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Género: (Family, Romance)

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Clasificación: (+16)

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Advertencias: (Lenguaje obsceno, Lemon, Lime, etc.)

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Diclaimer: Naruto y sus personajes NO me pertenece

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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización

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Resumen: Naruto nunca había tenido una vida fácil, sin embargo últimamente el destino parece querer joderle. Ahora, solo con Boruto tendría que aprender a criar a su bebe, buscar un trabajo, tratar con una abuela huraña y todo en el primer año. Por suerte una chica dulcemente tímida y hermosa llega a hacer de su existencia algo soportable.

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Más allá del cielo

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*Capítulo 1*

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"Boruto Uzumaki"


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Naruto Uzumaki bajo del taxi con pasos apresurados y torpes casi tropezando al tratar de acercarse a la puerta del copiloto para pagarle al conductor, se disculpó atropelladamente cuando tomado de tiempo le tiro el dinero en el asiento mientras emprendía carrera a la gran construcción que se presentaba frente a él.

Las puertas del hospital se abrieron automáticamente dándole pasada, el rubio se adentró corriendo y se encaminó directamente a la recepción.

—Disculpe — dijo tratando de llamar la atención de una mujer que estaba de espaldas, vestida de enfermera. La joven dio media vuelta con cara de disgusto, misma que se repuso al mirarlo.

—¿Que desea? — le preguntó ella con dulzura, acercándose inmediatamente a él. Naruto decidió mostrarse encantador, al tanto que necesitaba información.

—Busco la habitación de la señorita Yukie... Yukie Fujikaze — le comunicó sonriendo radiantemente, la chica suspiro poniéndose un tanto sería.

—Espere un momento — susurró con cierto desgano mientras revisaba en el computador central.

—Claro — Naruto intentó sonreír nuevamente mientras tamborileaba los dedos contra el mostrador, la paciencia no era precisamente una virtud en su persona, menos aún en un momento como aquel, necesitaba ver a Yukie con urgencia.

Los segundos empezaron a transcurrir y con ello los minutos, el Uzumaki apoyó el rostro en una mano intentando relajarse. Yukie le había llamado veinte minutos atrás para decirle en medio de gritos y blasfemias que estaba en trabajo de parto. Naruto no había dudado en encaminarse al hospital inmediatamente.

—¿Yukie Fujikaze? — preguntó la chica sacándole de sus pensamientos, Naruto se sobresaltó, pero rápidamente asintió.

—Si.

—Está en la habitación 215 — le informó la enfermera mirándole fijamente. El Uzumaki le agradeció antes de encaminarse por el pasillo principal.

Rato después Naruto se detuvo frente a la puerta que le habían indicado, respiró profundamente por unos cuantos segundos para calmarse lo suficiente, en busca de paz interna, antes de ingresar a la habitación.

Yukie se encontraba en la cama descansando pálida y notablemente cansada, sus cabellos azulados estaban desparramados en la almohada y sus ojos cielo se encontraban ligeramente entrecerrados e hinchados. Naruto se acercó a ella ignorando al hombre que estaba sentado en el sillón de esquina.

Doto Kazahana, el tío y único pariente de Yukie, era un hombre mayor, altivo y misterioso. El Uzumaki comúnmente era una persona bastante amigable, por lo que la mayor parte del tiempo se llevaba muy bien con todo el mundo, pero aquel hombre era definitivamente más de lo que Naruto podía soportar, su actitud era simplemente detestable, siempre creyéndose superior a él y a cualquiera.

El rubio se plantó a un lado de la cama dándole una mirada a la chica.

—¿Cómo estas? — le preguntó intentando ser amigable, Yukie en cambio solo frunció el ceño decidida a despotricar.

—¿Cómo te parece? ¿Que no me ves?... ¡Estoy hecha un desastre!... me siento cansada y adolorida — le soltó con voz chillona, gesticulando bruscamente. Naruto reprimió una mueca de desagrado y suspiro tratando de mantener a raya el mal humor que últimamente emergía cuando estaba con ella.

—¿Y Boruto? — preguntó con frialdad cruzándose de brazos, la expresión de Yukie cambió instantáneamente, mientras ladeaba el rostro encogiéndose de hombros.

—No lo sé, una enfermera se lo llevó... aún no lo he visto — musitó indiferente.

Naruto la observó solo por un momento antes de salir de la habitación sin decir una palabra más. Camino por los pasillos buscando a alguien de personal y solo un momento después se acercó a una enfermera que estaba por doblar al pasillo a la izquierda.

—¿Me puede ayudar? —preguntó corriendo hacia ella, la mujer dio media vuelta, con unas carpetas en manos y lo observó por un momento antes de sonreírle con paciencia.

—¿Que necesita joven? — indagó con curiosidad.

—Mi hijo acaba de nacer y quisiera verle — la mujer dio un paso hacia atrás pero Naruto se adelantó sabiendo que era su única oportunidad —. Por favor... Solo por un momento.

—Sígame — concibió ella tras un suspiro antes de emprender camino, Naruto la siguió de cerca hasta que se detuvieron, varios pasillos después, frente a una ventana de cristal que permitía la vista directa a una habitación donde habían alrededor de treinta cunas. El Uzumaki se emocionó inmediatamente mientras pegaba el rostro al ventanal observando cada uno de los bebés con una sonrisa preguntándose internamente cuál era el suyo.

—Venga joven — le llamó la enfermera adentrándose a la habitación, Naruto no dudó un segundo en seguirle quedándose en la puerta tal como ella le había indicado, mientras la mujer cogía una carpeta que otra joven enfermera le entregaba y luego volteaba hacia él.

—¿Cómo se llama su hijo? — le preguntó poniéndose unos anteojos que llevaba en el bolsillo frontal. Naruto titubeo al no saber si tendría su apellido o el de la madre.

—Boruto... Mmm, Boruto...

—¿Fujikaze? — completo ella.

