suficientemente agradecida por todo lo que hicisteis por mí y por nuestro sistema solar todos estos años, y por ayudarme a ser la persona que ahora soy"

Taiki y Yaten sonrieron satisfechos, sus mejillas tomando un ligero color rojo ante el cumplido sin igual. Sobraban las palabras.

"Aseguraos por favor de que mis palabras y sentimientos de gratitud le lleguen también a Seiya… Ahora mismo está demasiado ocupado para acercarme…" añadió con una sonrisa triste, dirigiendo su mirada hacia la que antes fue su senshi favorita, que estaba de pie junto al altar con toda la elegancia que le caracterizaba, esperando a la increíble mujer que estaba a punto de convertirse hoy en su esposa.

"No te preocupes, así lo haremos" dijo Taiki

"Le va a encantar… Todos sabemos lo mucho que a Seiya le gustan los cumplidos" bromeó Yaten travieso, haciendo a la princesa reír elegantemente como respuesta y rompiendo al fin la solemne atmósfera que reinaba entre ellos.

"Síguenos, Princesa Kakuyuu, os mostraremos cuáles son vuestros asientos" anunció entonces Taiki, mientras le indicaba el camino.

Poco a poco, todos los invitados tomaron sus asientos asignados. Ahí estaban los padres de Serenity, por supuesto, que fueron acompañados a sus asientos reservados en la primera fila, así como algunos de los buenos amigos que las chicas tenían cuando estaban en el instituto, como la hermana de Motoki, Naru y Umino, que muy abrumados trataban de digerir el hecho de que estaban en la Luna, de que sus amigas eran las senshi a las que habían admirado ciegamente todos esos años, y de que la torpe Usagi iba a casarse a los 18 años de edad con un cantante superfamoso muy sexy y a convertirse después en la Reina del Universo.

Mientras, Seiya esperaba nervioso en el altar. Estaba increíble con su traje de gala real del reino de las Estrellas, que era de un profundo color negro ribeteado en plata y con adornos en forma de estrella. Sobre el traje, llevaba una capa lateral corta color índigo que cubría su hombro izquierdo y hacía resaltar aún más sus ojos de ese mismo tono azul profundo, haciéndole parecer un príncipe de cuento.

Una vez se hubo sentado todo el mundo, los cuatro senshi que habían estado organizando a los invitados entraron en el palacio para ir a buscar a las chicas.

"Estamos listos afuera" anunció Taiki, cuando vio a Ami "Estás preciosa" añadió con una voz suave cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella.

"Gracias…" respondió ella, ruborizándose "Tú también estás muy apuesto"

Taiki sonrió ante su comentario.

"Bueno, preparémonos para el espectáculo!" dijo Minako, enlazando su brazo con el de Yaten, que sonrió en respuesta.

"Dónde está Koneko-chan?" preguntó Haruka

"En su habitación, esperando nuestra señal" respondió Makoto

"Nosotras iremos a buscarla" anunció la masculina senshi, y sin esperar respuesta se encaminó al interior del blanco Palacio seguida de cerca por Michiru.

Al escuchar abrirse la puerta de su aposento de reina, Serenity se dio la vuelta nerviosa.

Esperando encontrarse a su concienzuda wedding planner Makoto, se sorprendió al ver a la pareja de las Outers, ya vestidas tan elegantes y bellas que la más hermosa flor hubiese palidecido en su presencia.

"Ha…Haruka… Michiru…" dijo con una sonrisa temblorosa y ojos vidriosos

"Koneko… chan…" tartamudeó Haruka, paralizada a la entrada de la habitación por la belleza que emanaba de ella.

"Usagi, tienes un aspecto exquisito" dijo Michiru, caminando hacia ella y abrazándola con suavidad.

"Gracias, Michiru" respondió encantada. Viniendo de una dama tan fascinante, era todo un cumplido.

"Nerviosa?"

