#Último momento#

Un gran lienzo cubre el cenizo cielo.

Las cenizas hace días que también cubren mi alma. Sólo cenizas...y nada más.

A mis pies yace, inconsciente, un muchacho.

Obró el milagro...detuvo a Kanon.

No con fuerza...sino con pasión. Con pura pasión y entrega. Con la inocencia por bandera y la voluntad como única arma.

Y con la ayuda de tu sangre...

Regalaste tu sangre Asmita, demasiadas veces...

Aunque quizás este muchacho se la merecía. Más que Géminis. Más que yo.

Te rogué entre agonizante desesperación un último momento...

- Y aquí estoy Defteros...

- Pero etéreo...efímero...

- Eterno. Las almas son eternas...amigo mío...

- No tengo fe en tus creencias.

- Y yo no la tenía en tus métodos de maestro, y mira a Tenma...le has hecho fuerte. Y siento que en parte, le envidias...

Tus palabras llegan nítidas a mi mente. Como siempre, tienes razón...y callo. Miro al muchacho, y evito mirarte a ti. No deseo que me descubras frágil. Que vuelvas a saber que mis ojos insisten en llorarte. Me convertí en un demonio...¿lo recuerdas? Y los demonios no lloran. Sólo atemorizan.

Pero tu cosmos sigue abrazándome. Arropándome...y de nuevo, me desarmas.

- Moríste solo.

- No, Defteros. Nuestros momentos me acompañaron.

Silencio. Siempre nuestros silencios vuelven, y siento que tu cosmos se mueve...que se materializa en tu viva imagen frente a mí. Pero no quiero mirarte Asmita...no puedo llenarme la vista de algo que ya nunca más voy a tener...

Cierro mi mirada con fuerza, escondo el rostro bajo mis greñas, me muerdo los labios con rabia. Y tu tacto sobre mis mejillas, casi real, me invita a rendirme.

Y entonces te veo. Entre odiosas lágrimas de debilidad, te veo...

Y por primera vez en años, intuyo que tú también me ves.

Tus ojos brillan, me reflejan. Consiguen que al fin exista, y que lo haga frente al único que no necesitaba verme para saber que siempre he estado aquí.

Y mis ojos...mis ojos se nublan todavía más, cegándome de tristeza y añoranza.

- ¿Por qué lo hiciste?

- Era mi destino...mi deber...

Sonríes con serenidad y dulzura. Sin rencor. Y el hoyuelo de tu mejilla sigue robándome la atención.

- Pudiste haberte rebelado contra él.

- ¿Lo hiciste tú?

Otra vez me vences, y me sermoneas...No cambias Asmita. Ni la trascendencia de la vida consigue borrar tu naturaleza tan divina...y tan humana.

Pero tienes razón. No, no lo hice. Nunca fuí tan valiente.

- Géminis te espera, Defteros...sólo aguarda tu orden.

- Ésta nunca ha sido mi guerra.

- Quizás no. Pero lucharás...no porqué yo te lo ruegue, no por ti...lo harás por él.

Por él...

Por Aspros.

- Sientes su cosmos, lo sé...

- Sí, pero no es su cosmos, Asmita. Es oscuro...maldito. Tú mismo lo dijiste una vez. Aspros ya hacía tiempo que había muerto.

- Él te espera. Te necesita...aunque quizás no lo sabe. Sí, tienes razón, está maldito...y sabes que sólo tú puedes liberarle.

- ¿Vienes solamente para darme órdenes?

Quiero parecer ruín, indiferente...fuerte. Pero sé que no puedo ocultarte el estremecimiento que asalta mi alma. No a ti.

- No, Defteros...no he venido a decirte lo que ya sabes. Y lo que asumirás cuando se de tu instante.

- Entonces...¿a qué has venido?

- Rogaste un último momento.

- Mis flaquezas lo hicieron por mí.

Tú voz no pierde la calma, la serenidad...La mía hace lustros que ignora el significado que estas palabras encierran.

Pero tú vuelves a sonreír mientras el tacto de tu cosmos sigue filtrándose en mí. Mis silenciosas lágrimas se empeñan en mostrarme condenadamente humano, y tu calidez las borra mientras nuestras miradas se encuentran, se sostienen...mientras por primera vez se miran y se ven.

- Este momento no es más que un sueño, un instante que no sé si recordaré...ni tan sólo sé si es real o si mi mente ha enfermado de soledad.

- Toda vida humana es un instante dentro de la inmensidad del misterio del universo. Todos somos efímeros instantes predestinados a renacer y repetirse...en una vida, en dos...eternamente.

Mi corazón late desbocado, y tu imagen tímidamente se desvanece. Temo otra despedida que no quiero vivir, pero tu voz aún se escucha nítida en mi interior.

- No temas, Defteros...y escucha tu corazón. Sólo él sabe la respuesta. Sólo él te guiará en la oscuridad de tu destino.

Estúpidamente no quiero que te vayas. No aún. Necesito otra respuesta...la última respuesta a mi existir sin razón.

- ¿Qué viste en mí, Asmita?

Tu reflejo sonríe, tu cosmos me abraza.

- Pureza...bondad...amor...Lo supe siempre, Defteros. No necesitaba verte para saberlo, sólo sentirte...

- ¿Y ahora qué ves?

- Veo un rostro esculpido por el dolor. Veo un rostro que siento hermoso...un rostro vestido de nobleza...con una mirada incapaz de servir a la maldad.

Mis lágrimas siguen fluyendo, con calma, con nostalgia...con aceptación quizás. Y mi último e infantil ruego no se hace esperar.

- No te vayas, Asmita. No aún...

- El cosmos de Virgo que impregnó a Pegaso se agota. Debo irme, Defteros...pero recuerda, nos dijimos hasta luego...nunca adiós...

Una última mirada, extraña, intensa, compartida. Un inútil intento de tocarte, alcanzarte y retenerte. Pero sólo tu cosmos puede acariciarme los labios con dulzura y devoción.

- Hasta luego Asmita...

- Hasta luego Defteros...

Te sostengo la mirada, azul, clara y extrañamente llena de vida. Pero te desvaneces, lentamente. Con calma, regalándome tu serenidad. Ésa misma con la que te vi llegar.

E inevitablemente desapareces.

Mi alma se estremece. Géminis también.

Su poder late en mi interior, y extrañamente está empezando a seducirme.

En la proximidad del Santuario un cosmos conocido y añorado, noble y maldecido, me llama. Y a Géminis también.

Aspros ha vuelto. Y me necesita.

Géminis clama para regresar con él.

- Tranquila...no te lamentes más...te permito darme un momento.

El último momento de mi vida.

El momento que da sentido a mi maldita existencia.

El momento que liberará a aquél que siempre te ha merecido.

Un último momento dentro de los infinitos instantes que conforman la eternidad.

Aspros me espera.

Géminis me cubre.

Mi último momento llega.

Y yo, Defteros de Géminis, no le puedo hacer esperar.

###

FIN


Gracias a todos los que habéis seguido estos momentos con ilusión y fidelidad.

Vuestro apoyo y comentarios me han alentado a engrosar lo que en principio había imaginado como unos pocos instantes hasta llegar a la importante cifra de 36 pequeños pedacitos de vida.

Gracias de corazón. Un abrazo para tod s los que me habéis acompañado hasta aquí.