5.- Después del mañana

¿La luz del sol siempre había sido así de intensa? No lo recordaba con claridad, pero tenía la certeza de que no era así de intensa siempre. Tal vez se trataba de la estación en la que se encontraba. Tenía que ser verano si era así.

Poco a poco se dio cuenta de que estaba recostada sobre… hierba. Le fue dificultoso recocer que era eso ¿Por qué le costaba reconocer algo tan sencillo? ¿Era sencillo, cierto? Se sentía bastante bien en la posición en la que estaba. Y el viento era refrescante.

Llego a ella un olor bastante agradable ¿Qué era ese olor? Sabía que conocía ese olor, lo tenía muy presente, pero… ¿de qué era, Era algo comestible, o solo ambiental? En el fondo de su mente sabia el nombre de lo que producía aquella fragancia… tenía que ser algo bastante lindo, tenía una forma… flores. Muchas de ellas.

Nuevamente se preguntó porque le costó reconocer que el aroma veía de flores, era intenso y relájate. No recordaba el nombre de las flores que producían ese aroma. Pero ahora que sabía que eran flores intento concentrarse en su entorno.

Roso sus dedos sobre la superficie en la que se encontraba. Si, era pasto, y había flores a su alrededor, la luz le pegaba directamente. Tenía que ser un campo abierto, y el aroma era delicioso, pero… quería verlo. Y no podía. ¿Por qué no podía abrir los ojos? Lo intento. Envió la orden a su cerebro de que los tenía que abrir, pero no podía. Le pesaban demasiado.

Intento mover los brazos, las piernas, girar la cabeza… nada. Solo el leve rose de sus dedos sobre la hierba le daba la certeza de que era capaz ejecutar esa orden… pero no podía. Comenzó a respirar con dificultad, quería moverse, abrir los ojos… pero pesaban tanto.

Se dio cuenta que ya no podía sentir el sol, la brisa de antes se estaba volviendo un viento demasiado fuerte. Había una razón para eso… era una tormenta. El aroma de las flores ahora estaba siendo reemplazado por otro olor muy diferente al aroma agradable de antes. Ero era… fuego. No, era el aroma de algo siendo quemado. No, quemado de nuevo estaba equivocado, era como si…

No sabía porque a su mente le costaba identificar tanto las coas. Porque seguía sin poder abrir los ojos y mover su cuerpo.

Sintió como la oscuridad la envolvía, la abrazaba. Tenía la sensación de estar huyendo de algo… sin moverse.

No se movía como una persona normal, era como si solo estuviera escapando sin escapar. Su corazón latía desbocado y tenía la sensación de que eso, lo que sea que la estuviera persiguiendo la devoraría pronto.

Quería gritar… pero de nuevo fue incapaz de ejecutar esa orden. Quería moverse, pero otra vez su cuerpo no respondía, era como si se hubiera olvidado de cómo hacerlo. Comenzó a temblar… tenía que escapar…

Quería volver a ese lugar tranquilo, quería volver a sentir el calor agradable del sol. Pero muy en el fondo de su corazón sabía que eso que la perseguía no la dejaría tranquila. Sintió que de repente algo caía sobre ella y comenzaba a…

XXX

-Rin, despierta… Rin.

Con un sobresalto, abrió los ojos y se encontró a la anciana Kaede sosteniéndola por los hombros, mirándola de manera preocupada.

-¿Te encuentras bien, Rin?

-¿Qué… que fue lo que paso?

- Parece que tenías una pesadilla… - dijo por lo bajo.

-¿Qué? ¿Una pesadilla? – no recordaba lo que estaba soñando, pero sentía que su pulso estaba acelerado y tenía la frente llena de sudor – la verdad, es que no recuerdo nada.

-Pues si te veías preocupada… o con dolor. ¿En serio no recuerdas lo que soñabas? – remarco sin quitarle la mirada.

La niña pareció sumirse en sus recuerdos, intentando y fallando en recordar lo que estaba soñando, de lo único que era consiente es de que tenía una opresión en el corazón, y un hormigueo recorriéndole el cuerpo. Sin querer se llevó la mano al pecho, palpando suavemente mientras poco a poco, se iba deshaciendo el nudo ahí.

-Pues la verdad no lo recuerdo, aunque si me siento un poco inquieta. Pero, abuela Kaede, si era un sueño malo, entonces prefiero no recordarlo. – dijo mientras soltaba una pequeña sonrisa, y levantaba poco a poco del futón. - Si era desagradable entonces es lo mejor ¿No lo cree, abuela Kaede?