"Mucho…"

Michiru sonrió ante su sinceridad "Es normal…" la reconfortó "Pero todo va a salir a la perfección… Y te estás casando con el mejor hombre que jamás ha existido…" añadió en voz muy baja, sólo para ellas dos, mientras le guiñaba un ojo.

Serenity no pudo evitar ruborizarse. Era consciente de que a Michiru siempre le había gustado mucho Seiya, pero el hecho de que fuese tan sincera con ella al respecto la hizo sonrojarse profundamente de la vergüenza.

"Ve a por él!" añadió finalmente, empujándola con ternura de la espalda mientras una sonrisa traviesa jugueteaba en sus labios.

Serenity caminó obedientemente con pequeños pasitos cortos hacia la puerta, donde Haruka seguía parada muy quieta.

"Haruka…" dijo al llegar a donde ella estaba

"Koneko… estás tan hermosa" logró decir al fin

"Gracias" respondió la reina con ojos soñadores y mejillas rosadas, mientras se agarraba la parte inferior de su amplio vestido para levantar un poquito la falda y así poder caminar bien hacia afuera.

"Koneko-chan" la llamó de pronto Haruka

"Si?" dijo ella, girándose

Y sin decir nada más, Haruka se inclinó hacia ella y la besó en la mejilla. Un beso tan cálido e intenso que al instante le recordó a los besos de Seiya. Sólo un poco demasiado cerca de sus labios entreabiertos y sólo un poco demasiado largo para ser considerado un beso de amistad. Un beso que la hizo temblar por dentro y arder de vergüenza de la cabeza a los pies.

Entonces, Haruka movió sus díscolos labios hacia el oído de ella.

"Es una lástima que no pudieses ser mía…" le susurró de forma muy suave, lenta, sexy… haciendo que Serenity se ruborizase aún más, todo su cuerpo estremeciéndose impactado como respuesta "…Pero quería que supieses que le doy mi aprobación… a él" añadió Haruka, enfatizando la palabra 'él' "Estoy segura de que él te hará muy feliz y siempre te amará y te protegerá como tú te mereces"

"Ha… Haru…ka…" tartamudeó Serenity, totalmente sin habla. Esas palabras viniendo de ella eran el mayor de los tesoros, pero lo más importante era… Cómo podía una mujer provocarle todas esas sensaciones?

Haruka sonrió una media sonrisa mientras apartaba lentamente su rostro del de ella, sus mejillas casi rozándose la una contra la otra en el proceso. Le encantaba provocar a su pequeña gatita de esa forma.

"Ahora… ve" le indicó simplemente, viendo que Serenity no se movía

Ella reaccionó al fin, saliendo del estado de trance en el que su amiga la había sumido y asintió, girándose y abandonando la habitación con las mejillas encendidas. Por alguna razón, sus encuentros con esa pareja siempre estaban cargados de una atmósfera tan intensa que casi saltaban chispas.

"Haruka eres una niña mala…" le dijo Michiru de forma provocadora, mientras se acercaba a su amada.

Haruka la rodeó al instante con su brazo, atrayéndola más cerca de su propio cuerpo, el vestido de seda turquesa que llevaba deslizándose de forma sugerente contra el esmoquin azul marino de fina elaboración que lucía la mujer de pelo corto "Vas a hacerla dudar hasta de sus preferencias sexuales si la tratas de ese modo…" añadió Michiru

"Sólo quería recordarle que siempre será mi Koneko, sin importar con quién se case"

"Ya veo…" respondió, entretenida "La pequeña Haruka-chan siente que Seiya le está robando su bonito juguete, no es eso?"

"Qué, celosa?" le dijo Haruka, devolviéndole la provocación mientras acariciaba el brazo desnudo de su amada de forma muy sexy "Y qué hay de ti diciéndole lo mucho que te gusta Seiya?" le susurró a su amante, con los labios apoyados contra su frente.

"Aaahh, lo escuchaste?" dijo con una sonrisa maliciosa

"Pues claro que sí…" respondió Haruka, moviendo su cabeza hacia abajo para recorrer el rostro de Michiru con sus labios.

