***Todos los personajes de Resident Evil son propiedad de Capcom, esta historia fue escrita con fines de entretenimiento***


"Nunca es tarde para emprender un nuevo rumbo, vivir una nueva historia o construir un nuevo sueño"


El taxi se detuvo frente al Hospital clínico central o mejor conocido como el Hospital del Kremlin. Claire le pagó al conductor y caminó deprisa hacia el edificio, considerado uno de los mejores centros de salud del mundo. La puerta automática se abrió y ella se dirigió a la recepción. Una asistente alta y rubia, atendía una llamada telefónica detrás del mostrador. Claire se acercó a esta y dijo: —Disculpe, ¿En qué habitación se encuentra Piers Nivans?

—Me temo que no puede pasar, señorita —dijo la asistente— Sólo familiares y miembros de la BSAA pueden visitarlo.

—Soy su esposa —Claire mintió— ¿Me va a decir de una buena vez en dónde puedo verlo, o tengo que preguntárselo personalmente al administrador de este hospital?

La asistente tecleó en su ordenador, nerviosa. Claire se apoyó sobre el mostrador, sorprendida de haber inventado semejante mentira.

—Habitación 508 —dijo la joven entregándole una tarjeta— El ascensor se encuentra en el siguiente pasillo a la izquierda.

—Gracias —Claire tomó la tarjeta y se encaminó hacia el ascensor.

Durante el trayecto Claire recordó su conversación con su jefe, antes de tomar un avión y volar más de nueve horas a Moscú. Alan Rose no tomó de buena manera que una de sus mejores empleadas rechazara un ascenso por el cuál muchos hubiesen matado. Ella no le dio muchas explicaciones acerca del porqué prefería quedarse en Nueva York, en su antigua oficina; solamente dijo que no quería estar lejos de familia (en realidad, le estaba diciendo parte de sus motivos para no dejar los Estados Unidos). Aun así, tuvo que lidiar con Rose y sus intentos de convencerla de que lo pensara mejor, incluso le ofreció que se tomara una semana libre para que reconsiderara su oferta, sin embargo; la decisión estaba tomada: se quedaría en Norteamérica junto al hombre que amaba.

Se apoyó en una de las paredes metálicas del ascensor y se abrazó a sí misma. La música instrumental que se escuchaba al interior del elevador, lejos de tranquilizarla, le ponía los nervios de punta. Levantó la vista y miró cómo los números avanzaban lentamente por la pantalla. Cuando llegó al cinco, la puerta se abrió y Claire cruzó el umbral para encaminarse por el pasillo principal.

Paredes altas y pulidas, piso de mármol fino y mobiliario de lo más moderno, era parte de la elegancia que hacía que el Hospital del Kremlin pareciese un palacio moderno en lugar de un centro de salud pública en Rusia. Claire caminó tan rápido como sus piernas se lo permitían. El personal médico que pasaba a su lado la miraba con un gesto de extrañeza, al igual que los familiares de algunos pacientes. El tacón de sus botas repiqueteaba de forma sonora sobre el piso, haciendo eco por todo el lugar. Llegó a la habitación 508, un doctor salió de la misma sosteniendo una tabla médica y hablando para sí mismo en un idioma que Claire no llegaba a comprender. El hombre levantó la vista y le dedicó una sonrisa amable. Se acercó a ella y preguntó: — ¿Usted conoce a Piers Nivans?

—Si —respondió Claire— Soy su esposa.

—Ya veo —el doctor revisó sus notas y continuó— Su esposo tiene una herida severa en la pierna izquierda, la cual está a menos de dos centímetros de la arteria femoral. Sus compañeros dijeron que ayudó a rescatar sobrevivientes del refugio a pesar de estar herido. Perdió la consciencia debido al sangrado y al humo que respiró en el incendio.

— ¿Y cómo se encuentra ahora? —inquirió Claire, angustiada.

—Estable. Le llevará algunos meses recuperarse de su lesión. La BSAA ha hecho el papeleo para que sea trasladado a un hospital en Nueva York. Mi recomendación es que se quedara al menos una semana antes de viajar de vuelta a su país —el doctor acomodó su bolígrafo en el bolsillo de su bata y continuó: —Espero que usted pueda convencerlos de que se quede unos días más con nosotros.

