¡Holi!, ¿como están? Orchid aquí con un nuevo capítulo de Fairies are Real.

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No, no estoy muerta, aunque de a ratos pareciera. Realmente me disculpo por la espera, pero es que mi musa necesitaba unas vacaciones. ¡Han pasado tantas cosas! Les juro que si tuviera el tiempo y el espacio, les contaría, pero este no es precisamente el lugar para hacerlo. En fin, aquí les traigo un nuevo capítulo de FAR. Espero que les guste!


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Día tras día, pedido tras pedido, ella trabajaba incansablemente. Sin despegar la mirada de sus piezas, ella las forjaba, a la par que se encargaba de atender amablemente a sus clientes. Era un trabajo difícil, pero ella misma se lo había impuesto al solicitar a su familia el regresar a Faemere para encargarse de su propia herrería como hicieron sus padres alguna vez.

Por ser tan temprano en la mañana de aquel día, la tienda se encontraba en completa calma. No habían clientes todavía y solo por un instante, se permitió mirar por la ventana de su taller. Afuera, se podía apreciar la vista del mercado de Flautrine, y tres niños pequeños qué corrían y jugaban alegremente. Por un momento vio superponerse esa imagen con aquella de una niña de cabellos largos y anaranjados, jugando con dos niños de su edad: uno pelinegro y el otro de cabello rubio. Se sintió de nuevo aquella pequeña castaña pecosa qué los solía observar desde una ventana similar, mientras se imaginaba como seria jugar afuera con los otros niños en lugar de trabajar como aprendiz de Herrera.

Dicha imagen se esfumó el instante que su carrillon le anunció la llegada de un nuevo cliente. Limpiando sus manos con un pañuelo, y sacudiendo esos pensamientos fuera de su mente, caminó hacia la entrada, y se ubicó detrás del mostrador, esbozando una pequeña sonrisa.

-¡Bienvenido al Taller de Herrería Shinozaki!- Saludó enérgicamente, mirando hacia la persona que había llegado, a lo que sentía como la mirada esmeralda de el muchacho se posaba sobre ella -¿Qué se le ofrece?

El apuesto joven de cabellos rubios le sonrió dulcemente de vuelta -Buenos días. Me gustaría mandar a forjar una espada- Dijo en una amable voz el, y por una fracción de segundo, ella casi pudo ver sus ojos verdes brillar de un tono azul gélido como el hielo...

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-Reina Titania.- Escuchó una voz llamarla desde atrás. Conservando su actitud pacífica y serena, la aludida volteó para ver a quién había pronunciado su nombre.

Sus ojos amielados se cruzaron con una mirada verdosa de un tono qué fácilmente podía compararse a las hojas de un saludable y frondoso árbol.

-Oberon-sama.- Reconoció ella con una sonrisa, dando un paso hacia su consorte -¿Se le ofrece algo?

El asintió, mirando a su reina con preocupación -Quería expresarle mi preocupación por la joven Xana qué actualmente se encuentra rodeada por humanos en una misión que usted misma le encomendó, y en parte por su hermana menor, qué fue tras ella...

-¿Te refieres a Selene y a Eos? Que Selene esté en contacto con las gentes es bueno para ella, así aprenderá más sobre sus costumbres y comportamientos. Además, ella ha estado interesada en ellos desde que era tan solo un pequeño capullo esperando su momento para florecer. Y Eos, bueno. Fue su propia decisión ir tras su hermana mayor. Ella no es una niña, puede responder ante las consecuencias por sí misma.

El asintió -Lo sé, mi reina, pero estar tan cerca de aquel lugar podría llevarlas a conocer- Comenzó el, pero ella le interrumpió.

-Shhhh. Oberon-sama, es muy peligroso hablar sobre eso aquí. Cualquiera del consejo podría oír algo que no va dirigido a sus oídos.

-A conocer lo que hemos escondido de ellas por tanto tiempo- Finalizó el, de manera que no diera a conocer tan abiertamente aquel tema que su reina mantenía secreto -Usted las ha cuidado como si fueran sus propias hijas, a ellas y a Helios por igual. Me temo qué podrían llegar a resentirle si se llegaran a enterar de cualquier manera que no fuera directamente de usted. Además, si lo que me ha dicho sobre la runa es cierto, entonces-...

