"Un matrimonio poco convencional"

Capítulo 1

De todas las formas en que pensó que podría terminar su día, esa era la única que jamás se le habría pasado por la mente. Apenas si podía con Edward, y ahora subiendo una escalera era mil veces más pesado a su parecer.

―Tienes que ayudarme.―masculló Isabella sosteniéndose del barandal y sosteniendo a Edward con su otra mano, lo había encontrado bebiendo cuando había ido a buscar a Alice aquella tarde.

Por más que intento detenerlo, él era terco como nadie, así que termino completamente borracho y a punto de caer dormido en el piso, así que no tuvo más remedio que ayudarlo a llegar a su habitación.

Se le había hecho raro que no hubiera ni una sola doncella en la casa, y aun más que toda la familia de Alice se hubiera ido de viaje sin que ella le dijera algo, eran mejores amigas, siempre se decían todo. Así que debió ser algo realmente urgente e improvisado porque de otra forma no entendía.

Edward por otro lado, era la clase de hombre que no tenía material para esposo, él lo había dejado bien en claro, le gustaba poder ser libre y acostarse con quien quisiera sin tener que andar pidiendo disculpas.

Hasta que una pelirroja se metió en su cabeza, Charlotte. Se conocieron un verano en que él se negó a acompañar a sus padres a Grecia para unas vacaciones tranquilas con la familia. La joven había ido para conocer el sur de Londres y se habían enamorado rápidamente.

Bella sabía toda su historia, al igual que medio Londres, pero la diferencia era que para ella, Edward era importante. Cuando ella era más joven y él apenas un veinteañero con las hormonas por los aires, se había enamorado perdidamente de él.

Claro que aquello era un enamoramiento como cualquier jovencita que no podía evitar caer bajo sus encantos. Ella era amiga de Alice desde muy pequeñas así que prácticamente habían crecido juntos. Así cuando ella llego a una edad más madura, olvido ese pequeño enamoramiento por Edward.

Sabía la vida que él llevaba y no quería ser una más en su lista de posibles conquistas. Entonces fue cuando su padre conoció a la familia Black, ellos tenían un hijo no mucho mayor que ella y de inmediato planearon casarlos.

Conoció a Jacob aquel verano y le pareció un hombre encantador, era caballeroso y dulce. Así el matrimonio quedo fechado para el invierno de ese año, tan solo seis meses para planear la boda. Y a tan solo unas semanas del evento quería pasar sus últimos días como soltera con Alice, pero había terminado llevando a Edward a su habitación para que durmiera un poco.

Su padre y su prometido no estarían nada de acuerdo con que ella sola entrara a la habitación de Edward Cullen, mucho menos con su largo historial de conquistas, pero debía verlo como un favor a su amiga, ella sufriría mucho si a Edward le pasará algo malo.

Finalmente logro llegar a la habitación del cobrizo, y con mucho esfuerzo lo acomodo en la cama. Le quito los zapatos y puso una colcha sobre él. Edward estaba perdido en alcohol, pero no lo suficiente como para no darse cuenta que la bonita Isabella estaba ahí con él.

―Listo, ahora dormirás unas horas y las doncellas seguro vendrán más tarde para prepararte algo de comer.―murmuró Isabella sonriente, aquella chiquilla le parecía de lo más interesante. Ninguna mujer casadera se atrevería a subir a una habitación con él, por todo lo que podía decir la gente de aquello. Pero ahí estaba Isabella.

―Las doncellas no vendrán.―respondió Edward y ella frunció el ceño. Apenas si podía entender lo que él decía, hablaba confuso cuando bebía.

―¿Por qué no?―preguntó cruzada de brazos.

―Las he despedido a todas, al menos hasta que mis padres volvieran.―respondió él con un intento de sonar más normal.

―¿Por qué has hecho eso?―se quejo ella un tanto molesta, ahora no podría irse, solo estaría preocupada y volvería al cabo de un rato.

―Me lo agradecieron, son unas vacaciones pagadas ¿Cuándo has oído de algo así?―pregunto él divertido haciendo que ella lo mirara con reproche.

―Claro. Entonces me quedaré unas horas, mi prometido vendrá más tarde a buscarme, le pediré se quede con nosotros.―murmró ella sin querer pelearse con Edward en aquel estado.

