N/A: Siento haber tardado tanto en actualizar. Entre seguir cierto reality durante algunos meses, cursos, estudios y dramas varios... EN FIN. El final de este capítulo lo he reescrito como 30 veces y ya creo que me gusta. Les hago un resumen de la historia para refrescar porque... XD
A pesar de la traición de Lexa en Mount Weather, ninguna de las dos ha sido capaz de borrar aquello que comenzó a crecer entre ellas. Después de ganarse la confianza y la lealtad mutua de nuevo, fue imposible detenerlo. Aquello puso en peligro la vida de Clarke, a quien Titus no dudó en intentar asesinar para evitar que su comandante cometiera un terrible error dejándose llevar por ella. Sin noticias de Clarke, después de mandarla a Arkadia junto a Octavia para ponerla a salvo, Lexa marcha contra Arkadia en promesa de venganza por la masacre que los celestes llevaron a cabo sobre su gente, pensando que eran los culpables de la bomba que detonó la Nación de Hielo en Mount Weather. Allí, Pike atrapa a Lexa con la ayuda de Clarke. Clarke convence a Pike de que quiere ser ella la que ejecute a la comandante y él accede, dándole la oportunidad de oro para que ella acabe con él en su lugar. Entre la confusión, Raven, Octavia y Kane aprovechan para sacar a Lexa y Clarke de Arkadia.
CAPÍTULO 13 - Just come on in
Raven se acercó cojeando. Se apoyó sobre el tronco del árbol con las dos manos, flexionó un poco su pierna sana y trató de agacharse. Cerró los ojos. Un calambre doloroso recorrió su otra pierna. Profirió un quejido y se detuvo en seco.
—¿Necesitas ayuda? —escuchó que le dijo alguien.
—No —gruñó.
—Perdona, no quería incomodarte…
Raven abrió los ojos al escuchar el tono herido de aquellas palabras. Cuando miró hacia el origen de la voz, encontró a Octavia sentada en el suelo. Apoyaba la cabeza sobre el lateral del tronco del árbol. Tuvo que inclinarse hacia la derecha para verla mejor y se dio cuenta del gesto desolado que se dibujaba en sus facciones. Raven suspiró, avergonzada, ni siquiera se dio cuenta de que estaba ahí.
—Lo siento es que... Bueno, da igual. —Negó rápidamente con la cabeza y, en un movimiento grácil y preciso, consiguió apoyar su espalda en el tronco. Distribuyendo el peso en su espalda y haciendo fuerza con sus manos, pudo por fin bajar y sentarse en el suelo.
El silencio de la noche se instauró entre las dos mujeres con una tensa presencia. Raven carraspeó y dirigió una mirada de soslayo hacia Octavia. La mujer tenía la vista perdida en la negrura que se mezclaba entre los árboles frente a ellas. En su examen visual, no le pasó desapercibido el corte que tenía en el antebrazo derecho. Un tajo ancho, enrojecido y del que brotaban algunas gotitas de sangre.
—Alguien debería verte eso.
—No es nada —le respondió sin moverse de donde estaba—, Abby está malherida y no quiero molestar con esta chorrada.
Raven torció los labios en un intento de sonrisa y se encogió de hombros. Sabía que Octavia era una cabezota y los recientes acontecimientos habían drenado la energía de su cuerpo. No era capaz de discutir con Octavia. Simplemente, apoyó la cabeza sobre el tronco del árbol y cerró los ojos tras un largo suspiro.
—Tú deberías quedarte más cerca del fuego, aquí hace frío —le dijo de pronto. Raven abrió los ojos y volvió a mirarla.
—Lo mismo te digo, Pocahontas.
—Ah —resopló y la observó de reojo—. Quería estar sola, demasiado en lo que pensar. Todos están muy alterados.
—Oh… qué idiota soy, ¿quieres que me vay…?
—No, quédate.
