Summary: Gajeel Redfox quiere dejar atrás su vida de delincuente y acaba inscribiéndose en el Instituto Fairy Tail. Allí conocerá a la persona que será la más importante de su vida. ¿Podrá Gajeel empezar una nueva vida o los fantasmas del pasado le golpearán de nuevo impidiéndole ser feliz? [Gajevy, UA, época actual]

Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima. Esta historia está inspirada en el segundo OVA de la serie y en algunas imágenes que circulan por la red, sobre todo, en las pequeñas obras de arte que nos deja la gran artista Rusky Boz.

Instituto Fairy Tail: un nuevo comienzo

Capítulo 1

En uno de los barrios especiales de Tokio, más concretamente en Bunkyō, ya había comenzado la primavera. Era principios del mes de abril y eso significaba que, una vez más, las puertas del instituto de preparatoria "Fairy Tail" se abrirían para comenzar el inicio de un nuevo curso académico.

Levy McGarden, estudiante de 2º año, era una joven algo más bajita que las chicas de su edad. Su constitución era delgada pero tenía curvas, sobre todo, en la cintura y en las caderas. Su pecho era de un tamaño normal, ni demasiado grande, ni demasiado pequeño, sin embargo sentía un gran complejo de inferioridad por su tamaño al ser, dentro de su grupo de amigas, la que tenía la talla más baja de sujetador. A pesar de su complejo, había partes de su cuerpo que sí le gustaban como, por ejemplo, su color de pelo azul cielo, del cual se sentía tan orgullosa que llevaba su frondosa melena a la altura de los hombros, y sus grandes y expresivos ojos de color avellana. Su piel era un punto a su favor también, la tenía tan hidratada y bonita que apenas necesitaba maquillaje; solía llevar una discreta sombra de ojos rosa palo, rímel negro en sus pestañas y un ligero brillo labial.

Por supuesto, al igual que todos los adolescentes que iban a un instituto, llevaba puesto el uniforme oficial de su centro: una chaqueta de color azul marino con el emblema del centro en color dorado a juego con los puños, botones y demás detalles decorativos; debajo, la joven portaba un suéter amarillo con una camisa blanca muy sencilla; la falda era corta, algo más corta de lo recomendado, que eran cuatro dedos por encima de la rodilla, y de un color gris oscuro a cuadros; en el cuello, en vez de la corbata que solían usar los hombres, llevaba un bonito e inmaculado lazo rojo. Para personalizar su indumentaria, además, llevaba una linda cinta en el pelo que usaba como diadema. La cinta era de color negro y, en uno de sus lados, tenía el detalle de una orquídea blanca. Negros también eran los leggins que llevaba. Le gustaba llevarlos, no sólo para prevenir el frío que aún hacía en esa época del año, sino también para evitar que algún desaprensivo le hiciera fotos de su ropa interior por debajo de su falda, algo que, aunque desagradable, solía pasar durante los viajes de metro hasta la escuela. Los zapatos y su mochila eran de color marrón tierra.

A pesar de que las clases empezaban a las 8:30 de la mañana, Levy solía llegar un poco antes al instituto. Aunque siempre desayunaba en su casa, le gustaba tomarse un café con leche, con extra de azúcar, antes de empezar sus clases; eso le daba la energía que necesitaba para enfrentarse –intelectualmente hablando– a todo el día que tenía por delante. Sí, efectivamente, Levy era una joven de 16 años (recién cumplidos, ya que su cumpleaños era el 21 de marzo) adicta al café y… ¿por qué no decirlo? a los libros también…

Ese lunes 4 abril, la adolescente, mientras se tomaba su café matutino con tranquilidad, esperaba en la entrada de su escuela a su grupo de amigos. Al ser ese día el inicio de las clases, en medio del patio principal, había un panel enorme con la lista de alumnos. Esa lista estaba dividida por cursos y grupos. Con mucha atención, Levy buscaba su nombre para averiguar en qué clase la habían adjudicado. No tardó demasiado en encontrar su nombre: McGarden, Levy: 2-1. Una vez que halló su nombre, comenzó a leer el resto de compañeros de su clase… ¡No podía creerlo! ¡Le había tocado compartir aula con sus amigos!

