CORRUPT SOULS
Disclaimer: Los personajes pertenecen a la franquicia de comics Marvel. Todo contenido referente a su personalidad, gestos, interpretaciones, información general ha sido proporcionado por las películas y comics –especialmente por las películas–. La idea de la historia es una creación original, una interpretación y sutil modificación para satisfacer la diversión –y capricho– de un autor aburrido (?). Porque de haber sido dueño de los personajes, el Capitán hubiera amado –y manoseado– a Tony desde el primer día. Si,a la mierda la paciencia.
Título: Corrupt Souls
Parejas: Stony {Steven Grant Rogers | Anthony Edward Stark} — Rumbuck {Brock Rumlow | James "Bucky" Buchanan Barnes} — Thorki {Thor Odinson | Loki Laufeyson} — Otras parejas en proceso.
Insinuaciones: Martasha {María Hill | Natasha Romanoff}
Aclaraciones:
—Diálogos—
—»Comunicación telefónica o derivados«—
—Diálogos J.A.R.V.I.S./FRIDAY—
—Pensamiento de los personajes
–Intervenciones y aclaraciones–
« Recuerdos »
[…] Aclaraciones del autor
Diferencias horarias:
Denver, Colorado — Cork, Irlanda; 7 horas aproximadamente.
New York City, New York — Cork, Irlanda; 5 horas.
Denver, Colorado — Cagliari, Italia; 8 horas aproximadamente.
Denver, Colorado — Capital, Sokovia; 8 horas aproximadamente.
Denver, Colorado — New York City, New York; 2 horas aproximadamente.
Género: Drama | Romance | Humor | Aventura | Misterio | Suspenso | Crimen | Friendship
Ranting: Mature.
Advertencias: Universo Alterno. El Capitán América nunca fue encontrado por SHIELD, sino por HYDRA, para quien ha trabajado todo este tiempo. Anthony Stark hijo de Howard Stark Jr, hijo del Howard Stark que colaboro en el proyecto del Súper Soldado. Iron Man no existe entre los Avengers. Avengers formados por SHIELD, como un grupo de héroes para misiones de alto riesgo.
Relaciones homosexuales. Secuestros. Lenguaje obsceno. Violencia. Muerte. Sexo explícito. Abusos. Daños a terceros. Experimentaciones y menciones de daños a menores. Posible OC.
Comentarios: Bueno, tarde, si, tarde horrores para este capítulo. Aunque tuve mis razones, es largo, larguísimo. Eso debe compensar ¿no? En fin, espero lo disfruten, el próximo será el final. No sé para cuándo lo vaya a tener pero, you know.
Como saben, este fic es para Mrs. Rogers-Stark (larva).
(*) Mamm; Mamá en Luxemburgués.
No busquen la lógica en donde no la hay.
Nuevo Summary: Anthony fue secuestrado por HYDRA a la edad de 8 años. Por más de 13 años nadie supo de él, hasta que apareció en los desiertos de Nevada sin respuestas que poder entregar a quienes lo han estado buscando. Y con su llegada una telaraña de engaños, teatros y manipulaciones se dan a conocer, tejidos por las almas corruptas que desean el infinito.
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CAPITULO II. DEMONS.
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"Sé quién era esta mañana cuando me levanté, pero creo que he debido cambiar varias veces desde entonces."
—Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll.
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Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 16:21 hora local.
S.H.I.E.L.D. había logrado encontrarlos en medio del océano atlántico, rescatándolos para iniciar una búsqueda exhaustiva por alguna señal de Anthony Stark. La noticia aún era un secreto, uno a voces, que recorrían los pasillos de la base como los susurros que nadie se atrevía a confirmar. Naves, submarinos y rastreadores habían sido encendidos para encontrar señales del heredero, incansables, durante horas, barriendo las despiadadas aguas del océano atlántico. Una armadura dañada, restos irreconocibles de lo que había sido el traje de Anthony, el que debió protegerle, fue su única recompensa. No había rastros del joven hombre, no había señales que dieran, al menos, una esperanza de vida en medio de aquella pesada sensación de frustración y dolor. Los Avengers finalmente fueron avisados de que su compañero había sido dado por muerto cuando, por quinta vez, la zona era barrida por los agentes de S.H.I.E.L.D., sin encontrar nada más que aguas embravecidas que gritaban, en silencio, que no tendrían piedad con quien cayera en ellas.
Se suponía que debió ser una misión de reconocimiento, acercarse a las instalaciones de HYDRA y establecer que tan conveniente, o no, era atacar en ese momento para obtener información. Lo que nunca esperaron fue una emboscada, caer en la trampa como meros animalillos. Las heridas en sus cuerpos eran la prueba de que habían fallado, de que no fueron suficiente, que no estuvieron a la altura. Un golpe duro a su orgullo, que destruido se arrastraba por los suelos en el recuerdo de un compañero perdido en batalla. Y era cuando la frustración llegaba, cuando la ira, la molestia y la impotencia les dejaba ese amargo sabor de boca que nadie lograba pasar. Ninguno había dicho palabras, apenas y se habían atrevido a intercambiar miradas, afrontando a su propia manera la noticia que, en ese mismo momento, se hacía una realidad tangible.
—No hemos encontrado nada de Stark, más que trozos desechos de su armadura— dejando caer el reporte sobre la mesa, Fury dio una larga exhalación intentando asimilar la noticia. Porque así como se la daba a conocer a los Avengers, quienes ya lo tenían como una posibilidad arraigada, aun debía dar la notificación de forma pública.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo notificar a la población que la persona que amaban y seguían con sonrisas, esa que representaba todo sinónimo de auto superación, había perdido la vida sin que pudieran hacer nada al respecto?
—Mr, Miss Potts acaba de llegar— informo Hill a un lado del hombre, en tono bajo, apenas pudiendo disimular en su rostro la preocupación y el pesar.
—Que espere unos minutos— ordeno, dando una mirada general al grupo de héroes —. Es necesario que se recuperen pronto, no podemos permitir que HYDRA avance o note un signo de debilidad. Tienen que mantener la frente en alto, ¿comprendido?— y aun sin recibir respuestas, apenas una que otra mirada, Fury comprendió que sus cuerpos no habían sido los únicos dañados en la batalla.
Cerrando sus ojos, Fury volvió su mirada a Hill, quien esperaba una orden a un lado de la puerta de entrada. El hombre tardo varios minutos en poder atreverse, juntando las energías y el valor, para afrontar el primero de muchos problemas que le llegarían. Virginia Potts se había comunicado apenas FRIDAY le había informado el rescate de los Avengers, la mujer había llamado al no tener una comunicación inmediata con Anthony, quien solía llamarla apenas llegaba de misión. Nadie se atrevió a darle la noticia por un medio de comunicación tan impersonal, y la mujer no necesito de una invitación para moverse de New York hasta la base, bastante más que dispuesta a conocer los motivos de tantos secretos y faltas de respuesta. Fury finalmente asintió hacia la agente, quien abrió la puerta para permitir a Virginia entrar en la sala, con una mirada que podría dejar helado al hombre más duro.
—¿Dónde está?— y lo sintió como un déjà vu, de la vez que la mujer llego por primera vez buscando a Anthony para llevarlo a casa, como había dicho —. Director Fury— parada a su lado, sus palabras sonaron como una demanda más que un saludo formal.
—Miss Potts, le pediría que tomara asiento para lo que tengo que decir— pidió, dando una mirada rápida a los demás presentes en la sala. Los héroes no se habían movido de sus lugares, a pesar de lanzar miradas hacia la dama que, con gesto molesto, no se había movido de su lugar.
—¿Qué le sucedió?— inquirió con facilidad, haciendo caso omiso a la sugerencia.
—Miss Potts— insistió.
—No— repuso, interrumpiendo cualquier pedido —. Quiero- No. Exijo una respuesta ahora—
—El compañero Stark acaba de perecer en batalla— intervino Thor, tal vez el único que podía ser capaz en ese momento de dar la noticia sin que la voz temblara en el proceso. El gesto del dios asgardiano mostro el respeto por un compañero caído, parado en su lugar, dejo ver el dolor y la presión de una perdida que no pudo detener. Porque él había estado ahí, había salido a la batalla junto al castaño, y no había sido capaz de brindar el apoyo que su compañero necesito. Fallo como aliado, como guerrero, como compañero. Pero más importante, como amigo.
Virginia pareció tambalear solo unos instantes, recomponiendo su gesto, ocultando la sorpresa y el estupor que las palabras le habían causado. Minutos tardo en poder encontrar su voz para poder hablar, apretando sus labios para evitar mostrar debilidad: —Lo sabía— repuso, con un tono sobrio, volviendo su mirada al hombre que dirigía toda esa entidad —. Fue mi error. Permitir que Anthony se involucrara con ustedes, fue mi error— aclaro, carraspeando al momento de encuadrar sus hombros —. Supongo que es tarde para remediarlo—
—Creo que está adelantando las cosas, Miss Potts. Lo sucedido fue un accidente— intervino el doctor, con esa presión en el pecho que solo se hacía más grande.
—No lo hago— aseguro, tomando aire antes de sacar de su bolso una carpeta de color beige que dejo caer sobre la mesa de centro —. La ultima investigación de Anthony—
Miradas se intercambiaron, pocos atreviéndose a ver el rostro indiferente de la mujer, la muralla que negaba a los presentes ver el remolino de emociones que pudieran estarla invadiendo en ese instante. Virginia no era una mujer fácil de leer, no era alguien vulnerable que estuviera dispuesta a mostrarse débil ante otros, no se lanzaría a llorar frente a ellos deseando que le brindaran consuelo. Por el contrario, era una mujer que se mantendría firme, que se mantendría en pie y afrontaría lo que tuviera que afrontar en el momento corrector. Fury lo había comprendido bastante bien y ahora, frente a él, estaba la prueba fehaciente de que esa mujer no se dejaría derrumbar tan fácilmente. Tomando la carpeta, para su asombro, comprobó que la investigación de Anthony había llegado a un punto del que ninguno de sus agentes pudo, siquiera, haber soñado. La #1 Base Principal de HYDRA, su ubicación exacta, sus coordenadas, los límites de su territorio, los puntos clave que detallaban el lugar de sus centinelas, escudos y trampas ante un posible ataque. Estaba todo lo que pudieran necesitar a la hora de atacar, todas la ventajas para lograr el mínimo de bajas y la una alta victoria.
—¿Cuándo obtuvo esto?— quiso saber.
Virginia lo analizó solo unos segundos, respirando profundo antes de responder: —FRIDAY es una IA capaz de muchas cosas sin supervisión. Anthony la dejo en la investigación mientras estaba en la misión. Eso es lo que obtuvo, lo que habían estado buscando por mucho tiempo— hizo un gesto hacia la carpeta que, si Fury debiera apostar, cargaba el odio hacia la entidad —. Considérelo una despedida—
—Miss Potts, le pido que no tome medidas precipitadas— porque sabía bien que no le convenía quedar en malos términos con la multinacional que podía orillarlo a poner una soga en su cuello.
—Tomo las medidas correctas, director Fury. Si algo sé hacer, es mantener la mente fría— replico, sin rastros en su voz de algo más que la indiferencia —. Espero y utilice bien esa información. Es la última oportunidad que tendrán para hacer algo útil, a decir verdad— la burla, con ese tono irónico dejo ver la inconformidad de la mujer.
—¿Qué hay de Peter?— Clint intervino, lejos de preocuparse por la información, le preocupaba el niño que, ahora que parecía obtener una familia, la veía perdida sin posibilidad de disfrutarla.
—Yo me hare cargo de él. Ante la ausencia de Anthony, soy su tutora legal— Virginia no miro a nadie, apretando sus manos en puños —. Esto ha sido todo, si me permiten. Ya no tengo nada que hacer en este lugar—
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Estado: Cagliari, Italia.
Ciudad: Cerdeña.
Localización: Hotel Castello.
Hora: 01:57 hora local.
Azoto al hombre entre sus brazos contra la pared más cercana, con sus manos recorriendo el cuerpo que le recibió con la misma docilidad que lo había hecho antes, colándose entre sus piernas con la misma facilidad que la experiencia marcaba. El calor creció entre ambos cuerpos, con la fricción sobre sus ropas robándoles el aliento, buscando sus labios en una danza tan antigua y conocida, saciando la sed en medio de la necesidad. Steve apretó su cuerpo contra el más joven, sujetando sus piernas con sus manos, acariciándolas hasta subir a sus glúteos, que apretó hasta friccionar ambas caderas. Un jadeo sobre sus labios fue su respuesta, mordiendo los labios de los que abusaba en medio del beso desenfrenado y sin control. Las miradas se encontraron por una fracción de segundos, alimentando el deseo que crecía en sus cuerpos como las llamas de un fuego incontrolable.
Las ropas se volvieron girones sobre el suelo y muebles de la vacía habitación, con los jadeos y gemidos perdiéndose entre paredes finamente decoradas, con golpes y choques que a ningún le importo. Las piernas del más joven se envolvieron en las caderas del rubio, pegando ambos cuerpos desnudos en esa fricción que los hacia estremecer en el deseo de más. Más calor, más fricción, más contacto, más besos, más choques, más caricias, más rasguños, más gemidos, más mordidas. Más, siempre más de lo que ya tenían. Llegaron hasta la cama entre jalones de ropa y choque de cuerpos, con sus labios recorriendo los caminos que hacia tanto tiempo habían memorizado, esos que habían ansiado en esa distancia que los había sumido en la desesperación por la saciedad. La cama se quejó cuando ambos cayeron sobre ella, revolviéndose, moviéndose en una danza tan antigua como el hombre mismo, tan natural y salvaje, desenfrenado, sin reglas o normas que seguir más allá de las que dictaba el mismo instinto.
Steve recorrió el cuerpo bajo suyo una vez más, presionando donde ‒sabia‒ harían al más joven gemir, retorcerse bajo su cuerpo, moverse para buscar más de sus manos, de sus labios, de su cuerpo. El calor sofocante de la habitación les recordaba la excitación que se alzaba entre sus piernas, duras y firmes, desenado poder encontrar la satisfacción una vez más. Una sonrisa torcida fue lo primero que surgió de sus labios cuando el más joven envolvió su miembro entre sus labios, un calor húmedo que le hizo gemir ronco, tirando su cabeza hacia atrás intentando no perder el equilibrio. Gruño cuando las sensaciones fueron demasiadas, cuando la humedad fue tal que le hizo olvidar solo unos instantes esos deseos desenfrenados de tomar el cuerpo que, por derecho, le pertenecía. No había delicadezas entre ellos, ni palabras dulces que fueran susurradas en sus oídos, ni promesas de amor eterno. Eran salvajes, guiados solo por la lujuria y el deseo, moviéndose como sus cuerpos necesitaban. Dos hombres que se deseaban, que se consumían en la lujuria que despertaba con solo una mirada entre ambos, porque lo sabían bien, porque sin importar el tiempo, ese sentimiento seguía ahí, intacto, creciendo, avivándose como un fuego que consumía su cordura lentamente.
El primer gemido fuerte salió de los labios del menor cuando la primera embestida llego, con sus piernas abiertas casi de forma obscena para recibir al rubio, retorciendo su cuerpo entre el placer y el dolor de una intromisión tan súbita. No hubo amabilidad de parte del rubio, que comenzó a moverse dentro de esa cálida estreches, sujetando las caderas con fuerza suficiente para dejar marcas, así como había marcado todo el cuerpo con sus dientes y dedos. De la misma forma le sujeto, con fuerza, alzando sus caderas para moverse a su gusto, a su placer, gimiendo de forma ronca cuando la presión aumento al ritmo que los gemidos se hacían más fuerte. La habitación se llenó de ese conocido olor al sexo duro, puro, desenfrenado, ese sexo salvaje, casi animal. Los gemidos resonaron entre las paredes, con gruñidos y jadeos de trasfondo, una melodía tan bien conocida, fácilmente memorizable, pero tan diferente a otras veces. Siempre eran los mismos intérpretes y siempre eran tan diferentes las melodías que los envolvían como un manto.
—S-Steve— gimió cuando las embestidas se hicieron más fuertes, más rápidas, más profundas. Con esa sensación de que le partiría en cualquier momento, de que su cuerpo no soportaría y cedería a la fuerza del mayor, con ese sentimiento de que la cordura se perdería entre los gemidos y el calor. Se aferró a las sabanas de la cama cuando sus caderas fueron alzadas aún más, con sus piernas sobre los hombros de su amante, expuesto completamente a merced de un hombre que no tenía clemencia para con él. Porque no quería que la tuviera.
Steve gruño en ese cálido interior, apretando sus dígitos sobre la acanelada piel de su amante, con el sudor perlando sus cuerpos, con ese morboso sonido de las pieles chocando, con la fricción que los enloquecía hasta llevarlos al abismo en medio del paraíso. Lo escucho gemir, retorcerse, pedirle por más con voz entrecortada, quedándose a mitad de una frase incoherente por los jadeos y gemidos, casi sollozando por el placer que los inundaba como mareas interminables de un océano embravecido. Se inclinó sobre él, tomando posesión de sus labios una vez más, mordiéndolos hasta el punto de casi hacerlos sangrar, dejándolos hinchados y rojos por el contacto. Lo había ansiado, lo había deseado, casi sucumbiendo a su necesidad y desesperación por tener una vez más ese cuerpo bajo suyo, por escuchar su voz pidiéndole por más, por decir su nombre entre sollozos y gemidos, por sentir esas manos aferrarse a él como si fuera el salvavidas en medio de una tormenta.
Lo había deseado demasiado, había sentido la necesidad de ese contacto entre sus cuerpos, de ese calor, de ese deseo descontrolado que ahora tomaba control de todo.
Gimió de forma ronca cuando esas paredes se estrecharon una vez más, avisándole que estaba cerca, que el final se avecinaba, que la culminación los alcanzaría para dejarles tocar por solo unos instantes los extremos entre el paraíso y el infierno. Sus caderas se movieron desenfrenadas, sin control, sin un ritmo más que aquel que marcaba los instintos cual animales salvajes. ¿Cuál era realmente la diferencia? No lo pensaban, ni siquiera podrían recordar sus nombres en medio de la vorágine de sudor, gemidos, besos, tactos y fluidos corporales. Se aferraron el uno al otro, clavando sus manos, sus uñas, sus dedos dañándose al entregarse el placer que llevaba a su cuerpos hasta el final.
La consciencia se perdió en medio de una abrumadora marea blanca que los envolvió súbitamente, entre gemidos, gruñidos y mordidas que nadie supo contener o detener. Tampoco les importo.
Steve colapso sobre el cuerpo más joven, sosteniéndose con una de sus manos para no aplastarlo con su peso, con la respiración agitada, intentando encontrar el oxígeno que había perdido en medio de la actividad física. Ojos avellana le observaron desde la cama, con una risa escuchándose entre bocanadas de aire que no parecían ser suficientes, con manos alzándose hasta atraer al rubio sobre el cuerpo más joven. Besos fueron compartidos una vez más, ya no salvajes y desenfrenados como antes, lentos, sublimes, un contacto profundo. Sin dulzuras o ternuras de sobra, con deseo y necesidad, con pasión, el amor que compartían y que demostraban de la única forma que conocían, esa que hacía solo instantes se había mostrado en su forma más pura y bruta. Manos recorrieron sus cuerpos una vez más, reconociendo las formas, recordando los viejos caminos que ya se sabían de memoria, reconociendo la suevas marcas que aparecían y que durarían cortas temporadas.
Las manos de Steve recorrieron el cuerpo de su amante, bajando los besos por su mentón y cuello, por sus hombros, marcándolos una vez más con sus dientes. Más abajo, sobre su pecho, en el lugar exacto donde debía estar su corazón, una brillante luz azul fue lo que le recibió cuando sus labios pretendieron bajar aún más, obteniendo una risa del más joven: —Si que estabas ansioso— se burló, con tirones y caricias sobre sus cabellos.