-Oberon-sama...- Advirtió en voz firme ella una vez más.

Ésta vez, el optó por callarse y recoger un poco la larga manga derecha de sus holgadas ropas, para revelar su mano, que en la palma tenía inscrita una runa de color dorado, cuya silueta se asemejaba en sobremanera a un par de alas plumadas, como aquellas de un ángel. Luego, extendió su mano hacia Titania, quién sonrió, comprendiendo el significado de aquél gesto, por lo que, en respuesta, extendió su mano izquierda, en la cual se reveló una figura completamente idéntica.

Sus manos se juntaron, y sus dedos instintivamente se entrelazaron, emitiendo un brillante destello dorado, qué redujo su intensidad poco después, para mostrar sus manos, qué lentamente se iban separando, pero que a la vez seguían unidas por una sustancia dorada qué flotaba en el aire y aumentaba en cantidad a medida que estas se separaban. El resultado final tomo forma sólida y se convirtió en un espejo qué poseía una superficie similar al agua, aunque se encontraba completamente quieta, cual un lago pacifico en medio de un claro.

Con la mano que poseía la runa, la reina tocó la superficie, en la cual inmediatamente se formaron ondas, expandiéndose en la dirección contraria a la zona que ella rozó con sus dedos, y luego abriendo paso a una imagen que se reflejó en la superficie del espejo.

La imagen era estática y ligeramente nublada: La Reina Titania con una apariencia ligeramente más joven, cargando a una pequeña hada de cabellos anaranjados, qué tenía los ojos cerrados y se veía anormalmente pálida. Al transcurrir un segundo, la imagen cobró vida, asemejandose en sobremanera a lo que las gentes conocían como "vídeo".

La reina se veía afligida y desesperada, mientras corría bajo la lluvia con la pequeña desmayada en sus brazos. A paso apresurado, entró en una torre de piedra y una vez estuvo bajo el cobijo de un techo qué le protegiera de la lluvia, extendió sus brillantes alas y voló por encima de las escaleras, llegando hasta una habitación qué no tenía puertas, sino un humilde arco de piedra tallada que bordeaba la entrada. Respirando con evidente dificultad, se dirigió hacia una silueta qué se encontraba allí.

-Oh querida hermana, te ruego que por favor me ayudes.- Soltó la joven monarca, dirigiéndose a la figura encapuchada en cuya morada irrumpió. Ésta pareció sorprendida, y removió su capucha mientras se acercaba a su huésped no invitado.

-¡Titania! ¿Qué te trae por aquí a estas horas de la noche? ¿Y sin escolta? - Preguntó la aludida, instandole a la menor a que tomará asiento.

-Lo siento, pero he venido a solicitar tu ayuda con una materia urgente...

El hada de cabellos oscuros asintió -Por favor coloca a esa pequeña sobre la mesa.

La reina hizo como le fue ordenado, y ubico a la pequeña allí. Esta solo frunció el ceño, mientras respiraba con mayor dificultad a cada momento que pasaba, a medida que su situación empeoraba.

-Ahora, explícame qué está sucediendo. Lo único anormal qué noto en ella es que parece tener una característica que entra en conflicto con su naturaleza feerica.

-En eso tienes razón hermana. Pero lo que sucede es lo siguiente: Esta pequeña es humana. Una joven nacida y nombrada en brillo, para ser específicos. Pero parece haber entrado en contacto con los fragmentos de la varita qué alguna vez le otorgue a Cirella. Esto inevitablemente la llevo a transformarse en hada. Y su poder es incompatible con poderes feericos.

-Ya veo...- Ella pareció pensarlo bastante -¿Y qué clase de hada es, para ser específicas? Si se puede saber, claro.

-Es... Una Néfel- Suspiró ella -¿Qué sucederá con ella, Ana? En sus condiciones no logrará sobrevivir más de una noche.

-Hada de la lluvia, irónico ¿heh?- Murmuró suavemente la mayor -Tengo una idea, Tania.