—Claro —repuso Claire con vehemencia. Aunque no tenía idea de cómo lo lograría, no permitiría que la BSAA se llevara a Piers a Nueva York.

—Debo ir a revisar a otros pacientes. Si necesita algo, pregunte por el doctor Alexei Jakov —dijo el médico extendiendo la mano.

—Gracias —Claire apretó la mano del doctor, antes de que este se marchara del pasillo.

Claire entró a la habitación tratando de no hacer ruido. El sonido del monitor cardiaco resonaba a un ritmo casi hipnótico. Claire se detuvo hasta llegar a la cama donde yacía Piers dormido. Durante unos minutos, admiró su semblante sereno bajo la tenue luz de una pequeña lámpara sobre la mesita de noche. A pesar de las heridas, en la boca de él se esbozaba una sonrisa apenas visible. Ella extendió su mano y tocó el cabello del joven. Un par de lágrimas cayeron por sus mejillas, se lamentó haber sido tan cobarde y no admitir antes lo mucho que amaba a Piers.

Depositó un beso breve en su frente, pero de pronto Piers comenzó a moverse y abrió lentamente los ojos.

—Vaya… Una hermosa pelirroja se ha colado en mi habitación —dijo Piers, somnoliento. Aún se encontraba bajo el efecto de los medicamentos.

—Usted siempre portándose como todo un caballero —Claire bromeó sin poder contener sus lágrimas de alegría.

—Tienes suerte de que esté drogado y atado a estas máquinas —dijo Piers señalando los monitores que marcaban sus signos vitales— Sabes que puedo ser todo, excepto un caballero cuando se trata de ti.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó Claire acariciando su mejilla con dulzura.

—Terrible —Piers se quejó— Siento como si un tren me hubiese pasado por encima.

Piers tomó la mano de Claire y sonrió.

—Lamento haberte hecho venir hasta aquí —dijo Piers, apenado.

—Olvídalo. Sólo prométeme una cosa.

—Dime —Piers frunció el ceño, intrigado.

—No vuelvas a hacerte el héroe —Claire lo reprendió— El doctor dijo que empeoraste tu herida cuando corriste a salvar personas durante el incendio.

Piers miró pensativo el techo por un momento y repuso: —Era mi deber. No podía quedarme cruzado de brazos mirando como esas personas morían en el fuego.

Un silencio incómodo se interpuso entre ellos. Claire se dio cuenta de que no debió decirle a Piers que dejara de salvar inocentes. Después de todo, ese era el motivo por el cual ella continuaba trabajando en Terra Save.

—Piers, olvida lo que dije —Claire intentó disculparse— No puedo cambiar lo que eres. Si deseas jugar al héroe y rescatar gatos atrapados en los árboles, puedo vivir con eso.

—Gracias —Piers apretó su mano.

Claire intentó dar un paso atrás, sin embargo; Piers la tomó por las solapas de su polo y la besó con fiereza. Ella se dejó llevar por el momento y ladeó la cabeza para profundizar el beso. De pronto unos pasos irrumpieron en la habitación y una voz masculina dijo: — ¿Qué significa esto? Claire, ¿qué estás haciendo aquí?

—Chris… yo… —Claire se llevó la mano a los labios— Puedo explicarlo.

— ¡Déjala tranquila! —Piers exclamó mientras intentaba incorporarse sobre su cama— Ya es una mujer adulta.

—Piers —Claire se volvió hacia el soldado y agregó: —Voy a salir un momento, necesito hablar con mi hermano.

Chris y Claire abandonaron la habitación y se quedaron de pie en el pasillo. La tensión entre los dos hermanos era tan grande que incluso el personal que laboraba a esas horas los miraba, expectantes.

—Bien, te escucho —dijo Chris cruzado de brazos— ¿Desde cuándo Piers y tú...?

—No es lo que crees —repuso Claire.

— ¿Entonces porque los encontré besándose en su habitación?—exigió saber Chris, irritado.