―No, dile que se vaya y nos deje solos.―aconsejó él sonriendo coqueto, ella negó.

―Jamás le diría eso a mi prometido.―aclaró Isabella con el ceño levemente fruncido.

Él la miro fijamente, o algo así. Apenas podía mantener los ojos abiertos, sabía que Isabella había sentido algo por él en el pasado, era algo que no había podido comprender, él tenía 28 y ella 22, la diferencia no era mucha pero aun así era algo.

Ahora ella estaba por casarse y a él lo había votado la mujer que decía amarlo tan solo unas semanas atrás. Aunque ellos terminaban cada cierto tiempo, al principio no le importaba pero con el tiempo empezó a odiar esas idas y venidas, así había terminado bebiendo aquella tarde.

Se sintió levemente culpable porque Isabella tuviera que pasar su día cuidando de él, ella tenía un prometido y era a él a quien debía cuidar, no a él.

―Entonces vete con él.―bramó intentando sonar claro, pero aun su voz sonaba algo patosa, ella negó.

―No, nos quedaremos a cuidarte hasta que estés bien.―aseguró Isabella y salió de la habitación.

Se quedo solo en la gran habitación, pensativo. Estaba enojado con Charlotte y también deseoso de una mujer que lo hiciera olvidarla, pensó en Isabella pero lo descarto, ella jamás se acostaría con él, mucho menos a unos días de casarse.

Pero de pronto se le ocurrió una idea, era un tanto descabellada pero aun así le pareció interesante. Si Isabella lo había amado, no podía haber olvidado ese amor de la noche a la mañana, no le diría que la amará, simplemente preguntaría si ella aun estaba interesada.

―¡Isabella!―grito con todos su pulmones, a los pocos segundos llego la castaña con la cara crispada.

―Me has asustado.―exclamó mirándolo sería.―Creí que te habías caído o peor.―él levanto los hombros en gesto desinteresado.

―Solo quería decirte algo.―murmuró tranquilamente. Lo miro desde la puerta esperando a que hablará.―Siéntate aquí.―dijo señalando la orilla de la cama, ella camino hasta sentarse donde él había señalado.

―¿Qué quieres decirme?

―¿Recuerdas cuando eras una niña?―pregunto y ella lo miro confusa.

―Sí, supongo que sí.―respondió mirándolo a los ojos ¿acaso se estaba volviendo loco?

―Yo recuerdo toda tu niñez.―admitió el cobrizo, ella asintió, era de esperarse pues él la había visto crecer como a su hermana.―Pero lo que más recuerdo es que tú estabas enamorada de mí.―ella se sonrojo furiosamente.

―Eso fue en mi adolescencia y todas se enamoran de algún hombre mayor guapo.―aclaró en su defensa. Él levanto una ceja.

―Guapo ¿eh?―ella se sonrojo aun más si es que eso era posible.

―¿A qué quieres llegar?

―¿Aun sientes eso por mí, Isabella?―preguntó con voz seria, ella lo miro a los ojos.

―No, yo estoy comprometida y…―él la callo rápidamente.

―¿Entonces lo amas a él?―ella bajo la mirada, a pesar de que Jacob era un hombre maravilloso, no podía decir que lo amaba, a tan solo seis meses de conocerse no podía. Pero se suponía que lo hiciera, era el hombre que su padre había elegido para ella.

―Debo amarlo.―murmuró ella pensativa, él negó.

―Sí, deberías, pero ¿Lo haces? ¿Lo amas?―ella frunció el ceño y volvió a mirarlo.

―¿A qué viene todo esto?―preguntó un tanto ofendida.

―Escápate conmigo.―declaró con simpleza el cobrizo, no tenía intenciones de hacerla su esposa y formar una familia, tampoco era la típica historia de un amor descubierto en el último instante, simplemente quería a una mujer a su lado y con Isabella tendría una mujer fiel y leal con él.

―¿Qué?―preguntó ella sorprendida mirándolo como si estuviera loco.―Creo que debes dormir, se te ha subido el alcohol a la cabeza y…

―No es el alcohol. Charlotte se ha ido, y yo quiero que tú te vayas conmigo.―ella que no quería discutir con un hombre alcoholizado, así que decidió seguirle la corriente, de todas maneras mañana lo olvidaría.

―¿Y dónde quieres que vaya contigo?―pregunto mirándolo.

