Yo soy todo lo que necesitas

-Me parece que deberías comer un poco más, estas muy pálido.

-Ese es mi color natural-la mordaz respuesta del oji azul enojo lo suficiente al Comandante y este se lo hizo saber con un suave carraspeo amenazador. Fushimi solo chasque la lengua- No tengo hambre, Teniente, comeré después.

Esa respuesta fue suficiente para que todos volvieran a sus tazas de té y que el Comandante y la Teniente regresaran a su trabajo. Porque claro que era muy normal cambiar la oficina de Scepter 4 por la habitación del tercero al mando por la simple excusa de que no querían dejarlo solo. ¡Lo más normal del mundo!

Fushimi se acomodo mejor en la camilla, de la cual no podía levantarse a pesar de haber pasado ya cuatro días desde su hospitalización, y se empezó a quejar internamente de la compañía que tenia y de que era preferible estar solo.

Su humor se había visto gravemente afectado después de que Misaki se hubiera ido hace dos días, no lo había vuelto a ver y eso no hacia mas que poner sus nervios de cabeza y provocar que a cualquier oportunidad que tuviera de estar solo intentara escapar del hospital. ¡Esa era la otra razón para que los mayores estuvieran en su habitación casi todo el día!

No entendían que él necesitaba salir, necesitaba ver a Misaki, ¡necesitaba arreglar las cosas!

Porque sí, Saruhiko Fushimi la había cagado en grande.

Suspiro, recordando por millonésima vez ese beso que Misaki le dio en un arranque de determinación y de miedo, que lo mas seguro es que esperaba que le correspondiera pero no de la manera en la que lo hizo. Pero quien podía culparlo, Saruhiko también esta dolido, enojado y confundido ¿Por qué ahora? Después de tanto tiempo, después de tener miles de oportunidades en el pasado antes de HOMRA, venia ahora el castaño a decir esas palabras y a darle ese beso. ¡Por favor! Tenia suficiente creyendo que la indiferencia que Misaki le dedicaba abarcaba cada aspecto de su vida que cuando le escucho gritar su nombre durante la pelea con Sukuna no pudo evitar sentirse aliviado y feliz de que por primera vez veía una luz de esperanza a que recobraran su amistad. Su amigo, el único que ha tenido. Creyó durante ese momento que lo había puesto por sobre HOMRA, y eso le hizo secretamente feliz.

Volvió a gruñir por lo bajo-un habito que el castaño le pego- molesto de hacerse todo una tormenta en la cabeza, complicándose la vida, aunque eso es lo que ha estado haciendo desde hace algunos años.

-Me parece que mañana temprano te podrán dar el alta, no esta sirviendo de nada de todas formas- le dijo el Comandante mientras sostenía una de las hojas que tenia que firmar frente a él y la Teniente guardaba las cosas en un maletín bastante grande, ya era la hora de irse.

-¿A que se refiere?

-Te dejamos encerrado aquí para que te alimentaras mejor y descansaras lo suficiente, pero no has hecho nada de esos desde que te peleaste con Yata, así que ya no tiene caso.

-¡Me dejaron encerrado!-no mentiría si en ese momento le importaba poco que fuera su rey, quería agarrarlo de diana para su cuchillos.

-Ya que no lo negaste es que debo suponer que la ausencia de Yata es que volvieron a pelear….es una lastima, parecía tan preocupado por ti.

-No me cambie de tema…

La teniente suspiro al ver a los dos hombres pelear de la nada y por nada. No entendía el gusto que su Comandante encontraba en hacer enojar a Fushimi, y más sabiendo que era realmente difícil que el joven perdiera los estribos. Aunque últimamente anda bastante sensible y susceptible.

Munaka se rio mientras acomodaba su gafas.

-Firmare el alta para que puedas salir mañana mismo, en recepción te entregaran tu PDA y no espero verte en el cuartel hasta, mínimo, una semana a partir de hoy.

