Aun recuerdo su espalda mientras recogía sus cosas en un viejo bolso cuando abrí la puerta de la habitación, es una de esas imágenes que se han impregnado en mi memoria sin poder evitarlo. Era mucho más ancha que cuando fuimos adolescentes. Cuando aun no me confesaba su amor… su falso amor.
Quise tirarme a sus pies y rogarle que no se fuera, que no me dejara. Perdonarlo y suplicarle, porque lo amaba tanto y sabia que ese sentimiento no desaparecería jamás. Yo sabía que llegaría a vieja o moriría amándole.
Dime la verdad, Ranma – Le pedí una vez más.
En sus ojos vi una gran tristeza. Yo le creía… por Dios que si le creería cualquier cosa que me dijera, Por más obvia que fuera la mentira, me aferraría a ella, para no volverme loca.
No respondió. Vi la confusión en él, la inseguridad de hacer tal o cual cosa o de poder afirmar o negar algo.
Contéstame Ranma… ¡¿Cómo es posible que Shampoo esté esperando un hijo tuyo?! – Me quebré.
Me cubrí el rostro al no poder ocultar mas mi llanto. Deseaba verlo. ¡Deseaba tanto verlo y sentir que el sufría como yo! Que era víctima de una trampa y que estaba pagando por su inexperiencia . Pero mis ojos estaban inundados y su imagen se difuminaba ante ellos.
Nunca… nunca he querido lastimarte Akane. Te lo juro. – Escuché su voz triste, como nunca.
¡Lo hiciste, idiota! – Le reclamé mientras le daba un golpe seco en la mejilla, esperando que con eso disminuyera un poco mi impotencia, mi dolor, mi rabia…
Perdón. - Apenas lo escuché.
¡Lárgate! ¡Lárgate lejos y no vuelvas nunca! ¡Nunca! – Mi familia y los Saotome se juntaron en la puerta de la habitación observándome asustados.
No entiendo como pude dejar de llorar, me sequé el rostro enrojecido y caliente con la muñeca y lo levanté por fin.
Yo voy a ser feliz, Ranma. Voy a realizar mis sueños y encontraré a un hombre que si me quiera. Lárgate y no quiero volver a verte jamás en mi vida. –
Pasó a mi lado con la cabeza agachada y un mechón cubriéndole el rostro. Yo temblaba, nerviosa, dolida como nunca. En el fondo deseaba que el jamás encontrara la felicidad. Que comprendiera que su camino correcto era yo y sufriera por eso a lo largo de su vida. Deseaba que jamás se enterara de lo grande de mi mentira… de cuanto ensombreció mi vida con su traición.
Y entonces lo vi partir. Lo dejé perderse por ultima vez entre las calles que recorrimos juntos por tanto tiempo.