—¡Si!... Ese es mi hijo — dijo él con orgullo, la mujer fue pasando las hojas y luego le entregó la carpeta a la joven antes de acercarse a la cuna número 18.

Naruto observó embelesado como la enfermera tomaba en brazos un pequeño bulto envuelto en una frazada azul, para luego se acercarse a él. El Uzumaki tragó saliva dando un par de pasos hacia atrás para darle suficiente espacio a la mujer para salir de la habitación. La enfermera se detuvo en la entrada y le indicó que se acercara.

—Solo será por un momento — le aviso ella rápidamente —. Acércate — le urgió al verle estático observando fijamente el bebé que llevaba en brazos.

—Claro, claro.

—Mira... Tienes que cogerle con suavidad la cabeza ¿ves?.. Tal como yo lo hago — le mostró —. Tienes que tomarle con mucho cuidado — le dijo, Naruto asintió —. Y el otro brazo tiene que estar firme bajo su cuerpo... Sosteniéndolo — explicó, el Uzumaki nuevamente asintió nervioso pero decidido.

—Eso sería todo... Ven y cárgalo — le dijo la mujer extendiéndole el pequeño bulto.

Naruto respiró profundo mientras intentaba mostrarse tranquilo, cogió al bebé en brazos acomodándolo tal cual la enfermera le había pedido y luego observó su pequeño rostro.

Tenía una carita redonda y sonrosada, su piel era muy blanca en contraste con la suya, pero la pequeña mata de pelo fino que sé podía vislumbrar era rubia tal como él. Naruto sonrió sintiendo un escozor extraño en los ojos, su corazón se llenó de una calidez poco familiar y su pecho se contrajo en un ligero sollozo mientras acariciaba con un dedo una de las mejillas suave y redonda.

El pequeño abrió sus ojitos azules, parpadeando continuamente con pereza y luego los cerró mientras se acomodaba en su pecho sujetando su camisa entre el puño de su pequeña mano.

—Reconoce a su papá — dijo la señora con ternura.

Naruto la observó con una enorme sonrisa y luego devolvió la mirada la pequeña y frágil personita en sus brazos.

—Te quiero Boruto — susurró plantándole un beso en la frente antes de entregarlo a la enfermera.

Naruto le dio las gracias a la mujer con mucho entusiasmo antes de emprender camino a la habitación de Yukie. En ese momento la alegría era fácilmente legible en su expresión, sus ojos brillaban felices y la sonrisa parecía perpetua en su rostro. Naruto no recordaba haber sentido tanta felicidad en su vida como en el momento en el que había cargado a Boruto entre sus brazos, había sido una sensación única, pues si bien al inicio había tenido miedo al cargarlo, ya que tenía un extenso historial de torpezas, una vez lo tuvo contra su pecho, supo que él moriría por mantenerlo a salvo.

El Uzumaki se detuvo frente a la habitación de Yukie, optimista, como usualmente él era, se dijo que nada podía empañar su felicidad, ni siquiera el haber visto al que se podría considerar su ex-suegro a un pasillo de su destino, no había manera alguna de amargarle el día, y con ese pensamiento en mano, entro a la habitación con una sonrisa.

—Bueno está bien, muchas grac... — la mujer que hablaba se detuvo bruscamente al escuchar la puerta, Yukie le observaba desde la cama, pálida y nerviosa, sin embargo, Naruto solo tuvo ojos para la pareja que se encontraba cerca de la Fujikaze.

—Creo que es momento de retirarnos... Espero que se recupere satisfactoriamente señorita y estaremos en contacto — dijo el hombre a Yukie antes de retirarse tomando del brazo a la mujer. Naruto les siguió con la mirada hasta que salieron, pasando a su lado, el Uzumaki cerró la puerta antes de encaminarse a la cama.

Naruto no era una persona desconfiada, de hecho dado los acontecimientos caóticos en su vida siempre trataba de verle un lado bueno a la vida, sin embargo, algo en aquella situación le hacía sentir una presión nada agradable en el pecho, algo no estaba bien y él lo confirmó cuando Yukie rehuyó de su mirada una vez se detuvo a un lado de la cama.

—He visto a Boruto — le aviso intentando cortar el tenso silencio —. Es hermoso... Deberías verlo, es...

—¡No! no quiero — soltó ella cortante, con la mirada fija en la ventana a un lado.

—¿Qué demonios te pasa? — le preguntó Naruto frustrado, aquel era el día más feliz en su vida, tenía un hijo, Boruto había llegado para darle sentido a su existencia, creía que al menos Yukie tendría el corazón para conocerlo y enamorarse del pequeño como le había sucedido a él.

—Yo no puedo criar a un niño, ¡no quiero! — masculló berrinchudamente, Naruto la observó sin entender muy bien cuál era su punto.

—¿Que? ¿De qué hablas?

—Daré a Boruto en adopción —soltó ella de improvisto. El Uzumaki quedó momentáneamente en shock.

—¿Cómo? — le preguntó intentando procesar sus palabras.

—Acepté tener el niño por ti Naruto, porque tú lo querías, pero al final no sirvió de nada, no quieres seguir conmigo y yo... yo no quiero esa carga... he perdido meses de mi vida y quiero recuperarlos, no quiero seg...

—Tú no puedes hacer eso — le interrumpió Naruto furioso.

—¡Claro que sí!

—¡No!, tú no puedes pasar sobre mis derechos. Boruto también es mi hijo y no pienso firmar ningún documento para darlo en adopción — le aclaró exaltado, el rubio empezó a pasear por la habitación dando vueltas, estaba muy molesto, muy furioso con Yukie y con su estúpida insinuación, quería quitarle a su hijo y dárselo a alguien más sin pedirle su opinión.

—Boruto es mi hijo... Tiene mi apellido por lo tanto no tienes ningún derecho sobre él — dijo la mujer con cinismo, parecía tener todo el plan resultó, pero Naruto jamás dejaría que le quitara a su bebé.