—¿Estaba? Nunca dije que hemos terminado— sonrió de medio lado, volviendo a los labios de su pareja para iniciar un beso que les robo el aliento que habían logrado obtener.
Cuando sus ojos se volvieron a abrir, fueron dos miradas diferentes las que se encontraron. El avellana ahora refulgía en un azul tan artificial y único que no había forma en que una criatura viva pudiera replicarlo de forma natural, rebosante de esa diversión que la mirada escarlata, antes azul, devolvió con pedantería. Sus labios se encontraban en besos ocasionales, entre mordidas, compartiendo contactos más prolongados que otros, ahogando suspiros y jadeos en ellos. Sus manos se movían por sus cuerpos, a veces aferrándose al contrario para eliminar esa ridícula e insignificante distancia que aún se mantenía.
—Supongo que debo complacerte luego de tanto tiempo separados— murmuro sobre sus labios, con sus manos tomando posesión de la erección de Steve, quien gruño de forma automática.
Aunque todo movimiento se vio interrumpido por el inoportuno sonido del celular sobre la mesa de noche. Solo basto compartir una mirada para que el menor se dejara caer a un lado de la cama mientras el rubio atendía el teléfono. Una llamada corta, pocas palabras de por medio que había dejado una mueca en el mayor, quien corto y tiro el aparato al otro lado de la habitación, haciéndose añicos apenas se estrelló contra la pared. El gesto en su rostro, cuando volvió a la cama, delataba su molestia y frustración de lo que sea que hubiera hablado por teléfono, algo que el menor supo notar con facilidad.
—¿Ocurrió algo?—
—Solo unos idiotas queriéndose pasar de listos— respondió cuando, en solo un movimiento, se colocaba sobre el cuerpo más joven, abriendo sus piernas sin delicadeza —. A veces creo que necesitan más disciplina— argumento cuando lo penetro una vez más, de forma sorpresiva y sin preparación previa, haciendo gemir al menor, que se retorció bajo su cuerpo.
Los movimientos empezaron bruscos, salvajes, empujándose contra el otro sin contemplaciones, dejándose llevar una vez más por la necesidad y el deseo. En aquella ocasiona Steve había borrado cualquier mínima delicadeza que pudiera haber tenido, marcando la piel del más joven, liberando la frustración contra el cuerpo bajo suyo, que entre gemidos y jadeos se retorcía sin saber si quería separarlo y acercarlo: —Tú también necesitas algo de disciplina, Anthony— agrego en medio de un gruñido, cuando las manos del más joven lo empujaron por la brusquedad de los movimientos, gritando tal vez un insulto en medio de los gemidos.
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Estado: Cagliari, Italia.
Ciudad: Cerdeña.
Localización: Hotel Castello.
Hora: 05:02 hora local.
—¿Me dirás de una vez de qué era la llamada?—
Steve observo a su pareja en la cama, terminando de colocarse la camisa: —HYDRA, está resultando un problema aún más grande. Algunos de sus agentes estaban en la base— Anthony curvo una de sus cejas, con cierta incredulidad en la información.
—¿Espías?— Steve asintió, casi provocando la risa en el menor —. Admito que son listos, o desesperados. ¿Los han atrapado?—
—Wanda lo hizo, con esas habilidades suyas— respondió terminando de vestirse, acercándose a la cama donde el menor aún seguía recostado completamente desnudo —. Cámbiate de una vez, saldremos en menos de una hora—
Un gesto pasó por los labios del castaño, sonriendo de medio lado: —Pero estoy cansado— replico casi de forma infantil —. Alguien no fue precisamente amable en la noche, ¿sabes?— no fue imperceptible para Steve la burla en las palabras del moreno, sonriendo al inclinarse sobre él. Sus manos recorrieron sus piernas, subiendo por las caderas cuando sus labios se encontraron con los de su amante.
—Prepárate. Ahora— ordeno al separarse, con una mueca como respuesta.
—Amargado— aun así Anthony se levantó para buscar las cosas necesarias para poder salir del hotel en el que habían pasado la noche, bufando antes de entrar a bañarse, dando una última mirada a Steve.
Casi una hora después ambos ya estaban tomando el vehículo que los llevaría al aeropuerto para un corto pero necesario viaje, durante el transcurso no se habían intercambiado demasiadas palabras. Anthony había tenido que mostrarse lo más discretamente posible, con ropas que pudieran camuflar su rostro entre las personas, sin sobresalir para evitar que las cosas salieran mal; algo de lo que no había evitado quejarse en el interior del auto. Algo que Steve había respondido con una breve acusación de haber elegido una muerte tan ‒a palabras del rubio‒ estúpidamente dramática. Aunque, y aprovechando que el viaje era realizado en un jet privado, ambos no habían tenido vergüenza alguna en repetir tantas veces pudieran lo que en la habitación de hotel se había dado tan natural. Ni siquiera el recuerdo de los pilotos en la cabina de mando, ni las cámaras del jet, ni los hombres que los custodiaban en la puerta de la cabina principal los había detenido para recorrer sus cuerpos una vez más, presos del deseo y la lujuria.
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Estado: New York, Estados Unidos.
Ciudad: New York City.
Localización: Stark Tower.
Hora: 9:26 hora local.
Los golpes en la puerta lograron captar la atención de la mujer que, sentada en la silla de su escritorio, espero algún tipo de presentación del otro lado. Su mente intento recordar alguna reunión estipulada para la hora, pero solo encontró el vacío para la preparación tranquila antes de la conferencia: —Adelante— ordeno, con voz firme y audible, volviendo su atención a los papeles que revisaba, escuchando sin demasiado interés el sonido de la puerta.
María Hill, con ciertas reservas, entro en la oficina cuando el permiso se le fue concedido y aun así no estuvo segura de avanzar dos pasos más allá de la entrada. Con mirada ansiosa e insegura recorrió la amplia oficina en tonos blancos y negros, centrándose en la figura femenina del otro lado que no parecía querer prestarle la suficiente atención, logrando hacerla dudar de los motivos que le habían llevado hasta ese lugar. Había llegado por cuenta propia, teniendo que hacer uso de permisos y ordenes que no tenía para llegar hasta la oficina principal y poder tener una reunión improvisada con Virginia, una que seguramente no habían logrado avisarle debido a sus prisas de entrar antes de que la rechazara. Y ahora, parada a solo unos cortos pasos de la puerta cerrada, se cuestionaba seriamente los motivos que la tenían ahí. Con una inspección más detallada a la habitación pudo ver, finalmente, la pequeña figura del que, ahora, era el último heredero de la familia Stark; Peter Benjamín Stark. El niño ni siquiera pareció reparar en su presencia.
—Agente Hill— reconociéndola finalmente, Virginia aparto la mirada de los papeles que revisaba, recibiendo una mirada profunda de la agente.
María se tomó cerca de dos minutos antes de poder hablar: —Lamento si la interrumpo, Miss Potts— con una inclinación de cabeza, se acercó varios pasos más cuando reconoció el gesto en la rubia —. Sentía necesario hablar con usted—
—Asumo que es importante, si ha llegado tan rápido y sin cita previa— reclinándose en su lugar, la mujer mostro el suficiente interés como para escuchar hasta el final —. ¿Tiene ordenes de estar aquí?—
—No— firme en su lugar, Hill intento encontrar las palabras correctas para darse a entender —. He venido por cuenta propia a pedirle, encarecidamente, un favor— los ojos de la CEO parecieron brillar en la curiosidad y el interés —. No declare contra los Avengers. En la rueda de prensa, no los apunte como presuntos culpables de un accidente que nadie pudo controlar— pidió, en un tono bajo, casi en un murmullo que no carecía de la seguridad que sus ojos nunca perdieron.
Virginia, con un amago superficial de sonrisa, pareció pensar detenidamente las palabras de la agente: —No pensaba hacerlo— aclaro, cruzándose de piernas en una posición más relajada —. Reconozco el esfuerzo del equipo, de la desventajosa posición en la que estaban. Incluso de sus intentos por lograr salir todos juntos de aquella situación— pauso, con la mirada perdida en algún punto de la habitación.
» —¿Sabe, agente Hill? Anthony tenía fe en los Avengers, solía mencionar que ellos podrían contra HYDRA — María no tuvo que conocer a la mujer para notar el tono ausente en su voz —. No me atrevo a dudar de sus palabras, aunque será una lástima que él no esté presente—
—Fue duro para todos perderle. S.H.I.E.L.D. intento—
—¿Qué intento?— interrumpió, con un tono más duro —. ¿Se informaron al menos? ¿Investigaron? Antes de mandarlos, de dejarlos en terrenos desventajosos para una pelea. Agente Hill, no confunda. Mantengo confianza en los Avengers, no así en S.H.I.E.L.D. Nunca en S.H.I.E.L.D.— asevero, con gesto duro hacia la mujer que la miro sorprendida desde su lugar.
—No puede pensar que fue nuestra culpa. No podíamos saberlo— se justificó, intentando no elevar la voz.
—Eso yo no lo sé— con un suspiro, Virginia no pareció dar su brazo a torcer —. ¿Está segura que no podían saberlo? Anthony les entrego tantas facilidades, les dio tantos equipos para saber cada efímero movimiento inadecuado durante el camino, ¿y no pudieron verlo?— escéptica, el rostro de la mujer pareció mostrar una burla vacía a tal posibilidad —. Anthony confió su vida a S.H.I.E.L.D., creyendo que no los mandaría a terrenos donde pudieran perder. Fallaron—
—Miss Potts—
—¿Cuánto es su alcance dentro de los archivos de S.H.I.E.L.D.?—
María parpadeo, confundida: —¿Cómo?—
—Sus permisos, ¿son completos o restringidos?— repitió, notando el gesto inseguro de la mujer, haciéndola sonreír con sorna —. Restringidos— no pregunto —. ¿Nunca se ha preguntado por qué? Es una de las agentes de mayor confianza, la de mayor rango, la mano derecha de Fury ¿cierto? Y aun así tiene restricciones en los archivos— casi con burla había expuesto su punto de vista, provocando una mueca en la mujer parada tras el escritorio.
—¿Qué insinúa?— con un tono más brusco, Hill no estuvo segura de querer saber el camino de todo ese dialogo.
Virginia pareció notarlo, encogiéndose de hombros como si restara importancia al asunto, con aquella postura tan relajada e indiferente que no daba señal alguna de estar cometiendo algún tipo de grave acusación. A pesar de que María así lo sentía: —Infórmese, agente Hill— volviendo su atención al escritorio, pareció dar por zanjado el tema —. Tal vez encuentre algo interesante— agrego cuando la agente parecía dispuesta a abandonar la oficina.
Para tranquilidad de María, tal vez, Virginia no pudo notar su expresión consternada y alterada al momento que abandono la oficina.
—FRIDAY—
—¿Si, Miss Potts?— atendiendo al llamado, la IA se hizo escuchar en la oficina una vez más.
—¿Todo listo?— pregunto cuándo, acercándose al niño que aún permanecía distraído con sus juguetes, sintió la puerta abrirse una vez más.
—Así es. Llevan esperándola durante 3 minutos—
—Muy bien, avisa que voy en camino— ordeno al tomar en brazos al pequeño cuando una mujer se acercó hasta su lugar, estirando los brazos para tomar al infante —. Cuídalo bien, ya puedes empezar a cambiarlo. Todo tiene que estar listo pronto. No quiero fallos—
—Como ordene, Miss Potts— con un asentimiento de cabeza, tomando con cuidado al niño que se le fue entregado, la dama se apartó para permitir el camino a la CEO —. La estaremos esperando en el departamento—
—Muchas gracias, Sharon— con burla y diversión, Virginia dio una última mirada a la ex agente antes de retirarse de la oficina.
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Estado: New York, Estados Unidos.
Ciudad: New York City.
Localización: Stark Tower.
Hora: 10:06 hora local.
Con los pasos de la mujer directo al pequeño escenario en la gran sala, el silencio se fue extendiendo con solo las cámaras intentando captar cada efímero momento que, en solo instantes, estarían invadiendo cada medio de comunicación electrónico y, en la tarde, cada diario o revista de nivel mundial. Tomando asiento frente a ellos, con una expresión que nadie supo interpretar, Virginia se tomó unos cortos minutos antes de aclararse la garganta para comenzar.
—Buenos días a todos, agradezco su presencia dado el corto plazo de aviso— las cámaras no parecieron cesar su trabajo, así como los susurros que se iban alzando por la sala —. Los he reunido en esa ocasión para un tema que, en lo personal, no hubiera querido que llegara. Como muchos ya sabrán, Anthony se integró a los Avengers como un apoyo en su causa de mayor relevancia, puesto que fueron los causantes de los trágicos sucesos en su vida— se relamió los labios, observando las hojas entre sus manos, sin mostrar la inseguridad que tenía para continuar.
»—Sin embargo los motivos que nos tienen hoy aquí son para dar la noticia más difícil en la historia de Stark Industries— encuadrando los hombros, reconociendo rostros en la gran conferencia de prensa, Virginia se preparó para dar una noticia que no deseaba tener como cierta —. Anthony Edward Stark, único hijo del matrimonio de Howard y María Stark, fue declarado muerto por la entidad de S.H.I.E.L.D. el pasado viernes 13 en una fallida misión de reconocimiento a las instalaciones de HYDRA que, el mismo Anthony, había logrado encontrar luego de su investigación—
Las cámaras y preguntas saltaron, con los periodistas exigiendo respuestas, detalles, explicaciones, con ese revoltoso método en el que nadie podía comprender ni siquiera sus propias palabras. Entre la multitud, con gesto duro, María Hill apretó sus manos en puños por la impotencia y el rumbo que iban tomando las cosas. No era un secreto para nadie que el público apoyaba firmemente la figura de Anthony Stark, que habían avalado ‒con inseguridad‒ su integración a los Avengers, mucho menos que una noticia así recorrería el mundo en solo minutos. Y María comprendía muy bien hacia donde se dirigían las cosas, el acusado que sería señalado por el público apenas las palabras de Virginia fueran publicadas.
Porque era S.H.I.E.L.D. el que había asegurado la protección a Anthony desde un principio.
—No se responderán preguntas— aclaro Virginia desde su lugar, con su mirada encontrándose con la de María, al otro lado de la sala —. Stark Industries no retira el apoyo a los Avengers, por el contrario, Anthony confiaba ciegamente en que ellos podrían cumplir la misión de eliminar a HYDRA— con un suspiro, nadie supo con exactitud lo que debía esperarse de la mujer en ese momento —. Pese a todo Stark Industries tiene un heredero, legitimo, de la familia Stark. Anthony nombro, tiempo antes de su presunta muerte, a Peter Benjamín Stark como el único heredero de la familia en caso de su ausencia— guardo silencio por unos cortos minutos, acomodando las hojas a su alcance.
» —Stark Industries mantendrá tres días de luto por la perdida, empezando desde hoy. Muchas gracias por su presencia este día, y agradeceremos aún más que eviten las excesivas preguntas sobre las circunstancias. Lo que se ha dicho aquí hoy es toda la información que la entidad conocida como S.H.I.E.L.D. nos ha extendido sobre lo sucedido con Anthony— con pose firma, Virginia se levantó de su lugar para dar por finalizada la rueda de prensa —. Agradecemos también a quienes han entregado su apoyo a la familia. Lo que queda de esta— murmuro para el final.
[—]
Estado: Condado de Cork, Irlanda.
Ciudad: Millstreet.
Localización: Ex #2 Base Principal de HYDRA.
Hora: 17:41 hora local.
—¿Muerto?— su voz salió en un jadeo, sin poder contener la sorpresa.
La pantalla principal de la sala mostro el momento en que Virginia Potts, actual CEO de Stark Industries, abandonaba la sala de conferencias sin responder las preguntas de los medios, siendo custodiada por hombres de seguridad para una salida pacífica. Preguntas parecían ser lanzadas a diestra y siniestra, mientras la reportera daba las especificaciones sobre las últimas noticias entregadas, una para la que ninguno había estado preparado. Barnes inspiro hondo, tanto como le fuera posible, controlando su gesto como un soldado entrenado para cualquier circunstancia, a pesar de que la sorpresa e incredulidad no lo habían permitido pensar con claridad. No era algo sin importancia, no era una noticia que podían dejar a la ligera, porque así como afectaba a los medios, podía afectarle a ellos. Y podía haber notado, en medio del discurso, la clara acusación hacia la entidad de S.H.I.E.L.D.
Apago el televisor cuando los periodistas empezaron a especular, lanzando las críticas hacia la entidad que, presumía, era para la seguridad general.
—¿Crees que este muerto?— Rumlow se había mantenido calmado durante todo momento, con su mirada aun fija en el aparto ya apagado, como si las imágenes aun estuvieran presentes, como si analizara realmente lo que había sucedido.
Barnes se encogió de hombros: —No hay forma de estar seguro, ya has escuchado a Visión, HYDRA se ha estado moviendo mucho este tiempo—
—¿Y lo encontraron? ¿Tan fácil? No han identificado infiltrados, pero si lo han encontrado— no se le notaba convencido, y James podía comprender los motivos.
—Así son las cosas, lo saben— Pietro, acercándose hasta su posición, no oculto la sonrisa burlona hacia ambos hombres.
—¿No te vas a poner a llorar por los rincones, mocoso?—
James suspiro, sin sorprenderse por la respuesta de Rumlow: —No es momento de discutir—
—Eso díselo a tu noviecito, es quien ha empezado a molestar— se quejó el menor, de brazos cruzados, con una mueca de burla hacia el mayor de los soldados, quien le gruño en respuesta.
—Te estas ganando una buena paliza, maldito mocoso. Y ahora no hay nadie que pueda defenderte— amenazo con sus manos hechas puños, listos para estrellarse contra el más joven.
—Ponle un dedo encima, Rumlow, y te hare conocer el infierno entre mis manos— intervino una cuarta voz, captando la atención de todos los presentes.
Anthony se hizo ver en la sala, con pasos lentos y seguros, con una sonrisa entre sus labios que ocultaba perfectamente la burla y la amenaza de sus palabras anteriores. Sus ojos brillaron, refulgiendo en un azul artificial que mostraba la voracidad de sus palabras, logrando detener cualquier intento en los presentes. A su lado, con paso tranquilo y una sonrisa ocultándose entre sus labios, Wanda tuvo que hacer grandes esfuerzos para no soltar una carcajada al ver el rostro de Rumlow cuando logro reconocerlo. El silencio se había extendido en la sala luego de las palabras de Anthony, cuando este se acercó hasta donde estaban reunidos, sin amedrentarse u avergonzarse por las miradas que los soldados le lanzaban como si vieran un fantasma.
—¿Qué sucede, caballeros? ¿Vieron un fantasma?— se burló, como si realmente no hubieran pasado meses desde que estuvo frente a ellos.
—¡Mamm! (*)— Pietro fue el primero en reaccionar, con una naturalidad inigualable, había recorrido la poca distancia que lo separaba del castaño —. ¿Cuándo has llegado? ¿Has traído regalos?—
Anthony rio, sin poder evitarlo: —Por supuesto que traje regalos, a ti y tu hermana. Steve ya debe haber mandado a alguien para que los sacara del auto. Italia es un lugar fantástico, tendremos que ir en una oportunidad— la pellirroja pareció interesada, manteniéndose a un lado del castaño —. Tal vez ya estén en su habitación. También hay un paquete extra para su nuevo trabajo, anden, vayan a ver— los incentivó, con un movimiento de sus manos, luego de haber revuelto el cabello del gemelo mayor —. Recuerden que Steve luego se pone insoportable por los retrasos—
—Siempre lo hace— intervino la menor, alejándose junto a su hermano como se lo habían pedido.
