1.- Caminos del Destino.

El viento soplaba tranquilo, hacia ondear la hierba y las pocas flores de una colina casi desierta. Una noche llena de estrellas, alumbraban el panorama y le hacían compañía a la luna llena en su quietud sobe su manto de obscuridad eterno.

Y eso era lo que rodeaba aquella figura que contemplaba el panorama desde la distancia.

La misma luna, las mismas estrellas, el mismo cielo. Claro y voluble como siempre.

Un cielo que contemplaba desde hacía mucho tiempo. Casi un milenio.

Una larga historia para la humanidad, demasiado tiempo ara los simples mortales que poblaban aquel retorcido mundo, seres inferiores que abarcaban gran parte del territorio terrestre. Frágiles criaturas que no sabían valorar lo que tenían. Que lo único que buscaban era su propia satisfacción. Seres egoístas que prácticamente vivían a costa de aquel que era más débil que ellos.

Volubles, violentos, sangrientos, quebrantables, mortales…

Condenados a un ciclo corto de vida, en el que el tiempo no representaba para ellos mucho problema hasta que llegaban al final de sus días. Cuando la vejez los hacia considerar sus acciones y preocuparse por sus errores del pasado. Para los que tenían suerte de llegar a esa etapa.

Destrucción.

Eso representaba la mayoría de ellos a lo largo de su vida. Tomaban lo que les apetecía y arrasaban con todo lo que se interpusiera en su camino.

Tal como lo hacían los bandidos que atacaban aquella aldea que esta al pie de esa colina.

Desde donde él estaba, solo se escuchaba el lejano rumor de los gritos suplicantes de las mujeres y el llanto lastimero de los niños. Distinguía desde la distancia el fuego ocasional de una casa siendo quemada. Apestaban a muerte y destrucción, sangre y cenizas del terror que causaban.

Solo le daban lastima.

La manera patética de suplicar por su vida, de luchar en vano por conservar sus pertenencias y defender su territorio.

Entendía que incluso los de su especie no podían coexistir entre ellos sin conflicto alguno para destruirse entre sí, tal como hacían ellos. Territorio, comida, placer… y aunque a él le fastidiaba tener que enfrentarse con alguien sin ningún motivo de fuerza mayor, lo hacía cuando era necesario y no solía despreciar a un contrincante si quería entretenerse. Y por supuesto, jamás perdía, pero ellos…

Débiles ante el más fuerte.

No tenían otra opción más que rendirse ante la amenaza que representaban ellos mismos.

Se alejó de la orilla restándole importancia y elevando su mirada al cielo. De igual manera, no era que guardara esperanzas de que alguien se salvara de aquel ataque. No le importaba.

No tenía interés en una cosa tan banal como esa. Su objetivo era otro.

Ese pensamiento lo hizo recordar que hacía mucho su sirviente se había adelantado con el báculo de dos cabezas para así dar con una dirección a seguir hacia su objetivo. No entendía que le retrasaba tanto y esperar lo fastidiaba.

Ya que entre más tiempo pasaba, más ansiaba con desesperación encontrar aquello que lo había obsesionado desde su pelea con el clan de los gatos (incluso desde mucho antes). Pero los muy malditos habían huido del campo de batalla, dejándolo con el ansia de matarlos, y con la certeza de que tenía que encontrar la manera de incrementar su poder.

Y el sabia como.

La victoria había quedado clara en ese entonces, pero sabía que faltaba algo. Y eso era precisamente lo que buscaba. Más poder.

Y la única manera de conseguirlo era con eso que buscaba desde hace más de cincuenta años.

Tenía que encontrarlos. Los colmillos.

Así que dando media vuelta, se alejó a paso tranquilo del murmullo de destrucción que provenía de esa pequeña aldea.

Sangre.

Estaba cubierta de ella.

No dejaba de llorar sobre el cuerpo sin vida de su madre, mientras los bandidos se marchaban dejando tras de sí un rastro de destrucción y muerte. Por suerte para la aldea, no eran de esos que se quedan a conservar el lugar como territorio, y así violar a las mujeres hasta que estas cayeran muertas o se aburrieran.

Su padre, hermano y pocos ancianos que no habían viajado a las aldeas vecinas en busca de nuevas semillas para el cultivo, terminaron muertos.

Asesinados frente a sus casas, o como algunos pocos… en frente de la menor de la casa, a la que habían escondido tras un pequeño barril de paja en un pequeño rincón. Donde por desgracia para ella, pudo observar cómo eran muertos todos los miembros de su familia.

