Epílogo: EL LIBRO DEL AMOR

— ¡HARRY JAMES POTTEEEER! — el grito enardecido de Hermione Granger resonó por toda la casa, haciendo vibrar los cristales del piso superior.

Momentos después, el sonido de sus frenéticos pasos se escuchó mientras la castaña salía como una exhalación de la habitación que compartía con su marido Harry Potter. Y, cargando con ella un par de pergaminos arrugados y manchados en los brazos, bajó las escaleras de dos en dos, casi derrapando al final.

Dobby, quien se encontraba en ése momento al pie de las escaleras jugando con un cochecito muggle, pegó un chillido asustado cuando Hermione pasó por su lado casi arrollándolo al no haberlo notado.

Mas la castaña apenas y se detuvo un momento para aferrar mejor los pergaminos en sus crispadas manos; recuperando el motivo de su cólera, giró sobre sí misma, sin saber a dónde dirigirse realmente.

— ¡HARRY! — volvió a gritar con vigor. Dobby tembló al escuchar su alarido.

Hermione nuevamente lo ignoró, su pecho subía y bajaba rápidamente producto de la indignación que sentía. Y no era para menos…

Oh, pero cuando le pusiera las manos encima a su marido, ¡pobre de él!

Avanzó hacia la derecha; deteniéndose unos pasos más adelante, miró a ambos lados: al pasillo que conducía hacia la sala, y al que se dirigía hacia su estudio. Resopló por lo bajo. Su indignación creció cuando observó los pergaminos en sus manos por unos segundos.

— Ésta me la pagas Potter… — masculló por lo bajo.


Mientras tanto, en el resguardo de su estudio, Harry escuchaba los gritos de su esposa con preocupación, preguntándose qué había hecho ésta vez. Que él recordara, no había olvidado nada. Tampoco había ocasionado algo.

¿Entonces porque ésa repentina hostilidad de Hermione para con él?

— ¡Harry Potter! — escuchó que volvía a llamarlo.

El ojiverde suspiró con aplomo. Fuera lo que fuera, tendría que enfrentarlo. Sabía que el dejar cosas pendientes entre Hermione y él no era una solución; y de eso ya tenía seis años de experiencia.

Con la frente en alto, abandonó la habitación…

Hermione se detuvo momentáneamente cuando vio la puerta del estudio abrirse, y casi inmediatamente avanzó hacia allá al ver a Harry salir con bastante calma. Sus ojos mieles brillaron de indignación.

— Así que, "no te preocupes cariño, no tocaré tu trabajo ni me meteré en ello" ¿eh? — le escupió en la cara apenas lo tuvo enfrente.

Harry no pudo más que arrugar el entrecejo.

— ¡Entonces, ¿puedes decirme porque hiciste precisamente eso?!… — le espetó furiosa. Pero antes de que el ojiverde pudiera decir algo, su esposa se le adelantó — Sólo una cosa te pedí, y fue que no te metieras es mi trabajo, ¡y fue eso lo que destruiste!… — subió el volumen de su voz — ¡¿Tienes una remota idea de lo duro que fue conseguir éste contrato para la P.E.D.D.O.?!… ¡¿Tienes una maldita idea de que es lo que está en juego aquí?! — inquirió, blandiéndole los pergaminos en la cara, mientras respiraba agitadamente producto de la furia.

— Pero… — fue lo único que atinó a decir Harry; desconcertado ante semejante acusación.

— ¡Pero nada! — zanjó, mirándolo con ganas de matarlo.

Harry pasó saliva. Jamás había visto a Hermione tan molesta como ahora. Ni siquiera cuando tenía aquellas fuertes discusiones con Ron y terminaban sin hablarse por días. Pero el que lo juzgara de ésa forma y sin querer escuchar de argumentos y razones, le empezaba a doler.

¿De verdad ella lo creía capaz de algo tan atroz como eso?

El resoplido de su esposa se lo confirmó.

— Escucha, sé que estás molesta… — intentó razonar con ella. Colocando inseguramente una mano en su antebrazo — Pero es sólo un pergamino, no creo que…

Hubiera sido mejor que se quedara callado, pensó Harry cuando la sintió liberarse de su agarre con brusquedad y recibió aquella fría mirada que sólo la reservaba para tipos como Draco Malfoy.

— Así que ¿un pergamino?… — repitió con mofa Hermione, lanzando chispas por los ojos. Harry pasó saliva — Claro, un pergamino. ¿Por qué un pergamino podría significar algo para el Jefe de Aurores?, ¡cielos Hermione, por favor deja de exagerar! — ironizó dramáticamente.

Ahora si estaba en problemas, resolvió Harry para sí. Una cosa era que Hermione gritara e hiciera una rabieta. Pero cuando llegaba al sarcasmo y la ironía, eso ya era caminar por terreno minado.

— Eso no es lo que quise decir — quiso remediar las cosas.

— ¡El que no tenga ninguna importancia para ti, no significa que no lo tenga para el resto del mundo, Potter!… — le espetó empezando a subir el volumen de voz nuevamente — ¡Pero claro, estás tan encerrado en tu mundo de Mortífagos que lo demás no cobra importancia!; ¡A ti sólo te importa salir y jugar al maldito Elegido con Ronald, mientras yo trato de liberar a los elfos domésticos de su esclavitud!; ¡Aunque claro, ¿qué relevancia tiene eso para un gran miembro del mundo mágico como tú?, si ya nos liberaste de Lord Voldemort!… — le escupió sin miramientos.

Harry la miró dolido. Y Hermione pareció disfrutarlo.

— Sabes que yo no pienso así — le dijo seriamente.

— ¡Y tú sabías perfectamente que yo estaba trabajando en éste informe desde hacía tres semanas!… — le recriminó a su vez, volviendo a su previa indignación — ¡Si querías comer, lo pudiste hacer en la cocina, no en mi escritorio, donde tenía la única copia existente del informe! — increpó Hermione, sin dejarse tranquilizar por su esposo.

Harry abrió la boca para replicar nuevamente, mas la cerró casi al instante, cayendo en cuenta de algo: La enorme mancha café y roja que cubría una buena parte del pergamino que Hermione le había estado blandiendo en el rostro desde hacía varios minutos. Suspiró culpablemente. Él no era el causante de ése "atentado", mas circunstancialmente había sido parte de ello.

— ¿Y ahora con qué cara voy a ver a Kingsley y Legolas eh?… — lamentó Hermione — ¡Ellos confiaban en mí para que hiciera éste trabajo!; ¡Percy me apoyaba con las entrevistas!, ¡Luna con las investigaciones!, ¡y casi todo el Ministerio estaba enterado de que planeábamos éste trato desde que se concluyó lo de México, Ecuador, Chile y Venezuela!… ¡De nada me sirvieron los desvelos, las investigaciones, las entrevistas y todo lo que tuve que hacer!; ¡Todo el trato con Argentina está arruinado y es por…!

— ¡Pero yo no fui! — se apresuró a decir su esposo, levantando las manos alegando su inocencia.

— ¡Si claro!; — ironizó la castaña — ¡¿Entonces quién?! — inquirió con fiereza. Retándolo a que le contestara.

Sin embargo, Harry sólo miró sobre el hombro de Hermione, señalándole al verdadero culpable de tan cruel fechoría. La castaña rechinó los dientes antes de girarse a ver qué le indicaba. Pero lo que observó la desarmó por completo.

Dejando salir un profundo suspiro, Hermione sintió como la ira que antes sentía se esfumaba mientras veía a la menuda personita de cabello castaño ondulado, piel blanca y unos impresionantes ojos verdes, que, sosteniéndose inestablemente de un carrito rosa, daba torpes pasitos avanzando hacia ellos, sonriendo angelicalmente mostrando sus notables incisivos.

— Harmony — murmuró por lo bajo Hermione, mirando con ternura a su hija.

La pequeña Potter caminaba hacia ellos sonriendo feliz; su alma inocente le había impedido darse cuenta de la discusión previa de sus padres. Dobby la seguía de cerca con los ojos alertas para socorrerla en cualquier minuto si se veía en problemas.

Y casi como si su hija quisiera decirle la verdad de los hechos, le tendió una manita manchada de chocolate y mermelada de fresa. Los mismos ingredientes con los que Harry le había preparado, momentos atrás, un emparedado. Hermione se mordió el labio con auto recriminación, y se acercó a su hija para tomarla en brazos. Harmony rodeó el cuello de su madre con sus cortos bracitos, bostezando quedamente.