Anthony solo rio, volviendo su atención a los dos soldados que no le habían apartado la mirada en ningún momento: —¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? Sé que soy perfecto, pero no necesitan—
—Se supone que estabas muerto— interrumpió Rumlow, con una mueca que no supo contener, apuntándolo con uno de sus dedos —. ¿Qué demonios es lo que tenían planeado ustedes dos?— exigió saber, con un gesto duro en sus facciones.
Anthony inclino su rostro por un momento, entrecerrando la mirada como si recapacitara en la respuesta que debería dar, aunque esta nunca llego. El silencio se prolongó, cada uno sumido en un mutismo que parecía delatar a grandes voces lo que por su mente transitaba. Barnes, luego de tantos años tratando con ellos, podía ver fácilmente que las cosas se habían entretejido para ese instante exacto, y que lo que habían estado escuchando solo eran verdades a medias, aunque también asumía que con la presencia del castaño ahí, las cosas se aclararían con mayor rapidez. Y aunque Rumlow entendía eso perfectamente, la molestia no parecía menguar en sus facciones, molesto por no haber sido informado correctamente, por haber trabajado con datos a medias. Anthony finalmente sonrió, travieso y divertido como ambos le recordaban, mientras los finos dedos del genio tomaban los lentes oscuros que colgaban del cuello de su camisa.
—J, amigo, ¿está todo listo?— pregunto, como si nunca hubiera escuchado la palabra del mayor.
—Mr. Rogers los está esperando, los datos ya han sido cargados— respondió, mientras una nueva puerta era abierta en la sala, diferente a la que habían usado los gemelos, para dar una clara orden o sugerencia de moverse hasta la sala de reuniones.
En la sala, Steve ya los esperaba sentado en su lugar, con la mirada fija en las pantallas que iban pasando con la información importante, algunas superponiéndose sobre otras para luego permitir acceso a las anteriores, cuando información aún más valiosa llegaba. Visión, sentado en una de las sillas de la gran mesa, parecía demasiado concentrado en teclear alguna clase de comando que permitiera la entrada a los archivos necesarios para la reunión. Barnes y Rumlow se movieron con rapidez para tomar sus lugares, ambos haciendo a un lado cualquier curiosidad o estupor, sabiendo que las respuestas llegarían en su momento, por labios del propio rubio, el que los había reunido ahí. Steve tenía una forma particular de llevar las cosas, de planear y moverse, un estratega por naturaleza, que aunque no lo aparentaba, parecía tener en su mente desarrollándose una gran cantidad de planes diferentes. Aun cuando su expresión se mantuviera aburrida mientras examinaba las pantallas frente a él.
—¿Por qué tardaron tanto?— fue lo único que pregunto, recibiendo solo una risa de Anthony cuando este se acercó, sentándose directamente sobre su regazo, acomodándose con suma naturalidad.
—Nada importante, solo me aseguraba que Rumlow no iniciara una infantil pelea con mi bebé—
Un gruñido se hizo escuchar en la sala, logrando que Steve levantara la mirada de la pantalla para ver al soldado, casi burlándose al curvar una de sus cejas: —¿Y? ¿Nos darás una explicación?— exigió con tono duro, con una expresión que ya mostraba su molestia.
—¿Explicación? ¿Qué explicación es la que esperas, Rumlow?— acomodándose en su lugar, rodando con una de sus manos el cuerpo del más joven, quien se había entretenido en el escritorio, sobre la computadora para poder trabajar junto a Visión —. Creo haberlo explicado desde un inicio—
Finalmente, Barnes rio, haciéndose hacia atrás en su silla: —¿Así que era eso? ¿Tú lo habías ayudado a salir?— no necesito respuesta para sus preguntas —. ¿Cuál era el objetivo de todo esto?— quiso saber, con una expresión más relajada.
—El objetivo era este— intervino Anthony, mucho antes de que Steve pudiera dar respuesta, terminando de teclear los comandos —. Saluda, preciosa—
—Buenas tardes, Messrs— resonó una voz femenina, muy similar a la de J.A.R.V.I.S., que logró captar la atención de todos los presentes —. Me presento, soy FRIDAY, #2 IA creada por Mr. Stark, a sus servicios—
—Muy bien— sonriendo, Anthony dejo los controles para poder hablar directamente con Visión —. ¿Puedes encargarte desde aquí, Vis?—
El androide sonrió, con sus manos aun sobre las pantallas frente a él: —Un acceso completo y limpio, tendré lo necesario en solo unos minutos— aseguro, mientras nuevas pantallas se extendían frente a él —. Wanda y Pietro están listos para salir— agrego, metiéndose de lleno en su trabajo.
—¿Hacia dónde van los mocosos?— cuestiono Rumlow, que parecía ya un poco más calmado, a pesar de la mueca que aún se mantenía entre sus labios.
—#1 Base Principal de HYDRA— minutos de silencio transcurrieron, en los que Steve aparto la mirada de la pantalla para notar las expresiones de los presentes, esperando una mejor respuesta —. Servirán de apoyo para los Avengers, cuando vayan—
—¿Cómo estás seguro que irán?— Barnes, tal vez escéptico, no había ocultado su curiosidad.
—Lo harán— aseguro Anthony, interviniendo en la conversación con una sonrisa de medio lado —. Tengo que preparar lo necesario para lo que falta— parándose de su lugar, acomodando su ropa, solo volvió a inclinarse para robarle un beso al rubio —. Todos deberían estar haciendo lo mismo, tienen nuevos uniformes que ponerse, así que andando. No tenemos todo el día—
—Ya casi termina el día—
—No me hagas empezar, Rogers. Tú eres el primero que debería moverse— asevere al apuntarlo con un dedo, logrando risas en los demás presentes —. El resto no se salva. Brock, Bucky, muévanse, tienen que cambiarse. En dos horas tenemos que salir—
—¿Y por qué debería seguir tus ordenes?— molesto el mayor, acomodándose en su lugar a pesar de que Barnes se había parado para evitar hacer el proceso más largo.
Anthony se cruzó de brazos, con una mueca entre sus labios: —Steve—
—Mueve el culo, Rumlow. Antes de que yo te haga moverlo— ordeno el rubio, para satisfacción del castaño cuando el soldado gruño para salir de la sala junto a su pareja.
—¿Debería ir yo también?— apenas apartando la mirada de las pantallas, Visión busco una respuesta en las facciones de Anthony, quien ya lograba hacer levantar a Steve de su lugar.
—No te preocupes, Vis. Ya te pase los esquemas, ¿cierto?— el androide asintió —. Solo asegúrate de estar listo para el momento, ¿de acuerdo? FRIDAY, prepara el baño— ordeno, llevándose al rubio fuera de la sala para ir directo a las habitaciones que les correspondía.
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Estado: Condado de Cork, Irlanda.
Ciudad: Millstreet.
Localización: Ex #2 Base Principal de HYDRA.
Hora: 17:58 hora local.
« El silencio les rodeo, los envolvió, con sus cuerpos intentando recuperar el ritmo normal en su respiración. Agitados, sudorosos y exhaustos, envueltos entre las sabanas y sus brazos, pegándose al cuerpo de su amante como si de eso dependiera su vida. Ninguno considero necesario soltar palabras, demasiado acostumbrados a la compañía del contrario como para necesitar llenar el vacío que, para ese punto, solo resultaba un arrullo en medio de la oscuridad de un tiempo que no se sabía diferenciar entre el día de la noche. Steve suspiro, acomodándose una vez más en la cama, rodeando con su brazo el cuerpo del menor que, apoyado sobre su pecho, parecía mucho más perdido en sus pensamientos de lo usual. Bajo la mirada, queriendo ver la expresión que siempre ocultaba algún desentrañable secreto que le gustaba explorar, encontrando solo el vacío de la concentración.
—¿Steve?— lo llamo, luego de minutos en que se perdieron en sus pensamientos, con un tono ausente. Un sonido de que le estaban escuchando le hizo continuar —. ¿Cuánto crees que dure?—
Steve abrió los ojos, que en algún momento cerro: —¿A qué te refieres?— aunque lo sabía, quería retrasar el momento de la respuesta.
—Lo nuestro— confirmo, separándose para encontrarse con los ojos azules que parecieron brillar en la oscuridad —. ¿Sabes? Estuve pensándolo. Tarde o temprano se cansaran, ¿no lo crees?—
Steve no respondió, dejando que el castaño se moviera cuando se separó, dándole la espalda para ver directamente a la pared del lado contrario. Ninguno hablo, minutos transcurrieron con las ideas flotando, con las palabras aumentando de peso a medida que iban formando nuevas suposiciones en sus mentes, dándoles así el peso de una realidad que habían esquivado de forma inconsciente. Anthony llevaba razón, el rubio así lo sabía. HYDRA no toleraría demasiado todo aquello, su relación no los beneficiaba, por mucho que le intentaran encontrar el punto bueno. ¿Cuánto duraría realmente? Llevaba demasiado y, estaba seguro, tarde o temprano todo terminaría por explotar. Ya lo hizo una vez, sobrepasando limites que nadie había marcado pero que sabían que existía, ¿qué los detendría de hacerlo una vez más?
—¿Tienes ambiciones, Steve?—
—¿Qué tipo de ambiciones?— replico, moviéndose hasta rodear el cuerpo más joven una vez más, recargando su mentón sobre su hombro desnudo. Sus miradas no volvieron a encontrarse, pero sabían que tenían la atención del contrario en su totalidad.
Anthony relamió sus labios antes de responder: —Todas— respondió, con una inseguridad mezclándose en su voz —. De poder, de posición, riquezas, de todo—
—¿Tú las tienes?— quiso saber, sin responder, intentando recordar algún momento en el que el menor pudiera haber tenido ese tipo de intenciones, de haberlas mostrado, expresado de alguna forma. No hubo nada en su memoria.
—Nadie se enfrenta a quien tiene el poder— con un encogimiento de hombros, Steve comprendió el rumbo que tomaban los pensamientos de su pareja —. Si los tienes, te siguen, te obedecen—
—También te enfrentan, lo sabes— se inclinó, queriendo ver su expresión aun en medio de la oscuridad —. El poder atrae enemigos, los incentiva, los crea—
—Entonces te haces del poder de tus enemigos, ¿no?— finalmente volteo la mirada, enfrentándose a su pareja. Minutos pasaron, mirándose fijamente, esperando encontrar la respuesta en los ojos que brillaban en medio de la oscuridad —. Si aparecen enemigos, simplemente tomas el poder para que te obedezcan, para que te sigan o para eliminarlos, ¿cierto?—
Steve dudo, sintiendo que quien hablaba en ese momento no era más que un niño exponiendo la lógica más básica y acertada, la más cruda y franca que su mente pudo haber formulado en medio de la oscuridad de una habitación sellada por fuera. Quiso reír, cuando una de sus manos subió hacia el rostro de su amante, queriendo asegurarse que las facciones correspondían al joven de 18 y no de 10, que hace tanto ha conocido.
—Es cierto— corroboro al fin, sintiendo en la yema de sus dedos la sensación de piel contra piel —. El poder te da esa oportunidad—
—Entonces, ¿por qué no lo tomas?— suspiro, antes de que una sonrisa se formara entre sus labios, que no pudo ser vista en la oscuridad —. Para nunca separarnos—
Steve no reacciono con la debida rapidez, atinando a dejar salir solo una risa baja de entre sus labios, inclinándose una vez más sobre el más joven: —Porque aún no me lo has pedido—
No hubo más tiempo para respuestas. Las puertas de la habitación fueron súbitamente abiertas, dejando pasar la potente luz del exterior que encegueció a los amantes, quienes apenas lograron escuchar las voces, las ordenes que les exigían volver a sus puestos, abandonar esa burbuja en la que se habían sumido solo un par de horas. Y era momento de su realidad, de su trabajo, de su labor. Anthony solo pudo dar una mirada más hacia el rubio, antes de ser llevado por los soldados, mientras Steve resistía el impulso de retenerlo a su lado, aun contra las órdenes.
A veces olvidaban, en medio de su compañía, que tenía las horas contadas. »
—Anthony—
El aludido se sobresaltó, apartando la mirada de la pantalla de computadora para ver al rubio salir del baño. Steve le analizo desde su posición, con una toalla aun sobre su cabeza, secando los cabellos que dejaban caer gotas por su rostro, que continuaban un recorrido por su cuello, pecho y espalda. Anthony sonrió, como si por su mente no hubiera pensamientos que lo dejaron en un estado ausente por el tiempo que le tomo a su pareja darse un baño, parándose de su lugar para acercarse al rubio, tomando la toalla que tenía sobre su cabeza.
—Te tardaste— regaño, con un tono divertido y burlón, haciendo un gesto de que se acercara a la cama, en donde ya estaba.
—Oh, ¿en serio? No te vi muy interesado en la hora hace un momento— replico, sentándose en la orilla de la cama, tomando la ropa que había a un extremo —. ¿Qué te tenia distraído?
—
—Eso crees tú— se defendió, comenzando a secar los cabellos rubios del mayor, sin hacer gestos que pudieran delatarle —. Solo revisaba que Wanda y Pietro hubieran salido sin retrasos de la base, J.A.R.V.I.S. está cuidando su rumbo—
—¿Visión no?—
Anthony rio, sin poder evitarlo: —No, esta entretenido con FRIDAY. Revisan los archivos de S.H.I.E.L.D., esperando encontrar algo más útil—
—Creí que habías traído todo— replico, levantando la mirada cuando el menor aparto la toalla. Anthony no respondió, dando solo medio paso tras para darle espacio a su pareja de cambiarse.
—Traje lo necesario para el momento, eran muchos archivos. Revise la mayor parte— aclaro.
—¿Qué tanto es eso?—
—85%, tal vez— se encogió de hombros, esperando alguna respuesta del mayor, pero solo recibió un asentimiento vago.
» —Lo hubiera revisado todo, pero me distraje— agrego, como una aclaración no exigida, que le gano la mirada del rubio mientras se vestía.
—¿Cuáles fueron los motivos de tu distracción?—
Anthony tardo un minuto para responder: —Peter— Steve le miró fijamente, deteniendo sus acciones, esperando una explicación más amplia que un simple nombre —. ¿Sabías que HYDRA experimentaba en niños? En la base de Woodinville, ¿lo sabias?—
—No—
—Lo hacen— se cruzó de brazos, esperando una reacción mayor en su pareja —. Algunos eran sacados de orfanatos, otros secuestrados. La mayoría de familias de pocos recursos— hizo un gesto, tomando asiento en la cama cuando el mayor se levantó —. ¿No dirás nada?—
—¿Qué esperas que diga?— volvió a verlo, notando la mueca en las facciones del más joven —. No sabía de las experimentaciones, pero tú y yo sabemos de la falta de escrúpulos en HYDRA. ¿Realmente te sorprende lo que hicieron?— Anthony no supo replicar, desviando la mirada —. ¿Qué hay de los niños?—
—Volvieron de donde fueron extraídos. Al menos la mayoría— se dejó caer de espaldas en la cama, con un bufido brotando de sus labios —. Los que estaban en situación de calle fueron llevados a un orfanato. Estaban registrándolos, la última vez que supe algo—
Steve asintió, entrecerrando la mirada: —¿Adoptaste a uno de los niños?—
—¿Qué te hace pensar eso?—
—No sacarías el tema sin una razón, Tony— aclaro, anudando la corbata de su traje —. ¿Entonces? ¿Peter es uno de esos niños?—
—Es más especial que todos ellos— explico con rapidez, volviendo su atención al rubio, quien le miro con una ceja en alto —. No estaba en los registros. Su nombre no era más que un estúpido número. Fue— dudo —. Fue producto de una modificación genética en estado fetal—
Si dijera que estaba sorprendido, Steve estaría diciendo la mentira más grande y estúpida de su vida. Resistió el impulso de sonreír, desviando la mirada del menor: —¿Sin familia o asentamientos anteriores?— quiso asegurarse, tomando el saco de su traje. Anthony negó, finalmente sentándose en la cama —. ¿Cuántos años tiene?—
—Cuatro años—
—¿Dónde está ahora?— extendió su mano, esperando que Anthony la tomara para poder levantarse de la cama.
—Con Virginia— desvió la mirada un momento, sabiendo que Steve esperaba que continuara —. Sé que por el momento está bien. Quería decírtelo antes de presentártelo. En realidad los papeles de adopción ya están hechos pero, ya sabes, tú y yo—
Steve le interrumpió, tomándolo del mentón para unir sus labios en un beso que ninguno rechazaría: —Así que, ¿esta es tu forma de hacerme padre?— Anthony rio, inclinándose una vez más hacia el rubio.
—Tú ya eres padre— replico.
—Esos niños ni siquiera me respetan— pareció una queja, pero las sonrisas en los rostros de ambos no eran más que de la más pura diversión —. Deberías dejar de influenciarlos—
—¿Por qué? Es divertido— se defendió, dejándose rodear por los brazos del mayor —. Además, son adolescentes, es normal que no respeten la autoridad—
—Muy gracioso— ironizo, provocando más risas en el moreno —. Andando, todavía tenemos trabajos. Y al parecer, un niño al cual pasar a buscar—
—Hey, nada de niño, su nombre es Peter— replico, siguiendo al rubio fuera de la habitación —. Es adorable, te enamoraras apenas lo veas. Es una pequeña bolita de ternura que dan ganas de abrazarla con todas tus fuerzas— agrego, con una sonrisa que a Steve se le antojo divertida.
—Entonces será muy parecido a ti— molesto, consiguiendo solo quejas del genio, que lograron escucharse por todo el pasillo.
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Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 05:58 hora local.
Fury había dado la orden durante la madrugada, desplegando los preparativos para una nueva misión del grupo que se hacían llamar Avengers. La información que Virginia había dejado, de parte de Anthony, había permanecido archivado por al menos un día completo. Fury no había querido cometer errores que condenaron al resto del equipo, corroborando cada dato que se había extendido del informe, comenzando con la posición y concluyendo con la seguridad desplegada alrededor del complejo. Corroborar la información era solo un seguro antes de enviar a los héroes del mundo a una batalla que, sin la debida preparación, solo sería una sentencia de muerte. Y ahora, cuando los grupos de reconocimiento habían regresado, se dio la orden a los avengers de prepararse para la misión que, si todo salía según lo planeado, daría por finalizado con uno de sus principales enemigos.
—¿Estas lista?—
Natasha desvía su atención del hangar hasta su compañero. Clint no la observaba a ella, aun atento a los agentes moverse de un lado a otro, preparándose como si una guerra estuviera a punto de ser desplegada, y tal vez no era muy alejado de la realidad: —¿Qué te hace creer que no?— replico, queriendo disimular el tono defensivo que surgió.
Una mirada fue lo único que intercambiaron como una respuesta muda a esa pregunta que se perdió entre las ordenes que los agentes recibían para comenzar su labor. Ninguno de los miembros había podido omitir la opresión en el vientre cuando la noticia se les fue dada, cuando los detalles fueron expuestos sobre una mesa con un puesto vacío, al que se habían acostumbrado a ver ocupado. Tenían una trayectoria ya planeada, atravesando una vez más el océano atlántico que tan desagradables recuerdos les traía, con un amargo sabor de boca que no eran capaces de apartar. Natasha no tuvo que preguntar, y Clint no necesito agregar más, porque ambos ya sabían que la única razón por la que aun permanecían decididos en ese trabajo iba mucho más allá de simple sentimiento del deber.
—Agente Hill— saludo Barton cuando María se acercó hasta su posición, con unos papeles que, ambos espías, sabían que se trataba de los últimos detalles de la misión.
—Ya está todo listo. Deberían comenzar a abordar— notifico, entregándoles los papeles restantes —. Agregamos reemplazos de sus armas, por si llega a surgir un altercado—
—¿Repuestos?— Barton no parecía del todo convencido con la información, principalmente porque nunca les habían notificado de tales reemplazos.
