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Holi~
Bueno, gracias a todos por seguir acompañándome en esta triste historia. (¿) Espero y aún sigan gustando de ella. Mis excusas, como siempre, estarán al final.
Here ya go~.
Disclaimer: Ni "Love Live!" ni sus personajes me pertenecen. Sólo los he tomado prestados para crear una historia sin fines de lucro (?).
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─ Umi-chan… ¿Qué es lo que sientes por Kotori-chan? ─
─ ¿D-De qué estás hablando? ─ Sus nervios están notablemente disparados. ─ S-Supongo que lo normal, ¿no? E-Ella es mi mejor amiga, así como tú, a ambas las q-quiero c-como tal. ─ Traga saliva con dificultad.
─ Umi-chan, sé que a veces soy una boba, pero no me mientas. ─ Frunce el ceño.
─ ¿Pero qué…? ─ Se queda en silencio, viendo el leve enfado que muestra su amiga por unos segundos. ─ Está bien. ─ Suspira pesadamente. ─ Supongo que no hay más remedio… ─ Cierra sus ojos, para luego abrirlos, centrándose en la azulada mirada de la contraria. ─ Estoy enamorada de Kotori. ─ Dice, con el rostro sumamente sonrojado, pero serio.
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Una eternidad pasó, según Umi, después de ese día. Kotori no llegó a clases durante toda la semana. Tanto Umi como Honoka estaban preocupadas por la chica. Fueron a buscarla a su casa, pero nadie abrió la puerta. Le llamaron infinitas veces al móvil, mas nunca contestó. Su último recurso, fue la directora, pero, ella no estuvo presente durante ese lapso de tiempo. Los rumores dijeron que su ausencia era debido a que tenía que atender unos asuntos acerca de una posible remodelación de la escuela.
Por otra parte, Rin, Maki y Hanayo, estaban de viaje, ya que era la época de excursiones de la escuela, y para esa semana, tocaba llevar de paseo a las jóvenes de segundo año, por lo que no podían contar con su ayuda. La situación definitivamente no estaba a favor de la peliazul.
Al siguiente jueves, Umi llegó a un punto donde ya no podía soportar la ansiedad, y se vio obligada a abandonar su orgullo para hablar con sus senpais.
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─ ¡Lleva casi dos semanas de ausencia, Nozomi! ¡¿Cómo quieres que conserve la calma si ni siquiera sé si está bien?! ─ Umi gritaba, literalmente, hacia su teléfono móvil. Encerrada en su habitación.
Había tratado de evitar la comunicación con ella, después de aquel incidente en su apartamento. Pues ella no es de las que les gusta perdonar o pedir perdón tan fácil. Aún estaba muy molesta.
─ Umi-chan, ¿Segura que buscaste de verdad? ¿Fuiste a su casa para…? ─
─ He estado frente a su puerta, tocándola por nueve tardes seguidas y sin ningún resultado. ─ Hablaba con voz entrecortada. ─ Honoka siempre se va casi después de una hora de estar ahí y yo todavía me quedo hasta pasadas las ocho. ─ Dejó salir el aire lentamente de sus pulmones. ─ Nozomi, de verdad estoy volviéndome loca. NECESITO saber que ella está bien… ─ El nudo en su garganta y la presión en su pecho no querían dejarle seguir hablando. ─ Necesito verla… Me hace tanta falta… ─ Un sollozo se le escapó de los labios. ─ Mi… Kotori… ─ Nozomi luchaba para no dejar que su corazón fuera aplastado por el dolor que su amiga demostraba.
─ E-Entiendo cómo te sientes, pero no dejes que tus emociones te dominen. No te harán pensar con claridad si lo permites. ─ Dijo preocupada. ─ No dejes de ir a su casa. Estoy segura que en cualquier momento la verás ahí. ─
─ Pero… Nozomi… Siempre que estoy ahí, parezco una retrasada mental por estar gritando su nombre y sin recibir respue-… ─
─ Debe de haber una muy buena razón para que ella haya tomado esa actitud. Kotori-chan no suele ser así, lo sabes. ─
─ S-Sí, pero… ─
─ No te rindas, Umi-chan. Tengo el buen presentimiento de que Kotori-chan está bien, en donde sea que esté. ─ Dijo con voz suave. Lo cual, de alguna manera, logró tranquilizar un poco al agobiado corazón de la arquera. ─ Nosotras también nos pondremos en contacto con Nicocchi para ver si ella sabe algo al respecto. ─
─ Cierto. Ella suele ayudar cuando Kotori tiene muchos pedidos con los vestuarios… ─
─ De todas formas, te avisaremos en cuanto sepamos algo, ¿De acuerdo? ─
─ Hmm. Está bien. ─ Respondió con resignación.
─ Tranquila. Adem-… ─ De repente, se escucha una voz, prácticamente gritándole. ─ ¡HEY! ¡PEDAZO DE IDIOTA! ¡AHORA ES CUANDO MÁS DEBES DE CONFIAR EN TUS AMIGAS! Y más vale que no te pongas a lloriquear, o te prometo que te romperé la cara de verdad… ─ Eli había tomado el móvil de su chica por unos segundos.
A Umi se le marcó una sonrisa torcida en el rostro.
─ Gracias, Eli. ─
─ Debemos dormir, te llamaremos mañana, Umi-chan. ─ Habló nuevamente Nozomi.
─ Sí, de acuerdo. Buenas noches, chicas. ─ Colgó.
Inhaló profundamente. Se sentía muy culpable de no haber podido hacer mucho en aquella tarde. Sabía que Kotori no estaba bien, no estaba comportándose como la chica dulce y dedicada a sus propios pasatiempos y estudios. Estaba consciente de que sus calificaciones estaban bajando de a poco, y cada vez se volvía más raro el ver que se terminara de comer sus bentos.
Sabía perfectamente que la chica estaba deprimida por amor.
Umi admitió ser un poco densa para los temas de romance, mas el hecho de llevar tantos años leyendo libros le ha hecho percibir los detalles del comportamiento de alguien enamorado. No era tonta.
─ Pero, ¿cómo es que terminó todo esto así? ─ Murmuró.
Kotori había podido ver a través de su mirada, cuando era ella quien quería descifrar lo que deambulaba por su mente, estuvo a punto de ser descubierta gracias a esa arma de doble filo.
─ No entiendo… ─ Se frota la sien. ─ La extraño demasiado. ─
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Así llegó el viernes. Umi trató de enfocarse en el trabajo del consejo estudiantil, junto a Honoka, ya que el festival cultural de la escuela se estaba aproximando a pasos acelerados. Sin Kotori, se les hacía más complicada la distribución de los papeleos y las decisiones que debían tomar para los presupuestos de cada club.
Aunque el trabajo hubiera sido mucho más pesado si sus compañeras Mika, Fumiko y Hideko, no les hubieran echado una mano. Sin embargo, aún debían saltarse las clases de ese día, si querían terminar con todo lo que les hacía falta.
