Las aventuras y desventuras de una alienígena
Drabbles y Viñetas que relatan significativos, cotidianos - o extraños - momentos entre Starfire y sus compañeros Titanes.
ACLARACIONES:
-DiAlOgO…
-PeNsAmIeNtOs…
-FlAsH bAcK-
O*O*Cambio de escena
Esta demás decir que Teen Titans no me pertenece, al igual que ninguno de sus personajes; esta historia no está escrita con fines de lucro, solo por mero entretenimiento y espíritu creativo :B
Sin más que decir…espero y disfruten la lectura ;)
*o*o*o*o*
1. Tu compañía
Una agradable brisa comenzó a bailotear con sus cabellos mientras observaban el hermoso espectáculo.
Starfire se recogió un poco más para abrazar sus rodillas, sin poder evitar estremecerse ante la belleza de aquel atardecer. Ese tipo de cosas no eran comunes en su planeta, por lo que aun generaba en ella un halo de incredulidad al ser testigo de tanta maravilla.
Robin, quien estaba a su lado, no pudo evitar desviar su atención hacia ella. Sonrió ligeramente al notar como los jades de la chica brillaban con la misma fascinación de un infante que empezaba a conocer el mundo. Incluso él se sentía sorprendido ante su encanto. En todos sus escasos años de vida, jamás había encontrado a una persona que se conmoviera con algo tan cotidiano como lo era el acto del sol siendo tragado lentamente por el mar, tiñendo el cielo de hermosos colores anaranjados, rojizos, rosas y azules, mientras las estrellas iban llenando el cielo. Para cualquier persona, eso era común. No así para ella.
No lo negaba. Ese era un espectáculo hermoso, eso no se podía negar. Él mismo en su pasado recordaba haberse quedado maravillado con semejante escena. Sin embargo, había perdido la costumbre. Él era un héroe, no tenía tiempo para esas cosas. Hasta que llegó Starfire.
El día que conoció a los Titanes, fue un nuevo comienzo, en todo sentido. Partiendo por el hecho de que habían decidido a vivir juntos; eso era todo un reto para él. Robin tuvo que aprender a acostumbrarse a rutinas, caracteres e incluso comidas que no eran de su agrado, pero había conseguido adaptarse y como líder, procuró que a todos les sucediera lo mismo. La compenetración del equipo era importante y debía velar por ello. Por eso, cuando se dio cuenta de que Starfire escapaba antes del amanecer o antes del anochecer a la terraza, se puso en alerta.
Al principio lo dejó pasar. Pensaba que era un hecho aislado que no volvería a repetirse. Pero luego, aquello se hizo una constante, picándole así la curiosidad.
Un sinfín de teorías pasaron por su mente en esos momentos. Quizás la nostalgia la hacía buscar un momento de soledad, y él bien sabía que la soledad no era la mejor compañera cuando la tristeza y el añoro de tu hogar rondan tu corazón. Incluso llegó a pensar – y temer – que no se sintiese a gusto con los titanes, al fin y al cabo, Starfire presentaba serias dificultades para entender varias costumbres humanas, especialmente a la hora de comer y "pasar el rato".
Con esas inquietudes en mente, se dispuso a averiguar lo que sucedía. Jamás se imaginó que todo era más simple de lo que su errática mente pudo llegar a pensar.
Starfire no acudía a la azotea por nostalgia o porque no se sintiese aceptada, o porque tuviese un gran dolor del cual huir. Ella iba a la azotea simplemente porque quería ver el amanecer y el atardecer; dos espectáculos que con los tiempos de hoy, han sido dejados en el olvido.
Cuando se dio cuenta de aquello, se sintió aliviado. Por un momento hasta había pensado que ella deseaba marcharse. Al darse cuenta de su error, suspiró aliviado, quitándose la molesta piedra que se había instalado en su estómago ante esa posibilidad.
-Misterio resuelto – Pensó triunfal en aquel momento.
Con una amplia sonrosa volteó dispuesto a irse, siendo tan sigiloso como había llegado. No quería invadir su espacio ni mucho menos incomodarla con sus paranoias.
