En poder del mal: Sword Art Online
6:30 p.m.
Llueve copiosamente a lo largo de la ciudad, cobijada por un cielo de intenso gris, cuya sombra oscurece el ambiente. La torrencial caída de agua es, sin embargo, serena. Más allá de una leve brisa, no hay relámpagos ni truenos, solo un constante flujo de gotas de líquido que caen hacia la tierra, humedeciendo el ambiente y elevando el olor a tierra mojada del campo de fútbol que rodea la escuela preparatoria en donde dos jóvenes, una chica de cabello café oscuro corto, y otra de cabello castaño claro estilizado en dos colas, ambas vestidas con el uniforme de su escuela, observan la lluvia mientras permanecen sentadas en la cafetería del lugar, la cual está resguardada del clima por una pared de vidrio que les permite contemplar el exterior. La más alta de las dos, en cuyo rostro se distinguen pecas debajo de sus ojos cafés, suspira y deja caer sus brazos y cara sobre la mesa, mientras su compañera se limita a dar pequeños mordiscos a una barra de chocolate.
-Moo… esta lluvia no me dejará irme a mi casa… -Se lamenta la primera.
-Velo por el lado positivo, Rika-san, igual no tienes nada que llegar a hacer a tu casa. –Responde su amiga. -Kazuto-san no entrará hoy al juego de todos modos. –Añade antes de darle otra mordida a su barra de chocolate. La otra chica le dedica una mirada huraña, levantando la ceja derecha mientras entrecierra los ojos al verla.
-¿Qué estás insinuando, Keiko? –Le dice en voz lenta. –Kirito no es mi única razón para entrar en ese juego. –Su tono pasa a desganado. –Igual, Asuna siempre termina acaparándolo. –Deja escapar un suspiro de resignación. –Pero supongo que así son las cosas. –Luego vuelve a mirar a su compañera. –Además, ¿no aplica lo mismo para ti? –Le sonríe pícaramente. Keiko hace una sonrisa de ojos cerrados, con una gota apareciendo detrás de su cabeza.
-Bueno, la verdad si me gustaría entrar a subir un par de niveles con Pina. Ayer subí un nivel en el campo 4 de la cueva de flores carnívoras y todavía no he distribuido mis puntos de habilidad. –Contesta la joven, sorprendiendo a Rika, quien se muestra impresionada.
-Wow, nunca pensé que te escucharía hablando como alguien que de verdad pone atención a la interfaz del juego. –Se burla e inmediatamente se estira, levantando los brazos hacia arriba, con las manos juntas, haciendo un gemido de esfuerzo.
-Bueno, creo que tú también deberías subir algunos niveles, especialmente con la nueva skill que vino con la nueva actualización para Blacksmiths. –Agrega Keiko, pero su respuesta se corta en seco al sentir un impulso como si una ola de mar pasara sobre ella, sacándola de balance y tirándola al piso, lanzando su barra de chocolate a algunos metros de distancia. -¡Ugh! –Profiere sorprendida. En ese instante, el tiempo se ralentiza y ambas perciben la situación como si estuviera en cámara lenta y en blanco y negro. Rika se levanta ante el suceso, intentando alcanzar a Keiko, pero otra ola invisible las golpea, esta vez tirándola a ella al piso.
-¿Qué pasa? –Pregunta nerviosa. Tanto ella como Keiko ahora perciben el tiempo normal, de nuevo a colores. En la cara de la chica más joven se refleja una expresión de miedo, mientras que la de Rika es más de incertidumbre. Esta última reacciona primero, extendiendo su mano hacia su amiga para ayudarla a incorporarse, ambas mirándose confundidas. Keiko dirige su mirada a su alrededor y otra expresión de sorpresa invade su rostro.
-¡Rika-san! –Exclama asustada. Rika mira a su alrededor y observa que todas las personas que estaban en la cafetería han caído desmayadas a su alrededor.