Y la mirada de Octavia volvió a perderse entre la negrura que las rodeaba. Raven permaneció en silencio, dirigiendo alguna mirada a Octavia de forma disimulada. Se abrazó a sí misma y otro suspiro se volvió a escapar de sus labios. En el fondo agradeció que Octavia no la echara de allí, también necesitaba alejarse de los demás para poder ordenar sus ideas.
—¿No tendrás, por casualidad, un poco de ese jarabe tuyo? —volvió a hablar, después de un rato.
Raven esbozó una sonrisa llena de tristeza y lanzó una mirada al cielo. Después, negó con la cabeza.
—No, que va, apenas pude coger nada de Arkadia cuando nos fuimos.
Octavia la miró y asintió en silencio. No supieron qué más decir. La quietud de la noche se coló entre ellas de nuevo. Allí pudieron oír con claridad las voces y sonidos de los terrestres al otro lado del claro. Octavia suspiró y bajó la vista al suelo. Sus ojos se perdieron entre la tierra oscura sobre la que estaba. Intentó esbozar una sonrisa, pero sus labios temblaron. Lágrimas cayeron por sus mejillas mientras tensaba la mandíbula, incapaz de contener las emociones que la asaltaron.
—Mataron a Lincoln... Él... Bellamy...
Raven se sobresaltó. Se giró hacia Octavia y un interrogante se quedó colgando en su boca cuando vio la desolación embargar a la otra mujer. Los sollozos de Octavia rasgaron el silencio. Raven empezó a sentir que su mente se dispersaba, un burbujeo de rabia ardía en su interior, pero estaba lejos de entender qué estaba sucediendo. Había seguido ciegamente a Octavia y Clarke en su plan, intuía que estaban sucediendo cosas muy graves desde que Pike se hizo con el poder en Arkadia, y todo estaba resultando mucho más horripilante de lo que esperaba.
—No puedo perdonarlo... No… Ahora no tengo a nadie...
—¡No! —Raven sujetó el brazo de Octavia, lo que hizo que la mirara—. Yo estoy aquí, ¿me oyes?
Y Octavia sólo la observó con los ojos llenos de lágrimas y trató de consolar su insondable pena estrechándola entre sus brazos. Raven exhaló un largo suspiro, apoyando la barbilla sobre el hombro de Octavia. Fue entonces cuando vio la figura de Clarke, al otro lado, entre los árboles. La mujer rubia le dirigió una suave sonrisa, que se sintió forzada, y elevó su dedo pulgar hacia arriba en gesto afirmativo. Después se dio media vuelta y se alejó. Raven sintió cierto alivio, entendió que Abby estaba bien.
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Clarke atravesó los árboles que separaban a Raven y Octavia del campamento provisional de los terrestres. Pronto se encontró frente a la gran hoguera donde se calentaban algunos soldados terrestres. La bordeó y se dirigió a la tienda del fondo, no sin antes pasar al lado de la tienda donde se encontraba Kane, vigilando la entrada de la misma. Allí le había dejado al cuidado de su madre, que reposaba dentro junto a otros de sus compañeros celestes —los pocos que se animaron a seguir su plan, no todos seguían confiando en ella—. Dirigió una tenue sonrisa a Kane y luego su corazón se agitó inquieto cuando siguió su camino hacia la tienda del fondo. Allí, un enorme guerrero le cortó el paso. Sus ojos estudiaron los anchos brazos musculosos que quedaban a la altura de su vista. La tez oscura embarrada con restos de maquillaje de guerra le recordó a Lincoln y Clarke sintió una punzada de dolor atravesar su pecho. De pronto, la herida de su costado comenzó a escocerle y se llevó la mano allí mientras fruncía el ceño.
—La comandante quería verme, lamento el retraso, creo que lo entenderá.
Clarke apenas miró al soldado a la cara. El hombre se hizo a un lado y ella atravesó las gruesas telas que tapaban la entrada a la tienda.
—Dije que no quería que nadie... —Su voz quedó congelada al levantar los ojos y ver el rostro de Clarke al otro lado de la tienda.