—Anthony dejo reservas de sus armas. Dijo que eran los más expuestos en una pelea, así que se aseguró de que no estuvieran tan— dudo, haciendo un gesto.
—¿Expuestos?— completo la pelirroja, con una mueca que simulaba una divertida sonrisa entre sus labios —. Creí que con los trajes ya había hecho suficiente. Fury no informo los extras—
—No lo sabía— repuso la agente, ganándose la atención de los espías —. Virginia los envió poco después, dijo que podrían serles útiles. Supongo que aún conservan el apoyo de Stark Industries—
Natasha no obvio el tono irónico y, tal vez, oscuro con el que María había soltado sus palabras: —No lo esperaba luego de su comunicado—
—Creo que nadie lo esperaba— agrego Barton, colocando la flecha con la que jugaba en el carcaj —. Te espero en el Quinjet— agrego hacia la pelirroja, alejándose hacia la nave que se preparaba para salir.
María dio un último vistazo hacia donde Barton se fue, volviendo su atención a la pelirroja: —Tengan cuidado, ¿de acuerdo?— pidió en un tono bajo que la mujer no supo reconocer.
—Por supuesto— dudo un instante, dando una rápida mirada a su alrededor antes de acercarse a María, bajando la voz al hablar —. ¿Te encuentras bien? Te noto rara—
—Sí, sí— asintió, con un gesto entre sus labios que quiso simular una sonrisa —. He tenido muchas cosas en la cabeza en este último tiempo— intento explicarse, sin poder mantener la mirada de la pelirroja —. No te preocupes, debes concentrarte en la misión—
—María— asevero, logrando la atención de la mujer, quien resistió el impulso de encogerse en su lugar —. Todo estará bien, ¿de acuerdo?— intento calmarla, con una mano sobre su brazo, con una suave presión en un mensaje que solo ellas podrían comprender.
Hill asintió una vez más, con su mano apretando la contraria: —Aquí los esperamos—
Natasha asintió, con una sonrisa entre sus labios que pocos eran capaces de ver, alejándose de la mujer cuando el ultimo llamado fue hecho. Hill suspiro, con ese amargo sabor de boca que en los últimos días no la habían dejado tranquila, una incomodidad latente que le cultivaba ideas cada vez más peligrosas, con raíces tomando cada efímero pensamiento que cruzara por su mente. Desde el día que hablo con Virginia las cosas no habían dejado de darle vuelta, las posibilidades se habían alzado y entretejido para no dejarla tranquila aun cuando intentaba concentrarse en su trabajo, aun cuando observaba al líder, hombre que había seguido ciegamente durante años. Y ahora solo sentía la duda nublando su juicio hasta el punto de la desesperación. ¿Qué fue lo que Virginia quiso decirle? ¿Qué quiso darle a entender? ¿Qué podría saber esa mujer que ella no? Y pensó, en algún remoto momento de soledad, que Anthony pudo encontrar algo que no logro dar a conocer con la suficiente anticipación pero de ser así ¿Qué tanto se involucraba a S.H.I.E.L.D.? ¿A Fury? ¿Él era parte de algo de lo que nadie tenía conocimiento?
—Agente Hill—
María se sobresaltó, alzando la mirada hacia el hombre que, con su único ojo, parecía analizar cada una de sus reacciones y movimientos. Se obligó a calmarse, encuadrando los hombros: —Mr—
—¿Tiene todo listo?— exigió, en un tono que demostraba el interés por una distracción impropia de la mujer.
—Está todo listo. Tengo a un grupo monitoreando el recorrido del equipo— extendió hacia el hombre los papeles que corroboraban sus palabras.
—Acompáñelos. Asegure de que no cometan fallos, agente— ordeno, solo dando una mirada rápida a los papales, volviendo su atención a la mujer —. Si algo se mueve a tres kilómetros a la redonda alrededor del Quinjet quiero saberlo. Y quiero estar seguro de que tendremos lo necesario para respaldarlos—
María se obligó a mantener su temple, asintiendo solo una última vez antes de retirarse. Una sensación de alivio fue difícil de obviar, sabiendo que tenía la oportunidad de estar a cargo de la protección general del Quinjet en tanto llegaba hasta el punto de misión, sabía que una vez ingresaran a los terrenos de Sokovia perderían jurisdicción y cualquier intervención de su parte podría ser el inicio de una confrontación innecesaria. En especial cuando sabían que HYDRA estaba en ese pequeño y pobre país que parecía pender del hilo de la suerte. Solo tenían una oportunidad, una en la que no se podían permitir fallar, en la que depositaron mucho más que su esfuerzo y entusiasmo. Y a pesar de todo, María no podía dejar atrás la inseguridad que le hacía dudar de los motivos que guiaban a tales peleas, intentando aferrarse a las doctrinas que le fueron inculcadas desde que tuvo memoria.
—Quiero ojos en todas partes, los Avengers son nuestra prioridad. No podemos permitir que nada les suceda— ordeno al grupo de hombres y mujeres, no mayores a 15, que monitoreaban desde satélites y naves de investigación la trayectoria que los héroes recorrían.
En la pantalla principal, la que María no había dejado de ver con atención, se proyectaba la imagen directa del Quinjet sobrevolando finalmente el océano atlántico. Y estaba segura que más de uno en esa sala tenía el corazón en manos cuidando cada efímero detalle, cada pulgada de territorio marítimo en busca de algún movimiento extraño. Los recuerdos de la fallida última misión no había abandonado la mente de ningún miembro de SHIELD, con esa culpa que los impulsaba a mejorar, a enfrentarse con un trabajo que requería más que simple resistencia física. Los mapas fueron desplegados, las marcas del territorio que el Quinjet tenía incorporado para llegar a los territorios europeos, así como el recorrido por los territorios aéreos que concedieron su permiso para su paso hasta llegar a Sokovia.
—¿Alguna noticia?— cuestiono a uno de los agentes más cercanos a su posición, a pesar de que la información estaba extendida en las inmensas pantallas frente a ellos.
—Nada por el momento, todo se mantiene en orden. Estamos extendiendo la red de seguridad d kilómetros a la redonda— explico mientras las pantallas continuaban los recorridos alrededor del Quinjet —. Estimamos su tiempo de vuelo a 1 hora con 32 minutos— agrego, tal vez intuyendo que era información necesaria para la mujer.
—Manténganme informada— pidió, desviando su mirada a una cabina contigua a la sala donde se mantenía con los demás agentes.
Apenas recibió la confirmación María se alejó con paso lento, con una naturalidad que ningún agente tomo como extraña, hasta llegar a la cabina que, a diferencia de la sala, contaba con un tamaño más reducido. Solo era una computadora base la que había en la pequeña habitación, los materiales para una única persona en el trabajo, algo que supo aprovechar mientras tecleaba las direcciones y claves que se sabía de memoria. La conversación con Virginia pareció reproducirse en el fondo de su mente, incitándola a ir hasta el fondo de la información que S.H.I.E.L.D. tenía entre sus computadoras. Pero como bien sabia, y la CEO intuyo, tenía accesos restringidos.
—Agente Hill, no cuenta con la autorización para acceder a estos archivos— notifico FRIDAY, que desde que Anthony la había instalado se había convertido en un seguro que triplicaba la ya tenida por S.H.I.E.L.D. —. ¿Debo considerar notificar al director Fury para que le conceda el acceso?—
—No— y maldijo, sintiendo su voz temblar —. FRIDAY, tal vez esto vaya contra tus protocolos, pero necesito acceso a los archivos. Es urgente— pidió, casi en un tono de ruego que cualquiera pudo notar.
La IA no respondió de forma inmediata, haciendo temer a la agente de que podría llegar a ser delatada: —¿Este interés se debe a la conversación mantenía con Miss Potts?— María tardo un minuto completo en poder responder.
—Una parte, sí—
—Puedo concederle solo un tiempo limitado— explico finalmente, casi provocando un suspiro de alivio en la mujer —. Pasado ese tiempo tendré que notificar al director Fury de sus actividades—
—¿De cuánto es ese tiempo?—
—5 minutos—
María lo pensó, con una mirada general al lugar en donde estaba, hacia la puerta de la sala, donde compañeros estaban sumidos en su trabajo de proteger a los Avengers en el viaje a su misión: —Si lo hago antes de esos 5 minutos, nadie lo sabrá ¿cierto?— quiso corroborar, con sus dedos rosando las teclas frente a ella.
—Correcto—
—Entonces adelante—
[—]
« Los gritos se alzaron, rasgando las gargantas de los infortunados seres condenados entre sus paredes, meros títeres dispensables puestos para controlar lo incontrolable. Los golpes, los gritos, los sollozos y las suplicas se alzaban como un cantico proferido desde las profundidades del infierno, el arrullo de los demonios incansables, insaciables, deseosos de ver arder el mundo colmado de pecados e inmundicia. Los últimos pisos de la base, desde el vigésimo tercero hasta el vigésimo primero no eran más que una grotesca escena sacada de la más inmunda y asquerosa obra hecha por manos humanas. Sangre y cuerpos eran dejados al paso de un soldado que no tenía misericordia, que no tenía un límite, que había sido doblegado y moldeado para no ser más que una criatura sin tacto o remordimientos a la hora de empuñar el arma contra el enemigo que le llegaba de frente.
Steve ni siquiera identifico los rostros que golpeaba, los cuerpos que su escudo empujaba, mucho menos las voces que a su alrededor se alzaban en ordenes que no le interesaba escuchar. Su mente no tenía un orden establecido, no había inicio y fin, no había razón más que el deseo más básico de avanzar. Sabía que tenía que avanzar, que no debía detenerse, que sus pies no tenían permitido quedarse atrás en aquella guerra que se desataba sin que nadie pudiera hacer algo al respecto. Palabras se mezclaban entre sus ideas, sus ojos iban y venían entre rostros que, inevitablemente, colocaba en una escena que no había presenciado. No recordaba cuando había llegado a la base, si hace días, minutos u horas, ni siquiera recordaba en que momento fue interceptado y en que forma la noticia se le fue dada. Anthony, ataque, heridas, operación, grave, violación, abusos, golpes, torturas. Eran las palabras que danzaban como una absurda y cruel treta en su contra. Ni siquiera se molestó en volver a ver el rostro del soldado cuando termino de hablar, sintiendo el aliento faltarle al momento que tomo su escudo y arma, con sus pies moviéndose contra los soldados que pretendían detener sus pasos para, según ellos, mantenerlo alejado.
Mantenerlo alejado. Una cínica sonrisa se había formado entre sus labios por tan absurdas palabras, con su escudo alzándose ante el primero de la fila que se interponía en su camino. Y así todo había dado un inicio para el declive. Si su cuerpo estaba lastimado, si su costado dolía como el demonio, si por su rostro corría gotas de sangre que ya no sabía diferenciar si eran suyas o de otro, si entre sus labios se mantenía esa sonrisa que lanzaba escalofríos a aquel que le hiciera frente, si sus manos estaban cubiertas de la sangre de soldados que solo cumplían su cometido, si su mente formaba imágenes irreconocibles que solo lograban sumirlo en una miseria aún más grande. Si perdía la razón a cada paso que daba. Nada de eso importaba, ya no tenía un lugar de importancia en su mente, en sus pensamientos.
Anthony había sido su prioridad, su única prioridad.
Los soldados a su alrededor aumentaban cada vez que avanzaba, cada vez que se acercaba hasta su objetivo, y se volvía más lento, más errático, más complicado avanzar. Se exigía, obligaba a su cuerpo a seguir avanzando como si de eso dependiera su vida ¿y por qué no ha de ser así? ¿Qué sabrían todos ellos que le rodeaban? ¿Qué podrían comprender si no son más que una insignificancia que no podría llegar a la sombra de lo que experimentaba? Porque su pecho dolía, se oprimía y su voz se atascaba en su garganta, incapaz de proferir sonidos coherentes. Porque su mente no era más que una vertiginosa lluvia de imágenes e ideas que lo dejaban en un limbo irreconocible, guiado por los instintos y la necesidad, sin razonamientos más básicos que los que su cuerpo ejecutaba casi por inercia. Cuerpos aumentaban a su alrededor, hombres caídos que solo hacían más difícil dar pasos hacia adelante, obligado a retroceder cuando las armas disparaban, cuando los cobardes le atacaban por la espalda, cuando los hipócritas se plantaban ante él para detenerlo. Y rio, con cinismo y soberbia por ver tan patético intento de detenerlo, preparando su escudo, alzándolo para golpear la cabeza que, estrellándose contra el suelo, daría el fin de una nueva vida. ¿Cuántos han muerto entre sus manos? Enemigos o amigos, no había nada de eso en ese momento, no había en su mente algo más que no fuera la mirada del hombre al que quería llegar.
—Disparen— la orden fue dada y no hubo flanco libre del ataque.
Steve se quejó, en un gruñido ronco y ahogado, sujetando su costado, manteniendo el escudo en alto al intentar protegerse de los proyectiles. No tuvo que ver dos veces para saber que no eran simples balas las que era lanzadas desde todas las direcciones, mirando con odio al hombre que había dado la orden a un grupo de muñecos sin voluntad. Su cuerpo caía, perdía fuerzas, manteniéndose en pie por la voluntad y el orgullo que se negaba a dejar atrás. Apretó el agarre del escudo, uno que había recuperado del taller en donde lo habían estado modificando, uno que aún estaba en modificación pero no le importo. Lo lanzo con fuerza, firmeza, calculado casi a la perfecciona la trayectoria a pesar de su vista borrosa. Quejidos y golpes se hicieron escuchar, con cuerpos cayendo a la par que el suyo, que se sostuvo sobre sus rodillas, negándose a ceder con tanta facilidad. El dolor se hacía sentir como una punzada lejana, una que ignoraba pero seguía recordándole que estaba presente, que no se iría, que se hacía más grande.
—Es suficiente, soldado—
Gruño. No, no era suficiente. Nunca sería suficiente. No hasta que tuviera entre sus brazos el cuerpo de Anthony, no hasta escucharlo decir su nombre, no hasta ver sus ojos. Nuevos disparos se hicieron escuchar, muchos de ellos dando de lleno con su cuerpo, inyectando sedantes que su organismo metabolizaba de forma acelerada, pero no la suficiente. Su mirada se fue perdiendo, obligándose a mantener la frente en alto, a ver el rostro del hombre que con pasos orgullosos se acercaba hasta su posición. Apretó en su mano el escudo, con su fuerza fallando, con su energía perdiéndose y sabía lo que de ahí sucedería. No era la primera vez, tal vez no la última. ¿Hace cuándo fue la última vez? La última vez que fue confinado como un maldito animal a jaulas que quería aparentar comodidad. Y aun así sonrió, sonrió con soberbia y burla, porque ese hombre que se acercaba había perdido mucho más de lo que él había perdido; pero al mismo tiempo había perdido tan poco. Ese sujeto había perdido hombres, cientos de sus hombres, que entre sus manos dejaron las manchas de su cuerpo y vidas; y aun así no se asemejaba al dolor que atravesaba su cuerpo en la preocupación e incertidumbre, en el odio y furia, en la desesperación y la frustración, la impotencia y la incapacidad.
—¿Ya te has rendido, soldado?—
Steve relamió sus labios, sintiendo el metálico sabor de la sangre en su paladar, con la respiración trabajosa y su mirada perdiéndose en medio de una bruma negra a la que se negaba caer: —Nunca— respondió con una firmeza que no podía demostrar su estado.
Y solo fue un último movimiento, su brazo se alzó, con el escudo bien sujeto, lanzándolo contra el sujeto a solo unos pocos metros de su posición, con todas las fuerzas que aún le quedaban. Si le dio o no, no fue algo que alcanzo a ver, perdiendo la consciencia cuando las voces se alzaron con mayor fuerza, con manos tomando su cuerpo contra el suelo para contenerlo.
Anthony, fue su último pensamiento. »
[—]
Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: Oficina principal, Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 06:35 hora local.
Cerro la puerta de su oficina, sintiendo solo por breves e insignificantes instantes la paz abordarle, solo antes de que la situación actual le golpeara con una fuerza tal que lo dejo en su lugar con su mente perdida entre las lagunas de sus pensamientos. Según el último informe del equipo, los Avengers estaban a solo minutos de llegar hasta su destino, solo eran cuestiones de minutos hasta perderles completamente el rastro, quedando a la espera del anuncio de una victoria o una derrota, de una ganancia o una perdida que podía significar todo, no solo para ellos, sino para el mundo completo. Y se obligó a recordar, una vez más, que no había forma de fallar. Que los héroes habían ido preparados para cada posibilidad, que habían estado estudiando la información hasta llegar al punto de diseccionar cada frase con tal de evitar cualquier percance que provocara daños que nadie le volvería a perdonar.
Y aun así lo sentía insuficiente.
—¿Preocupado, Mr. Fury?—
La voz lo sobresalto, dándose vuelta en su lugar para identificar la figura que, sentada en la silla de su escritorio, no parecía más que una ilusión de mal gusto y pésima gracia. Porque era imposible, una blasfemia. Anthony Stark, el mismo sujeto que hace días dieron por muerto estaba ahí, sentado en la silla de su escritorio con un inmaculado traje blanco que resultaba sus facciones, con un porte tan tranquilo y seguro que lograba descolocar al director. Y el menor parecía notarlo, sonriendo con sorna al cruzar sus piernas en un movimiento lento, medido, recargándose en el respaldo de la silla con una naturalidad que Fury no recordaba haberle visto. Ambos permanecieron en sus lugares, examinándose, observándose con un detenimiento que, Anthony estaba seguro, solo daba parecer que el mayor observaba un fantasma. Y tal vez así era.
—¿No habla, director?— se burló, acomodando con una de sus manos el saco blanco que completaba su traje, el cual descansaba sobre sus hombros —. ¿Acaso ha visto un fantasma?— agrego, con un brillo azul en sus ojos, tan artificial y vacío que Fury se obligó a reprimir el estremecimiento que amenazó con hacerse presente en su rostro.
Fury intento mantener la calma, dando la vuelta completa para quedar de frente al castaño, en una pose firme que ocultaba el desconcierto por la situación: —¿Tienes una explicación para estar aquí? ¿Y no perdido en el océano, como se supone?—
—¿Me quiere muerto, director?— Fury tomo a bien no responder la pregunta, provocando una sonrisa de medio lado en el menor —. ¿Qué debería decir? ¿Me creerá si le digo que todo fue una emboscada de HYDRA y que solo fingí mi muerte para escapar?—
—No— Anthony hizo un gesto que pretendía ser molesto, aunque la diversión se mantuvo entre sus facciones.
—Qué poca confianza, ¿Por qué no ha de creerme?—
—¿Por qué habría de?— replico, observando con su único ojo al muchacho que, hacia solo semanas atrás, no era ni la sombra de quien ahora se sentaba en su escritorio con una actitud que se le hacía desconocida —. Y aunque fuera así, ¿Por qué no lo notificaste?—
Anthony pareció pensarlo, jugando con una de las plumas del escritorio: —¿Conoce la ambición, director Fury?—
—¿Es lo que te mueve?—
—No me respondió— sonrió, acomodándose en su lugar sin hacer caso a la dura mirada —. La ambición genera la necesidad de poder. El poder genera control. Y el control genera— pauso, observando al hombre —. ¿Qué general, director?— este no respondió, y Anthony no necesito señales para continuar —. Genera libertad—
—¿Para quienes?— increpo con voz dura, apretando sus manos en puños.
—Para quienes estén dispuestos a obedecer—
—¿Eso es libertad? No es más que una cadena de oro—
El menor relamió sus labios, riendo con sorna: —No sabe lo que es una cadena de oro, director Fury— dejo caer la pluma, soltando un bufido —. Debería pensarlo bien. Quienes están dispuestos a obedecer simples y fáciles pautas tendrán la oportunidad de libertad, dentro de sus límites, para una vida plena. Tampoco se pide demasiado— inclino su rostro, con su mirada perdiéndose en algún punto de la habitación.