-¿Qué… qué es esto? –Se pregunta mientras da un paso hacia atrás. Nuevamente una onda invisible pasa sobre ellas, dejando el ambiente sin color, y ahora también sin ruido. Rika le dice algo a Keiko, pero es como si ningún sonido pudiese viajar por el aire. Al darse cuenta de la situación, la más alta toma a su amiga de la mano y deciden salir corriendo por el pasillo. Keiko grita el nombre de su amiga, pero ninguna voz sale de su garganta. Rika solo sabe que deben salir de ahí. El silencio es tan avasallador que ambas son capaces de escuchar el latido de sus corazones, cada uno latiendo cada vez más rápido. Al cabo de algunos segundos de avanzar en línea recta, Rika se detiene, extrañada. Keiko dirige su mirada hacia ella, con una mano cerca del pecho, mientras que con la otra sigue apretando fuertemente la de su amiga. Frente a ellas está de pie una figura cubierta por una capucha blanca que las observa en pose amenazante. Su rostro no se distingue, pero ambas parecen reconocerlo, mostrando una expresión de confusión en sus semblantes. Keiko dice el nombre de la persona, musitando tres sílabas que también se pierden en el silencio de la atmósfera. La figura se desplaza fantasmalmente hasta juntar su cuerpo con el de Rika, tomándola por la espalda y acercándola hacia él, mientras sus ojos amarillos se fijan en los de ella, haciendo que esta pierda el sentido de la realidad. La joven queda atrapada en las pupilas del extraño, sintiéndose absorbida, como si cayera por capas y capas de realidad, desdoblándose de su cuerpo al mismo tiempo que la realidad desaparece a su alrededor.
-¡Rika-saaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan! –El grito de Keiko rompe el silencio unos instantes antes de que todo quede en oscuridad. En medio del color negro que ahora compone todo lo que la rodea, Rika solo alcanza a proferir un último pensamiento.
-Kirito… -Su propia voz parece ajena a ella, dispersándose en lo que parece ser un vacío de existencia.
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6:00 a.m.
-¿¡Huh!? –Kirito se incorpora violentamente luego de aparentemente estar acostado. Mira a su alrededor y reconoce su habitación. A través de la ventana se escucha el ruido de la lluvia que cae mecida por un fuerte viento, acompañado de relámpagos ocasionales que iluminan el ambiente entre momento y momento. Poco a poco sus sentidos regresan y se percata de que está respirando agitadamente, cubierto de sudor a pesar de que el ambiente parece estar bastante frío. Junto a él está dormida una joven de cabello castaño largo, vestida con un camisón rosado de tirantes, y cubierta parcialmente por la cobija que también lo envuelve a él, quien viste una camiseta blanca y boxers celestes. Kirito calma su respiración y cierra los ojos un momento, llevándose una mano hacia la frente.
-Kirito… –Escuchó la voz de alguien llamándolo con tristeza.
-Liz… -Musita el joven, asociando la voz con la de Rika. Luego vuelve a ver a su novia y suspira más calmado. Estira su brazo hacia ella y pone su mano sobre su cabeza, acariciando su cabello desde su cuello hasta su espalda. Con la mano le remueve un poco de cabello que le cubría la mejilla derecha, y luego acaricia su rostro, registrando una vez más la forma y las características de su piel y su cara, así como las sensaciones que le provoca dicho contacto, aliviado del hecho de que lo que siente es real.
Años atrás, mientras estaban atrapados en Sword Art Online, el llamado "juego de la muerte", Kirito se dio cuenta de que toda sensación, todo sentimiento y percepción no son más que conjuntos de datos que, dadas configuraciones determinadas, se transmiten utilizando un canal y se decodifican en la mente humana, sin importar el medio de transmisión. En ese momento entendió que lo real no es lo que se percibe en el mundo real o un mundo virtual, sino las experiencias y los sentimientos que se generan en estos.
Aun así, está muy feliz de poder tocar a Asuna con sus propias manos.
Sin embargo, a pesar de lo sencilla que tal realización pueda parecer, la única persona que compartió su forma de pensar, más allá incluso que la propia Asuna, irónicamente fue el hombre que provocó dicho incidente con el propósito de entender hasta qué grado lo real es tal. Kayaba Akihiko, el creador de Sword Art Online, a quien Kirito venció en un duelo final que demostró que la mente humana puede trascender más allá de los límites dados por un sistema, y que los sentimientos pueden crear puentes que la lógica no. Muy en el fondo, Kirito sabe que haber llegado a una realización como tal, eventualmente lo llevará a seguir un camino como el de ese hombre, pero por ahora, a diferencia de Kayaba, él tiene algo que le interesa seguir explorando el mundo real.
Nuevamente acaricia el rostro de Asuna, quien ante la sensación solo murmura en medio de sus sueños.
-Kirito-kun… no te atrevas a dejar el sándwich… -Dice suavemente. Kirito mira hacia la mesa de noche junto a la cama y observa que aún hay un poco del mencionado emparedado. Con gris bajo los ojos, estira la mano, lo sujeta y, luego de una pausa de algunos segundos, lo consume de un solo bocado.