— Le preparé un emparedado hace una hora, y se lo empezó a comer mientras estaba en nuestra habitación y tú tomabas un baño… — le empezó a decir Harry, acercándose a ella por la espalda y acariciando los rizos de su hija con cariño — Sólo la dejé un momento mientras buscaba una camisa limpia en el closet, y cuando me giré a verla; bueno… — le dedicó una fugaz mirada a los pergaminos que Hermione aun sostenía en una mano — Supongo que debí tener más cuidado, no creí que los tomaría como si fueran servilletas. Perdona — la miró arrepentido.

Hermione suspiró, girándose para verlo de frente.

— No Harry, soy yo la que te debe una disculpa. No debí actuar tan irracionalmente sin haberte preguntado antes como pasaron las cosas. Es sólo que… — lo miró avergonzada.

— Trabajaste mucho tiempo en eso, lo sé… — la interrumpió el ojiverde — No te preocupes — le sonrió comprensivo.

— No quise decir ésas cosas tan mezquinas… — intentó disculparse.

— Lo sé, Herm…

— No, es que… — su esposo la calló colocando un dedo sobre sus labios, negando con una sonrisa tranquilizadora.

La castaña no volvió a insistir. Sonrió al sentir como su hija se apoyaba en su hombro escondiendo la cabeza en su cuello.

— Parece que alguien ya necesita su siesta de la tarde — le canturreó Hermione besándole la frente.

La pequeña la vio con sus ojos verdes entrecerrados.

— Vamos cariño, es hora de dormir — se dirigió con ella al piso de arriba. Harry las acompañó, rodeando la cintura de Hermione con su brazo y dándole un beso en la mejilla. Y Dobby se retiró a la cocina.

Tres largos años habían pasado desde aquel 15 de agosto del 2004 en que Harry y Hermione unieron sus vidas en matrimonio. Tantas cosas habían sucedido desde entonces. Entre ellas la pequeña Potter.

Harmony Potter Granger, nacida el 18 de Julio, contaba ya con un año y dos meses de vida. Harmony había sido concebida la noche de Brujas del año 2005. Aquel lejano día en que todos los amigos se habían reunido en un pub en Londres para celebrar el compromiso de Ron y Luna, y el primer cumpleaños de Frank Longbottom Weasley, el primogénito de Ginny y Neville…

Flash Back

—… ¡feliz cumpleaños a ti! — terminaron de cantar Ginny, Neville, Harry, Hermione, Ron y Luna. Mientras unos orgullosos Ginny y Neville cargaban a Frank para que soplara la única velita en el pastel.

Los amigos rompieron en aplausos cuando el pequeño Longbottom dejó salir un corto suspiro, apagando la velita.

— ¡Un añote!, ya estás viejo Frankie — le revolvió el cabello de manera juguetona Ron a su sobrino. Hermione lo miró chasqueando la lengua. Sin embargo, Neville y Harry rieron por el comentario del pelirrojo.

Ginny sólo sonrió, mientras volvía a acomodar el cabello negro de su hijo y veía embelesada sus ojos azules. El gran parecido con su padre Neville era innegable. Y no podía estar más agradecida; si era igual que su esposo, en el futuro sería el mejor hombre sobre la faz de la Tierra, pensaba.

— No puedo creer que ya haya pasado un año — musitó Ginny con emoción. Luna y Hermione asintieron.

— Parece que fue sólo ayer cuando apenas empezaba a gatear, y míralo ahora — replicó Hermione cuando Neville lo puso en el suelo, y éste empezó a caminar alrededor de la mesa, sujetándose con las dos manitas.

— Otra cosa que festejar — comentó Harry con una sonrisa, abrazando a su esposa y viendo con cariño a su sobrino. Neville lo seguía de cerca.

— ¡Nosotros también tenemos algo que festejar! — saltó Luna de pronto, quien parecía no poder contenerse ni un minuto más. Sus amigos la regresaron a ver.

— ¿Ahora? — la miró vacilante Ron, dejando de contemplar el pastel con anhelo.

— Ronnie, vamos. Prometimos que lo diríamos hoy — le sonrió Luna. El pelirrojo suspiró, contagiándose de su entusiasmo.

— De acuerdo… — sonrió, tomándola de la mano.

— ¿Y? — los alentó Neville.

— No pensaran darle un primito o primita a Frank, ¿o sí? — les acusó Harry en broma.

Ron y Luna no dijeron nada, sólo se regresaron a ver entre ellos con complicidad, e inmediatamente…

— ¡Vamos a casarnos! — soltaron a la par, ante la sorpresa de sus amigos.

— ¿Qué? — apenas pudo musitar Hermione, mientras en sus labios, al igual que en los de los demás, se formaba lentamente una sonrisa.

Ron y Luna sólo se sonrieron, extasiados.

Fue el chillido eufórico de Hermione el que se escuchó primero, secundado por el de Ginny, seguido con el "¡Felicidades!" de Harry y Neville. Hasta finalizar en la burbujeante risa de Frank, quien había sido levantado del suelo por su padre.

— Pero, ¿cómo…?… ¿Cuándo fue que…? — empezaron a llenar de preguntas Hermione y Ginny a su mejor amiga.

— Apenas hace una semana. Fue en el aniversario de nuestro reencuentro, Ronald había esperado un buen tiempo para que llegara la fecha y me lo propuso… — les empezó a contar emocionada.

— Vaya, y yo pensaba que él era la mal influencia en ti. Veo que fue al revés, ¡tú eres la buena influencia en él! — proclamó Ginny, cual si presenciara un milagro.

Ron, quien las había oído claramente, sintió como sus orejas se sonrojaban.

— Yo también puedo ser buena influencia cuando quiero, — replicó el pelirrojo — sino pregúntales a Harry y Hermione — añadió.

Harry y Hermione se regresaron a ver con una sonrisa cómplice.

— En eso tiene razón — asintieron sin más remedio.

— ¡Ahí lo tienes! — señaló Ron de manera triunfal.

— Sí, sí, lo que digas… — le restó importancia Ginny, sin siquiera mirarlo — ¿Y luego…? — le pinchó a Luna. La rubia sonrió con ése característico brillo de ella.

— Bueno, nosotros ya nos vamos. Tenemos que ir a La Madriguera a dar la buena noticia — anunciaba Ron tiempo después, luego de haber comido cada quien una rebanada de pastel, y mientras él y Luna se incorporaban.

— ¿No vienen? — les preguntó Luna a sus amigos.

— Nosotros los alcanzamos allá, iremos en traslador. A Frank le causa náuseas la Aparición — le indicó Ginny, mientras Neville asentía y tenía al pequeño dormitando en brazos.

— ¿Y ustedes? — se giró Ron hacia Harry y Hermione.

— Nosotros… — empezó Hermione.

— De hecho, planeábamos pasar más tiempo en Londres — se adelantó Harry, abrazando a Hermione. La castaña le sonrió a su esposo.

Ginny y Luna se regresaron a ver entre ellas con una sonrisa pícara. Sin embargo, Neville y Ron vieron a sus amigos con confusión.

— Bueno, pero nos alcanzan allá ¿no? — quiso saber Ron.

— No creo que podamos Ron. Tal vez pasemos aquí la noche — se negó Harry.

— Pero… — lo miró confundido. No obstante, un brillo pícaro se reflejó en sus ojos casi al instante — Eh, ¡pillines! — les acusó, sonriendo burlón.

— ¿De qué me perdí? — le preguntó Neville a Ginny.

— Luego te explico amor — replicó la pelirroja mientras escuchaba como su hermano seguía burlándose de Harry y Hermione.

Fin Flash Back

Ron aun bromeaba al respecto diciéndoles a sus amigos, que, si su hija no resultaba ser una bruja, era porque ya de plano la habían cambiado en el Hospital muggle al que Hermione quiso asistir para dar a luz. Eso sin contar, su broma favorita: Molestar a Hermione por su desliz con la poción anticonceptiva y haber quedado embarazada. Aunque esto también lo usaba para regodearse, diciendo que él y Luna eran los autores de que su "celebración" fue la causa de concebir a Harmony.

Harry siempre observaba el gesto enfurruñado que Hermione le ponía a su mejor amigo cuando soltaba aquel comentario; pero silenciosamente sabía que aquella mágica noche en que habían hecho el amor sin medir en las precauciones, había sido porque en el fondo ambos se sentían tan compenetrados como pareja y matrimonio, que un bebé era lo único que le faltaba a su vida.