» —¿Quiere que le cuente un secreto, director Fury?— no recibió respuesta —. Qué bueno que no creyó mi historia—
—¿Cuál de las dos?— el menor le miro por un largo minuto, como si quisiera dejar en claro algo sin necesidad de palabras.
—¿Creyó alguna?—
—Tal vez la primera, ahora veo que es falsa— repuso, sin amedrentarse por la mirada que parecía oscilar entre el azul artificial y el chocolate.
—Que ingenuo de su parte— murmuro, casi con burla —. Todo lo que le conté, es cierto. Solo no agregue detalles, no le di información que no necesitaba—
—¿Qué es lo que pretendías?—
—Probarlo. ¿Qué tanta confianza cree que inspira, director?— ironizo, observando las hojas sobre su escritorio —. Dude la primera vez que le vi. No me equivoque. Puede estar liderando esta institución con todas las buenas intenciones pero, director, no es de confianza—
—Y tú—
—Sí, yo— le interrumpió —. Yo se lo estoy diciendo— repitió con un tono que Fury identifico como el orgullo más puro, la seguridad más perpetua.
—¿Cuál es el propósito de todo esto? ¿HYDRA te ha estado adiestrando para toda esta treta? ¿Para este circo?— y su única respuesta fue la carcajada más escalofriante que había inundado aquella oficina desde sus inicios. Anthony no parecía ofendido, ni alterado, mucho menos sorprendido por tal acusación, dejando que la sonrisa entre sus labios se mantuviera aun cuando al risa logro menguar lo suficiente.
—Oh, es tan típico— murmuro, con una expresión cansina que solo era una burla más hacia el hombre —. Porque siempre es más fácil tirar la basura al jardín ajeno, ¿cierto? Y sin embargo se niegan a aceptar que algo mucho más grande que todos ustedes los ha estado moviendo como títeres. ¿Teme sentirse utilizado, director Fury?— suspiro, cerrando sus ojos por cortos instantes que al mayor se le hicieron eternos.
» —¿Qué le lleva a intuir, acusar de que estoy con HYDRA?—
—¿Dirás que no?— rebatió, con una seguridad que se negaba a mostrarse débil.
Anthony volvió a sonreír con mayor amplitud: —Aunque no lo crea, la respuesta es no— aseguro, volviendo a verle.
Los ojos del castaño brillaron en un fulgor azul, tan intenso y profundo, tan artificial y vacío que Fury no tuvo con que compararlo. Su cabeza descansaba en el respaldo de la silla de cuerpo, inclinada y ladeada para mantenerse observando al hombre que, plantado en su lugar, reprimía esos deseos de retroceder y alejarse de él. Porque, por mucho que la apariencia se lo confirmara, el hombre que estaba frente a él no era nada de lo que alguna vez conoció de Anthony. No era el mismo sujeto encontrado en el desierto, no era el mismo sujeto que estuvo colaborando con ellos durante esos meses, no era el mismo que había adoptado un niño al verlo en la nada misma, no era el mismo que apenas se adaptaba al mundo.
Las palabras de Sharon resonaron en su mente como una broma.
—HYDRA se ha vuelto solo un grupo de niños jugando a conquistar el mundo— comenzó, con una burla apenas filtrándose en su tono bajo que, si no se escuchaba con atención, podría compararse a un arrullo —. Nunca estuve de su lado, ni me intereso estarlo. Fingí que no, por muchos años, pero sabía lo que hacían, lo que pretendían, los motivos por los que me llevaron. Pude resistirme, por supuesto, desde el momento que me apartaron de mi madre pude resistirme a ser llevado. Pero, ¿con que propósito?— sus manos se apretaron en puños, con su mirada perdida en recuerdos que el mayor era incapaz de ver —. Por el contrario permití que me llevaran, coopere hasta donde tuve necesidad. Los use de la misma forma que ellos me usaron a mí, me aproveche de lo que me daban con tal de mantenerme de su lado—
» —Lamentablemente, se están volviendo una molestia—
Fury no pudo contener el estremecimiento que recorrió su espalda cuando la mirada azul volvió a fijarse en él, con el mismo movimiento que la silla daba para que Anthony pudiera verlo fijamente. Fue en ese momento, tal vez finalmente siendo capaz de reparar en algo más, que pudo notar la luz azul filtrarse por entre la camisa, sobre la altura del pecho, directamente en donde el corazón debía estar. Un azul tan intenso como el de sus ojos.
—Usted también se está volviendo una molestia, director Fury—
—¿El plan es matarme?—
Anthony sonrió de medio lado, negando con lentitud: —¿Con todos esos agentes allá afuera que aún creen ciegamente en sus palabras?— repuso con ironía —. No, director. Usted se condenara por mano propia. Sé que me concederá ese gran favor, por la amistad de mi padre, ¿cierto?—
—¡Bastardo!— llegando a su límite, sin querer escuchar más del castaño, su mano tomo el arma de su cinturón con intenciones claras de disparar.
Tarde fue que se dio cuenta, cuando el arma estaba a solo centímetros de apuntar directamente hacia Anthony, que su cuerpo se sintió frio, tieso, inmóvil en aquella posición. Manos se sintieron sobre su cuello, subiendo por su rostro, concentrándose hasta hacerle jadear sin emitir sonido más que la de su aliento ahogado en el fondo de su garganta. Anthony le observo desde su posición en la silla, con una sonrisa que lanzo escalofríos por su cuerpo, comprendiendo su error. Su mente se perdió, como si fuera un mero espectador de sus propias acciones. Y se vio a si mismo bajar su arma, guardarla en su funda para volver a esa firme posición que mantuvo desde un inicio, con una expresión vacía en su rostro.
—Bien hecho, Vis— felicito el castaño, sin preocuparse que tanto de lo que decía podía aun ser comprendido por el director.
—Temí no llegar a tiempo— murmuro el androide cuando, casi levitando sobre la punta de sus pies, se alejó del hombre para avanzar hacia el escritorio del cual Anthony se levantaba —. ¿Ha salido todo bien?—
—Fantástico— murmuro. La imagen de su cuerpo pareció desaparecer por momentos, como una interferencia que lo hacía perderse en el espacio, dejando en evidencia que nunca estuvo en aquella oficina.
Visión lo observo, buscando sobre el escritorio el transmisor previamente preparado: —Todo se está preparando, ¿hay algo más en lo que pueda ayudar?—
—No, puedes ir con el resto. Los veré más tarde— aseguro con una media sonrisa, arreglando su ropa.
—Ten cuidado, Tony— pidió, con el transmisor entre sus dedos, apagándolo cuando recibió un asentimiento del castaño —. Muy bien, director Fury— comenzó, volviendo a ver al hombre que había permanecido en su lugar sin moverse siquiera —. Es agradable saber que cooperara con nosotros—
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Estado: New York, Estados Unidos.
Ciudad: New York City.
Localización: Stark Tower.
Hora: 09:26 hora local.
El timbrado del celular sonó en medio del pasillo principal de la torre, en el que Virginia se detuvo para ver en la pantalla el número desconocido que buscaba contactarla. Tentada a cortar la llamada sin pensar en lo que podría estar ignorando, le tomo los segundos que creyó convenientes antes de contestar, llevando el aparato hasta su oreja, sin emitir sonidos de que pudiera estar escuchando, solo esperando identificar la persona detrás de la llamada mientras continuaba su recorrido.
—»¿Miss Potts?«— Virginia sonrió de medio lado al reconocer la voz de María Hill en la línea.
—Agente Hill, pero que sorpresa— respondió con un fingido tono de incredulidad, entrando a la sala del pent-house de la torre, recorriendo el lugar con su mirada —. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarla?—
—»¿Puedo saber su ubicación?«— el tono salió precavido.
—¿Sus razones?— y como si tal petición no le fuera una sorpresa, sus labios mantuvieron una media sonrisa mientras dejaba a un lado los papeles que había estado revisando. Papeles que rápidamente fueron tomados por una rubia mujer que se alejó nuevamente por la puerta de la sala, hacia una de las oficinas dispuestas en el piso.
—»Uhm«— la escucho dudar, tardando minutos en poder entregar una respuesta —». Tengo motivos para creer que está en peligro«—
Virginia no respondió de inmediato, con su mirada perdida en la imagen que Anthony y Peter, sentado en su regazo, le daba desde su lugar casi en el centro de la sala. El castaño apenas le devolvió una mirada, sonriéndole antes de volver a centrar su atención en el pequeño que parecía entusiasmado con su dibujo: —¿Y de quien proviene el peligro?— exigió saber, con un tono tan suave y delicado que lograba estremecer a quien la escuchaba.
—»Fury«—
—Estoy en Stark Tower, agente Hill— respondió al fin la pregunta inicial, con una sonrisa ensanchándose entre sus labios —. Dejare los permisos para que pueda entrar sin protocolos—
—»Estaré en 5 minutos«— Virginia no respondió, cortando la llamada antes de dejar el teléfono a un lado.
La mujer no aparto la mirada de Anthony, quien sentado en el suelo, se había puesto a completar un dibujo con Peter, quien parecía demasiado entusiasmado en acaparar toda la atención del castaño, que este gustoso le entregaba. La mujer sonrió, con mayor delicadeza y calidez de lo que lo estuvo haciendo durante la llamada, moviéndose hasta finalmente sentarse al sillón más cercano desde donde pudiera observarlos. Sharon, que hace solo instantes había salido de la sala con los papeles que tenía, volvió con una tablet que le extendió sin palabras de por medio.
—¿Tienes idea de por qué María Hill cree que Fury puede ser un peligro para mí, para nosotros?—
Anthony la miro por minutos que parecieron eternos, casi como si quisiera contener la sonrisa entre sus labios: —¿Debería saber yo los motivos?— un gesto de la mujer le basto para saber que eligió la pregunta incorrecta —. Bueno, tal vez porque así es ¿no?—
—¿Qué fue lo que vio, Tony?—
—¿Por qué debería saberlo?— replico, con una mueca que se camuflaba como una sonrisa entre sus labios, encogiéndose de hombros. La mujer entrecerró la mirada, soltando finalmente un suspiro.
—Está viniendo— aviso. El castaño tomo al niño en brazos, quien soltó un pequeño chillido de protesta al ser apartado de sus dibujos, volviendo su atención al genio.
—Entonces, Pet-Pet, debemos estar listos ¿no? Vamos a cambiarte y ponerte mucho, mucho, mucho más adorable— murmuro dejando un sonoro beso en la mejilla del niño que rio entre sus brazos, bajo la atenta mirada de la rubia —. Deja de preocuparte, Pepper—
—No estoy preocupada— se defendió, sin volver la vista cuando el castaño paso por donde estaba sentada directo al pasillo que daba a las habitaciones —. Solo estoy curiosa— y su respuesta fue la risa suave que el castaño soltó al desaparecer por los pasillos.
Tal como María había prometido, solo fueron cuestión de cinco minutos para que Sharon entrara en la sala avisando de que la mujer estaba en el elevador directo al piso. Virginia solo tuvo tiempo de presentarse en la entrada cuando María llego, intercambiando un formal saludo, tal vez por ese extraño comportamiento de la agente a la hora de analizar todo a su alrededor como si en cualquier momento una imperfección pudiera delatar alguna clase de situación desencadenante de la catástrofe. La CEO tuvo que ocultar su diversión ante la expresión de la agente Hill cuando Sharon se presentó para llevarse los últimos papeles que había estado revisando.
—Entonces, agente Hill, ¿me dirá de que es ese peligro del que hablaba?—
María dudo, carraspeando para intentar encontrar la seguridad al hablar: —Estuve- Estuve investigando en los archivos de S.H.I.E.L.D.— obvio la expresión de la rubia, dispuesta a continuar sin amedrentarse —. Varios de nuestros agentes están entre las filas de HYDRA—
Si Virginia se sintió sorprendida, lo oculto perfectamente. Sin embargo María pudo ver la expresión que exigía una mejor respuesta de la que había obtenido, algo que no se sentía en posición de poder entregar. Porque ella aún se sentía incapaz de responder sus propias preguntas, abrumada por todo lo que había descubierto al escarbar entre los secretos más profundos de S.H.I.E.L.D. ¿Qué se suponía que debía hacer? La entidad a la que había entregado su vida estaba infestada de la misma plaga que habían intentado eliminar, agentes que creía camaradas no era más que miembros infiltrados del enemigo. Enemigo que estaba entre sus filas. Todo lo que creía se había desmoronado en solo minutos, y solo era el inicio, ni siquiera había podido examinar todos los archivos que se habían desplegado ante ella cuando tuvo la oportunidad. Una décima parte era mucho decir, y solo en esa parte estaba la suficiente información como para desmoronar todo lo que creía y conocía. Información filtrada, datos, archivos, ubicaciones, coordenadas, claves de seguridad. Todo había sido filtrado para facilitar el trabajo de HYDRA, camuflando las intenciones de S.H.I.E.L.D. como correctas, buenas. Incluso el ataque de a los Avengers había sido informado.
—¿Y no fue con Fury corriendo a informar? Que sorpresa— la ironía en el tono fue algo que provoco una mueca en María, a pesar de la falta de argumentos para poder defenderse.
—Él está involucrado— explico al fin, con un pesar en la voz que dejaba ver la decepción que esas simples palabras causaban —. Él estuvo informando siempre. Era el único con acceso a todos esos datos, el único que pudo enviarlos. Él…—
—¿Fury estaba involucrado?— una tercera voz llamo la atención de las dos mujeres, desviando la atención hacia la puerta de la sala por donde Anthony ingresaba con Peter entre sus brazos, demasiado entretenido con un peluche entre sus brazos —. María, me alegro de volver a verte— con una sonrisa entre sus labios, se acercó hasta la mujer que lo observaba con los labios entreabiertos, una expresión que dejaba ver su incredulidad y sorpresa ante el castaño.
—Anthony, ¿có-cómo es posible?— y su voz se cortó, incapaz de creer lo que sus propios ojos observaban. ¿Cómo era posible en primer lugar? Anthony había sido dado por desaparecido, posteriormente muerto, y estaba ahí, frente a ella como si nada hubiera pasado.
Anthony pudo darse cuenta de eso, sonriéndole con una tranquilidad que descoloco aún más a la mujer: —Es una larga historia— respondió al desviar su atención a Peter, que parecía reclamarla en su totalidad —. Estuve informado sobre el ataque. Me informaron antes de irme, fueron. Fuero aliados externos a S.H.I.E.L.D. quienes me avisaron lo que HYDRA tenía planeado. Supongo que en ese momento me confié y creí que podríamos hacerle frente— se cortó, con la vista pérdida en un punto que ninguno de los presentes podría ver —. Creí que moriría si seguía peleando, y los demás también. Así que me deje caer, intente distraer a los enemigos para que el resto escapara—
—¿Cómo es que sobreviviste?— Anthony pareció dudar para responder, observándola por largos minutos en el silencio de la sala. El castaño no parecía encontrar respuesta y la mujer sentía que toda su realidad perdía significado. Como un telón hecho a un lado para mostrar a los actores en sus verdaderos rostros —. ¿Por qué no dijiste nada a S.H.I.E.L.D.?—
—Aliados me ayudaron en su momento. Ellos lograron ayudarme a salir del agua y mantenerme oculto hasta que fuera el momento— se encogió de hombros, avanzando los pasos que le quedaban hasta estar a corta distancia de la mujer —. Tenía que saber. Saber en quienes confiar, de quienes fiarme. Tenía la sospecha de que HYDRA estaba dentro de S.H.I.E.L.D., y no quería poner en riesgo a quienes me dieron la información— suspiro, logrando mostrarle a la mujer la voracidad de lo que Anthony había conocido desde un principio —. Estoy tranquilo de saber que tú no estás involucrada. Pero, ¿Fury?—
María bajo la mirada, negando: —Tal parece que conocía todo. Toda la información y los intercambios estaban en los archivos más profundos de S.H.I.E.L.D., a los que solo Fury tiene acceso— Anthony asintió.
—FRIDAY había quedado revisando eso. Aunque nunca pude verlos en totalidad— explico, desviando su atención a Virginia, que mantenía la mirada fija en su celular, con una mueca entre sus labios —. ¿Pepper?—
—Tenemos que irnos. Ahora—
Y las explicaciones se dieron por si solas cuando las alarmas del piso se dispararon, con FRIDAY notificando la infiltración de personal no autorizado al elevador privado, el cual llegaba directamente a los últimos pisos. Pantallas se desplegaron en la sala para mostrar al grupo de hombres y mujeres, uniformados de S.H.I.E.L.D., moviéndose por las instalaciones de la torre con armas entre sus manos. Imágenes que provocaron una expresión consternada en el castaño, así como una mueca en las mujeres.
—Debes ser agentes de HYDRA—
—¿Cómo esta tan segura, agente?— increpo la CEO, con una mueca entre sus labios mientras comenzaba a teclear con rapidez en su celular para activar los protocolos de seguridad —. ¿Su buena actitud para entrar?—
María hizo caso omiso al tono irónico de la mujer, desenfundando su arma apenas vio a los agentes casi llegando al piso: —¿Hay otra salida?—
Sharon fue la primera en reaccionar, que al igual que María tenía un arma cargada entre sus manos, dando las indicaciones de subir por las escaleras de emergencia hacia la terraza donde un helicóptero ya preparado los esperaba para salir de la torre tan pronto lo abordaran. Virginia tomo el brazo de Anthony como primer impulso, moviéndose con rapidez por las escaleras para llegar antes de que los demás agentes lo hicieran, siendo seguidos de cerca por María que estaba preparada por si los llegaban a alcanzar. Sharon, por otro lado, y a pesar de las palabras de María, se había quedado mucho más atrás para retrasar al enemigo.
Cuestión de minutos fue para que disparos se hicieran escuchar casi en toda la torre, con gritos, indicaciones y el motor del helicóptero poniéndose en funcionamiento apenas las puertas de la terraza fueron abiertas de par a par. Anthony sujeto con fuerza a Peter cuando fue empujado por Virginia para entrar al helicóptero primero, escuchando a sus espaldas los gritos de María porque abordaran rápido, mientras disparaba hacia los hombres que lograron llegar hasta su posición. Las armas resonaron, la sangre baño la pista de aterrizaje mientras María finalmente lograba subir al helicóptero, que despego apenas tuvo la oportunidad, escapando de los ataques que aún seguían en su dirección.
Sharon nunca llego a su encuentro, y María dudo seriamente que hubiera estado en sus planes el hacerlo.
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Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: 3km de la Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 09:11 hora local.
Steve observo la pantalla que estaba desplegada en la sala principal de la nave que, junto con varios miembros uniformados, estaban usando para sobrevolar los territorios de Denver directo a la base de S.H.I.E.L.D. Escucho a los soldados moverse por el lugar, pasando de sala en sala, preparándose para la inminente llegada apenas obtuvieran el permiso de aterrizaje. En la sala de control, junto a él, se encontraba Barnes y Rumlow, quienes manejaban los aspectos básicos antes de la llegada, manteniendo continuo contacto con las naves aledañas que los seguían kilómetros detrás. Varios de los agentes, antiguamente miembros de HYDRA, estaban en las computadoras principales monitoreando los controles, así como las armas y defensas en alto por si algún ataque inminente llega a ser detectado.
—¿Han establecido contacto?—
James desvió su atención de la computadora hacia el rubio, extendiéndole unos papeles: —Apenas hemos entrado en el rango del radar, uno de los agentes se está encargando de entablar comunicación con el director para pedir los permisos de aterrizaje— Steve asintió, revisando los papeles mientras nuevas indicaciones eran dadas por Rumlow a los miembros en salas cercanas.