—Él y yo nunca hemos estado juntos como una pareja— admitió Claire. Aunque no le diría lo que sucedió en el sofá de su apartamento, unos meses atrás— Nos enamoramos. Traté de olvidarme de ese sentimiento pero no pude, salí con Daniel por un tiempo e incluso estuve a punto de irme del país con tal de dejar de pensar en Piers.

— ¿Y qué hay de él?, hace unos días estuvo a punto de casarse con Lana y ahora resulta que está loco por ti. Piers es mi amigo y por lo que sé, ha salido con muchas mujeres —Chris puso los brazos en jarras y continuó: — ¿Estás segura que no eres otra más de sus conquistas?

—Lo estoy —espetó Claire segura de su respuesta— Chris, sé que no confías en mí, pero créeme. Nunca antes me había sentido tan feliz.

—No estoy de acuerdo con esta locura. Me sorprende de que alguien como tú, Claire, una joven brillante e inteligente, esté siguiendo el juego de un chiquillo como Piers, que apenas si sabe lo que realmente quiere —la reprendió Chris en tono autoritario—. Eres mucho mayor que él, ¿sabes lo que la gente dirá cuando los vea juntos?

Chris le dedicó una mirada de desaprobación, la misma mirada fría que solía hacer cada vez que no estaba de acuerdo con su forma de vestir o la que dibujaba en su rostro cuando conocía a su novio en turno. Claire se sentía de nuevo como la adolescente que alguna pensó en escapar de casa para no vivir bajo las reglas de su hermano, de pronto recordó que ya no tenía quince años y que ya no era la chiquilla torpe que necesitaba de la protección de Chris para que los chicos de la escuela no se burlaran de ella. Ya era una mujer adulta e independiente, dueña de sí misma y de su destino, así, con aquella determinación surgida desde lo más profundo de su pecho dijo: —Eres mi hermano y te amo, pero esta vez tendré que ir en contra de tu voluntad.

— ¿Qué estás diciendo? —inquirió Chris, sorprendido.

—Lo que escuchaste— respondió Claire con vehemencia—. Estoy enamorada de tu mejor amigo y no voy a dejarlo. Sé que no confías en él y en mí, pero eso no importa. Seguiré con él con o sin tu aprobación.

—Ya veo… —dijo Chris llevándose la mano a la barbilla.

—Lo siento Chris. Sé que piensas que me comporto como una adolescente enamorada, pero estoy cansada de tener que pensar en todo el mundo y en lo que dirán de mí —Claire volvió la vista a un lado, tratando de ocultar sus lágrimas—. Siempre traté de ser una buena persona y de hacer cosas para hacer felices a todos, aunque yo no estuviera de acuerdo. Por primera vez haré algo por mí misma. ¿Es mucho pedir?

Chris se acercó a Claire y dijo: —Confío en ti. Es sólo que no quiero que nadie te lastime —confesó Chris tomándola por la barbilla— Piers es un buen chico y no creo que sea tan estúpido como para atreverse a romperte el corazón. Lamento haber dicho todas esas cosas. Tienes razón, eres una mujer y me alegra que defiendas aquello que tanto quieres.

— ¿Entonces apruebas mi relación con Piers?, ¿No me digas que lo vas a amenazar con romperle las piernas, igual que a mis novios de la secundaria? —inquirió Claire, divertida al tiempo que se limpiaba las lágrimas del rostro.

—Sólo quiero que seas feliz, pero en cuanto lo den de alta, él y yo tendremos una larga charla —Chris sonrió— Eso te lo aseguro.

Claire abrazó a su hermano y susurró en su oído: —Gracias, hermanito.

—Yo también te quiero, Pippi.

— ¡Deja de llamarme Pippi Longstocking!—Espetó Claire, con falsa irritación— Ya te dije que ese disfraz lo usé cuando tenía seis.

—Admítelo. Lucías adorable con aquellas trenzas retorcidas.

