/Frozen no me pertenece en lo absoluto la propiedad de Disney/

Elsa estaba en su propio mundo. Un mundo donde todo era colores brillantes y alegría. Nada podría arruinar este momento, ni siquiera los incontables broches que ajustaban su cabello para dejarlo en un perfecto estado para la ocasión. Después de todo, era su boda.

Todo fue perfecto, desde las blancas y rojas rosas que adornarían el salón, hasta el más pequeña de los cubiertos finos.

"No hay nada que tu no merezcas" fueron las palabras de su futuro esposo, Hans.

Elsa tuvo lo fortuna de conocer al apuesto príncipe un año atrás. Fue como la magia, Como la escritura en los libros de romance que Elsa disfrutaba leer. Solo bastó un segundo para que sus miradas se encontraran entre la multitud y un segundo para que sus corazones danzaran en el amor.

Elsa nunca fue un creyente en el amor a la primera vista, ella disfrutó de leerlo en los libros, pero eso es lo que fueron, solo libros. Pensamientos profundos d un hombre que soñó con el amor y como lo encontraría. Entre tragedia y lucha, al final su amor siempre sobrevivió.

Elsa disfrutaba de esos libros, donde sin importar cuanto lucharan los enamorados, sin importar los obstáculos que el mundo y sus familias se empeñaran en poner, su amor siempre sobrevivió.

Eso nunca pasó en el mundo real.

El mundo real era donde el matrimonio dejaba atrás el romanticismo y se basaba únicamente en política. Como pueden encontrar el amor los dos recién casados cuando su matrimonio se basa únicamente en tratados de paz y expansión de territorios?

Eso no dejaba muchas esperanzas para Elsa. Ella era, después de todo, una princesa. Una mujer nacida en la familia real, cuyo único valor para su reino era el de una moneda de cambio, una pieza importante que puede ser intercambiada para traer paz y riqueza a su reino.

No es como si su padre fuera un hombre cruel. Él la amaba, con cada fibra de su ser, con cada latido de su corazón y la protegía como ningún rey hacía con sus hijas. y Elsa juraba con su vida que su padre nunca la entregaría a un hombre tirano sin una segunda mirada.

Elsa estaba convencida que su padre traería la guerra a cualquier reino que se interpusiera en su camino y su hija. A menudo lo escuchó en sus oraciones, pidiendo perdón a los dioses, por nacer como un Rey que no dudaría en entregar la vida de sus ejércitos por el bienestar de su familia.

Pero cuando Hans apareció…

Elsa entendió lo que era el amor. Lo que intentaron de explicar los escritores en páginas y páginas de historias.

Entonces Elsa dejó de pensar; "quien cae en el profundo amor con solo una mirada?"

Pero en ese momento, Elsa sintió que su respiración se atrapaba en su garganta, con una sensación cohibida en los huesos, atrapada en la mirada del otro como un laberinto en el cual había entrado con los ojos vendados.

Era aterrador y era hermoso.

Una contradicción fascinante y difícil de explicar. Pero supuso que, ese era el amor. Un sentimiento difícil de explicar con palabras y la única lengua que podía explicarlo, era el de los Dioses.

Que fue lo que tan desesperadamente llamo la atención de Elsa?

Quizás fue su cabello castaño, ese extraño color que cuando se miró bajo la luz de las velas y el sol, obtenía un toque de rojo que resaltaban entre todos los demás castaños y rubios.

Quizás la forma en que sus labios se curvaban en una sonrisa tímida cuando alguien centraba demasiado su atención en él, la forma en que sus cejas se surcaban cuando se concentró en una conversación con los nobles e intentó mantener el hilo de la conversación a pesar de que sus ojos lo traicionaban y la buscaban entre la multitud y luego apartaba la mirada con timidez cuando Elsa atrapó su mirada, o la forma en que su voz suave y profunda dijo su nombre por primera vez...

Ahora que caminaba del brazo de su padre, mirando al frente donde el hombre que sería de ella la esperaba con una mirada rebosante de amor y ternura, sabía que tenía razón.

