Hola (después de un largo tiempo) a todos!

Este es la actualización número veintisiete de esta historia y el final del tercer libro de Percy Jackson!

Sepan disculparme por la tardanza, la cual fue provocada por falta de ganas de escribir, ideas, tiempo, etc. Se me hizo eterno escribir este capítulo, porque en verdad quería hacerlo rápido pero nada se me venía a la cabeza, o cuando alguna idea se me formaba directamente lo escribía en un borrador y nada más.

Agradezco al apoyo que ustedes me dan a mí y a la historia en sí misma.

Sin más interrupciones, los invito a disfrutar de la siguiente lectura y por favor no se olviden de comentar al final.

Recuerden que no soy dueño de ningún personaje, eso es trabajo de Rick Riordan.


Capítulo 27: Between love and hate

El verde del césped contrastaba perfectamente con la figura sentada de mi cazadora, quien ocultaba su mirada entre sus rodillas contra su pecho, dejándome oír como sollozaba por un idiota que no la merecerá ni en diez vidas.

Duele lo que ella produce en mí con sus lágrimas. Mucho más que lo que me está matando. No puedo evitarlo, cada vez que ellas se ponen así mis instintos gritan para que las abrace estrechamente y susurre palabras tranquilizadoras a sus oídos, depositando castos besos en sus hombros mientras masajeo sus espaldas.

Y por eso mismo, nunca hago caso omiso de ello.

Con cuidado, todo el lugar a sus espaldas, procurando no perturbar su frágil estado al mismo tiempo que dejo deslizar mis extremidades superiores alrededor de su delgado abdomen, sintiendo la calidez del llanto que lentamente me quemaba como el fuego que devora los pastizales de una pradera, teniendo que morderme la lengua mientras asentaba mi frente en su espalda desnuda.

-Deja de llorar, Zoe. Por favor, detente- me duele más de lo que crees…

Mis palabras parecen flotar vacuamente en el aire que nos envuelve, desperdigándose con la suave brisa que mecía las frondosas ramas de los árboles que oscurecían nuestra vista al cielo estrellado. El aroma a manzanas de su piel serenaba la impetuosa tos que amenazaba con rasgar un poco más mis pulmones, dejándome inhalar hondamente y exhalar con suavidad.

-No importa cuántas veces te lo pida, no? Mis palabras nunca te alcanzarán…- a veces me pregunto si este es mi castigo por no haberte podido salvar o evitar que Hércules te haga daño.

Un nudo se me formaba en la garganta al sentir el desconsolado lamento de mi princesa persa, pudiendo apretar con más fuerza mi agarre a su menudo cuerpo, dejando caer mis propias lágrimas de culpa. Culpa que me carcomía como un veneno incurable, avanzando tan lentamente que parecía divertirse con mi miseria, dándome pesadillas en donde siempre fallaba y me obligaba a ver como perdía repetidas veces.

-Si te pido perdón, podrás sonreír en lugar de llorar? Si me disculpo, podrás hablarme? Si te digo lo siento, me mirarás? – sé que te he realizado estas mismas preguntas infinitas veces, pero aun así no descansaré hasta escuchar una réplica de tu parte, Zoe.

Siento que una presión invisible me comprime con una envidiable lentitud, estresándome y generando una incontenible tos. Velozmente solté a mi primer amor, apuntando mi cara hacia la izquierda para poder vomitar los coágulos que se formaron improvistamente, tiñendo el paisaje con un tinte férreo oxidado. La pérdida del calor de su piel cobriza me estaba causando más daño con cada segundo que nuestra distancia era notable, atacándome al pecho con gélidas lanzas que la brisa soplaba.

Una mano me hizo ubicarme sobre mi costado, para posteriormente sentir un retazo de tela en mi boca que se movía lentamente, quitando cada gota de sangre que se filtraba entre mis convulsiones. Palabras suaves eran susurradas en mi oído como el bello cantar de los pájaros, tranquilizándome y dejándome llevar por la sensación, abriendo los ojos para descubrir las oscuras orbes que me auxiliaban diligentemente.

Ella ya no lloraba, pero una mueca de tristeza se dibujaba en sus finos rasgos, haciéndome cuestionar si yo era el único culpable de ese hecho. El cabello azabache descendía parsimoniosamente sobre mí, rozando mi rostro como plumas, generándome un súbito estado de sueño por el monótono masaje.

-Gracias- me has hablado, Zoe?

Cuándo fue la última vez que pude oír tu voz en mis sueños?

-Deberías de cuidar más de tu salud, Percy. No quiero que me dejes- nunca lo haría, mi cazadora de las estrellas.

La garganta me arde tanto que me es imposible el poder comunicarme, por lo que simplemente estiro mis brazos hacia ella cuando logré recostarme por completo sobre el pasto y la atraje hacia mí en un férreo abrazo.

-Te amo- las palabras salen instintivamente de mis labios en dirección a su oído izquierdo, sintiendo su cuerpo temblar contra el mío, apretándome con más fuerza en consecuencia.

Cuándo tuve alguna vez la oportunidad de hacerle saber mis emociones?

-Te amo- repito nuevamente, percibiendo que sus labios sonreían contra la piel del cuello.

-Despierta, Percy- tengo miedo de hacerlo, Zoe.

Temo despertarme y descubrir que me odias por torcer el destino que alguna vez se llevó a cabo.

Temo abrir los ojos y saber que nunca podré decirte lo que te he dicho dos veces en menos de un minuto.

Temo volver a la realidad y percatarme que el tiempo sigue su flujo, contando regresivamente, quitándome segundos que con gusto se los daría a ustedes.

-Yo también te amo, Percy. Y es por eso que necesito que despiertes- las palabras manan de su boca, haciéndose hacia atrás para poder mirarme a los ojos, incitándome a que la obedezca.

No puedo negarle su pedido. Le debo mucho a mi cazadora. Incluso si pude salvarle la vida ahora, en mi interior sé que fue mi culpa que ella haya muerto la primera vez. Por eso mismo, de ser necesario, repetiré esta historia una y otra vez hasta que ella me diga basta.


Un par de ojos plateados se mostraban delante de mi cara, dejándome sentir su cálida respiración en mis labios debido a la cercanía. El cabello rojo de Artemisa flameaba con el viento producido debido a la velocidad con la que su carroza iba, masajeando mi cara con aquellas llamas que ella domaba a voluntad con una trenza luego de que nuestros bebés naciesen.

Su mano se estiró hasta mi cara, por lo que simplemente dejé que lo hiciese ya que no podía moverme sin correr el riesgo de despertar a cualquiera de las chicas que descansaban a mis lados o encima. El dedo índice de su extremidad diestra tocó con curiosidad mi mejilla, arrastrándola en paralelo a la línea de mis labios, eliminando aquella humedad que podía sentir que había escapado de mi ojo.

Estaba preocupada, lo veo en sus gestos. Ella no hacía esto a menos que realmente se preocupase por alguien. Y ese pensamiento me hace sonreír levemente, inclinando mi cara para buscar el calor de su piel, besándola atrevida y tentativamente.

-Qué haces, Perseo? – le oigo susurrar por lo bajo mientras un rubor ocupa su rostro.

Luces hermosa en verdad, cada día que pasa solo incrementa tu belleza mi luna.

-Demuestro que estoy feliz por ver que estás bien- y besar tus dedos es lo máximo que puedo hacer ahora en mi posición, ya que adoraría poder reclamar tus labios como míos, al mismo tiempo que tú haces lo mismo.

-Sabes que soy una diosa virgen, Perseo. No puedes hacer esto sin sufrir un castigo…- castigo? No es suficiente el haberte perdido una vez ya? No me alejes, mi luna.

No soportaría tanto dolor naciendo nuevamente dentro de mí, no cuando he podido salvar a Bianca y Zoe para que estén a tu lado.

-Si me castigas, no te daré el paquete de galletas que te prometí- intento chantajearla, dibujando una sonrisa torcida que ella ama, haciéndola bufar.

Por qué miras a un costado, mi amor? Acaso te puse en una posición incómoda? Aún recuerdo tus puntos débiles, y cómo sacarles provecho.

Disfrutando de su actitud, muevo mi mano izquierda con sumo cuidado para no despertar a Bianca hasta el bolsillo de mi mochila, tomando la pequeña bolsa de color azul y entregándosela a mi luna, quien la tomó tras varios segundos de duda. Trato de no reírme una vez más, ya que Thals se movió sobre mí y hundió su respingada nariz en la curvatura de mi cuello, permitiéndome sentir el cálido aire que expulsaba de sus fosas.

-Tomaste la bolsa, ya no puedes castigarme- lo siento, querida. La media galleta que estás masticando fue la firma a nuestro tratado.

Ya, mi amor. Deja de fruncir el ceño, no querrás que se formen arrugas…o quizás sí, ya que me obligarás a besarte. Debería decirle sobre las migas que tiene pegadas en las comisuras de los labios, pero la verdad es que me parece tierno de esa manera.

El viento continuaba soplando con fuerza, haciendo revolotear los mechones rojos de Artemisa quien se puso de pie y regresó a tomar las riendas de la carroza, dejándome ver su estilizado perfil. Las manos de Zoe y Bianca apretaron con ímpetu mis extremidades al oír como el ritmo de sus respiraciones cambiaban de un segundo al otro, siendo una clara muestra de que estaban despertándose.

Cerré mis ojos al mismo momento que tomaba controladas bocanadas de aire, haciendo que mi tórax se hinche y despierte indirectamente mi cazadora. Lo siento, Thalia. No era mi intención hacerlo, sé que estás cansada…

-Hola…- susurró ronco, apoyando cansinamente su frente en la de ella, dándole una miraba de disculpa si estaba sudorosa.

El ardor en mi pecho disminuye con el momento de serenidad, lo que me deja cerrar de nuevo los ojos cuando siento un par de tersos labios sobre los míos. Un fuerte apretón en mi mano derecha comprueba finalmente que Zoe está celosa, pero realmente feliz de verme a su lado. Creo que he logrado quitarle por completo su odio hacia mí.

Ozono fue el aroma que se produjo encima de mi figura, percatándome que mi esposa estaba furiosa con algo, por lo que sabiamente abrí los ojos e hice frente a sus orbes azules que parecían juntar lágrimas. Es que acaso no puedo hacer algo bien? No puedo darles una felicidad sin acompañarla de un dolor? Qué patético soy…

-Lo siento- realmente lo siento, querida. No es mi intención provocarte esto.

Veo tus ojos y me cuestiono cuantas veces he querido escapar de la vida…Una y otra vez mis antebrazos se tiñeron de rojo, así como mi mente se enredó en incomprensibles nudos dramáticos que me surgían en la tristeza y desesperanza. La gente sabe lo que es perder a la gente que tienen al lado?

Ellos saben lo que es intentar verle la cara a la muerte y que se niegue a llevarte? Que veas a tus amores e hijos saludarte y que tú no puedas soltar el pequeño lecho que separa ambos lados?

