Capítulo 18

.

Marzo 18, 2013 01:45:36 p.m.

.

El sonido de la campana, que marcaba el final de las clases, comenzó a escucharse en todo el colegio de Otonokizaka. El bullicio de las estudiantes, preparándose para marchar, ya sea a sus clubes o a su casa, comenzó a sonar con fuerza por los salones y pasillos.

Honoka suspiró y comenzó a guardar sus cosas con mucha parsimonia mientras miraba como todas sus compañeras salían del salón. Solo tres chicas, la miraban fijamente, pero no se atrevían a hablarle, por lo menos no ese día. La profesora, que aún estaba en el salón también miraba a la peli jengibre, quien tenía los ojos enrojecidos a pesar de no haber llorado. La mujer se acercó despacio.

– ¿Kousaka-chan?

Honoka levantó la cabeza y trató de sonreír, pero fue más una mala mueca. La mujer dibujó una leve sonrisa, por el esfuerzo de la niña. Se agachó frente a ella.

– ¿Te encuentras bien? –preguntó en un susurro. Ella asintió.

–Estoy bien profesora… un poco… triste.

– ¿Hoy hace un año verdad? ¿Qué sucedió todo? –Honoka asintió y bajó la mirada. La mujer le tomó la mano–. ¿Quieres llorar?

–No. Ya ayer creo que gasté las lágrimas que tenía. Además… –suspiró y trató de sonreír una vez más–. Voy a encontrarme con Hanayo-chan para ir a visitar a Nozomi.

La mujer asintió y se puso de pie. Acarició el cabello de Honoka levemente y suspiró. En silencio salió y miró una última vez a la joven peli jengibre que seguía sentada en su lugar, antes de cerrar la puerta.

Honoka suspiró y se limpió la mejilla de una pequeña lágrima que había escapado de su ojo. Miró hacia el fondo del salón donde las tres chicas seguían en silencio, mirándola fijamente.

–Hideko… chicas, no muerdo, ¿saben?

Las tres jóvenes se miraron y despacio se acercaron a Honoka que trató de dibujar una sonrisa. La más alta de las tres habló primero.

–Perdona Honoka… no… no sabía si debíamos acercarnos.

– ¿Y por qué no podrían Fumiko? Son mis amigas.

–Sí pero… –suspiró y miró a las otras dos–. Hoy no es un buen día para ti… y pensamos que tal vez querías estar sola. No has hablado con nadie en todo el día y…

–Nadie ha querido hablar conmigo –dijo Honoka en un susurro. Sonrió levemente–. Creo que mi ánimo las aleja.

–Lo sentimos Honoka –dijo la más pequeña–. No era nuestra intención. Es solo que…

Honoka negó y sonrió, una sonrisa de verdad esta vez, aunque sus ojos se llenaron de lágrimas que no soltó. La tercera chica se agachó y le tomó las manos.

–Honoka, si necesitas algo, sabes que estamos aquí para ti. Hoy más que nunca.

–Lo sé chicas, Hideko, Mika, y lo agradezco. Pero estoy bien, de verdad. Aunque me vea así. No se preocupen.

Hideko negó y se puso de pie. Miró a Mika que sonrió y rápidamente se acercó a su mochila y sacó un cepillo. Se lo pasó a su amiga. Honoka se sorprendió cuando Hideko le soltó el desaliñado cabello y comenzó a cepillarlo despacio. Fumiko y Mika la miraban con sendas sonrisas en sus rostros. Las lágrimas comenzaron a bajar de los ojos de Honoka que trató de secarlas, pero era inútil. Mika sacó un pañuelo y lo pasó despacio por las mejillas de la peli jengibre.

–Chicas… lo siento…

–No Honoka. Nosotras entendemos. Por eso estamos aquí. Umi-san también era nuestra amiga, y… bueno… luego de que Kotori-san se marchara…

Honoka suspiró y se terminó de secar las lágrimas. Miró hacia adelante, a la silla ubicada a dos espacios del suyo. Ahí solían sentarse sus dos mejores amigas. Fumiko suspiró.