Fushimi estuvo a punto de replicar pero la mirada de la Teniente no le dio oportunidad de hacerlo.

-Eres el único del clan que arriesgo su vida de tal manera, mereces descansar.

-No quiero.

-Lo harás-le contesto su Rey para dejar el tema zanjado adquiriendo ese tono de voz que muy pocas veces ocupaba, el que no dejaba lugar a segundas interpretaciones- A demás necesitas arreglar ciertas cosas.

La cara de indiferencia volvió al menor. Le fastidiaba que le dijeran lo que sabia tenia que hacer.

-Recuerda usar al mínimo tus poderes, cualquiera de los dos, al menos hasta que tengamos mas información de lo que pasara.

-Desaparecerán…

-Es lo mas seguro, al no tener ya Slate que contenga el poder. Hasta entonces actúa con precaución- le dijo Munakata para después dedicarle una minúscula reverencia y salir por la puerta seguido de la mujer que también se despidió desde lejos de él.

Era tarde, casi daban las 8 de la noche y él se sentía profundamente agotado. Nunca el estar enojado consigo mismo y con otros le había causado tanto cansancio.

-Recuéstate en lo que hago la cena, ¡haces que todo mis intentos para que lleves una vida sana no valgan de nada!

Se cubrió los ojos con el brazo bueno, frustrado. Odiaba que en los momentos en lo que se encontraba mas vulnerable los recuerdos llegaran a él. Los recuerdos de su pequeño mundo perdido.

-Eres un amargado, a este paso te quedaras solo.

Su voz se repetía constantemente en su cabeza. Regaños y gritos, felicitaciones en algunas ocasiones y también palabras de aliento. ¿Por qué vivió tantas cosas con Misaki?

-Tú eres todo lo que quiero.

Esas palabras no hacían mas que encajársele en su pecho, provocándole escozor en su cicatriz.

En esos momentos, antes de dormir, desearía que el Capitán y la Teniente no se hubieran ido. Su presencia ayudaba a que no recordara nada.

Después de cinco días en cama su cuerpo se sentía pesado y torpe, ya de por si su andar era lento gracias a las tontas muletas que el doctor le dijo que tendría que ocupar por lo menos todo el día. Camino fuera del hospital después de recoger su aparato tecnológico y encenderlo, esperando encontrar algo más que los tontos mensajes de sus compañeros dándole animo, un mensaje de la Teniente recalcándole la semana de reposo y mas mensajes de propaganda que poco le importaban.

Hace mucho había dejado de esperar los mensajes del otro o al menos eso se decía cada que no veía ninguno.

Manda unos mensajes, uno tras otro al PDA de Misaki y sin esperar respuesta detiene un taxi que lo lleve directo al bar donde los vagos de sus compañeros siempre estaban. No lo piensa mucho en el trayecto, no quiere hacerlo ya que si lo hace encontrara mas contras que pros de presentarse en el bar y exigir una explicación y tal vez dar unas cuantas disculpas por haberlo hecho llorar de esa manera.

Cuando llego a HOMRA no dudo mucho en entrar para encontrarse con solo la presencia de Anna y Kusanagi desayunando muy tranquilamente en la barra. Hasta ese momento se dio cuenta de que era verdaderamente temprano.

-¡Oh! Fushimi, pasa…pasa, ¿quieres comer un poco?- cuando el dueño del bar le vio le recibió con una alegría bastante desconcertante. Misaki solía contarle todo al rubio y se le hizo extraño que este le tratara tan bien después de lo que le había hecho. Chasqueo un poco la lengua, las personas buenas nunca habían sido su fuerte.

-Fushimi-le saludo la niña antes de llevarse a la boca uno de los trozos de panqueques que el mayor le había cocinado. En verdad se veían buenos, y él no había desayunado nada antes de salir del hospital.