De repente, la oscuridad del cuarto se dispersa con la luz del teléfono celular que recibe una llamada y comienza a vibrar. En la pantalla del teléfono se lee "Sinon". Junto a su nombre se aprecia que ha habido varias llamadas perdidas en la noche. El joven hace expresión seria, toma el teléfono y contesta.
-¿Sinon?
-¿Kirito? –Se escucha al otro lado de la línea. Kirito piensa en molestarla, tal y como usualmente lo hace, pero se abstiene al escuchar la seriedad de su voz.
-¿Qué sucede?
-Kirito… disculpa que te moleste, pero creo que esto es importante. –Comienza animosa la joven. –Ayer había quedado con Rika y Keiko de entrar a ALO, pero ninguna de las dos llegó… -Continúa explicando. –Les llamé por teléfono y no me contesta ninguna.
-… ¿Probaste llamando a sus casas? –Kirito toma actitud preocupada.
-Sí, pero… -Su voz se debilita.
-¿Qué sucede, Sinon? –Insiste él, más determinado. Asuna comienza a despertarse ante la conversación, frotando sus ojos mientras da un bostezo y estira los brazos hacia el frente. Va a decirle algo, pero se detiene al ver su semblante serio.
-Kirito… enciende la televisión… pon las noticias del canal 3… -Su voz tiembla al darle la instrucción. El joven le hace un gesto a su novia de que le pase el control remoto, lo cual ella hace en el instante. Él enciende el monitor y en las noticias aparece una mujer reportando afuera de un lugar que ninguno de los dos tarda en reconocer.
-Kirito-kun, esa es… -Identifica Asuna. Kirito observa que la reportera está informando desde afuera de la escuela para supervivientes de SAO, la escuela de adaptación a la que Asuna, Rika, Keiko y él asisten desde que regresaron del juego. Le suben el volumen al televisor para escuchar lo sucedido.
- Hasta el momento la policía sigue teniendo acordonado todo el perímetro. El número de víctimas todavía es desconocido, pero desde que el reporte se dio en la noche de ayer, ninguno de los trescientos estudiantes que se encontraban en las instalaciones en el momento se ha comunicado al exterior.
-¿Cuál es la causa del fenómeno? ¿Qué es lo que está pasando? –Le pregunta el anunciador desde el estudio de noticias. La mujer escucha la pregunta, guarda silencio por unos momentos y continúa.
-Nadie puede acercarse a la escuela. Aquellos que lo hacen… -La cámara enfoca la entrada de la escuela de supervivientes. En el camino hacia el edificio principal hay varios policías, paramédicos y algunos estudiantes, todos tirados en el piso con los ojos abiertos, pero con las pupilas vacías.
-Se asume que los estudiantes adentro del instituto están en la misma situación, pero nadie puede acercarse porque termina en un estado similar. –Continúa el reporte.
-¿Lo estás viendo, Kirito? –Inquiere Sinon. Kirito observa sorprendido y Asuna con las manos sobre su boca, asustada.
-¿Dices que Rika y Keiko estaban en la escuela cuando eso pasó? –Su voz es seria. Tanto que Asuna adivina su curso de acción inmediato.
-… Así parece. –Contesta Sinon.
-Entonces te veré luego. –Le dice con intención de colgar.
-Sí. Te veré en tu escuela. –Agrega ella, colgando.
-¿Sinon? –Inquiere Kirito, pero solo encuentra el sonido de la llamada terminada. Sinon siempre fue diferente de las otras chicas con las que él regularmente convive. En ella encontró un tipo de camaradería diferente a la que comparte con Asuna y las demás, un tipo de confianza que nace de un entendimiento profundo, una rivalidad amistosa y una empatía nacida de un pasado similar, y de haber llevado su confianza mutua hasta los últimos extremos en una batalla de vida o muerte. Sinon es aquella en quien confía para proteger su espalda cuando hay balas de verdad a su alrededor. Mientras Asuna es "corazón", Sinon es "lógica". Sabe que Asuna se dejará llevar por sus emociones, y Sinon por su razonamiento.
Asuna reconoce el vínculo entre ambos. Sabe que Kirito siempre buscará protegerla, y que eso incluye tratar excluirla de sus batallas aún en contra su voluntad. Solo espera que esta vez no termine en una situación donde tenga que protegerla de nada.