El coro comenzó a cantar en la entrada como si las puertas del cielo se abrieran y los Ángeles dieran la bienvenida al mundo del matrimonio.

Elsa deseaba que su amor fuera tan profundo como el de sus padres. Aquel que con solo una mirada, se dijeran mil y un palabras, sin la necesidad de hablar se comprendieran y respetaran los silencios que debían de ser guardados y llenaran los que abrían de ser rotos.

Esperó todo eso y más, y cuando se detuvo frente a Hans y tomó su mano con ternura y cuidado al igual que un niño acariciaría una delicada rosa que su madre dejó a su cuidado, entendió que encontró el hombre adecuado.

Sabía que no había hombre perfecto-Elsa siempre fue realista- pero Hans era el hombre más cercano a lograrlo.

"Has de cuidar de ella como el tesoro más grande" dijo su padre Carlos IV con severidad, sus ojos azul hielo miraron con firmeza a los verdes de Hans. Carlos no estaría dispuesto a entregar a su hija a cualquiera, aun cuando este fuera el heredero al reino más rico, Hans seguiría siendo un hombre, príncipe o no y como tal, un lobo en piel de cordero.

Hans asintió con seriedad, intentando mostrar en sus ojos que el protegería a Elsa de todo sin importar de qué, o quien se tratara.

Los botos se deslizaron de sus labios como la miel, las sortijas de oro adornaron sus dedos, recordándoles la promesa que hoy hacían, Alimentar la llama del amor.

"Puede besar a la novia" y como el primer beso, su corazón galopó en su pecho, buscando la forma de salir de sus ataduras para entrelazarse con el de Hans, se sintió mareada y solo las manos de Hans en su cintura la mantenían de pie.

Nerviosa y avergonzada, era como se sentía, después de todo, ella estaba besando al hombre que amaba frente a sus padre y una multitud de nobles ansiosos por tener que contar en la recepción de mas tarde. Pero cuando Hans apretó ligeramente sus manos en la cintura de Elsa y juntó sus labios, Elsa sintió que todo estaba bien.

Solo bastó un beso casto de los labios del príncipe para calmar todo temor y duda, ella se sintió en casa.

La multitud estalló en aplausos y felicitaciones, alzándose de sus bancos, todos mirando a la feliz pareja. Fue Hans el primero en apartarse, entrelazando sus dedos con Elsa, Ella miro a sus padres, de pie con lágrimas de alegría que en silencio lavaron las mejillas de su madre. El rostro de su padre mostraba melancolía, sus ojos miraban con ternura y tristeza a su hija, recordando cuando solo era una niña a la cual podría cargar en sus brazos y dormirla mientras la balanceaba de un lado a otro, prometiendo guardarla del mal de los hombre.

Elsa le sonrió tan brillante y feliz, su rostro se ilumino de una forma que pocas veces lo hizo, como el día cuando el rey dejó su trabajo a un lado y acompañó a su hija a los jardines reales y construyeron un muñeco de nieve entre los dos, ese día Elsa no paró de reír y sonreír con sus mejillas rojas por el frio y sus pequeñas manos temblando cuando el frio traspaso sus guantes, no le importaba de todos modos, fue el mejor día de su vida! Bueno... quizás este sería su nuevo mejor día.

El agarre de Hans fue un poco más duro en la mano de Elsa un segundo más tarde. La rubia miro sus manos y luego el rostro de Hans, sus verdes ojos se posaban en una sola figura en las banquillas, ella siguió su mirada y se encontró con la figura del Rey, Annakarenia, Rey de Arendelle. Su postura fue alta y elegante con la barbilla en alto de una forma desafiante, su cabello recogido en un perfecto moño con el flequillo en su frente en un rojo fuego abrazador tan diferente al de Hans, el corte de su traje negro era perfecto, acentuando su figura de una forma intimidante.

