*Toma aliento* HAY ALGUIEN AHÍ!? *eco*

Sinceramente, espero que aun haya alguien por ahí.

No estoy muerto! Solo desaparecido! Pero creo que e vuelto xD. Actualicé dos capítulos, una pequeña compensación por la larga espera. Lo siento!

Tenía este capítulo escrito hace un largo tiempo pero nunca me parecía completo, así que seguía escribiendo y escribiendo y terminé teniendo un total de 14,918 palabras, terminé por dividirlo en dos porque pensé que sería demasiado largo.

CASI ME DA UN ATAQUE AL CORAZON! Hace un par de meses estaba revisando los documentos y borrando algunos, y por un momento pensé que había borrado este cuando no podía encontrarlo, al final lo encontré con otro nombre xD.

Lamento los errores de escritura. Lo revisé, pero siempre pierdo algunos.

"Esta mañana perdimos a treinta de ellos, Majestad" Informó Kai. El mayordomo estaba de pie, con la espalda recta y la barbilla alzada, con la mirada fija en los siervos silenciosos de blanca piel y fría que se movían en silencio y con el único propósito de cumplir su tarea con el menor tiempo posible y de la mejor manera.

Algunos hacían las camas, otros cambiaban las mantas, y la gran mayoría de ellos, cargaba con cuidado las frías estatuas de hielo cristalizado. Tenían especial cuidado en no agrietarlas. Sosteniéndolas entre dos de los siervos para llevarlas a las profundidades del castillo.

El mayordomo se aventuró a mirar al monarca, sentada al pie de una de las grandes camas ahora recién echa. El antiguo ocupante había sido llevado minutos atrás por dos de los siervos, con el cuerpo rígido y completamente congelado, con un rostro inexpresivo y los parpados cerrados en un sueño profundo.

"Doce más están presentando los síntomas de rechazo." Continuó el mayordomo cuando la pelirroja se limitó a guardar silencio. "Ya he enviado a un grupo de cazadores a los pueblos lejanos para recuperar los números, estarán aquí a finales de mes."

"No puedo esperar tanto tiempo" Finalmente respondió la pelirroja. "Envía a otro grupo a los pueblos de alrededor, mientras tanto, captura a unos pocos de los ciudadanos de aquí, no importa quien, solo tráelos. Necesito al menos diecinueve de ellos por ahora." Las esquinas de sus labios se empujaron hacia atrás en un gruñido silencioso, levantó su mano frente a ella, tirando de la manga lo suficientemente hacía arriba para mostrar su piel.

Las venas brillaban con un opaco azul latiente, creciendo en brillo con cada latido de su corazón, ella ya podía sentir la punta de sus dedos rígidos, fríos y en un azul blanquecino que pronto podía congelaros. Ella necesitaba deshacerse de la magia cuanto antes.

"Si continuo de esta manera, terminaré muriendo!" Escupió por lo bajo. El mayordomo asintió, inclinando su cuerpo ligeramente hacía adelante en una reverencia. "Has tenido respuesta de los exploradores?"

Kai sabía con exactitud a que exploradores se refería.

Hacía diecinueve años que un total de doscientos navíos habían partido de Arendelle bajo la orden directa del Rey Agnarr para encontrar una cura para ellos y en especial, su hija.

Al saber que su querida esposa la reina Iduna ya no era capaz de traer más hijos al mundo y con el fallido nacimiento de Hans siendo un completo un bastardo, Agnarr se vio envuelto en la desesperación y con la último de sus escazas esperanzas, envió en una búsqueda de los antiguos miembros de Arendelle. Aquellos que habían desertado de la familia y las tierras frías en busca de algo nuevo y desconocido para ellos.

Agnarr tenía la firme creencia que, en alguna parte del basto mundo, aun había miembros de su familia, y con la suerte suficiente y la decencia que algunos de ellos podían tener, aun mantendrían la sangre pura para poder traer a uno de ellos y servirlo como un compañero para Anna. Su intención era únicamente mantener con vida a su única hija, descartando la idea de mantener viva la línea de sangre, y eligiendo únicamente el bienestar de su hija. Sabía que con el tiempo, la salud de Anna se debilitaría y la magia terminaría por consumirla al no tener a un segundo receptor para mantenerla bajo control. De tal manera, ordenó a que doscientos navíos tripulados por sus fieles Snowman, partieran en busca de alguno de ellos.

Agnarr le había dado esa información a Anna tres años más tarde cuando ella cumplió ocho años, la mirada pesada de su padre sobre ella se clavó en las profundidades de su alma, y ella creyó en cada una de sus palabras. A lo largo de su vida había creído en ellas, teniendo una esperanza en que, tal vez aún existía alguno de sus antepasados que pudiera ayudarla a continuar con vida.

Sin embargo, con cada año que pasaba, Anna se vio obligada a utilizar a los seres humanos como recipientes temporales hasta que encontrara una mejor solución. No eran suficientes, por supuesto. Sus cuerpos no soportaban la cantidad de magia, sus cuerpos no estaban preparados para la magia, y al final, terminaban siendo víctimas de ella.

Sucumbiendo al frio interminable que los congelaba lentamente.

Anna sabía que tenía que apresurarse en una cura, y en una audacia casi arrogante, ella había ordenado también buscar a Gothel, Aquella maldita bruja quien se encargó de sellar la magia de los antiguos Arendelle. Sabía que si podía encontrarla, la mujer era capaz de desatar el sello y finalmente Anna tendría pleno control de su magia. Sabía que habían pasado siglos desde que sellaron a los antiguos Arendelle, pero Agnarr siempre le había dicho que la vieja bruja era una mujer cuya obsesión era la vida eterna.

"Celaba nuestra capacidad de vivir infinitamente. Puedo imaginar la mirada arrogante y desgraciada en su rostro cuando le pidieron que sellara nuestra magia… Sé que no se detendría hasta que consiguiera vivir por siempre… sé que está ahí, en alguna parte. Pero tengo más fe en encontrar a uno de los nuestros que a esa bruja maldita. Teme nuestro poder aún más del que nos cela…"

"No más de lo que usted ya sabe, Majestad." Respondió Kai, Recordando haberle informado que ahora se había perdido cincuentaisiete barcos en las bruscas aguas del océano, y aun no había más respuesta que negativas.

La pelirroja gruñó, se levantó de la cama con lentitud, alisando la tela de su estómago un par de veces. Cerró los ojos unos segundos, respirando profundamente en un intento por calmar el punzante dolor bajo su piel.

"Consigue los remplazos" Le recordó a Kai antes de caminar a la puerta sin atreverse a mirar a los quejumbrosos gemidos de dolor que albergaban los ocupantes de algunas de las camas. La pelirroja casi había llegado a la puerta cuando un quejido susurrando su nombre la detuvo. Estaba un poco sorprendida al escuchar que uno de los humanos, se había atrevido a llamarla por su nombre. En las pocas ocasiones que Anna visitaba esta habitación, todos ellos se refirieron a ella como majestad o simplemente guardaron silencio. La mayoría de ellos se mantuvo alejada de ella, algunos por temor y odio por lo que les había hecho a sus cuerpos y otros por timidez.