Ella se colocó un mechón de pelo rubio tras la oreja y observó en silencio a Lexa en la distancia. La comandante estaba sentada sobre unas pieles tendidas en el suelo, que supuso hacían las veces de cama. Después de unos segundos, donde compartieron sólo una mirada, Clarke dio un paso inseguro hacia ella.
—¿Tu madre está bien?
Clarke se mordió el labio inferior y asintió sin decirle nada. Examinó con detenimiento la expresión cansada y derrotada de Lexa. Sombras y luces, que proyectaban un puñado de velas sobre un tocón de madera, bailaban sobre su rostro endureciendo su gesto. Clarke dejó salir un pesado suspiro. Se sentó al lado de Lexa y de nuevo volvió a suspirar. La miró de reojo y esbozó una sonrisa con las pocas fuerzas que le quedaban. El dolor de su costado la sacudió como una descarga y resopló mientras levantaba su camisa para examinar la herida. Frunció el ceño al comprobar que había sangrado un poco, aunque le pareció lo más lógico después de la frenética huida de Arkadia. Cuando volvió la atención a Lexa, esta tenía fija la mirada sobre la herida de bala en un gesto que Clarke no había visto nunca en ella.
—Tranquila, se curará —le dijo. Lexa desvió la mirada lejos de Clarke y sus gestos se tensaron visiblemente—. ¿Qué ocurre?
Lexa no le respondió y eso crispó los nervios de Clarke. Se mantuvo inmóvil donde estaba, esperando.
—He fallado... Fui débil... —respondió por fin, y los viejos fantasmas de Mount Weather aparecieron entonces para hacerle revivir otras heridas en el interior de Clarke que no estaban hechas de carne y sangre.
—No es verdad.
—Un solo proyectil certero y ya no estaríamos hablando, Clarke. Estaría muerta y todo habría acabado. ¿Te has parado a pensarlo?
No realmente. Clarke no había tenido ni un segundo para pensar nada, excepto salir de Arkadia junto a Lexa. Tomó una bocanada de aire, que se le atragantó en la garganta, y un molesto nudo no le permitió que sus palabras salieran. Observó de refilón la mirada perdida de Lexa y su interior se agitó de forma violenta. Los últimos sucesos penetraron en su mente como un huracán: veloz y sin piedad, arrasando con todo.
—Me invadió el pánico al pensar de nuevo en tu muerte y creía que había sido otra vez mi culpa. Acepté como una idiota la propuesta de tu gente sin pararme a pensar que era una maldita trampa.
—Lexa…
—No, Clarke —la interrumpió con un tono más severo que antes—. He puesto a mi pueblo en peligro, me he puesto yo en peligro, he perdido a gente, les he fallado… por… por estos sentimientos…
—Lexa… —Clarke exhaló un largo suspiro y se frotó la frente con una mano mientras trataba de serenar el impulso de gritarle lo equivocada que estaba—. Creo que el mejor plan que podíamos hacer para salir de allí y terminar con Pike fue este.
—Por un momento creí que lo harías…
—¿El qué?
—Matarme.
Clarke dio un respingo en cuanto aquellas palabras salieron arrastrándose por la boca de Lexa. Enseguida se incorporó y se quedó de rodillas frente a ella.
—Mírame bien —le dijo. Trató de tomar su rostro, pero Lexa rehuyó antes de lograr tocarla—. ¿Acaso no confías en mí?
Lexa sostenía una postura defensiva y, cuando Clarke le formuló aquella pregunta, pareció tensarse aún más. Creía que en cualquier momento la apartaría y saldría corriendo, pero sólo se mantuvo evitando la cercanía de Clarke y también su mirada.
—No lo sé. No sé qué pensar… Eso es un problema. Siento que he fallado a mi gente y lo veo cada vez que les miro a los ojos.
—¿En qué has fallado exactamente? ¿No hemos terminado con Pike? ¿No hemos evitado una guerra y con ello un montón de muertes sin sentido?