Miró a su hermano por unos segundos en silencio, no hay felicitaciones o los buenos deseos, solo el silencio sepulcral, Ninguno de los dos hermanos se movió, Hans aparentemente enraizado en su lugar, y el Rey por una razón que Elsa no entendía. Y de un movimiento fluido, giró su postura al pasillo y salió taloneado sus botas por la alfombra, nadie se opuso en su caminar, Era imposible hacerlo cuando dos caballeros dorados marchaban delante de ella en un paso perfecto y dos más cerraron la retaguardia, todos ellos en perfecta sincronía con su Rey, la multitud se abrió paso para ella, respetuosos ante su majestad, inclinaron sus cabezas cuando pasó frente a ellos.

"Está todo bien...?" susurro Elsa al oído de Hans, toda la tensión se esfumo del cuerpo de Hans, sus hombros se relajaron y una sonrisa apareció en sus labios.

"Todo está bien Elsa" susurro "Vamos! Tenemos un baile que asistir"

….

Todos esperaron con paciencia en el salón.

Adornado con una elegancia y superioridad que hacía sentir a todos como Reyes, las puertas del gran balcón estaban abiertas de par en par, dejando entrar la briza primaveral que agitaba las cortinas con languidez. Los invitados bebieron y hablaron entre sí en suaves murmullos, la música sonando en el fondo una melodía extrañamente melancólica.

El baile aun no comenzaba oficialmente, Elsa y Hans se habían marcharon a sus respectivas habitaciones para cambiar sus atuendos de bodas, Pero ahora… se encontraban detrás de las puertas grandes del salón cerrado, con miradas tímidas y sonrisas a sabiendas mientras esperaban la llegada del Rey y dar comienzo a la celebración.

No tenían que esperar demasiado, no les dio tiempo a mantener una conversación entre ambos cuando el sonido metálico y familiar resonó por los pasillos. Brillantes armaduras blindaban los cuerpos altos y fornidos de los caballeros que flanqueaban la figura del Rey, Una larga capa roja ondeaba detrás de ella, agitándose en una danza lánguida con cada paso seguro que afirmaban sus botas negras.

Siguiéndola un paso más atrás, su mayordomo caminó en silencio. Él hombre regordete que, sin importar sus pasos apresurados, no parecía agitado en su aliento. Elsa estaba impresionada con la resistencia del hombre, pues había logrado mantenerse al margen con las zancadas largas y rápidas de la mujer con la corona sobre su cabeza.

"Buenas noches Majestad" saludo Elsa con una inclinación de respeto, AnnaKarenia la miró en silencio por un momento, intimidada Elsa aparto la mirada encontrando muy interesantes las botas brillantes del Rey. De ella irradiaba un aura fría e intimidante, Elsa se encontró pensado que nunca nadie a acepción de Hans había sostenido la mirada de esa mujer por más tiempo del necesario.

"Buenas noches" respondió. Su voz sonó extraña, Una especie de murmullo ligeramente ronco tal y como si no usara su voz con frecuencia "Felicitaciones... por su matrimonio"

"Gracias Majestad" los labios de Hans se deslizaron amablemente en una sonrisa, toda tención de antes fue como si nunca existió entre los hermanos de sangre real.

El rey asintió sin responder, mirando a las puertas dobles frente a ellos "Kai" el mayordomo se movió de forma fluida y elegante alrededor de su Rey, se acercó a las puertas y las abrió de par en par, entró al salón y aclaro su garganta lo suficientemente alto para hacer callar a todos.

"Su Majestad! El Rey Annakarenia de Arendelle!" Los aplausos resonaron haciendo eco en el gran salón de baile. Su Majestad entro al salón con elegancia y seguridad irradiando poder y exigiendo toda la atención. Caminó al frente del salón y como uno solo, todos hicieron una reverencia profunda. Los cuatro caballeros la siguieron, deteniéndose a sus costados en una división de dos a su derecha y dos a su izquierda, sus armaduras tintinearon en metal cuando se posicionaron en firmes, mirando únicamente al frente.

