¡Hola a tod s! Continúo con mis dos fanfics en marcha, pero la musa me secuestró el otro día y no puedo evitar publicar este mini fic de la serie "Supergirl", con la pareja "Supergirl/Kara y Cat Grant como protagonista. Será una historia de unos 4 capítulos, ya la tengo escrita casi del todo, no sufráis porque se pueda eternizar. Es sólo una pequeña idea que me vino y quería compartir. Espero que os guste :)

DISCLAIMER: Ni la serie "Supergirl" ni sus personajes me pertenecen.
A/N: Este fanfic transcurre días después del capítulo 20 de la primera temporada.


CAPÍTULO 1: LA VENGANZA DE MAXIMA

Alex y Hank la habían informado de una peligrosa fuga en el DEO. La orgullosa y perversa Maxima y tres presos más se habían escapado. Kara no dudó en ponerse el traje de Supergirl y volar hasta la última posición conocida de los convictos. Dio con ellos y los enfrentó. Pero las cosas no salieron bien. Además de la superioridad numérica, los cuatro llevaban armas aderezadas con kryptonita, seguramente obtenidas en el DEO, y la balanza no tardó en inclinarse a su favor.

En pocos minutos, Kara estaba recibiendo muchos más golpes de los que lograba dar. Y pronto empezó a notar el cansancio de tanto esquivar los filos de color verde. Maxima aprovechó la situación, y consiguió cogerla por sorpresa, apuñalándola en el costado. La hoja de kryptonita penetró en la carne de Kara como si fuera de mantequilla, provocándole un dolor agudo que la hizo retorcerse y chillar.

—Parece que esta pelea tendrá un final distinto, Supergirl —se pavoneó Maxima.

Kara trató de alcanzar el puñal para sacárselo, cuanto más tiempo estuviera su sangre en contacto con la kryptonita, más daño le causaría. Pero la hoja había penetrado varios centímetros y el daño era mayor del que esperaba. Apenas rozó la empuñadura, ni tan siquiera pudo cogerla por completo, mucho menos tirar de ella. Maxima aprovechó para animar a sus tres compañero a golpearla. Kara parecía una muñeca sin voluntad en sus manos. Intentó comunicarse con Alex y Hank, pero el transmisor se había dañado en la pelea, maldijo su suerte, estaba sola. Los golpes se sucedían. Si no escapaba, la matarían. Así que, los atacó con su visión infrarroja y después saltó a los cielos para volar lejos de allí. Empleó todas sus fuerzas, y, finalmente, logro despistarlos.

Cada segundo que seguía volando, se sentía más debilitada. Necesitaba sacarse el cuchillo, pero, ¿cómo si ella estaba demasiado débil? Su vuelo se volvió errático. Se estaba quedando sin fuerzas. Caería en cualquier momento, y entonces nada podría salvarla, porque la kryptonita seguiría en contacto con su sangre. Apretó los dientes, sentía tanta impotencia, ¿se había acabado todo? Y entonces, sus ojos divisaron el logo del edificio CatCo y un pensamiento cruzó su mente, «miss Grant».

Cat Grant solía trabajar hasta tarde, existía la posibilidad de que todavía estuviese allí. Si no era así, seguramente moriría en el balcón en el que tan buenos y no tan buenos momentos había compartido con su jefa.

Al acercarse más al edificio, creyó ver luces en el interior del despacho de miss Grant, pero ya no sabía si eran reales o fruto de su desesperación y la falta de sentidos debida a su herida. Aterrizó tras golpearse con el antepecho de obra, cayendo de rodillas. Tuvo que apoyar las manos en el suelo para no golpearse también la cara. El dolor que sentía en el costado era ya insoportable. Los ruidos del aparatoso aterrizaje sobresaltaron a alguien, que se apresuró en salir al balcón, era Cat Grant. Kara sonrió.

—Miss Grant… —logró pronunciar con dificultad. Cat jamás había visto así a Supergirl.

—¡Dios mío, Supergirl! —exclamó Cat mientras se agachaba junto a ella, visiblemente asustada por el estado de la joven— ¿Quién te ha hecho esto?

—Necesito… su ayuda… —imploró la última hija de Krypton.

—¿Qué?, ¿mi ayuda? —Cat balbuceó con torpeza, sobrepasada por la situación— ¿Qué puedo hacer yo?

—Tiene que… sacarme el cuchillo… —Haciendo acopio de sus últimas fuerzas, movió la mano, inclinándose un poco hacia Cat para mostrarle la herida— es de kryptonita… soy vulnerable a ella… me está matando.

—Pero yo… no… —Cat se echó un poco hacia atrás— No soy médico… puedo hacerte más daño.

—Por favor… si no me lo saca… moriré —farfulló, al tiempo que se tumbaba de lado, dejando a la vista el cuchillo.

Cat Grant siempre había sido un poco aprensiva con la sangre, especialmente la ajena, pero si no reaccionaba pronto, Supergirl moriría delante de ella. No, no podía permitirlo. Aquella joven noble y valiente le importaba demasiado.