Kusanagi se percato de la cara que puso al ver la comida y sirvió un plato lleno de panqueques y lo dejo en la barra en un lugar vacío, le sonrió una vez mas y le invito con la mirada a que tomara lugar y empezara a comer.

Se sentó, agarro un cubierto y comió. Las necesidades básicas nunca le habían sido un impedimento para nada pero en ese momento se sintió débil y deseoso de comerse todos los panqueques. ¡Como se odiaba a si mismo en ese momento!

-Creo que son las verduras con las que tienes problemas, no con las frutas- le dijo el rubio acercándole un tazón lleno de fruta fresca y recién cortada ¡¿Cuánto le había dicho Misaki a este tipo!? . Asintió en silencio y el mayor tomo su lugar listo para empezar a comer- Me parece raro que estés aquí, creí que si volvías seria con Yata… si querías darle la sorpresa de tu alta debías esperarlo en el hospital, él no se ha parado aquí desde que la misión fue un éxito…

Los ojos de Saruhiko se abrieron en señal de sorpresa. En ese momento Kusanagi volteo a ver su propio plato de comida por lo que la única persona que se dio cuenta de su reacción fue Anna.

-No ha ido al hospital tampoco.

Ni Saru ni Kusanagi dijeron nada frente a esa afirmación de la niña. La mirada que tenia el mayor en ese momento le decía que lo sabia todo ¿En ese caso, por que lo habían recibido tan bien?

-Yo creo que sabes que has hecho bastante mal las cosas, así que no soy nadie como apara juzgarte. La conciencia de cada uno pesa lo suficiente por si misma, y de eso es algo que ni tu podrás escaparte- le dijo el rubio antes de llevarse un nuevo trozo de comida a la boca.

El ambiente no habia dejado de ser tranquilo pero el nudo en la graganta de Saruhiko le impidio seguir comiendo. Se puso de pie dispuesto a irse. Saco un billete de su cartera pero Kusanagi le detuvo de dejárselo en la barra.

-No lo hagas, lo hice con gusto- le sirvió un poco mas de panqueques a Anna en su plato, esta no le prestaba atención solo veía a Saru con una sonrisa tierna y llena de apoyo, que se reflejaba hasta en su mirada- Antes de hacer las cosas bien tienes que tener un poco de fuerzas.

El nudo en la garganta de Saruhiko creció tras escuchar eso. Se dio la vuelta con brusquedad y salió del bar de golpe. Las personas buenas y amables, que hacían todo con nobles intenciones, nunca le habían caído bien, y es que nunca podría ser tan ingenuo como ellos.

La fuerza que esa efímera conversación y ese desayuno vigorizante le dieron estuvo a punto de desaparecer varias veces durante los siguientes días en los que el castaño quiso jugar a las escondidas con él.

Le marcaba y no contestaba, le mandaba mensajes y los ignoraba, lo buscaba en el bar y nunca estaba, vagaba por la zona de Shizume cercana al bar y nada, en un intento desesperado volvió al viejo departamento donde vivían y sin que le sorprendiera lo encontró completamente vacío y con un cartel de que la construcción seria demolida en unos meses. Cada uno de sus intento terminaba en nada, cada mensaje de voz lleno de gritos y maldiciones era seguido por otro repleto de silencio y con ordenes calmadas de que se dejara de ver, de que dejara de ignorarlo.

Fue tanta su insistencia que pido unos días mas de licencia en el Scepter 4, los cuales no le fueron negados en lo absoluto, esperando que unos de esos días pudiera por fin dar con Misaki.

Y no fue a Misaki al que encontró sino a Kamamoto que venia cargando unas bolsas en dirección al bar.

Al principio el encuentro fue hostil- no esperaba otra cosa en realidad- y cuando el mas grande - entiéndase en volumen- le dio la espalda para irse Saruhiko le detuvo llamando su atención con lo único que de cierta manera les unía:

-¿Has visto a Misaki?