"Y es verdad… Realmente pienso que es el mejor hombre que existe… Guapo, sexy, buen músico…" continuó, haciendo que su amada gruñese a modo de protesta mientras enterraba su rostro en la curva del cuello de Michiru "Aunque… No estoy interesada en los hombres…" añadió finalmente

"Oh y en quién estás interesada?" preguntó Haruka, sólo para oír cómo sonaba

"En ti. Sólo en ti" respondió ella con tanta suavidad que resultó arrebatadoramente erótico

"Michiru…" dijo Haruka con voz ronca "Yo también… Te amo a ti, sólo a ti…"

"Lo sé…" dijo con una sonrisa lujuriosa que cautivó totalmente a la senshi de pelo corto, haciéndola inclinarse hacia adelante para atrapar los labios de fresa de Michiru con los suyos propios en un profundo, elegante y húmedo beso.


Afuera, en los jardines del Palacio de la Luna, comenzó a sonar una música suave tocada por un cuarteto de cuerda. Todos se levantaron de sus sillas y se giraron para mirar al final del pasillo central. Una por una, las senshi del Sistema Solar comenzaron a recorrerlo en parejas. Las chicas llevaban un pequeño y encantador ramito de flores de los colores de sus planetas, y los chicos llevaban una única flor en sus solapas a juego con las de su pareja: primero, Ami y Taiki abrieron ceremoniosos la procesión con sus modales perfectamente adecuados, seguidos de Rei y Oodachi, quien provocó una ola de murmullos entre los asistentes con su enorme complexión musculosa que no lograba esconder bajo su esmoquin, y especialmente por sus ojos que brillaban en color rojo. Después de ellos, Makoto caminó por el pasillo junto a un asustadizo Motoki, que miraba incrédulo a su alrededor como si fuese presa de algún tipo de hechizo que le hacía ver visiones. Tras ellos, una exageradamente emocionada Minako con aspecto encantador y cogida del brazo de Yaten con mucho orgullo cerraba la parte de las Inner senshi.

Cuando todos estuvieron colocados en sus lugares a la derecha del altar y tras unos pocos compases de la música, llegó el turno de las Outer senshi. Hotaru entró primera, ruborizada de la cabeza a los pies y cogida del brazo de Shingo, al que la propia Serenity había pedido que fuese la pareja de la senshi adolescente por ese día. Él también se había sonrojado, y evitaba contacto visual directo con la linda muchacha misteriosa de largo vestido morado oscuro que había sido asignada como su pareja. Caminaron de forma inexperta a lo largo del pasillo como les habían indicado, seguidos de cerca por las sonrientes Haruka y Michiru, que parecían haber salido de la celebración del último estreno de Hollywood y caminaban con gracilidad por la alfombra roja. Por último, cerrando todo la comitiva, estaban Setsuna y Mamoru, vestidos con tanta elegancia que ya tenían el aspecto de los futuros Reina y Rey en los que pronto se convertirían.

Una vez que también ellos hubieron alcanzado sus posiciones en la parte izquierda del altar, la música cambió de pronto. Todos los invitados giraron la cabeza de nuevo hacia el final del pasillo central, esperando al gran momento.

Lo que vieron era demasiado adorable para ser descrito.

La pequeña Chibi-Chibi apareció como por arte de magia, llevando puesto un lindo vestidito blanco lleno de encaje con abombadas mangas de farolillo. Sus odangos rosa brillante en forma de corazón estaban adornados con montones de pequeñas margaritas, también presentes en sus zapatitos blancos y cinturón de seda a juego. Llevaba una cesta de mimbre blanca llena de pétalos blancos de rosa colgando de su rollizo bracito izquierdo. La palabra adorable se quedaba corta para describir lo irresistiblemente dulce que estaba. Con sus mejillas sonrosadas, tragó saliva y comenzó a dar pequeños pasitos hacia el frente, mientras enterraba su manita derecha en la cesta de cuando en cuando, cogiendo un puñado de su contenido y esparciéndolo por el pasillo frente a ella para preparar el camino a la novia.