—Cuando salga el sol sabremos si esto ha salido bien. Bellamy trató de matarnos, no lo olvides. Por ahora, sólo he dejado en evidencia que soy débil y manipulable.
—¿Así te sientes?
Clarke esperó una respuesta, pero Lexa no añadió nada. La comandante se alejó más de ella y se puso en pie. Clarke la observó desde el suelo. Vio cómo daba algunos pasos por la tienda y cómo evitó mirarla. Ella se llevó las manos a la cara y dejó salir un largo suspiro. Sintió un peso por todo su cuerpo, e incapaz de levantarse, se dejó caer sobre el suelo, quedando sentada de nuevo.
—Ya sé lo que vas a hacer, Lexa, te conozco lo suficiente para saber lo que estás queriendo decir. —Apartó las manos de su rostro y la buscó con la mirada, pero Lexa continuó evitando sus ojos—. Entiendo mejor de lo que crees la carga que llevas sobre tus hombros. Todos te miran y te reprochan cada cosa que haces, pero ninguno es capaz de hacer nada ni de tomar las decisiones difíciles… Nadie quiere ser responsable porque es una mierda. Tienes miedo porque debes tener fe en algo que no puedes controlar y no confías en mí...
—No, Clarke —la interrumpió a la vez que se giraba para mirarla—. Ya te dije que confiaba en ti, no es eso...
—Sí que lo es. —Clarke se puso en pie y encaró a la comandante. El rostro de Lexa permanecía duro e impasible, sin apartar su mirada de la de ella. Esta vez no parecía que fuera a salir corriendo, sino que podría estrangular a Clarke con sus propias manos, pero la conocía lo suficiente para no tener miedo de su presencia amenazadora y para saber que no lo haría—. No confías en mí, crees que puedo aprovecharme de lo que sea que hay entre nosotras y manipularte para favorecer a mi gente. Jamás haría eso, Lexa, creo que hoy te he demostrado mi lealtad, otra vez, pero entiendo que dudes si hasta Titus es capaz de traicionarte, si también lo hizo Gustus y a saber quién más… Me parece normal que desconfíes de mí si todo tu entorno te lo dice, si piensas que es más lógico y sensato dejarme a un lado en vez de depender de algo que está fuera de tu alcance.
—Estás equivocada —lo dijo tan fríamente que Clarke sintió un latido doloroso que la arañó por dentro—. Tengo sentimientos por ti y dudo que puedas imaginarte cuánto, y sin tenerlos en cuenta, te has ganado mi confianza de sobra. No tengo ninguna razón para dudar de ti y tampoco tiene ninguna lógica que todo esto sea tu plan para acabar conmigo. Te conozco, sé cómo eres. —Lexa dio un paso hacia atrás y bajo la mirada. Clarke permaneció inmóvil, con un sabor amargo que le subía por la boca del estómago y apretaba su garganta—. Lo que quise decir es que cada error que yo cometa se traduce en dolor para mi pueblo y yo no puedo anteponerte a ti a ellos, Clarke. Tú no eres Heda, tú puedes alzar tus armas contra tu gente, pero yo…
—Lexa, yo jamás te he pedido que me pongas por encima de tu pueblo y jamás te lo pediré. Sé perfectamente que eres la comandante de los terrestres y sé lo que eso implica. Si para mí fuera un problema, nada de lo que pasó entre nosotras hubiese pasado. —Clarke tomó una bocanada de aire y se pasó las manos entre sus mechones rubios. Su corazón latía veloz, sentía ligeros temblores en las manos… Comenzó a caminar por la tienda bajo la atenta mirada de Lexa—. No quiero complicarte la vida, siento cosas por ti… —dijo sin poder evitar que una sonrisa nerviosa se dibujara en su boca—, muchas cosas, pero tú no tienes que volcar toda tu vida en mí. Creo que así no funcionan las cosas y menos aquí. No quiero un pacto, ni un compromiso donde tengamos que cumplir ciertos puntos, no es eso… —Clarke se detuvo de espaldas a Lexa, incapaz de pensar por el atolladero de emociones que la invadieron.