El rubio se detuvo, tal cual quería el de lentes, pero lo hizo solo para observarlo con enojo.

-Eso a ti no te interesa.

-Serás molesto-susurro Saruhiko lo suficientemente audible como para que el otro se quejara y se diera la vuelta dispuesto a dejarlo sin la respuesta que estaba buscando, y eso no podía pasar - Sí me interesa, lo he buscado desde hace una semana.

Odiaba dar explicaciones a otros, solo lo había hecho-muy ocasionalmente con Misaki- pero se sabia consiente cuando algo lo tenia que hacer por necesidad y no por gusto, como ahora.

-Si no lo has encontrado es porque él no quiere que lo encuentres, acéptalo y sigue tu vida como hasta ahora.

Se dio la vuelta una vez mas pero ahora lo que le hizo regresar fue la carcajada que el de lentes dio. Al girarse lo vio con una de sus sonrisas sádicas, de esas que siempre le dedicaba a Misaki para hacerlo rabiar, y vaya que eran efectivas cuando estaban dirigidas hacia ti. Casi deja caer las bolsas cuando alzo los puños dispuesto a propinarle un golpe con todo lo que tenia pero le detuvo la mirada llena de derrota que vio justo después de eso.

-Tal vez tengas razón- le dijo el de lentes mientras se encogía de hombros como si le restara importancia- Pero siempre me ha gustado aferrarme a las cosas hasta que estas terminan por lastimarme, es un gran habito.

-Es horrible- le debatió Kamamoto.

-Depende de quien sea a quien te aferras.

A eso no pudo decirle nada más. Kamamoto conocía muy bien lo brillante y magnético que podía resultar el castaño. Era una luz que si veías de lejos te daba calor y armonía, pero que en cualquier momento podía explotar hasta quemarte, y eras un afortunado si eso llegaba a pasar porque el querer a Yata Misaki no era nada sencillo, pero si muy emocionante.

Y si él se sentía quemado lo de Fushimi debían ser quemaduras de cuarto grado sin posibilidad de curarse.

Desviando la mirada para evitar verle le dijo todo lo que necesitaba saber: la dirección del departamento del castaño y el lugar de su actual trabajo a medio tiempo.

Fushimi no se lo agradeció con palabras pero Kamamoto tampoco espero que lo hiciera.

-No lo hago por ti, bastardo…lo hago por él.

-Lo se- su forma presuntuosa de ser siempre le había molestado, incluso antes de que se fuera de HOMRA.

-Él siempre es igual, alegre, explosivo…solo cambia cuando se trata de ti-la mirada de Fushimi se aparto de su PDA dejando de buscar la ruta más rápida para llegar al trabajo de Misaki- Tú sacas lo mejor de él, aunque también lo peor…y aún no decido si eso es bueno o no.

A demás de eso no se volvieron a decir nada. Fushimi entro en un taxi y Kamamoto siguió su camino hacia el bar sin saber que mas hacer por Misaki.

Cuando se bajo del taxi no le sorprendió ver un restaurante de comida rápida como lugar de destino. Misaki siempre había tenido muchos empleos de medio tiempo, ya que la prioridad era HOMRA, y los había perdido tan rápido como los conseguía, una vez mas gracias a HOMRA, por lo que no era de extrañar que trabajara en un lugar que significara tener mucho tiempo libre y una paga mediocre.

Se adentro en el local donde vendían emparedados sin sabor y excesivamente caros para lo que te estaban dando; se quedo mirando a las personas ir y venir, la mayoría eran oficinistas con poco tiempo como para gastar en algo mejor y también adolescentes que tenían mucho dinero pero que gastaban en eso como si fuera algún requisito de su estatus social. Chasqueo la lengua y se apresuro en el local buscando al castaño que era conocido por llamar bastante la atención.

