Disclaimer: Osomatsu-san no me pertenece, escribo esta historia por diversión, pasión o matar el tiempo, etc., etc.

No gano ningún valor monetario al escribir esta historia.

Nota: Por si el titulo no está claro, este fanfic está basado en la historia del manga y anime "Tokyo Ghoul". Adelanto que la trama del principio es similar, pero no se preocupen por spoilers o por cosas que "ya sabían que pasarían porque vi el manga/anime", haré que el transcurso de la historia se diferencie.

Para los que no vieron "Tokyo Ghoul", un breve resumen si no quieren buscar en google: los ghoul son criaturas que se podrían decir que son similares a lo que los occidentales llamamos "vampiros", se alimentan, no de sangre, sino también de carne humana (siendo ese su alimento exclusivo, aunque también pueden tomar café), son más fuertes y resistentes que los seres humanos y tienen algo llamado "Kagune", "liquido brillante", también llamado "musculo liquido" que sirve como arma para los ghoul, se materializa en la parte posterior del cuerpo, que podría ser, entre la zona de los hombros y hasta la parte baja de la espalda. Para más detalles, google imágenes.

En esta historia (así como en el manga), los ghouls se esconden entre los humanos por ser considerados peligros para la sociedad, la organización e inspectores que se encargan de investigar, identificar y liquidar a estas criaturas se los llaman "Doves" (Palomas en ingles).

No puse esta historia en la parte de CROSSOVERS porque si bien tiene la trama inicial y el universo de "Tokyo Ghoul", ninguno de sus personajes aparecerá aquí. (No, fans de Kaneki, él no estará aquí)


Matsuno Ghoul

Lo primero que el segundo hijo de la familia Matsuno sintió fue la brisa de aire a su derecha, con el tiempo se dio cuenta que no era un sueño.

A las horas, estaba casi del todo consciente, pero no podía moverse, ni siquiera abrir los ojos. Se sentía como si estuviera cansado y al mismo tiempo con ganas de levantarse.

Los ruidos se hicieron más fuertes, dándole a entender que no estaba en su casa (él podía reconocer los ruidos y charlas de sus hermanos en comparación a los gritos, llantos y sonidos de "bips" que escuchaba). Mientras se preguntaba si estaba atrapado entre un sueño y la realidad, sus ojos se abrieron, muy lentamente, pero al fin y cabo, luego de unos segundos acostumbrándose a la luz, se dio que estaba en una habitación estéril y desabrida.

El poste que colgaba los sueros que conectaban la vía intravenosa y una bolsa grande y blanca le dieron la idea de que estaba en el hospital. ¿Qué demonios había pasado?

Trató de moverse de nuevo, pero solo consiguió que el dedo índice de su mano se elevara unos escasos centímetros. Sentía el cuerpo muy endurecido. O directamente, casi no lo sentía. Por un momento, pensó lo peor y creyó que estaría completamente paralizado y solo tendría sus beatifuls eyes para comunicarse. Pero lo deshechó cuando la sensación de frio le llegó en el cuello. Alguien debería acobijarlo mejor.

Un ligero escozor y dolor le invadían muy tenuemente su costado derecho.

En algún momento vino una enfermera, quien le revisó las almohadas bajo su cabeza, le cambió el suero y se fue tan rápido como vino. ¿Acaso no vio sus ojos abiertos? ¿Hola?

Karamatsu se cuestionaba ¿por qué se fue si estaba despierto? O al menos algo, apenas podía ordenar sus pensamientos, se sentía tan cansado. Cerró los ojos y se durmió.

Cuando despertó, sentía la sensación de sus brazos y torso, movió ligeramente los dedos de ambas manos y trató de levantarlas. Lo logró pero a duras penas, al menos estaba mejorando.

Sintió un cosquilleo en su cuello y con rozarse un poco con los dedos, comprobó una vía de uno de los sueros.

Su cabeza le daba vueltas, y el dolor de su costado se intensificaba, también le dolía momentáneamente la cabeza pero era un revoltijo de sensaciones que iban y volvían. Cerró los ojos de nuevo.

Cuando los abrió (con un dolor intenso en las zonas mencionadas), se sorprendió de tener a sus brothers con él rodeándolo.