Otro año más estaría con Lucy Heartfilia, su mejor amiga, a pesar de que se conocieron solamente hacía un año. Precisamente fue en el inicio escolar del curso pasado. Ambas se perdieron por el centro y ese pequeño despiste, sumado a un amor incondicional por la lectura, dio lugar a una amistad que seguramente duraría hasta el final de los tiempos. Su gran amistad sólo podía compararse a una especie de hermandad que sentía por otros de sus amigos, ya que a éstos los conocía desde su más tierna infancia: Natsu, el cual era el novio de Lucy, era un tipo enérgico y positivo; Gray, un chico tímido pero muy leal; Erza, una mujer fuerte, valiente, decidida; Jellal, la pareja de Erza, un muchacho maduro y algo introspectivo; Cana, una adolescente divertida, festera y muy amigable; y, por supuesto, sus mejores amigos, Jet y Droy, dos chicos muy alegres que siempre la colmaban de atenciones. También conocía a otros de sus compañeros como a los trillizos Strauss, Mirajane, Lissana y Elfman, con los que se llevaba estupendamente; a la pareja más adorable y encantadora de la escuela, Bisca y Alzack; y al cuarteto algo conflictivo del centro: "la tribu del Rayo", denominado así por el sobrenombre de su líder Laxus "el Rayo". El resto de sus integrantes del grupo eran: Freed, Evergreen y Bickslow. Los cuatro tenían 17 años. El curso pasado se metieron en líos de peleas con otros institutos y el director del centro, Makarov, paradójicamente el abuelo de Laxus, les expulsó un mes en el último trimestre. Así, no era de extrañar que suspendieran los exámenes finales, por lo que su tutor les recomendó –y obligó– a repetir el segundo curso. Levy deseó internamente que la actitud de "la tribu" hubiera cambiado, de lo contrario, sería un suplicio estar en la misma clase que ellos. La joven, al igual que cualquiera con dos dedos de frente, odiaba la violencia y a todo aquel que la empleara injustamente.

Con suma puntualidad, la ceremonia de inicio de las clases comenzó a las 8:30 am en el Salón de Actos del centro. Levy ya se había reunido con sus amigos y todos ya se habían colocado en su fila correspondiente. Como todos los años, el director emitió un saludo a los nuevos y antiguos estudiantes y mencionó quienes iban a ser los tutores de cada grupo: el señor Clive, más conocido por su nombre de pila Gildarts (que, además era el padre de Cana) sería su tutor este año. Levy suspiró aliviada, al menos sabía que con este profesor la violencia estaba más que prohibida.

Para finalizar el acto, el o la mejor estudiante de las pruebas de acceso tenía que dar un breve discurso. Eso era lo acostumbrado. Levy recordó con pavor cómo se tuvo que subir al podio el año pasado y no pudo sentir más que lástima, empatía y comprensión por la joven que ahora se subía al escenario mientras temblaba como una hoja. Sabía perfectamente cómo se sentía: nerviosa y avergonzada. Levy era una persona muy tímida, sobre todo, con los desconocidos, pero, una vez confiaba en la otra persona, era una joven muy divertida, incluso en ocasiones algo atrevida y mordaz en sus comentarios.

Por fin estaban en su clase, la 2-1, el primer aula del segundo piso. Era la típica clase de instituto: dos puertas de acceso al aula, una que daba a la pizarra y a la mesa del profesor, y otra que daba al casillero, el cual estaba situado al final de la clase. En el casillero solían dejar los libros, bolsas y demás utensilios que necesitaban. Había 30 pupitres individuales que se dividían en 5 filas de 6 asientos cada una.

Al ser el primer día de clase, todos podían sentarse en cualquier sitio; no tenían ningún pupitre previamente establecido. Normalmente los asientos se elegían por azar mediante un sorteo oficiado por el tutor, pero eso podía cambiar ya que dependía de la voluntad del profesor. A Levy no le importaba dónde sentarse mientras que fuera junto a una ventana. Le encantaba que la luz del sol le diera en la cara mientras leía; era una sensación de calidez que amaba.

Como era habitual, enseguida los asientos de la parte de atrás se llenaron por lo que sólo quedaban libres las dos primeras filas. Lucy, a pesar de que procedía de una familia adinerada y con un gran estatus social, no tenía los modales refinados de una dama, sino que era algo más brusca, por no decir bruta. En este sentido, Levy era mucho más comedida, razón por la cual siempre era la última persona a la que atendían en la cafetería y siempre se le colaba alguien en alguna fila… No sabía imponerse, al contrario que Lucy. De modo que, la joven Heartfilia fue corriendo a por los dos asientos libres que quedaban cerca de la ventana: uno era para ella y otro para su querida Levy, evidentemente.