Cuando lo vio estaba sirviendo la orden en una de las mesas del fondo, con cara de pocos amigos, y recibiendo los reclamos de una pareja de ansíanos- como si lo que pagaban diera para mucho-, con una inclinación se alejo de la mesa y de camino a la parte de la cocina fue cuando vio a la persona que acababa de entrar. Sus orejas se colorearon de rojo pero sus ojos se aguaron al instante que tuvo a Saruhiko justo en frente de él. Trato de esquivarlo pero el mas alto se puso entre él y la puerta.

-¡Vete de aquí, mono! No interfieras con mi trabajo.

-¿A esto el llamas trabajo? ¿Un salario mediocre y un establecimiento de cuarta?- sin poderlo evitar tuvo que arruinar un poco mas todo lo que de por si ya estaba mal. Que podía decir, fue involuntario.

Misaki le dio un empujón para quitarlo de en medio y sin contestarle se metió en la cocina para recoger la siguiente orden.

Saruhiko se regaño mentalmente por su arrebato y espero en silencio a que el mas bajo volviera a salir. Y cuando lo hizo Misaki no dejo de ignorarlo, al menos hasta que se puso de frente al encargado de tomar la orden y pidió uno de esos emparedados; al menos tenia asegurado con eso de que Misaki le iba a hacer caso unos segundos.

Cuando Misaki salió con la orden de Saru y se dio cuenta que era para él regreso una vez mas a la cocina. No debió sorprenderle cuando la orden especificaba que cero verduras en el emparedado. Una vez le prepararon otro salió del lugar y fue a ponerle las dos ordenes en frente del de lentes.

-Yo no pedí esto.

-No me importa- ambos inspeccionaron los emparedados, uno solo de carne el otro solo de verduras- Si estas aquí es porque Rikio te dijo donde encontrarme, y aunque ese gordo me las va a pagar, debió ser por una razón…si hay alguien que te odie es él.

-Sí, hoy lo note.

-No pienso escuchar nada de lo que tengas que decir, no al menos que te comas esas dos cosas…

-Sabes lo ridículo que suena eso.

Misaki frunció el seño, no esperando que le contestara Saruhiko analizo sus facciones. El castaño tenia unas ligeras marcas rojas debajo de sus ojos que lucían cansados, a demás de que en la comisura de sus labios estaba lo que parecía una mordida, bastante profunda pero lo suficientemente antigua como para ser solo una línea roja.

Cuando el mas bajo se dio cuenta del escrutinio del otro en su boca se la cubrió rápidamente, sabia lo de la herida que no había logrado sanar, y el hecho de tener al causante de ella enfrente no le hacia fácil el tratarlo normal.

-Tengo trabajo, no molestes.

Misaki regreso a lo suyo dejando por las siguientes dos horas sin supervisión a Saruhiko. Por suerte se había sentado en la parte mas escondida del local y como no había recibido alguna llamada de esa parte pudo evitarlo lo que quedaba de su turno.

Solo fue hasta el final que se decido a pasarse por ahí que encontró la mesa completamente vacía. El hecho de evitar a Saruhiko era porque no estaba listo para afrontar lo que le fuera a decir, que lo lastimara como lo había hecho en el hospital o que en su defecto aceptara sus sentimientos y que todo se volviera mas doloroso cuando se dieran cuenta que se aferraban a unos sentimientos que ya tal vez no existían, justo como se estaba lastimando Misaki al darse cuenta que la paciencia de Saru era nula y que no pudo esperarlo unas horas más después de la semana entera que lo evito.

Aunque al recoger los platos si se dio cuenta que no había nada en ellos. Se había comido los dos emparedados.

Esa noche le toco hacer la limpieza por lo que su hora de salida se alargo media hora más, cosa que no le importaba ya que no había nadie que le esperaba en casa.

Cuando salió no pudo creer lo que veía. Saruhiko estaba ahí, en una mano sujetaba una bolsa llena de comestibles y en la otra un par de bebidas.

-Yo creí…creí que… te habías ido-fueron las primeras palabras que dijo Misaki al verlo.