—Maldita sea Yukie — exploto dando un golpe a la pared —. No dejaré que des en adopción a mi hijo — e advirtió amenazadoramente

—Tú no puedes hacer nada Naruto.

—¿Cómo puedes? ¡Maldición!... ¿A quién piensas dárselo?— le preguntó angustiado. Yukie al ver su desesperación y dolor simplemente bajo la mirada encogiéndose de hombros.

Naruto no tenía cabeza más que para pensar en cuán desalmada era ella, no podía creer aún que en realidad considerara la posibilidad de entregar su bebé a alguien más, Para él simplemente ya no existía la posibilidad de no tener a Boruto a su lado. Quería cuidarlo, criarlo, verle crecer y educarlo. Se había ilusionado tanto durante esos nueve meses que ahora la idea de que se lo arrebataran era simplemente impensable.

Naruto miró a Yukie fijamente intentando adivinar algo de su expresión, en ese momento el Uzumaki la odiaba tanto como la había querido alguna vez.

—¿A quién Yukie?... ¡Contéstame maldición! — exigió alterado. La peliazul se sobresaltó mirándolo con los ojos cristalizados, intento decir algo, pero las palabras parecieron trabarse en su garganta, Naruto la observó hasta que un pensamiento vino a su cabeza

—¿La pareja?- la chica le miró con los ojos desorbitados y eso fue suficientemente claro para Naruto-. ¡Claro!... A las personas que estaban aquí hace rato.- dijo él con la voz

—Son buenas personas — balbuceo Yukie rápidamente.

—¡Con una mierda!... No Yukie — gritó Naruto alterado.

—Mi tío dijo que son buenas personas, él me lo aseguro Naruto... ellos tienen una vida estable y pueden darle una familia — le aseguro ella esperando que él simplemente cediera.

—¡No Yukie! Él ya tiene a alguien... Me tiene a mi — le aclaró rápidamente.

—Por favor Naruto ¿Que puedes tú ofrecerle?... Si quisieras al niño buscarías lo mejor para él.

—Escúchame bien Yukie... Boruto no será dado en adopción — dijo antes de salir de la habitación.

—Naruto ¡ven!... Naruto, no te vayas, tenemos que hablar — los gritos se escuchaban mientras recorría el pasillo pero el Uzumaki los ignoro, no deseaba seguir hablando con Yukie, no cuando lo único que a ella le interesaba era saber si estaba de acuerdo en entregar a su bebé.

Naruto empezó a temblar mientras caminaba por los pasillos del hospital, la cabeza le palpitaba y su corazón dolía intensamente, la posibilidad de perder a su pequeño era simplemente impensable, en solo un segundo él se había enamorado profundamente de aquella personita. Tenerle en sus brazos y darle todo el amor que lamentablemente él no había tenido durante su crecimiento era su mayor deseo. Boruto era su única familia y Naruto no dejaría por nada del mundo que se lo quitaran, era suyo.

El Uzumaki se detuvo frente al ventanal de la sala de cunas, observó fijamente a su bebé mientras sin darse cuenta las lágrimas empezaban a derramarse de sus ojos.

—No te dejaré hijo... Lo prometo — le dijo con suavidad mirando el rostro pasivo de Boruto, quien dormía profundamente.

[...]

Naruto entró a su apartamento con la mente en otro lado, la situación estaba por sobrepasarle, simplemente no sabía qué medidas tomar para evitar que su bebé fuera separado para siempre de su lado.

Las luces del lugar estaban encendidas por lo que supo inmediatamente que Gaara Sabaku No, su compañero de piso, había llegado temprano.

Naruto hizo un recorrido de pocos pasos para entrar en la cocina. Gaara estaba en la mesa preparándose un sándwich, Naruto lo saludo vagamente y siguió de largo hacia el refrigerador cogiendo en mano un cartón de jugo de naranja y tomando directamente de él.

—¿Cómo te fue? — el Uzumaki lo observó interrogante —. Me dijiste que hoy nació tu niño ¿no? — dijo Gaara encogiéndose de hombros antes de dar un mordisco a su emparedado.

—Si — susurró Naruto cabizbajo mientras se sentaba frente a él.

—Pues que ánimos... ¿Sucedió algo malo? — intuyo el Sabaku No.

—Yukie quiere darlo en adopción — soltó desahogándose finalmente, necesitaba contarle a alguien la situación.

—Sabíamos que era una perra — dijo Gaara con indiferencia frunciendo el ceño. En otra ocasión Naruto le reprendía por expresarse de esa manera de una mujer, sin embargo, en ese momento él estaba más que de acuerdo. Yukie parecía estar tan conforme con el plan de dar en adopción a Boruto que no había pensado en nadie más, solo en ella misma. Era tan absolutamente egoísta, Naruto la detestaba por eso.

—No sé qué hacer Gaara... Es mi niño — susurró con un nudo en la garganta.

—¿Qué pasa?... Tú eres Naruto Uzumaki y nunca te das por vencido... ¿no lo harás ahora que te quieren quitar a tu hijo?... ¿o sí? — le desafío el pelirrojo con una ceja alzada, Naruto le miro antes de sonreír sabiendo que muy a su manera él trataba de darle ánimos haciéndole saber que le apoyaría en cualquier cosa.

Conocía a Gaara desde hacía demasiados años, desde que había llegado a la ciudad. Al igual que él Gaara era huérfano, toda su familia había muerto cuando era muy pequeño y había vivido la mayor parte de su vida en un orfanato, Naruto por suerte tenía recuerdos felices de sus padres, ellos le habían dejado luego de un accidente automovilístico cuando tenía once años, Naruto jamás los olvidaría, independientemente del dolor y soledad que venía a su corazón cuando evocaba sus recuerdos, él siempre sonreía pues sabía mejor que nadie cuán grande era el amor que ellos le habían tenido, y ahora más que nunca lo entendía.