– ¿La extrañas?

–A ambas –contestó Honoka con la voz entrecortada.

Hideko terminó de atar el cabello en una coleta alta y miró a Honoka fijamente. Asintió satisfecha y sonrió. Honoka sacó un espejo de su mochila y miró su reflejo. Dejando de lado sus ojos rojos e hinchados del llanto, su apariencia ahora estaba más cuidada con su cabello mejor peinado. Iba a decir algo cuando la puerta del salón se abrió y mostró un dulce y hermoso rostro, algo tímido, adornado con unas gafas, mirando hacia el interior.

–Eh… Honoka-chan…

Honoka sonrió y se puso de pie. Miró a las tres chicas a su lado.

–Hideko, Fumiko, Mika, gracias por su compañía. Ya… me tengo que ir.

–Descuida Honoka –dijo Fumiko sonriendo–. Escuchamos que irías con Koizumi-san a visitar a Tojou-san. Dale nuestros saludos.

Honoka asintió y recogió sus cosas. Con un leve movimiento de su mano, en señal de despedida se acercó a la puerta. Hanayo esperaba en silencio con la mirada baja, por eso se sorprendió al recibir el fuerte abrazo de la peli jengibre.

– ¡Honoka-chan!

–Vamos Hanayo. Rin debe estar cansada de esperar.

Hanayo sonrió y con un gesto de su mano se despidió de las tres chicas dentro del salón que le sonreían, antes de ser arrastrada por Honoka que la había tomado de la mano. Unos pocos segundos después, ya se encontraban en el primer piso de la escuela, en donde una chica de corto cabello naranja las esperaba. Honoka llegó delante de ella y la abrazó con cuidado.

–Hola Rin-chan. ¿Cómo estás hoy?

La pequeña comenzó a mover su mano con lentitud y dificultad sobre un pizarrón que tenía en su regazo. Torpemente escribió algo y levantó la tabla con una sonrisa. Honoka sonrió al ver la palabra "Muy bien".

–Hoy Rin se siente mucho mejor que estos últimos días –dijo Hanayo en un susurro. Rin asintió despacio, ya que aún no podía mover bien su cabeza. Honoka le acarició el cabello.

–Poco a poco Rin. Poco a poco serás la de antes.

La pequeña se mordió el labio y una lágrima bajó por su mejilla, lágrima que Hanayo limpió con un pequeño pañuelo blanco. Honoka le guiñó el ojo y se colocó detrás de la silla de ruedas.

– ¿Listas para ir a visitar a Nozomi? –las dos asintieron–. Bien, pues andando.

Honoka comenzó a empujar la silla, a veces despacio, en otras muy rápido solo para ver a Rin reír, reír como cuando todo estaba bien. Hanayo apenas podía seguirles el paso, pero, aunque no lo reflejara mucho, ella estaba muy feliz de ver la mejoría de su mejor amiga. Había sido un año muy difícil, y aunque la rehabilitación había logrado un pequeño avance, había sido tortuoso tanto para ella como para la pequeña Rin, que apenas si había logrado un leve cambio.

Sonrió al ver que Honoka se detenía frente a la estación. Iban a tomar un tren que las llevaría hasta su destino. Llegó al lado de ellas.

– ¿Sucede algo Honoka-chan?

–Eh… –y señaló con la cabeza a la chica que estaba recostada a una pared con los brazos cruzados.

– ¿Nico-chan?

Nico al escuchar su nombre levantó la mirada. Lanzó un suspiro y se acercó a ellas despacio, con cara algo molesta.

–Llegan tarde.

– ¿Nos esperabas? –preguntó Honoka con algo de sorpresa. Hanayo asintió dando a entender que ella también preguntaba lo mismo. Nico ensombreció levemente la mirada.

–Es obvio que las esperaba, porque más estaría aquí.

– ¿Y la universidad?

