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Advertencia: Alto contenido erótico, menores y personas en desacuerdo abstenerse de leer.

Antes de iniciar, muchas gracias a todos los lectores que llegaron hasta aquí, gracias por soportar mis demoras, y por dejarme siempre sus ánimos para continuar. Espero contar con ustedes en mi próximo proyecto.

Epílogo.

"Tú eres mi tatuaje"

Al fin, luego de varios meses, Sesshōmaru había accedido a que su cabello volviera a ser blanco, tal y como lo prefería Rin. Ella, que se hallaba sentada en el mismo sofá que él pero a una cierta distancia, no podía dejar de admirarlo ni de pensar en que todo eso había iniciado por una broma.

Después de que insistiera tanto, Sesshōmaru le confeso que su propia madre había sido la causante de aquello.

—¿Vengarse? ¿Porque? —le pregunto, asombrada.

Su interlocutor no se molestó en mirarla, continuo en la misma posición: allí, con el cabello suelto y liso, las piernas cruzadas, y sus dedos entretenidos en señalar cada línea que leía de ese libro de tapas verdes. Rin espero con paciencia. Ya había aprendido que esta iba de la mano con la perseverancia cuando de Sesshōmaru se trataba.

—Porque simplemente —lo escucho decir con sorna, interrumpiendo sus pensamientos, y atrayendo su atención—, mi madre es una persona incomprensible, que disfruta de volver embarazosa la vida de otros —y continuo leyendo sin decir más.

Sin embargo, esa respuesta no fue suficiente para Rin.

—Aun no entiendo porque querría vengarse de ti —murmuro bajito sin titubear.

Ahora, ya no le resultaba tan difícil comunicarse. O talvez, solo le sucedía en la compañía de Sesshōmaru… tenerlo a él, era beneficioso para toda ella.

—Porque a la reina de la manipulación —menciono sarcásticamente—, se le ocurrió que podía casarme con una mujer que ni siquiera conocía —de haber mirado a Rin, hubiera notado el asombro en ese rostro joven—. Realmente, le decepciono saber que no podía manejarme como a otros —comento con el ceño fruncido.

Ella dejo de escucharlo cuando se percató de que Sesshōmaru había tenido otras mujeres en su vida. Nunca antes se preocupó por ese tema pero ahora, después de escucharlo, se le ocurrió pensar que podría suceder si él la dejara por otra mujer. Sin duda, moriría.

—¿En qué piensas? —escucho que le pregunto, cortando sus cavilaciones.

Internamente, Rin sospechaba que él lo hacia apropósito, como si supiera los momentos exactos en que necesitaba que la rescataran de su mente.

—Pensaba en… cuando conoceré a tu madre —mintió.

Recibió la atención de la mirada ambarina y rápidamente sus ojos le rehuyeron. Era más fácil hablar con él sin sentir que podía ingresar en su cabeza. Así que, siempre optaba por centrarse en sus dedos frágiles que jugaban entre sí.

—¿Por qué el interés?

No quería verlo, así que dirigió sus ojos al ventanal de ese enorme departamento mientras sus dedos no dejaban de moverse como si pudieran tejer con un hilo invisible.

—Pues, veras… —rio nerviosamente desviando la visión a un punto en la alfombra de terciopelo, la misma que le pareció la perfección de la suavidad la primera vez que pudo sentirla—… es tu madre y creo que…

—No es necesario que la conozcas —la corto él.

Rin no se alegró, no se enojó, solo pudo sentir miedo. Quizás, Sesshōmaru no quería presentarlas porque ella era demasiado joven para alguien tan maduro y perfecto como él. Claro, tenía sentido.

—Solo no quiero que acabes envenenada por ella —aclaro con voz fuerte, mirándola con esos ojos que ella amaba ver.

Realmente, parecía ser que podía leer su mente.

—Ya he dicho, mi madre es una mujer manipuladora que no dudaría en utilizarte para controlarme a mí —acabo de decir, para luego regresar a su libro.

Ella… podría utilizarla. Que interesante.

Sin ser consiente, Rin sonrió, sin poder ver que sus ojos claros brillaban de verdadera emoción.

—¿Utilizarme? —Susurro para sí misma— No lo creo.

Escucho claramente el suspiro cansino que los labios masculinos dejaron escapar, robándole sin querer otra sonrisa traviesa.

—Deberías buscar algo más productivo como actividad, en lugar de preocuparte en saber de mi madre.

Ella volvió a reír, pero en un tono más elevado, recibiendo una dura mirada por parte de su acompañante.

—No me estoy riendo de ti.

—No parece.