Flash Back

Harry caminaba de un lado para otro en la habitación, mordiéndose la uña del dedo pulgar. Una manía que encontraba desesperante, y sin embargo lo acababa de asaltar.

La razón de su ansiedad se encontraba encerrada en el baño: Hermione. Y él no podía hacer nada más que esperar.

Hacía apenas un par de horas que había regresado a Londres, y la verdad es que su regreso se debía a su esposa. Estando en Australia en una misión junto a otros Aurores, incluido Ron, Harry había recibido una lechuza urgente de Hermione, pidiéndole que regresara cuanto antes pues algo de suma importancia había pasado. Eso fue lo único que Harry había necesitado leer. Dejando a Ron al mando, había partido al Ministerio pidiendo un traslador que lo llevara de regreso a su hogar.

Las cuatro horas que pasaron en lo que lo atendían y se activaba el traslador fueron desesperantes. Pero la angustia fue aún peor cuando Apareció en el Ministerio, y no en su hogar, como Harry deseaba.

Ni siquiera atendió al llamado de sus colegas al verlo aparecer, simplemente tomando la carrera más larga en su vida, se dirigió corriendo a la chimenea y con un montón de polvos flu en la mano, exclamó "Residencia Potter", y apareció entre una nube de hollín en su remodelada casa en Ottery Saint Catchpole.

Pero aun nada lo había preparado para lo que vendría…

Soltando un suspiro entrecortado, Harry miró nuevamente hacia la puerta del baño. Ni un solo ruido se escuchaba, y los nervios estaban a punto de hacerlo estallar.

Mientras tanto, dentro del tocador…

Sentada sobre la orilla de la bañera, y con las manos entrecruzadas frente a su rostro, Hermione intentaba controlar su respiración.

Recordando cómo había cambiado su vida desde ésa misma mañana, cuando despertaba y había corrido a ése mismo baño para volver el estómago; a la tarde, cuando la incertidumbre no pudo más con ella, haciéndola escribirle a su esposo una carta para que regresara y la acompañara en un momento tan crucial para ambos.

El cómo había terminado encerrada en el baño aún no lo podía concebir. Y el porqué, era aún más inverosímil.

La posibilidad de que ella… De que ella y Harry fueran…

Hermione suspiró abrumadoramente.

Sabía que las pruebas caseras sólo necesitaban un margen d minutos para que marcaran un resultado. Y ella ya llevaba ahí sentada casi media hora, pero sus piernas se negaban a responderle. El nudo que sentía en la boca del estómago era causado por otro tipo de náusea, una que le impedía respirar, pensar.

Harry había llegado hacía apenas hora y media, tiempo necesario para explicarle la situación. Para meditar juntos.

Su rostro al informarle su sospecha era algo que jamás olvidaría. Como si le hubiera dado la mejor de las noticias; como si no hubiera nada que más deseara.

Y sin embargo ahí estaba ella, encerrada en un baño, mirando como al otro lado de la habitación, descansando en el lavado, la prueba muggle que había comprado casi parecía vibrar para informarle que desde hacía mucho tiempo tenía un resultado para ella y sus dudas.

— ¿Herm?… ¿Herm, está todo bien? — la llamada vacilante de Harry la hizo pegar un respingo.

— Sí, sí. Sólo… Ya salgo — respondió hacia la puerta, sin poder reconocer su propia voz.

Mordiendo su labio por unos segundos, se impulsó en sus piernas, y se paró frente al lavado, mirando la prueba…

Había leído ya la caja de instrucción más de 20 veces, pero a pesar de eso, Hermione no pudo evitar verificarlo. El corazón le dio un vuelco cuando comprendió lo que significaba. E incapaz de poder aguantar con eso ella sola, abrió la puerta…

Harry creyó que los pulmones se le desinflaron cuando al fin vio a Hermione salir del baño. Mas su esposa no habló, sólo se le quedó viendo a la prueba que sostenía en manos, como comprobando que en verdad la tenía con ella; jugando con sus nervios.

— ¿Entonces? — le preguntó por fin el ojiverde. Sintiendo que en cualquier momento se moriría de ansiedad.

Hermione lo regresó a ver con la mirada bañada en lágrimas, inquietándolo aún más.

— ¡Positivo!… — anunció la castaña, sonriendo lentamente, haciéndolo inhalar bruscamente — ¡Estamos embarazados! — completó con la voz temblándole de emoción, sonriendo alegremente mientras sentía una lágrima deslizarse por su mejilla.

— ¡Herm!… — musitó ahogadamente, sintiendo como las lágrimas llenaban sus ojos verdes también.

Un segundo después se abalanzaba sobre su esposa y la besaba de lleno en la boca; sintiendo su corazón latir frenéticamente en su pecho, mientras dejaba que las palabras emitidas por los labios de Hermione lo llenaran por completo.

Con la mano temblándole de nervios y emoción, la posó delicadamente en el plano vientre de su esposa. Donde su hijo o hija crecía en un manto de seguridad y amor proporcionado por sus extasiados padres.

Fin Flash Back

Sí, Harmony había sido una bendición. Un maravilloso regalo que les había dado la vida, y que había llegado sin anunciarse. Pero no por eso menos querida.

Además, Ron no podía alegar ya más a sus bromas. No cuando Hermione lo molestaba a él y a Luna con el asunto de "comerse la torta antes del recreo". Pues exactamente dos meses después de anunciar su compromiso, la rubia proclamó el primero de enero del 2006 en La Madriguera, y ante un atónito Ronald, que el primer miembro de la familia Weasley Lovegood estaba en camino.

Hermione usaba ésa defensa siempre que Ron la molestaba. Es decir, al menos dos veces al mes. Pero únicamente cuando no encontraba otra manera para librarse del pelirrojo; pues éste era su talón de Aquiles. Y no era para menos, ¿quién no recordaba a la señora Weasley persiguiendo a Ron con varita en mano por todo el patio, alegando que ella misma lo llevaría a la Iglesia así sea de las orejas?

Flash Back

— ¡Estoy embarazada! — soltó sin más Luna, con una reluciente sonrisa.

El escándalo que reinaba el patio de La Madriguera se cortó de golpe ante tal noticia. Incluso el pequeño Frank, que se quejaba en los brazos de Neville, guardó silencio. Todas las miradas puestas en Luna. Todos los rostros expresando diversas emociones, desde desconcierto, escepticismo, hasta genuina sorpresa.

— Así que, ¡Feliz Año Nuevo, familia! — agregó cómicamente, levantando su vaso de jugo a modo de brindis.

Ron, con los ojos vidriosos y la boca ligeramente abierta, contempló a su prometida empezando a hiperventilar, sintiendo que todo daba vueltas a su alrededor.

Y así de ensimismado como estaba todo el mundo, la mayoría pegó un respingo, cuando saliendo de su estupor, Ginny soltó tremendo chillido que hizo llorar a su hijo de nuevo; y levantándose de un salto, ya estaba junto a su amiga, dándole un abrazo muy al estilo Molly Weasley. Exactamente al mismo tiempo, con un golpe seco, Hermione tiraba sin querer la silla en la que estaba sentada, corría hacia su amiga, y la encerraba en un apretado abrazo, felicitándola en el proceso.

Luego de eso le siguieron Harry, Neville (con el pequeño Frank en brazos, que no dejaba de llorar ante tremendo alboroto), Remus, Tonks, Arthur y sus hijos con sus respectivas parejas, Xenophilus, Augusta. Los gemelos soltando el común comentario burlón:

— ¿Pero estás segura que es de nuestro Ronnie?, porque mira que éste nunca ha sido muy inteligente que digamos — sacándole una alegre carcajada a Luna.

Incluso Teddy y Victoire se unieron a la celebración, dándole un simultáneo abrazo a la joven rubia.

Y entre el parloteo de Fleur, Penelope y Tonks acerca de la llegada del nuevo bebé; todo el mundo volvió a guardar silencio lentamente, cayendo en cuenta de algo trascendental: la nula reacción de Ron y Molly Weasley. Padre y abuela del bebé.

Ron, aún demasiado pasmado para reaccionar, hiperventilaba cual si estuviera sufriendo un ataque de Asma. Y la señora Weasley, con el rostro tan rojo como las mismísimas llamas inmortales del infierno, miraba con chispas saliendo de sus castaños ojos a su hijo, cual si quisiera calcinarlo con la mirada.