-Asuna. –La voz de Kirito la saca de sus pensamientos. Asuna vuelve a mirarlo con ojos temblorosos.
-Vamos, Kirito-kun. Liz y Silica también son mis amigas. –Le dice determinada. Kirito baja la cabeza y asiente.
-Bien, vamos. –Acepta extendiéndole la mano para ayudarla a incorporarse. Asuna toma su mano y se levanta. Momentos después, ambos salen de la casa de Kirito, montados en su motocicleta. El cielo sigue gris, y la lluvia todavía no ha cesado. En su hogar queda su familia todavía dormida, exceptuando a Suguha, su hermana menor, cuya habitación está vacía.
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Oscuridad… no hay ruido, ni luz. Todo a su alrededor es cálido, una sensación agradable de flotar a la deriva. En su mente no hay pensamientos, más bien, solo recuerdos que la arrullan y la consuelan al seguir hundiéndose en la oscuridad.
-Liz… -La voz del chico al que a pesar de todo su corazón aún le pertenece aparece en su mente, tal y como se veía la primera vez que lo vio. –Liz. –La sonrisa de Kirito está grabada en su interior con fuego y calor, como uno de los fierros que ella misma utiliza para marcar las armas que fabrica en su armería.
-Kirito, yo… -Se recuerda de nuevo extendiendo su mano hacia él, pero él sujeta las manos de Asuna frente al atardecer. Lisbeth retira su mano y sonríe, conteniendo las lágrimas que se asuman por sus ojos.
-¿Liz? –Le preguntan ambos, acercándose a ella, quien hace una expresión feliz y le da un golpe con el puño a Kirito en el brazo.
-Asegúrate de cuidarla bien, Kirito. –Le dice animada, pero luego observa sus ojos. La mirada de Kirito le dice que sabe lo que ella siente, viendo a través de ella como si fueran rayos X.
-… Siempre odié eso de ti. Puedes leerme como un libro abierto. –Le da otro pequeño golpe de puño en el pecho. Asuna ya no está en la escena.
-Te olvidas de que tú también puedes leerme a mí, Liz. –Contesta Kirito, mirándola con una leve sonrisa. El viento de la tarde sopla moviendo levemente los cabellos de ambos.
-… Cualquiera podría leer a alguien como tú. –Contesta desviando el rostro hacia un lado, cuando es sorprendida por un abrazo de Kirito.
-Liz… no, Rika… -Le dice mientras la abraza. Ella puede sentir su respiración sobre su rostro, y el latido de su corazón que pasa de su pecho al de ella.
-Kirito… -Cierra los ojos y se abandona a lo que ya identificó como una fantasía digna para morir en ella. Sin embargo, al hacerlo, el cuerpo que era cálido se vuelve frío. Lisbeth abre de nuevo los ojos y quien la abraza es el mismo fantasma que apareció en la escuela. Su piel blanca y llena de puntadas médicas, sus ojos amarillos y su ropa blanca. Su rostro, terriblemente conocido para ella.
-Ki… ri… to… -Todo su cuerpo tiembla al reconocer el rostro de aquel al que ama en el cuerpo del fantasma que la sujeta entre sus brazos.
-Mi… Liz… -Dice la aparición. Liz se suelta de él y comienza a correr en la dirección contraria. De repente se ve en un pasillo de la escuela, donde al final se ilumina una puerta con el rótulo de salida. Del cuerpo del fantasma blanco se desprenden chorros de sangre que salen de sus muñecas, sus tobillos y su rostro, formando un charco a sus pies. De este charco comienza a formarse el cuerpo de una persona tirando gruñidos y moviéndose violento y doloroso. Liz mira horrorizada y antes de que quedarse a ver qué sale, corre con todas sus fuerzas; siente que sus pulmones van a reventarse y su corazón va a salir de su pecho, al mismo tiempo que siente que su piel se corta por el aire frío y denso que fluye a su alrededor. Sus ojos arden, su nariz es incapaz de filtrar la corriente helada y sus músculos gritan por atrofiarse, pero el terror de la cosa que la sigue la impulsa a no parar. A su alrededor brota sangre de las paredes, y se da cuenta que varios cadáveres de los que parecen ser sus compañeros de la escuela SAO están tirados a lo largo del piso.
