El sueco siempre admiró aquella fortaleza de su hermano, sabía que Mathias no estaba bien y su sonrisa solo era una mentira para ocultar el dolor que hay en su interior.
A Dinamarca no le gustaba que sus hermanos se preocupasen por él y sabía que colocando una sonrisa sobre su cara, era la mejor manera de evitar que ellos se hicieran ''Problemas innecesarios''. Pero también notaba aquellas miradas que le daba Berwald, aquel destello de intranquilidad en los ojos azules de su hermano le ponían nervioso.
Tarde o temprano aquella mascara que llevaba sobre la cara, terminaría por quebrarse y caería quebrándose en miles de pedazos, miles de fragmentos tirados y esparcidos por el suelo.
Ese momento llego antes de lo esperado, cuando Berwald sorpresivamente lo arrojó contra la pared y… Le abrazó, aquel feliz y osado hombre, solo atinó a corresponder la muestra de cariño, aunque no sabía a qué se debía aquello.
-Berwald, ¿Te encuentras bien?.
-Yo estoy bien… Tú estás mal.
-¿Yo?, ¿Por qué lo dices, Ber?, ¡Yo estoy muy bien!-Sonrió el danés.
-¡No!, ¡Deja de mentir y borra esa maldita sonrisa de tu cara!, ¡No te fuerces!.
Y tal como lo había previsto Suecia, la falsa alegría que naturalmente estaba en el rostro de Mathias, desapareció por completo, dejando al danés sin saber cómo reaccionar y con un gesto de amargura.
-Mathias, por favor-Suplico el sueco.
-¿Qué…?
-Deja de ser tan idiota-Pidió en voz baja-No te derrumbes por dentro.
-Berwald, tú y yo somos los que peor nos llevamos, ¿Y me dices esto?
-¡Escúchame!, ¡Quiero que mi hermano mayor esté bien!, ¡¿Entiendes?!.
El danés abrió los ojos con sorpresa, la última vez que Berwald se dirigió a él como hermano mayor, fue cuando aún era un niño. Los ojos se le llenaron de lágrimas, hermano mayor… Siempre se sintió como un incompetente hermano mayor y que por eso los demás se alejaban tanto de él.
-¡Sé que no eres el mejor para todos!, ¡Pero para mí lo eres!. Desde que nos conocimos, cuando tu cuidabas de mí, me abrazabas cuando le temía a alguna tormenta o me sentía solo. Cuando me relatabas alguna historia o me enseñabas a usar un arma para defenderme, todo lo que aprendí y lo que soy ahora, puedo decir, que es gracias a ti.
Nadie lo sabía, pero Mathias era el héroe de Berwald, y con que solo el danés lo supiera, estaba bien, porque era el profundo secreto de Suecia.