Choromatsu y Osomatsu estaban en los pies platicando algo muy relajados, Todomatsu estaba cerca de la ventana escribiendo algo en su celular con el rostro algo preocupado. Por el rabillo del ojo, a su izquierda veía alguien sentado en una silla, era Ichimatsu quien tenía las rodillas pegadas al pecho y la vista perdida en el vacío. Antes de preguntarse dónde estaría Jyushimatsu, éste apareció de repente enfrente de él, tan cerca que casi podía besarlo.

-¡Miren! ¡Volvió a abrir los ojos! ¿Estás despierto? ¿Karamatsu-niisan?– Decía mientras agitaba la manga larga enfrente de su rostro.

-Ya déjalo en paz Jyushimatsu. – Le regañó Choromatsu. – El doctor dijo que eso es un reflejo.

-¡Hey! – Continuo el quinto hermano ignorando al tercero. - ¿Estas despierto ahora?

-Aunque los tenga abiertos no significa que esté consciente. – Le continuo el de verde con un poco de molestia. – Hace 3 días que los tiene abiertos y…

-¡Contesta! ¡Contesta! – Jyushimatsu ya estaba casi saltando a su lado con su habitual sonrisa y animo.

Y Karamatsu, con la boca muy seca dijo susurrando:

-Estoy… despierto…

Todos los presentes abrieron los ojos lo más que pudieron. Choromatsu se cayó de la cama de la sorpresa y Todomatsu salió de la habitación corriendo.

-¡LLAMA AL DOCTOR! – Gritó Choromatsu desde su lugar.

-¡SI! – Le contestó Todomatsu desde el pasillo.

Osomatsu se acercó al otro lado de la cama, se lo veía muy feliz.

-Sabia que despertarías en 6 días, ¡gané una gran apuesta! – Le acarició un poco la cabeza y Karamatsu sintió perfectamente el roce, adiós a la idea del parapléjico.

-Eres de lo peor… – Dijo un Choromatsu hizo a un lado al hijo mayor. – Karamatsu, ¿Cómo te sientes?

Bueno, sacando de lado el increíble dolor que sentía y que la cabeza le ardía como si le estuvieran lijando desde el interior del cráneo, se sentía estupendo.

Le hubiera gustado decir eso, pero sintió el sabor horrendo en la boca de no haberse limpiado los dientes hace mucho y la mucha sed que tenia.

-Agua… - Dijo en voz baja, su voz estaba débil, al igual que su cuerpo.

-Aquí tienes. – Apareció de la nada Jyushimatsu, quien le e acercó rápidamente una botella con una pajita.

Karamatsu bebió vigorosamente, su lengua se deleitaba con la humedad. Cuando acabó la botella, le regaló una sonrisa a su hermano menor.

-Thank you brother. – Se nota que le hacía falta beber algo, porque su voz se había mejorado un poco.

Unos instantes luego, un hombre de mediana edad, con una bata blanca (claramente un doctor) entró a la habitación con paso agitado, detrás de él se asomó por la puerta Todomatsu, quien parecía hablar por teléfono (probablemente con su padres).

-Estas despierto… - Dijo el doctor muy sorprendido.

¿Acaso eran de esos casos que le decían a la familia que nunca se despertaría y ahora tuvo un milagro?

El semblante del hombre mayor cambió a uno muy serio y se acercó con cuidado, sacando algo de su bolsillo. Sin pedir permiso o dar señal, le abrió un parpado y una luz le cegó el ojo izquierdo.

-Hay respuesta a la luz… - Dijo monótonamente. Guardó la pequeña linterna y puso la mano (fría por cierto) en su cuello. – Pulso estable... – Llevó la mano hacia el costado donde le dolía y le presionó un poco. Haciendo que Karamatsu liberara un quejido doloroso y arrugara la cara en muestra de ello. – Y también respuesta al dolor…

¡¿No podía preguntarle si sentía dolor y ya?! Ya era suficiente con el que tenia.

-Muy bien. – Dijo alejándose del segundo hijo y con una sonrisa de satisfacción. – Hemos comprobado que Karamatsu-kun está del todo despierto y no es un falso despertar.

-¿Falso despertar? – Preguntó Osomatsu.

-Los pacientes en coma suelen balbucear dormidos o moverse un poco, además de tener los ojos abiertos, son solo reflejos del cuerpo, es más común de lo que piensan. - Dijo mientras se dirigía a la puerta – Volveré en unos momentos para evaluarlo, háganle compañía mientras tanto – Y se fue con una sonrisa. Al mismo tiempo, entraba Todomatsu.

