–Sigo sin entender, por qué se fue.

–No logro descifrar sus motivos, tal vez, fuimos muy duros, pero eso es imposible, ¡somos vikingos!, ¡somos duros!, él quería ser uno de nosotros, tenía que adaptarse y de alguna forma aceptar nuestra forma de vivir.

Estoico no paraba de preguntarse las razones de la partida de Hiccup, esté último se había vuelto un ícono, un ejemplo a seguir las últimas semanas antes de su desaparición, por lo que todos se alborotaron al no saber nada de él tan repentinamente.

Sin duda, él más afectado fue Bocón, aunque no podía dar detalles de sus emociones, por el estereotipo de vikingo, sin duda pasaba por un mal momento. El que seguía era su padre, Estoico no dejaba de sentirse culpable, era tanta su ambición de convertir a su hijo a imagen y semejanza de él, que se olvidó de la verdadera razón de tenerlo con vida y a salvo, Valka.

Pero en especial había una chica, una chica que si bien, no era la mejor amiga de Hiccup, tenía una pequeña atracción hacia él desde los 5 años, numerosas cosas atribuían a esto, pero en especial le parecía interesante su forma de escabullirse, de escaparse, y sin duda lo más atractivo de él era su creatividad, su facilidad para crear cosas, innovar.

–Reconozco que eres rara de por sí, pero te he notado más rara de lo normal estos últimos días.– Brutilda denotaba energía, pero sin duda no podía hacer nada sin su amiga Astrid, por lo que tendría que escucharla para poder hacer sus locuras.

–No me pasa nada, no tienes que preocuparte por mi.– fingió un enojo para poder escabullirse o asustarla.

–No puedes mentirme, Astrid, espero que no sea por el niño verde– la rubia esbozó una pequeña sonrisa al recordar el apodo de "niño verde", que era inspirado por los profundos ojos verdes del chico

Astrid sólo pudo soltar una pequeña lagrima con un significado grande.

–Sabes… no puedo ocultarlo, ese chico puede no ser él más fuerte o el más guapo, pero no sé… tiene algo que…–apretó los dientes de la impotencia que sostenía.

–Mira… desde los 5 años sigo sin creerme que te interese ese chico, una chica ruda y fuerte como tú… simplemente es muy impresionante, pero tienes que aceptar que se ha ido y no regresará en mucho tiempo, es tiempo de interesarse en alguien más, tuviste tu oportunidad, pero los celos y tu deseo de ganar lo impidió, no puedes hacer nada más.– se acercó a Astrid, que estaba impresionada por el comportamiento tan repentino de Brutilda, pero no podía negar que ella tenía razón.

–Eres una tonta– dio una media sonrisa y con su dedo se limpió las pequeñas lagrimas que recorrían su delicada cara.

–Una tonta muy convincente, ¿no crees?– devolvió la sonrisa y puso el brazo derecho alrededor del cuello de Astrid, y como una muestra de cariño la atrajo hacia ella.

–Te están esperando allá afuera, vamos.

Isla de Hiccup

–Sabes amigo, pienso que está isla necesita un nombre, ¿no crees?–

Chimuelo sólo se limito a asentir, Hiccup sonrió, sacó un pedazo de papel y tinta.

–¿Cómo lo llamaremos, eh amigo?.

El dragón le lanzó una mirada de no saber nada y se fugó enseguida.

El chico sólo bufó y se puso a pensar en algún nombre que le agradara, hubo controversias en su cabeza. Una disputa muy grande que simplemente no podía parar, nombres significativos contra atractivos, nombres divertidos contra agradables, en fin, un montón de cosas que pasaban en su cabeza, pero había uno que relacionaba casi todo lo que él quería, Outcast.

Era confuso, casi nadie se podría imaginar porque la isla se llama así; es diferente, nadie podría llamar a su isla de esa forma, por lo que sería destacado; es divertido e irónico, ya que, destacaría al no ser tan común, pero su significado es todo lo contrario, marginado; es significativo, describe toda la vida del propietario, una vida de un marginado que no destacó hasta realizar algo calificado como erróneo.

–Outcast… ¡que te parece Chimuelo! ¿Te gusta?.

El dragón asintió y dio un pequeño salto en señal de gusto; Hiccup sonrió, sólo habían pasado algunas semanas desde que le enseñó a Chimuelo los significados de las señas y expresiones que realizaba, simplemente era, impresionante.

–Tengo que ayudarte a entender otras cosas amigo, estás muy oxidado desde la última vez que te enseñé algo, esperemos sea más fácil está vez, y no confundas la palabra quemar con ocultar, es demasiado desastroso.

Mientras tanto en Berk, sucedía una de las catástrofes más grandes de los últimos años, se había creado una peste sobre el ganado del pueblo, sin razón aparente, las vacas, cerdos, gallinas y mayormente las ovejas empezaban a perecer. Esto preocupo hasta al mismísimo Estoico que solía dejar cosas como estas pasar.

–¡¿Qué les sucede gente?!, ¡abran paso!– gritó un alterado jefe tratando de pasar por la multitud que rodeaba algo, específicamente un montón de cuerpos sin vida de animales apestando la zona.