—¿Defensas?—
—En alto—
—¿Armas?—
—Preparadas—
—¿Qué hay de los radares? ¿Han tenido noticias de las bases?— Barnes dudo, con una mueca entre sus labios que se ganó la mirada del rubio, que hasta el momento había permanecido en los papeles —. ¿Bucky?—
—Stark Tower fue atacada hace una hora, aproximadamente. Al menos en cuanto ataque directo se refiere, no estamos seguros cuento tiempo tendrán dentro de sus instalaciones— pauso, atento a las expresiones del rubio antes de continuar —. No hemos logrado contacto. FRIDAY acaba de abandonar las instalaciones de la torre una vez los empleados fueron evacuados—
—¿Qué hay de los ataques?—
—Naves de HYDRA. Tal parece que su único objetivo fue la torre, porque edificios cercanos sufrieron daños mínimos— carraspeo —. No ha habido noticias. Pero por lo que logramos investigar, la CEO de Stark Industries, junto con el heredero de la familia, no han sido hallados entre los rescatados ni entre las ruinas de las instalaciones—
—¿Ruinas?— una ceja se curvo, con una sorpresa apenas filtrándose por sus facciones —. ¿Tanto ha sido el daño?—
—La torre está en pie, si es lo que te interesa saber—
Eso no tranquilizo la expresión del rubio, quien por varios minutos no agrego nada sobre el asunto, mensaje que Barnes capto fácilmente para dejarlo de lado y concentrarse en los motivos que los tenían ahí. Una nueva orden fue dada cuando consiguieron el permiso de aterrizaje, mandando un mensaje directo a las naves que les seguían más atrás, con defensas en alto y ocultas de los radares existentes. Las mismas fueron desviadas a los alrededores para rodear la base de S.H.I.E.L.D. mientras la principal, donde ellos estaban, seguía el camino que se les fue marcado en la respuesta a su mensaje inicial. Aterrizaron sobre la pista bajo las indicaciones de agentes dispersos en esta, agentes que los esperaban cuando las compuertas de la nave fueron abiertas para darles el paso.
Steve, junto con Barnes y Rumlow, fueron los primeros en bajar, seguidos poco después por los miembros que los habían estado acompañando en la nave. Los uniformes blancos de sus hombres parecieron resaltar, contrastar con los uniformes de S.H.I.E.L.D., de un azul marino oscuro que, de no tener buen ojo, podría confundirse con el negro. Bucky, al lado derecho de Steve, no pudo reprimir esa presión molesta e incómoda, con ese desagradable presentimiento de haber tenido que ir a ese lugar en primer lugar, ideas que le hicieron presionar sus manos en puños cuando les indicaron el camino a seguir dentro de las instalaciones. Rumlow solo les siguió hasta la entrada, alejándose junto a los demás miembros de blanco, acompañados por agentes de S.H.I.E.L.D., que los movían a salas diferentes mientras la reunión era llevada adelante.
El Capitán, sin expresión en su rostro, se mantuvo firme en el camino por el que eran guiados a la sala donde, presumían, Fury los esperaba.
—¿Estás seguro de esto?— entre murmullos, apenas moviendo sus labios, Barnes desvió su atención al rubio que no había apartado su mirada del frente, más que para darle una mirada rápida de soslayo.
—Espero no sea esa una señal de temor, soldado— respondió de la misma forma, dejándole en claro al castaño que en ese momento, en ese pasillo, en medio de esos agentes, cualquier cercanía se veía opacada por el sentimiento de deber y las posiciones jerárquicas que mantenían dentro de su grupo.
James cuadro los hombres en una pose firma antes de responder: —No, Capitán—
No hubo tiempo para mayores respuestas cuando uno de los agentes, alguien al que Steve pudo reconocer por el nombre de Phil Coulson, según los comentarios que Anthony le había dado antes de su partida, fue el que abrió la puerta para permitirles el paso. Noto su duda de permitir el ingreso a James, tal vez notando el brillante brazo de metal que no era cubierto por el uniforme hecho a medida, resaltando en medio de la tela blanca, como si brillara por sí mismo en el reflejo de su portador. El rubio quiso reír, con una simple seña a su acompañante para ingresar antes de tener que lidiar con algún impedimento que terminara por retrasar todo los planes que los tenían en ese lugar.
La puerta fue cerrada tras su paso, dejándolos dentro de una amplia sala que, por el ventanal en la pared frente a la puerta, daba a la sala de control donde miembros de S.H.I.E.L.D. trabajaban para mantener en funcionamiento cada aspecto de la base.
—Bienvenidos, caballeros— Fury, desde una esquina del gran ventanal, les dio la bienvenida con una mirada crítica, analítica a la que Steve estaba preparado.
—Director Fury, un placer conocerlo finalmente— murmuro como un simple saludo, dando solo unos pasos más en el interior de la sala, con una sonrisa entre sus labios tan insípida como latente.
—Quisiera poder decir lo mismo—
Steve reprimió el deseo de sonreír aún más ampliamente: —Permita que me presente, Director. Mi nombre es Steven Grant Rogers. En su momento conocido como el Capitán América—
Y como si todo hubiera estado previamente planeado, Fury no tuvo tiempo de reaccionar cuando disparos se hicieron escuchar en las instalaciones.
[—]
« Recuerda el roce de sus labios, el calor de sus manos cuando lo acaricia, la seguridad de sus brazos cuando lo abraza, la mirada profunda que le observa aun en media de la oscuridad, erizando su piel en un agradable cosquilleo que recorría su cuerpo hasta llegar al centro de su pecho. Recuerda sus palabras, los murmullos que en la oscuridad recita para él, los sentimientos que puede sentir con cada simple caricia, con cada simple contacto, con cada simple mirada que pudieran compartir. Recuerda a la perfección la cantidad de calor que las manos de Steve dejan sobre su cuerpo cuando lo acaricia, el estremecimiento que lo recorrer con un beso inesperado, el sabor de sus labios, de su piel. Recuerda su sonrisa, esa que muchos creían perdida, volver únicamente para él.
Recuerda también ese sentimiento de querer presumir algo que no desea compartir, de querer aferrarse al rubio, de olvidar todo lo que los rodea, alejarse de ese podrido mundo que los envuelve. De todo lo que consume, de todo lo que destruye, de todo lo que los está corrompiendo. Recuerda aferrarse a esa ilusión, a los cuentos, las anécdotas de años ya olvidados, de las vivencias que fueron solo una vida que ya no volvería. Recuerda las veces que deseo poder relatar los pocos recuerdos que aún conserva; recuerdos que día a día parecían ir desvaneciéndose entre la vorágine incontenible que era su mente.
Recuerda. Recuerda que nunca sintió dolor cuando lo tomo, cuando lo poseyó, cuando lo acaricio. Recuerda que sus labios nunca dejaron escapar un grito de la más pura agonía, recuerda que su cuerpo nunca fue torcido para satisfacer la desagradable morbosidad de una criatura sin escrúpulos.
Recuerda muchas cosas, las suficientes como para perder su mente, como para hundirse en esa tranquila marea de ideas e imágenes que le daban calma, que le tranquilizaban, que contenían las lágrimas que se negaba a dejar salir por sus ojos. Se aferra a las imágenes y las sensaciones que recuerda, se aferra con todas las fuerzas que puedan quedarle. Se aleja de la realidad, se hunde en su mente, en sus fantasías, en sus ideas, en un mundo en el que nadie tiene acceso más que él.
Olvida el taller, olvida el dolor, olvida los gritos, olvida los insultos, olvida el cuerpo sobre el suyo. Olvida al hombre entre sus piernas empujándose en su interior sin siquiera rastros de delicadeza. Olvida la sangre que cubre su piel, olvida las manos que le sostenían para que no se moviera, olvida las miradas burlonas de los hombres que obedecían cual ganado a un hombre tan podrido como aquel mundo.
Olvida. Olvida todo ese mundo asqueroso que le rodea. Ese manto negro que tiñe su espíritu en la oscuridad, ese dolor, esa inhumana sensación de destrucción que amenaza con apoderarse de todo. Su cuerpo tiembla en un espasmo de dolor que le hace retorcerse bajo las manos que lo tienen sujeto, facilitándole el trabajo a uno de ellos.
A dos de ellos, logra confirmar entre la bruma de ideas cuando su rostro es tomado con fuerza para sentir el choque directo contra su paladar. Sabor que le provoca arcadas, asco irrefrenable que le impulsa a hundirse más. No hay inconsciencia que pueda alejarlo lo suficiente, pero hay recuerdos que pueden envolverlo como para solo recordar la imagen de Steve. Sus ojos, sus labios, su sonrisa, su cabello rubio y el calor de sus manos.
Recuerda el calor de sus manos. Como una caricia sutil, una manta que lo envuelve para darle el confort y la seguridad que le hace falta.
Y maldice, maldice con las fuerzas que aún le queda, con la conciencia que aún no se ha separado, con la voluntad que aún no se ha rendido bajo los golpes de criaturas miserables, ansiosas de dolor.
—Entonces, ¿Qué hay realmente interesante en ti?— las palabras llegan lejanas, apenas como un murmullo inteligible. Cuando el dolor aún se siente, sin saber si solo era el recuerdo o una realidad aun presente. Siente presión sobre su vientre antes de que una patada le arrebate el aire que había logrado llegar hasta sus pulmones —. Solo eres basura—
Sangra correr entre sus labios, con ese sabor metálico y desagradable que le hace ser consciente del verdadero daño en su interior. Su cuerpo arde, duele, rígido y tenso. No logra distinguir el origen del dolor, no logra establecer un punto que le arrebate el aire en agonía. Logra ver la sangre en las extensiones de su cuerpo que su posición le permite, con el dolor mezclándose con la humillación y vulnerabilidad. ¿Había palabra más grande para describir esa sensación devastadora que parecía destruir su cuerpo? Como si dagas clavadas en su piel fueran retorcidas para el placer de quienes aún le rodeaban con sonrisas burlones.
Una nueva patada lo hace gemir de dolor, encorvándose en su lugar, intentando moverse para proteger las pocas zonas aun sanas. Si es que aún quedaban. Risas resonaron a su alrededor, lejanas, dispersas, tan confusas que difícilmente pudo identificarlas en medio de la bruma que consumía su consciencia. Brazos le sostuvieron con más delicadeza de la que sintió en las últimas horas, con una voz tan familiar como extraña, de la que no logro identificar origen.
—Lo siento—
Sus labios se abrieron, queriendo responder antes de que la bruma negra lo consumiera finalmente, arrastrándolo a un sueño del que tal vez ni siquiera pudiera regresar.
Steve, fue su último recuerdo. »
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Estado: Sokovia
Ciudad: Capital
Localización: #1 Base Principal de HYDRA.
Hora: 17:31 hora local.
La base principal de HYDRA, ubicada en los terrenos boscosos de la capital de Sokovia, era una estructura antigua, en viejo castillo abandonado y tomado por esa organización corrupta que lo ambiento para sus planes. Si bien en el exterior era una fortaleza casi impenetrable, con seguridad tanto militar como tecnología, en el interior era una mezcla perfecta entre las mejores modificaciones de los avances actuales con las estructuras de antaño. Y si a la distancia era una estructura imponente, a solo unos pocos metros, entre la espesura del bosque que le rodeaba, era aún más escalofriante e inalcanzable de lo que se pudiera haber pensado desde un principio. Los Avengers pudieron comprobarlo en carne propia desde el momento que sus pies tocaron tierra, desde que, aun ocultos en el bosque, fueron detectados por los enemigos dando inicio a una pelea que se tenía prevista en terrenos más próximos a la entrada.
La protección de S.H.I.E.L.D. había sido perdida apenas sobrevolaron territorio de Sokovia, y la comunicación no se volvió más que un recuerdo cuando rozaron los límites de los territorios de HYDRA. Y en ese momento, finalmente en tierra y moviéndose por el bosque, cada uno de los miembros se tenía a sí mismo, a su equipo y al comunicación que se volvió el único contacto entre ellos.
Una explosión se hizo escuchar en la zona más céntrica del bosque, desde donde un grito de Hulk se alzó como una advertencia, un llamado a los miembros de HYDRA que acudieron con intenciones de contener la amenaza. Una que pocas probabilidades tenían de controlar, pero que no evito la presión en el pecho de Black Widow, obligada a confiar en sus compañeros, aprovechando cada abertura que pudiera ser dispuesta hasta la entrada. Rayos cayeron por las inmediaciones, mucho de ellos centrándose en la arquitectura que parecía ser dañada con cada nuevo golpe, que sería destruida apenas Hulk lograra llegar hasta sus cercanías. Thor se había hecho notar con el martillo en mano, un apoyo para aumentar la distracción, centrando a los guardias para permitir al par de espías un rápido ingreso.
Solo tenían una oportunidad para ingresar y destruir el lugar desde a dentro.
—»Nat, enemigos hacia tu dirección«— la voz de Barton se escuchó por el comunicador en el tiempo justo para que la mujer se detuviera, localizando entre el manto blanco que la rodeaba.
Llego a disparar antes de que uno de los hombres la interceptara en su intento de escabullirse y ocultarse, liberándose con una patada que le hizo perder el arma en medio del forcejeo. Maldijo en un perfecto ruso, buscando con la mirada el arma antes de que su enemigo lograra recuperarse para atacarla, pero fue tarde cuando escucho el arma ser cargada, apuntando hacia su dirección, desde el lugar al que daba la espalda. Se mantuvo quieta, calculando los movimientos, sabiendo del tiempo contado antes de que le disparara y seguramente la matara, que la lastimara con suerte. Sus manos se hicieron puños, identificando el arma a solo unos pocos metros de su posición.
—»Widow, tenemos un problema. Modificados«— Barton se hizo escuchar una vez más, opacando el jadeo que el enemigo soltó al ser atacado súbitamente.
Natasha aprovecho, se movió con mayor rapidez, rodando sobre su propio cuerpo para tomar el arma y apuntar hacia su espalda en un tiempo mínimo, buscando con la mirada su objetivo. No encontró nada. El miembro de HYDRA que la había apuntado estaba sobre el suelo, inconsciente, presuntamente muerto, sin signos de violencia. El arma logro identificarla metros alejada, destruida. Aun así, y con una lentitud que la caracterizaba, analizo todo su alrededor mientras se paraba, sin bajar el arma que apuntaba hacia cualquier dirección de la que proviniera sonido de alerta.
—Barton, ¿Qué tienes?— pregunto hacia el comunicador, en un susurro, con apenas movimientos de sus labios —. ¿Barton? Clint, responde—
Interferencia le llego, provocando un vacío en su vientre que disparaba sus alarmas: —»Creo que las cosas no salieron como lo esperado«—
Y como si fuera una señal, una sombra se movió a los alrededores de la mujer, alertándola, apuntándola con su arma lo mejor posible, pero apenas había logrado ubicarla cuando esta volvía a desaparecer. Trago con dificultad, retrocediendo paulatinamente, buscando apoyar su espalda contra uno de los troncos de los árboles de la zona, un apoyo para no sentir su espalda desprotegida en una situación como aquella. Palabras no salieron de sus labios en una respuesta a su compañero, y este no volvió a entablar comunicación como para preocuparla. Pasos se escucharon, movimientos a su alrededor que no parecían ser producidos por nada, pero Natasha sabía que algo, o alguien, estaba a su alrededor, ocultándose en la oscuridad del bosque. Por una ve, en mucho tiempo, se sintió acechada.
Pasos rápidos se escucharon una vez más, pero esta vez eran demasiados como para ser producidos por la misma persona o criatura. Frente a ella, y con armas en mano, miembros de HYDRA habían logrado dar con su ubicación. Reacciono tarde, logrando disparar hacia ellos para distraerlos y ponerse a resguardo. Una nueva arma resonó con fuerza, la misma que anteriormente había sido arrebatada del cuerpo sin vida tirado en el bosque, la misma que ahora ejecutaba a losa gentes que habían dado con su paradero.
—¿No lo viste venir?— con un tono burlón, casi sarcástico, la figura que no había logrado reconocer se mostraba ante ella con el arma en mano, seguramente totalmente descargada. Una sonrisa fue su recibimiento —. Deberías apurarte, te cubriré— y así como había aparecido, desapareció en una ráfaga.
—Barton— llamo por el comunicador, su mirada no abandono su alrededor. Entre sus manos cargo su arma nuevamente, comenzando a caminar —. ¿Qué sabes de los modificados?—
Clint tardo en responder: —»¿Por el momento?«— pregunto, aunque no hubo respuesta por ninguno de los lados. Natasha pudo ver a su alrededor esa misma ráfaga de antes, impidiendo el paso a los miembros de HYDRA que parecían ir en su dirección, acción que aprovecho para comenzar a correr una vez más —». Son un apoyo«—
—Sí, eso me pareció—
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Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: 2km de la Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 09:58 hora local.
El helicóptero sobrevoló los límites del territorio perteneciente a las instalaciones de S.H.I.E.L.D., moviéndose con cautela para evitar llamar la atención de algún radar que pudiera dar su ubicación exacta. En el interior Anthony había colocado el mecanismo de sigilo para que sus movimientos no pudieran ser predecibles si es que, por casualidad, alguien lograra detectarlos. Aun así María no podía evitar esa sensación de adrenalina recorriendo por su cuerpo al pensar que, a solo unos pocos kilómetros, estaba la base en donde compañeros, y ahora enemigos, estaban trabajando. Sabía que varios agentes de HYDRA estaban en esa instalación como si nada pasara, que muchos de sus compañeros inocentes ni si quiera tenían idea de lo que ocurría a su espalda, y aun peor, que el propio director estaba permitiéndolo. ¿Cómo podría estar calmada en una situación así? En especial cuando sabía que esas personas monitoreaban el recorrido de los Avengers, ¿y si habían dado aviso? ¿Si habían alertado a HYDRA? Los pudieron estar esperando, formar una farsa y atacarlos par-
—Detente— Anthony corto su línea de pensamientos, captando no solo su atención en el vehículo, observándola detenidamente, esperando que pudiera relajarse como debiera. Tarde se dio cuenta que sus manos estaban en puños sobre su regazo —. Imagino lo que piensas, por eso digo; detente. Nada ha sido dicho aun, estoy seguro que el equipo está bien—
—¿Cómo puedes estar seguro?—
Virginia la observo desde su lugar, bajando su mirada a la computadora como si el tema no le fuera realmente importante. Anthony, por otro lado, solo formo una tenue sonrisa entre sus labios mientras acomodaba al niño ya dormido entre sus brazos: —¿Realmente estas suponiendo que ellos son débiles?— Hill no se atrevió a contestar —. Debemos concentrarnos por el momento, en el ahora, en este lugar— agrego, con su mirada desviándose a la ventana por la que una nave empezaba a verse en sus cercanías —. Tenemos que preparar las cosas antes de que regresen—
Hill asintió, convenciéndose a sí misma de que todo tendría que salir bien, que nada podría salir mal. Por otro lado Anthony, quien volvió a concentrar su mirada en los paneles de control, que estaban en el brazo de su asiento, para poder entablar contacto con la nave en sus cercanías. Una voz ya conocida por el castaño fue la primera en responder, entregando las indicaciones de un control remoto sobre el vehículo para que pudieran aterrizar satisfactoriamente. Y así es como lo hicieron, entrando por un puerto alterno de la nave para ingresar a la zona de aterrizaje, techada y protegida, donde ya varios hombres parecían haberlos estado esperando. El genio tuvo que reprimir el impulso de sonreír al reconocer la figura roja del androide que había dado las indicaciones para un aterrizaje satisfactorio, volviendo su mirada a las mujeres que lo acompañaban. Virginia se mantenía calmada, impasible, guardando todos los artefactos que había estado utilizando para dejar Stark Tower fuera de todo sistema de la empresas, así como aumentando la seguridad de las demás localidades que pudieran sufrir un ataque como en el que estuvieron involucrados. María, por otro lado, mantenía la mirada fija en cada persona que esperaba en el exterior, indecisa y recelosa de lo que la rodeaba.