Súbitamente, el rostro femenino se volvió serio, y simulo permanecer impasible hasta que dejo de sentir la mirada del peli plata. Internamente, Rin se obligó a no reír, e incluso mordió su labio inferior para evitarlo, puesto que conocía lo pesado que podía ponerse ese hombre si se lo molestaba.

Él volvió a centrarse en el libro que sostenía sus manos. Ella se preguntó qué tanto de interesante podía tener ese objeto. Lo observo con atención y descubrió el título de esa obra. La filosofía del amor.

Por varios segundos, permaneció asombrada de que precisamente Sesshōmaru estuviera interesado en aquel ejemplar, quien nunca le había dicho alguna oración con palabras cursis, ni ninguna que se relacionara al tema amor.

Supuso que debía leerlo porque trataba de un tipo de filosofía, y como esa era la materia predilecta de él, el libro había llamado su atención.

Inesperadamente, Rin sintió que su corazón aumentaba el ritmo de latidos. Estaba a punto de hacer algo sin pensar ¿verdad? Era típico de su parte sentirlo antes de cometerlo.

—Sesshōmaru —lo llamo, y no fue hasta que obtuvo la mirada masculina que prosiguió—, te amo.

Podría decirse que rápidamente su cabeza proceso lo dicho, e inmediatamente cerro los ojos, desvió la mirada y se maldijo mentalmente.

Eso no era lo que quería decir. El plan era preguntarle sobre lo que sentía él, para que luego de comprobar si le correspondía, confesarle lo que había dicho sin pensar. Sin embargo, como era comun en ella, fue demasiado fácil hablar sin procesar las consecuencias.

… …

… …

Él se mantuvo impasible. No quiso o no pudo mover ni un solo musculo al oírla. De nuevo, ella lograba dejarlo sin razón para actuar.

La vio cerrar los ojos, desviar la mirada y quizás, maldecirse mentalmente. La conocía lo suficiente como para saber en qué momentos ella dejaba que sus pensamientos la atosigaran hasta perderla. Por eso, cuando estaba cerca y lo notaba, no perdía la oportunidad de sacarla de aquel pozo en que se dejaba caer vulnerable.

Ahora, era él quien no sabía cómo continuar. Lo primero y único que podría decirle era que ya lo sabía. Pero sus movimientos fueron más veloces que sus palabras, y cuando se dio cuenta de lo que hacía, tenía en sus manos el rostro de Rin, levantado hacia él y sin intención de permitirle escapar de su mirada.

—¿Qué debería responder? ¿Debo solo besarte o hacerte el amor?

Los ojos femeninos se abrieron desmesuradamente, y el pequeño cuerpo de su Rin se tensó bajo su tacto. La vio tragar saliva nerviosa, y aun así le respondió sin titubear.

—Haz lo que quieras.

—Para serte sincero, se me antoja… —hacerte el amor quiso decir, pero se detuvo al pensar que no era el momento adecuado. No siempre debía solucionar las cosas de esa manera.

—¿Se te antoja qué?

Si le dijera…

—¿Qué quieres saber exactamente? —interrogo, escudriñándola minuciosamente.

Ella demoro varios segundos en responderle, pero incluso antes de hacerlo, Sesshōmaru supo de qué se trataba.

—¿Qué es lo que sientes… por mí?

Oh. Pregunta difícil.

En una situación similar, años atrás, no hubiese sabido que responder, pero ahora lo sabía y lo tenía tan claro en su mente, lo complicado era explicarlo.

—Creí haberlo dejado claro hace tiempo —dijo, notando con cuidado que ella no lograba comprenderlo.

—¿Cuando? —pregunto, ladeando el rostro y pensando en lo dicho.

Parecía una niña inocente que desconocía tanto del mundo. En estos momentos, cuando la veía actuar de manera curiosa y realizar los mismos gestos que cuando era más joven, él la imaginaba igual de infantil que cuando era adolescente. Pero habían ciertos detalles que lo hacían volver a la realidad, porque le recordaban que no era ninguna niña y que se había convertido en algo más que una mujer, detalles como verla con el cabello revuelto, las pestañas largas, los pómulos rosados y los labios rellenos que se separaban cada vez que suspiraba, y dejaban al descubierto esa lengua húmeda que ya había demostrado lo sagaz que podía ser. Sin mencionar, detalles como los senos que se movían bajo la camiseta verde que traiga puesta.

Justo ahora, él se olvidaba de lo que estaban hablando y recordaba por qué la había invitado a su departamento. La había extrañado.