—Clarke…
Y el susurro con su nombre la tocó en algún punto interno que hizo que se desestabilizara. Clarke se llevó una mano a la boca y sus ojos se inundaron de lágrimas.
—Por favor, no llores por mi culpa…
Las manos de Lexa la tomaron por los hombros con suavidad y un escalofrío recorrió la espalda de Clarke. En vez de tranquilizarla, aquello pareció terminar de desbaratar su fortaleza y se vio incapaz de detener las lágrimas que vertían sus ojos.
—¿Cómo puedes sentir nada por mí después de todo el daño que te he hecho? Mount Weather, Finn… —Clarke se giró al instante y la miró como si Lexa la hubiese insultado—. ¿Recuerdas, antes de enfrentarnos a los hombres de la montaña, todo lo que te enseñé sobre el sacrificio de un líder?
Clarke se pasó el antebrazo por la cara para limpiarse las lágrimas y se quedó mirando a Lexa con total incredulidad. Sus ojos verdes brillaban bajo la tenue y danzarina luz de la tienda. Ella conocía esos ojos y sabía que estaban guardando mucho más de lo que quería mostrar en aquella pose fría y distante con la que le hablaba.
—¿Y tú recuerdas todo lo que te dije sobre confiar en tus sentimientos, sobre la lealtad de tus amigos? Es más —le dijo acercándose a ella, dejándose llevar por el remolino doloroso que se estaba convirtiendo en rabia—, ¿recuerdas cuando me traicionaste en Mount Weather? Pasó porque te dejaste llevar por un miedo estúpido, Lexa, tú misma me lo dijiste. Tú…
—¡Clarke! Sabes lo que quiero decir.
Y su voz le atravesó la carne e hizo temblar cada ápice de su cuerpo. Se aferró a Lexa como si tuviera miedo de descomponerse al tenerla lejos, ella se dejó. De pronto se sentía incapaz de enfrentarse a cualquier cosa que la aguardara fuera de aquella tienda: terrestres, celestes, Bellamy… Ahora sólo quedaban las manos de Lexa acariciando su espalda de arriba a abajo. Y luego, sus tibios labios dejándole un beso sobre la curvatura del cuello.
—Tienes razón, Lexa, lo sensato sería que dejáramos estos sentimientos morir —dijo Clarke al mismo tiempo que sentía un terremoto interno que estaba agrietando su pecho. Lexa guardó silencio—. Quizá nuestra tarea sea permitir que otros puedan disfrutar de esta clase de cosas… y para eso tenemos que sacrificar lo que sea en favor de una verdadera paz entre todos nosotros… —Ambas se separaron apenas unos centímetros, aunque suficientes para verse las lágrimas de los ojos. Lexa ya no llevaba su máscara de comandante y ver su dolor le desgarró un corazón ya maltrecho—. Siento no haberlo entendido.
—No te disculpes, no digas eso...
Y no hablaron más. Clarke tenía un nudo en la garganta y una molestia todavía más insoportable en su pecho. Se apartó de Lexa como si de pronto su tacto fuera acariciar el fuego, pero no pudo dejar de mirarla ni ella tampoco a Clarke. Sus ojos se resistían a soltarse y un soplo de realidad arreció la entereza de Clarke. ¿Cómo se supone que iban a arreglar el desastre que provocó Pike, cómo iban a forjar la paz entre terrestres y celestes, si tenía que estar a su lado, sintiendo todo aquello que le removía las entrañas hasta dejarla sin aliento?
—Era más fácil decirlo —habló de repente Lexa, como si estuviera pensando lo mismo.
Y fue ella quien agarró a Clarke de las manos, luego, de los brazos. Clarke se sacudió, trató de apartarla, pero fue ella misma la que aprovechó la inercia de sus movimientos y la besó.
CANCIÓN: Touch it - Ariana Grande
Gracias a todes por leerme y comentar :3
Ay, también os leo, perdón por las palabrotas, eso es cosa mía, no de la serie XDD