Casi Homosexuales.

Las malas lenguas, los invocadores bromistas y los campeones chismosos solían decir que ellos eran homosexuales. Su exagerada femeneidad o su completa falta de ella daban pie para especulaciones. Y es que ninguno de los tampoco afirmaba o negaba nada, dando aún más que hablar. La sexualidad de la Vigilante de Píltover y el Escudo de Valoran solían ser un tópico recurrente en las conversaciones de los campeones de la Liga de las Leyendas. Más esto a los dos los traía sin cuidado. Lo que los demás dijeran o dejaran de decir no les importaba. Eran lo bastante maduros como para no hacer caso a las habladurías. Se dedicaban miradas de comprensión entre sí cuando se encontraban. Pero en los ojos de aquellos campeones no solo había un sentimiento de igualdad. Era extraño e intenso, como si sus ojos dieran mordiscos. Lamentablemente nunca encontraron excusa válida para hablarse, hasta que cierta tarde un grupo de jovencitas les unió en una extraña y corta pero emocionante velada.

- Queridooooooo~ - Canturreo una voz en la cabeza de los demacianos y la hija pródiga de Píltover. - ¿Quieres venir a mi cuarto esta tarde? - Sona, que no se molestó en ser discreta con su ofrecimiento, sonrojó a Lux, quién se hallaba conectada a ella mentalmente. La imaginación de la Doncella Luminosa floto hasta lugares recónditos de su mente, imaginando besos, mordiscos y chupones donde solo había abrazos y repostería.

- Eh... Te has puesto roja de pronto, ¿Estás bien? - Preguntaba Caitlyn, sentada en la misma mesa que los nombrados.

- Sí, sí. - La menor negó con la cabeza. - Sona, ¿p-or qué tú...?

- ¡YA LLEGÓ POR QUIÉN LLORABAN! - Vociferó una voz andrógena mientras se sentaba estruendosamente al lado de Cait. - Hola, preciosa. - Dijo, dándole un beso en la mejilla a su compañera, ganandose un empellón en el hombro. Dejó salir una risita y cruzó su mirada con alguien inusual para ella. Se sintió catatónica, creyendo ver estrellas y todo el universo en un par de pupilas, porque unos hermosos ojos azul zafiro la miraron cordiales y cálidos. Una sonrisa y una voz aterciopelada que le causó mareo le saludó. El Caballero la forzó sin querer a seguir mirándole el resto de la velada. - De... ¿de qué hablaban?

- De por qué Sona le ofreció a Taric ir a su habitación esta tarde. - Soltó Cait, bebiendo de su té con panecillos. Una mirada agresiva e insólita clavó Vi en la chica del Etwahl. Esta vez fue Sona quién se sonrojó, notando lo que ellas habían pensado.

- So-solo vamos a cocinar...

- ¿Sólo cocinar? - Interrumpió Taric, entonando sensualmente sus palabras. - Que aburrido. - Sona se sonrojo aún más y el Caballero de las Gemas se burló un poco de ella. Le encantaba ver su carita roja cual tomate. - Pensé que esta tarde podríamos... - Dejó en el aire la frase, para causar sugestión en el ambiente.

- Podríamos ¿qué? - Intervino Lux, metida hasta la punta de la nariz en la conversación agena.

- Hacer cosas de adultos. - Terminó. Lux sintió que se iba a desmayar, Caitlyn escupió el té y a Sona le iba a dar un ataque cardiaco. - Como ver una película de Terror o hablar del futuro. - Agregó riendo. Sona le dio un golpe con todas sus fuerzas en el hombro (una caricia para Taric), Lux abrió los ojos con decepción y Cait intento recobrar la compostura que había perdido. Mientras todo esto ocurría Vi estaba perdida en su mente, imaginandose a si misma en el lugar de Sona. ¿Cómo sería ser querida por un hombre? ¿Los besos serían muy bruscos? ¿Las caricias lujuriosas...? ¿Do-dolería mucho?

- Oh, por todos los cielos. - Dijo Cait sin aliento. - Vi se sonrojó. - Cuando todo el mundo la volteo a ver, ella solo pudo mirar a Taric con los mismos ojos que ponía al ver un Cupcake recién hecho. Se quedaron viendo de pronto, los demás se hundieron en un silencio espectante, esperando a que se dijeran algo decisivo, como que Vi lo detestaba o que Taric le aturdierapor mirarlo de esa forma. Pero definitivamente nadie se esperaba lo que iban a decirse. La siguiente conversación fue una serie de preguntas y respuestas rápidas y simultáneas que ambos necesitaban saber por motivos mayores.