La pelirroja se detuvo, con el ceño fruncido mientas miraba a su izquierda en busca del dueño de la voz rota y temblorosa. Le tomó unos segundos encontrarlo, ella lo buscó primero entre las mullidas mantas de las grandes camas y al no encontrarlo, dirigió su mirada a una de las grandes chimeneas.

Ahí estaba.

Acurrucado con las rodillas al pecho, buscando el calor que no podía apagar el frio de su cuerpo entre las cenizas y las brasas de la madera. Su ropa estaba sucia, polvorienta, sus zapatos estaban chamuscados, así como los bordes de su ropa, y aun así, su cuerpo se estremecía con frio.

Su rostro estaba sucio y pálido, su cabello era completamente blanco, y aun desde esa gran distancia entre ambos, Anna podía ver una fina capa de escarcha en su piel y cabello. Ella pensó en marcharse. Solo sería una pérdida de tiempo, sabía que probablemente estaría muriendo en unas pocas horas.

"A-Anna" La pelirroja apartó su mano del pomo. Giró su cuerpo lentamente y caminó a la chimenea. Cuando llegó a su destino, se mantuvo firme, con el cuerpo recto y mirando hacia abajo en el hombre de rostro joven y apuesto.

No debería tener más de unos veintitantos años. Y su atractivo era algo por el cual Kai lo había elegido para Anna, siendo eso solo un capricho para su rey. Anna no recordaba su nombre y sinceramente, nunca le importaron. Ella se concentraba únicamente en sus cuerpos, recipientes destinados para ser rellenados por ella y comprarle un poco más de tiempo.

Ella recordaba su rostro, por supuesto que sí. Y en sus extrañas y cortas visitas a la torre del norte, el siempre se mantuvo más cerca de ella que los otros. Le daba tímidas sonrisas y si bien su voz siempre tenía un tinte de timidez, se esforzaba en mantener una conversación a pesar de las cortantes respuestas de Anna y sus largos silencios.

"H-ha venido…" Sonrió. Sus labios tenían un tinte azulado, con sus dientes titiritando cuando hablaba y aun así, se esforzó por hacerlo. "La eh estado esperando" Confesó. "Sabía que vendría a visitarnos… L-lo otros p-pensaron que nos olvidó… P-pero yo siempre creí en usted" Sus ojos habían tenido un bonito y atractivo color castaño así como su cabello, Pero ahora, tenían un tono de celeste frio, otro signo de que estaba siendo consumido.

Que desperdició. Pensó Anna.

Lentamente extendió su mano temblorosa hacía Anna, sus movimientos eran lentos y rígidos, con la punta de sus dedos ya congelados y probablemente, perdiendo la sensibilidad en ellos. Anna no respondió a gesto, se limitó a mirar su mano extendida y luego su rostro frio. Su mirada era pesada y tan gélida sobre él, y con una vergüenza dibujada en su rostro y en la forma en que bajó su mirada, comenzó a bajar también su mano.

Anna la tomó.

Su gesto hizo que levantara su rostro tan rápido como podía, mirando sus manos unidas y luego a Anna, maravillándose cuando la vio comenzar a inclinarse hasta que estaba con una de sus rodillas en el suelo.

Había lágrimas en el borde de sus ojos. Su labio tembló y sus cejas se juntaron con un sentimiento de llanto, y sin poder detenerse por más tiempo, sollozó. Su cuerpo frio se estremeció y el agarre en la mano de Anna se apretó.

La pelirroja dudó, tentada a retirar su mano, levantarse e irse y no regresar hasta que hubiera nuevos recipientes por utilizar. Pero ella se quedó y en un intento por calmar su llanto, apretó su mano sobre la de él. Levantó la izquierda a sus labios y con cuidado comenzó a retirar su gante con los dientes. Lo recogió y lo apoyó sobre su rodilla doblada, extendiendo su mano desnuda para acariciar la piel de escarcha de su mejilla.

Sus ojos se abrieron, ganando un sollozo más fuerte mientras se inclinaba en el toque frio de Anna.

"G-gracias por e-estar aquí" Susurró. Anna no respondió. Se limitó a mirar la sonrisa agradecida en sus ojos celeste y como los zarcillos de escarcha crecían desde la palma de Anna y se arrastraban sobre la piel del joven como una telaraña. La escarcha se endureció, consumiendo su piel tan rápido que apenas duró unos segundos antes de que una última exhalación blanca emanara de sus labios entreabiertos y finalmente, falleciera.

La pelirroja permaneció en silencio, observando como el cuerpo cristalizado se fundía en una estatua. Una más.

Apartó su mano de su mejilla y recogió su guante. Le tomó un poco de esfuerzo liberar su mano de la congelada sin agrietar el hielo, pero al final se liberó. Se levantó y cubrió su mano nuevamente con el guante.

"Una muerte rápida. Un poco de piedad" Murmuró Kai a su izquierda. Anna no respondió, no había nada que decir. Ella solo giró sobre sus talones y salió de la habitación.

x-x-x-x

El Principie Jhon se había ido dos horas atrás, con un rostro satisfecho y el oro desbordando de los tres carruajes que lo siguieron bajo una estricta guardia de mil hombres con las ondeantes banderas de Arendelle en alto y un puñado de constructores con la única intención de comenzar los asentamientos de un nuevo cuartel en las tierras libes que, hasta el día de ayer, pertenecían a príncipe Jhon.

Ella también pensó en Madame Mim y Lord Facilier, cada fibra de su ser le reclamaba para que los expulsara del castillo cuanto antes, Pero sabía que las tierras libres eran necesarias para el futuro de Arendelle, y a pesar de que ella fácilmente podía enviar a su ejército para reclamarlas, sabía que las tierras libres no cederían tan fácilmente por la fuerza, la guerra podría extenderse más de lo debido, y solo consumiría recursos que Arendelle no tenía para malgastar en una guerra que bien podía evitarse.

Un matrimonio…

Gruñó su mente con desdén, y ella casi se burla en voz alta.

La idea era absurda en todos los sentidos.

Pero no podía descartarla fácilmente tanto como ella deseaba. Pensó en Lord Facilier y sintió fuertes ganas de vomitar. Su estómago dio un giro brusco, intentando regresar su almuerzo de esa mañana.

No ayudaba recordar como el hombre había estado lanzando sonrisas y miradas sugestivas en dirección a Anna toda esa mañana mientras tomaban el almuerzo. Sus comentarios tampoco habían sido amables, Pero Anna se había obligado a mantener la calma y no darle el placer de mostrarse afectada, ella se limitó a ignorarlo, sabiendo que al ignorarlo, hería más al hombre de lo que podían hacer sus afilados y fríos comentarios.