Ese amor era el mismo que él tenía hacia Boruto, y por nada del mundo renunciaría a su hijo.

—Boruto es mío... No dejaré que nadie lo aparte de mi lado — declaró vehementemente.

[...]

Naruto entró al hospital con cautela, observando a todos lados, mientras se encaminaba por los pasillos saludando amigablemente al personal hasta que, dos pasillos antes de llegar a la habitación de Tamaki, observó a la misma pareja del día anterior.

La rabia pudo con él, su cuerpo se sintió caliente y sus puños empezaron a temblar, se acercó rápidamente a la pareja observándoles amenazadoramente.

—No se llevarán a mi hijo... ¡No se los permitiré! — les advirtió antes de seguir de largo.

En cuanto se detuvo frente a la habitación de Yukie, tuvo que dar un respiro tratando de mantener a raya todas sus emociones, Naruto era una persona demasiado sentimental, sus emociones siempre nublaban su juicio, algo que no se podía permitir en ese momento, por lo que intento calmarse.

Más tranquilo abrió la puerta solo para detenerse bruscamente ante una visión que en otro momento le hubiera causado mucha felicidad y ternura, si no fuera por las circunstancias. Yukie estaba en una sillón al lado de la ventana, con Boruto en su regazo mientras le daba biberón, Naruto les observó por un momento con el corazón encogido para luego carraspear delatando su presencia, la chica se sobresaltó y le observó solo un momento antes de bajar la mirada al hermoso bebé.

—Creí que no querías verlo — musitó el rubio duramente

—Tenía curiosidad — susurró ella con un hilo de voz

—¿Has cambiado de parecer? — le preguntó Naruto esperanzado.

—No... No puedo ya — respondió Yukie negando lentamente con la cabeza —. El doctor dijo que Boruto estaba ya en perfectas condiciones para salir del hospital... Mi tío ya tiene todo listo, la pareja se llevará a Boruto hoy — le informó con voz quejumbrosa, Naruto frunció el ceño pero se mantuvo apacible, sabiendo que sus emociones solo causarían problemas en ese momento.

—¿Estas segura que son lo mejor para él? ¿Que son buenas personas? — indagó con un nudo en la garganta.

—Sí, si... Lo son — dijo la chica simplemente, antes de levantar la mirada hacia él indiferente.

Naruto la odió por tener corazón de piedra, parecía tan conforme con la situación, como si lo que entregaría fuera algo material y no un bebé de su sangre.

—Bien, les vi afuera... Si quieres yo puedo entregárselos — le ofreció indiferentemente. Yukie le observó a los ojos un tanto sorprendida y cautelosa, sin embargo Naruto se mostró aburrido, si no había nada que hacer respecto al tema, porque martirizarse más.

—¿Estás seguro? — le dijo ella antes de levantarse lentamente del sillón.

—Me conmueve que te preocupes ahora por lo que siento... Pero estoy bien — le dijo cruelmente mientras cogía a Boruto cuidadosamente entre sus brazos.

La peliazul le miro a los ojos, solo un momento y luego dio media vuelta, sin dirigir una mirada al bebé. Naruto la observó por unos segundos y salió de la habitación cerrando a su espalda.

Camino por el pasillo mirando dulcemente a la pequeña personita en sus brazos, la decisión era difícil, sin embargo no había vuelta atrás.

—Te quiero hijo — le dijo dándole un beso en la frente, luego cuando llegó al final del pasillo volteó hacia ambos lados antes de seguir hacia la izquierda.

En cuanto llegó a la recepción Naruto se escondió en un rincón, miro a todos lados disimuladamente y luego escondió a Boruto bajo su chaqueta, una talla extra, antes de caminar hacia la salida. Su corazón latía a mil y el sudor recubría su piel, mientras salía por la puerta principal el Uzumaki supo que no había vuelta atrás, eso era por su hijo y no importaban las consecuencias.

En cuanto cruzo la calle un carro se paró frente a él, Naruto ingresó sin dar una mirada a los lados, debía comportarse con normalidad, por más que el instinto le pedía echar un vistazo para saber si alguien se había dado cuenta de sus acciones.

En cuanto ingreso al vehículo, saco a Boruto poniéndolo en su regazo, el pequeño se removió un poco mientras Naruto lo envolvía cómodamente en la frazada, para su suerte estaba plácidamente dormido por lo que no había delatado sus intenciones, Naruto le dio un beso en la frente y le acarició la suave mata rubia de pelo sabiendo que hacía lo correcto.

—Es igualito a ti — dijo Gaara deteniéndose en un semáforo.

Naruto le miro sobresaltado, dándose cuenta hasta ese momento que se encontraban en carretera, no había notado cuando habían arrancado.

—Si verdad — susurró tocando con un dedo la regordeta y esponjosa mejilla izquierda del bebé.

—Pobre — musitó el pelirrojo con lastima.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? –ttebayo... Si soy guapísimo — le dijo ofendido, Gaara le miro con escepticismo y Naruto no pudo evitar reír, algo contrariado al saber extrañaría todo de él, incluso su negro sentido del humor, había sido su mejor amigo durante demasiados años.

Gaara se detuvo frente a la terminal de buses y bajó con él a pesar de sus protestas. Naruto compró un boleto y juntos se dirigieron hacia la parada donde el bus arrancaba.

—No me gustan las despedidas — dijo el Uzumaki intentando sonar indiferente. Gaara le miró mientras le pasaba una mochila negra y una pañalera.

—Entonces no digas adiós — masculló el pelirrojo con simpleza.

—Eres un imbécil lo sabías — le dijo Naruto con los ojos sospechosamente húmedos.

—No más que tú... No seas marica, nos volveremos a ver — le aseguro con una ligera sonrisa. Naruto asintió antes de halarlo hacia él obligándolo a darle un abrazo, Gaara sorprendentemente no se resistió y de hecho le correspondió con cariño.