Cual chirrido de uñas sobre una pizarra, así fue como se escuchó cuando Molly despegó sus labios y rechinó sus dientes con furia.

— Oh… tú… Ronald… Weasley… — empezó a mascullar de pronto.

Ron, viéndose más torpe que de costumbre, apenas parpadeó, dirigiendo su azul mirada hacia su progenitora en el preciso instante en que ésta metía la mano en el bolsillo de su delantal y extraía su varita. Un sonido de alerta empezó a escucharse en alguna parte de su cerebro, pero toda la sangre les había corrido a las extremidades sintiéndolas de plomo.

— ¡¿Pero en qué demonios estabas pensando, mocoso imprudente?! — exclamó ferozmente, apuntándole con la varita.

— ¡Molly! — chilló Arthur.

— ¡Mamá! — exclamaron sus hijos.

Luna ahogó un grito, dando un paso tentativo hacia ellos, mas Ginny y Hermione la detuvieron con preocupación. Neville protegía a Frank con su cuerpo, en caso de que la cosa se saliera de control; al igual que Harry se colocó frente a su esposa y amigas, escudándolas con su cuerpo.

— ¡¿Estos son los valores que yo te inculqué?!… — vociferó la señora Weasley. Chispas rojas salieron de su varita. El pelirrojo retrocedió hacia atrás, tropezando con una silla y cayendo de sentón al suelo — ¡¿ÉSTA ES LA EDUCACIÓN QUE TE DI?!…

— ¡Mamá! — gimió el pelirrojo, rodando por el suelo cuando un rayo escarlata por poco le acierta en la cabeza. Su instinto de supervivencia activándose en el acto.

Los demás se alejaron de la zona de peligro, observando la escena en estado de estupor.

— ¡¿Tienes una idea de lo difícil que es criar un hijo?!… — lo siguió su madre cuando lo vio incorporarse del suelo y empezar a retroceder de su margen de alcance — ¡¿Tienes idea de todo lo que batallamos tu padre y yo para educarlos a ustedes?!… ¡Y ahora vienes con que serás padre!

— ¡Mamá!… — exclamó Ron cuando un nuevo rayo por poco le acierta en un costado.

— ¡Eres un mocoso!… — le espetó con vehemencia — Y Luna, — medio sollozo — Ay mi pobre niña… — su semblante se suavizó — Tú, ¡tú eres el culpable! — lo señaló nuevamente con la varita.

Los presentes se sorprendieron ante la indignación de la señora Weasley. Quien en lugar de ponerse del lado de su hijo y alegrarse por él, se preocupaba por el estado de Luna. A la cual ni siquiera había contemplado, pues de lo contrario hubiera notado su mirada feliz por estar embarazada del hijo de Ron.

— Sé que no fue planeado… — se agachó cuando otro hechizo pasó a su costado. Retrocedió de su alcance — ¡Pero soy responsable, y Luna y yo vamos a casarnos…! — se hizo escuchar.

— ¡OH, POR SUPUESTO QUE TE CASARÁS, RONALD WEASLEY!, ¡A MI LUNA LE TIENES QUE CUMPLIR, DE ESO ME ENCARGARÉ YO!, ¡ASÍ SEA A PUNTA DE VARITA, TE LLEVARÉ ARRASTANDO AL ALTAR!… — gritó enardecida.

Ron asintió vehementemente. Y cantó victoria demasiado pronto, cuando bajó su guardia y antes de que pudiera verlo venir, un hechizo aturdidor impactó en él con tal fuerza que lo mandó volando casi tres metros por los cielos. Cinco diferentes hechizos evitaron que se impactara con el suelo: el de Luna, Hermione, Ginny, Harry, y Arthur Weasley.

— Ingrato desconsiderado.

— Creo que me hice en los pantalones… — musitó débilmente Ron, cuando aterrizó con suavidad sobre el pasto, y miró con los ojos vidriosos a la madre de su hijo — Ay, Dios — antes de caer desmayado.

Fin Flash Back

La verdad es que ése recuerdo aparte de hilarante, era un poco escalofriante. Además, gracias a ello, Harry, Hermione y Luna habían descubierto que a Ron le salía un tic en el párpado cada vez que se lo recordaban. Por eso era que Hermione sólo lo usaba como una medida extrema… realmente extrema.

En fin, la rubia había resultado embarazada la víspera de Navidad del 2005, y Ron y ella habían contraído nupcias aquella primavera. Meses después, Amelia había nacido, el 12 de septiembre del 2006, sólo dos meses después de Harmony.

Lo cual, a decir verdad, fue un verdadero calvario para Harry y Ron, quienes tuvieron que lidiar con ambas embarazadas al mismo tiempo; mientras un divertido Neville se burlaba de sus amigos tal y como ellos hicieron de él cuando era Ginny la que mandaba al pelinegro a mitad de la noche por un pedazo de pastel de calabaza preparado únicamente por su madre.

Flash Back

— ¡Harry!… — se escuchó el gimoteo de Hermione.

Estaban a mediados de junio, en pleno verano y la castaña ya tenía 8 meses de embarazo, mientras su rubia amiga, sentada a su lado en la sala, tenía 6 meses; ésa tarde en especial, el clima era extremadamente caluroso y bochornoso. El termómetro marcaba 36ºC, mas con la llovizna que seguía cayendo a pesar de que el sol estaba en su apogeo, se sentía como si fueran 40ºC. Y lamentablemente el sistema acondicionado de la casa se había descompuesto; además que ninguno había podido conjurar un hechizo que durara lo suficiente para siquiera enfriar un poco la casa.

— ¡Ronald!… — se escuchó seguidamente el lloriqueo de Luna.

— ¡Ya vamos, ya vamos! — exclamaron desde alguna parte de la casa sus esposos.

Mas lo siguiente que se escuchó fue el estrépito que se hace cuando te caes al suelo y se desparrama algo, haciéndose añicos.

— ¿Qué fue eso?, ¿por qué tardan?… ¿Dónde están los hielos? — preguntaron y exigieron las jóvenes embarazadas.

Mientras en el pasillo…

Dedicándose una mirada de completo terror, Harry y Ron contemplaron los cubitos de hielo que cargaban hacia unos momentos, y que ahora se derretían sin gracia en el suelo.

— Te dije que… — empezó Ron.

— ¡Fuimos ambos! — lo cortó en un susurro molesto Harry, mientras se incorporaba.

— ¿Y ahora que haremos Harry?, ¡nos van a matar! — le preguntó a su amigo en un aterrado murmullo.

— Cierra la boca Ron, por supuesto que no nos van a…

— ¡Harry Potter, los hielos, AHORA!

— ¡Ronald Weasley, los hielos, AHORA! — se escucharon las voces de sus amadas.

— ¿Decías?… — lo miró irónico, intentando juntar los pequeños círculos de hielo que aún quedaban en el suelo — Es inútil. No conoceré a mi hijo. Es el fin. Será huérfano de padre… — empezó a hablar para sí, dándose por vencido y poniéndose de pie — Supongo que ya no hay nada por hacer, tan sólo saldré con la frente en alto y… — avanzó hacia la sala. Harry lo detuvo del brazo.

— No seas tonto, no todo está perdido, podemos…

— ¿Qué?, ¿qué podemos hacer?, ¿ir al Antártico y traerles un pedazo de iceberg?; porque francamente es lo único que pueda durar tanto sin derretirse — se lamentó el pelirrojo.

— Sólo tenemos que pensar en algo más. Alguien que nos ayude — comenzó a pensar Harry.

— ¿Quién?, ¿quién podría apiadarse de nosotros?, no hay nadie que pueda ayudarnos Harry. Acéptalo, es el fin… — se escuchó resignado — Debimos ayudar a Neville cuando era él quien cuidaba de Ginny, tal vez así hubiéramos entendido la que se nos venía…

— ¡Eso es! — exclamó con entusiasmo el ojiverde.

— ¿También quieres cuidar a Ginny?, pero si ya no está embarazada — lo miró sin comprender. Harry reprimió el impulso de rodar los ojos.

— Neville, él puede ayudarnos — le explicó.

— Pero ¿cómo él…?… ¡Oh, ya veo!; ¡él tiene casa climatizada!

Ésta vez Harry no pudo evitar pegarse en la frente con exasperación.

— En serio Ron, hay veces que creo que le pasaste todas tus neuronas al bebé.