Entrando a la clase, justo en la puerta, la joven peliazul podía ver todo el jaleo del aula: las risas, los gritos, el movimiento de un lado hacia otro… Había mucho follón y cuando había mucho jaleo ella se sentía algo descolocada, fuera de lugar. De pronto, un compañero se chocó con ella y le dio un empujón:

-Perdona Levy, no te había visto.- se excusó el joven, Warren creía que se llamaba. Le conocía de vista.

-No pasa nada- dijo Levy tocándose el hombro izquierdo.

Del golpe, su mochila cayó al suelo. Al agacharse a recogerla, notó que había alguien detrás de ella.

-Bonito culo.- escuchó decir a un chico con la voz muy profunda. No reconoció la voz.

Levy cogió rápidamente la mochila, se incorporó y la puso en su hombro derecho. Se giró para ver quién había hecho el comentario. Con la cara roja, rojísima, y muerta de vergüenza pudo ver a un joven muy alto, corpulento, con el pelo moreno y largo, su cara estaba llena de peircings y además, estaba sonriendo con autosuficiencia. Los ojos del joven eran de un color rojo carmesí impactante; tenía una mirada vil y profunda. Parecían los ojos de un ogro.

La situación era tan embarazosa que, agachando su cabeza, sólo pudo huir en dirección a su amiga sin decir ni una palabra. Estaba muerta de vergüenza. Colocó su mochila encima de la mesa y se sentó en el asiento de la primera fila deseando que le tragara la tierra. El otro chico se sentó en primera fila también, pero justo en el otro lado de la sala, junto a la pared.

Nada más entrar el joven en el aula se hizo un silencio sepulcral. Después se podía oír murmurar…

-¿Quién es ese tipo?

-¡Da miedo!

-Parece un delincuente…

-¡Es un delincuente! ¿No sabéis quién es? ¡Acero Negro Gajeel!

-¡No puede ser!

-¡Sí, es él!

-Pero… ¿no estudiaba en el Phantom Lord?

-Así era, pero el año pasado le expulsaron por violento. Creo recordar que hubo tal pelea que el instituto tuvo que cerrar. Quizá por eso lo han enviado aquí…

-¡Qué horror!

-¡Pues sí! Ahora resulta que, además de los de la Tribu del Rayo, tenemos otro delincuente…

-¡Los delincuentes son de lo peor!

-¡Queréis callaros de una vez!- gritó Laxus poniendo los pies encima de la mesa. Estaba sentado en la última fila y pudo escuchar perfectamente todos los comentarios que se habían hecho. – No me dejáis dormir con tanta cháchara.- dijo mientras se recolocaba cómodamente en la silla. El resto de su grupo sonrió diabólicamente asustando a la mayoría de la clase.

-¡Gajeel-kun no es un delincuente! Juvia no permitirá que hablen mal de su amigo.- habló una joven que acompañaba al moreno.

-No te molestes, mujer. Pasa de estos idiotas, yo lo hago.- comentó despreocupadamente mientras se estiraba en su silla.

-Pero Gajeel-kun…

En ese momento entró el docente responsable en el aula.

-¡Buenos días! Soy el profesor Clive y este año me toca ser vuestro tutor. Alguno de vosotros ya me conocéis… -miró a su hija, la cual suspiró con desagrado por el comentario, y también al grupo de Laxus.- Pero, para los que no sabéis nada sobre mí, os diré dos cosas. La primera, podéis contar conmigo para lo que necesitéis, estoy dispuesto a escucharos, aconsejaros y a toda esa clase de mierdas, ¿de acuerdo? Pero… y aquí viene la segunda cosa… si os pasáis de listos, os metéis en broncas o veo el más mínimo de violencia en mi clase, pienso hacer que os arrepintáis. ¿Está claro? – un silencio absoluto reinó en la sala. – He preguntado si está claro… No me gusta repetirme.

-¡Clarísimo! – respondieron la mayoría. El resto afirmaron con sus cabezas.

-Me da igual si sois repetidores o si venís de otros centros… Las reglas son las mismas para todos. Incluso para el idiota de Natsu Dragneel…

-¿Quién es el idiota, idiota?

-¡Calla, Natsu!