La mujer suspiro.

-Si tú insistes. Aunque no creo que sea bueno, puede estarte afectando, y tú no te has dado cuenta. Tal vez deberías de preguntarle a Kagome al respecto.

-No creo que sea necesario, además, son solo sueños. No representan nada importante. – soltando un bostezo, se dispuso a ayudar a Kaede a preparar el desayuno, e iniciar con sus labores del día.

-Por cierto, Rin. No dijiste que pensabas acompañar a Sango y a Kagome al campo de hierbas de Jinenji. Te veías muy entusiasmada cuando lo mencionaste. – dejando su lugar en el suelo se dispuso a ir tras Rin para ayudar con el desayuno.

- Oh! Es cierto. Ellas quedaron en pasar por mí más tarde. La señorita Kagome dijo que debía atender unos asuntos con el señor InuYasha antes. Y Sango dijo algo parecido.

La anciana asintió en silencio mientas veía como la niña se disponía a servir el arroz. También noto que había recuperado un poco del color en sus mejillas, cuando se despertó estaba pálida y pudo notar que también sudaba frio. Mas no hizo comentarios al respecto pues sabía que ella solo le restaría importancia.

- Bien, entonces asegúrate de no dejar ningún pendiente.

- No se preocupe abuela kaede. Ayer me encargue de traer el agua que me pidió y de lavar adecuadamente la ropa para los futones. – decía mientras se disponía a comer su desayuno.

- Esta bien, pues. Asegúrate de traer todo lo que necesitas al regreso.

Ella también se dispuso a disfrutar de la comida mientras meditaba y observaba más detenidamente a la menor, sin que esta se diera cuenta. Notando al instante que había cierta lejanía en sus ojos. Como si, a pesar de sus palabras, intentara recordar lo que soñaba. Soltando un suspiro, decidió que era mejor no indagar más, sabiendo de ante mano que solo le cambiaria de tema.

La puerta de la pequeña cabaña se abrió de repente, dando paso a Sango.

-Buenos días, anciana Kaede, Rin. – saludo mientras entraba en la cabaña. Kaede le contesto el saludo de forma enérgica, mientras masticaba un poco de pan. – Rin, es hora. Kagome dijo que nos alcanzaría después, al parecer tiene unos asuntos que resolver con InuYasha.

-Señora Sango. Buenos días. Está bien, deme unos minutos mientras me preparo. – Terminó de comer con prisas lo que le quedaba de arroz y se dispuso a cambiar su kimono de dormir por uno más alegre en tonos rosados y lilas.

-Tomate tu tiempo, Rin. - Dijo mientras se sentaba a la par de la mayor con un profundo suspiro.

-Te ves cansada, Sango ¿Con quién has dejado a los niños?

-Se los eh dejado a mi ma… digo, a su excelencia. Ya era tiempo de que los cuidara un poco sin mí. – sonrío al imaginarse a Miroku lidiando con los tres pequeños.

- ¿Estas segura de que fue buena idea? - Tras ese comentario la sonrisa de Sango flaqueo un poco. Dudaba que dejar a los niños con Miroku fuera una buena idea. Era cierto que Sango ya casi no tenía tiempo para nada más que no fueran sus hijos. Y sabia de que debía de sentirse cansada. Pero de eso, a dejarlos al cuidado de total de Miroku, podría dejar ciertas abolladuras en los ideales de los niños.

- No tuve elección, además él fue quien insistió. Dijo que quería pasar tiempo de calidad con sus hijos, y que yo necesitaba un poco de tiempo para mí. – Por un momento se cuestionó él porque de esa repentina preocupación. Sin embargo, decidió no ponerle mucha importancia. Tenía que darle un poco de crédito al recordar que llevaba varios meses portándose bien. Y ella debía admitir que se sentía un poco cansada.

La mayor la miro con un poco de duda. Pero decidió callar por el bien de Sango, sabía que ella tenía mucho tiempo sin salir de la aldea y necesitaba relajarse un poco. Y dado de Kagome había insistido en que fuera con ellas, sabía que no era buena idea cuestionar la decisión que tomo a base de mucho esfuerzo por parte de Kagome, Rin y ella misma. Anotó mentalmente pasar en algún momento de la tarde por la casa que el monje compartía con la exterminadora, solo para cerciorarse de que todo estuviera bien.