―Vamos a Grecia, siempre he querido conocer ese lugar.―comentó el cobrizo.―Y luego conozcamos el mundo.

―¿Y qué pasará con mi prometido?―preguntó ella, si aquello se lo hubiera dicho un año atrás, quizás habría dicho que sí, que estaba dispuesta a irse con él a la misma luna. Pero ahora todo era distinto y ya no sentía lo que solía sentir por él.

―Llorará que hayas preferido a un verdadero hombre.―exclamó él sonriendo de lado, ella lo miro sorprendida.

―Te has vuelto loco, Edward. Y Jacob es un gran hombre.―respondió saliendo en defensa de su prometido.

―No querida mía, un verdadero hombre no anda por ahí pidiéndole al padre que obligue a la hija a casarse con él.―espetó Edward serio.

―Él no me está obligando.―masculló ella con el ceño fruncido.

―Sí lo hace. Si no, tú amarías al tal Jacob y no tendrías dudas de ello.

―Bien, pues amo a Jacob.―respondió obstinada.

―No le amas.―afirmó él terco.―Huye conmigo y te prometo que serás la única mujer en mi cama de aquí a que nos separemos.

―Oh vaya, primero que nada no quiero ser una más de tus conquistas del mes, segundo, todavía ni digo que sí a irme contigo y ya estás pensando en cuando nos separemos y tercero, no tengo intención de dejar a mi prometido en el altar.―proclamó ella un tanto molesta con Edward.

―Bien, entonces quédate conmigo para siempre, si es lo que deseas. Mientras aceptes huir conmigo yo te seré fiel.

―¿Es que solo quieres que deje a Jacob o a qué ha venido todo esto?―preguntó ella cruzándose de brazos.

―Te lo he dicho, Charlotte se fue y yo busco una mujer que esté a mi lado.―concretó él con seriedad.

―Entonces quieres que me vaya contigo para llenar el lugar de Charlotte. No, gracias.―respondió ella enojada.

―No quise decir eso.―debía pensar antes de hablar o Isabella lo golpearía.

―Olvidaremos esto y tú dormirás.―aconsejó Isabella levantándose.

―No, quiero que huyas conmigo, Isabella.―ella lo miro fijamente.

―Edward, ahora mismo estás dolido porque Charlotte se fue y solo quieres llenar el vacío, pero yo no soy esa clase de chica.―aseveró. ―No cambiaré a un hombre que me quiere a mí por uno que solo me quiere para llenar el lugar de otra.

―¡No quiero que llenes su lugar!―bramó él. ―Tú no amas a ese idiota y yo puedo darte todo lo qué el te ofrezca y mucho más.

―No puedes. Tú ni siquiera has pensado en casarte. ―la cosa es que eran polos opuestos, vivirían en peleas si estaban juntos.

―¡Nos casaremos entonces!―ella abrió los ojos como platos y dejo escapar un jadeo, y entonces él se dio cuenta de lo que acababa de decir, acababa de proponerle matrimonio.

―Mi padre ya le ha dado mi mano a Jacob.―replicó ella intentando encontrar más pretextos, no se dejaría llevar por Edward.

―Hablaré con tu padre. ―con cada palabra se hundía más y más, ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Ahora se casaría con ella? Quizás el alcohol sí se le había subido a la cabeza.

―No hablarás con nadie, dormirás y mañana todo esto será un tema olvidado.―respondió la castaña seria, alguno debía ser maduro en esto y ya que Edward no estaba en condiciones, la castaña decidió que ella lo sería.

―Mañana mismo hablaré con tu padre. ―aseguró él terco, la verdad ahora solo quería demostrarle a Isabella que sí él quería podía llevársela lejos y nadie se opondría.

―He dicho que no.―respondió la castaña molesta.

―Y yo dije que sí, ya que consideras que para ser un gran hombre debo ir a pedirle a tu padre que te obligue a casarte conmigo, eso haré.―aseveró el cobrizo y se acomodo para dormir, quizás mañana se arrepentiría pero para su carácter difícilmente se echaría para atrás.

Edward se quedó dormido a los pocos minutos,y Jacob llegó a buscarla, se quedaron un par de horas para estar seguros de que él estaría bien. Jacob llevo a Isabella hasta su casa y se despidieron en la puerta, ella estaba un tanto preocupada porque Edward fuera a cumplir su promesa, sabía que él era terco y era capaz de hacer lo que fuera para convencer a su padre.