— ¡Oye!

— ¡Harry!, ¡Ron! — volvieron a escucharse.

— ¡Ya vamos!… — exclamó Harry. Después se giró hacia Ron — Bien, éste es el plan, yo voy y le pido a Neville la solución a esto de los bochornos, y tú te quedas y las entretienes con los dos cubitos de hielo que quedan en el congelador — y antes de que Ron pudiera replicar, Harry se Desapareció.

Ron hizo lo que su amigo le indicó, y temeroso, regresó a la sala cargando los dos miserables cubitos de hielo restantes; entregándole uno a cada una.

— ¿Y esto? — inquirió Hermione, mirando el pobre pedazo que le había tocado.

— Bueno, es que…

— ¿De verdad piensas que es suficiente? — lo atajó Luna, mirándolo con peligrosidad.

— Lo que pasa es que el medimago dijo que el consumir hielo era malo para el bebé; así que pensé que quizás… — las miró vacilante.

— ¡Medimago ni que nada, Ronald Weasley, queremos hielo, y lo queremos AHORA! — y acto seguido, le arrojaron los que tenían en la mano golpeándolo con uno en la frente y con el otro en la mejilla. Mientras en algún lugar lejano, Neville se carcajeaba de Harry en su cara, antes de azotarle la puerta en el rostro.

Fin Flash Back

Habían sufrido, incluso resultaron heridos por sus arranques. Pero finalmente todo había valido la pena. Desde el momento de recibir la noticia, el desarrollo de todo el embarazo, hasta el momento del nacimiento. Aquellos maravillosos minutos en que todo cobró sentido para sus vidas.

Cada uno de sus hijos había sido una bendición. En especial Frank, el hijo de Ginny y Neville. Quien les había hecho pasar un susto de muerte al haber nacido prematuramente a las 30 semanas de embarazo. De sólo recordarlo, a cada uno se le formaba un nudo en la garganta.

El cómo se habían dado las cosas era algo que hacía rabiar al sexteto de amigos; y es que no era para menos. Gracias a Rita Skeeter, quien había ido aquella lejana tarde a entrevistar a Ginny a La Madriguera, Ginny había tenido un fuerte altercado con ella, y casi inmediatamente se empezó a sentir mal y tuvo que ser llevaba de urgencia a San Mungo.

Todos habían amanecido con un mal presentimiento aquella mañana; y a lo largo del día, las cosas sólo empeoraron…

Flash Back

— ¡Pero es que no es posible, mi esposa apenas tiene treinta semanas de embarazo, aún le falta mucho!, ¡nos dijeron que nacería en Diciembre! — continuaba despotricando Neville contra el medimago, elevando la voz sin importarle que todo el mundo lo escuchara.

— Lo sé, señor Longbottom. Pero como le acabó de explicar a su esposa; hemos hecho hasta lo imposible para evitar que esto pasara, y no se pudo. Sólo logramos retrasar un poco las contracciones, pero… — le explicó nuevamente.

— ¡Pues hágalo nuevamente!, ¡mi hijo no puede nacer aun! — le espetó furioso. Luna y Hermione le colocaron una mano en el hombro y la espalda, sin saber cómo tranquilizarlo.

— Es imposible. Hace dos horas rompió membranas y…

— ¡A mí no me venga con membranas y contracciones!, ¡usted es el maldito que juega con la vida de mi esposa e hijo, y le exijo que los ayude a ambos! — lo empujó, respirando agitadamente.

Augusta, quien estaba sentada, pegó un chillido al ver el exabrupto de su nieto. Y Harry y Ron reemplazaron a Hermione y Luna de sus lugares, tomando a Neville de ambos brazos.

— Señor Longbottom, ¡entienda!… — lo miró con severidad — Tenemos que sacar al niño ahora, de lo contrario empezará a tener sufrimiento fetal. El oxígeno no será suficiente, y entonces no sólo su vida estaría en peligro, sino también la de su esposa — dictaminó fríamente.

Molly y Augusta sollozaron al escucharlo. Para el grupo de amigos no fue mejor, saber que no sólo el bebé, sino su amiga, corrían peligro, ya era mucho.

Neville se llevó las manos a la cabeza con desesperación al escucharlo. Sintiendo que el mundo que tanto le había costado construir estaba a punto de venírsele abajo tan fácil como si se tratara de un simple castillo de naipes.

— Debe tomar la decisión ya. No hay tiempo — le pidió el medimago, con voz más suave.

— Neville… — lo llamó su abuela en tono de súplica.

Su nieto la ignoró, mirando la argolla de matrimonio en su dedo anular un segundo, sintió como las lágrimas bajaron por su rostro.

— Quiero verla — fue lo único que dijo.

— Pero… — se mostró reacio el medimago.

— Quiero verla — manifestó firmemente.

— Sígame — accedió con un suspiro, conduciéndolo rápidamente a través del pasillo.

Neville ignoró el llamado de su familia y amigos a su espalda; lo único que le importaba era tener a Ginny entre sus brazos y saber que, a pesar de todo, ella y el bebé estarían bien con su decisión. Necesitaba la guía de ambos para saber qué hacer.

Mas verla recostada en aquella cama, tan incómoda, como si estuviera sobre una pila de piedras afiladas; fue peor de lo que pensó que sentiría Neville.

Ginny ni siquiera pudo componer una sonrisa a tiempo para él cuando ya lo tenía arrodillado a su lado, viéndola con preocupada impotencia.

— ¿Cómo… cómo te sientes? — le preguntó con la voz enronquecida, tomando su mano.

Ginny les sonrió a medias. Omitiendo el hecho de que sentía que la espalda se le iba a partir en dos en cualquier momento.

— Estoy bien. Me dieron una poción para el dolor. No siento nada — mintió convincentemente. La verdad es que, si le habían dado casi una docena de pociones, pero con ninguna se había sentido mejor.

— El medimago dijo… Él mencionó que… — desvió la mirada, enojado consigo mismo cuando las lágrimas bajaron por sus mejillas y le impidieron mostrarse seguro y tranquilo, como había sido su plan.

— El bebé y yo estaremos bien, Nev — intentó tranquilizarlo su esposa.

Neville asintió febrilmente, la barbilla le temblaba.

— Debes confiar en que todo estará bien… — le pidió Ginny — Entraremos ahí y… — lo sintió apretar su mano con más firmeza, como rehusándose a dejarla ir — y todo saldrá bien. Habrá un montón de medimagos ahí dentro. Todo el tiempo estaremos bien, protegidos. Y antes de que te des cuenta, ya tendremos en nuestros brazos a Frank — le sonrió.

Neville la regresó a ver con rapidez, sintiendo que el cuello le había dado un doloroso chasquido.

— Creí que lo llamaríamos Arthur — musitó débilmente, colocando una mano en su abultado vientre.

— Ya hay dos Arthur en mi familia… — le sonrió Ginny — Además, nunca lo contemplé realmente. Siempre supe que quería que se llamara como tu padre… — su sonrisa se amplió cuando Neville la besó largamente en la frente — Debes dejarnos hacerlo — replicó con suavidad.

Neville se separó un poco para verla de frente.

— No puedo hacerlo… — expresó con impotencia — ¡No quiero hacerlo!… — la miró con temor — Si algo pasará… Si algo llegará a pasarles… — no pudo continuar. El nudo que se formó en su garganta le impidió terminar la oración. Una vida sin ellos ya no era vida. No podría seguir con el peso de su pérdida. Simplemente no podría continuar sin uno de ellos.

Ginny acarició su cabello y evitó por todos los medios romper a llorar. Estaba aterrada, pero no podía ni quería que la última imagen que tuviera Neville antes de dejarla ir fuera la de ella llorando. Sólo les rompería el corazón a ambos.

— Estaré bien — le prometió, acariciando su mejilla.

Neville tomó su mano entre las suyas y besó la palma cerrando los ojos.

— ¡Te amo! — musitó afectivamente.

— ¡También te amo! — replicó Ginny con dulzura. Minutos después, Neville la dejaba ir; rezando para sus adentros para que todo saliera bien.

Mas no fue hasta casi una hora después cuando Neville se dejó caer sobre una silla con pesadez, sintiendo como las lágrimas volvían a salir por sus ojos, pero ésta vez por un motivo diferente: El llanto de su hijo se oía fuerte y claro al final del pasillo.