─ ¡Aaagh! ¡Umi-chan~! ¡Tengo hambre! ─ El estómago de la castaña refunfuñaba en señal de la falta de comida. Ya era hora de almorzar.
─ Honoka, si no terminamos esto ahora, vamos a tener que venir el día de mañana y será por tu culpa. Ve y apresúrate en conseguirte algo para comer, tu estómago comienza a distorsionar mi concentración… y mucho. ─ Le dijo con el ceño fruncido.
─ ¡Lo siento! No puedo evitarlo… ─ Le respondió con ojos llorosos y salió rápido del salón.
La vice-presidenta estudiantil se dedicaba nuevamente a terminar su deber, cuando su móvil comenzó a vibrar en su bolsillo. Al sacarlo, se da cuenta que Nozomi es la remitente de la llamada. Salió del lugar a toda prisa y se fue a la terraza.
─ ¡¿Qué pasó?! ¡¿Ya encontraron a Kotori?! ─ Preguntó de inmediato al contestarle.
─ … Aún no. Pero te he llamado para que no la busques el día de hoy. ─ Su tono de voz sonaba demasiado profundo. ─ Umi-chan, bajo NINGUNA circunstancia vayas a otro lugar que no sea tu casa cuando regreses de la escuela. ─
─ … ¿Qué? P-Pero… ¿Por qué? ─ Se notó que estaba molesta.
─ Sólo te suplico que por ahora no te preocupes por ella. Preferiría que hoy velaras por tu propia seguridad, Umi-chan. No vayas a su casa. Por lo menos, no esta tarde. ─
─ Dime una buena razón para no hacerlo. ─ Demandó asustada.
─ ¡¿PUEDES CONFIAR POR UNA JODIDA VEZ EN NOSOTRAS, UMI?! ─ Reclamó Eli. La pregunta de la rubia hizo que la sangre de la peliazul hirviera de ira, ellas sabían lo desesperada que estaba por Kotori, y aun así…
Pero no podía armar escándalo en la escuela.
─ … ─
─ Por tu propio bien, será mejor que vayas directo a tu casa cuando salgas de la escuela. Y que no se te ocurra salir cuando ya estés ahí. ─ Al terminar de hablar, Eli cortó la llamada, dejando a una desconcertada y furiosa Umi.
─ En serio, ¡¿Tanto cuesta decirme qué es lo que está pasando?! ─ Susurró, con los puños apretados.
Decidió buscarse una fría bebida para despejar un poco su mente y continuar con el trabajo del Consejo hasta el final de la tarde.
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─ Estoy en casa. ─ Dijo la arquera al cruzar la puerta.
─ Bienvenida, Umi. ─ Respondió su madre desde la cocina.
"¿Mamá está cocinando…? Qué raro."
La joven sintió un agradable aroma que inundó su olfato de inmediato.
─ ¿Curry? ─ Preguntó al asomarse a la cocina.
─ Mmm. ¿No quieres? ─ Su madre miraba fijamente la olla.
─ N-No es eso. Adoro su curry, mamá. Es s-sólo que… Pensé que me tocaba preparar la cena, como lo usual. ─
─ Pues hoy tenía ganas de prepararlo yo misma. Tienes mucho trabajo en la escuela y el dojo, hija. Quiero que descanses, al menos por un rato. ─ Volvió a verla, dedicándole una sonrisa. La chica sólo devolvió el gesto.
─ Se lo agradezco mucho. ─ Lentamente se acercó a ella y la rodeó con sus brazos desde atrás. La señora se sorprendió por ello, pues sabe que tanto Umi como ella, no dan a conocer mucho sus muestras de afecto, por lo que sonrió ampliamente al sentir el calor de su hija… De su niña.
─ Todo por ti, Umi. ─ Respondió con ternura.
─ Iré a cambiarme, quiero ayudarle aunque sea en algo. ─ Dijo, soltándola.
─ De acuerdo. ─
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─ ¿Has sabido algo sobre Kotori? ─ Preguntó su madre. Umi estaba lavando los vegetales, al lado de ella.
─ Nada… todavía. ─ Respondió con la mirada baja y voz apagada. La mayor no pasó por alto el cambio brusco de ánimo, la veía de reojo.
─ ¿No le has preguntado nada a su madre? ─ Comenzó a remover la cáscara de unas cuantas patatas.
─ Tiene muchas reuniones, casi no pasa en la escuela. Creo que está programando muchos convenios. ─
─ Ya veo. ¿Y Honoka…? ─
─ Con ella he buscado a Kotori todos los días… ─
─ ¿Han ido a su ca-…? ─
─ Absolutamente cada uno de mis días… He estado frente a su puerta, esperando por horas, en señal de una mísera respuesta… ─ Frunció el ceño, para detener sus ganas de llorar. ─ Se siente como si estuviera evitándome… ─ Las ganas de apretar fuertemente la zanahoria que tenía en sus manos le ganaron. Su progenitora posó una mano sobre las de ella para tranquilizarla.
─ ¿Mamá…? ─ La miró con un deje de asombro.
─ Umi… ─ Tomó una breve pausa, para luego verla con seriedad. ─ Te gusta mucho esa chica, ¿No es así? ─ Al rostro de la mencionada se le esfumaron todos los colores.
─ ¡¿D-D-De qué e-e-está us-usted hablando?! ─
─ Por si no lo recuerdas, fui a la misma escuela que tú estás yendo ahora mismo. Sé lo que pasa en un lugar donde sólo hay chicas. ─ Entrecierra sus ojos para hacer más penetrante su mirada. ─ Además, te conozco muy bien. Por lo menos, lo suficiente como para saber que cuando haces algo que te gusta, siempre hallas la manera de entregarte por completo, en silencio. Desde las sombras. Todo porque no te gusta ser el centro de atención. ─
─ Madre… Y-Yo… ─ Ni siquiera sabía hacia dónde ver.
─ Kotori esto, Kotori aquello, Kotori lo otro… ─ Rodaba sus ojos al seguir hablando. ─ Kotori no sé qué… ─ Dejó pasar unos segundos de silencio. ─ Nunca dejaste de hablar de ella, Umi. ─
─ ¡L-Lo hice! Una vez, usted me dijo que yo hablaba mucho sobre ella, así que me abstuve de mencionarla en frente suyo, a menos que fuera algo importante… ─ Su rostro cobraba un intenso color rojizo.