–Hoy voy a faltar. No estoy de humor para estar metida en un salón de clase. Además –suspiró– supuse que ustedes irían a visitar a Nozomi.

– ¿Has ido a verla? –preguntó Hanayo en un susurro. Nico se había agachado para acariciar la mejilla de Rin que le sonreía. Sacó un caramelo de su bolso y se lo dio a la pequeña.

–Estuve allí hace dos días.

– ¿Cómo sigue?

–Igual. No ha habido ninguna mejoría, ni para bien ni para mal. Es increíble que aún siga así. Me duele mucho verla así.

Nico suspiró para retener una lágrima. Se giró y comenzó a caminar delante de ellas. Honoka comenzó a empujar la silla nuevamente en silencio. Al llegar al interior del tren, las tres se sentaron juntas y colocaron la silla frente a ellas. Comenzaron el viaje en silencio. Rin tomó su marcador y despacio comenzó a escribir.

–Eh… Honoka… ¿sabes algo de Kotori? –preguntó Nico luego de unos minutos en silencio.

–Eh… –Honoka bajó la mirada– No mucho. En realidad… nada, para que mentirte. Desde que se fue… bueno… creo que ella también murió para nosotras y nosotras para ella.

–La entiendo… –dijo Nico y miró a Rin que levantaba despacio su tabla. Hanayo se apresuró a mirar a su amiga.

– ¿Sucede algo Rin? Ah… –y sonrió–. Rin pregunta si ya fuiste al cementerio.

–Pasé de camino a la estación. Ustedes fueron antes de la escuela, ¿verdad? Vi las flores que dejaron.

–Eh… Rin quería ir, así que pasamos de camino.

–Tú no has ido, ¿verdad Honoka?

Honoka no respondió. No quería ir, era la verdad. A pesar de ya haber pasado un año, aún sentía impotencia al recordar que Umi, Eli y Maki habían muerto, y el cementerio era el lugar que más se lo recordaba. A su mente regresaron las imágenes del atentado, de la explosión, pero comenzaron a mezclarse con las imágenes de los recuerdos de la línea del tiempo en la que estuvo, donde solo más muerte encontró. Sintió un escalofrío recorrer su espalda.

– ¿Honoka, estás bien? –preguntó Hanayo. Honoka levantó la mirada, notando que las tres la miraban fijamente. Sudor comenzó a bajar por su rostro y sus manos comenzaron a temblar. Rin trató de estirar la mano, pero le costaba demasiado. Nico fue la que le colocó una mano en la frente.

–Estás ardiendo en fiebre.

–No es nada –dijo Honoka, apartando la mano de Nico. Ella volvió a ensombrecer la mirada.

– ¿No es nada?, Honoka, no somos idiotas. Sabemos que esto te pone muy mal. Duraste varios días deprimida por esto. Incluso a veces decías incoherencias de que Umi te iba a buscar para matarte o que lanzaba a Nozomi desde la azotea de la escuela.

–Ya te dije que estoy bien, Nico-chan. Ya… ya lo superé.

Mintió, porque no era verdad, aún no lo superaba, pero no quería darle explicaciones a Hanayo ni a Nico de lo que le pasaba. Se puso de pie y se acercó a la puerta para mirar por la ventana dando la espalda a las tres chicas. Nico y Hanayo se miraron con cierto pesar. Nuevamente reinó el silencio entre ellas.

.

.

El camino desde la estación hasta un enorme edificio de grandes ventanales en el centro de un enorme terreno sin nada más alrededor, lo habían hecho en silencio. No era la primera vez que venían a ese lugar, pero para ellas, a excepción de Nico, ya habían pasado meses desde la última vez que estuvieron ahí. Honoka suspiró al mirar el letrero en la entrada, donde podía leerse "Centro Medico Psiquiátrico de Kugayama".

–No… no me gusta este lugar –dijo Hanayo en un susurro. Rin le tomó la mano.

–A mí tampoco me gusta nada.