Fin Flash Back

Frank y Ginny habían permanecido hospitalizados casi un mes. A pesar de que Ginny sólo había necesitado una semana para recuperarse, por ningún motivo abandonó el Hospital, al igual que Neville. De vez en cuando se turnaban para ir a su casa para bañarse y comer algo decente; pero era más el tiempo que duraba el trayecto, que lo que permanecían ahí.

Finalmente, en diciembre, Frank pasó la primera Navidad en casa. Tan grande y saludable como cualquier bebé de su edad. Molly había dicho una vez que era porque los niños mágicos se recuperaban más fácilmente. Pero Neville y Ginny sabían que no era así; simplemente había sido la magia de su amor por él lo que lo mantuvo a salvo.

Ron de vez en cuando llamaba a su sobrino "Niño milagro", pero lejos de enojar a sus padres, los hacía sonreír alegremente porque sabían que a Frank le encantaba que su tío Ron lo llamara así. Además, después de todo, eso era lo que era Frank: su pequeño niño milagro.

Un regalo después de seis años de separación. De dudas. Peleas. Y malentendidos. Una recompensa por todo lo que sufrieron. Porque a pesar de todo, era el amor lo que los había unido al principio, y lo que los reunió de nuevo…

Flash Back

Ron reía a carcajadas tomándose el estómago mientras Harry, con las mejillas escarlatas, despotricaba contra Neville aquella tarde en La Madriguera. Ginny, Luna, Hermione y los señores Weasley veían la escena divertidos. Pero ninguno estaba más divertido que Ron, quien apenas era capaz de respirar por el esfuerzo de reír.

— ¡No era eso lo que quería decir! — se defendió Neville, mientras cubría a Frank con su cuerpo como si quisiera protegerlo.

— ¡Oh, por supuesto que lo quisiste decir Longbottom!… — le apuntó acusatoriamente Harry, haciendo lo mismo con Harmony, quien estaba en sus brazos — ¡Pero escúchame bien Longbottom, ni en ésta vida, ni en la otra, dejaré que tu…!

— ¡Hey!, cuidado con lo que digas Harry — le advirtió Ginny.

—… ¡hijo se acerque a mi hija!; ¡Faltaba más!, ¡un asalta cunas más en tu familia! — le espetó indignado.

— ¿Asalta cunas?… — meditó Ron — ¡Ah, Ginny es menor que Neville! — se volvió a reír con más fuerza.

— ¡Pero es que no quise decir eso!… — repitió Neville de manera insistente — Únicamente sugerí que como los niños se van a criar juntos, quizás algo pase cuando sean mayores, no hoy o en los próximos años, sólo en algún momento en el futuro… — repuso — Además, sería completamente natural; si Amelia no fuera prima de Frank, incluso con ella podría pasar…

La risa de Ron se cortó de golpe al escuchar lo último y regresó a ver a su cuñado con los ojos como platos.

— ¡Enfermo! — le acusó, estremeciéndose dramáticamente.

Neville suspiró con frustración.

— Creo que entiendo el punto de Neville, los niños van a pasar mucho tiempo juntos, no sabemos si en el futuro desarrollen sentimientos más allá de la amistad — lo apoyó Hermione.

— Es cierto — secundó Luna.

— ¡Luna, Hermione, no alienten a éste asalta cunas enfermo! — las regresaron a ver espantados.

Neville y Ginny los vieron con exasperación y prefirieron hacerse de oídos sordos; mientras Harry y Ron veían a sus hijas como padres sobre protectores; y sus esposas los miraban a ellos, resignadas. Los señores Weasley, sin embargo, reían con gracia al ver la nueva faceta como padres de sus hijos.

Fin Flash Back

Y ahí estaban ahora Harry y Hermione… con su pequeña Harmony en sus vidas. Su pequeña armonía.

— No puedo creer que ya empiece a caminar… — suspiró Hermione cuando la dejó en su cuna, completamente dormida, y acarició sus rizos castaños — Está creciendo demasiado rápido.

— Creo que lo peor fue cuando empezó a gatear. No podíamos dejarla sola ni un minuto — la arropó Harry, depositando un beso en su frente.

— Supongo que tarde o temprano tendremos que hacernos a la idea de que tiene que crecer, ¿no? — musitó Hermione con el entrecejo fruncido.

Harry sonrió y la abrazó por la espalda, dándole un ligero beso en la mejilla. Hermione le sonrió.

— Te amo Harry — le dijo, mirándolo a los ojos.

Harry sonrió. Llevaba escuchando ésas palabras los pasados tres años, y sin embargo cada vez que Hermione las pronunciaba, sentía exactamente el mismo amor que la primera vez. Se sentía lleno. Amado.

— También te amo — le respondió.

Y se inclinó a besarla…


Dieciséis años después…

—… ¡se estaban besando! — terminó exclamando Harmony entre lágrimas. Escondió el rostro entre sus manos, sollozando dolorosamente.

Hermione sintió un pesado nudo caer en su vientre.

Eran las vacaciones de Pascua, Harmony cursaba su séptimo año en Hogwarts; su hermano James cursaba cuarto año, y la hermanita menor de ambos, Lily Jean, apenas había entrado al primer año. Al principio, cuando Harry y Hermione fueron a recibir a sus hijos a la estación de King's Cross, intuyeron que algo andaba mal. La seriedad entre Harmony y James era palpable; la primera, con los ojos rojos e hinchados había dicho escuetamente que estaba bien en el camino a casa, hasta que terminó encerrándose en su habitación durante el resto del día; y el segundo, con el entrecejo fruncido como si estuviera realmente molesto por algo, se negó a contestarles a sus padres; Lily era la única que parecía no haber notado algo, por lo cual no pudo decirles nada.

Pero ésa noche, luego de que Harmony se negara a bajar a cenar, Hermione había subido a llevarle un plato de comida y la había encontrado llorando. Harmony no había sido lo suficientemente rápida para que su madre no notara que algo estaba mal con ella. Fue por eso que queriendo aliviar el dolor que sentía, accedió a contarle la verdad…

El cómo dos días atrás había descubierto a Amelia Weasley, su mejor amiga, besándose con Daniel Reeves, su mejor amigo y el chico del cual estaba enamorada desde hacía dos años.

— Harmony, hija… — la abrazó Hermione, reconfortándola.

— ¡Yo lo amo, mamá! — musitó en un sollozo.

Harry, quien las había estado observando desde la puerta, sintió su corazón estrujarse ante aquella declaración lacerante de su hija mayor. Sus ojos se encontraron de inmediato con los de su esposa. Hermione lo miró con una sonrisa de ternura y complicidad.

— Si es verdad eso, entonces habla con él. Díselo — le aconsejó tomando el rostro de Harmony entre sus manos para mirarla a sus verdes ojos.

— ¿De que serviría?, es obvio que Lia es su novia. Yo sólo soy su mejor amiga — se negó tajantemente. Aquel gesto testarudo de Harmony hizo que Harry negara con pesadumbre; en momentos así era cuando maldecía que su hija tuviera el mismo genio que él.

— Tu madre tiene razón, Harm. Debes hablar con Daniel. Y con Lia también. No querrás perder su amistad así porque si ¿verdad? — le acusó serio, acercándose a ellas.

La joven Potter regresó a ver a su padre, y negó luego de un momento; por sus mejillas aun corrían lágrimas, los ojos los tenía hinchados de tanto llorar.

— Pero no podré soportar verlos juntos… — replicó dolorosamente, derramando otro par de lágrimas — ¿Y si me cambian de colegio?, es mi último año. ¡Mamá, por favor, déjame ir a Beauxbatons! — le suplicó a Hermione.

— Harmony, huir no solucionará nada. Créeme, sólo empeora las cosas — la miró profundamente.

— Si lo hará. Me encargaré de eso… — repuso solemnemente — El estar lejos…

— Únicamente empeorará las cosas… — rebatió Hermione. Compartió una breve mirada con Harry y suspiró profundamente — Creo que es hora de que tu padre y yo te hablemos de algo — declaró seriamente. Harry se sentó junto a ellas.

— ¿Qué sucede? — se inquietó Harmony, mirándolos con recelo.

— Hija, esto pasó hace muchos años. Cuando tu padre y yo cursábamos nuestro último año en Hogwarts… — empezó Hermione, tomando una mano de Harry.