―¿Dónde has estado, cariño? ―preguntó su madre al verla subiendo las escaleras. La castaña la miró y sonrió tiernamente, muchos decían que era idéntica a su madre a su edad, y su madre era una mujer hermosa así que lo sentía como un gran alago.

―Fui a casa de Alice.―explicó la castaña, su madre frunció levemente el ceño.

―Pero si Alice no está, ella y sus padres han salido. Esme me aviso está mañana.―respondió su madre mirándola fijamente, Isabella asintió.

―No lo sabía, pero cuando llegué me encontré con el hermano de Alice y estaba muy mal así que lo ayude a subir a su habitación, Jacob fue a buscarme después.―añadió la castaña, no le contaría a su madre las intenciones de Edward.

―Oh bueno, mientras no te hayas quedado a solas con él, está bien.―apuntó su madre con una sonrisa maternal.―Vamos a cenar, ¿nos acompañas?―Isabella negó, no había comido nada en todo el día pero no tenía hambre.

―Estoy un poco cansada, discúlpame con mi padre ¿sí?―su madre asintió e Isabella fue hasta su cuarto para poder descansar, decidida a dejar de pensar en la amenaza de Edward, él no era un hombre que quisiera casarse y seguro mañana pensaría las cosas y incluso tal vez le pediría una disculpa por lo sucedido.

Al día siguiente escucho un alboroto que venía de la sala, se levanto confusa y se puso una bata para bajar a ver qué pasaba, suponiendo que solo estarían sus padres en casa, no le importo bajar así, pero al llegar a la sala se encontró no solo con su futuro marido si no también con Edward y se quedo paralizada, si él estaba aquí seguramente no era para pedirle la disculpa que esperaba.

―¡Isabella!―grito su madre al ver como había bajado vestida, pero la castaña estaba tan aterrada que ni siquiera se inmuto.

Edward, por otro lado, recorrió el cuerpo entero de Isabella con una sonrisa de lado, no había esperado que la pequeña Isabella creciera y se pusiera tan guapa, ahora menos dejaría que algún imbécil le ganara la batalla, él podía enseñarle muchas cosas a Isabella que seguramente ese idiota no aprendería jamás.

Jacob la miro a los ojos como esperando una explicación, pero Isabella solo podía pensar en que su padre la mataría por haber estado a solas con Edward en su habitación.

―Llévate a Isabella.―bramó su padre serio mirando a su madre, René rápidamente tomo de la muñeca a Isabella y la llevo rumbo a las escaleras, no era forma de que una chica se presentara en la sala de la casa.

―¿Me quieres explicar porque el joven Cullen vino a pedir tu mano?―preguntó su madre una vez dentro de su habitación, ella se dejo caer en la cama, aun no podía creer que él hubiera cumplido sus palabras.

―No creí que hablará en serio.―murmuró, su madre le entrego uno de sus vestidos para que se vistiera pues debían bajar de nuevo.

―¿Sabías que lo haría?―pregunto su madre cada vez más sorprendida.

―Él estaba borracho, solo quería ayudarlo pero él empezó a decir que dejará a Jacob por él, cuando dijo que vendría a pedir mi mano no creí que hablará en serio.―informó ella mirando mortificada a su madre, la señora Swan suspiro.

―Tu padre arreglará esto, querida. Ahora vístete que debes bajar.―Isabella se vistió casi en estado de shock, como si no estuviera ahí.

Una vez lista bajaron ambas mujeres encontrándose con los tres hombres parados en la sala, su padre parecía más que furioso, Jacob la miraba con odio, ni siquiera parecía el mismo chico de días atrás, y Edward sonreía triunfante, lo que le dio una idea de cuál había sido la decisión de su padre.

―Edward nos ha informado lo que sucedió ayer.―comentó su padre, ella frunció levemente el ceño, si les había contado eso, entonces no entendía la sonrisa de Edward.

―Lo lamento, papá.―se disculpó, pues sabía que no le estaba permitido subir a la habitación de un hombre, su padre suspiro y negó.

―Él ha decidido hacerse responsable de sus actos y ha pedido tu mano.―continuo Charlie que aun no podía creer del todo la historia que Cullen le había contado.