Nico había hablado muy seriamente, abrazándose a sí misma. Honoka suspiró y comenzó a avanzar empujando la silla, pero Hanayo la detuvo. Señaló hacia la entrada del edificio, por donde dos chicas salían despacio. Al verlas se sorprendieron levemente.

– ¿Anju, Erena?

–Hola –dijo la más alta de las dos–. No… no esperábamos encontrarlas por aquí.

–Nosotras tampoco –dijo Nico mirándolas fijamente–. ¿Qué hacen aquí?

–Eh… vinimos a visitar a Tojou-san –contestó Anju en un leve susurro. Erena asintió.

–Queríamos saber cómo estaba. En parte es… nuestra responsabilidad lo que le pasó a ella y a las demás.

– ¿Qué? ¿Aún siguen con eso?

Nico negó y cruzó los brazos. Erena y Anju se miraron y bajaron la mirada. Hanayo se sonó levemente la garganta.

–Anju-san, Erena-san, no deben seguirse culpando. Lo que pasó no fue su culpa, nada de lo que pasó lo fue.

–Pero eran fans de nuestro grupo, fans descontentos con ustedes. Si hubiéramos ganado…

–Esos no eran fans Erena, eran un grupo de locos que lo único que querían causar era daño y lo consiguieron, pero nadie las va a culpar a ustedes.

Erena miró a Nico que había hablado en tono serio pero no molesto. Anju se agachó para saludar a Rin, tomando su mano. Rin sonrió y escribió un "hola" en su pizarra. Erena suspiró.

–Podrás seguir diciendo eso Yazawa-san, pero… mi conciencia y la de Anju no están tranquilas. Todo esto pasó por…

–Por un demonio Erena… –suspiró–. Dejemos esto aquí.

Nico se giró molesta. Erena miró a Anju que le asintió despacio y se puso de pie. Hanayo parecía querer decir algo, pero no se atrevía. Anju sonrió.

– ¿Sucede algo, Koizumi-san?

–Eh… Erena, Anju… ¿Tsubasa no viene con ustedes?

Honoka miró a Hanayo apenas terminó de escuchar la pregunta. La chica esperaba paciente la respuesta de las dos mujeres frente a ella. Anju miró una vez más a Erena antes de contestar.

–Eh… Tsu no quiso venir. Ella… al igual que nosotras, se siente responsable por todo esto y en este año… apenas si ha salido de su casa. Dice que Honoka seguro... –pero no terminó porque Erena le había dado un leve codazo en el costado. Fue leve pero todas lo notaron.

– ¿Honoka qué? –preguntó Nico con el ceño fruncido.

–Eh, no, nada. Olviden que mencioné algo.

Nico iba a volver a reclamar pero Honoka le tomó el brazo. La pequeña suspiró y comenzó a caminar dejando a todas atrás. Hanayo se mordió el labio y tomó la silla de ruedas. Hizo una reverencia que las dos chicas frente a ella imitaron y comenzó a seguir a Nico. Rin se despidió con su mano. Honoka suspiró y miró Anju y a Erena.

–Anju… Erena…

–Kousaka-san… de verdad te pedimos disculpas por todo esto. Las… las que debimos haber sufrido ese atentado deberíamos haber sido nosotras pero…

–Erena, no digas eso. Ustedes son las chicas más maravillosas que he conocido, y no podría aceptar que eso les hubiera pasado. Como dijo Nico-chan… No se culpen por lo que sucedió. No se culpen por… por el maldito destino.

Lo último lo dijo con rencor. Erena y Anju se miraron. Anju abrazó a Honoka con fuerza, sorprendiéndola. Las lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos. Erena se acercó a ellas y abrazó a las dos.

–Eres fuerte Honoka… Ojala Tsu tuviera tu misma determinación –dijo Anju en un susurro.

– ¿Tsubasa?