Es por eso que pido perdón. Por demorarme demasiado.

-Lo siento- repito una vez más, mirando a Bianca, Zoe y Arty también.

Cierro los ojos y respiro hondo, inhalando el aroma a ozono que limpia de a poco mis acongojados pulmones. Los dedos de Thals se enredan en mi campera, pudiendo sentir como incluso toma parte de las gasas que recubren mi amoratado pecho, desarmando en complicado nudo que hizo tiempo atrás, trayendo una memoria de cuando ella quería verme en la intimidad y besarme.

-Por qué pides perdón? – por qué? Hay muchas razones y poco tiempo para decirlas.

Tiempo…la ironía de mi vida actual.

-Porque debo- hay veces que la respuesta más simple y tonta es la que más enseña.

-Dijiste que volverías…No tienes por qué pedir perdón…- eres tan inocente, mi ángel. Cómo reaccionará tu hermano al verte de regreso esta vez?

-Las hice llorar y enojar- respondo con simpleza, sonriendo meramente.

-Hombre tonto, tú sabías que reaccionaríamos así. Pero cumpliste tu palabra, te perdiste y hallaste tu camino- me hubiese gustado no haberme demorado toda una vida, todo podría haber sido tan distinto…

Mis ánimos se alzan con sus palabras, apretando con más fuerza las manos de ambas para luego masajear con mis pulgares los nudillos. Trago mi miedo junto a la náusea que osa aquejarme, levantando mi mirada para enfocarme nuevamente en mi esposa. Ya he aceptado en hecho de que si quiere odiarme, no la detendré, no luego de haberle fallado.

-Me dejaste…- sí…lo hice para que estuvieses a salvo.

-Lo siento- la respuesta sale de manera refleja desde mis labios, sintiendo la resequedad de mi garganta.

En retrospectiva a mis palabras, no debí de haberlas dicho. Apenas logré sellar mis labios, una mano fugaz hizo contacto con mi mejilla derecha, cimbrando todo mi cerebro en el trayecto al mismo tiempo que tuve que morderme la lengua para no escupir.

-Deja de decir eso! Ya no lo digas más, Percy! Me oyes? No quiero oírte pedir perdón de nuevo! – escucho la desesperación en tu voz, Thals. Estás asustada por mi culpa…

Sentí que Zoe y Arty miraron por un instante a la bella mujer que tengo encima, como si quisiesen despotricarle. Un apretón y una mirada veloz a cada una de ellas hace que retrocedan en su accionar, por lo que puedo soltar un suspiro de alivio y observar otra vez a las orbes eléctricas con más confianza.

-Hice lo que debía, Thalia. Hice lo que creí necesario para que ustedes viviesen. Hice lo que quise y lo haría miles de veces- y el simple hecho de que yo esté aquí es una muestra de mi palabra.

Se muerde el labio inferior con incertidumbre, borra sus lágrimas contenidas con el puño de su campera, esparciéndolas por todas sus peculiares pecas que me tientan a besarlas una a una. Su cabello parece alborotado con el soplar del viento, para finalmente sonreírme lentamente y besar cariñosamente mi mejilla, la que siento arder.

Ella en serio tiene la mano pesada…

-Por favor, Perseo. No hagas eso de nuevo, soy demasiado joven como para ver morir estúpidamente al único hombre que he conocido- …mi luna?

Bien, en cualquier otra ocasión donde no terminaría acribillado o suicidado me burlaría de ti por diferentes motivos. Pero ahora solo puedo avergonzarme con tus palabras, ya que sé por experiencia que es tu forma de preocuparte por mí. En serio, tengo que hacer algo con mis hormonas, no creo poder soportar eternamente la tortura de contener mis ansias de abrazarlas y amarlas como se merecen…

-Joven, mi señora? – Zoe…no creo que sea muy buena idea decirle eso a Arty.

-Creo que la pérdida de sangre va a hacer que te desmayes de nuevo, Zoe- como lo predije, ya comenzó con sus amenazas sutiles…

No pude evitarlo. Me reí un poco con sus dichos, logrando que de alguna manera mi dolor fuese espantado con la simple visión de tenerlas frente a mí. Siempre logran lo imposible, hacerme sonreír y alejar el dolor son sus mayores cualidades desde un principio. Empiezo a oír a Bianca ahogando su tierna risa en mi hombro mientras esconde su cara, algo que Zoe y Thals emulan tras contagiarse.

Incluso mi luna trata de ocultar su hermoso rostro, repleto de migas, mirando al horizonte. Descanso mi mentón sobre la coronilla de Thalia, dejando que ella hunda su nariz en mi pecho y se relaje hasta que retome su mini siesta al igual que Bianca. Mi cazadora de las estrellas, por su parte, se dispuso a mirar nuestras manos unidas, jugueteado con mi pulgar de forma infantil. El calor de su piel cobriza era una panacea, así que simplemente no me moví para llamar su atención, ya que estoy seguro que la asustaría.

Gruñidos escaparon de las cazadoras y su patrona cuando Grover decidió roncar a un volumen más alto, balbuceando entre sueños algo respecto a nubes de aluminio y Juniper con una gran lata como cena…Y luego soy yo el que tiene problemas serios.

El tenue tarareo de aquella canción que Zoe conocía volvió a resonar en mi oído, relajándome poco a poco y obligando a que mi cabeza se ladee entre el espacio que las dos tenientes que tuvo Arty en la línea temporal anterior. Los párpados parecían pesarme como si plomadas tuviesen, el palpitar arrítmico de mi corazón se fue ralentizando al son de los latidos que sentía a partir de mi esposa, el sabor a hierro fue dejado de lado cuando deseé que mi diosa de la luna me convidase una de esas galletas que le regalé y disfrutaba comer como una infante.

Antes de darme cuenta, el sueño me venció. Pero esta vez con mi mente un poco más en paz.


Cuando volví a despertarme, no pude contener mi mueca torcida al ver la felicidad que expresaba aquella muchacha que alguna vez le temió a las alturas pero luego superó su fobia. Movía su mano como si imitase un ave, planeando en las ráfagas que mecían los mechones que se enganchaban por detrás de sus orejas, destellando reflejos cian en el azabache que abundaba en su cabellera.

Recuerdo que algún tiempo atrás, este mismo ambiente estaba lleno de truenos y relámpagos que se amalgamaban con el dolor y el resentimiento. Pero oír a mi amigo rogar por latas mientras mis amores disfrutaban del paisaje aéreo, era una remembranza de lo que Caos me permitió tener.

Pausadamente fui poniéndome de pie, sosteniéndome del borde de la estilizada carroza argentada, dando cortos pasos hasta recuperar la estabilidad necesaria entre los mareos y las náuseas por el abundante sabor a hierro que tengo en la boca.

Me veo obligado a eludir las patadas que G-man daba por momentos, sabiendo que estaba persiguiendo a Juniper en sus sueños si todos sus balbuceos son señal de algo claro. A pesar de que sean menos de dos metros cuadrados el espacio que la carroza de Arty tiene, siento que son kilómetros los que me separan de sus figuras divinas, pudiendo solo estirar mi mano y rozar los mechones que flameaban delante de mí y besarlos sin que se percaten de mi desfachatez.

-Piensa dejarnos en el Olimpo, Lady Artemisa? – cuestioné tras pararme entre ella y Bianca, tomando disimuladamente una de las galletas que le regalé con el fin de quitar el horrible sabor de mi boca.

-Son héroes en esta búsqueda, mi padre querrá verlos…es esa mi galleta? – un poco posesiva estamos, no? Una lástima que te dieses cuenta tarde.

-Qué galleta? – sonriendo de forma torcida, pregunté inocentemente.

-No tientes tu suerte, Perseo. No quisiera convertir al único hombre que reconozco en un jackalope…- ya, ya…tranquila mi luna. Además, de seguro que me conservarías como peluche personal para tus noches.

-Vale, lo entiendo. No debo tomar más galletas de la diosa odia hombres- al menos mientras tú estés vigilando.

-Mejor- glotona…

-Bianca, quieres una galleta? – ofrecí gentilmente a mi amorosa ángel.

-Perseo! – oye, no te enfades conmigo Arty…

-Qué? Usted dijo que yo no debo tomar galletas, solo le estoy ofreciendo a su cazadora- adoro los vacíos legales ante sus advertencias, los niños y yo disfrutamos mucho de hacerlas enojar con simples bromas.

Bufó infantilmente, haciendo volar de nuevo un fino mechón que se había colocado sobre su nariz, para que a continuación tome la bolsa que le di y ofrezca a cada una de las chicas, quienes aceptaron gustosas y saborearon con ansias. Apenas terminó de hacerlo, su instinto de egoísmo salió a flote y guardó las galletas, lo que me bosquejó una mueca lúdica en mi cara que ella vio y decidió ignorar rápidamente.

Su brazo rozó con el mío, pudiendo sentir una vez más el calor de su piel a través de las ropas. A ella le gustaba siempre hacer esto si no mal recuerdo, así como también reposar su cabeza en mi hombro mientras cerraba sus ojos y acariciaba amorosamente su vientre abultado, dando gritos de sorpresa cuando Ethan y Zoe pateaban suavemente en reclamo de dulces.

Un breve vistazo de reojo me llevó de nuevo a mi pasado, hallándola con su vestido holgado de color plateado que se movía descontroladamente con el aire al mismo tiempo que remarcaba su figura divina…

Despierta, Perseo.

Deja de soñar con el pasado y concéntrate en el presente.

Goza de los pocos momentos que tengas con ellas.

Recompongo mi compostura al sentir la preocupación de Bianca cuando tomó mi mano, estrujándola gentilmente y mirándome con sus profundos ojos oscuros. Mi madonna, no tienes ni idea de lo que provocas en este pobre moribundo que soy. Eres un pequeño ángel que ahora puede regalarle al mundo sus sonrisas que tanto amo y quiero solo para mí…

Sí. Nico estará feliz esta vez y no será un maldito emo como antes…eso espero, solo me falta que se convierta en uno por moda.

-Estás bien? Tienes la mirada perdida en la nada…- te preocupas demasiado por mí, mi ángel. Realmente te agradezco por eso.

-Sabes…no eres la primera persona que me lo remarca…- susurró por debajo de los silbidos que el viento provoca, pero aún audible para todas ellas.

No sé por qué hice lo que hice, ni tampoco me importan las consecuencias. Pero el inclinarme unos centímetros para besar su sien delicadamente con el fin de eliminar sus preocupaciones, valió la pena.

-Aun así, gracias por preguntar- el tener pleno conocimiento de que quieres saber sobre mi estado, incluso si no te lo digo, es admirable.