—No se te vaya a pegar lo estúpido de tu papá ¿ok Boruto? — le dijo el pelirrojo al bebé acariciándole la mata de cabello rebelde, Naruto se quejó y le sonrió antes de encaminarse hacia el bus cuando el altavoz anunció la partida. Gaara le siguió con la mirada y no se fue hasta que el bus arranco.

Naruto le observó hasta que se perdió en el horizonte, luego volteo la mirada a su hijo sabiendo que una nueva vida les esperaba a ambos.

[...]

Naruto Uzumaki era un niño alegre, extrovertido e hiperactivo, tenía once años, sus padres le amaban con todo su corazón, la chica más bonita del pueblo había notado finalmente su existencia y su antes rival se había convertido en su mejor amigo. Su vida era sencillamente perfecta.

Vivía en un hermoso pueblo escondido entre enormes ciudades, era un lugar pacífico y cálido, rodeado de árboles y flores por doquier. Asistía a la escuela principal, donde todo mundo le conocía, pues era un chico muy agradable y por lo tanto dado a mantener amistades largas.

Naruto era relativamente popular entre la población femenina del colegio, aunque solo tenía ojos para una única chica, Sakura Haruno, quien había empezado a hablarle ese año precisamente.

Como todo preadolescente también disfrutaba de la violencia, relacionada únicamente a los videojuegos que compartía todo el tiempo con su mejor amigo, Sasuke Uchiha.

La vida era perfecta, Naruto era feliz y creía que sería así por mucho tiempo, cuando fuera mayor él soñaba ser un arquitecto reconocido, tener su propia compañía, estar casado con su amor platónico y tener una enorme casa, un hijo tranquilo y perfectamente educado, y un pastor alemán como mascota. Lamentablemente los planes celestiales no concordaron en lo absoluto con los suyos, dos meses después de cumplir once sus padres tuvieron un fatídico accidente automovilístico y murieron. Naruto tuvo que mudarse con su abuela paterna, una mujer alcohólica y huraña que vivía en las afueras del pueblo, desgraciadamente ella era el único pariente que tenía y había sido su única compañía hasta los quince años cuando se había escapado a otra ciudad.

La vida de Naruto se desmoronó desastrosamente luego del incidente, su abuela le mudo de colegio porque odiaba tener que viajar día a día hasta la escuela que quedaba aproximadamente a veinte minutos de casa en automóvil. Naruto lloro cuando le separaron de sus amigos, no comió durante una semana y se escapó dos veces a la casa de su mejor amigo pero la mujer siempre le encontraba y le obligaba a volver.

Cuando ya no pudo más, con la ayuda de sus ahorros y la mitad de los de Sasuke él logro escapar, no tenía un punto adonde ir, nadie que le pudiera dar una mano, estaba solo en el mundo y tuvo que luchar y trabajar duro para poder comer todos los días. Sin embargo eso no impidió que fuera el mismo, con su actitud alegre y optimista, pues sus padres le habían enseñado que la vida siempre ponía obstáculos pero nunca nada que no podría soportar.

Conoció a Gaara ese mismo año y se sintió de cierta manera identificado con él, ambos habían perdido a sus padres y estaban prácticamente solos en el mundo. Gaara de cierta manera le recordaba a Sasuke y Naruto no pudo más que apegarse a él sintiéndose por primera vez desde que había llegado a esa ciudad, cerca de alguien familiar y amistoso. Ambos acordaron trabajar y vivir juntos, pues de esa manera los gastos se reducirían a la mitad para cada uno.

Naruto ingresó al colegio nuevamente a los diecisiete, iba dos años atrasados pero no se dio por vencido, su padre siempre le había dicho que un hombre preparado valía por dos y aunque él no era precisamente una persona estudiosa se esforzó el doble hasta lograr su primera meta, graduarse de la preparatoria a los diecinueve.

A los veinte ingresó a la universidad dispuesto a cumplir su sueño más grande, sin embargo sus planes se vieron desechados debido al alto costo de la carrera. Arquitectura, paso a la historia dando lugar a una Licenciatura en Derecho.

Todo cambio y su vida entera dio un giro de 360 grados cuando conoció a Yukie Fujikaze.

Naruto había tenido varias relaciones antes de ella, sin embargo ninguna había durado demasiado como para ser memorable. Yukie fue de cierta manera diferente, era dulce y cariñosa, era inteligente y amistosa, era sin duda increíblemente hermosa y por primera vez después de tanto tiempo logró hacerlo sentir querido, su relación fue memorable el primer año, Yukie era alguien muy importante para él a pesar de que no la amaba como ella deseaba, sin embargo Naruto fácilmente podía verse en un futuro con ella, formando la familia que por mucho tiempo había deseado.

Todo cambió en su segundo año de relación, Yukie cambió, ella simplemente dejo de actuar frente a él y le mostró su verdadera personalidad poco a poco, era una faceta nueva en la chica que creía conocer cómo la palma de su mano, una que no le gusto. Yukie resultó ser una niña malcriada y prepotente, altiva y mandona, quería hacer las cosas siempre a su manera, despreciaba a las personas por cualquier razón e incluso en una ocasión estando con él, había intentado humillar a una camarera que por culpa de otro cliente había derramado la bebida en el suelo frente a ella. Naruto sabía muy bien su historia, por lo que intento comprenderla, sus padres habían muerto cuando ella era solo una bebe y había sido criada únicamente por su tio, un hombre francamente despreciable, arrogante hasta la médula, lo que había hecho que Naruto le rechazara en el momento en el que le había conocido, dado ese detalle, se enfocó en las cosas buenas de la relación, intentando tener paciencia y hablar con ella para aclarar la situación buscando una mejora, sin embargo nada cambió.