"Su Alteza! El príncipe Hans de Arendelle, y su esposa! La princesa Elsa de Arendelle" Un extraño sentimiento se anudó en el estómago de Elsa cuando escuchó su nombre, ya no era más la princesa de Corona. Ahora pertenecía a un nuevo reino, pertenecía a Arendelle.

Hans entrelazó sus brazos, ofreciendo una sonrisa amable mientras cubría su mano sobre la de Elsa en su brazo, asintió y lidere el camino al salón de baile.

Todos los ojos estaban centrados en la feliz pareja de recién casados, las sonrisas amables y las inclinaciones de cabeza de buena fe nunca faltaron, los nobles estaban felices por tener una celebración, y una boda de todas ellas!.

La música reanudo su sentido en una nueva pieza.

A diferencia de otros bailes a los cuales Elsa asistió y los muchos bailarines los cuales tuvo la mala suerte de bailar, Hans fue el mejor de todos ellos. Sus movimientos eran tranquilos y ordenados, sus pies nunca chocando entre sí con los de Elsa como otros, sabia como dirigir a Elsa y los giros no fueron demasiado rápidos, los cuales Elsa terminaba perdiendo el foco del enfoque y terminaba desorientada.

Sus manos se toman una frente a la otra como si tocara su propio reflejo.

Uno y dos uno y dos, la rutina se repite y giro, la sonrisa se extendió en los dos amantes disfrutando del baile. Nadie más existió a su alrededor, solo ellos dos mirándose a los ojos, consiguiendo un laso con cada mirada de amor que se ofrecían entre ellos.

Demasiado pronto para el gusto de la pareja, la pieza termino, y otros se reunieron en la pista. Después de la segunda pieza, decidieron tomar un descanso. Caminando con alegría a la mesa de copas y bocadillos.

La comida fue exquisita y de toda variedad, los mejores vinos fueron sacados de las reservas, deleitando el paladar de los hombres y mujeres por igual.

"Aquí tienes querida" Elsa tomo la copa ofrecida por Hans, sus labios tocaron el frio cristal mirando el interior de la copa burbujeante cuando la inclino para beber, el sabor fue amargo, dulce y burbujeante en su paladar, picando lentamente al descender por su garganta, no fue un ardor desagradable o ardiente, simplemente diferente…

"Agradable no te parece?" Elsa asintió degustando el vino en su boca " Es amargo y dulce" Comenzó Hans mirando con atención la copa en su mano "Cuidado con esta bebida Elsa, su sabor es completamente engañoso, muchos antes que nosotros se han dejado engañar por esta bebida, intentando descifrar el núcleo de su composición, terminaron perdiendo la cuenta de sus copas y nublando su juicio." Hans sonrío y asintió a la vista de un Noble que sostenía una copa de vino en su mano balanceándose poco a poco, parecía beberla como agua y cada vez que tomo un sorbo, fruncía las cejas y saboreaba el vino intentando descubrir la extraña sensación, sus movimientos se repetían una y otra vez, tomando la siguiente copa de la mesa en otro intento fallido por descubrir su contenido.

"Oh! Princesa Elsa, Príncipe Hans" ambos bajaron su mirada para encontrar al menudo y pequeño hombre delgado y elegante, su espalda se dobló y su pie izquierdo se extendió hacia atrás de una forma elegante y respetuosa, si no fuera por su peluquín que se desprendió de su cabeza y parecía ofrecer su propia reverencia, su acto hubiera sido perfecto.

"Buenas noches Duque Weselton" Saludo Hans tratando tan duro de no reír, el hombre se levantó y como por arte de magia el peluquín calló a su lugar. Su abundante bigote se movió de un lado a otro como un conejo haría para olfatear las flores, Elsa casi lo creyó adorable, si no fuera por los pequeños ojos enmarcados por sus gafas redondas, con la misma astucia y desafío que el de una serpientes

"Felicitaciones, es un baile precioso, la comida es impresionante al igual que esta bebida!" El Duque tomo una copa de la bandeja de un siervo que pasaba por casualidad, sus ojos detrás de las gafas se estrecharon en el licor burbujeante de un rojizo dorado, "Esto es tan impresionante y misterioso..." Susurro sin apartar la mirada de la copa, tratando de descifrar su contenido "Es tan aficionado a ello, el mejor vino que jamás probé!" El Duque alzó su brazo bebiendo de la copa de un solo trago, sus ojos brillaron en la fascinación cuando lo bebió, agitando sus bigotes de un lado a otro.