Un pisotón y una gruñido de advertencia por parte de la bella pelirroja que tengo como esposa hizo que me comportase y dirija mi vista a la ciudad que sobrevolábamos. Eres muy celosa, Arty. Celosa, glotona, rápida para enojarte…eres todo lo que amo de ti y no te cambiaría por nada en el mundo, ya que a solas puedes ser también muy cariñosa y tierna. Deja de fruncir el ceño, lo digo en serio. Solo provocas a mis hormonas de esa forma…

Me distraigo otra vez al cerrar mis ojos y dejar que el sonido de las voces de mis amores fluyan libremente alrededor nuestro. Siento el ardor reptando y desgarrando el interior de mis pulmones, generándome espasmos que oculté tras reposarme en el borde delantero del carromato, tomando profundas bocanadas de aire lo más sigilosamente posible.

Los nudillos se me ponen blancos del dolor que tengo y reprimo con todo mi ser, solo para ser sorprendido estrepitosamente al percibir una mano recorrer una y otra vez el espacio entre los omóplatos. No alzo mi cabeza, ni diga algo, tan solo me relajo con el toque que conozco claramente.

Su odio, creo que ya no existe más hacia mí. Creo que fui capaz de purgarlo de su ser por completo como lo logré en el tiempo anterior a mi viaje. Creo que convertí su desprecio hacia mí en…amor? Espero no ser demasiado precipitado con ese pensamiento, las pesadillas aún hacen mella en mi psique con esta fiebre.

Las delgadas falanges rasguñan levemente mi campera, enviando placenteras sensaciones a través de mi columna, haciendo que olvide por completo el hierro que inundaba bruscamente cada recoveco de mi boca. Te extraño mucho, mi luna. Añoro despertarme contigo a mi lado, oler tu cabello, besar tu cuello, jugar con sus manos. Contigo y con cada una de ustedes.

Diviso a la gente moverse a través de las calles llenas de vehículos y luces de neón, sin detenerse por un segundo. Cuento los treinta segundos que hay de permiso en cada esquina para que los peatones se trasladen de un lado al otro, así como también el minuto entero que los conductores poseen para moverse a sus destinos.

Algo maravilloso y curioso capta mi atención, lo que me hace recordar que el tiempo que tardamos en rescatar a Artemisa fue mucho menos que el de la primera vez. Mi esposa miraba hacia donde yo estaba, saliendo de uno de los centros comerciales que su padre construyó y ella tanto odiaba. Incluso desde la altura que me separaba de Rach, podía ver sus manos y mejillas manchadas con pinceladas azules que se complementaban con su cabello rojo y sus orbes verdes.

Sonreí estúpidamente y sacudí mi mano, totalmente ajeno a si las demás se dieron cuenta o no de este hecho. Estaba cansado…demasiado cansado. Pero nunca como para ignorarlas a ellas con una mueca alegre y un saludo cariñoso. Sé que Rachel debe de estar alucinando completamente al ver la carroza de Arty sobrevolar los aires, con cuatro bellas damas y un enfermizo viajero espacio temporal a la vista de todos. Me muero de ganas por ver el cuadro que hará con esta imagen que le dimos…me muero por abrazarla y dejar que ensucie mi cara con sus pinturas.

-A quién saludas? – otra vez lo celos, querida? Estoy llegando a creer que le atarás una soga a la cintura para así poder saber a dónde me voy…

-Una chica allá abajo nos estaba viendo. Creo que es como mi madre- le respondo, irguiéndome al ver que estábamos llegando a destino, estirándome como un gato tal como Clar lo hacía.

-Visión clara? – así es mi suspicaz esposa!

-Si. Espero que no le haya molestado lo que hice, miladi- claro, solo si dejo de lado el hecho de que tu ceja derecha está temblando y pisas repetidas veces con tu pie izquierdo…

-Insinúas algo? – yo? Pfff…por supuesto que no! Qué te hace pensar eso, mi amor?

-No, nada- siempre tan valiente contra ellas, no? Ustedes, manipuladoras con sus encantos atractivos…temo por el día en que Dite te enseñe de nuevo a jugar conmigo a solas.

-Mmh…espero que siga así eso- un momento…acabas de tomarme el pelo? Estabas jugando conmigo todo este tiempo?

Genial! Ya la perdí! De seguro que Dite se adelantó y comenzó a reunirse con las demás.

Si tan solo supiesen que tengo más problemas lidiando con mis hormonas que con la traidora de Chase y sus lacayos…

Ya verás, Arty…vendrás a rogarme por más galletas. Si sonriendo de forma triunfante mientras puedas, porque yo haré lo mismo cuando salga al balcón en mi casa y te vea ansiosa por comida que no te daré como castigo. Sí, querida, puedo ser maquiavélico cuando quiero.

Dejé de lado mis pensamientos malévolos cuando Thals tomó mi mano y comenzó a guiarme a través de la penumbra del alba que bañaba al Olimpo. SI bien el fuego de las antorchas y las hogueras que Tia proporcionaba a lo largo de todo el camino hacía que el lugar reluciese magníficamente, me conformaba con el detalle que sentía el cariño que ella puso en cada una de ellas, lamiendo mi piel afiebrada con cuidado.

Caminaba por inercia, sujetando la mano de mi esposa, aspirando el aroma a pinos mientras la callosidad de su extremidad se sentía como una pluma que masajeaba diligentemente con cada roce. Un perfume a manzanas abarcó mis sentidos, hallando la figura de Zoe a mi derecha, asiéndose a la manga de mi campera férreamente. Bianca caminaba delante de mí, observando atentamente cada detalle de esta ciudad, prometiéndome que cuando salga de la sala de reuniones, ella verá dos nuevos templos impolutos.

Grover andaba como un zombi, deambulando detrás nuestro mientras mascaba una lata como si fuese alguna clase de desayuno obtenido en un hotel cinco estrellas. Mascullando sobre su amor hacia Juniper y cómo encontraría a Pan, cosa que hará el año entrante.


Los pasos que realizamos fueron lentos, sin apuro alguno. El peligro que atentaba contra las vidas de mis amores y amigo había pasado, relajándonos en consecuencia. Los escalones reflejaban mi cara cada vez que subía un peldaño, revelando las perlas de sudor que decoraban mi pálido rostro y las notables ojeras por el sueño que tengo acumulado. El aire invernal, era ameno aquí, pero podía sentirlo avasallar a través de mis ropas y dándome escalofríos que hacían rechinar mis dientes con repetición.

-Estás ardiendo, Percy- fuera pensamientos sucios! Ella se refiere a la fiebre, no a otras cosas!

-Es solo una recaída, apenas terminemos esta reunión te prometo que iré a descansar para estar mejor- pero por el momento, déjame disfrutar de lo fresca que se siente tu mano en mi mejilla, Thals.

-Mi señora, es necesario que Perseo esté presente en esta reunión? – no hace falta, Zoe. Puedo mantenerme de pie un buen rato todavía…

-He dicho que estoy bien, no hac…La-La-Lady Artemisa, qué está haciendo? – mujer, quieres matarme! Estás demasiado cerca, no necesitas tomarme la temperatura a tan corta distancia!

-Estás sudando mucho…- tu voz, suena preocupada…cuántas veces debo decirte que estoy bien para que me creas? No me gusta verla de tal manera por mí…

-Mi lady, Percy debería de ir a una enfermería…hay alguna por aquí? – por favor, ya se los dije! Detengan esto! Bianca, no estoy tan mal como piensan!

-El templo de Apolo es más que suficiente- no pienso dejarlas, Artemisa. No te haré caso incluso si me lo ordenas.

-Estoy bien. Podemos seguir- dije, tomando la mano de mi luna y alejándola de mi frente.

-Percy, estás enfermo, necesitas descansar…- no tú también, Grover…

-Lo haré cuando volvamos al Campamento- cuando todo esto haya terminado y me encuentre en el cálido abrazo de Clar y Tia.

-Percy…- Thalia, te quiero mucho…pero no debes preocuparte tanto.

-Avancemos, los Olímpicos nos esperan- trato de forcejear con el agarre que Thals y Zoe tienen en mis brazos, agitándome levemente.

Hago todo el esfuerzo posible para no toser, viéndome obligado a carraspear repetidas veces con el fin de olvidarme del férreo sabor que se pega a mis papilas gustativas. Las manos frescas de Arty se ponen otra vez sobre mis mejillas, haciendo que cierre los ojos e instintivamente me repose en ellas, suspirando de alivio.

-No estás bien, Percy- mi ángel, esto no es nada…lo juro.

-Ella tiene razón, sabes? Estás tosiendo, con fiebre y me dijeron que habías vomitado en el viaje…- cómo? Cierto, puede que me oyesen durante el viaje en el tren…después de todo, Zoe estaba más que atenta conmigo.

-Ya me siento mejor…- por qué no me escuchas, Arty? Es como volver en el tiempo y tener que lidiar con todas ustedes queriéndome atar a la cama mientras me tapaban con cientos de frazadas.

Realmente estoy empezando a repensarme el hecho de estar en tal desventaja con ustedes, siempre saben cómo sacarle provecho a la triste situación que me aqueja con sus ojitos de cachorro apaleado y sus tiernos mimos…

Su entrecejo se frunció, generando la cuasi unión de aquellas dos delgadas líneas rojas que se ubicaban por encima de las orbes plateadas en las que amaba perderme por horas enteras. Las falanges se movían circularmente en pequeños trazos, enviando una placentera sensación que de a poco fue apagando mi tos al punto de poder respirar correctamente. Sin saberlo, ella me había dado un poco de alivio.

-Te dejaré ir con nosotras, pero si veo que te vuelves a descompensar te obligaré a ir a la enfermería. Quedó claro, Perseo? – lo que tú digas, esposa mía. Hace tiempo aprendí a no discutir con ustedes en algunos temas…

-Geez…Sí, Lady Artemisa- ya puedes soltarme, Arty. Si seguimos así, te besaré y todo se irá al diablo porque me querrás matar.

Zoe también.

Bianca me mirará con decepción.

Thalia las seguirá por celos.

Clar y Tia hallarán una forma de revivirme para luego acribillarme.

Y mejor no hablo de Tena, Dite o las demás…

-Zoe, Bianca…si él llega a tener una recaída deben avisarme. No me importa si interrumpen la reunión, ustedes háganmelo saber. Lo mismo para ustedes dos- muestras demasiada cautela para mi salud, querida. Si no te conociese bien, pensaría que estás preocupada porque perderías tu fuente de galletas.

Bah! Estás preocupada por ello también, pero principalmente por mi estado actual.

Estúpidos dulces, cómo es que pueden tener más amor que yo?

Genial, he vuelto a discutir mentalmente con objetos inanimados…

-..seo…seo…PERCY! – escucho gritar mi nombre a Artemisa al mismo tiempo que movía frenéticamente su mano delante de mi cara con inquietud.

-Lo siento, me distraje por un segundo- debo dejar de delirar, esto solo me traerá problemas con ellas. Suficiente con que me aguantaron mucho tiempo en mi pasado.

-Te lo advierto, Perseo. Si llego a ver que te sientes mal, te saco de la reunión- por qué el tono mandón conmigo? Acaso ya sientes que estábamos casados y pretendes reclamar lo que es tuyo?