Madame Mim se limitó a escuchar la mayor parte del tiempo. Observando a cada miembro de la mesa con más atención de la que Anna podía tolerar. Sabía que la mujer era astuta, un sabueso con una buena nariz y una mente aguda más que nada. Las miradas persistentes que dedicó a Elsa cada vez que Facilier dijo uno de sus comentarios hacia Anna, no pasaron desapercibidas para el monarca a pesar de lo despistado que era Elsa al respecto.

Madame Mim había entrecerrado los ojos un par de ocasiones, casi como si intentara anclar cada pieza en su sitio de una imagen más grande. Y como si intentara señalar su propio punto, había lanzado un comentario relacionado al futuro que ella y Anna podrían tener si estuvieran unidas por matrimonio.

La reacción de Elsa parecía ser suficiente para Madame Mim. La forma en que sus labios se apretaron con fuerza y la pura ira se reflejó en los ojos azules de Elsa, era suficiente para que la mujer sonriera detrás de su copa, con una ceja alzada y una mirada de pura alegría cuando finalmente podía entenderlo todo.

Elsa se había excusado unos minutos más tarde, sin mirar a nadie en la mesa. Su falta de control hacia sus emociones, mortificó a Anna más de lo que le gustaría señalar. Ella estaba dispuesta a ir y hablar con la joven princesa para señalarlo y advertirle para futuras reuniones, pero entonces Kai había aparecido frente a ellas, y pedido la compañía de Anna para resolver asuntos importantes, su elección de palabras era suficiente para que Anna tomara como prioridad a Kai y no a Elsa. Y ella se había sentido satisfecha con su elección cuando Kai los llevó hasta la torre norte y le mostró la gran pérdida de recipientes…

Las perdidas eran más grandes y con mayor frecuencia, Ella se veía obligada a emanar más magia en los cuerpos de los humanos cada vez, y todo el tiempo, no parecía suficiente.

Su madre Iduna una vez había comparado sus cuerpos con un rio rodeado por arroyos.

"Los sellos mantienen cerrados la mayor parte de los arroyos, Annakarenia… dejando libres solo unos pocos que no son suficientes para mantener el constante fluido de magia. Mientras más pasa el tiempo, más crece el rio, y en algún punto… terminará por desbordarse sin control alguno… Cuando se tiene un compañero, es como si se utilizaran entre sí, mantienen un orden y un fluido mayor del que uno solo puede tener."

Utilizar a los seres humano como recipientes, era solo eso, recipientes. Pequeños tarros utilizados para vaciar al menos un poco de su magia en su interior, no eran suficientes, por supuesto, era como intentar vaciar un mar con cubos…

Algo completamente absurdo pero que, hasta hace un par de años atrás, había estado dando resultado.

Pero ahora, ya no eran suficientes. Y sabía que, si continuaba tomando a los seres humanos en mayores cantidades de los pueblos, terminaría por agotar a los pueblos de seres humanos y la gente terminaría por sospechar de ella.

Anna suspiró profundo, dejando exhalar su aliento que flotaba en una blanca nube fría de entre sus labios, sabía que no hacía suficiente frio en el castillo para que su aliento fuera visible, pero ella también sabía que sus propias entrañas eran tan frías justo en esos momentos que era imposible de no mostrarse en su aliento.

"Oh! Majestad." El monarca levantó su mirada al dueño de la voz. Sosteniendo un gruñido de frustración cuando vio a Madame Mim en el pasillo a un par de metros de ella. "Es una encantadora sorpresa el encontrarnos de esta manera. Me sorprende encontrarla en estos pasillos y no en su despacho"

"Me dirijo en esa dirección, Madame" Respondió la pelirroja caminando junto a la mujer.

"Entonces voy atreverme ahora para no perder la oportunidad" Madame sonrió lentamente, inclinando su cuerpo en una reverencia antes de seguir a Anna. "Me permite un momento de su tiempo en privado? -Oh por favor, no me mire de esa manera" Señalo sin perder su sonrisa. "Estoy segura que se trata de un beneficio mutuo…"

Anna aceptó, no por respeto a la mujer, sino porque ella podía provechar la oportunidad y convencer a la mujer de que finalmente, pudiera vender sus tierras a ella sin la necesidad de un matrimonio del cual ella no deseaba participar.

De esa manera, ambas se dirigieron al gran despacho, con la puerta firmemente cerrada detrás de ellas.

"Tengo que decirle con toda honestidad que, no disfruto de una conversación que sea dictada por la delicadeza" Comenzó Madame Mim cuando había tomado asiento frente al gran escritorio de Anna, la mujer cruzó una de sus piernas sobre la otra, con la espalda apoyada en el respaldo y sus brazos descansando en los reposabrazos. Había un aire de dominio a su alrededor, con la voz firme y sin titubeo cuando se dirigió a Anna.

"Estoy segura que usted tampoco lo aprecia, el tiempo es valioso cuando se trata de mujeres como nosotras."

La pelirroja alzó lentamente una de sus cejas.

"No creo que esté en derecho a llamarlos iguales cuando las diferencias entre nosotros son tan grandes como el mar y la tierra. Madame." Señaló Anna. Su comentario solo hizo sonreír más amplio a la mujer frente a ella, sin una pisca de ira en su rostro.

"Tal vez no por mucho tiempo" Respondió la mujer. "Estoy aquí para discutir la propuesta de matrimonio, una que, con ciertos puntos que voy a señalar, estoy segura que no podrá rechazar." Anna asintió, otorgando el permiso para que Madame comenzara.

"Se con exactitud quien es usted, Majestad." Continuó Madame Mim. "Conozco bien su pasado y el proceder de su familia. Se con exactitud que es un Arendelle y de lo que es capaz de hacer." Anna se tensó ligeramente, su rostro calló en una sombra pesada, mirando a la mujer con ojos inexpresivos a pesar del temor que palpitaba en su corazón.

"No hay necesidad de alarmarse." Señaló Madame Mim mientras desenredaba sus piernas y se paraba lentamente de la silla. "No estoy aquí como un enemigo. Es más bien… una ayuda"

"Dudo que pueda ayudar" Gruñó la pelirroja. La mujer rodeó el escritorio, arrastrando su dedo sobre la elegante madera todo el tiempo que caminaba, se paró junto a Anna, sentándose en el borde del escritorio con sus manos firmemente aferradas a la madera.

"Creo que soy la única que puede ayudarla justo ahora, Majestad" Sonrió. Sus ojos se arrastraron por el rostro de Anna, y luego su cabello. "Conozco bien el significado de eso" Asintió en dirección a los mechones blancos en el cabello de Anna, y cuando la pelirroja no respondió, Madame Mim se alejó de su improvisado asiento para sentarse lentamente en el regazo de Anna de lado.

Cruzó sus piernas nuevamente, mientras giraba su torso para enfrentar a la pelirroja tensa y silenciosa.

