Diabolik Lovers no es de mi propiedad, pertenece a Reject.
Narración.
―Dialogo.
―Aclaraciones―.
"Pensamientos".
Palabras resaltadas.
Géneros: Comedia, romance.
Advertencias: Algo de OOC. Intento de comedia muy burdo. Fluff y coqueteo en este capítulo, así que pueden vomitar arco iris (Lo dudo, depende si hay ternura, cosa de la cual no ando muy segura). Lenguaje grosero leve.
Palabras: 2082 (Sin N/A, advertencias y demás).
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DRABBLE 4
The Sick
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Yui miró con pena al pobre muchacho, quien ahora mismo se había hecho ovillo en el piso y gemía como un cachorrito agonizante.
Ahí estaban las horrendas consecuencias de una intoxicación por exceso de alcohol. ¿O quizá por una resaca apresurada? Sabrían solos los dioses, la única verdad presente es que el pobre azabache sufría demasiado.
Tanto así que ni su vena masoquista se atrevía a sacar una sola gota de placer retorcido.
¡Ay, pobrecillo!
—Azusa-kun… —Llamó con suavidad. Su mano acarició de modo maternal los oscuros cabellos del muchacho, quien abrió a medias los parpados mostrando un par de piscinas grises inundadas de dolor y cansancio.
―Eva…―Musitó quejumbroso justo cuando otra arcada le ataco, obligándole a ponerse de arrodillarse y regurgitar lo poco que le quedaba en su interior.
La blonda entro en acción por propio acto de reflejo. Sin decir palabra alguna se colocó tras el inmortal, tomándole de los cabellos con una mano para que no se ensuciase y dándole pequeños masajes ligeros con la otra, observó en silencio como devolvía el contenido del estómago. Al parecer, el efecto de la cerveza en el más joven de los Mukami era el peor de todos.
Le enfermaba terriblemente de la panza.
A la muchacha se le partió el corazón. Aunque a veces era justamente Azusa quien le infligía mayor temor y angustia debido a sus tendencias auto lacerantes ―Las cuales muchas veces acababan atrapándola a ella misma en agonía perversa―, se negaba a abandonar al infortunado por sí mismo en esta lamentable ocasión. ¿Y cómo podía dejarle así? ¡El pobrecito con las justas se mantenía consciente después de tanto vomitar!
Apenas acabó, el pequeño vampiro cayó al piso temblando y gimoteando. Se abrazaba el vientre con el doble de fuerza y completamente exhausto había vuelto a cerrar los ojos.
—E-eva… D-duele… Mucho…—Arrastró las palabras de forma característica suya; no obstante, el tono ciertamente pastoso tras estas delataba su muy evidente estado de embriaguez.
La rubia suspiro. Con certeza para este joven masoquista debían quedar completamente prohibidas las bebidas alcohólicas, por el bien suyo y el de las costosas alfombras de diseñador; más adelante tendría una seria charla con Ruki-kun.
Bueno, cuando este no estuviese tan psicópata.
Ahora, regresando al tema importante, debía atender a un pelinegro muy enfermo.
Con mucho cuidado le tomó del brazo, pasándolo por sobre su hombro, y ―con una fuerza inexplicable de sabrá donde sacó― ayudo a ponerlo en pie. Un sonido agónico, entre gemido y sollozo, provino de los labios de su paciente indicándole que quizá no solo eran náuseas y vómitos los que tenía.
Se lo confirmó apenas dieron el primer paso y por poco acabaron de cara al suelo cuando Azusa trastabillo, su mano viajando directo a su frente.
"¿Por qué Azusa-kun fue él que obtuvo la peor parte de toda la embriaguez?" Preguntó a su interior la rubia queriendo llorar como desquiciada.
Ahora no solo eran los vómitos sin control, sino también los mareos y desvanecimientos.
Resignada, lo pegó más a ella dejando que todo el peso muerto quedará sobre su diminuto cuerpecito, el cual tembló como gelatina al sostener a un chico de no tan ligera carga como aparentaba ―Al menos no era el colosal titán de Yuuma, sino hubiese quedado aplastada como cucaracha en menos de lo que canta un gallo―.
Sería una opción perfecta llevarlo a alguno de los cuartos de la planta baja porque dudaba siquiera ser capaz de llevarle por las escaleras. Con su maldita suerte capaz hasta se caerían por ellas y rodarían con la gracia de un cerdo.
―A-azusa-kun ―Llamó en un susurro, apretando los dientes en su pobre intento de soportar tanta pesadez. El murmullo atrajo la atención del adolescente, quien al instante le dirigió una mirada llorosa que le apretó el corazón.
―S-si… ¿E-eva? ―Entre jadeos logro contestarle y ella no pudo evitar el sonreír suavemente.
―Necesitas descansar, Azusa-kun, ¿Podrías ayudarme a llegar a una de las habitaciones para que descanses? ―Pidió con demasiada ternura, tanta que consiguió que el pelinegro se ruborizase peor que una remolacha.
Los ojos de Yui se abrieron de golpe, considerando si quizá una fiebre venidera sería la siguiente parte de una resaca horrorosa para el joven Mukami.