─ Tú misma lo has dicho: "Frente a mí." ¿Y qué crees? ¿Qué no he escuchado tus conversaciones cuando hablas por teléfono con tus amigas mientras estás en tu habitación? ¿O en el jardín trasero? Que son a altas horas de la noche, por cierto. ─
─ ¡Madre! ¡Esa es violación a mi privaci-…! ─
─ ¡¿Qué privacidad?! ¡Tengo la obligación de saber en qué cosas estás metida para ver si alguien te está dando mala influencia! ¡Lo hago por tu bien, no es porque quiera meterme en tus asuntos! ─ Antes de seguir elevando la voz, guardó otro momento de silencio, aclarándose la garganta. ─ Ayer te escuché hablar con una de ellas. Mencionaste a una tal Nozomi. ─ Umi palideció, de nuevo. ─ ¡¿Crees que un "necesito verla" o "me hace tanta falta" es para una amiga?! ─ Remarcó las comillas con sus índices.
─ P-Pues… ¡¿Sí?! A-Algunas veces p-puede s-ser normal q-que entre mejores a-amigas nos e-extrañemos m-mucho… ─ Su excusa ni siquiera hizo que su madre pestañeara.
─ ¿Ah sí? ¿Y qué tal lo de… "MI KOTORI"? ─ Umi dejó de respirar por un instante. Se estaba arrepintiendo de haber bajado tanto la guardia.
─ Y-Y-Y-Yo… ─ Su sudoroso rostro la terminó de delatar. No había escapatoria. ─ Perdón, madre. Perdóneme, por favor. ─ Justamente en ese momento, acabó de lavar la última verdura. Iba a salir corriendo, cuando una mano tiró de su antebrazo.
─ No irás a ninguna parte sin antes explicarme las cosas. ─ Le abrazó con mucha fuerza.
La heredera de los Sonoda no tardó mucho en aferrar su rostro en ella y llorar a gritos. Se sentía culpable, la mayor escoria del mundo, alguien que no debía existir… Todo porque el enamorarse de una chica es un tabú dentro de su familia, sabía que no era bienvenido ese tema.
Ahora que su madre la ha descubierto, tenía miedo a ser rechazada. A ser odiada por la persona que le dio a luz, que la trajo a este mundo… De ser el deshonor de la muy bien reconocida familia tradicional en la que había nacido.
"¡¿Y ahora qué hago?!"
─ Umi, ¿La amas? ─ Deslizaba sus manos a través del cabello de su hija.
─ … Sí. ─ Dijo sin abandonar el abrazo, aún manteniendo su rostro oculto en el hombro de la mujer.
─ ¿Estás segura? ¿No es un juego de ilusiones lo que estás experimentando? ─
─ No. La he amado desde hace años… Y soy capaz de dar gustosamente mi vida, si en algún caso ella la necesita. ─ Su voz incluía sollozos, pero también denotaba determinación al articular las palabras. ─ Estoy segura de que amo a Kotori, madre. Intenté detener mis sentimientos, pero terminaba fatal cuando trataba de alejarme de ella. Así como me siento ahora mismo… Porque no la tengo cerca… ─ Sus manos arrugaron un poco la vestimenta de la mujer. ─ Perdón por ser así. De verdad… Pero no me arrepiento en lo absoluto. No puedo. Ella me ha hecho vivir tantas cosas bonitas, que hacen que no me arrepienta de haberme enamorado… Por favor, no me odie… ─
─ Hablas como un adolescente cegado por sus propios sentimientos, hija. De verdad que eres como tu padre. ─ Rio por lo bajo al recordar sus días de juventud junto a su esposo. Suspiró resignada. ─ Umi… ─
─ ¿Sí? ─ Se separan para verse directamente. La menor estaba con los nervios a mil.
─ Yo… No soy de las que toleran ese tema… Ya sabes. La homosexualidad. ─ La muchacha bajó su cabeza. ─ Pero te acepto tal y como eres. Sigues siendo mi hija, sigues siendo mi pequeña. No puedo odiarte, nunca podré hacerlo. ¿Entiendes? ─
El ritmo cardíaco de la joven se relajó en un pestañeo, al escuchar tales palabras. Podía sentir perfectamente cómo un enoooorme peso le era quitado de encima. Aún no se lo podía creer.
Pero entonces, sus ojos destilaron lágrimas como si fueran cascadas.
─ ¡MADREEEEEE! ─ Se dejó llevar por la felicidad, abalanzándose sobre ella. Hace años que no lo hacía.
─ ¡U-Umi! ¡E-E-Espera! ¡Nos vamos a caer! ─ Dijo entre risas, apoyando su espalda en la orilla del pequeño lavabo de la cocina para no perder el equilibrio.
─ Mamá… ─
─ ¿Qué pasa? ─
─ La quiero mucho. ─ Finalmente soltó una de las frases que más le costaba decir.
─ Yo también, mi niña. ─ Sonrió enormemente mientras besaba su frente.
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─ Ara, qué tonto de mi parte… ─ La señora Sonoda se quejó bajo un murmullo. Viendo la olla con el líquido hirviendo.
─ ¿Qué sucede? ─ La miró preocupada.
─ Olvidé comprar la carne de ternera. ─ Rio apenada. ─ ¿Puedes ir a comprarla? Todavía son las siete de la tarde. ─
─ Con gusto. ─ Respondió mientras dejaba el arroz en cocción. Cogió su celular y llaves, saliendo de casa.
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"Por tu propio bien, será mejor que vayas directo a tu casa cuando salgas de la escuela. Y que no se te ocurra salir cuando ya estés ahí."
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La joven de cabellos azulados se mordió el labio inferior al ser atacada por la advertencia de su senpai. Apretó sus puños.
─ Sólo serán un par de minutos, el supermercado está cerca. ─ Se dijo a sí misma, tratando de calmarse y acelerando el paso.
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─ ¡Honoka! ¡Una de tus amigas ha pedido una orden de veinte yaki manjuus! ─ Gritaba una señora desde la recepción de la tienda Homura. ─ ¡Debes llevarla al apartamento Tojou en menos de veinte minutos! ─
─ ¡Voooooy! ─ Dijo la chica mientras dejaba de amoldar una bola de masa de arroz.
Preparó unas bolsas de papel con la cantidad de manjuus que se le había solicitado. Las metió en una bolsa de plástico transparente más grande y salió de la tienda, en dirección a la casa de Nozomi y Eli. Estaba muy contenta por poder ver de nuevo a sus amigas, así que iba más rápido de lo normal.
Ya habían pasado unos cuantos minutos, cuando finalmente llegó a la calle donde se encontraba su destino, miraba tranquilamente sus alrededores, admirando, como siempre, lo luminoso que se veía el escenario, a pesar de haber anochecido.
Las lámparas le daban un toque naranja al suelo, los focos amarillos de las casas adornaban a los lados de la calle, como si fueran luciérnagas estancadas en el aire. El blanco intenso que venía de la farmacia brillaba casi como el resplandor de una estre-… Esperen, hay una sombra en la entrada. De cierta forma, eso le molestaba, porque se reflejaba en una figura muy grande en el suelo, arruinando su escenario mágico.