"Sin duda alguna" Añadió, reajusto su postura entregando la copa a un siervo que paso por ahí, reajusto su chaqueta con un firme tirón de los bordes y paso una mano por su blanco cabello cenizo peinando hacia atrás, se inclinó al frente mirando de un lado a otro en busca de oídos sospechosos "De todos modos" Susurró en un grito "cree usted que será un buen momento para negociar con su majestad?" Pregunto en un susurro.

"Perdón?" Hans estaba tan confundido como Elsa, los dos se miraron entre sí por un momento antes de ver al pequeño hombre que asentía frenéticamente.

"Si. Usted vera alteza, estoy tratando de entablar un acuerdo con su Majestad, los recursos son suficientes en Weselton, pero últimamente mis navíos han estado siendo saqueados por esas ratas marinas! Que piensan reclamar todo lo que por las aguas del este flotan!" La ira brillaba en los pequeños ojos del Duque, su pequeño marco temblaba en la impotencia de no poder hacer nada y solo enterarse que sus navíos fueron saqueados, Weselton no era una provincia de soldados, fueron tierras fértiles, sembrad una semilla en la roca y dará fruto fueron las palabras de los residentes en Weselton, ellos no sufrían de hambre, las reservas estaban desbordando y poco a poco la comida pudriéndose.

Un completo desperdicio!

El reino de Arendelle poseía las minerías de oro, plata, diamante, hierro y bronce, para alguna seria el reino más rico, pero el Duque era inteligente, sabía que eso no podían comerlo.

Arendelle equipó a sus ejércitos mejor que cualquier otro.

Cada reino era conocido por sus fortalezas o… extrañezas.

Corona, como el reino del verano. Donde el invierno más fuerte, fue cuando nevó por primera vez en mil años y su nieve solo duró un día, borrando todo rastro de invierno al día siguiente muy temprano por la mañana.

Se conocía a los habitantes de Corona como, Los hijos del Sol negro.

No porque su sol fuera diferente y negro, pero por ser el reino que incineró a los portadores de magia. Cuando los Magos y Brujas ardían en la plaza principal, el humo que se elevaba de las grandes hogueras de fuego, teñían al sol de negro.

Weselton, sin importar que fuera un reino, era famoso por sus tierras fértiles, era el mayor comerciante, reabasteciendo los reinos que estaban dispuestos a soportar su extraño comportamiento y su excesiva información.

Las Islas del sur no eran realmente conocidas por su grandeza, o sus imponentes embarcaciones, Las Islas del sur era secretamente conocida como las Islas mendigas, no era un misterio que sus deudas se habían acumulado, siendo más grandes que el oro en sus bóvedas. Sin importar cuanto intentara ocultarlo el rey de las Islas, todos sabían su gran deuda el reino de Arendelle.

Arendelle, no era conocido por muchos y desconocido por la mayoría. El Reino se mantenía para sí mismo. Con sus imponentes ejércitos blindados, custodiando sus riquezas.

El reino blanco. Tierra fría. Rey blindado. Fue conocido por tantos nombres. Todos sabían que poseía riquezas como ningún otro reino, algunos se aventuraron a murmurar que, sus bóvedas estaban tan reabastecidas de oro que los reyes lanzaban el oro por sus alcobas.

Otros dijeron que habían cubierto cada muro del castillo con oro fundido, y al terminar, las bóvedas seguían desbordantes de oro, y los reyes ordenaron cubrir las calles de la ciudad en un intento por reducir el oro en sus bóvedas.

Apena a Elsa decir que ella realmente creyó en las historias cuando era pequeña. No estaba completamente decepcionada cuando llegó al reino de Arendelle y no encontró las calles doradas, o los muros del castillo bañados de oro. Arendelle seguía siendo impresionante sin que sus calles y muros fueran de oro.

