Después de salir juntos por un tiempo, por fin ya eran novios y para celebrarlo esperaban ansiosos las vacaciones de Luna. Ella había estado planeando un viaje por América, decidida a encontrar a una nueva criatura que solo había sido vista en el Amazonas. Dudley había escuchado tantas cosas sobre las criaturas mágicas que Luna conocía, que no se le hacía extraño que ella quisiera ir de excursión a buscarlas y por eso le pidió acompañarla.
Ahora que sabía más sobre la magia y que no toda era mala, quería conocer más de ella. Sin embargo, su preocupación era aquel ex compañero de escuela de Luna, un tal Rufus, quién había invitado a Luna a hacer esas vacaciones en busca de esa extraña criatura. Aunque aún no le decía que la amaba, no iba a permitir que nadie se la quitara. «Ella es muy especial y no pienso perderla por culpa de ese tal Rufus o como se llame», se decía. Así que fue a la oficina de su padre y solicitó sus vacaciones con mucha seriedad, lo cual hizo que su padre se alegrara.
Vernon estaba alegre por la petición de su hijo. Al fin entraba en su cabeza que quería estudiar; claro que él no mencionó nada, pero lo conocía muy bien y lo más probable era que ya estaba cansado de trabajar. A su parecer, ya había sufrido demasiado.
Ese mismo día Dudley les comentó a sus padres que tenía novia y que la había invitado a cenar para que la conocieran. Petunia se emocionó mucho, dijo que prepararía una cena de lo más exquisita. A Vernon no le gustó mucho la idea, porque eso quería decir que su hijo no iba a regresar a la escuela si no que pronto se casaría.
—Solo espero que sea una buena chica —dijo su padre.
—¡Ay Vernon! No digas eso, Dudley tiene muy buen gusto —replicó Petunia, haciéndole pequeños mimos a su hijo.
—Es una chica muy especial —respondió Dudley con seriedad—, no quiero que le vayan hacer alguna grosería.
—¿Qué significa eso? ¿Acaso piensas que no conocemos la educación? —preguntó molesto Vernon.
—Se los advierto, una grosería o indirecta y me voy de la casa para siempre —amenazó Dudley con el ceño fruncido, como cuando hacia sus rabietas por sus regalos de cumpleaños.
Petunia y Vernon estaban sorprendidos por la actitud de su hijo; empezaban a preocuparse.
En otro lugar…
—¿Qué vas a dónde? —preguntó con un grito de sorpresa Harry.
—Voy a conocer a tus tíos. Dudley me invitó a cenar hoy para conocerlos y decirles que nos vamos de vacaciones pasado mañana a América —respondió Luna tranquilamente mientras terminaba de arreglar su mochila, a la que le aplicó el hechizo de expansión indetectable de Hermione.
—Ni creas que te dejare ir sola —dijo Harry preocupado—, te comerán viva.
—No te preocupes Harry, Dudley me quiere a pesar de que no me lo diga y no creo que permita que tus tíos me traten mal.
—Pero… —iba a replicar, cuando Luna le dio una de esas miradas de «no voy a discutir más», que solo pocas personas conocían—. Todo va a estar bien, no te preocupes.
En casa de los Dursley…
Eran ya casi las siete y media de la noche y Luna no llegaba, Dudley se estaba preocupando. «A lo mejor le pasó algo», pensó. Y la cara de sus padres era de una molestia exagerada, se estaba cansando de su actitud y sus comentarios.
—¿Quién se cree que es tu novia para dejarnos esperando tanto tiempo? —preguntaba Vernon molesto por milésima vez.
—Ella no es de por aquí, a lo mejor ha dado vuelta en algún lugar equivocado y por eso esta tardando —respondió nuevamente Dudley.
—La primera impresión es la que se toma hijo y tu novia no está causando ninguna buena impresión. La puntualidad lo es todo —comentó Petunia con un tono de molestia.
—Ya no debe de tardar —replicó con cansancio.
En ese momento el timbre sonó; los Dursley como buenos anfitriones se levantaron rápidamente. Petunia fue directamente a la cocina a revisar que todo estuviera en orden, Vernon se quedó en el salón listo para dar la bienvenida, como tantas veces lo había ensayado antes. Dudley se dirigió a la puerta a recibir a su novia.
—Hola, perdón por la tardanza. Unos torposoplos me guiaron por otro camino —dijo Luna con una sonrisa, a modo de disculpa.
—No te preocupes, pasa —respondió Dudley besando la mejilla de su novia.
Pasaron al salón, donde ya se encontraban sus padres. Estaban muy sonrientes y listos para saludar cuando de pronto, notaron que detrás de la oreja de la chica había un palito largo muy conocido por ellos, uno como el que tenía su sobrino, el raro. En ese momento se paralizaron por completo, «¿Qué hicimos mal?», pensaron.
Ambos recordaban todo aquello que les había pasado por culpa de la magia. Petunia, recordó todo lo que Lily, su hermana podía hacer y ella no. Después cuando Harry, su sobrino el raro, encerró a Dudley en la jaula de una serpiente en el zoológico o cuando ese horrible gigante le había puesto una cola de cerdo a su pequeñito. Por otro lado, Vernon recordaba cuando Dudley llegó como ido y loco a la casa por culpa de su sobrino.
No sabían qué hacer: estaban aterrados y mientras más se acercaba Luna a estrechar su mano, más se alejaban ellos hacia atrás. Luna, al notar que huían de ella, decidió quedarse cerca de Dudley y saludar.
—Buenas noches Sr y Sra Dursley, es un placer conocerlos —saludó Luna. Los Dursley estaban tan callados que su hijo tardó un poco en entender de qué se trataba, hasta que volteó hacia dónde veían sus padres fue cuando entendió todo.
No era la mejor manera de decírselo, pero, al parecer, ya lo habían descubierto.
—Mamá, papá, ella es mi novia Luna Lovegood, y es una bruja —dijo y, sin esperar respuesta, llevó a su novia a tomar asiento a la mesa.
La noche iba a ser más difícil de lo que esperaba.
FIN
NA:Bueno espero que les haya agradado esta pequeña historia, gracias a Mahylan-1992 por su follow, favorite y review. Muchas gracias, espero que te guste este capítulo.
Y muchas gracias a MrsDarfoy por su valiosa ayuda en la revisión de esta historia.