Esa visión produjo un suspiro de ternura general en la audiencia, que quedaron abrumados por su encanto.

Y entonces, llegó el momento. Todos se quedaron sin aliento cuando apareció ante ellos la visión de la Neo Reina de la Luna vestida de novia. Parecía una fantasía en su vestido blanco de ensueño lleno de perlas y rosas. Realmente brillaba como una diosa.

Seiya, desde su posición en el altar, suspiró impresionado al ver a su futura esposa, con ese aspecto maravilloso con su vestido de novia y brillando con tanta intensidad como siempre lo hacía. Ese vestido le iba a la perfección, siendo tan puro y romántico como lo era ella en su interior. El corazón comenzó a acelerarse en su pecho cuando ella dio el primer paso hacia él, con una hermosa sonrisa y mejillas con rubor rosado en su dulce carita. Su sueño por fin se estaba haciendo realidad.

Serenity caminó lentamente la distancia que la separaba del hombre que era su amante, su amigo, su alma gemela y su verdadero destino, mientras saludaba con una ligera inclinación de cabeza y lanzaba sonrisas que revoloteaban hacia los invitados que veía a lo largo de su camino, que la miraban admirados por su pureza y hermosura. Hasta que al fin, ella llegó hasta él.

"… H… Hey… Odango…" fue todo lo que él logró decir una vez que ella se detuvo delante suyo, mientras aguantaba la respiración inconscientemente "Estás fantástica.."

"Hola, Seiya…" respondió ella con timidez, sus mejillas sonrosándose "Tú también estás genial…"

La forma coloquial de su intercambio de saludos a pesar de su rango y situación los hizo aún más adorables y mucho más auténticos.

Después, él se relajó y le sonrió con una gran sonrisa cálida. El tipo de sonrisa que iluminaba las estrellas en el cielo nocturno, esa sonrisa que Serenity amaba más que ninguna otra cosa en el mundo. El tipo de sonrisa única de Seiya. Sintió al instante el amor de él invadiéndola por dentro y haciendo desaparecer su nerviosismo. Él le ofreció su mano, que ella tomó encantada, y juntos, caminaron el par de pasos que les separaban del altar.

ChibiChibi les siguió dando alegres saltitos tras ellos, cuando de pronto…

"Chi… Chibi…?" dijo en alto

Su pequeño chillido hizo que los novios se girasen para mirar a la niñita.

"ChibiChibi…? Qué sucede?" preguntó Seiya con una voz suave

Y entonces, justo delante de sus ojos, la pequeña empezó a brillar como si todo su cuerpo se estuviese transformado en una bola de purpurina destellante.

"ChibiIIIIIIIIIII!" chilló

"ChibiChibi-chan…!" exclamó Serenity con preocupación

Su pequeño cuerpo se hizo más y más brillante hasta que de pronto… estalló en un millón de chispas como un fuego artificial dorado.

Todos alrededor suspiraron asombrados y preocupados, sin comprender lo que acababa de pasar.

Serenity se cubrió la boca con las manos del susto, mientras un Seiya con los ojos muy abiertos se movía hacia delante de forma instintiva para tratar de coger en el aire las chispitas que todavía flotaban donde antes había estado la niña.

Pero sólo unos instantes más tarde, antes de que su preocupación llegase a más, oyeron el eco distante de unos tacones corriendo por los suelos marmolados del palacio frente a ellos… y entonces lo comprendieron.

Sin atreverse a mover un músculo, esperaron donde estaban hasta que vieron aparecer a la más esperada figura saliendo por la puerta principal de palacio y apresurándose a bajar la larga escalinata como una centella hacia el jardín donde todos estaban reunidos. Una vez allí, corrió a través del pasillo ignorando todo protocolo y la gran cantidad de ojos inquisitivos fijos en ella. Se detuvo justo delante de los novios, jadeando y con su mano en su estómago como si tratase de calmar algún dolor que hubiese aparecido allí debido a la repentina carrera.