Dicho eso, ella se dio media vuelta y procedió a caminar hacia la cima de la montaña, siendo seguida por mi amigo caprino y un hermoso ángel que miraba por encima de su hombro con detenimiento, analizando cada paso que realizaba a la par de las dos tenientes, aunque una ya no vaya a serlo, con parsimonia.

Tomé respiraciones lentas, tratando de evitar las agitaciones que solo empeorasen la situación que les estoy haciendo pasar con mi egoísmo. Cómo puedo cuidarlas si ellas están tomando cartas en el asunto conmigo? Se supone que Caos me dio esta oportunidad para darles el futuro que se merecen, no atarlas a de por vida a un tipo que se va a morir.

Días como estos son cuando más me odio por amarlas profundamente y saber que las voy a lastimar cuando todo termine…

Antes de que pudiese volver a darme cuenta, estábamos parados frente a unas gigantescas aperturas argentadas, las cuales se abrieron por voluntad propia.


Una mirada y un tácito pedido, a las mujeres que son y fueron tenientes de Arty, me permitieron dar unos pasos más al frente para tomar por los hombros a una acomplejada Bianca, acercándola contra mi pecho de forma protectora mientras retrocedía luego para reunirme de nuevo con Zoe y Thals.

No lo diría en voz alta ahora mismo, pero me gustaría decirle cuan agradecido estoy de verlos de nuevo tras una fatídica búsqueda. Es tanto el odio que siento hacia Chase y sus acólitos, que me enferma el solo recordar que utilizará a toda mi familia para sus planes retorcidos. Tanta gente envuelta en su maraña de dolor y traición, que por momentos me cuestiono si lo que estoy haciendo es lo correcto.

Involucrarme a tal punto con ellas. Hablarles, escucharlas, reir, llorar, abrazarlas, besarlas, mirarlas…tantas cosas que llevo a cabo con el simple hecho de tratar de mitigar el dolor interno que paso día y noche.

-No tengas miedo, te juro que no te harán daño- nadie tocará un pelo de tu cabeza, mi madonna.

Su cabello azabache de meció con fuerza, viendo la docena de tronos que se ubicaban alrededor de la hoguera que Tia atendía diligentemente para disimular sus ganas de saltar sobre mí, dedicándose únicamente a enviarme miradas rápidas.

Así como lo hacen Atenea y Afrodita, por lo que sonrío como ella adoran y las tranquilizo.

Desde la notable distancia que manteníamos con el resto de los Olímpicos, nos arrodillamos. Podía sentir la fiebre en mis huesos y músculos, teniendo que ocultar el rostro de dolor mirando al suelo. Algunos segundos pasaron, por lo que decidimos ponernos de pie una vez más y avanzar hasta el lugar donde las llamas de la esperanza eran avivadas majestuosamente.

Mugidos por parte de Bessie eran escuchados en la amplia sala desde la piscina que Hefesto le construyó a mi pedido. Chapoteaba agua de forma juguetona, haciendo reir nerviosamente a mis amores, mientras que Grover parecía abrir cada vez más grande su boca y Zoe bufaba ante la visión que mi cabra amigo proporcionaba.

-Bienvenidos, héroes- hola a ti también, tío Z.

-Es un placer volver a estar en frente de tales presencia- replico educadamente, llevando mi mano derecha al pecho y rasguñando disimuladamente.

-No me has fallado, hijo de mi hermano- veo que hemos avanzado de "diosecillo"…no me quejo.

Mientras mantengas tu palabra de no herir de nuevo a tu esposa, yo me contento.

-Lo hubiese hecho incluso si no me hubiese sido pedido- dejo en claro. Ella es mía. Artemisa es mi esposa y la madre de mis hijos. No pienso dejar que alguien vuelva a lastimarlas.

Los mataré primero.

No despliego mi mirada de los ojos eléctricos que posee el padre de mi esposa, incluso si los demás tratan de adivinar las palabras que acabamos de decir. Una leve mueca de orgullo se dibuja en su cara, una que parece notarse a leguas por causa de tanto tiempo luciendo una faceta seria que solo tía Hera podía romper.

Su vista se dirige a Thals, regalándole una sonrisa más amplia, como aquella que mostraba cuando Ethan, Zoe, Icaro y Andrómeda jugaban con él tras ser visitado con mis amores. Me pregunto cómo reaccionarían todos si lo viesen reir sin preocupación al mismo tiempo que trata de atrapar a los pequeños que robaban su símbolo de poder?

-Artemisa nos ha informado de lo sucedido luego de que la misión se llevase a cabo. Por ello mismo, les agradecemos el lidiar con Atlas y el ejército que Kronos llevaba- estás aprendiendo a ser un verdadero rey, tío.

En serio mis actos están cambiándolos a todos ustedes…

Me alegro.

-Hemos llegado a la conclusión de que tomaremos cartas en el asunto. Apolo y Artemisa cazarán a los monstruos más poderosos junto a Hermes y Ares antes de que se unan a los titanes para incrementar sus números- la última vez, solo mi luna y mi cuñado tuvieron que tratar con ese problema. Es bueno saber que ahora tendrán apoyo, gracias tía H.

Grover y mis demás acompañantes asentían con sus cabezas, apoyando la moción que ellos presentaban, dándose cuenta del nivel de peligro que todo estaba tomando con el correr del tiempo, agotándose más y más con cada día que dejábamos atrás.

-Estos semidioses han hecho un gran servicio al Olimpo. Alguien de los presentes se atrevería a negarlo? – solo tienes que mirar al borracho del grupo, papá. Sigue odiando a alguien que ni siquiera existe en más de mil años…

La tela de mi campera se arrugó entre los dedos de Thals, siendo esta su forma de mostrarme que estaba temerosa de que alguien quisiese hacerle daño. Giro mi cabeza hacia ella, soplando ligeramente en su oído derecho para que me mire y vea la serenidad que trato de transmitirle, lográndolo luego de siete segundos y dejando que tomase mi mano con fuerza suficiente como para hacer crujir las articulaciones.

Zoe, por su parte, no detuvo en ningún momento el movimiento circular que comenzó a realizar minutos atrás en el dorso de mi extremidad superior diestra. Su tez similar al de una princesa, como siempre la confundo, denotaba una clara diferencia en la palidez febril que tenía, oyéndola mascullar entre dientes respecto al calor que emanaba por los poros junto a las gotas de sudor que cubrían mi cuerpo, humedeciendo las ropas que llevaba.

-He de decir que estos chicos se han portado de maravilla- repitió como la primera vez, Apolo, tras aclararse la garganta. Solo que esta vez optó por la sana decisión de no decir un haiku por el bien de todos y de su preciada parte de su cuerpo que Arty hubiese cortado, entristeciendo así a su hermano y cazadora que lo ama en secreto…

-Sí, de primera clase. Todos a favor de que no los desintegremos? – sutil como siempre para tus preguntas, Hermes. Ya extrañaba esa parte de ti que le heredaste a tus hijos.

Espero que Travis y Connor sigan con vida cuando regrese al Campamento. Heridos, quebrados, con una extremidad menos…todo eso es aceptable. Pero si llegan a estar muertos, Phoebe me va a oír.

Con respecto a la pregunta que Hermes realizó, todos menos el beodo excepcional de este ilustrado concejo alzaron sus manos, incluso Ares quien lucía un tanto reticente pero al final accediendo.

-Deberíamos asegurarnos nuestro bienestar primero. Peter Johnson y Thamara Gray son los boletos a la caída del Olimpo…y hubiese nombrado a la mocosa de Hades, pero ella ahora es una cazadora- te equivocas, borracho inservible.

Ellas no son un peligro. Yo lo soy, y para ti puedo ser la peor de tus pesadillas. Creo haberte advertido muchas veces, no tienes tu suerte Dionisio.

-Cuida tu lengua, ebrio estúpido- escupió venenosamente, mi luna pelirroja.

Ignorando mi visión nublada y el tremor de mis piernas, obligue a Bianca y a Thals pararse detrás de mí en caso de que el idiota intentase alguna tontería que le cueste la vida por mi espada. Quisieron quejarse, pero guardaron silencio cuando las miré por encima de mi hombro, dejándoles en claro que no quería oírlas decir algo que no iba a hacer caso.

-Parece que tu memoria se marchita como las hojas de las vides, dios del vino…Creo haberte dejado en claro que tú eres tan humano como yo, y todos sabemos lo que eso acarrea- digo sin temor a represalia alguna que él quiera hacerme, bamboleando los dedos de mi mano derecha con monotonía listo para hacer una espada a partir del vapor de agua en el aire.

-Eres un simple semidiós, no siento simpatía hacia los de tu clase- aguarda un momento, creo que has herido mis emociones…Ah, no! Era solo mi enfermedad, puedes continuar con tu perorata!

-No te creas tan especial, yo tampoco siento afición por un beodo bohemio que viste camisas animal print- solo agradezco que no luzcas un conjunto que incluya calzas.

…Caos, no debí pensar en eso. Creo que voy a vomitar.

-Suficiente! – eres un aguafiestas, tío Z…

-SI no vas a decir algo productivo, te recomiendo que cierres tu boca, Dionisio- lo ves, borracho? Nadie aprecia a un bebé caprichoso que realiza pataletas por un trono que no le corresponde…luego te preguntas por qué tía Hera te detesta.

-Por muy disconforme me halle al decir esto, Dionisio tiene razón. Mi padre y Poseidón rompieron sus juramentos, en consecuencia activaron la Gran Profecía- puedo ver el dolor en tus ojos grises, Tena. Sé que no quieres decir esto, pero también quieres cuidar a tu familia.

Conozco la sensación a la perfección, así que deja de lucir tan triste por favor.

-Son héroes, no podemos hacer lo que Dionisio pide solo porque el temor de los siglos lo aqueja. Hemos evadido por mucho tiempo esta guerra que está por venir, creo que es hora de dejar de lado nuestras diferencias y hacer frente a ese monstruo- tía Deméter declaró imperativamente.

Puedo ver que algo está pasando entre ella y tú, papá. Apolo tenía razón al final…creo que me divertiré mucho con esto.

Cualquier cosa, lo llamaré retribución. Puede que tú no lo entiendas, padre, pero te burlaste mucho a mis espaldas en la línea temporal anterior.

-Además, la única persona que está bajo la influencia de esa profecía soy yo. He hablado con Lord Apolo respecto a la edad de Thalia, llegando a la conclusión que ella tiene diecinueve años realmente aunque físicamente parezca una joven de quince. El estar en éxtasis se encargó de eso, creando un vacío en el augurio que los Sinos dieron- explicó, oyendo como mi esposa suspira de alivio al mismo tiempo que tomaba la parte posterior de mi campera.

Realmente padre e hija comparten más similitudes de las que piensan. La reina del drama también suspiraba feliz mientras su esposa le agarraba la mano en señal de apoyo.