- ¿Te has acostado con alguien de tu mismo sexo?

- Sí.

- ¿Quién dominaba?

- Yo.

- ¿Por qué?

- Porque quise en ese momento.

Entonces Vi se levantó de la mesa y se fue a su habitación seguida de una Caitlyn temerosa de que todos supieran que mantenían relaciones sexuales activas, dejando atrás una mesa llena de chicas en estado de shock. Taric volvió su mirada sombría y se disculpó con Sona. Al parecer tenía planeado algo diferente para esta tarde. Amaba estar con su Cajita Musical, pero este encuentro con Vi revivió inquietudes sepultadas en él desde hace ya algunos años. Caminó por dónde sabía que estaba el dormitorio de Caitlyn y Vi pensando un poco en Ezreal. Aquel chiquillo amable y afeminado. Todos pensaban que tenían una relacion clandestina y sucia, cuando apenas y se hablaban. El único hombre con el que había tenido sexo era Garen. Estaban tan ebrios que Taric solo recordaba la sensación de penetrar a su mejor amigo. Sintio un escalofrío recorrerle toda la espalda en una mezcla de asco y pudor. Nunca lo mencionaron, era una especie de tabú extremo para ellos. Taric creía seriamente que se había filtrado el rumor entre los soldados y por eso llevaba el estigma de ser creído homosexual. Nunca pensó que su gran estilo y manera de ser eran las causantes de los rumores. Y lo que era peor, lo veían como un muerde almohadas. Sus pensamientos fatalistas terminaron de golpe al ver a Vi y Cait besarse rápidamente en los labios. No dijo nada para no ser descubierto y obligarlas a dar una bochornosa explicación. Pero notó como Vi lo miraba de reojo. Caitlyn entró en la habitación y Vi se quedo quieta, esperando a que él fuera quien le llamara. Taric no se hizo de rogar, no era su estilo.

- Creo que nos debemos una conversación, ¿Verdad? - Dijo tentativamente. - Creo, también, que tenemos algunas cosas en común, quiero hablar contigo.

- Entonces vamos a tu habitación. - Dijo ella con su usual falta de descaro. - La mía estará ocupada y llena de gemidos hasta mañana.

- ¿A qué te refieres? - Preguntó confundido mientras se acercaba a ella, en camino a su habitación.

- Ese beso, el que acabas de ver, era una despedida. - Explicó melancólica. - Cait amaba a Jayce desde que era adolescente. Pero es tan orgullosa que no iba a dar el primer paso. Yo se lo dije a Jayce, que es incluso más orgulloso que ella, y me confesó que sentía lo mismo. - Suspiró sintiéndose desplazada y dejada atrás. - Yo misma arreglé esto, este encuentro entre los dos, pero aún así me siento sola. Estoy feliz por ella, pero ahora me quede sin pan ni pedazo. - Se rió sin ganas. Taric se sintió identificado con ella. Así que, mientras entraban en su habitación, decidió contarle parte de su historia también.

- ¿Sabes? Hace tiempo ya, yo me enamoré de una mujer. - Comenzó, sentándose en la orilla de su gran cama de dos plazas. - Pero ella no tuvo, tiene ni tendrá interés en mi nunca. Yo no significo nada más que un aliado para ella. Pero yo no me iba a quedar callado, decidí, cierta tarde, decirle lo que sentía. - Hizo una pausa, recordando el amargo momento. - La encontré teniendo sexo en un sofá con mi mejor amigo. - Vi abrió mucho los ojos. Vaya, eso si que era tener mala suerte en el amor. - Logré tener sexo con Fiora. Pero nada más que eso. No se quedó conmigo hasta el día siguiente, no hablamos de nada realmente importante, no se le escapó un te quiero para mí y yo no dije nada. Sexo, solo sexo.

- Bueno, con Cait era algo parecido. - Confesó. - Sexo para liberar tensión. Nada más. - Ahora ella suspiraba en su recuerdo. - La verdad es que la quiero muchísimo, pero no la amo. Y si lo pienso, es mejor así. Ahora estaría sufriendo el doble. - Se sentó con toda confianza en un sofá amplio y muy cómodo, que tenía una mesa de noche a juego con un par de libros encima. Entonces se miraron a los ojos de nuevo, zafiros contra esmeraldas. Vi, cansada de tanto suspenso saltó sobre Taric como solo ella podría hacerlo, sin medir su fuerza sobrehumana, tirándolos al piso. El hombre bajo ella se comenzó a reír con ganas. Su risa era un coro de ángeles para Vi, y sin poder evitarlo cayó presa otra vez en la mirada del contrario. Taric se sentó en el piso con ella en su regazo y le llamó por su nombre por primera vez. Ella aturdida le besó en los labios apenas. Él se quedó quieto, dejándola ser. No quería espantarla, aunque dudaba que ella retrocediera. Tomó su rostro entre sus manos inesperadamente suaves y le dio un beso más profundo, con el deseo despertándose en sus entrañas.