Una pizca de esperanza brilló fugaz en su mirada -¿Enserio? Dimela, por favor.

-El inconveniente es que creo que no estarás de acuerdo...- Le dijo, a lo que la menor ladeo la cabeza -Lo que propongo es darle a beber de La Fuente de Las Xanas...

La idea le pareció horrorizante a la joven reina -¿Ir hasta la fuente de las Xanas? ¿Y cambiar aun más la naturaleza de esta pobre pequeña? Me niego.

La mayor rió un poco y luego suspiró -No esperaba menos de ti, querida Tania. Pero déjame recordarte que esta pequeña no sobrevivirá por mucho a menos que se le ofrezca una solución a su problema...- Dijo, antes de de sacar un pequeño tubo de ensayo de algún estante de aquella habitación -Además, tengo un poco de las aguas de esa fuente a la mano. Una dosis suficiente para transformar a esta chiquilla en Xana y ahorrarle más sufrimiento del necesario.

La reina titubeó, contrariada. Luego miró a la niña, cuyas manos se sacudían ligeramente en pequeños espasmos aleatorios en respuesta al dolor que le producía su naturaleza contrariada. Además, su malestar parecía empeorar cada momento, notó, viendo como tosia ligeramente, liberando una sustancia rojiza que solo podía ser sangre. Con un suspiro, la reina levantó la mirada, y asintió -Está bien, Morgana. Pero tengo dos condiciones

El hada solitaria levantó una ceja -¿Y esas serían...?

-Qué adoptaré a esta pequeña y que sus orígenes permanecerán en secreto. Solo tú, mi prometido y yo podremos saber sobre esto.

-Comprendo. Ahora, dale a beber el contenido de este frasco- Demandó Morgana, entregándole el envase, e instandole a que le proporcionara la ayuda a la pequeña hada cuanto antes.

La monarca suspiró, y levantó a la pequeña. Luego, le dio una última mirada de reojo a sus brillantes alas rojas, característica que nunca antes había visto en un hada, especialmente un hada de agua, antes de ayudarle a consumir el líquido que aquel frasco contenía.

El consorte de la reina tomo su mano, y le dio un apretón, como si estuviese ofreciéndole su apoyo incondicional de manera no verbal. Ella le sonrió, y ambos hicieron qué aquel espejo de ilusión desapareciera. Pero lo que no sabían, era que una pequeña silueta estaba escondida cerca, escuchando su conversación. Con rapidez, ésta huyó a reportar aquel descubrimiento.

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-¡Helios-sama! ¡Helios-sama!- llamó una jovencita de cabello de un tono rubio platinado, mientras corría hacia la figura de un niño de alrededor de su edad - ¡Esto es importante!

Ella se detuvo una vez que estuvo cerca de el, y trato de recuperar el aliento, mientras el la miraba sorprendido.

-¿Perse-chan? ¿No estabas en el castillo?- Preguntó el muchacho, observándole con preocupación. -No deberías salir sin escoltas...

Ella soltó un resoplido y le fulminó con su mirada turquesa -Ya no soy una niña pequeña, Helios-sama. Puedo cuidarme sola.

El soltó una risa, y le volvió a mirar, pero esta vez con cariño -Eso no lo dudo, pero aún así me preocupo por ti- Ante estas palabras, Perse tuvo la decencia de sonrojarse. -Además, ¿no tenías algo que decirme?

Lo último pareció hacer clic en la mente de la chica, qué al recordarlo volvió a estar desesperada -Helios-sama, acabo de descubrir algo muy importante...- El la miró expectante, por lo que ella prosiguió -Es sobre Selene-san y Eos-sama... Ellas… no están desaparecidas.

Los ojos del chico se abrieron como platos -¿Mis hermanas no están desaparecidas? ¿Sabes donde están?

Ella negó con la cabeza -No estoy segura. Pero a través de un hechizo de Circe logré escuchar qué están en una misión, y que están en un sitio rodeado de humanos...

El miró hacia el sur, murmurando en una voz queda a modo de que Perse no pudiera oírle -Flautrine...