"Estás perdiendo el control…" Susurró con la mirada siguiendo cada parte del rostro de Anna. "No conozco bien al príncipe Hans, pero sé que no pertenece a la familia Arendelle, si lo fuera, tu no estarías sufriendo de esta manera…" La mujer alzó una de sus manos, levantándola lentamente a la mejilla de la pelirroja, El monarca giró su rostro lentamente, alejándose del tacto con la mandíbula apretada y una mirada dura en sus ojos. "La falta de un compañero es algo tan cruel para un Arendell…" susurró con extraño pesar en su voz dulce. "No puedo imaginar el vacío que debes sentir… un castigo de los dioses…"

Madame Mim retiró su mano del viento, deslizándola por el cuello de Anna y entre la tela de su ropa elegante, arrastró sus dedos hasta el corbatín firmemente ajustado, y con tranquilos movimientos, comenzó a desatarlo. La mano de Anna se disparó y se aferró a la muñeca delgada de Madame Mim. La apretó con fuerza, ahora con su mirada dura firmemente plantada en los ojos de Madame.

"Sé cómo ayudarte, Annakarenia." Susurró en voz baja. El tibio aliento flotó entre ambas, Con un brillo verdoso en los ojos de Madame Mim mientras miraba a los ojos de Anna sin parpadear. La pelirroja sintió una pérdida de voluntad mientras más miraba a los ojos de Madame. Era como caer por un precipicio y flotar justo en el centro de la caída, se sintió ligera, satisfecha y después de mucho tiempo, relajada. Su cuerpo se relajó lentamente, exhalando un aliento frio mientras aflojaba su agarre sobre la muñeca delgada de Madame.

La mujer unió su segunda mano, desatando el corbatín y luego los broches dorados de la chaqueta, sus manos eran rápidas y agiles en sus movimientos precisos, abrió la chaqueta y luego la camisa, contenido el aliento cuando observó las brillantes venas azules en la piel de la pelirroja.

"Oh dulce Annakarenia…" Susurró, había una diversión en sus palabras, un placer casi enfermizo que parecía crecer con cada segundo que más observaba el cuerpo dañado de la pelirroja. Anna apartó la mirada, centrado su atención a su derecha, lejos de la mujer sentada sobre sus piernas que parecía beber de ella. Ella quería protestar, quería empujar el cuerpo de la mujer fuera del suyo, quería gritarle y herirla, pero cada vez que pensó en dañar a la mujer, su cuerpo parecía relajarse de una forma casi adormecedora.

Un calmante que servía para dormir mi ira…

Anna se tensó cuando lo pensó. Su mandíbula se apretó, e intentó empujar el cuerpo de la mujer fuera de ella, pero sus manos estaban aferradas a los reposabrazos de su silla, con los dedos firmemente cerrados alrededor de la gruesa madera, siendo atrapada por sí misma. Su cuerpo estaba inmóvil, congelado como si estuviera bajo un hechizo.

"Cuanta belleza… cuanta alegría" Susurró Madame con diversión. "Cuan rota..." Se fascinó

No había manera de ocultarlo ahora, Anna lo sabía. Bien podía cortarle la cabeza con una simple orden, Pero algo en su interior le decía espera. Algo en su interior se lo impidió, y cuando la mujer apartó la mirada de su cuerpo para ver sus ojos, el sentimiento de impotencia parecía aumentar.

"Acéptame como tu reina…" Susurró Madame "Acéptame y yo te haré sentir mejor." La mujer levantó su mano, sosteniéndose de la curva del cuello de Anna mientras se inclinaba lentamente y posaba sus labios en la clavícula de la pelirroja. El monarca se estremeció, sintiendo el calor de los labios en su fría pie, sintiendo como algo se arrastraba bajo su piel con un hormigueo constante, y cuando bajó su mirada lo suficiente, ella solo podía ver un extraño resplandor verde que emanaba de los labios de Madame y se hundían bajo su piel.

Magia.

Sus venas azules se mesclaron con el resplandor verde, sintió una punzada de dolor y luego, lentamente se desvanecieron, su cuerpo se relajó, sintiendo como el dolor desaparecía.

"E-eres una bruja" Susurró Anna con incredulidad y sorpresa. Sus labios apenas y se habían separado lo suficiente para pronunciar sus palabras, había una pereza adormecedora en su cuerpo, pareciendo aumentar mientras más tiempo pasara Madame Mim junto a ella.

Madame sonrió cuando se alejó de la piel de Anna, Arrastrando su pulgar tibio sobre la línea de la mandíbula de Anna "Me aceptarás como Reina, Joven Arendelle" Anna entrecerró los ojos.

"Que te hace pensar que aceptaré?" Preguntó la pelirroja con una sonrisa tensa en los labios. Su cuerpo se estremeció, con la magia extraña aun viajando entre sus entrañas, mezclándose en el centro de su pecho y luego corriendo en todas direcciones de su ser.

Su corazón comenzó a latir más fuerte, reconociendo un hechizo de control corporal.

La mujer no solo había logrado calmar su dolor, pero también utilizado para inmovilizarla a su placer. Ella intentó hablar nuevamente, pero para su sorpresa y temor, sus labios permanecieron silenciosos, todo su cuerpo estaba quieto, únicamente respirando en silencio y sin pronunciar palabra.

"Puedo ayudarte a controlarlo, Anna. Mi experiencia es mucho más de la que tú tienes, me necesitas si quieres continuar con vida. El costo de eso, es convertirme en reina. Tengo que admitirlo, el titulo me favorece en todos los aspectos" Sonrió. Anna entrecerró los ojos en los de Madame. Sabía que tenía razón, si la mujer era una bruja y había logrado calmar su dolor con un simple toque de sus labios, Anna sabía que era lo suficientemente buena para mantener cerca. Al menos hasta que encontrara una solución permanente.

Sin embargo, Anna dejaría bien en claro que, ella sigue estando a cargo de todo.

Lentamente apretó su puño derecho, sus dedos estaban rigiditos, y apenas y había logrado cerrarlos lo suficiente las primeras dos veces, pero en la tercera ocasión, flexionó sus dedos y logró levantar su mano de forma temblorosa y lenta.

Su cuerpo comenzó a temblar ligeramente, con pequeños escalofríos mientras la temperatura de la habitación comenzaba a descender rápidamente, de pronto el interior se había convertido en un grisáceo, flotando lentamente a su alrededor y con el frío emanando bajo la piel de Anna. Ella estaba rompiendo el hechizo de atadura. De su piel comenzaron a formarse rastros de escarcha, arrastrándose en formas similares a los copos de nieve, subieron por su cuello y mandíbula, cubriendo el lado izquierdo de su rostro y creciendo dentro de la cuenca de su ojo, consumiendo el azul y resplandeciéndolo en una luz brillante y fría.

La sorpresa se registró en el rostro de Madame, lentamente sus ojos se abrieron, observando con incredulidad como la mano de la pelirroja se movía lentamente hasta su cuello, logrando moverse a pesar del hechizo de restricción y entonces la fascinación descarada la hizo sonreír, sus ojos se movieron sobre el rostro de Anna, bebiendo de sus cambios, fascinada con la magia que emanaba de Anna.