- No besas nada mal para ser un muerde almohadas. - Soltó, haciendo pedazos el ambiente que se había formado. Taric ensombreció su mirar y la tiró al piso con él encima.

- Planeaba ser suave, dado que no has tenido sexo con un hombre antes. - Adivinó, mirandole los senos. - Pero alguien como tu solo merece ser violada brutalmente, a ver si así aprendes la lección.

- ¿Piensas que puedes contra mi? - Hizo sonar sus nudillos. - Nadie puede contra Vi, y eso deberías saberlo.

- Pues estaré complacido de ser nadie. Veré como pataleas y gimes mientras me hago invulnerable a tus golpes. - Con sus gemas le aprisionó ambas muñecas, clavandola al piso, de un tirón brusco descubrió sus senos, que para su sorpresa estaban desprovistos de sujetador. Se quedó así un momento, llevaba tiempo sin ver pechos y aquellos montes le gustaron incluso más que Targón. A la primera provada que les dio ambos gimieron de placer. Vi era jodidamente sexy así, amarrada y forcejeando por soltarse mientras gemía. Le dió tremenda patada en el estomago a Taric, quien la soltó sin protestar más y sobó el área afectada.

- Escucha nena, si vamos a tener sexo mejor será que lo hagamos en tu cama. - Ordenó. El rió adolorido y acintió con la cabeza. Le empezaba a gustar cada vez más la rudeza de Vi para con él. Le comenzó a excitar aún más que tomara la iniciativa de desnudarse en frente de él. Él se quitó la parte de arriba y Vi soltó una exclamación. - Mataría por un abdomen así. - Se acercó a él y tocó uno de sus músculos. - Veamos... Uno, dos tres, cuatro, cinco, ¡Seis! - Dijo, pasando de uno a otro. - Muy bien, nena, muy bien. - Nuevamente le quitó una carcajada a Taric.

Vi lo arrojó violentamente a la cama y se montó sobre él como un domador de caballos sobre un cemental manso.

- Con permiso, - Comenzó, bajando el cierre del pantalón de Taric. - quiero ver de una vez por todas como es un pene. - Vi alzó ambas cejas y silbó en asombro. - Ni de chiste podrás meterme eso, baby.

- Ah, todas dicen eso. - Presumió él, sonriendo en son de broma. - Luego no quieren que lo quite de sus entrañas. - Guiñó un ojo y tomó las manos de Vi entre las suyas. - ¿Dónde quedó toda esa personalidad? ¿Logré hacer que te arrpintieras?

- Ni de broma. - Dijo, decidida a perder su virginidad con aquel hombre extravagante. - Tu y yo, solos, en tu habitación, justo ahora. ¿Y piensas que me voy a perder una oportunidad como esta? Rechazaste a la santurrona de Sona por venirte a acostar conmigo, ¿verdad?

- No la rechacé, solo pospuse nuestra cita. - Argumentó, poniendo un anzuelo que Vi mordió enseguida.

- ¿Tienes citas con Sona? - Preguntó, celosa por primera vez en su vida.

- Desde hace mucho. - Contestó él, complacido. - Pero no lo malinterpretes. La amo, pero no estoy enamorado de ella. Se puede decir que es como lo que tu sientes por Cait: ella me apoyó y creyó en mí cuando todos me dieron la espalda.

- Entonces no será necesario encargarle a Jinx que le haga la vida imposible.

- Espero que no.

Fue lo ultimo que dijeron. Lo siguiente fue comerse a besos y forcejear por ser el dominante. Taric logró excitarla al punto en que al momento en que entró en ella el dolor fue dejado atrás dandole lugar al placer. Vi le abrazó fuerte y Taric dirigió, tomado de sus níveas nalgas el ritmo que los llevó al clímax tras minutos de intenso placer. Vi iba a soltarlo, pero Taric se lo impidió. Le encantaba sentirse unido a ella, y disfrutó hasta que la menor cayó agotada a su lado.

- Prometo que golpearé a quien diga que eres homosexual. - Murmuró ella. - De lo que se pierden por pensar que eres gay.

- Yo puedo decir lo mismo, señorita. - Dijo él, abrazado a su cintura. - Después de todo, no estamos tan mal para ser casi homosexuales.