Arendelle poseía la riqueza en sus bóvedas.

Y sí bien podían equipar mejor que ningún otro reino a sus soldados, con sus mejores armaduras y la formación de guerreros, creando grandes cantidades de ellos, pero sus ejércitos tenían que ser alimentados y a menos que el hierro fuera comestible no tendrían problema para el invierno, pero los inviernos eran crudos cada vez más y mientras Arendelle estaba bien blindado con soldados de hierro y oro, no podían sobrevivir con sus pobres cultivos. La mayoría de sus tierras estaban congeladas.

No importaba cuantas veces el Duque ofreciera sus recursos al Rey de Aendelle a cambio de la protección, al ser el Reino más cerca, mejor equipado y más necesitado de alimento, no había manera para que se reusara aceptar, pero cada vez que el Duque lo intento fue rechazado. El Duque comenzaba a pensar que su Rey era un verdadero estúpido sin cabeza para los negocios- no es como si lo dijera en voz alta- Pero cuando recordaba que el reino había estado manteniéndose por sí mismo desde hace años, el tragaba sus palabras.

"Pero no importa cuanto lo intente siempre termina rechazando mí oferta. Quizás ahora con el ambiente de la boda y la alegría de la danza cambie de opinión eh?" Las pobladas cejas de Duque subieron y bajaron rápidamente mirando entre Elsa y Hans.

Los recién casados se miraron entre sí por un momento sin saber cómo responder a tal cosa, Elsa no podía opinar sobre los arreglos del Rey no era su lugar para opinar.

Hans alzó la mirada sobre la multitud buscando a su hermana, rodeada por los nobles que entablaban una conversación o lo intentaron, su hermanase se mantuvo en silencio, asintiendo cuando era debido o hablar cuando fue realmente necesario. Ella se había convertido en una persona de pocas palabras aun cuando no era antes.

Mirando al pasado Hans recordaba los días en los cuales pasaban horas hablando y riendo entre ellos dos. Al ser Annakarenia -o Anna como Hans le llamaba en privado- Ella protegía a Hans de todo y todos, sanando sus rodillas rasgadas cuando tropezó al correr por los jardines o hacer guardia en la puerta del armario cada noche porque Hans sentía que algo saldría de ahí y lo arrastraría al armario.

Anna fue su mejor amiga, su gran hermana y su protectora. Pero todo eso fue cambiando cuando fueron creciendo, su padre tomaría a Anna lejos de él para mostrar como dirigir un reino, algo que los dos niños encontraban terriblemente aburrido, ellos preferían ser caballeros, montar a caballo y salir a cabalgar con la guerra frente a ellos, que sus corazones temblaran al son de los tambores.

No para dirigir un reino desde los confines de un castillo frio y agrietado, Anna fue perdiendo todo interés en los juegos con el paso de los años, hablaba menos con su madre y Hans, Pasando la mayor parte de su tiempo en compañía de su padre, y cuando Hans caminaba de la mano de su madre en los pasillos y se encontraba con Anna y su padre en el trayecto, intercambiaban una pequeña sonrisa de esa forma amable.

"No se perdería nada con intentarlo Duque" Finalmente respondió Hans. De los ojos del Duque se borró toda ira e impotencia, brillaron con una energía restaurada en sus ojos azules. Tomo una bocanada de aire e hincho su pecho con toda seguridad.

"Por supuesto" por un momento parecía bacilar, sus ojos se movieron entre el Rey a la distancia y la pareja frente a él. Quizás solo tal vez... "Tal vez sea conveniente que nos acompañaran en esta conversación" Dijo el Duque "Quizás la camaradería y la familia sean de más ayuda, quiero que sepan que esto no lo hago por mi o Weselton" se apresuró a decir cuando los ojos de Elsa comenzaron a estrecharse en él "Solo estoy tratando de ayudarlos. El invierno se acerca tan real como que el sol aparece cada mañana. Si no nos apresuramos con esto podrían sufrir la devastadora situación de quedarse sin alimentos a mitad del invierno" Dijo.