"Di… Disculpad el retraso…" logró decir al fin entre resuellos, alzando los ojos para mirar a la pareja y mostrándoles una gran sonrisa

"Ga… Galaxia…" susurró Serenity con ojos vidriosos de la emoción, todavía sin creerse que la antigua Reina de las Estrellas estuviese allí realmente después de todo lo sucedido.

"Madre…" dijo Seiya, luchando para tratar de aguantarse las lágrimas que estaban formándose en sus ojos "Lo conseguiste… Estás aquí…"

Galaxia ladeó la cabeza mientras sus ojos se estrechaban en un gesto de felicidad, su impresionante melena de oro y cobre siguiendo con gracilidad todos sus movimientos.

"Pues claro que sí…" dijo ella "De ninguna manera iba a perderme la boda de mi hijo…"

Eso fue más de lo que Seiya podía soportar. Estaba desbordando felicidad, igual que las lágrimas en sus ojos, que ahora recorrían en silencio sus mejillas ruborizadas.

"…Madre!" suspiró de pronto en voz alta, lanzándose entre sus brazos y enterrando su rostro en el cuello de ella, donde comenzó a sollozar.

Galaxia recibió el abrazo de su hijo con asombro al principio pero con el más grande de los placeres justo después. Colocó su mejilla sobre la cabeza de él, sus ojos brillantes también a punto de llorar, mientras acariciaba con la mano su larga coleta de forma maternal. Mientras lo hacía, miraba a Serenity, que sonreía ante la escena con ojos llenos de emociones. La oportunidad de vivir esos momentos que atesoraría por siempre, el simple hecho de estar viva de nuevo y compartirlos con sus seres queridos, era lo más importante para ella en todo el Universo. Y era todo gracias a la blanca y pura doncella de ensueño que tenía ante ella y a su futura hija. Galaxia murmuró con sus labios la palabra 'gracias' a la Neo Reina de la Luna, que negó suavemente con la cabeza como única respuesta. No había necesidad. Ella haría cualquier cosa por aquéllos a los que amaba, y definitivamente Galaxia era una de esas personas.

Seiya pronto se calmó, y respirando hondo se apartó de su madre que le mostraba la más amplia de las sonrisas.

"Estás tan guapo, hijo mío…" le dijo, sintiéndose tan orgullosa y dichosa como nunca, mientras secaba las lágrimas del rostro de su hijo.

Él se ruborizó.

"Me hace tan feliz tenerte aquí…" respondió él únicamente

Conmovida, Galaxia posó la palma de su mano en la mejilla de Seiya, dedicándole una mirada llena de amor de madre. Y después, se giró hacia Serenity y le regaló un dulce beso en la frente y una mirada de complicidad a la que ella respondió con una alegre sonrisa. Entonces se dio la vuelta en silencio y tomó asiento en una silla que se había dejado deliberadamente libre en la primera fila como tributo a ella, justo al lado de los padres de Serenity.

En cuanto se sentó, los dos miraron a la magnífica mujer con miradas totalmente perplejas.

"Supongo que tú eres la madre de Seiya… Lady… ChibiChibi…" comenzó Ikuko para romper el hielo. Últimamente había pasado bastante tiempo con la pequeña niñita, y su hija había tratado de explicarle docenas de veces que en un tiempo regresaría a su auténtico cuerpo, así que supuso que eso era lo que acababa de suceder y por lo tanto estaba decidida a actuar acorde a ello con una mente abierta.

Galaxia se giró a mirarlos con una cálida sonrisa. A pesar de acabar de despertarse de la propia muerte, tenía aspecto de poder asistir al más formal de los eventos: su pelo, voluptuosamente ondulado y largo hasta el suelo, brillaba como un metal precioso, y su sencillo vestido dorado de seda fluía con sutileza sobre su esbelto cuerpo como una segunda piel, dándole un aspecto arrebatadoramente hermoso. Pero lo que más destacaba eran sus ojos y su sonrisa, que brillaban con auténtica felicidad, descartando la necesidad de ninguna otra pieza de joyería.