Las vacaciones terminaron. Los jóvenes Potter partieron de nuevo a Hogwarts. Y no fue hasta una semana después cuando Harmony escribió a sus padres…

"Queridos papá y mamá:

Ustedes tenían razón. Todo fue un malentendido. Resulta que a Lia no le gusta ni un poco Daniel, pues ella sabe que yo estoy enamorada de él, y eso ella lo considera sagrado. Además, lo del beso fue sólo un engaño de una Slytherin que anda tras él y a mí me odia.

No era Lia quien estaba besando a Daniel, sino una chica llamada Cissy Malfoy. Ésta arpía y sus amigas usaron una poción para que Malfoy se hiciera pasar por Lia, además de un Confundus contra Daniel. Así como también planearon todo para que yo lo presenciara.

El cómo lo sé. Bueno, sólo digamos que tía Luna y tío Ron aún están enojados con Lia; deberían explicarles por qué sucedieron las cosas.

Lia sólo quiso defenderme a mí, a Daniel y a ella misma; el cómo lo hizo no lo justifico. Pero honestamente, yo hubiera hecho lo mismo. Contestando a su pregunta: Amelia hechizo a todas las lechuzas de Hogwarts y se le fueron encima a Malfoy y compañía en plena cena de bienvenida; y no precisamente para atacarlas. A Malfoy no le quedó de otra más que confesar ante todo el comedor lo que había hecho, y a su casa le restaron 100 puntos, además de que estará castigada por lo que resta del año. Que bien merecido se lo merece.

En fin, todo está resuelto. Lia y yo somos las mejores amigas de siempre; incluso creo que anda un chico de Ravenclaw tras ella, y al parecer a ella también le gusta, pero no dice nada, ya saben cómo es a veces. Pero, ¡por favor no le digan a tío Ron eso!; ¡júramelo papá!; lo último que quiere Lia es un padre celoso que le escriba cada dos días y la vaya a visitar cada fin de semana.

En cuanto a las cosas con Daniel, bueno… ¡Soy la persona más feliz sobre la faz de la Tierra!

Los amo. Gracias por todo.

Nos vemos en junio.

Harmony.

P.D.: ¿Podría Dan pasar las vacaciones con nosotros?, ¿por favor?"

Harry soltó un bufido ante lo último. No obstante, Hermione rio encantada y le dio un beso en la mejilla a su esposo, sonriendo radiante.

— Genial. William no se queda contigo, pero tengo que lidiar con que su hijo se quede con mi hija — fingió molestia Harry.

— Harry… — lo amonestó — Ya deja eso. Además, recuerda que eras tú el más feliz cuando Will nos presentó a Sam en nuestra boda. Hasta recuerdo que me dijiste que ellos dos se amaban incluso todo el tiempo que él creyó sentir algo por mí — le recordó.

— Bueno, eso si — concedió Harry.

— ¿Y quién será el chico que anda tras Amelia? — se preguntó Hermione.

— ¿En serio no te haces una idea?… — la miró su esposo de manera burlona — Sólo espera a que Ron se entere de que el hijo de Terry y Susan anda tras su hija — se rio con gracia.

— ¿Trevor?… — lo miró escéptica.

Harry se encogió de hombros.

— ¿Quién más?, siempre han sido amigos los cuatro.

— Vaya… — suspiró Hermione.

Harry gruñó repentinamente. Su esposa lo vio interrogante.

— Me acabo de dar cuenta que al menos Lia está en Gryffindor, lo que significa que no está con Trevor. Pero Harmony y Daniel, aparte de estar ambos en Gryffindor, son Premios Anuales — se lamentó.

Hermione se rio.

— Tenle algo de crédito a tu hija, Harry.

— A ella si le tengo. Al hijo de Will es al que no — comentó por lo bajo. La castaña no dijo nada al respecto, cuando se trataba de los celos paternos de Harry, no había voz de la razón que lo hiciera entender.

— Supongo que lo que dijo Neville hace años se cumplió finalmente… — Harry la miró sin entender — ¿Recuerdas?, que entre más convivieran nuestros hijos entre si…

—… En el futuro podrían sentir algo más que amistad — completó Harry.

Tal vez la vida no les había permitido a Hermione y William ser felices juntos; o quizás fue el destino y el corazón. Pero a pesar de eso, Will había sido finalmente feliz al lado de Sam; su amor había sido igual de fuerte que el de Hermione y Harry, después de todo. Ya que ni la distancia pudo borrarlo. Quizás hubo un momento de confusión, pero no fue más que para confirmar lo que el corazón ya sabía. Y era que le pertenecía originalmente a Sam; al igual que el de Hermione era de Harry desde hacía mucho tiempo.

Aunque si bien la noticia del embarazo y boda apresurada de Will y Sam era algo que Hermione aun le recordaba con molestia a éste; pues nadie, aparte de los abuelos del ojiazul y la hermana de Sam, había asistido; Hermione lo seguía queriendo de la misma manera.

Después, habían sido cuatro años lo que les tomó a Will y Sam decidirse por vivir en Londres; en donde criaron a Daniel, su único hijo biológico, y Scott, el hijo de la hermana de Sam y al cual criaron como suyo después de la trágica muerte de Kelly cuatro años después de dar a luz.

Pero quizás las cosas pasaban por algo. Hermione y Will se amaron, sí. Pero no fue un amor como el de Hermione por Harry, o el de William por Sam; fue sólo un amor que les permitió vivir los años más felices de sus vidas, compartir recuerdos y anécdotas; pero, sobre todo: Amistad.

Flash Back

Aquella tarde, Hermione no podía estar más feliz. Will había ido de visita junto a Sam, Daniel y Scott. Scott de cuatro años, corría por todo el patio persiguiendo a Crookshanks; mientras Daniel y Harmony, de dos años, se divertían jugando con Hermione y Will en el césped; y Harry y Sam les servían limonada junto a unos bocadillos.

— De verdad se llevan bien — comentó Harry cuando se sentó junto a ellos y les repartía los vasos con limonada, mientras observaba a su hija con el hijo de Sam y Will.

— Y Scott ya encontró a alguien más a quien atormentar — comentó risueño Will, viendo a su hijo atrapar finalmente a Crookshanks.

— ¿Segura que Crookshanks no se enoja?, la última vez que Scott tuvo un gato en sus manos, bueno, ¿para qué te digo? — le dijo Sam a Hermione, mirando la escena con algo de preocupación.

— No te preocupes. Crookshanks ha lidiado con niños aún más grandes que Scott — replicó Hermione, compartiendo una sonrisa con Harry. El rostro de su pelirrojo amigo apareció en sus mentes.

— "¡Eta!" — se escuchó la entusiasta voz de Daniel.

Lo regresaron a ver y notaron que le ofrecía un cubo de color azul a Harmony. La pequeña vio el cubo unos segundos, y después negó con la cabeza, regresando a jugar. Daniel hizo una mueca resignada y volvió a buscar entre los demás cubos.

— Me cansé — replicó Scott en un agitado resuello mientras se dejaba caer en el regazo de Will. Éste le sonrió a su hijo y le ofreció su vaso de limonada. Crookshanks se acercó a Daniel y Harmony con la cola en alto, haciéndole cosquillas al primero en la mejilla cuando pasó por su lado.

Hermione observó la mirada triste que Sam le dirigió a Scott. No necesitó preguntarle el porqué, la muerte de su hermana aún estaba muy reciente, y el saber que Scott no crecería con su verdadera madre era algo que la atormentaba; mas aun así Hermione se alegraba, pues el pequeño no estaba solo, tenía a Will y Sam, quienes desde su nacimiento lo criaron como su propio hijo.

— "¿Eta?" — se volvió a escuchar a Daniel.

— "Ota" — negó Harmony. Daniel suspiró con cansancio, haciendo reír a Scott.

Sí, no había nada que le faltara a Scott. Tenía a sus padres que lo amaban, y a un hermano que adoraba.

— ¿Y cuánto tiempo te dieron en el Ministerio? — le preguntó Hermione a Will.

— Un par de días solamente — le respondió, regresando a verla.

— Entonces regresarán a Irlanda pronto — comentó Harry.

Will y Sam no comentaron nada, sólo se sonrieron tenuemente. Scott se incorporó del regazo de Will y se sentó junto a Harmony y Daniel. Estos no dudaron en pasarle un par de cubos. Y el pequeño comenzó a armar una columna multicolor.

— Harmony los va a extrañar mucho cuando se vayan. Estos días que pasaron juntos se volvieron inseparables — comentó con nostalgia Hermione, viendo como jugaban los tres.