Los ojos del Duque se suavizaron y aparto la mirada con tristeza, Elsa no sabía si su sentimiento fue falso o real, nunca antes había entablado una conversación tan larga con el Duque. Y si bien lo vio en cada baile que asistió, nunca se acercó a entablar una conversación con ella, quizás fue por el hecho de que no tenía nada que ofrecer, no ella, pero si su padre y el reino que dirigía…

Los tres de ellos caminaron en dirección al Monarca y el pequeño grupo de hombres nobles que buscaban su atención. Parecía que los tres de ellos marcharon con renovado valor, pero cuanto más se acercaban a los guardias reales y su rey, comenzó a desvanecerse.

"Majestad" El corazón de Elsa se encogió ligeramente cuando vio la espalda del Rey comenzar a girarse hacia ellos. Su mirada se movió sobre los rostros de Hans y Elsa por una fracción de segundo antes de caer finalmente en el Duque. Él hombrecillo inflo su pecho como un guerrero reuniendo su valor al estar frente a un dragón hambriento y voraz.

Quizás lo es.

Pensó Elsa cuando miró por una fracción de segundos los ojos entrecerrados del Rey en el pequeño Duque.

"Es un honor volver a encontrarnos después de un largo tiempo" Saludó el Duque, repitió la misma reverencia al igual que lo hizo con Hans y Elsa. La rubia se encontró emocionada de ver la reacción de Anna cuando el peluquín se desprendió en su reverencia. Los Nobles que aún se encontraban alrededor de su Majestad, se atragantaron con sus bebidas tosiendo y escupiendo ligeramente el vino nuevamente en sus copas cuando intentaron controlar sus risas, pero el rostro del Rey siguiá siendo el mismo, no hay gracia o el temblor familiar de sus labios al intentar ocultar una sonrisa, solo nada... quizás había visto tantas veces esta misma reverencia que perdió la gracia después de un tiempo.

"Duque, Agradable su presencia" Respondió en voz neutra, sus ojos se apartaron del Duque cuando este se levantó, en cambio miro a su hermano, Hans se encogió ligeramente de hombros prestando atención a lo que el Duque tenía que decir.

"Gracias Majestad, sería mejor si tuviera una estancia en el castillo y no en una posada en la ciudad…" Aclaro su garganta mirando a los dos jóvenes junto a él. " Ha pensado en mí proposición Majestad? Le recuerdo que sigue en pie y lo seguirá-"

"No creo que este sea el momento ni el lugar para hablar de negocios, Duque" Elsa parpadeo entre el Duque y el Rey, rápidas miradas como si esperara que alguno de ellos golpear al otro, la forma en que se miraban el uno a la otro fue atemorizante y casi se podía sentir la ira del Duque y la indiferencia del Rey.

"Hoy estamos celebrando el matrimonio de mi hermano con su... agradable esposa, no creo que sea bueno discutir asuntos de trabajo en un lugar como este, es un momento de alegría para todos" continuo el Rey.

"No encuentro inconveniente con ello" El frio recorrió la espina dorsal de Elsa cuando los ojos de Anna se estrecharon en ella peligrosamente, sus ojos eran meras rendijas una sombra del Azul profundo.

Porque tenía que abrir mi boca!

"...Disculpe?" Dijo el Rey peligrosamente tranquila.

Oh Dios que hago ahora! Elsa apretó el brazo de Hans tratando de buscar ayuda desesperadamente, pero la mirada que le estaba dando el Rey parecía congelar a todo el mundo.

"Q-quiero decir que... nunca es un mal momento para entablar un buen trato..." Elsa aparto la mirada del rey imposible sostenerla, en cambio centro su atención el pequeño hombre junto a ella que le miraba con tanta alegría y esperanza como un niño pequeño a un juguete nuevo, podía sentir la mirada del rey clavada en su cabeza con insistencia.