-Pero Luce…

-No tengo todo el día para estar aquí con vosotros perdiendo el tiempo. Ahora quiero que hagáis el sorteo de los pupitres. La verdad, me da igual dónde os sentéis, pero no quiero que me deis el coñazo con ese tema. Después, elegid a un delegado. Me da igual si es voluntario o no. El caso es que tiene que haber un delegado y un subdelegado, ¿de acuerdo? Cuando lo sepáis que venga a buscarme a la sala de profesores. Allí le daré las hojas con el horario y la programación de las clases y os lo repartirá… ¿vale? ¡Ah! Recordad que hoy es el día para apuntaros a los clubs, así que si queréis participar en alguna actividad extraescolar, ya podréis hacerlo. Si tenéis dudas o algún problema, buscadme. Si no estoy en la sala de profesores, estaré en la cafetería. ¿Ha quedado claro?

-¡Clarísimo!

-Perfecto. Nos vamos a entender muy bien…- terminó de decir marchándose de la clase.

-¡Maldito Gildarts! ¡Me ha llamado idiota!

-Es que lo eres, Natsu.

-¡Cállate Gray! ¡Tú sí que eres idiota!

-¿Quieres pelea? – preguntó Gray quitándose la chaqueta.

-¡Basta ya! – ordenó una pelirroja.

-¡Erza!

-Antes que nada deberíamos hacer presentaciones. Hay nuevos estudiantes.- comentó la joven mirando a los dos nuevos integrantes del grupo.

-¡Hola a todos! Soy Juvia y éste es mi amigo Gajeel. Juvia está encantada de conoceros.

-¿Venís de Phantom Lord? – preguntó Gray mientras se quitaba el jersey.

-Así es, pero no somos unos delincuentes. Al menos, ya no…

-¿Ya no?

-¡Hemos cambiado! Y todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. Al menos, eso piensa Juvia…

-No pareces una mala chica…- comentó Gray quitándose la camisa y mostrando su pecho.- Soy Gray Fullbuster.- se presentó.

Juvia se quedó mirando fijamente al joven mientras sentía como sangraba por la nariz. ¡Era un chico guapísimo, además de bondadoso!

-¡Gray-sama! ¡Juvia está enamorada!

-¿Qué? – gritó el joven al ver cómo la chica se lanzaba a sus brazos. Fue un amor a primera vista. Un auténtico flechazo.

-Yo soy Erza Scarlet: presidenta del Consejo de Estudiantes. Mi obligación es que reine la paz y la concordia en el instituto, así que si alguien os molesta, no tenéis nada más que decírmelo…

-¡Erza debería ser la delegada! – dijo alguien mientras Gajeel continuaba en silencio con un semblante aburrido. ¿Por qué demonios su padre le había apuntado a este centro de locos? Se preguntaba molesto.

-Mi querida Erza tiene demasiadas responsabilidades. No tiene tiempo para esta labor…

-Jellal… Siempre preocupándote por mí.- ambos se sonrieron amorosamente. Se notaba que eran una pareja consolidada. – Es verdad. Tengo mucho trabajo con el Consejo, además también soy presidenta del Club de Kendo… No podría ser delegada aunque quisiera. Pero tengo una propuesta: Levy. Levy debería ser nuestra delegada. Es la persona más inteligente y capaz que conozco.

-¡Es verdad! – apoyó Lucy.- ¿Tú qué piensas Levy? ¿Te parece bien?

-Yo… no sé…

-¡Sí! Tú puedes, Levy.

-¡Eres la mejor! – la animaron sus dos grandes amigos: Jet y Droy. Otros compañeros también se mostraron de acuerdo.

-En ese caso.- comenzó a decir la joven peliazul.- no me importaría ser delegada. Pero necesito un subdelegado.

-¡Yo me presento! – dijo Lucy muy enérgica.- ¡Así estaremos juntas!

-¡Perfecto! Ahora vamos a preparar el sorteo del pupitre.- comentó Erza.- Escribid vuestros nombres en un papel. Los meteremos en esta bolsa y una mano inocente irá sacando nombres y…

La joven pelirroja terminó de explicar el proceso del sorteo. Poco a poco, cada alumno iba obteniendo su pupitre. Algunos estaban conformes, otros no tanto, pero, estando Erza al mando, nadie se atrevía a contrariarla.

Levy estaba contenta. Le había tocado el asiento de la última fila junto a la ventana y, además, Lucy estaba delante de ella. ¡Era perfecto! Bueno, a decir verdad, casi perfecto. Si no fuera porque precisamente el chico nuevo, el moreno de los peircings, delincuente –o exdelincuente del Phantom Lord según Juvia– le había tocado justo a su lado.

Gajeel cogió sus pertenencias y las dejó de mala manera sobre su mesa. Se dejó caer en la silla en silencio. Levy le miró de reojo y volvió a ponerse colorada recordando el comentario que le hizo sobre su culo.