-Bianca, por su lado, nació antes del juramento. Y en caso de que alguien crea que eso es insuficiente, ahora es una cazadora de Lady Artemisa- alguien con aliento a alcohol que no puede verse los pies debido a su barriga, cof cof Dionisio cof cof.

-Así que, después de todo, siempre fuiste tú. No? – lamentablemente, sí Dite. Pido disculpas si por mi culpa te salen arrugas debido al estrés, aunque tú nunca quiera escucharme decir que aquellas marcas solo te hacen más hermosa a mis ojos…

-Culpable de todo cargo- intento bromear, sintiendo que el sudor se desliza por mi frente mientras trato de no enfocar la vista en algo o alguien fijo para evitar marearme.

-Y qué harás ahora que sabes eso? – la voz ronca de Hefesto se hizo sonar tras dejar de lado un par de tuercas con las que planeaba construir algo como lo hacía siempre Leo.

No soporto más la sensación de ardor en mi pecho, viéndome en necesidad de toser con mi mano cubriendo la boca en caso de escupir algo que asustaría a mis esposas. Ellos me miran, lo sé, pero al fingir una mueca de normalidad se tranquilizan.

…Al menos casi todos menos ellas.

…Y Apolo, pero solo porque es mi médico de cabecera.

Sonrío torcido en dirección a Tia, quien detuvo su continuo trabajo en las brasas incandescentes de la hoguera para prestar atención a mi estado, estando tentada a dejar de lado su labor con el propósito de correr y analizarme como solía recordarlo. No me molestaría sentir sus manos calientes recorriendo mi pecho para apaciguar el escalofrío que hace temblar mi torso.

-Quizás esto parezca un déjà vu, pero juro por el Río Styx que haré todo en mi poder para que ustedes estén a salvo de la guerra que Kronos trae a nosotros- proclamo, hincándome y dejándoles en claro una vez más que voy a dar mi vida por ellos.

Por mi familia.

Por la gente que amo.

Por lo que me dieron amor cuando más lo necesitaba.

Mi vida por ellas, incluso si en el futuro deciden odiarme por mis mentiras. Mentiras que digo para cuidarlas del sufrimiento que pasaron todos los días al cuidarme y verme postrado a una cama.

Con lentitud, comienzo a erguirme, trastabillando inconscientemente y logrando sujetarme a último momento en Zoe. Por favor mi cazadora, no me envíes a la enfermería, todavía tengo algo más que hacer. Deja de mirarme con tus orbes volcánicas, creo que ya sabes que soy débil ante ellas y tú me manipulas descaradamente.

Antes de que Artemisa pudiese llevar a cabo su amenaza previa, fue interrumpida por tío Z, quien se puso de pie para captar la atención de todos y alzó su rayo en mi dirección, por lo que actué de manera refleja y aventé hacia atrás a Zoe.

-Aún hay dos años para que la Gran Profecía se lleve a cabo, por lo que confiaremos en ti y tu juramento para nuestra salvación. Todos a favor para dejar semejante responsabilidad en sus hombros? – cuestionó él, con sus ojos adoptando un tono tormentoso, tal como el que mi esposa usaba cuando estaba peleando seriamente o sobre esforzándose.

En verdad eres un idiota rencoroso, Dionisio. Más cuando tú mismo fuiste un semidiós antes de ascender a la divinidad y quitarle a mi esposa su legítimo trono. Mantén tu mano abajo todo lo que quieras, pero no pretendas que mueva un dedo por ti. Tu esposa e hijos estarán a salvo de estas guerras que Chase manipula como una titiritera experta, tú cuídate el trasero solo.

-Hay mayoría- decretó Zeus con el mismo tono que la primera vez, dibujando sonrisas en todos.

Era ahora o nunca. Tengo que hacer esto por el bien de todos. Solo así podremos ahorrarnos migrañas.

Alzo mi mano, pidiendo permiso para hablar. Un acto un tanto infantil que me hace acordar que mi madre me cambiará de escuela a causa de Paul. Se nota que se quieren ya, incluso Dite me lo decía cuando nos reuníamos en el parque tras ver como ellos se reunían a cenar en un restaurante.

-Hijo, necesitas algo? Te sientes bien? – si papá, estoy bien.

-Estoy estable…Puedo proponer algo? – pido, rascándome la nuca con nerviosismo al ver cómo todas ellas me miraban como un animal en exposición.

-Quieres darnos órdenes, diosecillo? – y ahí se fue todo mi poco respeto hacia ti, Zeus. Tengo nombre, maldición! Di de nuevo esa palabra y te golpeo en las pelotas!

-No son órdenes, Lord Zeus…más bien, una idea que podrías beneficiarnos a todos- más te vale que me escuches, reina del drama. Tu masculinidad depende de ello…

Al parecer mi humor fue transmitido al exterior, porque Bianca junto a Thals se pararon a cada lado de mi cuerpo como apoyo moral, mientras Zoe aprovechaba que era tapada por mi cuerpo para masajear mi espalda con gentiliza, relajándome de los dolores que me afectaban por intervalos indeterminados de tiempo. Grover solo se quejaba en temor a ser volados por el rayo de mi tío, así que dedicaba su tiempo a mirar al Ophiotaurus jugar en el agua, pero manteniéndose alerta en todo momento como lo había enseñado en los entrenamientos.

Resumen, él nunca cambiará. Mejor, no me acostumbraría a ver a una copia de Hedge con sombrero rastafari como el que utilizó hace dos años atrás…

-Mmh…- cómo quieres que no nos burlemos de ti, si solo confirmas nuestros dichos sobre tu forma de actuar, tío?

Refregué mi cara con cansancio, bostezando con educación. Cada movimiento que daba era un suplicio para mi ser, sintiendo la fiebre gestarse en mi pecho y expandiéndose por cada nervio, llegando incluso a mis ojos. Luchaba para mantenerme de pie y despierto. Para no preocuparlas. Para no sucumbir ante más pesadillas que pudiese tener. Para no ver a mis bebés llamarme ansiosamente a jugar con ellos eternamente.

-Cuál es tu idea? – espero que un día de estos, tía Hera te enseñe a ser menos prepotente…

-Podrías hacer que Lord Hades y Lady Hestia vuelvan a ser Olímpicos, aumentando así el poder del concejo. Asimismo, podrían llamar a todos los dioses menores y alinearlos a la causa, dándoles voz como consejeros y permitiéndoles cabinas en el Campamento Mestizo para sus hijos- y de esa manera, no tendría que esperar que mi esposa pase más tiempo innecesario de esta forma por culpa del cierto adicto al jugo de uva fermentado.

-Si le llama a los dioses menores y se les da eso, podríamos asegurarnos que los titanes no tengan un gran número en sus fuerzas gracias a disidentes…es una brillante idea- yo…bueno…tampoco es para tanto, Tena…estoy seguro que a ti también se te hubiese ocurrido…

-Gracias…- logro musitar, ruborizado por el halago que ella me dio, algo a lo que nunca podré acostumbrarme.

-Hermes! Informa a mi hermano que requerimos su presencia! – oye, tampoco es para que le grites así a tu hijo, no es sordo.

Desapareció y apareció en un lapso de tres segundos, trayendo consigo a una versión adulta de Nico, pero emo como el que yo conocía. Sus ojos miraron fijamente a mi ángel, dedicándole una mueca de alegría que luego se transformó en una de terror al ver que estaba en el Olimpo frente a su hermano.

-Para qué me llamaste, Zeus? Aún faltan dos días para el solsticio de invierno- y tres para el cumpleaños de Thals.

Ella adorará esos tickets para ver a Green Day…

-El joven Perseo, hijo de nuestro hermano, quien rompió su juramento…- el muerto se asombra del degollado.

-Ejem…- eso papá, enséñale a no ser hipócrita a tu hermano menor.

-Luego de que yo lo hiciese…- miren que tenemos aquí.

-Ejem…- Mmh…ya veo que tía Hera ha puesto una correa en tu cuello.

-Dos veces…- vaya, qué sorpresa.

-Ejem…- incluso tú, mi amor? Se nota que quieres vengarte de tu padre…te he enseñado bien al parecer, Thals.

-Con la misma mujer…Van a dejar de interrumpirme? – venga, solo es una broma.

-Es que había polvillo en el aire- mintió rápidamente, Hermes.

-Bien, como sea. Hades, Hestia, sus tronos serán devueltos al Concejo Olímpico gracias a una propuesta de Perseo Jackson. Bienvenidos de regreso- así como si nada se lo dijiste? Acaso quieres matarlo de un infarto a tío H? Recuerda que es mayor que tú!

Su única reacción fue mirarme y asentir su cabeza de forma anonadada.

Por otro lado, un misil chocó contra mi pecho, sacándome todo el aire que tenía y haciendo que me encorve de dolor. Un quejido resonó en toda la sala, seguido de una tos que atentaba con doblegarme. Un grito de susto me hizo mirar para arriba, enfrentándome a las llamas danzantes que Hestia tenía como mirada, por lo que la abracé contra mí y evité que me viese agonizando por unos segundos hasta recomponerme con el calor que su piel desprendía, reconfortándome del temblor que mi pecho tenía.

-Sé que estás feliz, pero trata de no ser tan brusca, Tia- ya no estoy tan joven como antes, querida…

-Gracias…Lo siento…Gracias…Lo siento…- deja de imitar un disco de vinilo rayado, mi amor. Estoy bien, fue mi culpa por no darme cuenta antes.

Acaricio su cabeza, retirando la capucha marrón que cubría su cabellera. Sus brazos se enroscaron alrededor de mi cuello, hundiendo su nariz en la curvatura de este y respirando contra mi piel desnuda, incomodándome de forma proverbial y excitando cierta zona que no debería despertarse en este lugar y a esta hora. Logrando controlarme al separarla unos centímetros y besando su frente con todo mi cariño posible, para después empujarla en dirección a un espacio que había entre Artemisa y Afrodita, haciendo aparecer su trono al igual que Hades entremedio de Deméter y Hefesto.

A continuación de este hecho, dioses comenzaron a entrar por las puertas plateadas de la sala con rostros de repleta ignorancia por la situación. Cómo quisiera decirle a mis esposas lo aliviado que estoy de quitarme un gran peso de mi espalda con esto. Adelantar este proceso dos años no solo me ayudará para desequilibrar las hordas de mi amado y benevolente abuelo, sino que también hará que gente como Lou y Clovis puedan estar a salvo en sus propias cabinas en lugar de tener que compartir el reducido espacio que estaba teniendo últimamente la cabaña de Hermes.

Hace falta que todos me miren fijamente? No saben en la posición que me ponen por eso…creo que el sudor se ha duplicado al ver como mis amores están comenzando a fulminarme con sus ojos de manera atemorizante, una clara señal para dejar en claro que soy de ellas y de nadie más.

Lindo en su mayor parte, pero también perturbador si se lo piensa detenidamente. Solo pongo mis esperanzas en que Arty o Tena no inicien una macabra matanza a Hécate, Hebe, Tique, Nike, Iris o Némesis en caso de que se me acerquen demasiado gracias a lo emocionadas que puedan ponerse.