Honoka frunció el ceño, tratando de ver a la persona que estaba estropeándole su espectáculo nocturno. Pero, de repente, sus ojos se dilataron al identificar a su dueña.
"… ¡¿Kotori-chan?!"
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Umi llevaba dos bolsas cargadas de carne, iba saliendo del supermercado.
─ Bueno, será mejor que me apresure… ─ Suspiró.
De la nada, el teléfono en su bolsillo comenzó a vibrar -pues no le había desactivado el modo silencioso desde que estaba en la escuela-. Asustada, pensando que era Nozomi, sacó de inmediato el dispositivo y contestó.
─ ¡¿N-Nozomi?! ─
─ ¡¿Eh?! ¡¿De qué rayos estás hablando, Umi-chan?! ─
─ Ah… ¡¿H-Honoka?! ¿Qué sucede? ─
─ ¡Justo voy a casa de Nozomi-chan a dejar una orden de manjuus, así que tuve que pasar cerca de la farmacia del vecindario y logré ver a Kotori-chan! ─ Los ojos de la joven Sonoda se abrieron de par en par.
─ ¡¿Q-QUÉ?! ─
─ No me he dejado ver por ella, así que no te preocupes pensando en que pueda huir. Si le quieres hablar, ¡Será mejor que te des prisa y logres interceptarla cuando regrese a su casa! ─
─ ¡¿E-Estás segura de e-eso?! ─ Sus manos comenzaron a temblar.
─ ¡Mmm! ¡Por supuesto! ─
─ ¡Ahorita mismo voy para allá! ─ Dicho esto, cierra el teléfono arrebatadamente, acelera su paso y corre a toda velocidad hacia la casa de la ausente peligris.
"¡Esta es mi oportunidad!"
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─ Aaah, ¡Qué frío…! ─ Se quejaba la hija de la directora de Otonokizaka mientras salía de una farmacia, abrazándose a sí misma. ─ Con esto me podría enfermar más si no llego a casa pronto… ─ Murmuró.
Llevaba consigo un par de bolsas pequeñas con pastillas y algunas botellas con agua. Su madre había estado en otra región, para poder contactar con algunas empresas y hacer ciertos convenios que traerían beneficios a su escuela, además de la remodelación de la misma. Había tenido que cuidarse de sí misma en estas dos semanas.
─ Dos semanas sin verla… ─ Miraba hacia el cielo, sonriendo melancólicamente. ─ Así estarán mejor las cosas. Así será… ─ Trataba de convencerse.
Iba de regreso hacia su casa, mirando fijamente sus pies, dando pasos cortos pero un poco acelerados. Realmente tenía miedo de que alguien la fuera a ver. Y no se encontraba de ánimos como para dar explicaciones a nadie. Su mente era un caos, ya no sabía a ciencia cierta del por qué estaba tan deprimida. Pero tenía la certeza de que la joven arquera nunca se iba a fijar en ella… ─ No hay manera… Su familia es tradicional, sería una deshonra para todos. ─ Sus ojos amenazaban con soltar un par de lágrimas, pero no dejó que siquiera salieran al secarse con el reverso de su mano.
"Necesito olvidarla."
Era por lo que había luchado en decirse en todo ese tiempo.
"Ella no te pertenece, Kotori. No eres digna de merecer a tan buena persona. Está lejos de tu alcance."
Le costó mucho tragar ese vaso amargo de pensamientos, pues nunca había decidido deshacerse de sus sentimientos rotundamente como ahora. Por el momento, ya ha aprendido a tolerarlos. Sabía que estaba dañándose más si dejaba que el amor hacia Umi siguiera creciendo.
─ ¡Pero no he podido dejar de pensarla de todas formas! ─ Gritó enojada.
Fueron hasta segundos después que se tapó la boca con vergüenza, por haber gritado tan de repente. Volvió a ver hacia todos lados... No había nadie. Suspiró un tanto aliviada.
─ Ah, ya llegué. ─ Dijo con voz suave al ver la pequeña cerca de la entrada de su casa.
Movió hacia un lado el pequeño tubo de metal que mantenía cerrada la puertecilla de su acogedor jardín. Vio que sólo estaban los arbustos y flores de siempre, así que caminó tranquilamente hacia la puerta principal.
Se detuvo un pequeño lapso de tiempo para sacar las llaves de su bolsillo y abrió, pero al momento de entrar…
─ ¡KOTORI! ─
Fue en cuestión de milisegundos en que ella logró reconocer esa voz, se le puso la piel de gallina.
─ ¡¿Umi-ch-…?! ¡AAAAAAAAAAH! ─ Cuando se volteó para verla, sólo pudo sentir cómo caía su cuerpo con la peliazul encima de ella. Se le había abalanzado.
Umi logró poner una de sus manos detrás de la cabeza de la chica justo a tiempo, amortiguando el golpe… Y ganándose un buen moretón gracias a ello.
La menor estaba congelada. Tenía a la joven que había estado tratando de ignorar por dos largas semanas sobre ella. No sabía ni qué decir. Únicamente se dedicaba a mirarle directamente a los ojos, dándose cuenta de que la distancia entre sus rostros era demasiado corta. Se sonrojó de inmediato, pero no dejó de verla.
Umi estaba feliz de ver a su amiga de la infancia. Su corazón latía tan rápido, que le hizo pensar que en cualquier momento podría explotar. Estaba horriblemente feliz… Feliz y muy molesta al mismo tiempo.
─ Tú… ─ Trató de no dejar que el enojo tomara el control de sus acciones, no con ella. ─ Se puede saber… ─ Inhaló. ─ ¡¿Dónde rayos has estado, Kotori?! ─ Le preguntó en un susurro con notoria molestia. No quería alarmar a los vecinos de todas maneras. ─ ¡No tienes idea de lo preocupa que he estad-… Que hemos estado! ─
─ U-Umi-chan… Yo… ─ Casi comenzaba a llorar cuando… ─ ¡EKCHOO! ─ Umi recibió un estornudo de primera cara -(¿?)-. Sólo tuvo tiempo de cerrar sus ojos con fuerza. ─ ¡L-Lo siento! ─ Exclamó sumamente apenada, quitando los mocos que había dejado en el rostro de la pobre muchacha con su propia blusa. ─ E-Es que hace m-mucho frío y… ─ De repente, mira su abdomen. Sobre éste, estaba una bolsa de las que Umi cargaba. ─ Umi-chan, mi estómago está congelándose… ─
─ Ah… ¡AH! ─ Dijo, apartándose rápidamente de ella. ─ ¡Perdón! Es la carne de ternera que llevo a c-casa… D-De verdad lo siento, fue mi culpa que estornudaras… ─ Ambas estaban avergonzadas.
La vice-presidenta estudiantil tendió su mano no lastimada para tirar del brazo y levantar a Kotori.