-No espere mucho como para irme…

-Nunca has tenido mucha paciencia- le dijo mientras caminaba hacia él y le quitaba la bolsa de comestibles de la mano- No hay verduras.

-Me hiciste comer suficientes.

El castaño no pudo evitar sonreír, ese era el Saruhiko que recordaba. Nunca fue muy comunicativo pero siempre hacia cosas que le provocaban estar a gusto con él, al final el convivir termino siendo algo natural.

-Algo podre hacer para la cena.

En silencio empezó a avanzar calle abajo, a los departamentos que estaban cerca de ahí.

Misaki tenia miedo de lo que fuera a pasar, de lo que terminaran diciendo, pero había decidido de que cualquier cosa, incluso no tenerlo mas en su vida pero con las cosas claras, era mejor que ese constante sentimiento de vacío cada que pensaba en Saru.

Aunque los pensamientos del azul iban por un rumbo totalmente distinto.

Cuando llegaron al departamento no le extraño ver un lugar pequeño, tal vez solo dos recamaras con su baño, cocina y una habitación que hacia de sala y comedor, estaba una pequeña tele antigua que identifico como la que compraron entre los dos poco antes de que dejaran de vivir juntos. Los muebles eran sencillos, pequeños y de colores desiguales -haciendo claro que no pertenecían al mismo conjunto- por un momento sintió claustrofobia por ver todo tan junto pero eso desapareció cuando Misaki paso frente a él y se quito los zapatos. De cierta forma eso lo hizo sentir en casa.

Saruhiko vio a Misaki ir y venir mientras dejaba loas comestibles en la pequeña cocina.

-Entra con confianza…perdona el desorden, no sabia que tendría visitas… tal vez quieras agua…no, no tengo, pero tu trajiste bebidas…eso servirá…voy a cocinar…o tal vez no quieras comer, pero yo si… si quieres ir al baño esta al final del pasillo, no te pierdes eso es seguro… tal vez tenga un poco de verduras en la nevera, yo si quiero cuidar mi salud… - un sinfín de cosas salieron de la boca de Misaki en tan solo unos segundos.

Saruhiko sabia leerlo, sabia que eso era señal de nerviosismo. Dejo divagar unos segundos mas al dueño de la casa hasta que observo que había detenido su andar errático y ahora solo radicaba en la cocina.

Creyendo que ahí estaba a salvo Misaki empezó a cocinar pero los brazos que se cerraron a su alrededor le hicieron saltar. Lo creía en la sala. En ese momento sus manos empezaron a sudar de los nervios.

-Saru…¿Qué haces?-le dijo tratando de fingir una tranquilidad que no tenia.

-Te extrañe…

-…-sus latidos se aceleraron, su corazón estaba por salirse de su pecho y el otro seguía igual de tranquilo que siempre- ¿Qué dices?...no bromees conmigo.

-Te dije que buscaría las palabras para que hasta un tonto las entendiera… aun no las encuentro, pero no hay muchas formas de decirlo…

El agarre en Misaki se volvió mas fuerte cuando este llevo sus manos sobre las del mas alto. Intento separarlo, pero no le dejo. Quería verlo a los ojos y el otro no quiso, si lo veía tal vez no pudiera decir nada.

-Yo soy todo lo que necesitas- le dijo. Inclino su cabeza hasta estar en el hueco del cuello de Misaki y aspiro su aroma, le olía a casa, a paz y a calor- No quiero que veas a nadie más, no quiero que te vayas nunca más…todo lo que quieras te lo daré, todo, no necesitas de nadie…solo yo, Misaki.

El silencio que le siguió a esas palabras congelo los nervios de Saruhiko, temió que de verdad lo haya perdido, y no solo por lo que ocurrió en el hospital sino desde mucho antes.