-Mamá y papá vienen en camino. – Aviso con ánimo.

Antes que Karamatsu pudiera decir algo, Jyushimatsu se le lanzó en un abrazo fuerte (y doloroso).

-¡Karamatsu-niisan! ¡Qué alegría que estés mejor!

-Realmente casi te matas en serio, idiota. – Le dijo Osomatsu sonriendo también feliz de verlo bien.

-Pero… ¿Qué pasó? – Preguntó.

-¿No lo recuerdas? Bueno, tiene sentido, después de todo te lastimaste muy mal la cabeza.

-Te caíste al rio cerca de casa. – Dijo Todomatsu.– Y no sobre el agua que digamos.

-¿Ah?

-Empecemos desde el principio. – Dijo Choromatsu. – Karamatsu, ¿qué es lo último que recuerdas?

El nombrado intentó hacer memoria, pero lo único solido que tenia fue cuando volvieron de los baños públicos y se fueron a dormir, esa noche habían comido Udon.

-Eso fue la noche anterior del accidente. Bueno, supongo que fue un día normal, pero a la noche, luego del baño y de dejar las cosas en casa, fuimos a comer a lo de Chibita, ¿recuerdas?

Karamatsu negó con la cabeza, la última vez que debió de ver a Chibita fue mucho antes de su último recuerdo.

-¡Qué mal que no recuerdas lo que pasó! – Exclamó Osomatsu. – Fue una noche tan divertida, definitivamente, me caen mejor todos ustedes cuando están ebrios.

Recibió un golpe en la cabeza por Choromatsu y él fue quien continuó la historia.

-Entonces… Si, bebimos mucho y dejamos a Chibita, cuando caminábamos por el rio, tú estabas detrás de nosotros y te caíste, quizás te tropezaste o algo en la orilla, no nos dimos cuenta hasta que Jyushimatsu lo escuchó y se volvió.

-Todos ya estábamos casi al borde de la risa para verte completamente empapado y ebrio en el rio, pero… - Osomatsu se detuvo con una mirada de vergüenza.

-Algún idiota mal nacido tiró una montaña de escombros ahí… - Dijo Todomatsu con enojo - Y tu justo había caído encima, y te había… - No quiso continuar más y fue Osomatsu quien lo hizo.

-Un tubo de metal te estaba atravesando justo ahí – Le señaló el costado adolorido – Además de que cuando por fin llegó la ambulancia y te sacaron, dijeron que te habías lastimado la cabeza, te golpeaste justo en un pedazo de concreto.

-¡Había tanta sangre! – Exclamó Jyushimatsu con impresión. – Cuando fuimos al hospital, incluso no nos dejaron darte nuestra sangre porque teníamos mucho alcohol.

-¡Y como si no fuera poco! – Osomatsu había puesto un brazo sobre los hombros de Choromatsu. – Te dio un paro cardíaco durante la cirugía, casi cumples el sueño de Pajamatsu de ser 5 hermanos.

-¡Hey! – El de verde le retiró el brazo enojado. Y luego se dirigió al de azul. – Pero es verdad, estuviste muerto 3 minutos. Nos diste un gran susto.

Karamatsu no podía creer todo lo que le habían contado. Estaba sorprendido.

-De todos modos, no te hiciste un gran daño. – Dijo Todomatsu. – El doctor dijo que tenias suerte que ese tubo no haya perforado ningún órgano, solo habías perdido demasiada sangre.

-Y tendrás una linda cicatriz. – Dijo el de rojo sonriendo. – Por fin algo más para diferenciarnos.

Todos habían contribuido a la historia, excepto Ichimatsu quien seguía en la silla mirando hacia otro lado. A Karamatsu le pareció raro que al menos no haya dicho algo como que era un idiota por haberse caído o lo que sea.

El doctor volvió con unas planillas y le pidió a los hermanos que salgan afuera, mientras le tomaba a su paciente unas preguntas para evaluar su condición mental.

Preguntas como: ¿Sabes tu nombre? ¿Qué edad tienes? ¿En qué año estamos? ¿Cuántos son en tu familia? ¿Puedes contar desde 10 hacia abajo? ¿Sabes quién es el primer ministro? ¿Puedes leer esto? ¿Puedes escribir algo?

Eso y más preguntas similares, para medir si Karamatsu estaba ubicado correctamente en el espacio-tiempo, y si estaba en sus plenas facultades mentales. Al finalizar, se comprobó que todo estaba bien.