Una vez de pie, Umi la miró de nuevo, aún sonrojada, enterrando sus ojos marrones en los dorados de la contraria.
─ Esta vez no pienso irme hasta que me expliques todo. ─ Dijo con una expresión seria.
─ Mmm. Está bien. ─ Asintió cabizbaja. ─ Vamos, entra. Hace frío aquí. ─ Cerró la puerta y se dirigió a la sala. La morena le siguió en silencio.
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Luego de haberse enfrentado a un día lleno de labores y a la limpieza rutinaria del apartamento, Nozomi había decidido darse una siesta antes de preparar la cena. La pelipúrpura estaba acostada en el sofá, su cabeza reposaba en las piernas de Eli, quien paseaba su mano lentamente sobre su cabello mientras veía la televisión con bajo volumen de audio.
Así habían pasado como por media hora, Nozomi había logrado conciliar el sueño sin problemas. La chica de ojos azules había llamado a la tienda Homura para variar un poco con los postres que normalmente degustan por las tardes. Pues la costumbre de ir a por ellos no se había esfumado, a pesar de haberse graduado de preparatoria.
De pronto, la mayor comenzó a fruncir el ceño y a mover la cabeza de un lado hacia otro. Eli la miró preocupada, deteniendo las caricias.
─ ¿Nozomi? ¿Pasa algo? ─ Preguntó suavemente.
─ Mmm… ¡No! ─ Se aferraba a la rubia. ─ No… ─ Ella seguía hablando dormida.
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Todo estaba negro. Oscuro. No se podía ver absolutamente nada.
─ ¿Qué hago aquí? ─ Nozomi caminaba en el vacío, sin rumbo y con más preguntas que respuestas. ─ ¿Qué significa esto? ─ Murmuraba para sí. ─ Varias veces he visto a la nada mientras duermo, pero, ¿Por qué ahora? ─ La joven de ojos esmeralda sabía mantener su conciencia intacta mientras dormía, después de todo, era una persona muy espiritual.
─ Tengo un mal presentimiento sobre esto… ─ Pues claro. Siempre que soñaba con la oscuridad, nunca pasaban cosas buenas en la realidad.
Después de largos segundos de silencio, un casi inaudible sonido se logró escuchar. Nozomi vio hacia todos lados, buscando de dónde provenía el sonido, pues era algo parecido al de un viento que se acercaba velozmente, aunque nunca dejaba de sonar lejos al mismo tiempo.
Cuando volvió a ver hacia atrás, apareció un camino escarlata muy brillante debajo de sus pies. Con algo de temor, se dedicó a buscar el final de dicho sendero.
Caminó, corrió, buscó sin cesar. Parecía que una eternidad había pasado, cuando finalmente decidió detenerse.
Al hacerlo, un escenario extraño se vuelve visible, similar a un vecindario. Todo seguía siendo negro, pero a su vez, se veía como si alguien hubiera dibujado las cosas con tiza.
De repente, una casa muy grande, de esas tradicionales japonesas, apareció frente a sus ojos. Cuando Nozomi corrió hacia ella, la casa comenzaba a verse más lejos, como si no quisiera que le alcanzase. Luego de varios minutos de intento sin éxito alguno, se volvió a detener.
Al llevar una considerable cantidad de tiempo estando parada, un enorme agujero se colocó justo debajo de ella, haciendo que cayera a un vacío que aparentemente era infinito.
Mientras caía, prácticamente al estilo de un paracaidista, una nube gigante apareció debajo de la sacerdotisa, cayendo al mismo ritmo que ella y manteniendo una distancia constante. El extraño sonido de hace un rato desapareció. Pero dentro de la nube, se comenzaron a proyectar imágenes.
─ ¿Personas? ─ Trató de acercarse, pero la nube sigue estando distante y se hace aún más grande.
La chica logró ver que se trataba de dos personas, a las cuales, no se les veía el rostro. Las imágenes estaban enfocadas de manera que permitían la visibilidad del torso hacia abajo. Ella no pudo reconocer a ninguna de las dos figuras.
Según la chica, no era nada más relevante que ver dos personas estando de frente, una de la otra. Entendió muy bien que se trataba de un hombre y una mujer. Lo único que se podía destacar, era que la mujer vestía con un kimono. Ambos estaban quietos.
Ahí es cuando el terror se apoderó de ella.
La escena comenzó a cobrar sonido y movimiento. Pero seguía sin existir ningún tipo de fondo en ella.
Se escuchó un débil "toc, toc, toc".
─ ¿-? ¿Eres tú? ─ La mujer con kimono se veía corriendo hacia una puerta.
"¡¿Umi-chan?!" Pensó Nozomi al escucharla. "Espera, se parece demasiado a su voz, pero…"
La puerta rechinó un poco al ser abierta. ─ ¿Por qué tardaste tant-…? ─ Se vio interrumpida, al ver al hombre frente a ella. ─ ¡¿Y usted qué hace aquí?! ─ La voz se oyó muy molesta. Al parecer, para la mujer, no fue muy grata la aparición de la presencia masculina.
─ ¿Yo? ─ Se escuchó una risa burlona. ─ Vine a matarte. ─
Nozomi palideció con lo último dicho.
La joven trató alcanzar a la nube lo más rápido que podía, pegando los brazos a sus costados y juntando las piernas en forma recta para acelerar la caída. Lo logró.
Pero al entrar en ella, la pelipúrpura se vio zambullida en el fondo del mar. Buscó con su mirada al hombre en todas partes.
Se escucharon disparos y gritos.
─ ¡No puede ser…! ─
La chica se asustó aún más cuando vio que la figura femenina cayó al agua, hundiéndose lentamente, estando inerte.
─ ¡NO! ─
El mar, al entrar en contacto con la mujer, se volvió rojo, tan rojo como la sangre.
Nozomi nadaba lo más rápido que podía, tenía que alcanzar a esa mujer antes de que fuera demasiado tarde.
─ ¡NOOOOOOOOOOOO! ─ Gritaba con las lágrimas derramándose a montones.
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─ ¡NOZOMI! ─
─ ¡NOOOOOOOOOOO! ─ Se despertó, gritando, llorando y sentándose de golpe, empapada de sudor frío. Eli tenía fuertemente sus manos agarrándole las suyas.
Nozomi vio a su novia con mucho terror, su respiración completamente agitada, el corazón latiendo desbaratadamente y con la garganta seca. La menor le abrazó con todas sus fuerzas.
─ ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy, Nozomi! ─ Susurraba cerca de la oreja de la mencionada. ─ Ya pasó, tranquila… Estoy contigo. ─ Sus manos viajaban de arriba hacia abajo, a través de la espalda de Nozomi.
─ ¡E-Elicchi! ─ Su rostro se refugiaba en el hueco del blanco cuello de la muchacha. ─ ¡Elicchi! ─ Lloraba como una niña pequeña. El corazón de Eli se estaba haciendo añicos de nuevo. Le dolía demasiado cada vez que la veía en ese estado.