Will sonrió, compartiendo una mirada con Sam.

— Quizás no sea necesario — dijo.

— ¿Por qué lo dices? — le preguntó Hermione, confundida.

— Estuvimos pensando; y hablando un poco mis abuelos también, tratando de convencerlos… — miró a Daniel ofrecerle un cubo rosa a Harmony y como ella lo aceptaba al fin, sonriéndole angelicalmente. Will sonrió para si — Regresamos a Londres, Jean — finalizó, girándose a verla.

— ¿Qué? — fue lo único que atinó a decir, mientras poco a poco sonreía, asimilando lo que su mejor amigo acababa de decirle.

— Hablé con Kevin, y me ofreció mi viejo empleo; además, también le ofreció trabajo a Sam. Y mis abuelos accedieron a venirse con nosotros. En Irlanda ya no hay nada que nos detenga. Mas aquí está toda nuestra familia — le explicó, abrazando a Sam por la cintura.

Hermione abrió y cerró la boca, intentando de encontrar su voz; hasta que terminó por rendirse y se lanzó sobre Will y Sam dándoles un fuerte abrazo, haciéndolos reír al igual que a Harry. Mientras Harmony recompensaba a Daniel con un beso en la mejilla y éste sonreía, y Scott hacía una mueca de asco al verlos.

Fin Flash Back

Tal cual les pasó a Terry y Luna. Quienes a pesar de haber sentido fuertes sentimientos el uno por el otro, al final, la amistad fue la que prevaleció. La que los unió a lo largo de los años y los hizo inseparables. La que les permitió ser felices, satisfaciendo cada parte de sus vidas. Luna tenía a Ron y sus hijos, Amelia de 17, y Rupert de 14 años.

Y Terry tenía a Susan. A aquella maravillosa e inteligente mujer que lo supo enamorar de una manera que hizo que al fin sintiera completa plenitud en su vida gracias a amar y ser amado con la misma intensidad. Y más tarde lo hizo inmensamente feliz al darle tres grandiosos hijos, Trevor de 17, Samuel de 14 y Evan de 11.

Flash Back

Luna reía a carcajadas mientras veía como Terry, inútilmente, intentaba hacer que Amelia y Trevor dejaran de pelear. El motivo de la disputa, era el vaso de papilla que el rubio tenía en una mano, y Susan le había pedido se lo diera al hijo de ambos. Lo que no había sabido Terry hasta ése entonces, era que el durazno era la fruta favorita de la hija de Ron y Luna; y ésa era la última papilla que tenía con ése sabor.

— Te dije que no lo abrieras — le canturreó Luna.

Terry la regresó a ver mal, levantando el pequeño vasito cuando los niños intentaron arrebatárselo de las manos.

— ¡Mía! — exclamó posesivamente Trevor, arrugando el entrecejo, molesto.

— ¡Mía! — le secundó Amelia.

Luna rio divertida; y Susan, quien se acababa de sentar, vio con un dejo de burla a su esposo.

— ¿Has intentado hacer más papilla con un hechizo? — le preguntó con un brillo de diversión en los ojos.

— A Trevor no le gusta el sabor después, lo hice la última vez y me arrojó todo en la cabeza — resopló, pasando la mirada de su hijo a su "sobrina".

— Intenta con ésta a ver si alguno lo quiere — le tendió Susan otro vasito. Terry lo tomó. Los niños seguían quejándose, pidiéndole la papilla.

— ¿Manzana?… — leyó la etiqueta con algo de inseguridad — De acuerdo.

Se sentó en el sofá y, apartando del alcance de ambos la que era de durazno, abrió la de manzana y les ofreció una cucharada a ambos.

— No — hicieron puchero y exigieron de nuevo la de durazno.

Terry suspiró frustrado.

— Dame la de manzana y dale a Trevor la de durazno — le pidió Luna, decidiéndose por ayudarlo.

— Amelia, cariño, la papilla era de Trevor, es su comida y no se la podemos quitar. Qué te parece si llegando a casa te preparo algo rico, ¿sí?… — le proponía Luna suavemente a su hija minutos después. La niña sólo miró a su madre con los ojos empezando a llenársele de lágrimas — Lia… — le acarició el cabello rubio.

Trevor, aun sonriendo mientras comía con entusiasmo la papilla, se giró a ver a Amelia y arrugó el entrecejo al mirarla a punto de llorar. Y antes de que alguno de los mayores se diera cuenta de que pasaba, Trevor ya estaba frente a la niña y le tendía el vasito como una ofrenda de paz.

Amelia sonrió feliz y se sorbió la nariz antes de tomar de las manos de Trevor el postre. El pequeño estaba por irse a los brazos de su madre, mas se detuvo cuando Amelia tomó la cuchara que reposaba en la mesa y se la ofreció; y juntos, empezaron a comer el postre que tanto habían peleado antes, y ahora compartían como si fueran los mejores amigos del mundo.

— ¡Ahora resulta! — soltó Terry con ironía, contemplándolos. Luna y Susan se rieron ante su gesto de estupor.

— Otro Boot que sucumbe ante los encantos de las Lovegood — comentó Susan con gracia.

Terry resopló con fingida molestia, mas sonrió cuando rodeó a su esposa con un brazo y la besó lentamente en los labios, mientras eran contemplados por una sonriente Luna.

Fin Flash Back

Y ahora Harmony estaba con Daniel. Y eventualmente Amelia lo estaría con Trevor.

Sólo el tiempo y ellos mismos labrarían su propia historia. Sin engaños y malentendidos. Aprendiendo de los errores de sus padres, que lo más valioso, era el amor, y la amistad.

Tal cual Ginny y Neville siempre entendieron, y criaron a sus hijos, Frank de 19 años y Jennifer de 14 años.

Hermione suspiró.

— Creo que lo hicimos bien ¿no crees? — comentó, contemplando la carta en sus manos, recargándose en el pecho de Harry.

— Bien es una palabra tan fea. Yo diría: perfecto — le sonrió. Y haló su rostro hacia el de él, besándola.

— Odio que tengas la razón ¿sabías? — musitó contra sus labios.

— Lo sé. Siempre he sabido lo que odias… — se separó un segundo para sonreírle seductoramente — Pero también lo que amas.

— ¿Ah sí?, ¿y que se supone que es eso, señor Potter? — lo retó con una sonrisa.

— A mí, señora Potter. A mí — y ésta vez no le dio tiempo de alegar algo más, la besó con todo el amor y pasión que sentía por ella, que las palabras murieron en la garganta de Hermione en el momento que entrelazó sus brazos en el cuello de Harry. De su mejor amigo. Del amor de su vida.

Y Hermione se prometió en silencio que a pesar del "odio" que pudiera sentir alguna vez por alguien o algo; nada se compararía con el profundo amor que sentía por Harry y sus hijos.

Porque después de todo; ellos eran lo que verdaderamente importaban. Y más allá del resentimiento, estaba el amor. El que les había permitido volver a reunirse.

El que les había permitido ser las personas que ahora eran. Sin restricciones. Sin inhibiciones. Solamente ellos dos. Harry y Hermione. Tal como debió ser desde el principio.

Ahora sólo les quedaba disfrutar de las alegrías que vendrían.

Nox — susurró contra sus labios. Sintiendo que una llama interna se encendía en su corazón.

Fin.


Hola, soy YulyPotterGranger, antes que nada, te agradezco por haber llegado hasta el final de la historia, haber dejado algun review, haberme seguido, o añadido a favoritos.

Ahora, pasando a lo importante y lo que creo la mayoria esta esperando que mencione...

Sí, Te odio porque te amo, ha llegado a su fin, y pronto Convivencia tambien lo hara, cuando eso llegue, finalmente traere el fic que todos ustedes me han pedido "Retorno... El Maestro de la Muerte".

Ahora bien, para que las actualizaciones de Retorno sean periodicas, voy a necesitar que lluevan los reviews, asi que cuando suba el primer capitulo, espero leerlos ahi, minimo diez reviews por capitulo o no habra actualizacion.

Si eres nuevo lector de mis historias, sepan que este fic esta en progreso, aun le faltan varios capitulos para terminar, pero si quieren empezar a leerlo ya, busquenme en potterfics con el mismo seudonimo, aunque estan advertidos de que si no tienen cuenta no podran acceder a el.

Sin mas por el momento, me despido.

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Los autores se respetan unos a otros.
Atte. Yuly.