"…Podéis llamarme Galaxia…" les corrigió con amabilidad "Tenía muchas ganas de poder al fin conocer y hablar con los padres de Serenity adecuadamente…"

"Se…renity…?" tartamudeó Kenji con un hilo de voz

"Sí, Kenji, recuerda que ese es el nombre de Reina de Usagi-chan…" le interrumpió Ikuko, recordando todo lo que su hija les había contado, mientras le daba codazos a su marido que la estaba avergonzando delante de una mujer tan impresionante "Encantada de conocerte… De nuevo" dijo, girándose otra vez hacia la reina dorada.

Galaxia se carcajeó con mucha suavidad ante la compleja situación, su risa sonando como un juguetón arroyo de montaña.

"Realmente encantada de conoceros de nuevo, también" respondió, haciendo a Ikuko sonreír satisfecha.

Mientras tanto, la novia y el novio habían entrado en el pequeño templete de estilo griego y estaban colocados frente al altar de mármol, viendo como una muy ceremoniosa Minako muy metida en su papel caminaba hasta el altar acarreando un cristal con forma de flor del tamaño de un girasol. Seiya y Serenity dirigieron una mirada confusa a su amiga mientras admiraban el impresionante cristal, que reflejaba la suave luz solar lanzando incontables destellos irisados.

"Qué…?" comenzó a preguntar Serenity, cuando vio cómo el cristal empezaba a brillar con lo que parecía una energía misteriosa proveniente de su interior.

Minako, mostrando una sonrisa críptica, se apartó un par de pasos del otro lado del altar, donde había estado colocada.

"No pensabais en serio que íbamos a traer a cualquier persona aleatoria para oficiar vuestra ceremonia de boda, verdad?" le dijo a su amiga, con un misterioso guiño de ojo.

Serenity miró a Minako con intensidad, y después al resto de sus amigas, que mostraban sonrisas igualmente juguetonas y enigmáticas. No entendía nada. Entonces volvió a mirar a Seiya, que estaba tan perdido como ella, y luego al cristal de nuevo… justo a tiempo de ver cómo su brillo aumentaba de tamaño, formando una silueta tras el altar hecha enteramente de una pálida luz brillante y plateada.

Cuando la luz suavemente atenuó su brillo, Serenity no podía creer lo que tenía ante sus ojos.

"Ma… Madre…!" suspiró con incredulidad

"Reina… Serenity…!" exclamó Seiya, que también la reconoció de su viaje espiritual a la era del Milenio de Plata.

"Serenity… Mi querida y preciosa Serenity…!" dijo la antigua Reina de la Luna con una voz notablemente conmovida.

"Madre!..." repitió Serenity, cubriéndose la boca del asombro mientras sentía cómo sus ojos se llenaban de lágrimas… No podía creer que tras tantos años pudiese volver a ver el espíritu de su madre lunar. Había tratado de invocarla muchas veces en ese tiempo, pero no había tenido éxito.

Las senshi sonrieron satisfechas. Habían preparado esta sorpresa en secreto para su mejor amiga y ahora reina… Juntas, habían logrado canalizar la energía de la Reina Serenity que todavía perduraba en el Palacio de la Luna y condensarla en ese cristal de flor, de modo que al llamarla en la sala de oración del castillo, usando su energía, el alma de la reina con aspecto de holograma podía ser invocada. Y no podían pensar en nadie más adecuado para oficiar la boda de la Neo Reina Serenity que su propia madre diosa.

"Has crecido tan hermosa, querida mía…" dijo la Reina Serenity, con una voz dulce y suave que parecía proceder de muy muy lejos "Estoy muy orgullosa de en quién te has convertido y de todo lo que has logrado"

Serenity sólo podía asentir mientras las lágrimas caían de sus ojos, recorrían sus mejillas arreboladas y morían en sus labios que sonreían con timidez.