-¡Maldita cosa! –Grita mientras lágrimas salen por sus ojos. De lo siguiente que se da cuenta es que la cosa la empuja por la espalda, tirándola al piso. Vuelve a ver, y frente a ella está ahora un hombre que porta una capucha negra, tatuajes de Laughing coffin a lo largo de un brazo, mientras en el otro tiene un alambre de puas enrollado, que constantemente se clava en su carne. En las manos tiene una sierra oxidada y llena de sangre, y en su rostro lleva una máscara de hierro que parece también clavada en su piel. –Ah… ¡AHHHHHHHHHH! –Grita de nuevo la chica, intentando correr de nuevo, escapando al rodar en el suelo hacia el frente justo en el momento en el que el hombre de la sierra clava su arma en el piso, destruyendo parte de éste. Liz se levanta y sale corriendo con las pocas fuerzas que le quedan.
-¿¡Que rayos!? ¡Esto no es real! ¡Esto no puede ser! –Grita al aire, pero los pasos del hombre detrás de ella le recuerdan que sea real o no, él viene por ella.
-¡ARgh! –Grita el atacante, siguiéndola, agitando la sierra de un lugar a otro, mientras la chica dobla por el pasillo y entra a una puerta, mira a su alrededor y solo mira pupitres, una pizarra y ventanas. Se acerca a las ventanas para salir por ahí, pero al asomarse, lo que encuentra la deja sorprendida.
-¿Qué…? –Frente a ella, en vez de la salida hacia la calle, a través de la ventana lo único que se ve es agua, como si la escuela estuviera en medio del océano. -¿Qué rayos…?
-¡Arrrrrgghh! –Se escucha el grito del perseguidor nuevamente. Liz no para de temblar, pero con lo que le queda de juicio, prueba un locker que está al fondo del salón, lo abre y se encierra en él. Por la ranura puede ver que el perseguidor entra al salón y con la sierra destruye varios pupitres, agitándola por todas direcciones. Se asoma a la ventana, y Liz lo único que puede hacer es guardar silencio, escuchando de nuevo su corazón que late con fuerza y a máxima velocidad, nerviosa de estar ante la presencia de la muerte.
-Kirito… -Piensa para sí. Recuerda el abrazo que en su sueño acaba de darle. –Como quisiera que por lo menos ese instante hubiera sido real… -Las lágrimas se apoderan nuevamente de sus ojos, mientras toda ella se compunge con ganas de llorar, tratando de callar su garganta con toda la razón que le queda, estando frente a frente con el destructor. –Kirito… -Piensa mientras aprieta los ojos con fuerza. En ese instante, el perseguidor se detiene y mira hacia el locker. Acerca su mirada hacia la rejilla de ventilación, y encuentra los ojos de Lisbeth con los suyos, que son dos orbes rojos desorbitados, rodeados de alambre de púas.
-No… -Es lo único que sale de la garganta de la joven, perdiendo el control de su mucosa y de su vejiga, sus ojos sacando todas las lágrimas que le quedan. El atacante aumenta la potencia de la sierra y la hunde en el casillero, al mismo tiempo que Liz, casi por reflejo, se arrodilla dentro de la caja de acero, cubriendo sus oídos mientras la lluvia de chispas y astillas de acero cae sobre su cabeza, hiriéndola superficialmente. -¡NOOOOOO! –Grita asustada. Luego siente que el hombre, usando el agujero que le hizo con la sierra a la caja, la levanta completa y la arroja por la ventana con ella adentro, cayendo encerrada en ella al mar.
Al caer en el agua, la puerta se atasca, por lo que la chica intenta patearla con una pierna. De un golpe logra abrirla, pero la fuerza de la corriente hace que la parte astillada dejada por la sierra le raje el muslo, clavándosele como un serrucho a lo ancho del músculo. Grita de dolor, pero eso solo la hace perder más aire. Con la fuerza que le queda sale a la superficie, donde las olas la golpean de frente, lanzándola a toda velocidad contra unas rocas, haciendo que todo quede en negro en ese instante.
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Kirito y Asuna van en la motocicleta por la calle. La joven va agarrada fuertemente de su novio, quien permanece son la mirada seria, enfocado en el camino.
-Kirito-kun… hay algo raro en el ambiente… -Dice nerviosa. –Algo… algo no está bien… -Le dice con voz débil.