Honoka esperó la respuesta a esa pregunta pero no llegó. Anju y Erena soltaron el abrazo y sonrieron. Honoka iba a decir algo más pero notó que Hanayo la llamaba mientras Rin movía despacio sus manos. Nico estaba con ellas con los brazos cruzados. Erena suspiró.

–Debes irte ya. Nozomi te espera.

–Erena… Anju…

–Espero que podamos ir a comer algún día, ¿te parece?

Honoka asintió y trató de dibujar una sonrisa, una pequeña sonrisa. Las dos chicas se despidieron de la peli jengibre y se alejaron del lugar en silencio. Honoka suspiró y las miró alejarse. No pudo evitar el pensar en la tercera chica que debería estar ahí, en Tsubasa. Algo dentro se estremeció en ella. Desde que había regresado de la línea del tiempo en la que estuvo –si es que de verdad estuvo en una– había intentado hablar con Tsubasa, cumplir la pequeña promesa que le había hecho a la Tsubasa de la otra línea, pero parecía como si la tierra se la hubiera tragado.

Y no era para menos. Dos semanas después del atentado, A-RISE había dado una conferencia de prensa, donde se disculpaba por lo sucedido y anunciaba su separación sin dar mayores motivos. Desde ese momento, nadie había sabido nada de las chicas públicamente.

– ¡Honoka-chan!

Honoka salió de sus pensamientos al escuchar la voz de Hanayo. Miró una última vez hacia el horizonte, donde aún se podían ver las figuras de Erena y Anju caminando tomadas de la mano. Suspiró y se acercó a sus amigas.

–No puedo creer que aún sigan con eso esas dos –murmuró Nico entre dientes.

–Para ellas… –pero no terminó de decir nada. No sabía que decir. Rin levantó su tabla con algo escrito. Hanayo se apresuró a leerlo.

–"Debemos ir con Nozomi". "No estén tristes".

Las tres miraron a la pequeña que hacía un leve puchero, parecido a la boca de un gato. Nico sonrió y le acarició la cabeza, despeinándola un poco.

–Rin tiene razón. Debemos ir –y tomó la silla de ruedas para empujarla. Hanayo sonrió y juntas comenzaron a subir hasta la puerta principal. Honoka miró una última vez hacia atrás y comenzó a seguir a sus amigas.

El lugar no era nada acogedor. Pasillos fríos y desolados, llenos de puertas. El sonido producía un eco tan profundo que se clavaba en los oídos y se quedaba en ellos aun cuando ya el mismo había desaparecido. Solo el chirrido de las ruedas de la silla acompañaban los secos pasos de las cinco personas que avanzaban por el lugar. El hombre que caminaba delante de ellas, uno de los enfermeros del lugar, las miraba de reojo cada cierto número de pasos.

–No es normal que vengan tantas personas a ver a un paciente –dijo en tono serio. Nico suspiró.

–Hoy es un día especial. Por eso estamos aquí.

– ¿Especial? Bueno, no importa mucho, ¿o sí?

Ninguna respondió. El hombre enarcó una ceja, pero no continuó hablando. Al llegar a la puerta que buscaban suspiró. Presionó un botón y la pared –que estaba oscura hasta ese momento– se iluminó mostrando el interior de la habitación. Honoka mordió su labio, cuando vio a la chica dentro de la habitación. Nozomi estaba recostada a la pared más alejada, mirando a la nada con sus ojos esmeralda que ya habían perdido su brillo. Vestía completamente de blanco, lo que la camuflaba un poco con las paredes y el piso. Su cabello estaba suelto, mucho más largo y enmarañado.

–Nozomi-chan… –susurró Hanayo tratando de contener una lágrima. Rin lloraba en silencio. Había puesto sus manos en el vidrio. Honoka suspiró.

–Eh… ¿Cómo se encuentra?

–Igual –dijo el enfermero en un tono cansado y robótico– No ha habido ninguna mejoría en los últimos meses. El director del centro… cree que no la habrá. Aunque… –y comenzó a revisar la pequeña pantalla que estaba al lado de la puerta.