-Por cierto, Rin estaba un poco pálida, ¿no cree? - dijo la mujer mirando de reojo a la niña que seguía lidiando con las cintas de su kimono en un rincón apartado de ellas, y sin prestar atención a su plática.

-Sango ¿Podrías decirle a Kagome que necesito hablar con ella por favor?

-Claro, pero…

-También necesitare de tu ayuda. Así que vengan las dos. Cuando Rin no este. – la interrumpió susurrando lo último para que Rin no se percatara de sus palabras. Aunque la mencionada seguía con su labor, amarrando unas bolsitas en su faja. – No le menciones nada – dijo señalando a Rin con la mirada.

-Entiendo. Se lo hare saber. A cambio, explíqueme lo que le preocupa también.

-No hace falta que lo pidas. Te lo diré, pero en otro momento. Solo espero que no sea nada grabe y solo exageraciones mías.

-Exageraciones o no. No se puede dejar pasar. - La preocupación se hacía evidente en las dos mujeres que miraban como la más joven revoloteaba alegremente buscando lo que creía necesario para su pequeño viaje.

No iban a tardar mucho, si exageraban estarían regresando para el atardecer a la aldea. Hacían el viaje con el único propósito de pedirle a Jinenji algunas hierbas curativas que no se daban en los alrededores, las cuales el joven hibrido se dedicaba a cultivar con esmero. Más que nada se trataba de que las mujeres se desviaban por un pequeño mercado que estaba en el camino hacia la montaña donde vivía Jinenji.

Era el favorito de las jóvenes, puesto que en el encontraban cosas curiosas, como adornos, telas, joyería entre otras cosas que despertaban la curiosidad de ellas, en especial de Rin, a quienes algunos mercaderes ya conocían debido a la frecuencia con que esta los visitaba. Las otras dos mujeres la seguían y disfrutaban también del placer de ver aquellas cosas curiosas.

Últimamente sango no las había acompañado, debido a que una de las gemelas había enfermado, y como consecuencia contagio a su hermano pequeño, la exterminadora tuvo que cuidar por mucho tiempo de ambos. Lo que le imposibilito acompañarlas. Fue por ese que insistieron en que las acompañara en esta ocasión.

-Estoy lista señora Sango. Nos vemos abuela Kaede. – dando saltitos se despidió mientras de dejaba un beso en la mejilla y se dirigía a la puerta. Impaciente por iniciar su recorrido.

-Bien. Entonces, anciana kaede. Nos vemos. – dijo Sango mientras seguía a Rin por puerta. No sin antes darle una mirada de circunstancias a la mayor.

-Vayan con cuidado.- Se puso de pie mientras también se dirigía a la puerta para ver como descendían de la pequeña colina en la que estaba ubicada la cabaña. Soltando un suspiro las vio encaminarse a las afueras de la aldea.

Aún se mantenía intranquila, la preocupación por Rin la tenía en un estado de incertidumbre, puesto que no era la primera vez que tenía ese tipo de sueños, mas sí era la primera vez que decidió despertarla. Al parecer, ni siquiera ella misma se percataba de que había tenido un mal sueño tras despertar. Cada vez que ella intentaba actuar para interrumpir el sueño, Rin se despertaba de golpe con la mirada perdida, sudando frio y acariciando su pecho por un buen rato. Como si intentara aplacar un dolor ahí.

Estaba muy preocupada, y ni siquiera sabía porque. Solo tenía un mal presentimiento. Y rogaba que solo fuera eso. Suposiciones por la edad.

Hablar en privado con Kagome y Sango para que conversaran con ella a solas. Solo de esa manera se mantendría más tranquila, sabiendo que la joven sacerdotisa y la exterminadora eran muy astutas respecto a esos temas. Y tal vez ellas le dieran luz a sus incertidumbres y le hicieran ver a ella misma y a Rin.

XXX

-¡No puedo creer que seas tan irresponsable! Aunque tú poseas ciertos conocimientos, no tienes que suponer que los demás también. Y más aun tratándose de niños.

-Yo no tengo la culpa de que ellos no sepan medirse y quieran arriesgarse. Yo solo acepte el desafío que me pusieron. Además de que les advertí que no podrían vencerme.

Kagome seguía resoplando mientras dejaba atrás al hibrido, quien venía sacudiéndose cual perro mojado; e intentaba seguirle el paso a la sacerdotisa, que hacia su mayor esfuerzo por dejarlo atrás, con un sentimiento de culpa y la vergüenza y enojo marcada en sus facciones.