-Saruhiko, suéltame - fueron las primeras palabras del castaño. Unas que no quería oír. Le obedeció y dejo que este se separara y diera la vuelta, dejándolos viéndose directamente a los ojos. Misaki no aparto la mirada de él, analizándolo, buscando que las palabras dichas eran una mala broma, y si lo eran prefería mentirse y creer que eran verdad - Eres muy idiota al pensar eso… es imposible que me quede encerrado sin ver a las demás personas… no se puede, y mas contigo tan lejos de mi - esas palabras le sonaron a esperanza y la sonrisa en sus labios le supieron a gloria - No me puedes pedir algo que yo quise hacer contigo por tanto tiempo.

Era extraño como siempre acababan en el mismo punto. Saruhiko siendo el de los pensamientos correctos y Misaki el de las palabras exactas.

Saruhiko tomo su rostro entre las manos con delicadeza, lo sintió temblar cuando lo inclino para que pudiera apreciarlo; sus ojos viéndolo, sus sonrojo a causa de él, la sonrisa que no podía dejar de esconder. Era tan hermoso, y era solo suyo.

-Eres mío-le susurro sobre sus labios cuando ya no pudo mas con las ganas de besarlo.

Bien podían decir que ese era su primer beso, sin duda era mejor que el del hospital. Misaki dejo de temblar de los nervios y tomo mas iniciativa cuando las manos de Saruhiko abandonaron su rostro y se instalaron en sus caderas, sujetándolas con fuerza- tal vez un poco más de la necesaria- y arrinconándolo contra la mesa que utilizaba para preparar los alimentos. Lo elevo hasta que el mas bajo le rodeo la cintura con sus piernas, en medio de un beso que parecía desesperado pero que tenia lo que ambos necesitaban: al otro.

Nada era normal entre ellos, a penas se decían las cosas claras y ya se dejaban dominar por las hormonas.

Se sonrieron dentro de los besos. Se arañaron y mordieron durante toda la noche, suspiraron entre los momentos de cordura que tuvieron y se miraron como nunca antes lo habían hecho. Sonrieron como tontos el uno al otro cuando terminaron, cansados y recostados en una cama demasiado pequeña para los dos pero con la que supieron apañarse. Misaki tuvo que dar muchas explicaciones por la playera de cuello largo con la que llego al otro día al bar y las que le pidieron a Saruhiko por no haber dormido en su habitación en el cuartel se las paso por el arco del triunfo.

A partir de ese día se amaron como se lo debían, sin segundas intenciones y con las palabras claras, con hechos concisos y promesas que se cumplirían. Porque se debían mucho el uno al otro y ya habían desperdiciado demasiado tiempo siendo unos idiotas.

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Finalizado…traten de adivinar cual escribí primero, si este final o el de Suficiente, ya que siento que terminaron de una forma similar…eso es malo?

Cada una de las parte tiene un nombre, la anterior yo la llamo Sentimientos redundantes por Yata Misaki y esta parte se llama La gran travesía por Fushimi Saruhiko. Espero que le encuentren el chiste como yo lo hice, ya que la verdad siento que por separado no son lo que esperaba, pero en conjunto me dejo bastante satisfecha el resultado.

La escribí porque quería hacer algo que terminara en felicidad para ellos y también porque ya me habían pedido algo así… no se, pero como que me cuesta hacer escenas de ellos en plan tierno(o lo mas cercano que son ellos a lo tierno).

Espero no haberme salido tanto de los personajes, y espero que no haya decepcionado a nadie con esto. Y si gustan hacerme ver que les gusto o mis errores ya saben donde pueden hacerlo.

Gracias por leer, de todo corazón.

Saludos.

Pd: Dije viernes?... Bueno, para mi eso significa una semana después jejeje(?)

Ya en serio, lo siento por todas las personas que estuvieron esperándolo(hay alguna persona?) la verdad no había tocado mi computadora desde la noche del jueves y eso significa que no pude publicar nada, NADA. Y de verdad lo siento.