El doctor sugirió que se quedara un par de días de observación, lo cual su familia aceptó. Los abrazos de su papá y los llantos de su mamá le hicieron saber que era bien querido (al fin y al cabo).


Al anochecer, el horario de visitas había terminado, pero su madre se rehusaba a irse, como era un pariente, podía quedarse, pero los demás insistían que debía descansar, puesto que no había dormido bien los últimos días.

Karamatsu la convenció de que vuelva a casa y que mañana él seguiría ahí.

Se despidieron y se fueron, no sin antes desearle que descanse y que mañana lo volverían a visitar.

El primer indicio de que algo no estaba bien en él mismo, fue cuando le entregaron la bandeja de su cena esa noche.

-Debes estar hambriento. – Le dijo una enfermera mayor. – Te estábamos alimentando con esto. – Le señaló la bolsa blanca casi vacía colgada del poste. – Se llama "Albumina" y son nutrientes, te los pasábamos por la sangre porque en coma era posible que tu sistema digestivo no funcionara correctamente. Quizás hayas perdido un par de kilos, pero no te preocupes, los recuperaras. – Le dio una afectuosa sonrisa y se retiró del lugar.

Había arroz al vapor, un cuenco de caldo de verduras, un pescado pequeño cocinado al horno y un pote de yogurt. Se veía delicioso, pero… Le dio una sensación de repulsión que le extrañó bastante a Karamatsu.

Tomó los palillos y agarro un trozo pequeño del pescado cocinado, cuando se lo acercó a la boca, su nariz se arrugó con desagrado y se le cayó el pedazo.

Karamatsu olió bien la comida, y en vez de sentir más hambre o agua en la boca, una necesidad de vomitar le invadió.

¿Acaso la comida estaba mala o qué? Pero todo se veía bien.

Trató de nuevo con el pescado, pero fue la misma historia. Intentó con el caldo y apenas el líquido tocó su lengua, la escupió sobre la bandeja. El arroz debía de ser diferente, casi no tenía sabor o aroma, y aunque consiguió meterla en su boca, se le hizo un nudo en la garganta para evitar tragarla. Simplemente, sabia horrible. Terminó escupiendola también.

¿Qué demonios le pasaba? ¿Acaso era normal si sentía desagrado y nauseas con la comida al despertar de un coma?

No se molestó en abrir el yogurt.

Karamatsu se sentía con hambre, pero no de la comida que estaba al frente.


Fue la misma historia con el desayuno y el almuerzo del día siguiente, la enfermera se extrañaba cuando volvía y veía la comida casi intacta. Le pidió autorización al doctor para conectarle otra bolsa de albumina.

Lo único que le dijo el doctor era que quizás sufría un desarreglo hormonal por el golpe en la cabeza, causando quizás las nauseas y el deseo de vomitar ante la comida. Si no se le pasaba con los días, debía hacerse un estudio.

A la tarde su familia fue a visitarlo y hacerle compañía hasta la noche. No mencionó nada para no preocuparlos.

La enfermera se asomó a la puerta luego que sus parientes abandonaron el edificio y le preguntó si sentía hambre para traerle la cena.

Karamatsu sí sentía hambre, mucha hambre… Pero pensar en el pescado y el caldo de nuevo le hizo negara con la cabeza a la mujer, quien le dio una reverencia y le deseó buenas noches.


Al día siguiente, cuando los estudios estándares dieron que todo andaba normal. A primera hora de la mañana se le dio la autorización del alta.

Llamaron a su familia. Su padre junto con Jyushimatsu y Todomatsu fueron a buscarlo en taxi.

Karamatsu había recuperado la movilidad y sensibilidad de todo su cuerpo, para su mala suerte, el dolor en sus heridas se intensificaba, pero no había nada mejor que algunos analgésicos para poder solucionar.

Luego de que se despidiera de las personas que cuidaron de él en el hospital, y de que la enfermera le recordara cambiarse los vendajes apropiadamente, el segundo hijo se marchó.

El hambre estaba empeorando, pero Karamatsu se las arreglaba para no demostrarlo.

Cuando llegó a casa, tuvo la esperanza que fuera la comida de hospital lo que lo traía tan mal. Pero cuando vio el espectacular desayuno que su madre había preparado en celebración por la vuelta a casa, el asco volvió más fuerte. Aunque se sentó en la mesa y le sirvieron un poco de arroz para empezar, apenas pudo intentar comer algo.