Las manos le temblaban, pero se movían con determinación. Kara la guió, hasta que el arma de hoja verde estuvo totalmente fuera de su carne. Cat lo arrojó a una esquina del balcón y Kara empezó a respirar mejor y a sentir que la vida regresaba a su cuerpo, aunque todavía estaba bastante débil. La kryptonita había estado mucho tiempo en contacto con su sangre.

—Gracias, miss Grant… —pronunció— Si no llega a estar aquí…

—Es lo menos que podía hacer por ti, Supergirl… —afirmó Cat— Y hablando de hacer, ¿te puedo…? —Empezó a hacer gestos con las manos, mirando el feo corte de su costado.

—Sí, me vendrá bien, gracias —contestó Kara con una leve sonrisa.

—De acuerdo, vamos —dijo Cat. Entonces, la cogió de la cintura y la ayudó a erguirse. Kara apoyó su peso en la mujer. Qué surrealista le resultaba que Supergirl dependiera así de ella, pero la sensación le gustó.

Caminaron con calma hasta un sofá del interior del despacho principal y Kara pudo sentarse. Cat se ausentó un momento para regresar después con un botiquín. Lo abrió y empezó a sacar gasas, alcohol y alguna cosa más que Kara desconocía, nunca se hacía heridas y no estaba acostumbada a curárselas. La rubia tuvo que contenerse para no reír cuando vio a Cat remangarse la chaqueta del traje antes de empezar a curarla. Le limpió la herida con alcohol, Kara soltó un gemido lastimoso, sorprendida por lo mucho que escocía aquel líquido transparente.

—Lo siento… perdona… —se disculpaba Cat— No quería hacerte daño.

—Tranquila, es sólo que no estoy acostumbrada a que me hieran así, siga por favor —pidió Kara.

Lo cierto era que le gustaba el cuidado con el que Cat la estaba tocando, como si fuese tan frágil como cualquier mujer humana. Sintió ternura ante su delicadeza. Cat, por su parte, procuraba no apretar mucho, preguntándose mil veces si lo estaría haciendo bien. Aunque estaba débil, seguía siendo Supergirl, su cercanía le imponía más de lo que admitiría nunca. Y ese perfume, ese maldito perfume tan familiar que la turbaba. Unos minutos después, Kara tenía el costado vendado.

—Gracias, miss Grant —exclamó Kara, aceptando el vaso de agua que Cat le ofrecía—. Ya me voy sintiendo mejor.

—De nada —replicó Cat a unos pasos de ella, sin dejar de observarla.

—¿Podría prestarme un teléfono? —pidió Kara.

—Claro, ten —Cat le dio su propio teléfono móvil.

Kara se comunicó con Alex para informarle de lo que había sucedido. Seguían sin saber cómo los cuatro fugados habían logrado escaparse y robar las armas de kryptonita. ¿Acaso alguien los había ayudado desde dentro del DEO? Su hermana le pidió que tuviera cuidado, porque seguían sin localizarlos, y podrían atacarla en cualquier momento, pues parecía que Supergirl fuera su objetivo. La rubia sonrió pensando en Alex después de colgar. Siempre tan protectora, como buena hermana mayor.

—¿Todo bien? —preguntó Cat, incapaz de aguantar el no saber lo que sucedía.

—Sí, miss Grant… —contestó Kara mirándola a los ojos— Gracias a usted.

Cat se quedó paralizada con aquella mirada azul cielo. De alguna manera, le llegaba la tremenda energía de Supergirl. Sentía que era cierto que se estaba recuperando. Después, Kara se levantó del sofá.

—Será mejor que me vaya, no quiero molestarla más. —Cat frunció ligeramente el ceño, no quería que se marchase, todavía no.

—No me molestas, Supergirl —aseguró con una sonrisa demasiado convincente.

—Bueno, he interrumpido su trabajo, y yo no…

Ya no habló más, tuvo el tiempo justo para envolver a su jefa con su cuerpo y protegerla de los disparos que destrozaron las puertas de vidrio del balcón. Dio gracias a Rao por haberlos escuchado acercarse antes de que fuera tarde, pero lamentó no reaccionar antes, y todo porque Cat Grant le estaba sonriendo.

—Miss Grant, ¿se encuentra bien? —preguntó con la respiración acelerada por la adrenalina. Su jefa levantó un poco la cabeza para poder mirarla.

—Sí… creo que sí… —susurró Cat todavía atontada por el inesperado ataque.

—¡Váyase de aquí, rápido! —exclamó Kara mientras la liberaba de sus brazos.

Al volverse hacia el balcón, vio a dos de los tipos que la habían atacado antes junto a Maxima, y se sintió mareada. En sus manos llevaban armas con el característico color verde de la kryptonita. No podía avisar a su hermana, tendría que enfrentarlos sola otra vez.

Cat trató de llegar a los ascensores, pero un tercer tipo se presentó frente a ella de repente, haciéndola sobresaltarse.

—¿Y ahora qué? —pensó en voz alta.