La pareja había salido muy temprano ese día, rumbo a una aldea cercana que les había hecho una petición exorcismo la tarde anterior. Más específicamente a Kagome, sin embargo el hibrido no la dejo marchar sola, tal y como ella se lo había pedido. Y dado como terminaron las cosas, se arrepintió terriblemente de no haber insistido en que se quedara en la aldea.

Ya era muy frecuente que les pidieran ese tipo de trabajos en las aldeas vecinas. Y por alguna razón en los últimos tres meses eran más frecuentes de lo que quisieran.

En esta ocasión se trataba de un espíritu que tenía bajo su influencia a una jovencita de unos catorce años, que de repente comenzó a atacar a las personas cerca de ella sin motivo alguno. No tardaron en darse cuenta de que se trataba de un espíritu jugando con el cuerpo de esa pobre muchacha, puesto que la piel de la niña se había llenado de unas manchas purpuras y rojas de aspecto extraño. Unos hombres de la aldea lograron retenerla en un pequeño almacén, en donde pudieron lograr que se quedara medianamente tranquila mientras esperaban la llegada de la sacerdotisa.

La tarea no le llevo más de una hora. Y le hubiera llevado menos si el terco de InuYasha no se hubiera puesto a discutir con la familia de la joven. Ya ni siquiera recordaba que fue lo que causo la afrenta, mientras ella se ocupaba de pedir los detalles a las personas que observaban inquietas la discusión.

Considerando que ya habían pasado dos años desde que había regresado a esa época, había estado practicando intensamente a realizar exorcismos y purificaciones con la ayuda de Kaede y Miroku. Aunque este último tuviera por costumbre molestar a InuYasha constantemente durante el entrenamiento.

-Sigue siendo culpa tuya, se supone que eres mayor. Tienes que correr con las consecuencias de tus acciones. No debes dejarte influenciar ¡En especial de Niños de 6 años!

-Te digo que la culpa la tuvieron ellos. Si no hubieran insistido…

-¡Abajo!

Irremediablemente, InuYasha cayó al suelo con un tremendo estrepito, mientras Kagome caminaba con furia en dirección a la aldea.

No hacía falta mencionar que el causante del retraso que llevaba Kagome para reunirse con Sango y Rin era el que en ese momento se levantaba del sentón soltando gruñidos y groserías.

Después de terminar con el trabajo y que Kagome estuviera recibiendo la ofrenda que la familia de la joven le dio. InuYasha estuviera ya molestando con los pequeños de la aldea. Quienes al ver como este presumía de Tessaiga, blandiéndola en el aire para deleite delos niños, uno de ellos, el hijo más joven del señor más rico de la aldea. Decidiera incentivar a los demás para retar al hibrido a una competencia de natación.

Quien ni lento ni perezoso, y sacando de su lado infantil aceptara sin mayor reparo.

Provocando así, que al llegar al rio que corría cerca de la aldea, los niños, seis en total. Saltaran sin dudar al agua. Aun conscientes de que ninguno de ellos supiera nadar, causando el susto de sus madres y Kagome, quien adivinando sus intenciones, se apresuró a seguirlos para tratar de impedir que cometieran una locura. Fallando estrepitosamente.

La primera en reaccionar fue ella, quien no tardo en arrojarse al agua a rescatar a los niños. Seguida de InuYasha quien no entro con la más mínima intención de ayudarla, sino más bien de sacarla.

Esto solo logro enfurecerla más. Y después de una breve discusión. Lograron sacarlos a todos y llevarlos a la orilla. Donde los esperaban los padres asustados y más que dipuestos a golpear al hibrido, quien según los padres había influenciado aquello. A lo que InuYasha respondió lo contrario. Iniciando así, otra discusión con todos los aldeanos.

Kagome como pudo explico la situación. Y se apresuró a pedir disculpas por ambos, y se disponía a marchar cuando la madre de la joven que ayudo le ofreció unas ropas secas para que se cambiara. Dejando a su compañero con las mismas ropas empapadas. Que al parecer ya se estaban secando por si solas.

Definitivamente ya no quería seguir discutiendo con él. Solo quería olvidar el disgusto y apresurarse a llegar a la aldea para reunirse con Sango y Rin.

InuYasha seguía murmurando groserías pero había decidió mantener su distancia después de que la mujer lo mandara al suelo.

Siguió caminando en dirección a la aldea, no le faltaba mucho por llegar, cuando a lo lejos comenzó a divisar dos figuras que iban caminados en dirección a ella.