A veces su ingenuidad era mortífera.
Atontado, sin palabras y con la lengua hecha un trabalenguas con las justas el pobre individuo logró susurrar un "S-si, Eva"; seguidamente, comenzó el intentó de caminata para llegar al dormitorio del primer piso. ¿Y por qué la palabra intento se adecuaba perfectamente a la obra social que Yui realizaba? ¡Oh sí! Dado que el ojigris en verdad no podía caminar de manera correcta y técnicamente tropezaron, como cayeron, más veces de las que la pequeña rubia podía contar ―Dejó de hacerlo en la octava, cuando su rostro golpeó contra la barandilla de la escalera ante un trastabillón del pelinegro―.
Lo positivo del caso, quizá lo único, era que Azusa-kun no sentía ningún placer de verla golpearse y hacerse una epidemia de hematomas. Al contrario, con cada golpe que ella se llevaba y el muchacho brincaba espantado, al borde de las lágrimas y nauseas, preguntándole si se encontraba bien.
Si las actitudes psicópatas de los demás no la habían sobresaltado de lo lindo, esto último sí que lo hizo. Sus ojos miraban frenéticos y la boca casi se le descolgó hasta el suelo.
Komori conocía de derecha para izquierda a cada uno de estos vampiros desequilibrados psicológicamente y apostaba cada pelo de su cabeza a que el menor de los Mukami era, sin lugar a dudas, un amante del cutting incorregible.
Ella era plenamente consciente del amor enfermo y horripilante que Azusa poseía por hacerse daño él mismo, fuese con su colección de cuchillos o siendo agredido físicamente por otros, que la había llevado a ser uno de los personajes al que más miedo tenía. No solo porque le daba pánico verle sangrar de heridas espantosas, sino también porque insanamente concluía que ella también disfrutaba del dolor. Tras lo cual, no se tentaba el corazón a la hora de agredirla y zambullirla en un vórtice de tortura con el filo de un cuchillo ―O sus puntiagudos colmillos―.
En definitiva, él era un masoquista reincidente.
Así que verle un lado angustiado por unas magulladuras accidentales, el cual no sabía que poseía, consiguió dejarla en shock temporal.
Uno que duro un minuto, porque al siguiente estuvo más concentrada en como el desdichado volvía a las andanzas del vomito por resaca pre traumática. Y ahí estaba de nuevo, sobándole la espalda y consolándolo, para después continuar su idílico camino.
En el momento en que llegaron frente a una puerta marrón casi lloró de felicidad.
Literalmente.
"¡Gracias, Kami-sama! ¡Gracias porque llegásemos hasta la puerta sin muchos daños! Uno que otro moretón, ¡Pero no importan!" Las lágrimas desbordaban por sus mejillas.
Con un poquitín de ayuda del enfermo paciente, maniobro para abrir la puerta y observó lo primero que a su vista llegó.
Un sofá de cuero. Perfecto.
―Azusa-kun, apóyate en mí para entrar. ―Cantó con una radiante sonrisa.
El azabache parpadeó, sus mejillas teñidas permanentes de rosa, y asintió. Se acopló al menudo cuerpo a su derecha.
Tan pronto estuvo apoyado contra ella, no perdió tiempo y se acurrucó a su calor tal cual niño chiquito. La cabeza cayó contra su hombro y un ligero ronroneó de placer se le escapó sonrojándola. Más aún cuando la nariz se enterró contra el cuello y olfateó el perfume femenino de Yui.
Le hacían cosquillas los cabellos rubios de la fémina, pero no de una manera desagradable, ¡Todo lo contrario! Desearía poder estar así siempre con ella, más aún al recordar su preciosa sonrisa que opacaba al sol.
Un gemido se escapó de los labios masculinos ruborizándola más de lo que estaba.
―Eva… Es tan… Dulce y cálida… ―Inició. Una sonrisa boba adornaba su boca al decir lo siguiente.― Me gustas… Mucho, Eva…―La declaración inocente aumentó dos tonos de rojo el rostro de la humana, haciéndola parecer una brillante manzana.
―¿D-disculpa? ―Pregunto balbuceando la chiquilla. Un gritito se le escapo, acompañado de un brinco, al sentir la presión de un par de labios húmedos contra su piel sensible del cuello.― ¡AZUSA-KUN!
Él soltó una risita enronquecida sin apartarse.
―Tan cálida…Y bonita~ ―Tarareo en un ronroneó seductor que mando escalofríos por su columna. Esa voz tan conquistadora no era típica del chico masoquista que ella más veía como un hermano que otra cosa.
Aunque, bueno, muchas cosas habían dejado de ser típicas esa noche ¿No?
Quería pensar desde lo más hondo de su corazón que Azusa no estaba ligando con ella. Sinceramente quería hacerlo, pero era difícil concentrarse cuando pasaba un brazo por su cintura y la pegaba más a él hasta que no hubo ni un milímetro de separación.
El corazón le empezó a tamborilear en el pecho a un ritmo insalubre para su salud. ¿Cuándo el pobre enfermito se convirtió en un coqueto fresco? ¡¿Cuándo el tímido Azusa Mukami se volvió siquiera un galán siquiera?! El mundo se iba de cabeza.