"N-no me subestimes, Bruja" Gruñó la pelirroja mientras apretaba su mano en la delgada garganta de Madame. Madame Mim gimió en voz baja con una perezosa sonrisa en sus labios mientras inclinaba su cabeza lentamente hacia atrás para exponer su cuello, mostrando lo poco que temía de las acciones de Anna. Levantando sus manos lentamente enredando sus dedos delgados en la muñeca fría de Anna. El guante de Anna comenzó a cubrirse de escarcha, arrastrándose sobre la piel de Madame con helados zarcillos azules y blancos.

Había un resplandor vede emanando de las manos de Madame, filtrándose en la piel de Anna y lentamente, desapareciendo la escarcha de su piel. Aún estaba ahí, pero no tan fuere como lo era unos segundos antes.

"Me necesitas, sin importar que, me necesitas." Sonrió "Lo sabes. O a menos que la joven princesa también sea una bruja con grandes cualidades para el arte de la magia, entonces, en ese caso, no tengo ninguna oportunidad" Sonrió de forma descarada. "Estoy segura que no dudarías en tomarla como tu reina" Se burló. Anna gruñó, empujando su mano más fuerte alrededor del cuello de Madame.

"C-crees que no he notado la forma en que t-te mira?" Madame sonrió con dificultad, apretando su mano más fuerte en la muñeca de Anna. "E-es J-joven, y h-hermosa… no podría culparte, P-pero ella ya está t-tomada" Tartamudeó. "Sabes que no puedes tenerla"

La escarcha comenzaba a cubrir su piel, extendiéndose en todas direcciones alrededor de su cuello bajo la mano del monarca, el frio se filtró en su garganta, consumiendo su interior, y cuando exhaló con dificultad, una pesada nube blanca flotó frente a sus labios y nariz.

"No me subestimes. La arrogancia con la cual actúas, no me impresiona más de lo que me agradas. Eh tenido mayores problemas que tú, y todos ellos los he destrozado pieza a pieza." Anna empujó por última vez antes de soltar a la mujer cuando sus ojos se estaban cerrando con la inconciencia. Madame Mim se deslizó, tosiendo y gimiendo en voz alta en busca de oxígeno.

Anna retrocedió, empujando su silla hacía atrás con brusquedad mientras miraba hacia abajo a la bruja temblorosa. Madame sujetó su garganta con una de sus manos, la magia comenzó a emanar de su palma, sanando la piel roja y fría de su garganta, derritiendo la pesada escarcha que cubría su piel, levantó su mirada a los ojos del monarca, con un brillo de ira y fascinación al mismo tiempo.

"El tiempo se te agota, y lo sabes" Dijo con voz ronca. "El tiempo, es actualmente tu mayor enemigo. Me necesitas, en más de un sentido, y lo sabes, y eso te enfurece." Continuó, lentamente acarició su garganta y luego la liberó, se sujetó del borde del escritorio, utilizándolo de apoyo mientras se levantaba con piernas temblorosas.

Anna sabía que tenía razón. El tiempo era su mayor enemigo, y justo ahora, Madame Mim, era la única que podía ganarle un poco más de tiempo. Lentamente se acercó a Madame, en alto con toda su estatura y una mirada hacia abajo en la bruja. Madame sonrió, con los labios tensos y fríos, y aun así, tenía el descaro de sonreír.

Anna extendió su mano.

El extraño gesto sorprendió a Madame, sospechosa mientras miraba la mano ofrecida y luego al rostro inexpresivo del monarca frente a ella. Lentamente extendió su propia mano, tocando la punta de los dedos del monarca y lentamente deslizando su mano por completo en la palma fría del Arendelle. Los dedos fríos se enredaron en su mano, y muy lentamente, la levantó.

Anna se obligó a mantener la calma, a permanecer inexpresiva a pesar de la ira y el disgusto que burbujeaban bajo su piel.

"No vuelvas a intentar tus sucios trucos de control sobre mí" Dijo la pelirroja, acercando su rostro lentamente al oído de Madame. "De lo contrario, aré que el aire en tus pulmones se congele lentamente tan solo por el placer de verte morir" Los ojos de Madame Mim se abrieron lentamente, sintiendo el frio aliento en su oído caliente, no eran las palabras frías la que la hicieron estremecerse, sino la presencia autoritaria que parecía emanar del cuerpo de la pelirroja con cada segundo, aplastándola lentamente. Madame retrocedió, cubriendo su oído frio con su mano libre, la monarca la miró en silencio, con los ojos entrecerrados en ella.

La pelirroja hizo un gesto desdeñosa con su mano en despedida. Madame Mim asintió, recogió los bordes de su vestido y se marchó rápidamente con un viento agitando su vestido largo. Se detuvo en la puerta y miró a la mujer silenciosa en el fondo, sonrió y luego se marchó.

El monarca cerró los ojos lentamente, suspirando profundo mientras pasaba sus dedos por el cabello, el dolo había desaparecido, al menos por ahora, Madame tenía el poder para calmar su dolor, podía ser un buen bálsamo mientras buscaba una solución definitiva.

Sin embargo, la idea de casarse, seguía disgustándola por completo.

Ella tenía que pensarlo con cuidado, y al final, tomar una decisión que la beneficiara.

x-x-x-x

"Esa mujer!" Gruñó con irritación. Anna había estado deambulando alrededor del escritorio sin parar, sus zancadas eran largas y rápidas, andando y retrocediendo con un giro rápido y ajustado cada vez. Kai se limitó a mirarla, el monarca lo había mandado llamar unos minutos después de que Madame Mim se marchara, ella necesitaba contarle a alguien, pedirle su consejo y quien mejor que su fiel mayordomo Kai? "Insolente!" Gruñó como un insulto tardío.

"Ciertamente, su magia no es del todo confiable para sanarla, Majestad" Dijo Kai cuando la pelirroja había estado en silencio. "Es solo un bálsamo temporal, tal y como usted ha explicado antes, ella solo será suficiente para ganar un poco más de tiempo." La pelirroja gruño en respuesta.

"Ella también posee las tierras libres en la frontera de Arendelle, mientras que Lord Facilier, posee las tierras que están detrás de Lord Ratcliffe, y al saber que Lord Ratcliffe denegó su oferta, no hay mucho motivo para aceptar un matrimonio o insistir con las tierras de Lord Facilier, tendría que atravesar directamente las tierras de Lord Ratcliffe para llegar a ellas. Las tierras de Madame Mim, están cerca de las tierras del príncipe Jhon. Si acepta un matrimonio con ella, el beneficio sería, en su mayoría, para usted." La pelirroja se detuvo, miró a su mayordomo y luego asintió, caminando al gran mapa donde se dividían las tierras.

Las tierras de Lord Ratcliffe, tenían un acceso directo al mar, La distancia entre las tierras de Lord Ratcliffe y las Islas del sur, era mucho más corta que la distancia entre las islas del sur y Arendelle. Si las tierras de Lord Ratcliffe fueran de ella, podía mover una cantidad razonable de tropas a esas tierras, teniendo un rápido acceso a las Islas del sur para tomarlas bajo su mando.