Dejando esos pensamientos de lado, me dedico a escuchar superficialmente toda la charla que tío Zeus está dándoles. Mi mente divaga por momentos a causa del dolor y el perfume que mi cazadora de las estrellas emana naturalmente con solo estar a mi lado sosteniéndome para que no caiga de bruces al suelo. Apolo solo sonríe estúpidamente ante la situación que estoy pasando, solo para palidecer cuando digo tácitamente "Phoebe y Apolo, sentados en un árbol", haciendo que su cara fuese ocultada con una revista que hizo aparecer rápidamente.

Cuándo aprenderá que yo tengo la sartén por el mango? Luego se queja si su hermana quiere golpearlo…

-Si necesitas que te llevemos al templo de Apolo, solo dilo Perseo- gracias, Zoe. Pero puedo soportar un tiempo más de esta forma.

Además, me gusta sentir tu presencia y la de Bianca a mi lado para borrar las malas memorias que tengo de la primera vez que pasé por esto.

-No es necesario que tengas que fingir más, Percy. Puedo sentir que estás temblando de escalofríos, deja de ser tan terco- Thals me dice con empeño.

Río suavemente para evitar toser, sorprendiéndome por lo fácil que soy de leer para ellas. Atinó a solo tocar su mejilla izquierda, rozando las pecas que me muero por besar esta noche, tranquilizado su pavor con lentitud como si nadie más estuviese entre nosotros. El carraspeo de una celosa teniente y el pellizco en mi espalda por parte de una joven cazadora hace que solo ría con más ganas, viéndome obligado a encorvarme por la fuerza que ejercen mis pulmones.

-Ya, ya…no hagan esas caras. Me encuentro bien aún, ya les prometí que cuando esto finalice me iré a descansar diligentemente- no quiero tentar mi suerte con ustedes, algo me dice que me noquearán y raptarán a un bunker para tratarme como si fuese de porcelana.

-Te tomaremos la palabra, Percy- te han dicho que asustas cuando frunces el ceño y utilizas un tono amenazante, Bianca? Y yo esperando que no tuvieses esa misma faceta que Hazel…pobre de mí.


Tal como sucedió antes, una bacanal se dio marcha apenas Zeus dejó de actuar melodramáticamente y se ocupó en bailar junto a su esposa, quien me sonrió agradecida para luego dejarse llevar felizmente en giros que me estaban causando más mareos de lo que tenía. Opté por quedarme estática al pie de la hoguera que Tia manipulaba, dando hondas inhalaciones mientras veía como Thalia y Bianca saludaban a sus padres, Zoe platicaba con Arty y Grover seguía las órdenes de Dionisio para que lo ayudase a repartir bebidas. Algo bueno por parte de él, lo último que quiero es tener que llevármelo de las patas peludas a Juniper y explicarle porqué tiene un ojo morado a causa de las musas.

Los mechones negros tapaban mi vista, teniendo que correrlos por detrás de mis oídos al percatarme que se habían soltado de la coleta que Dite había arreglado por mí antes de acto de desaparición que asustó a las chicas. Pararme era un suplicio, ya que sentía que se me desgarraban los agarrotados músculos de las piernas, sufriendo calambres y adormecimiento por segundos que parecían infinitos.

Apolo se me acercó con una copa de néctar, siendo su notable forma de decir gracias por rescatar a Arty de aquel monstruo que hirió a Zoe y le hice pagar caro. El líquido áureo reflejaba mis ojeras, aquellas que me asimilaban a un mapache tal como una mujer bella me lo dijo. Mis labios se humedecieron al entrar en contacto con el brebaje, curando levemente todo mi interior al mismo tiempo que saciaba mi sed tras tanto trabajo que tuve que hacer.

-Estás que das asco…- gracias por el halago, cabeza de helio.

-Eso que no me has visto en un día malo- según mis esposas, era de terror…

-No me lo quiero ni imaginar- mejor, yo tampoco quiero recordarlo.

-…Lucen felices- digo lentamente, con las palabras saliendo por sí solas de entre mis dientes.

-Tú lo has logrado, Percy. Enorgullécete- yo no hice nada…

-Ustedes mismos lo hicieron, Apolo. Podrían de haber desistido a mi proposición, pero no fue así- solo les di las herramientas, tal como Caos lo hice para mí al enviarme de nuevo a esta época.

-Nunca lograré que aceptes un cumplido? – difícilmente.

-Ellas dicen que soy terco- replico con una sonrisa lúdica.

Negó con la cabeza para después retirarse en dirección a Hermes, no sin antes decirme que apenas terminase la fiesta fuese a un templo para retrasar los síntomas. Los nuevos miembros consejeros se me acercaron a saludarme, teniendo que mantener a raya a una emocionada Hebe que quiso besarme en las mejillas.

Obviamente lo hice por su propio bien, ya que pude oír incluso entre tanta música el tensar de varios arcos.

El vino se servía en la copa del borracho gracias a su esposa, quien lucía alegre a su lado. Quizás rescatarla fue una de las pocas cosas buenas que él ha hecho en su vida sin ser del todo egoísta, Teseo era un idiota mujeriego que nunca aceptó su responsabilidad y por ello murió estúpidamente…Sí, Ariadna luce feliz al lado de Dionisio, ella será una buena figura materna para Castor y Pollux.

Los ojos morados del dios del vino se cruzan con los míos, por lo que sonrío de forma cómplice y hago un gesto con la copa que sostengo en mi mano derecha, algo que él imita renuentemente cuando su esposa no lo mira.

Una sombra se fue moviendo al son de las lenguas fogosas que los leños brindaban, trayendo consigo el aroma salado del mar. Una mano se posiciona sobre mi cabeza y sacude mi pelo como si fuese un niño de cinco años que le mostró algo grandioso a su padre. Cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación que alguna vez sentí de bebé cuando él ignoraba las advertencias de su hermano para visitarme en secreto, disfrutando de esta breve emoción nostálgica que crece dentro mío.

Abrí los ojos y me enfrenté al par de orbes que dieron origen a los míos, aquellos que algunos de mis bebés heredaron y encantaban a sus madres.

-Hola, padre- saludé tranquilo, sonriendo sincrónicamente como él.

-Hola, Percy. Has estado muy bien en tu misión, estoy feliz de que todo haya salido de esta manera- él me elogió, haciendo que me incomode ante tanta atención de su parte. Extrañaba verlo tan feliz y sin pelear constantemente con Tena.

-Ellas hicieron la mayor parte, en mi estado no era de mucha ayuda que digamos- básicamente fui una carga…

Su rostro se torció en una mueca de angustia, ya que detestaba ver a cualquiera de sus hijos en mal estado. Eso era lo que las chicas me dijeron al respecto, que envidiaban el hecho que Poseidón fuese tan desinteresado por si mismo a la hora de cuidar a su familia, algo que ellas hubiesen deseado tener de jóvenes.

-Necesitas algo? Que le diga a Apolo que te cure? Si quieres, puedo llevar a la Atlántida para un cambio de aire…- y lidiar con Tritón? No, gracias. Tengo a mis esposas en su lugar…de hecho, creo que nadie de esta sala le agradaría pasar cinco minutos con el sujeto que tiene un poste de luz en su trasero.

Anfitrite debe de tener la paciencia enorme para tratar contigo, el idiota obsecuente de su hijo y Delfín, quien nunca sabe cuándo callarse. Esta navidad le enviaré un regalo, se lo merece…

-Ya le prometí a ellas que apenas termine esta fiesta, iré al templo de Lord Apolo para que me haga un chequeo- y ellas pueden volverse muy convincentes si decido olvidarme de ir…

-Con que ellas? Algo que deba saber, Percy? – deja de sonreír como un idiota, papá. Claro, a menos que quieras volver a dormir con Delfín.

Después de todo, uno nunca sabe cuándo alguien puede enviarle una carta anónima a tu esposa con ciertos secretos que te castigarían puertas adentro.

-Sí- respondo con simpleza, empezando a formar una mueca siniestra que prometía retribución.

Por qué retrocedes, padre? Acaso algo te asusta? Si quieres puedo contactar con la abuela Reah en caso de que necesites algo.

-Qué…qué debería…saber? – oh, miren como balbucea…Tena deja de burlarte, puedo verte desde aquí, luego tendrás tu oportunidad.

-Tienes mi aprobación para tu relación con tía Deméter. Solo creo que deberías de hablarlo con tu esposa…- vamos, por qué esa cara de espanto como si todo hubiese sido un secreto? No eres muy bueno en ocultarlo, además ella te hace feliz y dejarán en claro todo el malentendido que cuenta sobre Arión.

-Yo…no sé de lo que hablas, hijo- claro, mejor hagamos de cuenta que dije un desvarío y que la persona de la que hablamos no está ruborizándose…

Llevo la copa de néctar hasta mis labios, dejando deslizar el bálsamo lentamente mientras sonrío. Es divertido cuan nerviosos pueden ponerse dos personas que notablemente se quieren pero intentan ocultarlo, ahora veo por qué Dite siempre parecía feliz.

Deposito el vacío recipiente dorado en el suelo, para posteriormente limpiar mi boca con el dorso de la mano diestra, suspirando cansinamente. El dolor retrocede de a poco pero la fiebre se mantiene, pudiendo ver las claras señales de ello con las gotas que deslizaban paulatinamente por mi cuello hacia el pecho vendado a través de la ropa que visto.

-Si…yo tampoco sé lo que digo por momentos…aun así, mis delirios suelen tener significado algunas veces- murmuro, alzando la vista para entrecruzar nuestras miradas.

En serio le digo que tiene mi visto bueno.

Siempre hay que recordar la conclusión a la que llegué el día que mis amores se empeñaron a remendar aquello que tiempo atrás fue un corazón sano.

Nosotros, los hombres, somos sustituibles…pero ellas son como flores en un páramo desolado, que requieren todo el cuidado y cariño del mundo para que hagan de este lugar algo distinto.

Es por eso que tú, papá, hiciste todo en tu poder para salvar a Anfitrite la última vez. Y también es por eso que hago lo que debo hacer aquí y ahora.

El asintió, incluso si su mente albergaba cientos de dudas respecto a mis palabras. Ahora él comprendía lo que yo pasé de adolescente cuando me resultaba difícil detectar las emociones de las divinidades.

-Creo que deberías de ir a tranquilizarla, padre. Puedo ver que brilla como el dios del sol con lo que dije antes- me guardaré esta memoria para luego burlarme de Katie y Miranda en el Campamento.

De hecho, creo que Travis y Connor pagarían bastante bien por esto…y Silena también si quiere cotillear en su cabina.

-Eres el diablo- ya ni me esfuerzo en negarlo…

-Me lo dicen mucho a eso también- lamentablemente, solo espero que no empiecen a correr la voz y me apoden de esa forma.