Cuando su familia notó que no estaba liquidando su cuenco, se excusó diciendo que había desayunado en el hospital, lo cual hizo que sus hermanos se pelearan por su porción de comida.

Se disculpó y se retiró a descasar en el sofá que tenían arriba.

Se hizo un ovillo en el mueble, escondiendo su rostro en sus rodillas mientras luchaba con ese hambre que crecía dentro, su estomago le gruñía, pero muy silenciosamente, sin que nadie más lo notara.

Tenía hambre, pero no estaba seguro de qué.

Karamatsu no sabía lo que le pasaba, y estuvo largo rato en decidirse si aguantar un día más o ir al hospital a la tarde, en serio el hambre lo estaba desesperando. Se quedó dormido.


Cerca del medio día, un poco antes de almorzar, el segundo hijo se despertó. El único que vio en la habitación era Choromatsu, quien leía una revista en el suelo. Cuando se dio cuenta que su hermano había despertado, lo saludó tranquilo.

-Karamatsu, ¿cuando tienes que cambiarte las vendas? – Le preguntó cerrando la revista.

Se supone que 2 veces al día debía cambiárselas y limpiar sus heridas, una a la mañana y la otra a la noche.

-Supongo que ahora. – Le contestó mientras se ponía de pie.

-Te ayudo. – Dijo su hermano menor. Se fue a buscar el antiséptico, los paños y vendas limpias. Karamatsu solo se sacó su sudadera con cuidado puesto que aun le dolía los movimientos bruscos.

Cuando Choromatsu volvió, había terminado de sacarse la playera blanca que llevaba debajo.

Ambos se sentaron en el suelo y el menor, con cuidado, le retiró la venda que tenia puesta, desenrollándola por el torso del mayor.

Estaba a punto de mojar un pedazo de paño con el antiséptico cuando Choromatsu puso una cara de incredulidad.

-¿Qué pasa? – Preguntó Karamatsu.

-Karamatsu… - Dijo como dudando de sus palabras – Tus heridas… ¿Están cerradas?

El nombrado bajó la mirada y vio por primera vez sus heridas (al menos la que tenía enfrente), una línea vertical de aproximadamente unos seis o siete centimetros le surcaba a una altura un poco más arriba de su ombligo, apenas cerca de donde podría estar uno de sus riñones o sus tripas. Las suturas parecían prácticamente inútiles cuando notó que la piel de ambos lados estaba unida uniformemente.

Era imposible, su accidente no tenía ni 10 días de antigüedad. No debería de haberse curado tan rápido.

Choromatsu se movió de lugar para ver la que tenía en su espalda.

-La de aquí también parece cerrada.

-Yo… No lo sé… - Dijo Karamatsu perturbado.

-Quizás… - Choromatsu también parecía confundido, pero no asustado como su hermano. – Las heridas externas se curaron más rápido, pero seguro en el interior aun debe estarse tardando. Aunque claro, no soy doctor.

-Si… Quizás sea eso…

Al final Choromatsu siguió con su deber y limpió dichas heridas para luego ponerle gasas limpias y vendarle como debería.

Esto era el segundo indicio de que algo iba muy mal con Karamatsu. Su hermano en cambio, no le dio importancia al asunto.


Se dirigió a la cocina, un poco asustado, pero con mucha más hambre que antes.

Su madre estaba ausente, pero había dejado un estofado listo en una olla a fuego lento.

Luego de beber unos vasos con agua, se asomó a la gran olla, sacó la tapa y tomando una cuchara, se llevó un poco de esa comida casera de mamá a la boca. Apenas la depositó sobre la lengua, el mismo sabor horrible le invadió, pero usando su fuerza de voluntad, se obligó a tragarlo.

Se le lagrimearon un poco los ojos pero si con eso podía calmar el hambre, todo iría bien…

Inmediatamente quiso intentarlo de nuevo pero antes de acercar la segunda cucharada a su cavidad bucal, su estomago tuvo algo parecido a una contracción. Soltó la cuchara en el suelo y escupió en el lavabo lo que hace unos momentos había conseguido tragar.

Karamatsu se estaba preocupando en serio, ¿qué demonios le pasaba? Nunca tuvo algo parecido, ni tampoco había escuchado de alguien que se asqueaba de comer comida normal.