-Señora Kagome, buenos días. – Rin corío a saludarla mientras se acercaban mas a ella.

Se trataba de Rin y Sango. Quienes al verla, apresuraron sus pasos para alcanzarla.

-Buenos días, Kagome. ¿Qué pasa con esas ropas? – pregunto Sango notando el sencillo quimono rojo que cargaba la sacerdotisa, en lugar de las ropas que acostumbraba llevar siempre. El pantalón rojo y la blusa blanca de mangas largas.

- ¡Oh! Esto… veras, tuve un pequeño accidente. Gracias a cierta persona molesta. – refunfuño mirando con enojo a InuYasha, quien venía detrás de ella. Ya completamente seco y con un pequeño bulto en las manos, donde tenía la ropa mojada de Kagome.

- Ya veo. Buenos días InuYasha. – saludo mirando como evidentemente el mencionado rehuía de la mirada furiosa de la mujer.

- Sango ¿No me digas que en esta ocasión también iras tú? – cuestiono mirándola con sospecha. – ¿Dejaste a tus hijos con Miroku?

-Así es, el insistió en que se quedaría a cargo de los niños.

El hibrido no contesto. No tenía un buen presentimiento de aquello. Pero prefirió callar para no preocupar a la mujer. Ya se encargaría el de echar un vistazo más tarde.

-Sango. Me alegro que hayas decido venir. - Kagome de verdad estaba entusiasmada con que su amiga las acompañara.

- Si yo también. ¿Qué dicen, nos vamos?

-Por supuesto. InuYasha. Cuando llegues, por favor pon a secar mi ropa.

-Si, ya se. No tienes que repetírmelo.- Dijo mientras se alejaba saltando del lugar. Obviamente queriendo irse lo más pronto a causa de la mirada enojada de la mujer.

-¿Que el pasa al señor InuYasha, señora Kagome? – cuestiono la más joven viendo como el peliblanco se alejaba, como si quisiera huir del lugar.

-Pasa que es un irresponsable y un inmaduro. – Murmuro enojada mientras emprendían su camino, y brevemente les relataba lo sucedido.

XXX

Gruñía mientras saltaba alejándose en dirección a la aldea.

Esta vez tenía que admitir que si había sido un poco irresponsable, pero eso solo se lo admitiría a sí mismo. Sin embargo seguía pensando que Kagome exagero un poco.

Él no tenía la culpa de que los mocosos le hubieran mentido respecto a que sabían nadar. Sencillamente había hecho caso a su instinto que le decía que debía demostrarles quien era el mejor. Por otro lado, no había esperado que Kagome fuera la primera en tirarse al agua, y no le quedó más remedio que saltar tras ella.

Olvidando por supuesto que ella era una experta en natación. Ya lo sabía, sin embargo la impresión de ver a los mocosos ahogándose le hizo olvidar ese pequeño detalle. Provocando que su instinto fuera socorrerla a ella, y no a quienes si necesitaban la ayuda.

Todo termino siendo un desastre. Y la verdad es que él no se esperaba en lo absoluto eso. Tan perdido estaba en sus pensamientos que no noto como una larga estola volaba en la misma dirección que él, sacándolo de su silencio.

-Oye, Sesshomaru. Creo que vas en la dirección equivocada. Tu protegida va por allá. – dijo señalando la dirección en la que iban las mujeres.

El aludido no le contesto y siguió con su camino.

-No molestes, no ves que mi amo bonito está ocupado. – dijo una pequeña voz molesta al final de la larga estola que ondeaba tras el youkai.

-No estaba hablando contigo, pequeña sabandija. Sesshomaru, te digo que vas en la dirección equivocada.

Siguió ignorándolo mientras seguía cierto olor que lo molesta.

Había sentido la presencia de un demonio cerca de la aldea mientras iba en la dirección que seguían las mujeres. Siguiéndolas discretamente, solo para cerciorarse de que estaban a salvo en su camino. Sin embargo, esa presencia capto su atención y decidió eliminar toda amenaza posible.

La actitud del otro le produjo desconfianza por lo que decidió callar y seguirlo. Quien sabía si había detectado la presencia de algún adversario poderoso.

El otro al notar que lo seguía no hizo más que apretar la mandíbula y seguir fingiendo que no estaba ahí. Podía llegar a ser un estorbo si se daba la oportunidad de una batalla.

Se adelantó dejando atrás al otro (que comenzó a quejarse y a gritarle) mientras ese olor se hacía más fuerte.

Sin embargo lo que encontró no se lo esperaba en lo absoluto.