Pronto tuvo que abandonar el lugar, debido al fuego que habían prendido a su casa, y no le quedó más remedio que salir de allí, dejando a su familia carbonizarse con los restos de lo que un día había sido su hogar, y correr sin rumbo por los escombros de una aldea pacífica.

No le quedaba claro si había sido suerte o desgracia el haber permanecido con vida, o si habría sido mejor que la mataran con el resto de su familia. Porque ahora que ya no tenía a nadie ni nada, pronto regresarían los hombres que habían ido y se encargarían de recoger los restos de su hogar.

Pero ella… ella no ya no tenía a nadie.

Lloro durante algún tiempo, hasta que se vio en la necesidad de buscar alimento. Unas mujeres que habían quedado viudas se ofrecieron a ayudarla, y entre otras pocas personas apartaron para ella una choza a la orilla del rio.

Tal vez por compasión o lastima, el motivo daba igual.

Después de algún tiempo también se vio en la necesidad de buscar ropa limpia, y por lo menos lavarse un poco. Lejos del resto de las mujeres que lavaban ropa en el rio, escondida detrás de unos arbustos (para que nadie juzgara su desnutrición y suciedad) y con un poco de dificultad, miedo y frio se lavó lo mejor que pudo y se vistió con las ropas raídas que encontró en los escombros de su casa.

Luego siguió con su búsqueda del alimento diario.

Durante algunos días unos pocos aldeanos le brindaron su apoyo lo mejor que pudieron, con algunas sobras de comida o un panecillo quemado que nadie más quería.

Pero además de darle comida de vez en cuando, nadie le pregunto cómo estaba, ni la quisieron acoger en ningún lado, por motivos variados, pero principalmente porque no hablaba con nadie, no hacía más que asentir con gestos vagos y distantes. Y eso inquietaba a la gente. A demás de que no les gustaba verla pescando en el rio.

Por lo que procuraba tomar sus precauciones y pescar cuando toda la aldea descansaba. Dígase de noche y en silencio. Siempre en silencio.

No había pronunciado ni una palabra desde aquella noche. Y aún tenía que cargar con las pesadillas que la atormentaban cada madrugada. Y debido a que no tenía a quien acudir por consuelo, se rendía a las lágrimas y a los temblores que la acompañaban hasta el amanecer.

No le quedaba de otra. Estaba sola.

No mucho tiempo después, el sol de una tarde brindaba los últimos rallos de la jornada por varios caminos desérticos al azar. Estaba por ocultarse y se contemplaba un ambiente pacifico por todas partes.

O casi todas.

El galope de unos cuantos caballos que recorrían uno de esos caminos con sus jinetes, rompía con la tranquilidad de esa puesta de sol.

Aquellos jinetes, llevaban un buen rato de la tarde galopando sin rumbo, después de haber terminado con la destrucción que habían dejado varios kilómetros atrás. Y puesto que llevaban varios meses recorriendo la región, no se quedaban mucho tiempo en una aldea después de tomar lo que querían, para luego destruirla y quemarla. Luego acampaban a varios kilómetros de su destrucción.

Sus risas y burlas de victoria mal lograda, acompañaban el trote de los cascos sobre el suelo, mientras una figura aparentemente inmóvil se hacía visible a pocos metros de ellos.

La apariencia de la armadura del individuo llamo la atención de los bandidos, despertando su codicia nuevamente. Después de todo, de eso se trataba. De tomar lo que querían.

Sin embargo, encontraron su final en un abrir y cerrar de ojos.

Y después de que el desconocido descargara su frustración con el brazo y garras robado de su último oponente, muy en el fondo de su memoria, y vagamente, reconoció el olor de ellos. De no mucho tiempo atrás, en una noche sobre una colina.


Disclaimer: los personajes utilizados en este fic no me pertenecen, son del Manga/Anime InuYasha, propiedad de Rumiko Takahashi y los tomo prestados sin otro fin mas que entretenerme y que probablemente le guste a alguien lo que escribo.

Acá el primer capitulo EDITADO de mi historia. jejeje

la verdad es que de repente tuve un fogonazo mientras veía los capítulos de Inuyasha, así que decidí releer este capitulo y cambiarle algunas cosas, bueno, digo, solo para hacerlo un poco mas interesante. Se que es un poco repentino, puesto que ayer publique el capitulo numero dos, y modificar de la nada el uno como que es típico de mi locura jajajaja

¿y bien, que les parecio? porfa no se vallan sin dejar un comentario, duda, queja, insulto... lo que sea, es importante para mi, y la verdad es que me esta costando puesto que en primer lugar no estaba del todo convencida de publicar eso.

y dejando eso de lado, buscare la manera de publicar más seguido. así que...

¡hasta la proxima!