Su relación decayó lentamente, Yukie empezó a mostrarse celosa y posesiva, odiaba verlo cerca de cualquier chica por lo que Naruto tuvo que mantener su propio temperamento a raya para arreglar las cosas, pero simplemente en ese punto ya no había retorno, no se entendían y el rubio no encontró mejor solución que terminar, sin embargo, el destino tenía otro planes y un mes después la chica llego a él diciéndole que estaba embarazada.

Naruto no pudo caber en su felicidad, no había sido un embarazo planeado en lo absoluto, pero él nunca podría pensar otra cosa además de que su hijo sería su pequeño y hermoso milagro.

Intento retomar su relación con Yukie por el bien del bebé, lamentablemente la Fujikaze no pareció apreciar sus esfuerzos y Naruto con el tiempo se hartó de intentar ser amable cuando ella hacía berrinches continuamente, lloriqueando por haberle puesto en ese estado, mostrándose más posesiva que de costumbre y llamándole a altas horas de la noche para verificar si se encontraba en el apartamento, solo.

Su vida había dado un brusco giro demostrándole que los planes para su futuro eran muy diferentes a los que él tenía, Naruto había tenido que madurar muy rápidamente a partir de los quince, había tenido que independizarse y aunque siempre había mantenido su actitud optimista, alegre y bobalicona, su último año le había hecho cambiar drásticamente. Un hijo era una responsabilidad enorme y él mejor que nadie sabía que no podía seguir con su vida a ese ritmo, por ello tuvo que dejar la universidad en su segundo año, luego de que Yukie le informara de su embarazo. Naruto consiguió un segundo trabajo, hizo horas extras y ahorro todo el dinero posible esperando que cuando su bebé naciera él podría darle todo lo que necesitará, también estuvo muy al pendiente de Yukie, centrándose en su estado en vez de su mal genio, vio por ella día a día, llamándola casi todo el tiempo, visitándola en sus días libres y haciéndose cargo de cualquier gasto médico, sin embargo se negó a retomar su relación cuando ella se lo insistió continuamente, mes a mes. Lo único en común que tenían era su pequeño Boruto y Naruto la apreciaba lo suficiente por ser la madre de su hijo como para causarle algún tipo de dolor, sin embargo, Yukie nunca le entendió y finalmente decidió tomar venganza de él de la peor manera, intentando quitarle al bebé que en cuestión de segundos y tras una sola mirada, se había convertido en el centro de su universo.

Naruto observaba por la ventana mientras los pensamientos y recuerdos revoloteaban en su cabeza, llevaban más de siete horas de viaje, habían dejado tres ciudades atrás y había cambiado de bus en cuatro ocasiones para llegar a su destino, estaba agotado. Boruto por suerte había resultado ser un bebé de lo más perezoso, se la había pasado durmiendo todo el camino y solo había llorado cuando tenía hambre o estaba sucio, Naruto agradeció enormemente que al menos estuviera calmado durante el viaje, no sabría qué hacer si se ponía a llorar.

El Uzumaki se removió en su asiento cuando media hora después el bus se detuvo en el pueblo que le había visto crecer, Naruto sintió el corazón acelerado mientras con la mochila y pañalera en un hombro salía del autobús cargando con cuidado a Boruto.

Ahora con veintitrés años de edad todo se presentaba ante él de una manera diferente. Los años habían pasado en el lugar dejando pequeños detalles diferentes a simple vista, el pueblo seguía siendo pintoresco y Naruto podía oler en el aire el aroma familiar del viento de otoño, no obstante, para él, que había vivido allí la mayor parte de su vida, podía notar la diferencia en las edificaciones, en los autos de modelo que pasaban por las calles llenas de hojas y en las personas que paseaban por el lugar.

Naruto siguió su camino lentamente, algo nervioso ante la posibilidad de ver a uno de sus viejos conocidos, lamentablemente con el paso del tiempo había perdido todo contacto con las personas del pueblo, incluyendo a Sasuke, a quien le había dolido perder más que nadie, en su mente seguía siendo su mejor amigo y el Uzumaki se encontraba ansioso por verificar si todavía vivía en la residencia Uchiha, algo poco probable cuando recordaba que Sasuke siempre había dicho que quería salir del pueblo y ser alguien más que el hijo del dueño de la mayor parte de las sucursales del lugar. Naruto no dudaba en su capacidad, el Uchiha menor era una persona muy inteligente y perseverante, capaz de lograr cualquier meta por lo que posiblemente se encontraría ya muy lejos de aquel pueblo. El Uzumaki deseaba más que nada comprobarlo, sin embargo no era tiempo aún, primero debía buscar su lugar en aquel pueblo. Naruto debía enfrentarse a sus antiguos demonios y volver a su anterior casa.

Era hora de hacer una visita a su abuela.

[...]

Entrando la noche Naruto llegó finalmente a la casa que por tantos años le había acogido luego de la muerte de sus padres, el lugar seguía siendo el mismo, aunque un poco más cuidado para su sorpresa.

El rubio se despidió del conductor de taxi pagándole por su servicio y luego se encaminó hacia la casa con paso tambaleante, los nervios podía con él, sin embargo las opciones eran limitadas, era hora de seguir con su vida y perdonar, ahora tenía que ver por alguien más y no podía hacer sufrir a su hijo de ninguna manera, haciéndole padecer de cosas tan elementales como un lecho caliente y un techo sobre su cabeza.

Bastante más satisfecho con aquel pensamiento se encaminó hacia la puerta principal tocando un par de veces, no recibió respuesta inmediata, por lo que un par de minutos después volvió a tocar, a lo que alguien murmuró desde el interior de la casa, se oyeron llaves y como se abrían varias cerraduras, y luego la puerta finalmente se abrió.

Su abuela, Tsunade Namikaze había sido una mujer alta y esbelta, hermosa e inteligente, de pequeño Naruto adoraba pasar tiempo con ella, pues a pesar de que tendía a ponerse de mal humor con mucha facilidad, había sido una mujer muy cariñosa y le había tratado muy bien en sus primeros años de vida, era por eso mismo que le había dolido su desinterés luego.