"En eso tiene ranzón Alteza" Se apresuró a decir el Duque, con miedo de perder esta oportunidad para discutir el tema. "Tengo que recordarle que el Invierto está a la vuelta de la esquina Majestad, su pueblo necesita estar respaldado para tal invierno, no hay que olvidad que con cada año los inviernos son más feroces, llegan antes de tiempo y tardan más en terminar" La cabeza de Anna se giró bruscamente al Duque, fue entonces cuando Elsa se sintió libre de su mirada.

Estudio el rostro del Rey, cada línea de su rostro mostró la ira que intentaba suprimir, pero los músculos tensos de su mandíbula y el crujir de guantes al apretar sus puños más de la cuenta, era una clara señal de como falló miserablemente. Su atención pasó del Duque a su hermano Hans y de regreso al Duque, los nobles se excusaron con un tartamudeo sintiendo la ira que irradiaba del Rey, con una reverencia profunda, se alejaron sin dejar rastro alguno.

"El reino de Aréndelle ha sobrevivido por su cuenta más de diez siglos" dijo entre dientes " sin las alianzas de ningún otro reino"

"Y eso es admirable Majestad, pero no quiere hacer un cambio? diez siglos siendo siempre lo mismo? Podría mejora su reinado y los plebeyos serían más felices sin el temor o la preocupación cada vez que el invierno se acerca." Quizás fue por que no estaban en el despacho a solas con el Rey, Pero el Duque encontró el valor de seguir hablando y decir lo que realmente pensó, se sentía confiado esta noche y no daría marcha atrás hasta que consiguiera su objetivo.

"Tiene razón" la cabeza de Anna se disparó tan rápido al rostro de Elsa que fue un milagro que no se rompió el cuello.

Porque incluso había opinado otra vez!? Elsa no lo entendió, final mente se avía liberado de la atención de Anna y ahora lo hizo otra vez!?

Quizás fue el vino en su cuerpo que comenzaba hacer efecto y por eso no podía mantener su boca cerrada o su nariz fuera de asuntos los cuales no le correspondían, o fue la forma de sentir al tener toda la atención del Rey, desde la boda nunca le dedico una mirada, como si no fuera digno de su tiempo. Pero ahora… aquí estaba, mirándole de una forma tan ardiente que podría derretirle y convertirle en vapor en cuestión de segundos, y no fue una mirada del buen sentido si no una de muerte, quizás si le miraba de esta forma su cabeza explotaría por arte de magia?

"Que ha dicho?" Mascullo el Rey. Sus puños apretando tan fuerte ahora que la tela se tensó en sus nudillos, el Duque salto al rescate de Elsa.

"Por supuesto que tengo razón Alteza, yo también tengo una provincia que alimentar! Sé cómo mi gente se siente y por lo tanto deseo poder ayudar a mi Rey! Sé que mi Rey no es una persona que pondría su orgullo antes que su pueblo, verdad Majestad...?" La sonrisa que brillo bajo los bigotes del Duque era inquietante para Hans, él se había mantenido callado todo el tiempo, dejando que su hermana se hiciera cargo, pero pronto su preocupación comenzó aumentar cuando fue Elsa la que incito al Duque a continuar.

"Creo que es suficiente, porque no danza una pieza con Elsa, Majestad" decidió intervenir, con una sonrisa tensa en sus labios, los ojos azul de Anna se centraron en su hermano y luego en Elsa, su nariz se dilato en la ira, sus ojos se movieron de arriba abajo sobre Elsa con el disgusto dolorosamente evidente en su rostro y con voz tensa e irritada dio; "Yo no bailo" sus ojos se posaron en el Duque mirando hacia abajo en él, como si se trata de un insecto repugnante frente a ella y no el hombre con un título de Duque.

"Quiero verle en mi despacho, ahora" Sin esperar respuesta, el Rey se dio media vuelta y camino de distancia, los caballeros antes congelados en su posición se movieron detrás de ella como una sombra de protección. Con la ira y el disgusto irradiaba de ella.

Elsa llego a la conclusión... el rey le odiaba profundamente.