Las tierras de Madame y el príncipe Jhon, Hacían un tamaño considerable al juntarlas, el agua dulce corría con fluidez, y con un par de arreglos en ella, podían llevar el agua a donde ellos quisieran. Las tierras de Lord Facilier, era aún mayor en tamaño, la tierra era joven, abundante en fertilidad, un buen lugar para utilizar para los cultivos y madera, sin embargo, las tierras de Lord Ratclifee se interponían en su camino. Por ahora, ella se conformaría con las tierras de Madame Mim y Jhon.

La noticia de que Madame Mim fuera una bruja, era una adición incluso mejor para Anna, sin embargo, la idea de tener a la mujer como Reina de Arendelle… la irritaba en lo más profundo de sus entrañas.

"Siempre puedo tomarla como un esclavo" Gruñó la pelirroja con sus dientes apretados. "Marcar su cuerpo como mi propiedad y exhibirla al su gente como lo que es realmente. Sus tierras me pertenecerían de todas formas, les entregaría a una bruja que los ha estado engañando por años, me tomarían como un 'héroe'"

"También existe la posibilidad de que la exponga a usted, Majestad"

"De que estás hablando?" Gruño la pelirroja, girando su cabeza tan rápido en dirección a su mayordomo que sintió una punzada de dolor. "Soy un Arendelle! Nuestra magia no está maldita como la de esos demonios que el mundo llama brujas! Mi magia es antigua! Mucho más antigua que cualquier ser humano o creatura mística! Las brujas son demonios de las sombras, infelices tramposos!"

El mayordomo asintió con calma, sabiendo que había tocado un nervio sensible para su maestro, pero él sabía que las personas no verían la diferencia entre ambas, la magia, ante los ojos del ser humano, era solo magia, sin importar el nombre de aquel que la portaba. Y si alguno de los extranjeros o los mismos de Arendelle sabía que, aún existía un Arendelle entre ellos con la capacidad de manejar magia, las leyendas y las antiguas historias podían recobrar fuerza, trayendo viejos rencores y temores a la superficie, si alguno de ellos se enterara que su amo no solo era un Arendelle, con la capacidad de la magia, pero que también estaba sellado, no dejarían pasar la oportunidad para vengar a sus ancestro.

La vida de su rey estaría en peligro sin importar que. Al estar en un estado sellado, ella era tan vulnerable como cualquier otro ser humano.

"Me temo que, esa no es una opción muy confiable, Majestad" El mayordomo se levantó de su asiento, alisó su ropa y cruzó la distancia entre él y su rey, extendiendo sus manos para abotonar la camisa oscura de Anna. "Esa mujer es astuta, una exposición a ella, sería peligrosa para usted. Conoce el miedo del ser humano, sabe de lo que pueden ser capaz mientras teman, usted es tan vulnerable como cualquier otro"

"Tengo el ejército más grande" Le recordó la pelirroja, levantando su barbilla para que el mayordomo abrochara el ultimo botón justo debajo de su mandíbula. El mayordomo asintió de acuerdo.

"Y todos ellos, son humanos. A la hora de elegir un bando, estoy completamente convencido que, elegirán a los suyos, sin importar cuanta fidelidad juraran a usted majestad. Lo hemos visto en el pueblo minero" Le recordó el mayordomo en voz fría. Recordando el estado débil y vulnerable de su monarca cuando llegó al castillo.

"La traición de ese soldado, quedó marcada en mi alma por la eternidad. Jamás volveré a confiar en ninguno de ellos. Si elige a Madame Mim, la tendrá cerca de usted, la gente de las tierras libres la verán a ella junto a usted, verán que no hay nada que temer a estar por debajo de un rey. Arendelle es grande, Majestad, sus bóvedas y minas rebosan de oro y piedras preciosas, una guerra, es lo que esperan todos en las sombras, todos ellos demasiado temerosos para declararla a Arendelle por ellos mismos, pero no olvide que, a cualquier oportunidad de guerra, otros reinos pueden unir fuerzas para vencerla a usted. Las Islas del sur, serían los primeros en unir sus números al enemigo, conoce al hombre que se hace llamar rey, tonto y embustero, con la daga tras su espalda en su mano izquierda mientras ofrece su derecha en saludo." Gruñó Kai.

"Ese embustero no dejará pasar cualquier oportunidad que le prometa la libertad de su mano, Majestad."

La pelirroja guardó silencio, esperando con paciencia a que su mayordomo terminara su tarea de abrochar su ropa mientras discutía consigo misma en silencio.

Una guerra no podía permitirse, carecía de recursos para alimentar sus tropas, mientras que los posibles enemigos, no tardarían en unir fuerzas solo para llevarse con ellos las riquezas de Arendelle. Por supuesto, ella tampoco podía ignorar la advertencia de Kai hacía la traición. Al tener al mayor ejército, eso también significaba que, podía convertirse en su mayor enemigo.

No podía contar con la alianza del Duque, ese hombre vil y despreciable, no tardaría en romper su acuerdo para unirse aquel que tuviera las mayores probabilidades de ganar la guerra, la alianza con las islas del sur solo era un chiste de mal gusto, los pequeños números de su ejército solo causaron irritación a Anna, y sabía que, la ruta hacía el enemigo, era más rápida de cruzar que el mar hasta Arendelle. Ellos no dudarían en levantar sus velas en dirección a tierras enemigas para ofrecer una alianza.

Ella también tenía a Corona, Pero dudaba que Carlos ofreciera su ayuda cuando su reino estaba en las tierras del verano, al estar rodeado por el enemigo que probablemente surgiría desde las tierras del verano, Anna dudaba que Carlos enviara sus tropas en apoyo de Anna y dejara sus propias tierras expuestas.

Lo más inteligente que Carlos podía hacer, era mantenerse neutro, o simplemente unirse al enemigo. Anna pensó en Elsa, al tener a la hija del rey de corona, tal vez podía ser beneficios de alguna manera, pero ella no dudaba que Carlos, bien podía abandonar la idea de su hija al tener a tres hijos varones en su propio castillo, Elsa después de todo, había elegido a un esposo a un mar de distancia.

Ella no tenía muchas opciones. Lentamente se reducían a una mientras más pensaba en una solución.

Matrimonio.

Con un suspiro profundo, llenó su cuerpo de resignación, empujando su orgullo un poco al fondo detrás de la razón y tomó una decisión.

"Me temo, que mi matrimonio está más cerca de lo que pude imaginar." El mayordomo hizo una reverencia profunda, sintiendo el peso de la decisión que su rey estaba por tomar, pero sabía que abecés se tenían que hacer elecciones desagradables para un bien mayor.

Un matrimonio, no era el fin del mundo, cierto?

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La tarde del día se podía confundir fácilmente con la noche profunda, el sol se había ocultado a las cuatro de la tarde, dejando atrás solo una pesada oscuridad que no dejaba ver absolutamente nada a tu alrededor. Las calles de la capital de Arendelle se iluminaron con pequeños faroles cubiertos de cristal, manteniendo viva la pequeña llama que luchó con todas sus fuerzas por iluminar lo suficiente, sin embargo, deambular por las calles de Arendelle a esa hora del día, era difícil.