Ikuko las miraba alternativamente a la una y a la otra, sin poder creerse lo que veían sus ojos. El parecido era incuestionable. Su Usagi era una versión más joven, más rubia y más dulce de la majestuosa mujer espíritu colocada tras el altar y ataviada con un sedoso vestido de gala de un blanco puro que la hacía parecer un ángel. Lo cierto era que su hija ya le había contado que ella era en realidad la reencarnación de la princesa de la Luna, y que había vivido una vida anterior en su reino lunar junto a su madre, la diosa de la Luna… pero nunca creyó posible que jamás llegaría a ver o a conocer a la madre de la vida anterior de su hija… Todo esto era demasiado para que ella lo asimilase de una sola vez…

La reina Serenity miró entonces a Seiya, que se puso firme bajo su mirada real, haciéndola sonreír con elegancia.

"Me alegro mucho de conocerte… una vez más… joven Rey Starlight…" le dijo

"Es… en realidad es… Seiya, en esta vida…" la corrigió tan educadamente como pudo

Ella sonrió de nuevo.

"Seiya… Te va a la perfección" dijo, y girándose después hacia su hija, añadió "Siento muchísimo el error que cometí durante el Milenio de Plata, querida hija mía…" le dijo, y viendo la mirada confusa de Serenity, siguió explicándose "Las Sailor Senshi me lo contaron todo… acerca de lo que realmente sucedió en el pasado… y acerca de cómo yo malinterpreté las señales y confundí el hombre al que de verdad amabas… Me temo que he debido causar unos cuantos malentendidos…"

"No es tu culpa, madre…" se apresuró a decirle Serenity con una sonrisa sincera "Nunca tuve ocasión de contártelo yo misma entonces, por lo que nadie lo sabía en ese momento… Todo lo que siempre hiciste fue tratar de ayudarme…"

"Afortunadamente, el Destino se ha encargado de uniros a vosotros dos de nuevo… Me alegro muchísimo" concluyó.

Tanto Seiya como Serenity asintieron, mirándose el uno al otro y sonriendo ampliamente mientras se cogían de las manos.

"Si estáis preparados entonces, procederé con la ceremonia de matrimonio" anunció

"Más que en todas nuestras vidas…" dijo Seiya, haciendo sonreír a todos.

A continuación comenzó una muy romántica, sencilla e íntima ceremonia, en la que la propia Reina Serenity pronunció las palabras que al fin unieron juntos a Seiya y Serenity en cuerpo, corazón y alma. La joven pareja intercambió miradas cómplices y sonrisas de confidencia durante todo el proceso, calmando su lógico nerviosismo cogiéndose de las manos y no soltando en ningún momento a su persona más amada. La ceremonia concluyó con el cálido momento del intercambio de anillos, y su matrimonio fue finalmente sellado frente a todo el mundo con el beso más dulce jamás visto.

Su gesto fue seguido de una gran ovación de vítores y aplausos, especialmente por parte de sus muy entusiastas amigos, que después los bañaron en una lluvia de pétalos blancos.


Tras la ceremonia, tuvo lugar una recepción en uno de los patios al aire libre de los jardines del Palacio de la Luna, que había sido elegantemente decorado para la ocasión. Se sirvieron comidas y bebidas abundantes y muy exóticas, y había música en vivo y otros entretenimientos. Todos tuvieron la oportunidad de saludar y charlar con los otros invitados, y lo pasaron estupendamente durante horas: Seiya y Serenity abrieron el baile con un dulce vals que habían estado practicando un poco por su cuenta en casa y que resultó bastante bien a pesar de la torpeza natural de la neo reina.