Tratando de no prestar mucha atención a las acciones descaradas del vampiro, prácticamente lo arrastro al interior de la habitación y lo sentó en el sofá. Alejándose un par de pasos, viendo al azabache hacer mohínes por la pérdida de contacto y al borde del llanto, inventó la primera excusa coherente que se le ocurrió.
―Iré a la cocina por un poco de agua para ti, Azusa-kun. ―Este último frunció el ceño disconforme, cogiéndose el estómago que parecía volver a afectarle y ella suspiro antes de brindarle en esta ocasión una sonrisa preocupada.― También te traeré algo para comer y una pastilla para la náusea.
Supuso que Reiji debía tener alguna en su laboratorio. Aprovecharía para entrar ahora que el megane se encontraba dormitando como piedra en uno de los sillones del salón.
Zumbando en sus pensamientos de planes para ingresar al laboratorio del Sakamaki, no tomó en cuenta que el chico atrás suyo tenía otras ideas para ambos. Más aún cuando se levantó tambaleante del cómodo mueble y decidido diría las palabras que cambiarían muchas cosas entre ambos.
―Eva. ―Solo la llamó por ese nombre que no le pertenecía y al cual ahora estaba tan acostumbrada.
La cabeza de la rubia volteó en dirección al adolescente y parpadeó confundida por su mirada tan seria.
―¿Si?
―Te amo.
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Shock.
―¿P-perdón? ―Cuestionó incrédula y chillando. Un rubor explotando en su rostro y arrasando con toda la palidez de su rostro.
Azusa le miro un poco tímido, no obstante no se contuvo y sonrojado al igual que ella, a la vez que sonriente, declaró sus palabras anteriores.
―Te amo, Eva.
Por primera vez en su vida, la blondo no lo oyó arrastrar las palabras o susurrar. Lo dijo con tanta claridad e intensidad que la hicieron echar humo por las orejas.
De repente, se vio atrapada en un fuerte abrazo, pegándola al frío pecho de él. Ambos tropezaron con sus pies y cayeron en el sofá con sus miembros enredados sin soltarse. Aquella posición consiguió que el corazón de la humana retumbase el doble en su pecho, casi saliéndose de este ―Aunque desde el inicio de esta confesión el musculo cardiaco saltaba tal cual canguro en su interior sin descanso―.
"¿A-azusa-kun me ama?" La ojirosa se perdió en la luna de sus pensamientos, concentrándose solo en la comodidad que hallaba entre los brazos del joven Mukami y la suavidad, como la torpeza adorable, con la que la sostenía como un niñito.
No importaba para nada la frialdad que desprendía el cuerpo masculino. Es más, hasta se atrevía a decir que era reconfortante y acogedora; especialmente cuando el atractivo joven no paraba de frotar su nariz en gesto cariñoso contra su hombro y de repartir besitos dulzones.
Oh, dulce Kami-sama. Esos besos eran estupendos.
Lástima que el momento shoujo tuvo que llegar a su fin.
Dos rugidos se oyeron desde la puerta paralizándolos en su sitio.
No necesitaban girar para saber de quienes se trataba. Al parecer, cierto par de pretendientes no estaban conformes al hallarlos en la postura romántica en que se encontraban. Era eso o también podría ser el que oyesen la declaración de amor de un nuevo competidor por el corazón de su amada.
Yui sollozo en su cabeza.
Su dulce vampiro masoquista habría de correr por su vida ahora, porque dos leones posesivos se aproximan a su yugular rabiosos. Y ni siquiera él estar enfermo salvaría a Azusa de la ira de dos Sakamaki celosos.
Continuará…
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¡FINALIZADO! Con todo el orgullo del mundo, declaró que este capítulo/drabble acabó. Y si se dan cuenta con el pasar de ellos más palabras hay x'D ¿Qué clase de escritora soy? ¡Pero es que no me resistí! Tenía algo diferente planeado para Azusa en su momento, algo no tan mono y romántico; pero después de leerme unos libros en lo poco de tiempo libre que tenía, mis perspectivas cambiaron.
Este, junto a muchos de mis otros fics serán harem, no obstante, mis parejas principales al menos aquí serán Yui X Shuu y Yui X Subaru. Ya verán, mis amores~
La pregunta del millón: ¿Creen que los prentendientes maten al pobre Azusa luego de tamaña declaración? Ni yo misma lo sé, pero acepto ideas vuestras XD El próximo vampiro borracho que veremos es: Kou (El depresivo). Ahora, ahora, ¡No se olviden de los favs y los reviews! No son obligatorios para nada, pero me suben el autoestima para seguir escribiendo.
Nah! Bromeo, pero si quisiera leer sus opiniones.
Con respecto a mis otros fics, esperemos que pronto veamos la actualización de "I Wasn't Myself Thah Night" (Nueva versión de The Night Before), "How To Be a Bad Girl" y "A Lullaby For A Vampire Baby". Aunque la universidad me trae apretadísima hoy en día –suspiro exhausto.
Sin más que decir, mi gente, ¡Me despido!
Bye, bye~~
Swan Tattoo.