La gente luchó por entrecerrar los ojos y ver más allá de sus narices y la distancia de su brazo que sostenía su farol, intentando identificar las tenues luces que se ponían en alto a los costados de las calles para iluminarlas.

El silencio de la ciudad era extrañamente inquietante.

Las personas se resguardaron en sus casas del viento frio y la pesada oscuridad, los niños solo tenían unas pocas horas de luz para salir y jugar antes de que sus padres los recogieran a la seguridad de sus hogares. Incluso las tabernas parecían más tranquilas, la música se tocó más suave, y los gritos y carcajadas, se habían reducido a murmullos tranquilos y risas en voz controlada.

Solo el canto pesado y constante de los lobos se escucharon mientras merodeaban los alrededores del bosque. Su aullido era majestuoso y hermoso cuando se escuchó desde la seguridad de una casa, pero eran completamente aterradores cuando se estaba en el bosque.

No era algo nuevo que algunas personas sufrieran de ataques de lobos, vidas se perdieron a causa de los lobos, en especial en invierno, cuando los ciervos emigraban para protegerse del frio, Los lobos descendían más cerca de las granjas y ciudades, y si algún pobre tonto se demoró demasiado en las orillas de la ciudad, sería la cena de los lobos.

Anna había difundido la orden de resguardarse en casa justo antes de las cuatro en el invierno, de mantenerse en casa sin importar los ruidos que pudieran escuchar fuera de sus casas, pero el ser humano, era por naturaleza testarudo y curioso. Niños que causaron dolores de cabeza a Anna por su falta de comprensión y sentido común, y era más frecuente recibir quejas de familiares que habían perdido a un miembro de su familia exigiendo la caza de los lobos.

Los miembros del consejo se mantuvieron en silencio cuando entraron al salón de reuniones.

Los cuatro de ellos tomaron asiento en sus respectivos lugares alrededor de la mesa. La gran sala estaba iluminada fuertemente con los diez grandes candelabros, todos ellos posicionados en una fila de cinco a cada costado del techo, colgando con gruesas cadenas alargadas que los mantenían suspendidos en el aire y bañaban la gran habitación con una luz dorada.

El lugar estaba frio, las velas no eran suficientes para suprimir el frio que parecía emanar de las viejas paredes del castillo.

El señor Thomas se acurrucó más profundo en su abrigo largo, levantando el cuello alto alrededor de sus orejas en un intento por mantenerlas calientes, cruzó los brazos sobre su pecho y se acurrucó en la silla.

"Sinceramente, no entiendo porque nos llamó con tanta urgencia si llegaría tarde-

Las puertas de la entrada se abrieron lentamente con un crujido y chillido de las bisagras, el sonido resonó en la habitación, como el aullido de un lobo en la oscuridad, y cuando todos giraron lentamente en sus asientos para mirar al recién llegado, observaron con extraña inquietud la silueta silenciosa del monarca que permanecía de pie sin mover un solo musculo.

Mr. Benjamin se estremeció en silencio cuanto más miraba a la silenciosa silueta inamovible. Él no podía dejar de pensar en el terrorífico libro que había estado leyendo por un tiempo, los relatos de creaturas demoniacas, sedientos de sangre y dueños de la noche, deambulando por las calles oscuras y entrando a las casas para saciar su hambre.

Un demonio Susurró la mente de Mr. Benjamin con temor.

Un viento frio entró desde el pasillo, lo suficientemente fuerte para agitar la larga capa del monarca y hacer que las llamas de las velas danzaran ligeramente lanzando sombras más pesadas. Ninguno de ellos pudieron ver a los guardias que se encargaban de abrir las puertas, y mientras más miraban a la figura solitaria del monarca, con sus manos ocultas debajo de la larga capa, más crecía la idea de que las puertas se habían abierto únicamente con la fría brisa de viento.

Las botas del monarca resonaron en el suelo cuando comenzó a moverse, con la mirada únicamente al frente sin molestarse siquiera en dedicarles una mirada a los miembros del consejo.

Ellos se pusieron de pie cuando la pelirroja entró a la habitación.

El frio parecía aumentar en la sala con la presencia del monarca, causando escalofríos pesados cuando pasó justo detrás de Mr. Benjamin y Mr. Thomas, su piel se erizó a lo largo de su cuerpo, estremeciéndose con un extraño temor que apretaba sus corazones.

La quietud que rodeaba a la mujer era incluso más preocupante que la ira que constantemente parecía rodearla, la quietud era algo desconocido para ellos, algo que siempre los puso sobre el borde a la espera de algo.

La pelirroja no tomó asiento, ella solo se paró al lado de su silla alta, arrastrando su mirada en cada uno de los miembros del consejo, con una promesa silenciosa de asesinato si alguno de ellos hablaba antes que ella. Ella solo ofreció un ligero gesto de su cabeza para que tomaran asiento y ellos, con un poco de sospecha, obedecieron.

"Como todos ustedes saben, Lord Ratcliffe rechazó la oferta para comprar sus tierras libres. El príncipe Jhon aceptó la oferta, y ahora las tierras pertenecen a Arendelle." Comenzó. Los miembros del consejo asintieron, lentamente relajándose sobre sus asientos al tener un poco de normalidad.

"E Movilizado tropas y constructores junto con el príncipe Jhon para comenzar la construcción de un cuartel para mis tropas." La pelirroja los miró nuevamente, esperando un asentimiento de cada uno de ellos. "Las tierras de Lord Facilier no son más de mi interés al estar justo detrás de las tierras de Lord Ratcliffe." El monarca caminó lentamente alrededor de la mesa, deteniéndose justo al lado de Lady Catelyne.

La mujer castaña levantó su mirada al rostro del monarca, y en un gesto distraído, extendió su mano y tomó la capa roja oscura entre sus dedos, ella ignoró la mirada que le lanzó la pelirroja a su mano y done tocaba y luego al rostro de Lady Catelyne.

"Eh decidido tomar a Madame Mim como mi esposa"

Mr. Thomas se atragantó con su aliento, un extraño gemido seguido de una tos desesperada por aliento. Mr. Benjamin casi se calló de su silla a pesar de que estaba firmemente sentado con los pies planos en el suelo. Miró al monarca con tanta intensidad que olvidó su constante temor y nerviosismo hacía la pelirroja.

Mr. Edward, estaba tan sorprendido como Mr. Thomas y Benjamin, sin embargo, el hombre tenía un poco más de control, y solo se aclaró la garganta una vez, ajustando su postura en la silla con una firme inclinación de cabeza dejando que su mirada se quedara únicamente en la elegante madera de la mesa.

"Que estás diciendo?" Fue Lady Catelyne quien habló primero, con los ojos amplios de sorpresa y una ira mesclada con incredulidad en sus palabras. "Has perdido la cabeza!?" El arrebato de su voz sorprendió a los tres miembros del consejo. Lady Catelyn tiró de la capa del monarca y luego la liberó con brusquedad mientras se levantaba de la silla, respiró profundo, intentando calmar sus nervios inquietos. "Como puedes decir algo como esto, Anna!" Continuó. "Espero que esto solo sea una broma de muy mal gusto"

La pelirroja inclinó su cabeza ligeramente a la izquierda, con una sonrisa perezosa extendiéndose en sus labios. "Me temo que no lo es, Catelyne. E decidido esta misma mañana tomarla como mi esposa, de esa manera, obtendré sus tierras."