Si había… Hay un tipo de criaturas que…

Sacó eso de sus pensamientos, era una estupidez, ni siquiera había que decirlo… Pero…

Los ghouls no pueden comer otra que no sea... Eso…

Ghouls, nunca había visto uno, pero una vez cada tanto habían noticias en la televisión.

El peor lugar de todos era Tokio, que tenía más ghoul que humanos y eran habituales los ataques diarios. En su ciudad, por suerte, nunca había cosas así, hace un par de décadas habían puesto un muro rodeando la capital de Japón, evitando el desplazamiento de esas cosas.

Karamatsu no era estúpido, sabía que debían de haber ghouls en su districto, los hay en todo el mundo, pero de que nunca había visto o escuchado de eso, lo había sentir tranquilo.

"Todos ellos están Tokyo, atrapados, no pueden salir, además los Doves nos protegen".

Había una sede en la ciudad, pero parecía una que no tenía nada que hacer.

Los ghouls no pueden comer otra cosa que no sea… tú ya sabes…

No, no.

Era una estupidez.

Se dispuso a limpiar el desastre que había hecho cuando le invadieron más pensamientos,

Los ghouls se curan muy rápido… Además de que son bastantes resistentes…

Quizás el hambre lo estaba enloqueciendo, pero cuando dejo el trapo en su lugar, sacó un cuchillo de cocina de uno de los cajones.

Son muy fuertes y difíciles de matar… Por eso los inspectores usan esas armas tan especiales…

Era verdad, las balas normales y los cuchillos no podían lastimar de verdad a un ghoul, los Doves usaban algo más efectivo. Karamatsu se estaba desesperando, pero un miedo invadió su corazón y no lo dejaría hasta que lo comprobara de una vez.

Colocó su mano sobre la mesada de la cocina y apuntó el cuchillo sobre el dorso.

Dudó unos momentos pero al fin, cerró los ojos con fuerza y se clavó el arma blanca.

Respiró con miedo y lentamente abrió un ojo, y luego el otro. Sin darse cuenta, estaba temblando un poco.

Donde esperaba ver sangre y una herida abierta, descubrió que no había nada, ni un raspón o al menos un rasguño.

Levantó su mano ilesa con un notable espasmo y dirigió su mirada al cuchillo en su otra mano.

La punta estaba un poco doblada.

Dejo caer el cuchillo, sus piernas perdieron fuerza y se tropezó hacia atrás.

Su respiración se agitaba y su cuerpo temblaba descontroladamente.

"No puede ser… No puede ser…"

Karamatsu no se dio cuenta que su madre había llegado y cuando vio a su hijo en el suelo y con un notable ataque de pánico, se acercó rápidamente.

-Cariño, ¿Te encuentras bien?

Antes de que pudiera ponerle una mano sobre su cabeza, Karamatsu se levantó rápido y salió de la casa sin ni siquiera ponerse los zapatos.

Ichimatsu y Jyushimatsu, que estaban conversando en el tejado vieron extrañados como su hermano mayor huía de la casa como si hubiera cometido un crimen.


Karamatsu huyó sin rumbo fijo durante casi una hora, el dolor de sus heridas disminuía, aun sin haber tomado sus analgésicos.

"¿Acaso me estoy curando? ¿Qué diablos soy?" Pensó al notar eso.

Cuando por fin se detuvo, estaba en una zona residencial que él no conocía, pero no le importó. Caminó con cansancio hasta llegar a un parque y sentarse en unas de las bancas.

Ocultó su rostro con sus manos y empezó a respirar profundo, aun estaba muy nervioso. Al cabo de un rato, se tranquilizó y se dio cuenta que había corrido todo este tiempo en calcetines. Se sintió un poco estúpido y se empezó a reír.

La ligera risa se iba convirtiendo en una cada vez más y más histérica. Hasta que se calló de repente.

El primer pensamiento lúcido que tuvo fue "Tengo mucha hambre".

El segundo fue "Soy un monstruo".

Y el tercero fue "¿Qué voy a hacer?"

Luego de eso, su mente se aclaró mejor.

Había que admitirlo… Era un ghoul…

¿Pero cómo? ¿Qué había pasado? ¡¿Qué le habían hecho?!

El hospital, sin duda algo la habían cagado, ¿pero de qué manera? ¿Acaso fue un accidente? ¿Alguien lo había convertido? No es como los vampiros o los hombres-lobos (esos son cuentos).

¡ALGO MUY TURBIO HABIA PASADO!