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-Bienvenidos sean a la posada Swyn- Comenzó a decir, pero fue interrumpida.

-Sugu

La pelinegra pronto dio una profunda reverencia en dirección a los recién llegados -Padre, Madre- Moduló en una voz monótona, que no se asemejaba en lo más mínimo a aquel enérgico tono que había utilizado previamente.

Los nombrados tan solo asintieron en respuesta, mientras observaban el lugar.

-¿Hay algún motivo para su repentino regreso? Digo, si se puede saber- Intentó la menor, observando a sus padres, quienes hasta ahora no le habían dedicado ni siquiera una sola mirada.

La pelinegra de vestimentas tradicionales la miró como si aquella hubiera sido la pregunta más estúpida y obvia del mundo.

-Claramente, como te mencionamos en la carta, es por el inesperado regreso de tu hermano a la isla.- Respondió, aún mirándola como si le hubiera salido un tercer ojo.

-¿¡K-Kirito-nii-san regresó!?- Preguntó, con un brillo esperanzado en su mirada, y por una fracción de segundo, su apariencia pareció titilar, transformándose en aquel instante en aquella de una muchacha de ojos verdes y cabellos rubios.

-Suguha.- Amenazó su padre, dirigiéndole la mirada por primera vez en todo el rato, con lo que parecía reprobación en la mirada. Ante esta evidente señal, la joven respiró profundo y aclaró su garganta un par de veces, a manera de calmarse.

-Díganme que necesito hacer- Murmuró con decisión, y por última vez, sus ojos brillaron del más profundo de los tonos de verde.

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Con pasos temerosos, una pequeña de ojos color zafiro bajó por las escaleras qué parecían llevar a un sótano. Su mano temblaba, y hacia qué aquella palmatoria qué sostenía se sacudiera ligeramente con cada paso, amenazando el dejar caer la pequeña vela blanquecina qué estaba asegurada en el centro.

Después de un momento, finalmente logró alcanzar el suelo. Sin embargo, un sentimiento asfixiante de que algo estaba mal le carcomia por dentro y le daba una inseguridad inmensa.

Quiso darse la vuelta y no regresar, pero sabía, muy dentro de su ser, que no se perdonaría el huir, sabiendo que aquel algo que le causaba tanto terror, se encontraba escondido en aquel sótano, tan cerca de si, y de su preciada familia.

Tragó pesado, como para deshacerse de aquel nudo que se había formado en su garganta, y dio un paso más, por la fría y antigua piedra que conformaba el suelo de aquella habitación subterránea. Eventualmente, su mano, que estaba palpando a ciegas la pared, se topó con una irregularidad. Ella volteó hacia ésta, iluminandola con su palmatoria. Se trataba de un candelabro de pared de color negro, que sostenía dos velas de color blanco, ambas intactas; a pesar de que habían pasado ya varios años desde que alguien de la familia se hubiera aventurado allí.

Con cuidado, ella levantó su vela, y encendió las otras dos. Con la nueva iluminación, se percató de que habían marcas inscritas en las paredes. Además, notó la presencia de otros candelabros. Con dedicación, se dispuso a encender todas y cada una de las velas qué estaban sujetas a las paredes.

Las figuras inscritas en la pared parecían salidas de uno de esos viejos libros que habían en el archivo sobre jeroglíficos. Algunas parecían humanos, y otras tenían otras características aparte. Aunque otras llamaban más la atención, como una qué tenia forma de espada alzada, casi como lista para el combate. Pero otra en específico capturó su atención por completo. Y no era una sola, sino cinco figuras idénticas. Su forma era similar a la de un humano, sosteniendo en su mano lo que parecía una estrella de cuatro puntas. Una de ellas era de color esmeralda, otra de color dorado, la tercera era de color rojo rubí, la cuarta era de un color zafiro, y la última, era de un color ónice profundo, que a pesar de su tono oscuro, parecía brillar aún más que las demás.