– ¿Qué? –preguntó Nico. El joven seguía revisando.

–Sí, aquí está. Hubo un día en donde ella pareció recobrar un poco su estado. Pero fue leve. Las enfermeras que estuvieron ahí dicen que comenzó a llorar abrazada a sus rodillas. Dicen que estaba lucida y parecía recordar a alguien.

– ¿Qué día fue? –preguntó Honoka. El enfermero miró la fecha.

–El 21 de octubre –Hanayo se tapó la boca con sorpresa y Nico lanzó una maldición. El enfermero las miró fijamente–. ¿Sucede algo?

–Ese día es el cumpleaños… –comenzó a decir Hanayo pero se detuvo– Era el cumpleaños de su mejor amiga… que ya no está con ella.

El joven asintió y lanzó un suspiro cansando. Las cuatro chicas se miraron y luego regresaron la mirada a Nozomi. Ella murmuraba algo que no alcanzaban a escuchar, y en pequeñas ocasiones se dibujaba una tímida sonrisa en su rostro. Nico lanzó una débil maldición, apenas audible para ellas.

– ¿Qué tiene Nozomi-chan en las manos? –preguntó Hanayo mirando a las chicas.

–Es… es una foto. Yo se la traje, hace dos días. Pensé que… –Nico suspiró–. Pensé que le ayudaría a recordar.

Volvieron a mirar a Nozomi que sonrió y asintió. Parecía hablar con alguien, y ellas sabían de quien se trataba. Rin escribió algo en su pizarra y se lo mostró a las demás.

–Eh… –Hanayo miró al joven–. Pregunta Rin si podemos entrar para estar con ella.

–Normalmente no se puede –dijo el joven haciendo que Rin bajara la mirada triste–. Pero dado que revisando el expediente no he encontrado indicios de conducta peligrosa, les daré unos minutos.

Todas sonrieron a excepción de Honoka. El hombre abrió la puerta y les permitió a las chicas entrar. Hanayo tomó la silla y entró primero con Rin seguida de Nico. Honoka suspiró y miró al joven.

– ¿Sus padres han venido a verla?

–Sí. Estuvieron aquí hace una semana. Y hoy vinieron dos chicas, hace como media hora a verla. Y han venido más chicas, todas como de tu edad. Creo que era muy querida. No entiendo cómo es que no recupera la consciencia.

–Por el destino –dijo Honoka en un susurro molesto.

– ¿Destino?

Honoka no contestó. Hizo una leve reverencia y entró a la habitación. El joven sonrió y cerró despacio la puerta. Presionó un botón cerca de la misma.

–Estaré vigilando. Cuando ya se deseen marchar, solo presionen el botón verde cerca de la puerta.

Ellas asintieron. El vidrio volvió a oscurecerse y quedaron solas dentro de la blanca habitación. Nozomi ni siquiera había reparado en ellas. Nico suspiró y se acercó a ella.

–Nozomi –dijo en voz baja, acariciando su cabello. La chica no la miró.

–Pobre Nozomi-chan… pensé que ya estaría mejor, como Rin-chan.

–Rin tiene ayuda –dijo Nico, que seguía acariciando la cabeza de Nozomi–. Te tiene a ti Hanayo, pero Nozomi… Nozomi perdió lo que más quería… es difícil que vuelva a ser la de antes.

–Tú también perdiste lo que más querías Nico-chan…

–Sí… –dijo entre dientes y suspiró–. Perdí lo que no imaginé que llegaría a amar. Y con ella, lo perdí todo. Pero me prometí… le prometí a su memoria que seguiría adelante. Que por Maki Nishikino, tendría una vida, y que no huiría.

– ¿Lo dices por Kotori cierto? –dijo de forma seca Honoka. Nico la encaró.

–Lo digo por ti. Kotori solo continuó donde no sintiera tanto dolor, pero tú. Simplemente vives el día a día respirando porque el cuerpo lo hace solo. Por un momento creí que te ibas a quitar la vida… lo temí, es la verdad. Aún lo temo… –y desvió la mirada.