Se ríe jovialmente, al mismo tiempo que estira su mano una vez más para palmear mi cabeza con cuidado al ver que estaba más pálido de lo normal. Tía Deméter envía rápidas miradas adonde él está, actuando como una jovencita enamorada, lo que me hace bufar burlonamente antes de alejar la extremidad de mi padre y empujarlo en dirección a la diosa.

No solo lo hice para que dejasen de actuar melosos delante de mí, sino también para que Tena pudiese acercarse sin problema alguno.

Los mismos ojos grises que se representaron como una vendedora se mantuvieron fijos en mi pobre ser. Sabía que su mente analítica trataba de descifrar el mal que me aqueja, carcomiéndose por lo que será días hasta que no resista más e intente buscar información por otros lados hasta cansarse y no dormir como debería.

Sé que harás todo eso porque ya pasó una vez, fue solo mi intervención lo que permitió que descansases. Con tu cabellera oscura desperdigándose por todo mi pecho, tu mejilla izquierda sobre mi corazón y tus lágrimas derramándose por creerte una falla al no poder ayudarme cuando en realidad habías comenzado mucho tiempo atrás.

-Gracias- la palabra escapa sin darme cuenta de mi boca, sonando mucho más adulto de lo que debería, con mi espíritu asumiendo la edad que tenía en verdad y no la que acarreaba con este cuerpo adolescente y hormonal.

Quizás no debería de decir cosas sin pensar, pero verte actuar desorientada es un poco entretenido a veces. Moviendo tu cabeza como una lechuza de un lado al otro, tus ojos abriéndose lentamente y tus labios carnosos entreabiertos que me invitan a besarte hasta hallarnos en un cómodo lugar para relajarnos e inducirnos a un onírico momento de paz.

-Por la manzana- apiadándome del estado a la que la induje, complementé mi sentencia.

-De qué hablas? – mentirosa, mentirosa…y pensar que le decías a Icaro que le crecería la nariz por no querer decirte donde había dejado realmente sus juguetes.

-Nada, lo siento. Debo de haberme equivocado con otra dama que fue lo suficientemente benevolente como para darme una fruta cuando más lo necesitaba. No como cierta diosa de la sabiduría que me persigue por los pasillos de la biblioteca solo porque fui más rápido para tomar un libro que justamente ella quería- y ahora es cuando Minerva quiere sacar a patadas la personalidad de Tena para acurrucarse a mi lado.

-Juro que algún descubriré como es que sabes cual libro quiero- tranquila, querida. Solo es un pequeño juego que tengo contigo, y sé que no te disgusta…

-Y arruinar esos encuentros clandestinos que tenemos? Usted es cruel, Lady Atenea- siento que pisotea aquellos sentimientos que este pobre diablo posee para una magnánima mujer como lo eres tú.

Mi mano en el pecho y la cara de compungido saca una melódica risa, situación que aprovecho para imitarla mientras masajeo diligentemente el plexo solar que nuevamente empezó a arder como si estuviesen apoyando un hierro al rojo vivo.

-Cruel es bueno- ahora citas frases de los libros de tu hijo?

Falta que Dédalo me diga eso el año entrante cuando tenga que soportar las migrañas que me dará su dichoso laberinto. Lo único bueno que veo de todo eso, es que veré de nuevo a Rach y Cali.

-No te crees muy sabionda? Ya estoy imaginándome qué dirían Afrodita o Hestia si supiesen que te gusta rondar por ciertos estantes de la biblioteca…disfrutando de lectura un tanto provocadora- qué pasa, mi amor? Tanto tiempo como la más inteligente te hizo creer que ya no tendrías a alguien que pudiese darte pelea?

Yo me encargaré de cambiar eso. Después de todo, te mereces algo que te distraiga para evitar que te conviertas en una ermitaña por completo. Además, como no estamos juntos, cosa que me hace enojar y entristece, no puedo cuidarte para que no leas hasta altas horas de la noche. Tus ojos deben de dolerte al otro día, no es sano, tú misma lo dijiste cuando empecé a tomar alguna de tus costumbres.

Y por el camino que voy, pronto necesitaré aquellas gafas que me diste para leer tranquilo…

-Cuida tu lengua, Perseo. Últimamente estás siendo más descarado que de costumbre hacia una Olímpica como yo- conque utilizando esa carta para ganar nuevamente tu confianza? Esposa mía, cuántas veces habrás hecho lo mismo antes y siempre fallabas?

Dándole una mueca torcida, me pongo de pie ignorando las dolencias de mi cuerpo, sacudiendo la ropa para lucir un poco más pulcro y palpando mi pecho para asegurarme que podré hacer lo que tengo en mente.

Tomo la mano siniestra de Tena en mi derecha, inclinándome caballerosamente y besando sus delgadas falanges, para después tomarla por la cintura y seguir el compás de la música lenta que las nueve musas provocaban en este momento. Su cara pasó del asombro, al enojo, y finalmente a la expectación. Las piernas, a pesar de la fiebre y los músculos agarrotados, eran capaces de guiar la danza que compartíamos. Su aliento cálido enviaba temblores a través de mis nervios periféricos hasta el centro, nublando mi visión y mente por breves segundos que simulaban ser centurias.

Me vi en necesidad de interrumpir el hermoso momento que pasaba a su lado debido a una tos que me obligó a doblarme del dolor mientras llevaba mi mano a la boca en caso de escupir sangre. Odio esto que me pasa…Odio tener que arruinar los bellos minutos que tengo con ellas por culpa de mi enfermedad.

-Estás bien, Perseo? Necesitas que llame a Apolo? – deja de sonar tan triste, Tena. Se me pasarás, verás que me recompondré.

Trato de responderle, pero la tos parece empeorar ante mis intentos de abrir la boca, por lo que me concentro todo lo que puedo en estabilizar mi respiración con las caricias que mi sabionda hace en mi espalda. Los pulmones lentamente dejan de arder y llenarse de sangre coagulada, permitiéndome percatarme que estoy sentado junto a la hoguera otra vez, con mi cabeza descansando en el regazo de mi diosa protectora. El aroma a olivos que su túnica desprende y el calor de su piel adormece mis sentidos, como la más peligrosa de las trampas, y al mismo tiempo el más placentero de los momentos que uno puede pasar.

-Arruiné el baile, no es así? – por qué no puedo hacer algo bien ahora?

Duele saber que traigo dolor en lugar de alegría…Detestaría truncar la cita que Dite me pidió para ir al cine, la vergüenza que le haría pasar si estoy en este estado entre tanta gente.

-No es tu culpa- …sí lo es, mal que me pese.

-Yo…- intento decir, pero su mano bloquea mi visión.

-Necesitas dormir, Perseo. Estás cansado, has hecho demasiado por todos nosotros hoy. Te has ganado un merecido descanso- Tena dice, sintiendo como deshace la coleta y se pone a jugar mi largo pelo negro.

La tomé de la mano que tapaban mis ojos, descubriendo que Artemisa, Zoe, Thals, Bianca, Tia y Dite estaban a nuestro alrededor, observándome diligentemente en reclamo de algo que prometí hacer. Algo dentro de mí suspira de alivio al saber que Reyna o Clar no están aquí, ya que me habrían cargado sobre sus hombros como un animal cazado en contra de mi voluntad…no es que me queje, la vista era generalmente muy buena desde allí.

…Estúpidas hormonas y fiebre.

Exijo una ducha helada para tranquilizarme y no cometer una locura!

-No puedo quedarme un minuto más aquí? – es muy cómodo e incita a que me duerma al cabo de unos segundos con las caricias que mi amada me brinda…

-No- malas…

-Treinta segundos? – un ratito nada más, no soy muy exigente.

-No- por qué hablan al mismo tiempo? Me están asustando…

-Veinte? – no me obliguen a levantarme, al fin encontré una posición agradable.

-No- oigan, no hacen falta los ceños fruncidos y que avancen lentamente hasta mi posición.

Tena, qué haces?! No me sueltes! No ves que intentarán separarnos!?

-Diez y una bolsa de galletas para cada una? – ofrezco por última vez, apresando la mano de mi diosa de la sabiduría entre las mías como si fuese lo más preciado del mundo.

Lo cual es, en verdad.

Viendo que estaban a punto de oponerse a mi proposición, decido utilizar mi máxima carta de triunfo. Cierro los ojos por un instante, solo para abrirlos posteriormente y clavar mi mirada verde en los suyos al mismo tiempo que tosía suavemente para dar más lástima.

-Esos ojos…- sí, Tia. Son esos ojos…

-Quiero abrazarlo…- no me negaría esa muestra de afecto, mi ángel.

-No lo miren fijo! Es una tramp…- ni siquiera tú puedes resistirte, Thals.

-Es como una foquita bebé! – Mmh, definitivamente madre e hija opinan lo mismo.

-Ni siquiera Medusa tiene una mirada tan peligrosa…- bueno, de alguna manera tu convaleciente esposo tiene que defenderse ante tantas manipuladoras mujeres que ama.

-Yo…debo…resistir…- demasiado tarde, mi cazadora de las estrellas. Ahora eres una nueva víctima de mi ataque final.

-Puedes detenerte, Perseo. Acepto tu trato…pero espero que sea una gran bolsa y la quiero como regalo de navidad! – entonces la sorpresa de dos bolsas será magnífica para ti, mi luna radiante. Cómo puedo negarle sus dulces a la pequeña odia hombres que me ama?

Icé mi brazo izquierdo en señal de victoria, sumiéndome rápidamente en una relajación producto de una tersa mano que se movía profesionalmente por la línea de mi mandíbula, deseando internamente que este momento durase una eternidad.

Una eternidad donde nadie pelease. Donde mi enfermedad no fuese un impedimento para demostrarles cuanto tiempo puedo pasar amándolas incondicionalmente. Donde no las pierda a causa de una loca desquiciada y psicótica.

Cuando soy capaz de percatarme que el ruido de la música y las charlas fueron silenciándose, abrí los ojos para encontrarse en una rara situación. El cabello rojizo bloqueaba toda mi cara, sumergiéndome en un perfume salvaje de pinos, con un palpitar que hacía eco en mi propio pecho. Artemisa había adoptado una figura más alta y adulta, con fuerza más que suficiente para cargar mi delgado cuerpo hasta el templo de Apolo, quien caminaba delante nuestro tras soplar los mechones carmesíes.

Empoderamiento femenino. Eso fue lo primero que se me vino a la cabeza, y fue lo que me hizo reir con voz ronca debido a la sensación de sequedad que mi garganta sufría.

-Has despertado- sabía que estaba cansado, pero nunca me imaginé que me dormiría con tanta facilidad…

-Sé que dije que serían diez segundos, pero le resarciré con una bolsa más de galletas mi señora- sin poder mirar sus ojos plateados, comenté mientras mi mejilla gozaba de la suavidad que el cuello de su parka con cada paso que ella efectuaba.

-Eso no importa. Sabías que estabas tosiendo cuando te dormiste? – yo…espero no haber escupido sangre…no quiero imaginarme lo que pude ocasionar con ello.