–¡Por Odín! ¡¿Pero que ha pasado aquí?!.

–Nuestro ganado ha empezado a morir estos últimos días, jefe, parece que les ha dado algún tipo de enfermedad…– comentó un vikingo que cuidaba el ganado.

–Rápido, ¡llamen a Gothi!–

La anciana que se encontraba entre la multitud dio un paso al frente y al ver los cuerpos y olfatear su peculiar olor le recordó a algo.

Outcast.

–Amigo, llevamos aquí 3 meses, tengo que admitir que no ha sido fácil– acarició su lomo cuidadosamente –Creo que deberíamos empezar a reclutar dragones, esta isla ya está casi lista, sólo necesita poblado, no sé… tal vez podríamos encontrar algún vikingo que necesite un hogar… tal vez…– interrumpido por una llamada de auxilio, se podía distinguir el sonido agudo de una chica –¡Ayuda!, por favor, ¿¡alguien?!–

Hiccup instintivamente se escondió alrededor de los arbustos que contenía la isla, buscaba con la mirada a aquella voz, que al ser tan aguda era indudable que era de una chica . Chimuelo, no sabía lo que pasaba, ver a su amigo tan asustado y emocionado lo alteró aun más, por lo que le siguió y se escondió al lado de él.

–Chimuelo, escucha. Es una chica, está espantada y probablemente no se sentiría mejor al ver a un dragón por aquí, así que lo mejor sería que te quedaras.

Realizó unas señas mientras hablaba para así agilizar la comunicación entre los dos, Chimuelo al comprender se puso pecho a tierra y esperó.

Hiccup se levantó repentinamente y como un ser primitivo se fue en cuatro patas para que la chica no notará que estaba ahí y saliera huyendo, se dirigió lentamente hacia la voz desesperada, motivado por tener al fin un compañero.

–¡¿Hola?!– la chica notó a Hiccup pasar por los arbustos, al voltear este se sonrojo para sus adentros al ver que la chica no tenía nada de ropa, agradeció al cielo que ella no podía verlo ya que estaba todo cubierto de plantas. La chica tapándose sólo con sus manos dejando poco a la imaginación se dio cuenta de que Hiccup presenciaba por lo que se escondió totalmente apenada

Hiccup notó que se veía con necesidad de alimento por su aspecto desnutrido y tenía varios golpes y rasguños, sin hablar del lodo en todo su cuerpo, por lo que salió del bochorno que sintió en el momento y acudió a su ayuda.

Al salir de su escondite la chica en seguida se altero –Tranquila, te puedo ayudar, sólo déjame guiarte a mi aldea y te arroparé y alimentaré, no tienes de preocuparte– Hiccup puso su mejor cara para no parecer una persona agresiva.

La chica no confió del todo en sus palabras, separándose un poco más de Hiccup

–¿Puedo confiar en ti?– se notaba lo cansada que estaba por su titubeo y casi sin aliento voz.

–Claro, tranquila no te haré daño, sígueme– Hiccup se sintió tonto al llevar a una desconocida a su ahora hogar, pero era lo más cercano a un vikingo de los que había convivido desde hace mas de 3 meses, por lo que se arriesgaría.

Al llegar, la chica rechazaba las mantas que Hiccup le daba, ella insistía que buscaría como cambiarse por su cuenta, dejándola sola dando la excusa de ir a cazar.

–Por cierto, no te he preguntado tu…– al llegar con peces y un par de carnes en su mano, notó que la chica había cambiado su aspecto completamente, notando que se notaba completamente limpia, notando su cabello rubio casi como de oro, ojos azules oscuros, y un parecido muy significante con la vikinga de Berk, Astrid.

–Mi nombre– sonrió al ver al chico totalmente sumido en sus pensamientos.

–Si, lo siento… es que me recordaste a alguien.

–Oh, no importa, me llamo Camicazi.– dijo sin más.

–Y ¿Cómo es que diste con este lugar?– preguntó con demasiado interés.

–Prefiero no decirlo si me permites, digamos que… llegue del mar.

Hiccup no muy convencido solo atino a asentir y sonreír hipócritamente, la chica no le daba para nada buena espina. Podía decirse que era de familia, tener una actitud desconfiada y agresiva era símbolo de seguridad, ¡pero ya no más!, él era el jefe de su isla, por lo que nadie puede decirle lo que es correcto y lo que no.

–¿Quieres… comer?– insinuó con su cabeza.

–Oh, no, gracias, me tomé la libertad de agarrar un poco de tus reservas…

El chico volteó al lugar en donde se supone deben estar, y se percató que todo estaba igual que antes, el chico alzó una ceja y soltó un bufido.

–¿Segura…?

–S-Si, fui a reponerte tus cosas, no quería que pareciera un robo…– la chica logró escapar y evadir la plática incomoda que sabía que se venía, Hiccup no le tomó importancia y empezó a preparar su comida.

–Tengo que aceptar que me sorprende mucho tu isla, me di cuenta que nadie vive aquí, ¿cómo es que lograste crear esto tu solo?– preguntó con cierta impresión en su cara.

Hiccup se atragantó con su propia saliva – Oh, no, lo logré con la ayuda de mi amigo…

¡CHIMUELO!