—Cuando… —volvió en si al escuchar su propia voz. Por más que su mente planeara por un lado, por el otro, el auto control continuaba actuando de manera correcta—… me marche para evitar cometer una locura contigo —concluyo, volviendo sus ojos a ella—; cuando regrese para acabar de cometer esa locura —añadió, casi divertido—. Sobre todo cuando me enfrente a los guardaespaldas que tienes por amigos —Rin sonrió al recordar eso—. Sin mencionar el hecho de perder el control al tener de frente a quien te causo tanto daño —aquí, ella compuso una mueca de tristeza—. Lamento angustiarte, pero no puedo evitar mencionar el placer que sentí al darle lo que merecía.

Rápidamente, Rin se alejó de su agarre y se incorporó del asiento para dirigirse a otro lugar. Pero él fue más rápido, volvió a sujetarla de un brazo con el objetivo de tirar de ella y provocar que cayera sobre su regazo. Entonces, ante la negativa que ella podía dar, se abrazó a su cintura, no estaba dispuesto a dejarla escapar.

—Tengo cosas más productivas que hacer, Sesshōmaru —protesto en su prisión, utilizando la misma oración que él le había dicho antes.

—Aún no he terminado de responder tu pregunta —pero ella parecía no querer escuchar, así que le ordeno—. Quédate quieta, Rin.

Se mantuvo tensa, agitada, pero obedeció.

—Bien —prosiguió mientras acomodaba su rostro en el hueco del cuello femenino—. No quiero volver a atosigarte con lo mismo —susurro—, pero sería grato que entendieras que lo hice porque él se había metido contigo. Tu eres mía, pequeña —añadió, a lo que obtuvo un suave gemido como respuesta. Una sonrisa solapada se dibujó en sus labios. Luego continuo—. También quiero agregar… —la sintió más calmada, así que se arriesgó a soltar la estrecha cintura para tener la libertad de enredar sus dedos con los de ella. Jamás se hubiese imaginado así—… la nueva locura que cometí hoy por ti. Dime, Rin ¿eso es amor?

Sintió en su propia piel el escalofrió que la recorrió, y debió morderse la lengua para evitar decir algo que lo descubriera.

—No lo sé —musito en tono bajo, apoyándose por completo en el cuerpo detrás de si—. Supongo que una persona podría cometer las mismas acciones sin amar realmente.

La escucho decepcionada. Casi sintió pena de causarle eso.

—¿Crees... que podría cometer las mismas locuras sin amarte? —se atrevió a decir.

—Si. Quizás, solo sentías aprecio hacia mí, y por ello estabas muy enfadado con… —no pudo continuar.

—¿Cómo explicas el deseo de tomarte? —en este punto, estaba disfrutando del rumbo que estaba tomando esa conversación.

—Siempre lo prohibido, es lo más atractivo, profesor —contesto con soberbia.

Sin esperarlo, una risa escapo de la garganta del peli plateado. Realmente, adoraba la sagacidad de esa lengua femenina, y era algo que admitía con mucha facilidad. La adoraba ilimitadamente.

… …

… …

No supo en que momento la tranquilidad que los rodeaba había sido reemplazada por esa conversación un tanto absurda. Sin darse cuenta, por una pregunta que había realizado, acabo en el regazo masculino, presa de su abrazo y siendo atosigada por esa voz gutural que le hablaba al oído. Ahora lo oía reír y quería saber que había sido eso tan gracioso que le causo risa.

—¿Cómo puedes decir que me amas, Rin, y no sabes lo que yo siento por ti?

En este instante le realizaba una pregunta como esa, y ella no sabía cómo evitar sentirse triste. No podía ser normal estar de esa manera cuando solo ansiaba saber la conclusión de esa conversación. Pero desagradablemente para ella, Sesshōmaru siempre la hacía reflexionar antes de llegar a un veredicto final.

—¿Amarlo? —se preguntó a ella misma—No lo sé. Lo único que sé es que lo tengo grabado en el cuerpo, en la piel. No es normal ¿verdad?

No obtuvo respuesta inmediatamente. Al parecer, le había dado en que pensar.

—De hecho, no es normal… pero, ciertamente no importa.

Lo único que siguió y que Rin pudo sentir fue que sus manos habían ido acariciando las de él y sin darse cuenta habían llegado hasta la muñeca izquierda de Sesshōmaru, donde reconoció una porción de piel diferente. Extrañada lo observo, y hallo un extraño tatuaje de una flor negra, enredada en espinas. Lo acaricio con las yemas de los dedos, le resulto hermoso.

Resueltamente, se giró para verlo a los ojos.

Los rasgos masculinos la admiraban con un brillo extraño en las orbes doradas.

—¿Qué es esto?

—Nada importante —dijo, negando lentamente con la cabeza—. Solo me pareció una obra que podía representarte. Ahora también te tengo grababa en la piel.