Anthony no la culpo, tomando con fuerza a Peter que estaba ya dormido, al momento de bajar del helicóptero.
Visión fue el primero en acercarse, portando un traje completo que se amoldaba perfectamente a su cuerpo, dejando ondear una capa de tono dorado: —Parecen en buenas condiciones, ¿alguno necesita de asistencia médica?— y aunque la pregunta era general, su mirada estaba únicamente en Anthony y el niño entre sus brazos.
—No, no hará falta. No sufrimos daños— sonrió, volviendo su mirada a las mujeres como si así pudiera inspeccionarlas con la rapidez suficiente para corroborar sus palabras.
El androide asintió, con un amague de su mano para que pudieran avanzar mientras los demás agentes a su alrededor empezaban a moverse según las indicaciones que se les fueron dadas con anterioridad. A medida que avanzaban más agentes iban apareciendo, algunos armados, otros llevando papeles e incluso algunos parecían demasiado ensimismados recibiendo y enviando señales hacia puntos que María desconocía. Incluso Virginia aprecia demasiado calmada como para no haber estado enterada previamente de lo que sucedería luego del ataque de los agentes de HYDRA, aunque Anthony se había mantenido calmado, metido en una charla susurrante con el androide que –Hill noto– no pisaba el suelo al avanzar.
Por momentos los trajes blancos que los agentes a su alrededor portaban, similares a los suyos en aspecto, lograron captar completamente su atención. Reconocía las formas, la textura que a simple vista se notaba, esa singularidad que los hacia ser reconocidos como un producto de Stark Industries. Uno que, estaba segura, había sido diseñado por manos del mismo Anthony, trajes muy similares a los que había hecho para Natasha y Clint.
—Esos trajes…— pero cuando su mirada se volvió a los que le acompañaban, tuvo que callar.
—¿Ya sabes algo de ellos, Vis?— pregunto finalmente, ingresando en la sala de control principal de la nave, donde pantallas estaban desplegadas para mostrar más de un evento a la vez. Algunos de ellos, se reconocieron fácilmente, como el interior de la base de SHIELD.
—Han estado reunidos con el director. Tengo entendido que han empezado a moverse—
Anthony asintió, volviendo su atención a las mujeres cuando Virginia se adelantó para tomar al niño entre sus brazos: —Sera mejor empezar a movernos— murmuro, con voz casi pérdida en sus pensamientos —. Ustedes deberán irse a cambiar, esa ropa no les será nada útil— agrego tanto para Virginia como para María, que le observo consternada por una fracción de segundos.
—Asumo que ya tienes algo preparado— intervino la CEO, manteniendo con cuidado al niño dormido entre sus brazos para que no despertara —. ¿Qué es lo que sigue precisamente después de esto?—
—Nos encontraremos con alguien en S.H.I.E.L.D.— explico, notando la expresión de la agente —. No te preocupes, María. Son aliados—
—¿Cómo estás seguro?— increpo, con sus manos hechos puño. Una sonrisa fue la que recibió.
—Cuando te lleven a la recamara para que te cambies, también recibirás dos listas. Estúdialas lo mejor posible— instruyo, como si obviara la pregunta hecha —. En una de esas listas, reconocerás mas nombres. Son de los agentes pertenecientes a SHIELD, algunos de ellos estarán marcados. Ellos serán los traidores— pauso por solo un momento, volviendo su atención a las pantallas que estaban desplegadas en la sala de control.
»—Tenemos solo 40 minutos. Empiecen a moverse— indico, cuando agentes se acercaron hasta el lugar con intenciones claras de acompañar a las mujeres a las áreas asignadas —. Pepper, necesitare que me ayudes con cuestiones de la empresa, si HYDRA ataco la torre es que algo estaban buscando—
Virginia sonrió, con esa suficiencia que la caracterizaba al momento de haber dado apenas un paso fuera: —Las comunicaciones de la torre ya han sido aisladas, por lo que solo tendremos que encargarnos de las sedes de los demás estados— explico para tranquilidad del castaño —. La mayoría de tus trabajos están en un servidor fantasma, por lo que nadie más que tú podría tener acceso a ellos—
Anthony sonrió, a pesar de que su mirada decía que era mucho más que eso lo que le preocupaba en esos momentos.
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Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 10:42 hora local.
—¿Los han identificado a todos?—
—Si. Han sido llevados a las plantas inferiores para un interrogatorio— agrego, con su mirada moviéndose entre el director Fury, de aspecto molesto, hasta el hombre de cabellera rubia que hasta el momento se había mantenido impasible sentado en la mesa de junta, con una sonrisa que lograba causarle escalofríos —. No estamos seguros de que fue lo que sucedió, pero—
—¿No lo están?— intervino el rubio mucho antes de que Fury pudiera agregar más a la discusión —. Creí que tendría más control sobre sus hombres, director—
—Me permito recordarle que fue la presencia de sus hombres lo que provoco esto— increpo, tomando asiento una vez más en la mesa de juntas, en el otro extremo al que rubio estaba, acompañado y escudado por el castaño que reconoció como Winter Soldier.
Steve formo la sonrisa que hasta el momento había estado conteniendo, sosteniendo su mentón en la mano apoyada en la silla: —¿Es su forma de decir que somos nosotros los culpables?— interrogo, ganándose una mueca del director como única respuesta. Bucky a su lado pareció tensarse, conteniendo el impulso de tomar el arma en su cinturón —. Me permito recordarle, director, que venimos como aliados—
—Y aun así no ha explicado sus intenciones— replico, con un gesto que quería darle a entender que esperaba, seguía esperando, una explicación clara de su parte.
Coulson se contuvo de volver a intervenir, dejando los papeles que había estado sosteniendo en sus manos, en donde se detallaban las bajas y los arrestos de hace solo instantes. Aun incompletos, pues se estaban realizando registros, sin embargo si había obtenido la mayor información a grandes rasgos. Con una última mirada a los hombres reunidos en la sala, inseguro de dejarlos solos y no permanecer a un lado del director como pretendía y este no le dejaba, abandono la sala para que estos pudieran tener una conversación tranquila. Barnes, desde su lugar, no había apartado la mirada del agente hasta que este cerró la puerta tras su espalda, momento en que sus dedos del brazo izquierdo se movieron para presionar sobre su muñeca. Un mensaje directo para Rumlow, quien aún se mantenía con los hombres que le habían acompañado dentro de la base.
—¿Qué es lo que sabe de HYDRA, director?— Fury no parecía querer responder, algo que Steve tomo como pie para continuar sin esperar nada —. Vera, tengo información específica sobre su organización, sobre sus agentes y sobre los movimientos de esta organización—
Fury curvo una de sus cejas, reclinándose en su silla con una mueca que no parecía mostrar realmente un interés fehaciente en las palabras del rubio: —¿Y por qué llega hasta este momento? Si es que no está enterado, los Avengers se están encargando de su sede principal, la última que queda— y Steve tuvo que reprimir el impulso de una carcajada brotando de sus labios por las palabras tan confiadas del hombre frente a él —. ¿Qué podría entregar que pudiera realmente serme útil?—
—Si lo pone así. Tiene su punto— asintió, con un encogimiento de hombros al restarle importancia al asunto —. Barnes, ¿podrías ir a ver a Rumlow?— el soldado dudo antes de cabecear en afirmación para salir de la sala de reuniones.
El silencio se extendió entre ambos, como si todo hubiera sido dicho y solo esperaran que el tiempo pasara. Fury, desde su lugar, no aparto la mirada del rubio, analizando cada mínimo gesto que este dejaba ver, que se le escapaba y mostraba. Una sonrisa, una mirada burlona y una posición desinteresada era lo único que mostraba al estar sentado en la silla, reclinado contra el respaldo, dejando que el tiempo transcurriera con una lentitud y pesadez difícil de superar. Ambos hombres parecían sumidos en sus pensamientos, calculando sus próximos movimientos como si la mesa ante ellos fueran en tablero de juego y las piezas fueran los hombres en el exterior de la sala, hombres que se movían de un lado a otro intentando dar una explicación concreta a lo que solo instantes había sucedido.
En lo personal, y ocultándolo perfectamente, Steve se sentía satisfecho por la reacción casi inmediata de los encubiertos agentes de HYDRA en esa organización. Una simple provocación de Rumlow había bastado para que estos empezaran el ataque, dejándose en evidencia y a ellos las oportunidades para atacar.
—¿Sus agentes han logrado obtener algo?— pregunto finalmente cuando el director pareció concentrarse apenas unos instantes en la pantalla de su celular, lo que pretendía serlo, seguramente sumido en un informe entregado de forma poco oficial.
—¿Es lo que está esperando?—
Steve no respondió, girando en su silla por un momento, de forma distraída: —No, pero nunca está de más comprobar la información que le extienden— una mirada fue lo que recibió, una que le exigía una explicación a su declaración —. ¿Qué tanto conoce de ellos, Mr. Fury?—
—Lo suficiente—
—¿Seguro?— la burla implícita no fue indetectable para ninguno, aun así Steve se inclinó sobre la mesa, como si la distancia no fuera un impedimento para adoptar la postura de querer contar un secreto a quien tenía de frente —. Debe saber que HYDRA es un virus que infecta y consume todo lo que este a su alcance—
—¿Intenta advertir de no salir infectados?— replico, con un tono irónico en su voz.
—Intento advertirle de que necesita una cura—
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Estado: Sokovia
Ciudad: Capital
Localización: #1 Base Principal de HYDRA.
Hora: 19:14 hora local.
Hacía casi media hora que los disparos, los gritos y las órdenes habían cesado. La pelea en el exterior había terminado para dar paso a una estrategia más profunda por ambas partes. Miembros de HYDRA habían recibido la orden de proteger las entradas sin importar las consecuencias, así mismo de recorrer cada ínfimo pasillo buscando a los intrusos que habían logrado colarse entre sus instalaciones. Los Avengers, por otro lado, se habían logrado dividir para abarcar más terreno y, a su vez, lograr llevar a cabo la principal fase de su ataque.
Natasha, quien había logrado meterse entre las instalaciones apenas la oportunidad se presentó, se aseguró de notificar su ubicación a sus compañeros para lograr una distracción mayor que le permitiera un paso libre por las secciones. Thor estaba llevando a cabo un gran trabajo, concentrando la mayor cantidad de agentes de HYDRA en su ubicación, también cercana a la de Hulk, con supuestas intenciones de entrar en el castillo. Nada más alejado de la realidad. Incluso Barton, quien había encontrado un buen lugar para servirle de apoyo desde la distancia, eliminando a los enemigos que pudieran cruzarse por su camino en las zonas de mayor avistamiento, asegurando también de avisar de algún movimiento sospechoso a su alrededor.
Tal vez por eso es que no se sorprendió cuando una pelirroja se presentó ante ella con una expresión que podría ser tachada de aburrimiento.
—Eres lenta— con un marcado acento pareció recriminar a la mujer, que la observo con una ceja en alto.
—No sabía que tenía hora de cita— replico con sarcasmo. En su mano derecha parecía brillar el arma que estaba a solo un movimiento de apuntar contra la mujer.
—Es mejor moverse rápido, agentes se acercan por el ala este—
Natasha la observo con la curiosidad e incredulidad bailando en sus ojos, sin reflejarse en su expresión, aun cuando la muchacha empezó a caminar hacia el lado contrario del que menciono, haciéndole una señal clara de tener que seguirle: —¿Cómo estas segura de eso?—
—Mi hermano los está distrayendo— explico, asumiendo con facilidad que la espía ya sabía de quien se trataba —. Ya debieron conocerlo. No lo hará por mucho, apresúrate—
—»Nat, ten cuidado«— el aviso de Clint le llego por el comunicador, algo a lo que no respondió.
Wanda, como se había presentado apenas pudieron estar fuera de peligro, había dejado en claro sus intenciones de llevarla hasta la sala de control del castillo, el lugar que Natasha había estado buscando desde que ingresaron, casi a ciegas debido a la falta de información que había del interior. A pesar de las preguntas de la espía, la muchacha no respondió preguntas a sus intenciones o motivos por el cual ayudar a los que, se suponían, eran enemigos de los líderes para quienes trabajaba. Aunque no tuvo que ser muy lista para comprender que la fidelidad de esa niña, y la del modificado del bosque, estaba muy lejos de HYDRA.
—Tienes 5 minutos— instruyo cuando señalo la computadora central.
Al paso de ambas habían quedado los pocos miembros de HYDRA que se habían quedado custodiando el lugar, tal vez demasiado confiados en que no conocerían las instalaciones internas como para llegar tan rápido.
—Pareces conocer muy bien este lugar— en un nuevo intento por obtener información, Natasha fingió estar concentrada plenamente en obtener toda la información de HYDRA para destruirla —. Al salir de aquí—
—Te explicare a ti y a tus amigos todo— le interrumpió, con la mirada fija en el único pasillo que seguía despejado para su huida —. Sé que están escuchando, y sé que el arquero está observándonos desde la ventana noreste— aclaro, con un gesto hacia la ventana que Natasha también observo.
Romanoff sabía perfectamente que Clint las había estado siguiendo desde el exterior, moviéndose por los lugares indicados para tener una flecha lista apuntando a Wanda. Lo que no se había esperado es que esta supiera de tal situación: —Es preventivo—
—Lo sé— con un encogimiento de hombros, una mínima sonrisa se extendió por los finos labios de la menor —. Mi hermano ha estado siguiéndonos todo este tiempo—
—¿No estaba deshaciéndose de los de HYDRA?— replico, con su mirada escudriñando su alrededor, aun mas alerta de lo que en un inicio estaba.
—Nunca dije que fueran fuertes—
Diez minutos fue lo que le tomo a Natasha hacerse de toda la información de HYDRA gracias al pendrive provisto por S.H.I.E.L.D., mismo que Anthony había dejado con esa única función. Esa y la de instalar un virus que denotaría toda la instalación en el tiempo necesario para que les permitiera escapar. Una señal de retirada fue dada para los Avengers, quienes con la mayor sutileza posible, habían dado por terminadas las peles que llevaban adelante para ponerse a resguardo del ataque final. Los miembros de HYDRA habían estado metidos dentro de las instalaciones, al parecer pretendiendo llevar a cabo un plan de contingencia, queriendo sacar fuera de peligro a su líder.
Clint había sido lo suficientemente listo y rápido como para evitar la situación al haber sobrevolado con el quinjet la zona.
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Estado: Sokovia
Ciudad: Capital
Localización: #1 Base Principal de HYDRA.
Hora: 19:54 hora local.
El silencio fue pesado por los primeros minutos, sin palabras cruzadas, con miradas yendo y viniendo a las espera de una explicación que nadie parecía querer empezar a dar. En lo profundo del bosque el fuego, que en un momento consumió la estructura que perteneció a HYDRA, se comenzaba a apagar para dejar una fina y suave estela de humo perdiéndose en el frio de aquellas épocas del año. La zona había sido barrida al menos tres veces para buscar algún miembro sobreviviente, algún infiltrado, alguien que pudiera haber escapado para dar aviso. No hubo rastros que dieran la necesidad de alejarse o retrasar el regreso al quinjet, que había permanecido estacionado en zonas alejadas y seguras, lejos del fuego cruzado luego de que Clint hubiera dado el golpe final.
—¿No dirán nada?—
Los gemelos intercambiaron una rápida mirada, Clint había ido directo a ellos cuando todo pareció volver a una remota calma, con Natasha intentando establecer contacto con la base de S.H.I.E.L.D. Wanda se encogió de hombros, volviendo su atención al arquero, dudando de responder finalmente: —¿Qué es lo que desean saber?—
—Todo— intercambiado miradas entre uno y otro, la expresión de Barton no dejo ver algún gesto de amabilidad hacia los niños que, hasta el momento solo los habían estado ayudando —. Estaban dentro de las instalaciones de HYDRA, y no parecían muy incomodos o atrapados. Eran aliados, ¿cierto? ¿Por qué ayudarnos? ¿Cuál es su propósito?—
—Y parecía no hablar mucho— soltó con burla Pietro, quien desvió la mirada hacia el bosque de forma despreocupada, siguiendo con la mirada los rastros de humo —. No estamos con HYDRA; hace tiempo dejamos de estar con ellos. Y si estábamos en este lugar, era para darles apoyo en su llegada—
—Nos esperaban— afirmo la rusa, dejando en paz el comunicador que no parecía dar señales de querer comunicarse con la base —. ¿Ordenes de quien siguen?—
—No de HYDRA, si es lo que quieren saber— con una expresión casi hastiada, Wanda se tomó unos pocos minutos para continuar —. Han sido solo un punto dentro de algo mucho más grande, que nunca pudieron ver—
—Algo que nos van a explicar, ¿cierto?— y a pesar de su expresión serena, el tono de Bruce dejo ver la orden implícita en palabras que parecían una sugerencia.
Wanda intercambio miradas entre los héroes, examinando cada una de sus expresiones. Unas mucho más agradables que otras: —Un golpe de estado dentro de HYDRA— si hubo sorpresa, lograron ocultarlo muy bien —. Alguien que ha trabajado dentro por años, que ha encontrado un motivo mucho más grande que algo tan banal como los ideales—
—¿Cuáles son los objetivos o motivos de ese alguien?— Banner no dejo pasar la oportunidad, dispuesto a obtener la información que los gemelos fueran capaces de entregarle. La irada de ambos muchachos duro un minuto sobre su persona, tiempo en el que la tensión pareció crecer de forma incomoda.
Wanda fue la primera en parecer reaccionar, dando una rápida mirada hacia su hermano antes de volver a ver al doctor, en su rostro mostraba la inseguridad de responder esa pregunta. Muchos de los presentes dudaron de las razones para no responder, demasiado tensos y expectantes como para permitirse solo aferrarse a los motivos más nobles, de todas formas, ¿Qué se debería esperar de alguien que había trabajado bajo el ala de HYDRA por tanto tiempo? Una persona que tenía el poder, en ese momento, de hacer un golpe de estado, de manipularlos para que dieran el golpe final, de enviarles incluso como refuerzos a jóvenes modificados que habían demostrado tener la habilidad en el campo de batalla que solo se ganaba con experiencia. Pietro finalmente se encogió de hombros, dando una respuesta muda a una pregunta que no sería contestada de forma inmediata.
—No estamos aquí para darles respuestas— ratifico la pelirroja, entre sus dedos un aparato de comunicación pareció sonar hasta captar su atención —. No cuando las obtendrán de otro lugar— agrego con la mirada fija en la pantalla —. Debemos movernos—
—¿Y eso es todo?— con un gesto nada contento, Barton interrumpió el camino que los gemelos pretendían seguir, ganándose la mirada de muchos.
—Clint—
—No— cortó a la espía, alzando la mano sin despegar la mirada de los gemelos —. ¿Solo así? Debemos movernos— imito, volviendo su mirada a sus compañeros —. ¿Y no diremos nada? No me importa para quien trabajen, si esta contra HYDRA o no, si tiene motivos o no para hacer lo que hace. Quiero saber que ustedes, niños, no son un peligro. No son aliados solo por habernos ayudado—
Pietro no pudo retener una sonrisa entre sus labios, con sus manos dentro de la chaqueta blanca que portaba para la ocasión, al igual que el resto de su atuendo: —¿Quieren respuestas?— ladeando su rostro, con la diversión consumiendo sus expresiones de una forma que no se había visto hasta ahora —. Anthony Stark les dará todas sus respuestas—
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Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 12:00 hora local.