Con la yema de sus dedos, rozó una de las figuras; Aquella que compartía su vistoso color con aquel de sus ojos. Al hacerlo, miles de imágenes pasaron por su mente a gran velocidad, y desaparecieron antes de que ella pudiera encontrarles el más mínimo sentido. Se sintió increíblemente mareada por un momento, mientras retrocedía, cegada por el miedo. Con aquel impulso, se dio la vuelta y corrió escaleras arriba, sin querer dejando caer la palmatoria.

Y una vez ella desapareció de la habitación, aquella figura de color zafiro qué había tocado, se tornó de un color celeste, y como si hubiese pasado una ráfaga de viento, todas las velas qué ella había encendido, incluyendo la pequeña vela de la palmatoria, se apagaron.

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Con aquellos recuerdos en mente, una persona encapuchada bajo las escaleras por la misma habitación oscura, rozando la fría piedra de las paredes. Como si hubiera memorizado el lugar y todas las cosas dentro de él, tanteo el piso a oscuras hasta toparse con una palmatoria de apariencia sorprendentemente nueva. Con ayuda de un aparato extraño, encendió la vela blanquecina que reposaba en medio de aquel plato metálico, y, cual siguiendo los pasos de aquel recuerdo, encendió todos los candelabros, desde el más cercano a la escalera, hasta aquel que se hallaba al lado opuesto de la habitación. Y con la mayor delicadeza del mundo, permitió que sus dedos rozaran la superficie de las figuras de apariencia humana, una por una, pasando por el rubí, la Esmeralda, la dorada y la azulada, hasta llegar a la más oscura. Una serie de imágenes que parecían mostrar varios rostros pasó fugaz por su mente, a lo que cerró los ojos para concentrarse en la apariencia de dichos individuos. Una vez que hubo memorizado absolutamente cada uno de sus rasgos distintivos, volvió a abrir los ojos.

Y con una pequeña risa, la figura volvió a abrir sus ojos, que se probaron celestes ante la luz de las velas -Ya casi es hora- Dijo, antes de soltar otra risita, y dejar que una sonrisa complacida surcara sus labios.


Eso es todo por ahora. Disculpen si quedó algo corto, pero eso fue lo que la musa me dio. Demasiado nuevo personaje, ¿no es así? Por eso, tendremos una corta introducción de personajes.


Perse: Joven Oceanide y ahijada de la Reina Titania. Su acompañante y familiar se llama Circe y es una pixie con poderes relacionados con la ilusión y la magia. Está comprometida con su amigo de la infancia, Helios, desde que ambos eran pequeños, por mutuo acuerdo entre su madre y Titania.

Oberon: Silfo enlazado a la Reina, y por tanto Rey consorte. Posee un alto puesto en el consejo, a pesar de que ya exista representante de los Silfos. Tiene inscrita una runa de conexión en su mano, y su alma gemela es la mismísima Titania.

Morgana: Hermana mayor de la reina, aunque renunció a su estatus como princesa heredera poco después de que ésta naciera. Es un hada solitaria que se dedica al estudio de los números y artes relacionadas con la magia, conjuracion y alquimia.

Sachi Iceflare: Humana, marcada en brillo. A la corta edad de 12 años, obtuvo sus poderes como nombrada en brillo, al entrar en contacto con lo que parecía una profecía tallada a las paredes del sótano de su familia. Esto sucedió un par de días antes de la desaparición de Asuna Yuuki, evento que se mostró junto a las primeras imágenes del futuro que logró vislumbrar. Su poder es la clarividencia.


Y ahora un pequeño rincón para hablar de... *redoble de tambores* ¡Nefeles!

Se trata de las comúnmente llamadas "hadas de las nubes y la lluvia". Son criaturas tímidas pero muy simpáticas que adoran los días lluviosos, y suelen bailar en ronda bajo la lluvia. A diferencia de las demás hadas, sus alas poseen una resistencia contra cualquier líquido, por lo que estar bajo la lluvia no les dificulta el volar en lo más mínimo. Hadas de la lluvia transformadas en Xanas podrían o no mantener cierta inmunidad a la lluvia.


Y con esto finalizamos el quinto capítulo. Ojalá les haya gustado, y si fue así, dejen un review acá abajo para dejarme saber sus opiniones, ideas, quejas, etc.

Hasta luego!

~Orchid