Disclaimer: Los personajes de The Hunger Games no me pertenecen.

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El Hilo Rojo

Capítulo Uno

Instante

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La primera vez que su padre lo llevó a la ciudad, Gale no cabía en sí de la emoción.

Los coches yendo de un lado a otro, el metro, los autobuses, el bullicio... Todo era nuevo y deslumbrante para un niño que nunca había salido de la zona minera de Nueva Jersey y se había criado entre vetas de carbón y arces grises. Con solo ocho años, aquel viaje de solo dos horas en la vieja y desvaída camioneta del papá de su amigo Thom se había convertido en su mayor aventura hasta el momento.

La ciudad de Nueva York era muy distinta a Sewell, donde Gale vivía. Allí todo parecía demasiado grande, ruidoso y brillante. Las mujeres vestían bonitos vestidos cortos y zapatos tan altos que a Gale le costaba imaginarse a su madre caminando con ellos en el camino de grava hacia la escuela. Pero no tenían grava en Nueva York, allí todo era de un liso y limpio concreto, donde aquellas mujeres altas y flacas como una espiga hacían resonar sus zapatos como si chocaran piedras contra el suelo. Era gracioso.

Gale también miró a los hombres vestidos con ropas, a sus ojos, muy elegantes, con zapatos lustrados y corbatas a rayas que le recordaban a esas serpientes venenosas del Amazonas que había visto en la escuela. Eran hombres serios, de hombros erguidos y manos muy limpias que cargaban grandes portafolios negros, muy diferentes a su padre, cuyas manos estaban siempre manchadas de carbón, sin importar cuánto se lavara, cuyas ropas y zapatos estaban también inevitablemente gastados y manchados de tierra por las largas caminatas a las minas. Pero los hombres de Nueva York tenían también una expresión de cansancio en el rostro y los hombros caídos, aunque el cansancio en el rostro de su padre parecía más grande aún, y Gale se sintió orgulloso de tener un padre tan fuerte y trabajador, aún más que esos hombres de ropa planchada y camisas almidonadas.

No le gustaban mucho las personas de la ciudad; la mayoría eran groseros y estaban siempre apurados; los niños parecían todos engreídos, y las ancianas que paseaban con sus perros los miraban como si tuvieran sapos en la cara, que no era así, pues su madre siempre lo obligaba a lavarse muy bien el rostro antes de salir de casa. Gale no entendía a esas personas; su padre, en cambio, solo apretaba su mano y sonreía, y para su gran satisfacción le compró un enorme Hot-Dog que comieron los dos juntos.

Ése día, a pesar de todo, fue maravilloso. Su padre y él visitaron los edificios más enormes y bonitos que había visto en su vida, caminaron cerca de una hora por el Central Park, alimentaron a los patos y observaron tortugas en la laguna. Gale nunca había visto tortugas antes, y quiso dibujarlas apenas llegara a casa para mostrárselas a sus hermanos.

En la tarde, a la hora de volver a casa, tenían que caminar seis calles hasta donde el papá de Thom los esperaría en su camioneta vieja. Gale iba en los brazos de su padre, cansado por el agitado día, pero al mismo tiempo se sentía muy emocionado, no por volver a casa, sino por algo que no comprendía.

Recargando la cabeza sobre el hombro de su progenitor, somnoliento, miraba a todas las personas que se apiñaban en las esquinas para cruzar la calle. Todos iban tan concentrados en sus asuntos que nadie le prestaba atención, lo cual hacía que todo fuera bastante aburrido. Pero de pronto unos ojos se posaron en él, los más grandes y azules que Gale había visto en su vida.

Una niña lo miraba. Era bajita, tal vez más pequeña que él, tenía el cabello rubio como el hijo del panadero de su ciudad, y usaba un vestido blanco que la hacía ver como una de esas muñecas que su madre guardaba de cuando era pequeña. Gale se le quedó viendo, porque nunca había visto una niña tan bien vestida y limpia, y ella entonces, con las mejillas un poco rojas, le sonrió. Era la primer persona que le sonreía en esa ciudad, y le agradó eso. Él le sonrió también, alzando una mano para saludarla, pero entonces la luz de la señal cambió y la niña se fue con su madre hacia el otro lado, alzando una mano para saludarlo también.

Y mientras su padre se lo llevaba, Gale miraba hacia donde la niña estaba, sintiendo su rostro arder como si tuviera fiebre, pero pronto el sueño lo venció, y al despertar en su casa ya no recordaba nada más que un día divertido, y unas tortugas nadando en el parque.

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Continuará...

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N del A:

Hola!

Sé que hay muchas cosas que debo actualizar, pero esto ya lo tenía escrito y me ocupaba memoria xD

Gracias por leer!

Nos vemos!

H.S.