Claire comenzó a hacerle cosquillas en la barriga a su hermano, pero éste la levantó del suelo y la cargó encima de su hombro, llamando la atención de quienes trabajaban en ese momento en el piso del hospital. Chris la puso de nuevo sobre el suelo y dijo: —Anda, ve con Piers, conociéndolo debe estar ansioso por saber en terminó nuestra charla. Yo tengo que hacer unas llamadas a la base y buscaré un hotel para nosotros. El médico dice que debe estar aquí por lo menos una semana, así que me quedaré por si necesitan algo.

—De acuerdo.

Chris se despidió de Claire con un beso en la mejilla y caminó por el pasillo hacia el ascensor. Claire volvió a la habitación en donde Piers la esperaba sentado sobre su cama, con la ansiedad reflejada en su mirada.

— ¿Todo bien? —inquirió Piers, nervioso.

—Si. Chris tuvo que salir a hacer algunos arreglos para poder quedarnos en Moscú —respondió Claire arrastrando una silla para sentarse junto a él.

— ¿Sólo dijo eso? —preguntó Piers, asombrado.

—Sí, y algo de que si me rompías el corazón se encargaría de romperte las piernas—respondió Claire en tono de broma.

Piers soltó una sonora carcajada, provocando que tuviera un acceso de tos, seguido de un quejido de dolor.

—Veo que Papá Oso ya comenzó a hacer de las suyas —dijo Piers, sonriente.

—Ya lo conoces —bufó Claire, resignada.

—Sabes, lamento que no nos podamos fugar juntos desde Grove Beach comentó Piers con cierto pesar en su voz.

Claire se acercó Piers y lo besó con dulzura.

—Eso no será necesario —aseguró Claire— No tendremos que escondernos y quien diga que soy demasiado vieja para ti, puede irse yendo al diablo de una buena vez.

— ¿Y qué hay de tu ascenso? —Peguntó Piers—. ¿Te irás a Suecia?

—No. Rechacé la oferta esta mañana —respondió Claire— Tenías razón cuando dijiste que estaba siendo cobarde. Me estuve engañando a mí misma durante todo este tiempo. Acepté esa propuesta porque no soportaría verte casado con Lana. Lamento haberme dado cuenta demasiado tarde.

—Hey, ven aquí —Piers se movió dejando un espacio libre en su cama. Claire se acomodó junto a él, poniendo una mano sobre su pecho— Olvídate del pasado. Los dos nos equivocamos; nunca debí proponerle matrimonio a Lana y tú sólo estabas asustada y confundida.

—Aun así… yo…

— ¡Shh! —Piers puso un dedo sobre sus labios y agregó: — ¿Por qué no dormimos un poco? Debes estar cansada por el viaje y yo no puedo mantener los ojos abiertos por culpa de estos malditos medicamentos.

Piers fue el primero en quedarse dormido. Claire miraba el hermoso jardín desde la ventana, mientras escuchaba los latidos de él a través de su pecho. Aunque aún estaba nerviosa ante lo que les esperaba al volver a los Estados Unidos, no obstante; por primera vez en mucho tiempo, la joven activista de Terra Save sentía que su corazón rebosaba de felicidad. Ella no creía en los relatos rosas, sin embargo; aquel final de cuentos de hadas, era para Claire Redfield el principio de su nueva historia.


Holaaaa!

Aquí de nuevo, esta vez con un fic para un reto del foro RE:BH.

Agradecimientos especiales: A mi Beta Reader Polatrixu, quien me empujó a terminar esta historia (y quien también me amenazó con darme mis chingazos si la dejaba abandonada). Gracias Doña por revisar este montón de palabras e ideas bizarras, sé que el romance no es lo tuyo pero haces tu esfuerzo para que todas mis planes locos salgan a la luz.

A CMosser quien también contribuyó, revisando a conciencia y que si no fuera por su ojo crítico (y su maldad), la historia hubiese quedado de otra manera. Gracias Annyaraku!

Zhines, GeishaPax, Light of the Moon 12, SKANDROSITA y AdrianaSnapeHouse. Les agradezco que se hayan tomado el tiempo de leer el preview de este fic. Las quiero :D

Bueno creo que eso es todo. A quien se haya pasado por aquí, mil gracias. Les mando un abrazo enorme, cuídense y nos leemos pronto.

XOXO

Addie Redfield.