-¿Por qué me ha tenido que tocar estar entre Gajeel y Laxus? – se quejó Natsu.- ¡Prefiero estar junto a Luce! Cámbiame el sitio, Gray.

-¡Una mierda! – contestó Fullbuster. Le había tocado estar delante de Lucy. A su izquierda estaba Erza.

-¡Desde aquí Juvia puede ver perfectamente a Gray-sama! – declaró la joven que estaba precisamente detrás de Erza y delante de Gajeel.

El jaleo volvía a adueñarse del lugar. Mientras unos y otros comenzaban a recriminarse la suerte o la desgracia de estar sentados en un pupitre, Levy aprovechó para levantarse discretamente y salir de clase. Al ser la nueva delegada, debía ir a por los horarios a la Sala de Profesores como bien había indicado antes el profesor Clive. Erza se ocuparía de imponer la paz nuevamente. O, al menos, eso pensaba ella. No tardó ni 15 minutos en regresar y la clase estaba mucho peor de como la había dejado. Las mesas estaban revueltas, las sillas por los suelos y las mochilas volaban de un lugar a otro. Ella debía entregar a cada compañero la información sobre el curso pero… ¿cómo hacerlo si estaban peleándose unos contra otros? Aquello parecía un campo de batalla. Se notaba que el profesor Clive no estaba, de lo contrario, esta situación hubiera sido impensable.

Levy pensó que podría pedir ayuda a su amiga Lucy, pero ella estaba demasiado ocupada frenando a su novio como para ir repartiendo papeles. Después pensó en su otra gran amiga Cana, pero ésta había desaparecido del aula, probablemente estaría en la cafetería tomando algo. Si fuera por Cana, se pasaría el día bebiendo, preferiblemente alcohol, pero en el instituto se tenía que conformar con bebidas energéticas como el Monster. Finalmente buscó a Jet y a Droy, estaba a punto de pedirles ayuda cuando ellos se ofrecieron a hacerlo.

-¡Yo te ayudo Levy!

-¡No! ¡La ayudaré yo!

-¡Que no, pesado! ¡Esto es cosa mía!

-¡Me niego!

Levy suspiró y decidió empezar a repartir los horarios ella misma. Si no podía entregar en mano el papel, lo dejaba en las mesas. Ya casi había acabado con su cometido. Sólo tenía que darle la información al chico nuevo y ya podría irse a su club: era la editora de la revista semanal "Sorcerer Magazine". Lucy ejercía de redactora y Jellal de fotógrafo.

Con algo de miedo y también de vergüenza se dirigió a Gajeel con una voz tímida y suave.

-Perdona…- empezó a decirle, pero él parecía no darse cuenta de su existencia.- Oye…- seguía sin contestar.- Esto…- silencio por su parte. Levy se cansó de esperar a que la escuchara.- ¡Los horarios! – dijo con una voz más fuerte pero sin llegar a gritar.

-¿Eh? – finalmente Gajeel se giró para verla.- ¿Qué quieres?

-Aquí tienes el horario y la programación del curso. – le tendió la información. Él la recogió.

-Eres muy bajita. Pareces un camarón.

-¡¿Cómo dices?! – se alteró mucho la joven.- Se supone que debería dar las gracias y no ponerte a criticar. Además, no soy tan bajita. Mido 1m 56cm. – Gajeel se rio, lo que provocó un mayor enfado en la joven.

Evidentemente para él, que medía 1m 82cm, ella era muy bajita. Lo normal era que las chicas de su edad midieran entre 1m 60 cm, como Lucy, y 1m 70 cm, como Erza. Pero, él tampoco tenía una estatura habitual, sino que era algo más alto de lo normal. Lo común era que los chicos midieran entre 1m 70 cm, como Natsu, y 1m 80 cm, como Laxus.

Al ver la cara de la chica roja por su enfado, Gajeel volvió a repetir.

-Sí, eres un camarón.

-¡Y tú un idiota!

Levy recogió su mochila y se marchó indignada. Gajeel continuó riéndose por el enfado de aquella… ¿cómo la llamó en sus pensamientos? Enana.

Fin capítulo 1.

Notas de autora: Este fic es una adaptación de la serie, por lo que habrá cosas que coincidan con el manga o el anime, pero otras no. Por ejemplo, las alturas de los personajes son inventadas. Se trata de una interpretación libre y personal sobre Fairy Tail que puede, o no, coincidir con la de la otros fans. Espero y deseo de todo corazón que os guste.