El cambio en ella había sido drástico y se había debido a que su esposo, Jiraiya Namikaze, un marine, había sido llamado a la guerra y varios meses después declarado muerto en batalla, Naruto tenía cinco años cuando aquello había sucedido, su abuelo era una persona muy especial, por ello le había dolido enormemente su muerte. Tsunade no había vuelto a ser la misma a partir de entonces, se había sumido en el alcohol y el dolor, se había recluido en su casa y en sus recuerdos, sin importar cuantas veces su hijo y padre de Naruto había intentado hacerla salir adelante, la situación empeoró luego de que Minato y Kushina murieran.

Naruto aún recordaba con cierto dolor las ocasiones en las que la mujer se le quedaba viendo por largos periodos de tiempo, para luego murmurar entre dientes cuan parecido era en físico a su hijo y en personalidad a su difunto esposo.

Tsunade simplemente se rindió y no volvió a levantarse, sin embargo la mujer que se presentaba ante él era demasiado diferente. En sus recuerdos su abuela cuidaba de su cuerpo compulsivamente debido a una fobia que tenía a envejecer, la mujer que se encontraba frente a él demostraba en su tez arrugada y su figura algo redonda cada uno de los 63 años que tenía.

Naruto intentó hablar, sin embargo las palabras se atoraron en su garganta.

—Pero miren nada más... Si es el niño desaparecido — dijo ella socarronamente mientras le observaba de arriba a abajo —. Y trae compañía — masculló con cinismo tras posar una mirada penetrante en Boruto. El Uzumaki frunció el ceño y levanto firmemente la barbilla.

—¿Me dejaras pasar?... Hace frío — le comunicó de igual manera haciéndole una mala mueca, la mujer lo miro solo un momento más y gruñendo entre dientes se adentró a la casa dejando la puerta abierta, al parecer el mal humor no había cambiado en ella.

—¿Qué haces tú acá? ¡Y con un bebé! — soltó ella encaminándose a la sala ligeramente iluminada por la televisión, Naruto la siguió al interior de la casa cerrando la puerta con llave y dejando el cargamento en una mesita de centro antes de caminar hacia la sala, donde Tsunade se encontraba en el sofá pequeño, con la mirada fija en un programa de cocina.

—Mi hijo y yo necesitamos un lugar para vivir — le dijo simplemente, no pensaba pedirle una habitación, después de todo aquella era su casa también y podía disponer de ella.

—Un niño criando a otro niño... Lo que se ve hoy en día — soltó en un bufido —. Te recuerdo que tú te fuiste — le acusó Tsunade entre dientes, con la mirada aún fija en la pantalla del televisor. Naruto, que se había sentado en el sofá más grande y que en ese momento se encontraba acomodando a Boruto en su regazo, levantó la mirada hacia ella con el ceño fruncido.

—¿Me extrañaste?... No me jodas vieja, fue tu culpa que me fuera — le acusó con rencor, mirándole mal.

—No me digas así malcriado... ¿Acaso piensas volver como si nada?

—Esta es mi casa también, a voluntad de mi abuelo — declaró Naruto confiadamente, si de algo estaba plenamente seguro es que Tsunade jamás le correría, no cuando la voluntad de su difunto esposo se interponía.

—Haz lo que quieras — gruñó ella con el ceño fruncido.

—Eso haré — le dijo el rubio firmemente.

El silencio se instaló entre ellos, siendo únicamente cortado por el programa de televisión, Naruto suspiro sabiendo que de nada servía pelear con ella, tenía que llevar la fiesta en paz si realmente pensaba pasar meses o años allí.

—¿Y la madre de ese niño? — preguntó Tsunade luego de un momento, como quien no quiere la cosa.

—No importa... Solo me tiene a mí, yo soy su padre — le informó Naruto decididamente, su abuela no necesitaba saber cómo había obtenido a Boruto.

—No creo que puedas con él, es una responsabilidad muy grande — se burló la rubia de mala espina.

—Me las empañare... He sobrevivido durante ocho años solo — dijo el Uzumaki con desinterés, la mujer frunció el ceño mirándole finalmente.

—Eres un estúpido.

—Uno muy tonto, pero él es mi hijo y por nada del mundo lo dejare — soltó Naruto bruscamente, molesto por sus insinuaciones, luego se dio cuenta de cómo se estaba desarrollando el asunto y suspiro, había pensado que todo sería más sencillo, que su abuela le ignoraría simplemente, lo cual haría su convivencia más fácil.

—Mira Tsunade... Boruto es muy pequeño y no quiero que le falte nada... Tengo unos ahorros, buscaré un trabajo lo antes posible y también alguien que lo cuide, no nos notaras aquí — le prometió amablemente, intentando llegar a ella, Tsunade no dio su brazo a torcer.

—Haz lo que quieras.

—Bien, buenas noches — le dijo el rubio decidido a no continuar con aquel combate de palabras desdeñosas, él no las quería y no quería tampoco iniciar una discusión con ella.

El Uzumaki volvió a la mesa donde había dejado su equipaje, tomó todo en mano y se encaminó a la segunda planta de la casa decidido a averiguar cuál sería su habitación.

Naruto entró primero al cuarto que antes había sido suyo, esperando ver si estaba disponible para ser habitado y encontrar siquiera una cama decente, su sorpresa fue enorme al encontrar su habitación de la misma manera en que la había dejado, y sorprendentemente aseada y ordenada. Verificó que la cama tuviera un cobertor limpio antes de acostar a Boruto en el centro, el pequeño siguió durmiendo y Naruto empezaba a creer que sería un perezoso de por vida, aunque no se quejaba en lo absoluto, lo prefería dormido que llorando.

El Uzumaki se acercó al armario abriéndolo dispuesto a guardar el equipaje, pero se detuvo cuando observó su antigua ropa, toda tendida perfectamente, aunque algo polvorosa.