Karamatsu trató de hacer memoria, se cayó sobre un tubo metálico… Le atravesó un costado pero no tocó sus órganos, solo necesitaba transfusión de sangre… Sus hermanos mencionaron que no podían donarles porque estaban ebrios… Entonces… Le dieron… ¿La sangre de un ghoul? ¿Acaso era posible convertirse en un ghoul así? Aunque claro, no estaba seguro, pudo haber sido algún medicamento, alguna droga, incluso la bolsa blanca que supuestamente lo alimentaba en el hospital.

Pensar en el "cómo" no le llevaba a ningún lado, tenía que pensar "¿qué hacer ahora?"

Entonces, Karamatsu se le vino el mundo abajo.

Ahora era un ghoul, una criatura horrenda que se alimentaba de seres humanos.

Por fin lo dijo…

Tenía demasiada hambre… De carne humana…

Sintió una sensación de apetito al pensar eso abiertamente… Su estomago se lo estaba comunicando…

¡No! ¡No! ¡No!

No podía pensar en eso, no quería comerse a nadie. ¿Y entonces qué haría? Preferiría morir de hambre entonces, no quedaba otra…

Un pensamiento fugaz lo invadió.

"¿Y si mi familia lo descubre?"

Un dolor más fuerte que el hambre lo colmó enteramente.

Lo llamarían monstruo, lo verían con horror y miedo, llamarían a los Doves y…

"No… No harían eso… Sigo siendo yo"

"Nadie puede saber esto"

Karamatsu se quedó en ese parque hasta el anochecer, cuando después de meditar varias horas, decidió su plan.

Tenía que regresar a su casa, tomar sus cosas e irse lejos.


Cuando volvió a su hogar, sus medias estaban negras de tanto caminar. Era casi hora de la cena, pero no había ruidos ni nada en la casa. ¿La casa de los sextillizos tranquila? Que extraño.

Karamatsu se sentía muy cansado y hambriento, trató de resistir lo que pudo, pero sentía que podía desmayarse en cualquier momento.

Cuando pasó por la sala de estar, vio a Ichimatsu en un rincón.

-Por fin regresas. – Le dijo con su voz desganada.

Karamatsu se le quedo viendo hipnotizado, había algo que no dejaba apartar la vista de su hermano.

-Nuestros padres fueron al hospital a ver si habías regresado, los demás se separaron para buscarte... Y yo… Preferí quedarme a esperar.

El segundo hijo seguía en silencio, viendo con palidez y un extraño e intranquilo sentimiento.

-Seguro todos regresaran en cualquier momento, así que… Karamatsu, tengo que hablar contigo.

Ichimatsu se levantó y se acercó lo suficiente para estar enfrente de su hermano.

-Te ves terrible… - Le digo sin pensar cuando vio el rostro demacrado de su hermano, se avergonzó por lo que dijo pero cambió de tema – Escucha, tengo que decirte algo… El día que te caíste al rio… En realidad... Yo fui quien te empujó…

Karamatsu no estaba escuchando nada desde que vio a Ichimatsu en el rincón al primer instante. Algo en el se había adormilado y otra cosa había despertado: Hambre.

-Estaba jugando, no recuerdo qué me dijiste pero… Si recuerdo que quería lastimarte… Pero no gravemente… No de esa manera Karamatsu – Dijo mirando el suelo. Ese día Ichimatsu se sintió muy fatal en toda su vida, casi mataba a su hermano y realmente era algo que lo carcomía por dentro.

Mientras tanto, el otro Matsuno solo tenía una sola cosa en la mente…

Hambre…

-Los demás no lo vieron y pensaron que te habías caído…

"Tengo tanta hambre…"

-Yo solo esperaba que te cayeras al agua y ya. No creí que hubiera una montaña de basura ahí...

"Algo huele muy bien…"

-Lo que quiero decir… Es que… - Ichimatsu suspiró y lo sacó de su pecho – Lo siento mucho, en serio.

"Tengo… Mucha… Hambre…"

Dentro de la mente de Karamatsu, se volvió todo negro.

Cuando el menor de los hermanos estaba a punto de cuestionarle al otro si lo estaba escuchando. Karamatsu se lanzó sobre él abriendo la boca sobre su cuello.


Notas: Si en la películas vieron que el paciente en coma despierta de golpe, de un grito o algo así, les aviso algo del mundo real: ES UNA MENTIRA. Podría explicarles el por qué, pero si tienen google, será mejor para todos xD