–Nico-chan…

Honoka se mordió el labio y bajó la mirada. Rin, miraba todo en silencio, aunque tenía su marcador abierto, no había una sola palabra en la pizarra. Hanayo se agachó frente a Nozomi. Miró la fotografía en sus manos. Era una fotografía de µ's, de las nueve amigas. Los ojos de Hanayo se llenaron de lágrimas que limpió con su mano. Nozomi entonces la miró.

–Chicas…

Nico, Rin y Honoka miraron a Hanayo que señalaba a Nozomi. Los ojos color esmeralda de la chica ahora estaban puestos en ellas. Nico se agachó frente a ella.

–Nozomi, ¿sabes quién soy? ¿Me reconoces?

Nozomi se mordió el labio y miró a Honoka fijamente. Honoka sonrió tiernamente y se agachó al lado de Nico.

–Hola Nozomi-chan…

–Ho… –dijo Nozomi acercando su mano a Honoka– Honochi…

El corazón de Honoka comenzó a latir aceleradamente. Su boca comenzó a temblar, mientras los verdes ojos de Nozomi la miraban fijamente. Nico se metió entre las dos y tomó a Nozomi de los brazos.

–Nozomi… Nozomi… ¿Me reconoces verdad?

–Honochi… –volvió a decir la peli morada. Hanayo se acercó a ellas.

–Nozomi-chan...

Nozomi bajó la mirada a la fotografía y la abrazó nuevamente, volviendo a perderse en su inestable mente. Nico se mordió el labio y la soltó despacio. Nozomi comenzaba a balbucear palabras, pero muchas de ellas eran "Elichi".

–Honoka… –miró a la peli jengibre. Hanayo y Rin también la miraron.

Honoka estaba quieta, paralizada. Sus manos temblaban, de manera frenética, su piel se había vuelto pálida. Su mirada estaba perdida. En su cabeza estaban pasando cientos y cientos de imágenes, cientos y cientos de cosas que estaba intentando olvidar, que intentaba borrar de ella y que comenzaban a regresar, detonadas por la simples palabras de Nozomi.

Las sonrisas de sus amigas antes de su presentación en el Love Live!, las palabras de aliento, la música comenzando a sonar, luego la explosión, el cuerpo de sus amigas en el suelo, cubierto de sangre, las sirenas… luego aparecieron los féretros, tres, el llanto de las demás… pero luego todo se ponía oscuro, y podía ver la sonrisa de Nozomi, la cara de sorpresa de Rin y Hanayo, el mal humor de Nico, los ojos asustados de Kotori, el rostro de molestia de Umi… luego el cuerpo de Kotori caer a sus pies por un disparo de Umi, Nozomi cayendo del tejado de la escuela… Tsubasa… a su mente llegó la sonrisa de Tsubasa… pero también la imagen de ella siendo asesinada por Umi.

Tomo su cabeza con ambas manos tirando de su cabello. Nico y Hanayo se acercaron a ella. ¿Cuál era la verdad? ¿Cuál era su desdichada realidad? Nozomi nunca la había llamado Honochi… nunca le había dicho Honochi… pero si lo había hecho… si lo había dicho… ¿en cuál realidad?

– ¡Honoka!

– ¡Honoka-chan!

– ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Honoka se puso de pie y corrió a la puerta, golpeándola con fuerza, golpeándola con los puños cerrados. Nico y Hanayo corrieron a su lado mientras Rin miraba todo asustada.

– ¡Honoka espera!

Honoka no respondió. Miró el botón al lado y, empujando a Nico que ya la había tomado de los brazos lo presionó. La puerta se abrió y Honoka comenzó a correr, sin detenerse a pesar de que Hanayo y Nico trataban de alcanzarla.

.

Marzo 18, 2013 05:28:12 p.m.

.