—Pero mira que tenemos aquí — dijo mientras sacaba su vieja chaqueta naranja, Naruto la observó con una sonrisa, había sido un regalo de su madre y durante el tiempo que la tuvo se la puso día a día hasta que creció y ya no entro en ella.

—Esta será tuya algún día Boruto, es mi chaqueta de la suerte, espero que te guste, aunque está un poco pasada de moda — le contó al bebé con una sonrisa, mientras doblaba la chaqueta y la ponía a un lado antes de sacar el resto de la ropa.

Durante media hora se la pasó doblando todo lo que había en el armario y metiéndolo en bolsas negras para acomodar entonces su ropa y la que le había comprado a Boruto luego. Naruto ordeno todos sus productos de aseo personal y los que usaría para su bebé, además de los pocos pañales desechables que aún le quedaban, tendría que ir al pueblo el día siguiente por más de ellos, sabía que sobreviviría la noche con los que aún le tenía pero si algo conocía de su hijo en el día que llevaban juntos era que el pequeño tenía buen estómago y muy buena digestión, por lo que por cada biberón que tomaba era equivalente a un nuevo pañal que cambiar.

En cuanto terminó con el quehacer Naruto sacó las bolsas fuera de la habitación decidiendo llevarlas a la iglesia del pueblo al día siguiente. El rubio se plantó frente a la cama buscando la manera en como acostarse con Boruto en ella, era una cama individual. Por suerte estaba pegada a la pared por lo que pondría a Boruto al fondo, para evitar que se cayera y él dormiría a la orilla, de lado. Sin embargo como aún no tenía sueño cogió al bebé en brazos y se acostó de espaldas en la cama, con su metro ochenta de largo extendido, se tuvo que acomodar un par de veces de manera de que los pies no le quedaran colgando y luego acostó a Boruto en su pecho, el rubio no era muy ancho de tórax pero el bebé se veía pequeñito encima de él.

Naruto lanzo una mirada a la habitación, cuando era niño le había parecido bastante grande, en cambio, ahora de adulto la encontraba algo pequeña, por suerte ya se había acostumbrado a no tener mucho espacio pues el apartamento en el que vivía con Gaara no era precisamente amplio.

La habitación era simple y Naruto se prometió que en cuanto tuviera trabajo y dinero la redecoraría, pues sería el lugar en el que Boruto viviría por muchos años, hasta que él se logrará establecerse lo suficiente como para alquilar por sí solo un apartamento. El lugar constaba únicamente de su cama de esquina, un armario de tres puertas, un pequeño tocador con espejo en la cual había acomodado sus productos y los de Boruto, además de una ancha mesita de esquina sobre la que había un enorme televisor que parecía de la prehistoria.

Naruto sonrió entre dientes antes sus pensamientos, tenía que pintar las paredes, comprar una nueva cama matrimonial, un nuevo televisor y más ropa para Boruto y él, en palabras sencillas tenía que trabajar como burro y criar a su hijo, la vida no sería fácil a partir de ese momento, sin embargo él nunca se quejaría.

El Uzumaki sacó su celular para mandar un mensaje de texto a Gaara avisándole que ya se encontraba en su destino y que él y Boruto se estaban bien, luego dejó su teléfono móvil de lado y se acomodó mejor en la cama fijando la mirada en su hijo.

Boruto como de costumbre estaba en el quinto sueño, con la cabeza ladeada y babeándole la camisa, Naruto lo observó acariciándole el poco cabello de seda mientras aspiraba con cariño el dulce olor que desprendía su cuerpecito. Era la primera vez que estaba cerca de un bebé por lo que le había sorprendido gratamente descubrir cuan bien olían.

El rubio apoyo una mano en su pequeña espalda y le observó dormir, complacido con cómo se habían desarrollado las cosas, no importaba si se metía en problemas por haberse llevado a su hijo, él lo valía.

—Nos espera una buena vida juntos Boruto Uzumaki — declaró con una sonrisa, dándole un suave beso en la frente.

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FIN DEL CAPITULO


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Hello!

Para quienes me leen por primera vez soy RosasRojas, una escritora de historias Sasusaku.

Les traigo este nuevo proyecto, que tengo hace mucho tiempo guardado en mi PC. Es una historia de familia, amor y mucha ternura, una historia con la idea principal de una película que vi hace mucho tiempo y de la cual lastimosamente no tengo el nombre, por más que la busque en Google para darme una idea, no apareció T_T .

Acerca de la historia, primeramente estaba basada en un Sasusaku pues como se podrán enterar es mi predilección, sin embargo, dado el trama creí que se vería mejor con un Naruhina, mi segunda pareja favorita.

La historia se trata básicamente de un padre soltero, decidido a criar a su bebé por encima de cualquier persona o circunstancia adversa.

Tuve la idea de poner a Boruto como el hijo, dado el hecho en primera, que es más parecido a Naruto que a Hinata, y en segunda, por qué quiero enfocarme en cómo se desarrollará el lazo padre e hijo, no me parecía correcto en lo absoluto poner a otro bebé, desarrollar con él dicho lazo y que luego apareciera Boruto y simplemente fuera el segundo hijo, esa idea sencillamente no me gusto y espero no ofender a nadie con este fic. Hinata como sabemos tiene un corazón de oro y aceptaría al niño como suyo aunque en el manga no fuera así, pues él es parte de Naruto, simple y sencillo.

Espero de corazón que apoyen mi idea, es algo que tengo ya hace mucho redactado y a lo que solo tengo que darle algo de cuerpo y ciertos cambios, para no perderme de lo que en realidad es Naruto, el anime.

Por último solo les deseo muy bonito día, que estén muy bien alla por donde quiera Diosito que estén y pues, nos seguiremos leyendo. Intentaré actualizar lo más pronto posible, espero que comprendan si me toma tiempo, pues en primera, es un pasatiempo y además tengo otras historias que actualizar también.

Con eso me despido. Sayonara.

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