Y después, los demás se unieron a ellos: Minako arrastró al reticente Yaten a la pista de baile para enseñarle unos pocos pasos, y a pesar de sus protestas iniciales acerca de transpirar innecesariamente, descubrió que lo cierto era que lo estaba disfrutando, probando una vez más que todo resultaba nuevo y atractivo si Minako tenía algo que ver en ello. Makoto dirigió con ternura al nervioso Motoki en una suave y relajante danza, mientras Taiki y Ami mostraban a la audiencia cómo se suponía que se debía bailar un vals realmente, siendo perfección la palabra que le venía a la mente a todo el que los veía bailar juntos. Rei se perdió en el enorme pecho de Oodachi mientras bailaban muy pegados, mientras Haruka y Michiru lograban transformar un casto vals en un baile cargado de sensualidad, como hacían con todos los aspectos de su vida cuando estaban juntas. Setsuna bailó con Mamoru con mucha elegancia, su cabeza descansando de forma romántica sobre el hombro de él, mostrándole así que finalmente se sentía feliz y relajada al lado del hombre al que había estado esperando más de una vida. Incluso a Hotaru la sacó a bailar un muy avergonzado Shingo, cuya curiosidad por la mística belleza adolescente había superado su tremenda timidez.

Tras un rato, Serenity y Seiya dejaron a sus invitados y seres queridos pasándoselo bien, y cogidos de la mano pasearon juntos alejándose de todo el alboroto para pasar un ratito a solas. Su nueva vida daba comienzo al día siguiente, y tendrían mucho que hacer como la recién coronada nueva Real Pareja Imperial, pero esa noche que ahora daba comienzo era sólo para ellos dos. Habían recorrido los jardines y subido por una escalinata blanca que rodeaba un suave montículo, para aparecer en un hermoso y amplio balcón de mármol encaramado en su cima, desde donde podían observar desde lo alto la fiesta que estaba teniendo lugar en su honor. Makoto les divisó ahí arriba a solas y pensó que era el momento perfecto para lanzar el espectáculo de fuegos artificiales que había preparado.

Ese evento sorprendió mucho a la pareja, haciéndolos sonreír a los dos de felicidad y asombro. Seiya pasó el brazo alrededor de la cintura de Serenity, mientras observaban en silencio los brillantes fuegos artificiales en el ya oscuro cielo nocturno.

"Te amo tanto..., Odango" le dijo de pronto, apoyando su mejilla sobre el pelo de ella, que ya se sentía fresco con la brisa nocturna.

Serenity sonrió con sinceridad ante sus palabras no solicitadas. Se sentía exultante.

"Yo también te amo, Seiya. Con todo mi corazón. Para siempre." le respondió, provocando que él se moviese para besarle en la cabeza.

"Sabes…?" añadió él entonces "El día ha sido sencillamente perfecto… Únicamente echo en falta a nuestra hijita… Habría disfrutado tanto de esto…"

Ella no podía evitar que su corazón desbordase amor cada vez que él llamaba a ChibiUsa 'nuestra hija'. La sensación era tan buena… tan correcta…

"Lo ha disfrutado mucho… Te puedo asegurar que ha sido así…" respondió, acariciándose la tripilla

"Eso es genial…" dijo él, y colocó su mano sobre la de ella en su abdomen.

Los fuegos artificiales terminaron en ese momento, permitiéndoles admirar una visión espectacular de la brillante superficie lunar, su majestuoso Palacio, y la pequeña y distante Tierra flotando en mitad del oscuro cielo. Y sobre ellos las estrellas, titilando más intensamente que nunca, como si estuviesen dando la enhorabuena a la nueva pareja.

"Me alegro tanto de que el Destino lograse finalmente hacer que nos reencontrásemos en esta vida, para que podamos al fin disfrutar juntos de la eternidad…" dijo él, lanzando una mirada soñadora a las estrellas

"Sí… Parece que mi verdadero Destino siempre estuvo en las Estrellas…" añadió ella, mirándole intensamente para darle significado a sus palabras.

Él respondió a la mirada de ella con la suya propia, llena de honestidad, pasión y amor eterno.

Y entonces, sin decir nada más, él la sujetó con fuerza por su esbelta cintura, atrayéndola hacia su cuerpo, y la besó con vehemencia bajo las Estrellas, sellando con sus labios la promesa del futuro de amor, paz y prosperidad que iban a construir juntos tanto para ellos dos como para el Universo entero, compartiendo con todos su épico amor por siempre.