─ Tranquila, amor mío. Tranquila. ─ Decía suavemente.
─ ¡Elicchi! ─ La miraba con pavor. ─ ¡Umi-chan…! ¡U-Umi-chan…! ¡Disparos! ¡NO! ─ Por más que quería, no podía dejar de pronunciar el nombre de su amiga. Los ojos de Eli se dilataron a más no poder.
─ ¡¿Qué quieres decir con eso?! ─ Le agarró de los hombros, tratando de detener su cuerpo tembloroso.
─ ¡N-N-No lo sé! ─ Respondió desconcertada.
─ ¡P-Pero Umi no es tan tonta c-como para salir de su casa! ¡Se lo advertimos! ─
─ ¡N-No es eso…! ─
─ ¿Entonces a qué…? ─ El timbre resonó en el apartamento, dejando a medias su pregunta. Ambas se vieron asustadas. ─ P-Probablemente sean los manjuus que pedí. ─ Dijo con temor. ─ Ahora vuelvo. ─
Se levantó del sofá y fue a la entrada. Logró distinguir a Honoka, a través del pequeño agujero de la puerta y la abrió.
─ ¡ELI-CHAAAAAAAAAAAAAAAAAN! ─ La rubia es sorprendida por una entusiasmada Honoka, quien la rodeó con sus brazos acogedoramente. ─ ¡Tanto tiempo sin verte! ─
─ ¡¿Honoka?! ─ A duras penas correspondió el abrazo. ─ ¿P-Pensé que iba a venir Yukiho? ─
─ Hoy terminé con el trabajo del consejo estudiantil, así que tomé su lugar este día. ─ Dijo al separarse de ella. ─ ¡Ah! ¡Y adivina qué! ─ Dijo con una enorme sonrisa.
─ ¿Q-Qué? ─
─ ¡Encontré a Kotori-chan justo mientras venía hacia acá! Me escondí para que no me viera y se le ocurriera huir. ─ Se colocó su dedo índice en la barbilla. ─ ¡Así que le llamé a Umi-chan para que corriera a su casa antes de que volviera a encerrarse! ─
Eli se quedó heladísima.
La castaña recordó a lo que había venido. ─ ¡Ah, sí! Aquí tienes tus manjuus. Son 200 yenes. ─ Dijo con la mayor tranquilidad del mundo, tendiendo su mano con las bolsas cargadas de postres.
─ ¡¿Q-Que d-d-dijiste…?! ─ Dijo con los brazos como gelatina, recogiendo el pedido.
Nozomi abrió la puerta de par en par.
─ ¡¿QUE UMI QUÉ?! ─ Agarró de los hombros a la joven Kousaka, matándola con la mirada.
─ ¡¿N-Nozomi-chan…?! ─ Al ver la indescriptible expresión de ira en la cara de su senpai, se asustó mucho. ─ Q-Que U-Umi-chan f-fue a casa de K-Kotori-chan… ¿H-Hay algo m-malo en ello? ─
─ ¡SÍ! ¡HAY ALGO MUY MALO! ─
La ojiverde soltó a la chica y corrió a la sala, buscando su teléfono móvil. Al cogerlo, marcó a velocidad luz el número de la peliazul.
"¡Umi-chan, eres una grandísima estúpida!"
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─ Gracias. ─ Dijo Umi al tener la taza de té en sus manos, cortesía de Kotori. La muchacha sólo asintió y se sentó frente a ella. ─ ¿Y bien? ─ La miró expectante.
─ Eh… B-Bueno… ─ La peligris bajó levemente su cabeza.
─ A juzgar por las medicinas, entiendo que has estado enferma, ¿no? ─ La joven asiente de nuevo. ─ Correcto, eso lo puedo comprender. ─ Dio un sorbo. ─ Pero lo que no entiendo, es el porqué de haber evitado a todo mundo. Pudiste haber dicho que estabas mal de salud y asunto arreglado, Kotori. ─ Dio otro sorbo, evaluando las reacciones de la chica. Colocó la taza sobre la mesa que las separaba. ─ ¿Por qué no respondiste mis mensajes y llamadas? Sabías perfectamente que he venido a buscarte durante todos estos días, ¿verdad? ─
Esta vez, Kotori tardó en asentir. Definitivamente a Umi le dolió aquello.
─ ¿Por qué…? ¿Por qué? Estando tú aquí, escuchándome hablar como una tonta frente a tu puerta, preguntando por ti… ¡¿Por qué, Kotori?! ─ Se levantó de su asiento y rodeó la mesa, acercándose a su amiga de la infancia. De estar molesta, pasó a triste, con un toque de melancolía.
─ ¿Qué hice mal? ¿Qué daño te hice? ─ Cuando llegó al lado de la silla donde Kotori estaba sentada, se colocó de rodillas. ─ ¿Dije algo malo aquella tarde…? ─ Preguntó, tomando las manos de la joven y entrelazándolas con las suyas. La miró con ojos suplicantes y llorosos. ─ ¿Qué error cometí? ─
A Kotori se le estaban deshaciendo los nervios. Mirar a su amada de esa manera…
─ U-Umi-chan… Yo… ─ La presión en su pecho no le dejaba hablar. Posó una de sus manos en la mejilla de la mayor. ─ T-Tú no hiciste nada malo. ─ Su corazón estaba bombeando con mucha fuerza. Realmente necesitaba decírselo.
Necesitaba decirle que la ama, y que ha estado tratando de olvidarla, porque sabe que no será correspondida. Pero no importa, quería… No, debía. Era obligación el hacérselo saber. Después pensaría en las consecuencias.
─ Entonces… ¿Por qué…? ─ Umi no quebró el contacto entre sus miradas ni un segundo. La menor estaba batallando para no echarse para atrás.
─ P-Porque yo… T-Todo este tiempo… ─ Guardó una breve pausa. ─ Yo siempre te he… ─
El estruendoso sonido del tono de Junai Lens hizo que la boca de Kotori se cerrara de golpe. Umi palideció al instante.
─ ¡No…! ─ Dijo la arquera, muy afligida. Sacó su celular, rogando porque no fuera quien ella sabía que era el remitente de la llamada. Maldijo por lo bajo, regañándose por haber habilitado el sonido del aparato y contestó, alejándose un poco de Kotori. ─ ¡¿N-N-Nozomi?! ─
─ ¡PEQUEÑA TONTA! ¡TE DIJE QUE NO SALIERAS DE TU CASA! ─ Umi tuvo que alejar un poco su móvil. ─ ¡SEA LO QUE SEA QUE ESTÉS HACIENDO, DÉJALO! ¡VETE AHORA MISMO! ─
─ ¡PERO ESTOY CON KOTORI! ─ Gritó con furia. ─ ¡NO ME DIGAS QUÉ HACER O…! ─
─ ¡¿ACASO NO ENTIENDES, MUCHACHITA?! ¡DESDE AYER NO DEJA DE APARECER LA CARTA DE LA MUERTE CADA VEZ QUE LEO TU LINEA DE VIDA, IDIOTA! ─ La voz de Umi se quebró. ─ Vete antes de que sea demasiado tarde, Umi-chan. ─ Más que una orden, sonó como una súplica.