―Lo sé, pero le he dicho que yo estoy comprometida con Jacob.―aclaró Isabella y Jacob negó.

―Yo no me haré cargo de eso, Isabella. En lo que a mí respecta la boda queda cancelada.―aseveró el muy ofendido Jacob, estaba furioso con ella. Isabella se quedo boquiabierta al escucharlo, Black se dio la vuelta y salió de la casa Swan sin decir nada más.

Isabella busco la mirada de Edward, él sonrió más que feliz, quizás un matrimonio no era su plan en primer lugar pero con una chica inexperta como Isabella y con aquel cuerpo, estaba más que dispuesto a llegar al altar.

―Así es querida mía.―exclamó Edward acercándose a ella.―Tu padre ha aceptado que nos casemos lo antes posible.―Isabella estaba pálida, no podía creer lo que estaba sucediendo.

―¿Qué hiciste?―preguntó furiosa, mirándolo fijamente.

―Te dije que vendría a hablar con tu padre. ―explicó Edward y tomo la mano de la muy enojada Isabella, su futura esposa.

―Te pedí que no lo hicieras.―masculló ella apartándose de él. Edward se giro a mirar a los padres de Isabella y les sonrió educadamente.

―¿Podrían darnos unos minutos a solas? ―ambos asintieron y dejaron a la pareja solos en la sala, René espero a que estuvieran a solas para preguntarle a Charlie que era lo que lo había hecho cambiar de parecer.

―Edward me ha dicho que la tarde de ayer Isabella y él tuvieron relaciones.―respondió Charlie parado al borde del escritorio de su despacho, René abrió los ojos como platos.

―No le habrás creído eso ¿verdad? Isabella jamás haría algo así.―preguntó René mirando a Charlie con intensidad, quería una respuesta que no la hiciera querer golpearlo.

―Por supuesto que no le he creído, amor mío.―aclaró Charlie atrayendo a su esposa a su pecho, ella aun mantenía el ceño fruncido.

―¿Entonces porque has accedido a esa boda?―preguntó sería.

―Isabella siempre ha querido a ese cabeza hueca.―exclmaó Charlie con simpleza.―Y creo que ese cabeza hueca en el fondo quiere a mi niña más de lo que admite.―René lo miró y finalmente sonrió.―No cualquier idiota vendría a decir algo así y luego pediría casarse con ella.

―A veces olvido lo inteligente que sueles ser.―apuntó René sonriente, tal vez su esposo tenía razón y Edward quería a Isabella más de lo que creía.

Mientras tanto Edward intentaba controlar a su prometida que estaba furiosa con él.

―Tú no amabas a ese idiota, no entiendo porque estás tan enojada.―imsistió por decima vez, Isabella se giro y lo fulmino con la mirada.

―Tú no me amas a mí, solo quieres que llene el lugar de Charlotte. ¿A dónde nos va a llevar un matrimonio así?―preguntó enojada, la había arrastrado a sus tonterías cuando ella claramente se había negado.

―Te he dicho que no quiero que llenes el lugar de esa mujer. De ser así no habría venido a pedirle a tu padre tu mano, simplemente habría intentado seducirte antes de la boda.―aseguró Edward sentado en sofá viendo como Isabella caminaba de un lado a otro más que furiosa, él solo podía imaginarse cómo se vería sin aquel vestido.

―¡Deja de mirarme así!―grito la castaña, no podía creer que él estuviera pensando en eso en medió de algo tan importante.

―Serás mi esposa, puedo mirarte así si quiero.―recalcó Edward sabiendo que eso la haría rabiar, pero por alguna razón le excitaba verla enojada.

―Te odio, te odiaré el resto de mis días.―gritó Isabella enojada y se dio la vuelta para ir a su habitación, Edward sonrió de lado, pocas mujeres le habían levantado la voz o le habían dicho cosas así, pero Isabella le causaba más interés que todas las mujeres que había conocido juntas.

Debía asegurarse de que la boda fuera en tan solo unas semanas para que la noche de bodas llegará pronto, si en unos meses Isabella no estaba embarazada, el Señor Swan se daría cuenta que había mentido.

Se detuvo un segundo al darse cuenta que era lo que estaba pensando, casarse, tener hijos ¿Qué demonios estaba haciendo?


Bueno espero les guste está nueva y pequeña historia :3

No olviden dejar sus RR :3