Caminaba lentamente, casi arrastrando mis pies, cuando me quedé sin fuerzas para seguir corriendo, cuando me quedé sin ganas de seguir adelante. Ya estaba en el lugar al que quería llegar, el único lugar que podía indicarme cual era mi realidad. Mordí mis labios conteniendo el llanto, el llanto que se mezclaba con las gotas de lluvia que caían sobre mí. Estaba empapada, mi uniforme completamente mojado, mi cabello totalmente desaliñado.

Miré hacia arriba, hacia la parte alta de la gran escalinata. A duras penas comencé a dar los pasos, uno tras otro, escalón por escalón para tratar de llegar a la cima, tratando de llegar donde estaban las tumbas de mis amigas.

Suspiré profundamente y levanté la mirada hacia el cielo. Un pequeño rayo de luz se filtraba entre las oscuras nubes, iluminando el punto al que me dirigía completamente sola, donde se alzaba tres lápidas una junto a la otra.

Lancé otro suspiro cuando llegué frente a ellas, llenas de flores, de todos los colores, que cientos de personas, fans y amigos habían dejado en ellas el día de hoy. Podía reconocer cuáles eran las flores de Rin y Hanayo, incluso cuales eran las de Nico. No pude evitar sentir impotencia, ganas de gritar, de maldecir, pero era tanta la tristeza que me embargaba que ni eso podía hacer. Me acerqué más, al punto de poder leer los nombres sobres las placas de mármol. Esa era mi realidad, la realidad donde ellas no estaban. Caí de rodillas sobre el barro, ensuciando mi uniforme. Ver sus nombres… sus fotografías… de verdad que era una pesadilla de la que quería despertar. Pensé que ya las lágrimas se me había secado pero estas seguían bajando por mis mejillas.

Me arrastré hasta la lápida de Umi-chan y me recosté en ella, abrazando mis piernas. Me parecía escuchar su voz, fuerte, severa, pero a la vez cariñosa

"Honoka, por un demonio, te vas a enfermar si te sigues mojando."

"Ya, ya Umi-chan, no la regañes."

"Es que tú la consientes demasiado, Kotori."

Reí, reí levemente. Miré la fotografía, la acaricié. Ese hermoso rostro, esa bella sonrisa. Suspiré y enterré mi cara entre mis rodillas. Estuve así por no sé cuantos minutos, sin moverme, sin resguardarme de la lluvia. Solo pensando. Pensando en algo que iba a hacer, que me liberaría de todo ese tormento, de todo el sufrimiento que estaba teniendo. Nico tenía razón… yo quería escapar ya, quería dejar de sufrir...

Le había prometido a Tsubasa que continuaría, a la Tsubasa de la otra línea, la que confiaba ciegamente en mí, pero ya no podía, ya no.

Miré las lápidas una vez más.

–Umi-chan… Eli-chan… Maki-chan… perdónenme. Perdónenme por no haberlas podido salvar, por ser tan inútil, tan… tan débil. Esta será la última vez que nos veamos. Me voy a ir, a un lugar donde creo que no estarán ustedes.

Mordí mi labio y respiré profundamente, levantando mi mirada al oscuro cielo, sintiendo las gotas golpear mi piel. Estaba decidida, estaba segura de que era lo mejor… para mi… para los demás. De pronto una voz llegó a mí.

– ¿Kousaka-san?


Hola.

Como dije en la actualización de mi otra historia... han pasado mucho tiempo. Luego de una larga ausencia, vuelvo a publicar. Me disculpo por la tardanza, y por la desilusión que pude haber causado a todos los que siguen esta y mis otras historias.

Hoy regreso con este triste capitulo, este triste golpe de realidad para Honoka... quien ya está llegando a su límite. Pero... ¿quién es la persona que habló al final con ella?

Espero que lo disfruten, lo comenten y esperen el siguiente capitulo, que no creo vaya a tardar una eternidad como este (de verdad lo espero).

Un abrazo a todos y todas los que sigan aún esta historia.