La joven de cabellos azulados colgó repentinamente. Cogió sus bolsas y corrió hacia la puerta.
─ Lo siento, Kotori. Nuestra conversación tendrá que esperar hasta otro día. Te veo luego… O al menos, eso espero. ─ Dijo antes de salir y dejar a una confundida pero destrozada peligris.
─ Umi... chan... ─ Su brazo quedó extendido, en dirección a la joven que había cerrado la puerta principal tras de sí. ─ Te... amo. ─ Se dejó llevar por la agonía de su soledad y lloró.
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El cuerpo de Nozomi aún temblaba de miedo. Estaba frustrada, asustada, enojada… Pero sobretodo, dolida. Dolida, porque una de sus amigas no confió en ella.
"Nunca hice algo tan malo como para que ella no confiara en mí." Pensó.
Eli y Honoka entraron a la sala, hicieron que la mayor se sentara en el sofá.
─ Nozomi, estás pálida. ¿Segura que no quieres algo de tomar? ─ Preguntaba su novia.
─ Quizá agua, por favor. ─ Dijo, aún con los nervios alterados. Honoka se sentó a su lado, masajeando sus hombros, tratando de tranquilizarla. No tenía ni una mínima idea de lo que estaba pasando, pero definitivamente el hecho de ver a su amiga de esa manera le preocupaba muchísimo.
─ ¿Nozomi-chan? ─ La llamó con miedo. ─ ¿Qué está sucediendo? ─
La pelipúrpura tardó en responder.
─ Hay algunas cosas que no andan muy bien con Umi-chan. ─
─ ¿T-Te refieres a lo q-que le dijiste ha-hace un par de minutos? ─ Cuestionó aterrada.
─ Me temo que sí. ─ Un dolor punzante atacó su cabeza. ─ ¡Mnngh! ─ Se quejó, agarrándose con ambas manos.
─ ¡N-Nozomi-chan! ─ Gritó Honoka, alarmada.
La mayor sólo hizo un ademán para indicarle que estaba bien, luego de decirle que guardara silencio, colocando su índice sobre sus labios. La actual presidenta estudiantil hizo caso omiso.
Se dedicó a cerrar sus ojos y pensar en esa extraña y terrorífica visión.
"¿Estaré haciendo bien en obligar a Umi-chan a estar en su casa…? De todas formas, ni siquiera sé si la muerte la visitará allí o en algún otro lugar…"
Al momento de pensar en lo último, recordó la casa que había visto frente a ella y se alejaba mientras trataba de acercársele.
"Espera…"
Trataba de descifrar el remolino de pensamientos que su mente procesaba.
"Esa mujer… Vestía un kimono. Aunque no pude ver bien su color…"
Otro dolor insoportable se apoderó del cerebro de la chica.
─ ¡AGH! ─
Se tiró al suelo, arrodillándose, casi en posición fetal. Otra ráfaga de dolores la estaban destrozando.
─ ¡AAAAGH! ─ Gritó.
─ ¡NOZOMI-CHAN! ─
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La joven de fuerte energía espiritual, se vio parada en una playa desierta.
─ ¡¿Pero qué demo-…?!─ Se quedó sin habla al ver que una ola gigantesca de color rojo se levanta justo frente a ella.
─ ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH! ─ Comenzó a correr a todo dar.─ ¡No te acerques! ─ La gran masa de agua ya estaba demasiado cerca como para poder esquivarla, por lo que no pudo evitar que fuera absorbida por ella.
─ ¡NOOOOOOOOO! ─
Pero lo que no se esperaba, era que ella no se movería de allí, respirando bajo el agua, viendo cómo todo cobraba un tono muy intenso y sangriento. Estaba nuevamente dentro del mar escarlata.
Sin embargo, no duró mucho el panorama, pues, desapareció a los pocos segundos.
─ ¿Eh? ─
Nozomi apareció frente a la residencia de los Sonoda. Comenzó a analizar la situación de nueva cuenta.
Dos espectros grises salieron abatidos, a través de la puerta principal. Ambos salieron muy abatidos y buscaron refugio detrás de la joven sacerdotisa, quien estaba justo al frente de la entrada. La chica ahora estaba más confundida y atemorizada, debido a que los extraños seres no dejaban de temblar.
─ ¿Q-Qué está p-pasando aquí? ─ Balbuceó, mirando hacía la oscuridad que habitaba al otro lado de la puerta.
Un silencio penetrante dominó el lugar.
─ Ahí viene. ─ Dijo una voz.
─ Ahí viene. Vamos a morir. ─ Dijo la otra.
─ No quiero morir. ─
─ Sálvanos. ─
─ Por favor. ─
─ Sálvanos. ─
─ Sálvame. ─
─ ¡SALVA A UMI! ─ Dijeron al unísono.
Nozomi veía a los espectros y luego volvía a ver a la entrada. Realmente no sabía qué hacer. No estaba captando absolutamente nada.
─ ¡AHÍ VIENE! ─
De la nada, un poderoso rugido rebota en su cabeza y siente cómo su cuerpo es atravesado por una sombra negra, seguido de un par de gritos desgarradores que se escucharon a sus espaldas.
La chica esperaba sentir dolor o ver heridas y sangre emanando de ella.
Pero no había nada.
─ ¿Qué…? ─ A la hora de buscar con su vista al par de espectros que se escondían detrás de ella, contempló una de los panoramas más espeluznantes de su vida.
Habían dos cuerpos femeninos, envueltos con su propio charco de sangre, con muchas heridas, cortadas, raspones y uno de ellos que lucía con la garganta destrozada.
─ ¡DIOSAS! ¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?! ─ Se llevó las manos a su boca, tapándosela.
Podía verlos claramente, pero sus rostros seguían siendo una incógnita. La ojiverde no pudo controlar sus náuseas y vomitó.
─ ¡No más! ¡No quiero ver más de esto! ─ Gritaba de manera suplicante.
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─ ¡NOZOMI! ─
Eli la había sacado de entresueño nuevamente.
Nozomi casi se había quedado sin oxígeno, no podía más que tratar de acaparar grandes bocanadas de aire. Un increíble ardor se acumuló en su garganta. Creyó que el hecho de haber vomitado había pasado solo en el sueño, se dio cuenta de que eso se había vuelto realidad.
La muchacha de rasgos extranjeros hizo todo lo que estuvo a su alcance para poder estabilizar las reacciones de su pareja.