Los días pasaron, y como si algo en su cabeza se hubiese programado, despertaba antes del amanecer o sus ojos se desviaban hacia el reloj antes del atardecer. Al principio no le tomó importancia, pensaba que era una simple casualidad. No contaba que con los días, un sentimiento de ansiedad comenzaba a invadirlo, ansiedad que solo cesó con la "rutina".
Sí. Un día decidió hacerle caso a su instinto y desde entonces sagradamente al despertar o al prever el atardecer, él acudía a la puerta de la azotea y observaba desde lejos a su compañera. Procuraba mantenerse quieto, sin hacer ruido, siempre ocultando su presencia. No podía negarlo, le gustaba ver los gestos de Starfire, se le había hecho casi una adicción descubrir alguna nueva expresión o brillo en su semblante.
Más sin embargo, ese día las cosas cambiaron.
Como siempre, siendo tan cauteloso como era, salió de su alcoba para repetir aquella rutina. Se detuvo y retrocedió sobre sus propios pasos al darse cuenta que la tamaraneana estaba apoyada a un costado de las escaleras, como si esperase a alguien.
Nervioso y avergonzado se pegó a la muralla, con temor de haber sido descubierto. Golpeó su frente ante semejante idiotez. ¿Si tenía tanto miedo, por qué simplemente no se iba y ya? Pero sus piernas parecían no querer responderle. Él estaba ahí, de pie, como un idiota, sudando a mares y observando a su compañera a través del reflejo de unos de los cuadros que estaban frente a él como si fuese un jodido acosador.
Pudo ver como los ojos de Starfire se dirigieron al pasillo donde se encontraba y que luego sonreía – Sé que estás ahí, Robin.
El chico maravilla sintió que los colores le teñían el rostro. Salió de su escondite, claramente nervioso, rascándose el cuello sin saber qué decir – Yo… lo siento. Es que… yo solo iba…
-¿Quieres acompañarme?
-¿Eh?
La joven sonrió dulcemente mientras se acercaba a él - Siempre he querido ver el hermoso espectáculo que les brinda el sol cada mañana y cada tarde acompañada por alguien. He querido decirte que te acerques cuando estas en la puerta pero siempre te marchas antes de poder pedírtelo.
-¡¿T-tú sabías…?!
Starfire lo miró extrañada y luego sonrió con dulzura – Sí.
-Yo… n-no cre-creas que te es-estaba espiando ni nada, es solo que… bueno… -Balbuceó otras cosas inentendibles para la chica, quien lo escuchaba con paciencia –… es que… es un bonito espectáculo.
-Lo es.
-Pero pensé que quizás te sentirías incomoda con mi compañía.
Aquello lo había dicho tan atropelladamente que incluso pensó que no lo entendería. Starfire sonrió y sujetó su mano, haciéndolo sonrojar. Antes de que pudiese decir algo, comenzó a arrastrarlo hasta la azotea.
-Para mí siempre será un placer compartir algo como esto contigo, Robin. Me agrada mucho tu compañía. Me hace sentir en casa.
El joven titán se sonrojó por completo. Incluso podía jurar que por sus orejas escapaba humo. Al salir, una fresca brisa meció sus ropas y lo ayudó a bajar la temperatura de su rostro. Intercambiaron una breve mirada y como si se hubiesen puesto de acuerdo, comenzaron a caminar hacia la orilla de la torre. Starfire flotó un poco para poder acomodarse antes de sentarse y dejar que sus pies se balancearan en el vacío mientras él se sentaba a su lado.
Y ahí estaban, despidiendo el sol otra vez.
La tamaraneana suspiró embelesada - ¿No es hermoso?
Robin sonrió, sin poder despegar sus ojos de ella – Sí que lo es.
Starfire le entregó una fugaz mirada antes de sonreírle, con las mejillas sonrojadas – Gracias por compartir esto conmigo, Robin.
El chico maravilla carraspeó, repentinamente incómodo – Eh… Sí, claro. Cuando quieras.
Y Starfire le tomó la palabra. Porque cada amanecer y atardecer, ella lo buscaba para contemplar aquel bello espectáculo, solo para disfrutar de su compañía.
/
Uno.