-Lo se… -Contesta con voz tranquilizadora. –Ya verás que Liz y Silica están bien. –Le dice con confianza, aun cuando en su interior, sabe que Asuna tiene razón. Algo no está bien en el ambiente. Kirito da la vuelta por la calle y queda frente a la escuela, pero de repente, tanto él como ella escuchan un sonido agudo que les genera un fuerte dolor de cabeza, haciendo que Kirito pierda el control de la moto y ambos se estrellen contra el asfalto. -¡Ugh! –Profiere levantándose del piso, todavía luchando con la súbita migraña y el sonido que retumba en sus oídos. -¡Asuna! –Le grita mirando a todos lados, pero su vista está borrosa y se siente mareado, sin saber hacia dónde mirar. -¡Asuna! –Vuelve a gritar. El dolor es todavía más intenso, obligándolo a arrodillarse mientras se sostiene la cabeza. -¡AAAAAAAHHH! –Grita con los ojos cerrados.
-¡Kirito-kun! –Asuna llega a su lado, tras lo que súbitamente el dolor cesa. –Kirito-kun… ¿estás bien? –Le dice ella, quien está raspada de un brazo por el choque de la moto.
-Ahora… ahora estoy bien. –Anuncia sacudiéndose la ropa, sonriéndole de nuevo. –Asuna sabe que cuando le sonríe de esa forma es para ocultarle su preocupación, pero decide no llamarle la atención por ello. Se adelanta a él y sus ojos se quedan fijos en el portón de la escuela. Kirito cambia su expresión a sorpresa al mismo tiempo que ella. Todos los policías, reporteros y estudiantes que todavía estaban afuera de la escuela, y que hace un momento vieron a través de la televisión, ahora están tirados en el piso, muertos, llenos de heridas o perforados en distintas partes. Asuna se lleva las manos a la boca, e incapaz de mantener la compostura, vomita en una esquina. Kirito a todos los muertos, y luego observa al cielo lluviosa. Extrañamente, los relámpagos que sonaban hasta hace un momento han desaparecido. Ahora el cielo es gris uniforme, y la lluvia cae en un ángulo vertical casi perfecto. Como si fuera…
-¿MMORPG? –Se pregunta a sí mismo. –Imposible… -De entrada, descarta la idea. Asuna por su parte, ahora está de pie frente a la entrada de la escuela, todavía nerviosa del espectáculo a su alrededor. De repente, volando por el interior del campus distingue a una criatura familiar para ella. Un pequeño dragón que entra por una de las ventanas del edificio de estudiantes.
-… ¿Pina? –Musita Asuna.
-¿Pina? –Pregunta Kirito. –Pero… eso quiere decir que… -Comienza a razonar el chico, pero no puede terminar, porque Asuna, como si estuviera en trance, empieza a caminar hacia el interior del edificio.
-Pina… voy por ti, Pina… -Dice ensimismada. –Si Pina está aquí, Keiko también debe andar cerca, ¿no lo crees, Kirito-kun? –Pregunta al aire, sus pupilas perdidas.
-¡Asuna, espera! –Le grita, dudando un momento antes de entrar al edificio. Sabe que es el principio de todo, pero no puede dejar a Asuna ir hacia el interior. -¡Rayos! –Se queja sin opción, entrando hacia el edificio, persiguiéndola. Luego de dar unos pasos, la puerta detrás de él, se cierra. Hace un gesto de que ya se lo esperaba, pero suspira hondo y corre detrás de su novia. Asuna entra por la misma ventana que entró Pina, y Kirito entra justo detrás, pero al hacerlo, cae en una playa, donde el cielo está despejado y un edificio igual a la escuela se puede ver del otro lado del mar. -… ¿Qué? –Profiere sorprendido. Delante de él está la figura blanca que tiene su mismo rostro. Le sonríe y desaparece.
-El juego comienza, Kirito… -Le anuncia la voz que sale de la figura. Kirito escucha de nuevo el sonido agudo y se arrodilla por el dolor. Por un momento, la imagen de la playa se superpone con la de Shino, que lo sostiene en sus brazos y parece gritar su nombre. El dolor termina y el joven se pone de pie de nuevo, mirando sus manos.
-Juego… -Mira hacia adelante y la figura blanca ya no está. Frente a él hay una pistola, bañada en agua de lluvia. –Asuna… -Recuerda que Asuna estaba junto a él. -¡Asuna! –Grita con fuerza. Toma la pistola entre sus manos, y un mensaje de pantalla de ítems aparece. Está en un ambiente virtual. Si es un juego o no, eso tendría que averiguarlo.
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Afuera de la escuela, la policía sigue haciendo una barrera para evitar el ingreso a las instalaciones. En medio de la lluvia, Shino sostiene a un inconsciente Kirito entre sus brazos, suplicándole que despierte, mientras los paramédicos vienen a su auxilio.
Continuará.