Honoka, sin mediar palabra, agarró el periódico más cercano a ella, poniendo cada hoja sobre el área recién ensuciada. Seguido de ello, fue directo al baño, donde sabía, gracias a sus previas visitas al apartamento, que estaba un trapeador por allí.
Nozomi dejaba escapar cosas sin sentido a través de susurros. Eli nunca la había visto tan grave como hoy. Estaba súper asustada.
─ U-Umi-ch-chan… ─
─ ¿Nozomi? ─
La chica lloraba cada vez más fuerte.
─ ¡M-Me equivoqué! ─
─ ¡¿D-De qué hablas?! ─
─ ¡Umi-chan no tiene que estar en casa! ─ La miraba con pavor y ojos de agonía. ─ ¡UMI-CHAN TIENE QUE ESTAR LEJOS DE AHÍ! ¡LA MUERTE ESTÁ EN SU CASA AHORA MISMO! ─ Dicho esto en un grito, Nozomi colapsó.
─ ¡NOZOMI! ─ El pánico la dominó por completo. ─ ¡HONOKA, LLAMA A LA AMBULANCIA! ─
─ ¡No hace falta que me lo digas, en eso estoy! ─ Había tomado su móvil para hacerlo.
Eli toma su propio móvil, marcando el número de la peliazul.
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Umi iba corriendo hacia su casa, estaba hecha pedazos con toda esa montaña rusa de emociones que ha tenido que experimentar en un solo día. Realmente estaba asustada, sin saber qué hacer. No quería creer en lo que Nozomi había dicho, no quería creer en nada. Sólo quería desaparecer y no sentir más dolor.
Ella estaba acostumbrada a lidiar con esas cosas, pero esto era demasiado.
─ ¡Maldición! ─ Se quejó mientras casi se tropezaba con sus propias piernas.
La canción de "Arifureta Kanashimi no Hate" resuena desde su bolsillo. Tenía nula intención de contestar, dándose cuenta de inmediato de quién se trataba. Pero todo le daba vueltas en ese momento.
─ ¡Tsk! ¡¿Ahora qué quieres?! ─ Dijo luego de habilitar la llamada, hablando con dificultad.
─ ¡QUE TE ALEJES DE ALLÍ! ─
─ ¡¿JAH?! ─ Frunció el ceño, furiosa. Deteniéndose. ─ ¡ME OBLIGARON A VOLVER DE LA CASA DE KOTORI Y-…! ─
─ ¡NOZOMI HA COLAPSADO POR TENER UNA VISIÓN RELACIONADA A TI, IMBÉCIL! ¡ELLA NO PUEDE TENER LAS PISTAS DE INMEDIATO! ¡ACABA DE DESCUBRIR QUE LA MUERTE ESTARÁ EN TU CA-…! ─
Un estruendoso ruido de una ráfaga de disparos dejó sin habla a ambas.
─ Eso… ─ Umi comenzó a temblar incontrolablemente.
─ ¡¿QUÉ FUE ESO, UMI?! ¡¿ESTÁS BIEN?! ─
─ ¡ESO PROVINO DE MI CASA! ─
─ ¡UMI, NO VAYAS! ─
─ ¡YA ESTOY HARTA DE SEGUIR SUS CONSEJOS! ─ Una vez dicho eso, colgó y corrió más rápido.
─ ¡No, no puede ser! ─ Sus lágrimas comenzaron a salir desenfrenadamente, a ella no le importó que la poca gente que aún estaba en la calle le miraran como a una extraña.
Comenzaba a sentirse mareada, pero no paraba de correr.
Al doblar a la esquina próxima a su casa, estuvo a punto de ser atropellada por una motocicleta.
─ ¡Oye, fíjate por dónde caminas, mocosa! ─ Gritó el hombre con casco y una enorme mochila en su espalda. Mirándola con unos grisáceos ojos, fulminándola con la mirada.
─ ¡Lo siento! ─ Dijo, haciendo un reverencia rápida, viendo cómo se alejaba en una moto muy llamativa, de color negro con plateado.
Reanudó su camino a casa, y al acercarse, vio que algunos de sus vecinos estaban al frente, rodeando la entrada. Sin embargo, ninguno de ellos se atrevía a entrar. Cuando Umi fue vista, la miraban desconcertados, apartándose un poco, para dejarle entrar.
Corrió por el jardín, entró al área principal y percibió un olor a algo quemado, mezclado con pólvora. Además de darse cuenta que las luces estaban apagadas.
─ No… No, no… ¡No! ─ Entró a la cocina, el curry con verduras estaba hecho carbón. Apagó el fuego de la cocina y dejó las bolsas de carne cerca de ahí.
─ ¡MADRE! ¡ABUELA! ─ Comenzó a buscar en todos lados: los baños, habitaciones, azotea, dojo… Por cada lugar en el que entraba, encendía las luces. Pero no fue hasta llegar al pasillo que conducía al jardín trasero donde pudo localizar a sus objetivos.
─ ¡U-U-Um… Umi! ─ Se escuchó una voz suave. ─ V-Ven aquí… ─
La joven Sonoda se alegró mucho al escuchar la voz de su progenitora.
─ ¡Mamá! ─ Hizo como se le ordenó. Sonrió y caminó rápido para encender el interruptor que se encontraba al frente de donde apenas lograba ver que su madre estaba sentada. ─ ¿Se encuentra bien? ─
No obstante, todos sus tejidos se tensaron al ver la peor escena que sus ojos le permitieron ver. Sintió cómo su corazón era aplastado como nunca. Su presión sanguínea bajó en un segundo y un escalofrío, que con recorrer toda su espina dorsal, le heló el cuerpo.
Un charco de sangre estaba debajo de sus pies, y dos cuerpos cubiertos de esa misma sustancia viscosa estaban sentados frente a ella.
─ ¡MADREEEEEEE! ─
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Bueno, espero que no me maten por esto. Sé que es algo inesperado para ustedes, pero sí, esto ya lo había planeado desde el principio. He cambiado el rating porque considero que esto ya es algo fuerte.
Como dije, esto será muy dramático, fuerte y un tanto realista. - exceptuando el poder de Nozomi, claro -
Tanto NozoEli como KotoUmi sufrirán mucho. Pero sobretodo, KotoUmi.
De verdad, no me maten, tengo una buena razón para poder hacer todo esto. O bueno, no sé. Pero no se preocupen, compensaré todo con el final.
Desde ya, me disculpo por errores ortográficos y de redacción, que casi no tengo tiempo para escribir. Aparte, la inspiración no quiere estar de mi lado.
¿Qué sucederá con Nozomi? ¿Cómo reaccionará Umi con todo esto? ¿Qué pasara con el amor que siente hacia Kotori?
Espero actualizar un poco pronto para que sepan todo eso y algunas cosillas más.
¡Nos leemos!