"No!" Interrumpió Catelyne. "No puedes! Ofrece más oro por sus tierras! Pero no un matrimonio" ninguno de los ostros miembros del consejo se atrevió a pronunciar palabra, los tres de ellos se limitaron a guardar silencio, caminado su mirada de una mujer a otra mientras hablaban, intentando comprender la gran noticia repentina.

"Está claro que ella no desea oro" Respondió Anna ganándose una risa burlona y amarga de Catelyn, la mujer levantó sus manos a la cintura, giró ligeramente a su derecha intentando buscar algo más en que enfocarse y no en Anna frete a ella. Sentía que si la miraba por demasiado tiempo, terminaría golpeándola directamente en el rostro para ponerle un poco de sentido en ella.

"Por supuesto que no quiere oro!" Se burló. "Como podría querer un poco de oro cuando puede tener el reino entero! Por favor, ten un poco de sentido en esto, Anna"

"La decisión ya la he tomado. Si lo he mencionado ahora, es por razones obvias, se organizará una ceremonia de matrimonio." La pelirroja levantó su mano en un gesto desdeñoso, apagando cualquier idea de una boda extravagante que pudiera surgir.

"C-como desee, Majestad" Tartamudeó Mr. Benjamin con una torpe inclinación de cabeza, negándose a mirar los ojos enfurecidos de Lady Catelyne.

"Oh por amor al Arendelle!" Gruñó Catelyne, cambiando su mirada de Mr. Benjamin a Mr. Edaward. "Di algo a toda esta locura, Edward!"

El hombre larguirucho suspiró lentamente, levantó su mirada y asintió. "Me temo que estoy de acuerdo con mi rey, Lady Catelyne. Es la mejor opción, de esa manera, ella puede tener todas las tierras libres que le pertenecen a Madame Mim. Es una buena tierra, justo lo que necesitamos, No esperaba menos de nuestro rey, ha elegido sabiamente Majestad." Mr. Edward se levantó de su silla, alisó la tela de su ropa y se inclinó en una lenta reverencia respetuosa.

"Mis más sinceras felicitaciones, Majestad"

Sorprendentemente, fue Mr. Thomas quien estaba de acuerdo con Catelyne. El hombre regordete se aclaró la garganta, tomando un aire más serio, ignorando por un tiempo su constante nerviosismo.

"Majestad, con todo respeto" Comenzó. "No confío en Madame Mim. Hay algo extraño con ella, Majestad" Susurró en complicidad. "La he estado observando todos estos días. Su comportamiento… no me hace sentir mejor. La he visto murmurar en los pasillos!" Susurró apresuradamente. "Me temo que no está completamente bien de sus facultades mentales."

"Oh ella lo está!" Se burló Catelyne mirando al pequeño hombrecillo. "Esa mujer no es ningún tonto, quiere la corona de Arendelle." Catelyn miró nuevamente a Anna, la miró de arriba abajo y de regreso a sus ojos. "Que te ha ofrecido esa mujer?" Preguntó finalmente, con la mirada entrecerrada lentamente en el rostro de Anna.

"Nada que no haya mencionado ya" Respondió la pelirroja. "La decisión está tomada. Ahora, si me disculpan, Tengo una mano que pedir en matrimonio" La pelirroja dio media vuelta sobre sus talones, tiró de los bordes de su capa, enrollándose más cerca de ella mientras se alejaba a las grandes puertas.

"Espere!" Llamó Catelyne "…Que opina la princesa Elsa de todo esto?" Gritó Catelyne para llamar la atención del rey. La pelirroja se detuvo abruptamente, parecía que había chocado contra una barrera invisible.

"Su opinión me es indiferente." Respondió la pelirroja mirando sobre su hombro. "Al final de cuentas, ella es únicamente la esposa de mi hermano." La pelirroja se alejó en silencio.

"Por amor a Arendelle! que acaba de suceder!" Susurró Mr. Benjamin. Ahuecó sus mejillas mientras negaba lentamente de un lado a otro, cerró los ojos con una respiración profunda, conteniendo el aliento y luego expulsarlo nuevamente. Repitió el procedimiento un par de veces hasta que se calmó al menos un poco.

"Era esto, o la posibilidad de una negación al tratado, o aun peor, una guerra" Murmuró Mr. Edward mientras se recostaba en su silla. "El rey sabe que no podemos depender por siempre de Weselton, las tierras de Arendelle están muriendo, solo es cuestión de tiempo para que la hambruna comience. Me temo que esta es la mejor opción."

"Corona puede ayudar. Son tierras del verano, el matrimonio de la princesa Elsa con el príncipe Hans debe tener algo de benefició para Arendelle" Susurró Mr. Benjamín, sosteniendo su rostro entre sus manos con mortificación.

"Traerán un heredero a la corona de Arendelle." Respondió Mr. Thomas. "Ahora que su majestad ha tomado la decisión de su matrimonio con Madame Mim… a menos que su majestad halla estado ocultando algo entre sus piernas todo este tiempo… me temo que la carga de un heredero, cae sobre el príncipe Hans."

"No voy a permitir que esta locura continúe!" Gruñó Catelyne con irritación, recogió los bordes de su vestido, caminando con largas zancadas en dirección a las puertas dobles. Mr. Thomas se levantó rápidamente de su silla, apoyando su peso sobre las palmas de sus manos sobre la mesa.

"A dónde se dirige, Lady Catelyne!?"

"A detener esta locura!" Gritó nuevamente, abrió la puerta con un fuerte tirón cerrándola detrás de ella con la misma brusquedad.

"Buena suerte con eso" Murmuró . Cruzó los brazos sobre su pecho, cerrando los ojos lentamente mientras apoyaba su espalda sobe el alto respaldo de la silla. Suspiró profundo, intentando recordar un tiempo donde su trabajo fuera más fácil que en estos días, lo intentó por unos minutos, pero con toda franqueza, no pudo recordar un solo momento en que su vida fuera más fácil.

Oh queridos dioses… Tal parece que los Arendelle solo traen con provisto causar estragos en la vida de los demás.

Pensó, recordando a la antigua pareja de reyes fallecidos y sus muchas disputas…

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Sinceramente espero que este capítulo valiera un poco la pena para compensar la larga espera. Tengo una explicación pero supongo que usted solo quiere leer el capítulo y ya, así que, no te aburriré con mi vida xD disfruta.

Los comentarios que estuve recibiendo a lo largo de estos meses, realmente me dieron un golpe de energía positiva! GRACIAS A TODOS!

Espero leerlos por aquí. Actualmente estoy editando el siguiente capítulo. Actualizaré nuevamente pronto!

Te quiero!