-No- logro responder, llevando una mano a mi pecho para ahogar esas urgentes ansias de toser sin parar.

No oí nada más de sus labios delicados que lucen apetecibles sin la necesidad de utilizar cosméticos. Su respiración se agitó por un segundo, conociendo perfectamente que se debía a que había descubierto que mentía en parte. Ella no me preguntaría nada más a menos que yo decidiese relatárselo, respetaba mi privacidad. Pero no significaba que lo olvidaría.

Quiero pensar que no soy una carga para Arty. Obligándola a llevarme de esta manera, cuando ni siquiera podemos decirnos lo que sentimos. La última vez, solo un erróneo plan de ellas permitió unirnos debido a que era demasiado terco para decírselos. No quiero repetir aquello de nuevo.

Ellas sabían que me lastimaron. Que me dolió demasiado al punto de que bajé los brazos y admití mi pronta defunción.

Los besos y palabras de ellas me remendaron, pero muy en el fondo sé que ellas querían decir cada una de esas palabras…Nunca lo admitirían, pero creo que el perderlas junto a nuestros bebés solo confirmaría eso al volvernos a ver.

-Perseo…estás bien? – por qué el tono suave, mi luna? Pasó algo mientras me hundía en mis pensamientos?

-Sí, ocurre algo? – qué te inquieta? Es algo en lo que pueda ayudarte a sobrepasarlo?

-Lloras. Te sientes mal? Necesitas auxilio de forma urgente? – estoy llorando? Qué patético soy…mira que quebrarme de tal forma delante de ti, Arty. Seguro que piensas en lo inútil resulté ser…

-No…yo…solo tuve un mal sueño…- contesto, secándome el rostro con meros movimientos, sintiendo mi propia fiebre en las mejillas.

Cruzamos el umbral dorado del templo de mi cuñado, atravesando conocidos pasillos decorados con tinajas antiguas y chucherías modernas de esas que a él le gustaban. El color oro fue reemplazado rápidamente por un blanco puro, perteneciente a la habitación donde él atendía a sus pacientes y más de una vez visité, ya sea por obligación o por motus propio.

Mi cuerpo perdió el calor corporal que Arty brindaba, siendo cambiado por el confort de una camilla y una almohada mullida que luego robaré para tener en mi cabina. Sonrío agradecido por la obra que llevó a cabo ella, deslizando mis falanges a lo largo de un mechón rojizo que se desprendió de atrás de su oreja derecha, llevándolo hasta mis labios y besándolo de la misma manera que hice cuando desperté en su tienda de campaña este año.

-Quiero que descanses, me oíste? Te has esforzado mucho en tu estado, Perseo. Lo último que quiero, es quedarme sin galletas por culpa de un resfrío mal curado…- te han dicho que eres mala para tratar de engañarme? Las galletas no te importan ahora, puedo leerlo en tus expresivos ojos argentados.

-Por supuesto que seguiré sus pedidos, Lady Artemisa. Nunca tentaría mi suerte para terminar siendo un jackalope- declaro, liberando los hilos rojos y relajando mi cuerpo, oyendo lejanamente como Apolo prepara lo necesario para mi tratamiento sin que su hermana se percate.

-Deberías dejar de ser tan descarado, quizás es por eso que te enfermas de esta manera- hey! Yo no me quejo cuando te dan ganas de andar desollando hombres que te faltaron el respeto a ti o a las niñas!

No me quejo o protesto ya que me paralizo al verla descender hasta mi cara, con la punta de su nariz rozando prácticamente la mía, ahogándome con su aliento cálido y su flagrante visión plateada lunar que podían hundir a más de una persona con su peso mercúrico. El palpitar de mi corazón es notable en el silencio estable de la enfermería, retumbando como un tambor de guerra que aturdiría a cualquier valiente soldado en medio de una batalla.

Te veo sonreír, Artemisa. Me tienes a tu merced y ambos lo sabemos. No podría defenderme ni aunque tuviese la oportunidad. Me niego a hacerte daño de cualquier índole.

Por eso mismo cierro los ojos y finjo ser invisible aunque me puedas ver. Dejando que hagas lo que quieras conmigo sin que te contengas por el hecho de lucir como si estuviese despierto.

Un roce suave como el de una pluma hace contacto en mi frente. Efímero y eterno, rompiendo toda clase de reglas que la gente conocía sobre ella. Cuándo fue la última vez que sentí un beso de ella? No me importa, porque ahora tengo una nueva memoria que alejará mis pesadillas.

Cuando abro los ojos nuevamente, descubro que ya no está en la habitación, dejándome a solas con Apolo, quien sonreía de costado como un zorro. Le arrojo una bola de hielo que se derrite con el calor del templo, pero logra su acometido cuando termino empapándolo.

-Tenías que hacer eso? – es relajante…

-Sip- replico feliz desde mi lugar.

-Muy maduro de tu parte, Percy- te has visto en un espejo?

…Pregunta estúpida de mi parte, por supuesto que lo haces.

Como quince veces por hora.

-Qué pasó cuando me dormí? – espero no haber hablado dormido y hecho algo que las incomode…

-Tosiste. Mucho para ser exactos…pero sin sangre, lo cual fue un punto a favor ya que ellas estaban totalmente desesperadas cuando no parabas de sacudirte con los espasmos- contesta él, haciéndome una seña para que me quite la campera y camiseta para luego recostarme.

-Dónde están ahora? – fueron al campamento o estarán durmiendo en los templos aquí en el Olimpo?

-Atenea, Afrodita y Hestia están en sus templos. Thalia y Bianca en el campamento luego de que Hermes las llevase allí a pedido de tu padre. Zoe en el templo de mi hermana, esperando por ella para poder ir al campamento y reunirse con sus hermanas- eso me deja tranquilo, saber que están bien y descansarán luego de la larga misión que llevamos a cabo.

Tomo un poco de néctar y como despacio un trozo de ambrosia que se siente como un puñado de arena raspando por mi garganta. El sabor a sangre es inevitable, urgiéndome a vomitar en un balde que, sabiamente, Apolo dejó al costado de mi cama. Es horrible la sensación de sentir que me voy deshaciendo desde adentro, pero al mismo tiempo un alivio surge de mi pecho al perder cierta carga que me impedía respirar debidamente.

-Y Grover? Comiendo alguna lata o buscando a Pan? – hago mi pregunta mientras trato de controlar mi agitación luego de regurgitar coágulos de sangre y limpiar mi boca con el dorso de la mano derecha.

-Buscando al hijo de Hermes- genial, ahora el Concejo de Ungulados se pondrá prepotente y le darán solo una semana para buscar a Pan.

Lo bueno es que aún hay tiempo para eso…

El dios del sol me ayuda a recostarme en la camilla, tapando mis ojos con una toalla húmeda por el dolor de cabeza que la fiebre me provocaba. Un bálsamo fue colocado en mi pecho, similar a una crema que mi piel absorbió con rapidez, relajando paulatinamente el pulsar bronquial que me daba el catarro mortal.

-No te muevas ahora. Si te duermes, mucho mejor ya que te ayudará a relajar los pulmones. Te sobre exigiste en esta misión, torciendo lo que conocías como tu destino para reemplazarlo con otros factores. Volveré dentro de un rato para ver como prosigue tu estado, tío P debe de estar desesperado por saber cómo te encuentras…- me dice mi cuñado, oyendo como sus pasos se alejan poco a poco hasta llegar a la puerta de la enfermería y cerrándola al salir.

Toso unas veces más en la oscuridad que le impuso Apolo, sin prestarle atención al tiempo que pasaba en el resto del mundo. Una mueca torcida se dibuja en mi rostro al rememorar el beso y las caricias que Arty y Tena me dieron, así como el efusivo abrazo que mi amada Tia me brindó.

Sé que Clar debe de estar interrogando a Thals y Bianca, sonsacándoles toda la información posible, preocupada por mi salud. Y que cuando regrese a su lado, me abrazará desesperadamente y besará con pasión, como si no me hubiese visto en meses. Ella hará eso porque ya lo hizo más de una vez, y no era la única. Las consultas médicas que Apolo me daba, el tiempo que pasaba alejado de ellas, traía angustia.

Si Cali, Reyna o Hylla supiesen que ahora estoy aquí, recorrerían agua y tierra para buscarme. Extraño sus presencias pacificadores que lograban estar al mismo nivel que Hazel, soportando mis decaimientos y falta de consciencia por causa de la fiebre. Incluso en mis pesadillas, sabía que estaban a mi lado esperando y dándome fuerzas para que me reponga, así después podía disfrutar del tiempo con ellas y nuestros bebés.

Me siento aturdido con la fiebre infernal que sube y baja a su gusto, haciéndome sudar y temblar de escalofríos. El ungüento en mi pecho va perdiendo su efecto a medida que el tiempo pasa, reviviendo el dolor agudo que me hacer pensar que alguien clava estacas como si pensase que soy un vampiro.

Tan ensimismado estoy en mi miseria, que poca atención presto a la puerta que se abre, esperando que Apolo haya terminado de decirle una verdad sin profundizar a mi padre. Solo para percatarme que los pasos suenan mucho más livianos de lo que deben ser.

Giro mi cabeza adolorida en dirección al sonido, hallándome todavía a oscuras en un templo que brilla con la misma intensidad que el carromato de mi cuñado. El mero movimiento tuvo como consecuencia una tos que, de nuevo, instigaba a hacerme vomitar el icor carmesí que fluye a través de mis venas. Un sonido, parecido a un grito femenino, me pone en alerta máxima.

La mano derecha vuela hasta mi cara, tomando la toalla humedecida por el sudor y el agua fresca de mis ojos, logrando enceguecerme con el brillo albo que las paredes tenían, costándome hacer enfoque. Solo para encontrarme la figura de una bella muchacha alta de piel cobriza que siempre me hacía confundir, creyendo que era una princesa persa.

Los ojos oscuros se abrían trémulamente al verme en este estado, para inmediatamente cambiar a un estado de furia que reclamaba respuestas. Dejó caer su arco y su carcaj, acercándose hasta mi lado , poniendo una mano en mi pecho, esperando respuestas.

Y yo, en mi máxima capacidad de racionalidad, dejo caer mi cabeza en la almohada y suspiro.

-Maldición-


Bueno, se terminó el último capítulo de este arco argumental!

Espero que la espera a la que los impuse valiese la pena. Repito, no fue mi intención tal demora, solo que varios factores me impedían escribir debidamente.

En fin, ahora las preguntas del millón!

Les gustó el capítulo?

El sueño que tuvo al principio?

Las idas y vueltas que genera con las chicas?

La decisión que Percy tuvo con su propuesta en el Olimpo?

El hecho de que Zoe descubriese por accidente su estado al final?

La discusión entre Percy y Dionisio?

Por favor respondan, solo así me ayudarán. Además, es lindo saber lo que piensan (ya sea bueno o malo)

Hasta la próxima actualización!