Llego a un punto en el bosque en el que estaba ese enorme árbol milenario.

-Oye, al menos podrías explicar de qué va esa actitud tuya…. ¡Qué demonios! – exclamo con evidente sorpresa. Tapándose de inmediato la nariz

Jaken fue más ruidoso al contemplar la escena que estaba frente a ellos.

Justo a unos centímetros del árbol se encontraba el cadáver de lo que una vez debió de haber sido un youkai. No se podía distinguir con claridad de que especie era. Su rostro estaba desfigurado y su cuerpo estaba muy mal herido. Y tal parecía que llevaba poco tiempo muerto.

-Quien sea que lo hizo no debe ir muy lejos.- El más joven comenzó a olisquear al rededor por rastros del quien sea que hubiera hecho aquello. Pero por más que se esforzó no logro detectar nada. Ni siquiera una presencia cerca que pudiera dar una pista.

Dispuesto a seguir buscando se giró. A punto de saltar estaba cuando vio al otro hagacharse al la par del cadáver e inspeccionarle el pecho.

Lo que estaba escrito ahí no era muy legible pero él logro reconocerlo al instante. Y no dudo ni un minuto en poner su palma sobre el cadáver y derretirlo con sus veneno.

-¿Hey, que demonios se supone que haces? – dijo el otro contrariado por lo que acaba de ver.

-¿dentro de cuánto tiempo regresaran a la aldea? – pregunto ignorando por completo la perplejidad del otro.

- ¿Eh, a qué viene eso? Regresaran al atardecer si mucho. ¿Me vas a decir porque carajos hiciste eso?

El mayor no contesto y se alejó caminando a paso tranquilo en la dirección contraria.

-Oye ¿a dónde vas? Tienes que explicarme qué demonios está pasando aquí.

-Escucha. Asegúrate de que nadie se entere de lo que encontramos aquí.

-Quien te has creído para darme órdenes. ¡Oye!

-Amo Sesshomaru, espere.

El otro solo se alejó volando del lugar ignorando la voz de su sirviente y las quejas de InuYasha.

-Khe. Ese maldito.

Sin embargo decidió que ya se enteraría del asunto. Por lo que se encamino a la aldea dejando a Jaken intentando seguir a su señor, de quien ya no se veía ratro alguno.


Disclaimer: Los personajes utilizados en este fic no me pertenecen, son del Manga / Anime InuYasha, Propiedad de Rumiko Takahashi, y los tomo prestados sin otro fin más que entretenerme, y que probablemente le guste a alguien lo que escribo. ¡Ah, sí! Y para saciar mis ansias de tener mas de esta historia... jaja

Bueno, que decirles?.. pues, waaaa eh extrañado como nunca el escribir acá... la verdad es que no tengo excusas ni pretextos que decirles, si no mas que la simple y limpia verdad: la inspiración me dejo tirada. La muy perra se me escapaba y me hacia señas desde lejos burlándose de mi, pero después de mucho esfuerzo di con ella... un poco jejejeje

En serio, intente, e intente, buscar la forma de acomodar todo lo que hay en mi cabeza para esta historia. Sencillamente las palabras no venían, y si a eso le sumamos que no tengo computadora propia. pzz que mas, quedarme con las ganas de plasmar todo lo que tengo en esta mi cabesita loca. En fin, se que ya se olvidaron de que esta historia existía, jeje. y no las culpo, pero aun así, espero contar con el apoyo de más de alguien jejeje. De lo que si estoy segura es que no la abandonare. La terminare. Cueste lo que cueste. *Saludo correspondiente de soldado*

Respecto a la historia. Déjenme decirles que de ahora en adelante los capítulos serán mas largos. Por obvias razones, y como mencione con anterioridad, este es el primer capitulo real de la historia, desde acá empezamos a desarrollar lo que tengo preparado para ustedes jejeje.

Esperemos que con el tiempo la inspiración no me abandone, y tenga la suerte de convencer a mi padre de que me de una computadora de las tantas que le sobran jajajaja y por lo demás, quiero pedirles perdón por los dedazos que puedan haber, después de la revisión exhaustiva siempre se me escapa algo, y lo odio en sobre manera, y si tengo suerte, para el próximo capitulo, tendré la colaboración de algún Beta que se apiade de mí. jejeje

Y bueno, pues... porfa déjenme el pan de cada día de los escritores ¿Review?

Besotes y...

Hasta la próxima! porque si la habrá... jajajaja