Supergirl fue consciente de la situación comprometida de Cat y cambió de estrategia rápidamente. Se desplazó hasta donde estaba la mujer y lanzó sus rayos infrarrojos contra el tipo, que la creía peleando con sus compañeros. Lo dejó fuera de juego, pero los otros dos seguían allí, bloquándoles la salida. Sólo tenía una opción, retirarse nuevamente, y ahora contaba con más fuerzas, debía aprovecharlas para sacar de allí a Cat. Para sorpresa de la mujer, Supergirl no encaró a los tipos, sino que golpeó la pared de la oficina para romperla, abriendo camino hacia el hueco del ascensor. Después, cogió a Cat de la cintura, apretándola contra su cuerpo sin titubeos. Cat suspiró, desprevenida.

—Confíe en mí.

—Siempre lo hago —afirmó Cat.

—Y agárrese fuerte —añadió la rubia.

—No me lo dirás dos veces —bromeó, mientras se aferraba a la espalda de Supergirl, imaginando el motivo de su petición.

Instantes después, ambas volaban por el hueco, hasta que Supergirl abrió otro agujero en la pared y salieron al exterior. Entonces, Kara aumentó la velocidad de vuelo, para asegurarse de que sus enemigos no las alcanzarían. Haber recuperado un poco las fuerzas durante su estancia en CatCo le permitió aguantar el ritmo durante unos minutos, logrando escapar por segunda vez.

Pero este vuelo apresurado significó para Cat Grant algo más que poder salvar sus vidas. Estar tan cerca de Supergirl le hizo volver a oler aquel perfume tan familiar para ella, y terminar de comprender que siempre había tenido razón. Como dos gotas de agua, la misma complexión, el mismo cabello rubio, la misma sonrisa perfecta, los mismos ojos azules, la misma voz, incluso el mismo perfume… tantas similitudes, y Cat Grant no creía en las casualidades. Logró engañarla una vez, a saber con qué truco, pero no lo haría una segunda. Su instinto de periodista se lo había estado gritando desde las primeras apariciones de Supergirl. La mujer que la llevaba en brazos con amorosa protección era Kara… Kara Danvers, su leal y eficiente asistente personal, su ángel guardián dentro y fuera de CatCo. Sintió el impulso de abrazarla más fuerte pero se contuvo.

«Eres tú… —pensó— Siempre has sido tú.»

Cuando Kara pensó que ya se habían alejado lo suficiente, aterrizó con todo el cuidado que pudo y se dispuso a partir de nuevo, pero sola.

—¿A dónde vas? —preguntó Cat— No pensarás luchar en tu estado.

—Por supuesto, no puedo dejar que campen a sus anchas —replicó Kara con convicción.

—Todavía no estás recuperada del todo —aseguró Cat—. ¿Crees que servirá de algo si te matan ahora? —La rubia se quedó pensativa— ¿Puedes oírles?, ¿están atacando a alguien?

—No, parece que no —admitió Kara después de concentrarse en su super oído.

—Entonces, aprovecha y descansa —dijo Cat—, imagino que hasta Supergirl necesita descansar. —Kara sonrió, asintiendo con la cabeza.

Cat llamó a su chófer, y le explicó lo mejor que pudo el lugar en el que se encontraba, a las afueras de National City. Volverían a la ciudad en vehículo, para no llamar la atención, y que, de paso, Supergirl pudiera recuperar un poco el aliento.

—Gracias, miss Grant —pronunció con una suavidad más propia de Kara que de Supergirl—. Esta noche me ha salvado la vida.

«Tantos gestos que te delatan —reflexionaba Cat—, y yo me dejé engañar unos días, qué idiota.»

—Deja que te devuelva el favor, después de ayudarme durante estos últimos… días —Casi se le escapó la palabra "años". Pero no quería importunar a Kara haciéndole ver que conocía la verdad. Ahora sabía lo mucho que le costaba confesar su secreto, lo mucho que necesitaba su vida normal como empleada de CatCo. En esta ocasión, no la forzaría a confesar. En el fondo, le dolía que no confiase lo suficiente en ella como para compartirlo, quizá había marcado demasiado las distancias con su asistente personal. Pero estaba decidida, no la traicionaría. Esperaría que llegase el día en que Kara quisiera contarle la verdad por su propia voluntad.

—Esta vez mi coche viajará por el suelo, si no tienes ningún inconveniente —bromeó Cat.

—De acuerdo —aceptó Kara con una sonrisa, recordando cómo llevó el coche de su jefa por los aires la primera vez que ésta la entrevistó.

Los tres tipos fugados del DEO dejaron de perseguir a Supergirl enseguida, pues recibieron la llamada de Maxima. Ya habían desempeñado la primera parte del plan, probar a Supergirl en combate con las armas de kryptonita. Ahora, la pelirroja sabía que tenía una buena oportunidad de derrotarla flagrantemente y pensaba usarla. También había descubierto que era buena amiga de Cat Grant, la reina de los medios de comunicación en National City, qué interesante se estaba volviendo todo de repente.

CONTINUARÁ…