Las naves recibieron el aviso casi de forma inmediata, comenzando a moverse hacia las instalaciones de S.H.I.E.L.D. en donde fueron recibidas con las pistas de aterrizaje libres para un rápido proceso. Agentes habían estado esperando en los alrededores para movilizar a los tripulantes por las secciones a las que habían sido delegados con anterioridad, algo que Visión advirtió cuando aún sobrevolaran la zona, para estar atentos a las órdenes que debían obedecer, siempre alertas a cualquier movimiento. Visión, con Virginia, se habían separado junto al mayor grupo de agentes que los acompañaban, María logro escuchar que se dirigían hacia donde el resto esperaba por apoyo para lo que estaba sucediendo. Anthony la tranquilizo con que solo era el proceso de curación por el que S.H.I.E.L.D. estaba pasando.
—Necesito que me sigan— pidió Coulson cuando se acercó hasta donde estaban, con su mirada recorriéndoles de forma insegura y nerviosa.
Anthony sonrió de medio lado, como si la sorpresa del agente por verlo no pudiera afectarle realmente, tal vez esperándoselo como para concentrarse en algo más que no fuera el niño entre sus brazos. Peter había estado observando su alrededor con la curiosidad propia de un infante que no ha conocido nada del mundo, demasiado tranquilo como para volverse una molestia entre los presentes. María, por su parte, no había logrado calmarse, atenta y alerta con cada paso que daban, sin despegar la mirada de su compañero, viejo compañero. La lista que Anthony le hizo memorizar se repetía como un cuento en su mente, un cantico que se negaba a olvidar.
—¿Dónde vamos?— aunque la pregunta sonó general, la mirada de Hill se centró únicamente en Anthony, quien la regreso a mirar con una ceja en alto. Por alguna razón se sentía rodeada, asfixiada por los agentes de S.H.I.E.L.D. que los escoltaban, casi formando una muralla a su alrededor. Eran solo dos personas y sentía que trataban con una amenaza mundial. La diferencia entre los trajes, aunque iguales en aspecto, solo le hacía sentir aún más alejada de la agencia que considero su hogar.
—Tenemos una reunión, hay varios cosas que se deben aclarar— explico con tranquilidad, sus ojos parecieron brillar por una fracción de segundo hasta volver a ver al infante entre sus brazos.
—Parece muy informado de lo que sucede—
Anthony sonrió de medio lado, no pasándosele desapercibido el tono que Coulson intento disimular: —Supongo que debes estar sorprendido, tal vez aun extrañado de todo esto— argumento al encogerse de hombros.
—Creímos que estabas muerto—
—Eso nos hicieron creer— replico Hill, en un murmullo que fue escuchado por ambos hombres. Coulson frunció el ceño, con Anthony reteniendo la sonrisa entre sus labios.
—Es una larga historia— pauso, intercalando miradas entre ambos —, que será dicha en su momento. Solo hay que tener paciencia—
—¿Para qué?— el agente no se mostró muy sereno, deteniéndose frente a la puerta, dudando de abrir hasta no tener la respuesta que le hiciera confiar. Algo que Anthony no parecía muy dispuesto a entregar.
—Para el show— susurro para sí.
El interior de la sala se encontraba en absoluto silencio, Rogers y Fury no habían intercambiado palabras luego de la orden para que las naves se acercaran y aterrizaran sobre los territorios de la base. Posteriormente solo habían recibido los informes de la situación, los cambios y los arrestos que iban ocurriendo entre las instalaciones. Sin embargo, por cada minuto y cada nuevo descubrimiento, Steven tenía que hacer un gran esfuerzo por no dejar salir la sonrisa entre sus labios que, de poder, Fury hubiera desecho con un puñetazo. El hombre parecía perder la paciencia para la diversión del capitán, quien no se había perdido gesto alguno. Por esa misma razón los pasos tras la puerta, así como las voces, supusieron un alivio para el tenso silencio que solo iba in crescendo.
María fue la primera en pasar luego de Coulson, con una mirada dura, analizando cada espacio o reacción en los presentes. Sus ojos pasaron de Steve a Fury, en quien dejo depositada una desconfianza alimentada por la información obtenida, sin poder obviar los recuerdos agrios que le habían producido una muy superficial excavación entre los archivos de S.H.I.E.L.D. Y aun con las palabras de Anthony de calmarse, permitir que las cosas siguieran su curso y no alterarse demasiado, no había podido obviar el desagrado que le produjo ver al hombre en quien confió. Un hombre que le estaba mintiendo en ese momento, que fingía, que pretendía ser lo que no era.
—Al fin habéis llegado, ¿viaje largo?— una nota de burla se dejó ver entre las palabras de Steve cuando pudo finalmente ver a Anthony ingresar en la sala. Pero lo que no pudo ver fue la reacción de Fury cuando desenfundo su arma para apuntar hacia los recién llegados.
Las reacciones en algunos fueron lentas, en otros más rápidas, mientras la sorpresa consumió a los que no se lo habían esperado. Fury había apuntado hacia la puerta, para cualquiera hubiera sido un ataque hacia cualquiera de los que recién entraban, pero María pudo ver las intenciones claras de disparar directamente hacia Anthony. Las mismas intenciones que Coulson pudo ver cuando el arma fue apuntada y disparada, apartando a Anthony, junto al niño, antes de que fuera impactado. María fue la única que reacciono a desenfundar su arma y disparar, con una precisión y sangre fría que solo le era permitida usar en plena misión.
—¡Anthony!—
El cuerpo de Fury cayó de rodillas mucho antes de que la sangre comenzara a humedecer su pecho.
La conmoción no fue pasajera, ni mucho menos liviana, cuando todos pudieron procesar lo que acababa de pasar. Rogers solo tuvo el impulso de acercarse hacia el castaño, quien no había perdido el equilibrio al sostenerse de una pared cercana, aferrando el cuerpo de Peter contra su pecho, quien había empezado a llorar con solo escuchar el primer disparo. María sintió su pulso estallar, con bocanadas de aire que no parecían llegar hasta sus pulmones en el momento exacto que vio el cuerpo de su líder, su jefe, caer al suelo sin vida. Lo había matado, había matado a Nick Fury sin siquiera pensarlo, sin que su mano temblara, sin detenerse a pensar en lo que estaba haciendo. Cuando volvió a ver a Anthony, supo que había hecho bien al encontrarlo entre los brazos del rubio soldado, intentando calmar al infante.
—María— Coulson no estaba mejor, no estaba seguro de haber podido procesar todo lo que sucedió en solo cuestión de segundos —. ¿Qué has hecho?—
La mujer dudo, pasando su mirada del cuerpo inerte hasta su compañero, bajando finalmente el arma: —Esta bien— le tranquilizo, con un encogimiento de hombros, una naturalidad que para Phil no debía estar ahí —. Está bien—
Lo que nadie pudo ver fue la sonrisa de Anthony, la misma que oculto contra el pecho de Steve cuando este lo abrazo con mayor fuerza.
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Localización: Océano Atlántico.
Hora: 12:20 hora local.
Una maldición en ruso fue lo primero que soltó, evitando golpear el tablero del quinjet, separándose de la computadora. Una expresión molesta fue imposible de retener, observando con odio contenido la falla que mostraba en la pantalla, una comunicación que no llego a concretarse, ¿los motivos? No los sabía. La computadora funcionaba bien, perfectamente, y estaba segura que ningún golpe se había dado al quinjet en medio de la pelea. Natasha, por primera vez, se sintió frustrada al no obtener una respuesta que la satisficiera.
—¿Algún resultado?— Banner se acercó con una expresión que quería brindarle la calma que la mujer pareció perder, ganándose una expresión casi hastiada —. ¿No será problemas en S.H.I.E.L.D.?—
—¿Un ataque?— murmuro para el doctor, desviando la mirada por el rabillo del ojo hacia los gemelos que, pese a acompañarlos, se habían mantenido en la parte más alejada del quinjet.
No hubieron intercambio de palabras en lo que tenían de viaje. Los Avengers se habían movido como lo hubieran hecho de haber terminado la batalla, Clint había tomado el mando del quinjet para el viaje de regreso, con Natasha sentada en la computadora para intentar establecer contacto. Thor y Bruce, aunque no lo aparentaran, habían estado atentos a los movimientos de los gemelos, aun desconfiados y renuentes a tomarlos como unos aliados tan fácilmente. En cuanto a Wanda y Pietro, que parecían no reaccionar al ambiente tenso generado por su presencia, se habían mantenido en la parte más alejada del quinjet, cada uno sumido en su mundo, como si los demás presentes hubieran perdido valor.
Wanda parecía demasiado concentrada en un pequeño aparato entre sus manos como para hacer caso a las miradas que se le eran dirigidas.
—¿No has conseguido nada?— activando el piloto automático, Clint finalmente se separó de los mandos de controles —. ¿No tenemos otro método para contactarnos?—
—¿Hablas de invadir los sistemas de S.H.I.E.L.D. como si fuéramos un grupo de hackers capaces de tirar abajo las barreras de códigos que existen alrededor de su comunicación?—
—Uhm, ¿sí?— y la expresión de la mujer le dejo en claro que esa no era una posibilidad remota.
—Al menos sabemos que el amigo Stark hizo un excelente trabajo protegiendo los sistemas de S.H.I.E.L.D.— intervino el dios nórdico, con una sonrisa entre sus labios que dejaba ver el orgullo por los logros de su camarada, obviando la situación en la que estaban.
—¿Os importa que pruebe?—
Las miradas viajaron directamente a la muchacha que, hace solo segundos había estado a un lado de su hermano, moviéndose con la suficiente agilidad como para no ser percibida por ninguno, llegando hasta su lado con una facilidad que logro ponerlos en alerta de forma inmediata. Wanda inclino su cabeza, casi divertida, por la actitud a la defensiva que los Avengers habían adoptado sin siquiera pensarlo. Tal vez demasiado metidos en su conversación como para haberse preparado para su acercamiento, algo que a la muchacha casi lograba sacarle un gesto más allá de la indiferencia.
—¿Qué sabes tú sobre esto?— Natasha no se veía muy confiada, a pesar de no haber evitado que la muchacha tomara asiento frente a la computadora.
—¿Sobre códigos, barreras de seguridad y software de protección?— el tono casi irónico que uso provoca algunas muecas entre los presentes, así como la risa que se escuchó de fondo. Pietro no parecía perder de vista a su hermana, tal vez entretenido por la situación.
Wanda tomo el lugar que Natasha había estado ocupando, comenzando a computar los códigos que parecía saber de memoria, traspasando las barreras que la espía ya había intentado saltar: —¿Cómo sabes de todo eso?— la muchacha no respondió de forma inmediata, fingiendo estar concentrada en la pantalla de la computadora, sin haber escuchado a la espía.
—Un genio me enseño— virando la mirada hacia los héroes, sus dedos permanecieron quietos sobre el teclado mientras la pantalla se volvía completamente negra.
Por segundos las pantallas de las computadoras dentro del Quinjet dejaron de reaccionar, la velocidad de vuelvo había variado por fracciones que alteraron lo suficiente a los Avengers. Al menos hasta que todo pareció funcionar perfectamente una vez más, como un apagón tan corto que solo dejaba atrás el vestigio de un intento de temor por la vulnerabilidad. Wanda se mantuvo serena en su lugar, como si esperara que las pantallas mostraran algo más que las ventanas que inicialmente ya tenían, con la información de los parámetros generales del quinjet, junto con los mapas de su posición actual y los consumos que iban realizando al tiempo que se movían.
—Miss Maximoff, es bueno tener noticias de usted—
Wanda sonrió finalmente al reconocer la voz transmitida, que lleno la cabina del quinjet por completo: —Bueno escuchar tu voz, J.A.R.V.I.S.— respondió el saludo, reclinándose levemente en el respaldo de su silla —. ¿Es posible entablar comunicación con la base de S.H.I.E.L.D.?—
—Por el momento no ha de ser posible— generando la duda e incertidumbre en los presentes, JARVIS pareció tomar unos escasos minutos para completar su explicación —. FRIDAY ha sufrido daños, consecuentemente, los sistemas de S.H.I.E.L.D. han colapsado por un problema interno. Estimo que el tiempo de reparación estará en 2 horas, aproximadamente—
—¿Un ataque?— Clint no pudo quedarse tranquilo, tal vez obviando el no reconocer la voz de la IA con la que estaba tratando —. ¿Cómo puedes saber eso si los sistemas están colapsados?—
—Estoy en un sistema aparte, pero al mismo tiempo en conjunto, para poder reestablecer las líneas de comunicación. ¿Desea un reporte completo del inconveniente, Mr. Barton?—
—Guarda las explicaciones— Wanda intervino, aprovechando la sorpresa de los héroes ante el reconocimiento de la IA —. ¿Podemos llegar a la base?—
—Estaré notificando su llegada, con una proximidad de 7 horas— respondió, por momentos los controles del quinjet parecieron tener un cambio que ninguno se había esperado —. Si me permiten tomar el control del quinjet, los movilizare por el recorrido más seguro. Temo decir que varios agentes de HYDRA han empezado a movilizarse y atacar—
—¿Atacaron S.H.I.E.L.D.?—
—Así es, Miss Romanoff— la espía sintió sus manos apretarse en puños, con una mueca conteniéndose entre sus labios, tensa —. Sin embargo se ha logrado frenar el ataque, lo que no se pudieron evitar fueron los daños. ¿Debo notificar de algún herido entre ustedes?—
Nadie pareció tener palabras para responder, al menos no entre los héroes, que intercambiaron miradas entre ellos al buscar la confianza para creer en las palabras de la IA: —¿Quién es tu creador, amigo computadora?—
—Anthony Edward Stark, Mr. Odinson—
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Estado: New York, Estados Unidos.
Ciudad: New York City.
Localización: Stark Tower.
Hora: 19:45 hora local.
Sus labios se extendieron en una divertida sonrisa, siguiendo con pasos silenciosos a los hombres que parecían moverse por las instalaciones a su placer y diversión, revolviendo y destruyendo lo que encontraban en su camino, seguramente por no ser lo que tanto ansiaban. ¿Y qué ansiaban? Se preguntó, casi con una diversión enfermiza al verlos ir de un lugar a otro, comparándolos con pequeñas ratas en un gran laberinto del que no podrían escapar. Sus ojos verdes brillaron aun en medio de la oscuridad en la que estaba envuelto, podía verlos, no así esas criaturas que consideraba tan inferiores y estúpidas, que pasaban frente a él sin saber que estaba ahí, que podía tocarlos, que podía extender su mano y acabar con sus vidas si así lo deseaba.
Las instalaciones de Stark Tower eran un desastre, con restos de vidrio y decoraciones por los suelos, con muebles desechos, con mobiliario dado vuelta, como si bajo estos pudiera haber existido algo de valor. El lugar que tal vez en algún momento pudo haber sido una sala de decoración elegante y fina, ahora no era más que un cumulo de muebles, objetos y piezas desperdigadas por todas partes, destruida, deshecha, como si un huracán hubiera pasado por esta solo con el deseo de destruir. Los aparatos electrónicos, los que seguramente invadían la torre en totalidad, los que la mantenía funcionando, ahora parecían estar a un golpe de explotar frente a ellos. Recorrió las instalaciones de los últimos pisos con lentitud, apenas y siendo escuchado, siguiendo los pasos de los hombres que desentonaban con todo lo que la torre pudo ser en algún momento. Hace apenas algunas horas.
—¿No les han dicho que es de mala educación invadir propiedad privada?— la burla se filtró entre sus palabras, dejando ver parte de su figura en la bruma de una neblina que parecía estar y no estar.
Las expresiones de sorpresa e incredulidad no se hicieron esperar, las mismas expresiones que había querido provocar al dejarse ver. Porque esas criaturas habían sido tan fáciles de encantar, tan fáciles de manipular y mover. Armas se prepararon para dispararle, y quiso reír al notar la ingenuidad humana por treta tan estúpida contra él. Un solo movimiento de su mano, un cetro alzándose contra ellos al brillar con fuerza. Un solo haz de luz basto para que todo quedara en silencio, para que los disparos nunca llegaran a ser.
Cuerpos cayeron a sus pies, como una alfombra por la cual paso con el porte de un príncipe.
Bueno, era un príncipe.
—Tal parece que llegue muy pronto para la diversión— murmuro al volver por el mismo camino por el que había llegado al taller de aquella torre.
La sala pareció haberse reconstruido en solo fracción de segundo, permitiéndole tomar asiento en el fino sillón de cuero que lo recibió en una comodidad y conforto que casi le hizo suspirar, haciendo su cabeza hacia atrás. Dejando caer un bolso sobre la mesa de centro, estiro sus pies sobre esta para encontrar la comodidad que había perdido en el último tiempo. Su alrededor, aunque no era un palacio como estaba acostumbrado, si tenía la elegancia y el porte que estaba dispuesto a tomar como propio de su persona.
Loki observo con ojos divertidos las gemas que estaban sobre la mesa, apenas asomándose por el borde de una pequeña bolsa de tela que había estado protegiendo casi con su vida: —J.A.R.V.I.S.—
—¿Si, Príncipe Loki?— las computadoras estaban nuevamente en funcionamiento, con las pantallas brillando totalmente reconstruidas.
—Dile que lo golpeare si tengo que hacer la limpieza una vez más—
—Como ordene— solo unos segundos después una suave tonada empezó a escucharse en la sala, provocando una sonrisa tenue entre los labios del pelinegro —. ¿Desea también que notifique de su exitosa llegada de su viaje?—
Loki lo pensó durante unos instantes, acomodándose mejor en el sillón: —Si, puedes decirle eso también—
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Estado: Colorado, Estados Unidos.
Ciudad: Afueras de Denver.
Localización: Base de S.H.I.E.L.D.
Hora: 18:00 hora local.
Wanda y Pietro se separaron de ellos apenas llegaron a pisar los territorios de la base de S.H.I.E.L.D., sin explicaciones de por medio, desapareciendo de su vista de la misma forma que llegaron a ellos. María los espero en la pista de aterrizaje, extrañamente sin resaltar por el nuevo traje de telas blancas que parecía portar con verdadero orgullo, el mismo traje que el resto de agentes aprecian estar usando por una razón que escapaba de la razón de los héroes. Lo que sí pudieron notar fueron las nuevas caras que, desde la distancia, parecían examinarlos como si esperaran algo de ellos.
María no había intercambiado palabras con ellos, más de las estrictamente necesarias, advirtiendo que todas las explicaciones serian dadas en la sala de juntas donde los estaban esperando. Al parecer todo sería dicho por alguien que Hill no quiso decir quién era, incluso cuando intentaron encontrar las respuestas que los carcomían por dentro, como por ejemplo el paradero de Anthony, si era verdad lo que Pietro les había dicho sobre que estuviera vivo. O siquiera si era una posibilidad remota. Sin embargo no obtuvieron más que el silencio y una sonrisa conciliadora de la mujer que los llevo hasta la sala principal de reuniones, donde parecía haber tenido remodelaciones que, aunque mínimas, aprecian cambiar completamente el ambiente.
María cerró la puerta cuando estuvieron dentro, deseándoles suerte.
—Avengers, bienvenidos— sentado en una de las sillas al final de la mesa, el rubio les dedico una sonrisa que fungía de ser amable —. Me alegra ver que han logrado llegar con bien. ¿Wanda y Pietro los han ayudado?—
—¿Y tú eres…?— Barton fue el primero en hablar, obviando las palabras del rubio, mostró una postura firme que exigía una respuesta inmediata.
El rubio se tomó unos minutos para responder, reprimiendo una risa que deseaba escapar de sus labios: —Por supuesto, permítanme presentarme— asintió para poder pararse de su lugar —. Mi nombre es Steve Grant Rogers, el Capitán América— sonrió de medio lado, indiferente a las expresiones de los héroes.
»—Un aliado vuestro—