Oírlo decir eso, hizo que su corazón saltara en su pecho, y una amarga sensación la embargara.

—Tu piel era perfecta, Sesshōmaru. ¿Por qué hiciste algo como esto? —le reprendió con la voz quebrada y los ojos húmedos.

No quería sacar conclusiones por sí misma. Quería oírlo de su boca. Y aunque los ojos ámbares la miraron dolidos, no retiro lo dicho.

—Ahora, ambos tenemos un tatuaje.

Ella no comprendió.

—¿Que?

Lo vio con expresión extrañada.

Sesshōmaru se liberó del agarre de las manos de ella, y llevo una mano a tocar la espalda femenina.

—Yo estoy aquí —ubico sus dedos sobre el inicio de la cicatriz, podía saber dónde estaba sin verla—. Aquí conocí como eras realmente —ascendió sus dedos para depositarlos sobre el omoplato—. Aquí lograste seducirme con inteligencia —subió al hombro izquierdo—. Allí me demostraste lo provocadora y altanera que puedes ser —avanzo sobre el tórax y se detuvo sobre el seno izquierdo—. Aquí te hice el amor la primera vez.

El pecho femenino se movió al ella respirar, y por ende Rin pudo sentir la mano que se quedó inerte sobre ella. Sinceramente, estaba conmovida. Podía sentir que los nervios causaban que temblara, que las manos le sudaban y que de sus ojos nacían lágrimas que mojaban sus mejillas. Le era difícil tragar saliva.

Si. Lo amaba. Simplemente le podría ese nombre porque no había otro que pudiera parecerse al sentimiento que la embargaba ahora.

—Tú eres mi tatuaje, Rin —le escucho decir.

Y ya no pudo evitar abrazarse a él. Escondió el rostro en el cuello masculino y aspiro su aroma. Ese era el único lugar en el que quería estar, y la voz de él era la única que quería oír. No podía existir nadie más.

Sintió como los brazos fuertes la rodearon, apretándola contra él. Suspiro pesadamente, y luego cerró los ojos para dormirse allí, no había nada que pudiera separarla de él. Ambos se pertenecían el uno al otro, porque los dos estaban tatuados en cada cuerpo.

… …

… …

Y este es el final definitivo. Realmente, esta historia fue muy especial y complicado de escribir. Gracias por estar conmigo en este proceso de evolución de una escritora. No soy perfecta, si no que me esfuerzo para mejorar y complacerlos a ustedes así como a mí misma.

Quisiera aclarar un par de puntos que quizás no están del todo claro en el último capítulo ni en anteriores.

Primero, ya se explicó el porqué del color del cabello de Sesshōmaru. Segundo, ya vimos que Rin no lo reconoció, por allí mencione que ella se había imaginado que estaba con él cuando el sujeto del antifaz la secuestro.

Luego, refiriéndome al tema de la personalidad de Rin, creo que he sido lo suficientemente clara al decir que Sesshōmaru podía e intentaba sacarla de ese pozo en el que se dejaba arrastrar por sus pensamientos. Espero complacerlos con esa resolución.

No quise escribir un epilogo demasiado dulce plagado de rosas y corazones, puesto que todo el fic lleva un tinte sombrío en cada capítulo, por eso me centre en dejar en claro que era eso que los dos sentían y que tampoco podían llamar amor. Creo que el amor es algo puro y limpio, que no podría ser concebido por una mera atracción física hacia una adolescente. Quizás, como dice Rin, Sesshōmaru le tenía aprecio, este se convino con atracción física y acabo por alcanzar a ser casi un deseo obsesivo. Quizás, fue compasión.

¡Ojo! Esto no significa que él no la quería, si la quería, pero de un modo más intenso.

Espero no haber sido muy cruel con Rin al decirle todas las verdades en el capítulo anterior. Espero no ser muy cruel con ustedes si esperaban un final más conmovedor.

Mmmmmmmm…creo que lo último que me toca decir, es gracias.

Ayer recibí el review más largo en la historia de los review que me han dejado, y me han dejado con un cargo de conciencia por el sufrimiento que le cause a esta Rin. Sinceramente, no fue personal, sino que quise plasmar algo similar a la historia original, pero también crear algo razonable. Y si conociéramos un Sesshōmaru humano creo que haría estas cosas y actuaria con autocontrol cuando se tratara de interactuar con una adolescente que le atraiga.

Me extendí demasiado. Sin más, muchas gracias.

Espero que mi hermosa y adorada Lirio también llegue hasta aquí y al menos me diga si este regalo fue de su agrado. Me he tardado pero cumplí.

Un placer escribirles, Dmonisa.