Rosalie y Emmet McCarthy tenían un matrimonio feliz. Estaban juntos desde hace más de siete años, cinco de los cuales como marido y mujer y eran los orgullosos padres de un querubín de 4, el pequeño Ian. Su vida era como toda aquella de padres jóvenes, con un hijo que criar, carreras en ascenso como periodistas, un préstamo que pagar al banco que usaron para comprarse una casa vacacional en Val di fassa, en la provincia de Trentino en Italia.

Era el segundo año que pasaban sus vacaciones navideñas en el lugar, constituido principalmente por montanas verdosas, altos árboles y aire puro en verano. Y blancas y gruesas capas de nieve en invierno.

Cada 5 de diciembre se celebra en el pequeño pueblo de Val de Fassa el Krampus, donde los habitantes del lugar desfilan vestidos de demonios que, como cuenta la leyenda, han venido desde los infiernos a llevarse a los niños malos.

Es esa noche cuando todo sucede, el pequeño Ian desaparece misteriosamente sin dejar rastro, sumiendo a sus padres en el dolor, la desesperación y la angustia de no saber el paradero de su bebe.

Años después, llega a la casa McCarthy la llamada de la policía de Val di Fassa que, asegura haber dado con el paradero del pequeño Ian pero, nada queda del dulce niño que Rose dormía en los brazos mientras él jugaba con un mechón de su rubio cabello, nada.

….

-Edward, ¿Dónde están los niños?- inquirió la morena en la habitación. Sus ojos marrones vagaban entre las dos figuras masculinas de pie frente a ella. Al ver que ninguno profería sonido caminó hacia la puerta de la entrada con la esperanza de ver a los pequeños correr hacia ella o jugar con Rex, el perro que cuidaba la cabaña, pero no encontró ninguno de los dos escenarios. -¡Edward!- grito, corriendo hacia él y tomándolo por los hombros, sacudiéndolo, ya que parecía estar en estado de shock.

-La policía los está buscado, Bella. Están desaparecidos.- logro decir a media voz el cobrizo, privado de la desesperación y el dolor, dándole la espalda a su esposa, pasando ambas manos por su cabello y pateando la primera cosa que encontró en su camino.

-Desaparecidos- masculló, dejándose caer en el sofá más cercano. Llevándose una mano a la boca un segundo después para amortiguar el sollozo que salió de su garganta.

Emmett en cambio, miraba a su esposa sin saber qué hacer o decir. Rosalie estaba estática, con la mirada fija en un punto entre el suelo y sus zapatos llenos de lodo por haber caminado todo el boque en búsqueda de los niños. Jamás la había visto así en su vida, su rostro privado de alguna emoción, la mirada perdida, vacía, y todo era su maldita culpa. ¿Por qué no había prestado más atención? ¿Por qué los había dejado irse hasta delante de la multitud? ¿Por qué?. Él cerró los ojos y pidió al cielo que todo eso fuera una pesadilla.

-Tony- susurraba Bella desde el sofá repetidas veces mientras Edward lloraba en silencio acurrucado en un rincón de la sala.

-Rose…- probó acercarse al no obtener respuesta. Verla así lo estaba matando más aún, si aquello era posible. Preferia tenerla gritándole o llorando histérica a mirarla de esa forma. La rubia no se movió de su puesto, como si nunca la hubiese llamado, como si no la estuviera rodeando con sus brazos, apretándola en su pecho mientras sus brazos permanecían inertes a los lados –Los vamos a encontrar- prometió en su oido, con la voz más segura que pudo encontrar por debajo del nudo de miedo que obstruía su garganta. Un minuto después ella comenzó a temblar violentamente debido a las respiraciones entrecortadas y rápidas. Estaba comenzando a hiperventilar -Rose...

-¿Dónde está mi bebe?- fueron las palabras murmuradas que salieron de aquellos labios pálidos como el papel. Emmett sintió como le acuchillaban el alma con solo sentir aquella voz cargada de dolor. -¿Dónde está mi bebe?- pronunció más fuerte, alejándose del toque de su marido como si éste quemara, mirándolo solo como una madre desesperada puede hacerlo. Emmett le devolvió la misma mirada, él no estaba menos desesperado ni menos dolido ni menos asustado que ella.

-Los están buscando, Rose. Todo el mundo los está buscando.- estiró los brazos hacia ella, queriendo así darle y darse a sí mismo el consuelo que ambos necesitaban en ese momento pero lo que recibió fue un empujón por parte de ella, cargado de adrenalina que lo hizo trastabillar y casi perder el equilibrio.

Devuélveme a mi hijo!- le grito la rubia, empujando de nuevo con todas sus fuerzas el duro pecho de Emmett, quien no hacía más que recibir los golpes y llorar por dentro -¡Devuélvemelo!- golpeaba, lloraba y jadeaba, haciéndose daño ella misma en el acto. A él dolía, no físicamente, le dolía el corazón, el alma, la vida.

-Rose…- Emmett le sostuvo las muñecas, encerrándola en un abrazo donde ella continuaba luchando contra él sin éxitos, ambos llorando abiertamente, drenando el dolor.

-¡Regre…same a mi bebe!- gemía ella en su pecho -¡Regresamelo!- el mantenía los ojos cerrados, drenando su propio dolor hasta que dejo de sentir la resistencia de su mujer. Ya no lloraba, ni jadeaba, ni gritaba. Se había desmayado.

-¿Rose?- Llamó entrando en pánico, dejándola en el suelo y tocándole el rostro para regresarle el conocimiento. –Rose, por favor. Reacciona. ¡Edward llama a una ambulancia!- gritó, abanicando su rostro. Bella, quien parecía también haber regresado de su estado de shock miro como un líquido rojo descendía por las pálidas piernas de su cuñada.

-Emmett, está sangrando.- apunto, con el rostro desfigurado del horror. El moreno al percatarse de aquello la tomo en brazos para llevarla directo a la camioneta. No podía darse el lujo de esperar una ambulancia, no cuando estaba casi seguro del porqué de aquel sangrado. Por favor, no permitas que sea lo que estoy pensando. Se repetía internamente, mientras manejaba como alma que lleva el diablo hacia la clínica mas cerca.


Nueva historia que he empezado a escribir hoy. Veremos que tal la toman =D dependiendo de sus RV subire caps my pronto ;D espero sus comentaios a ver si les esta gustando la trama! un besooooo