Bueno, sé que tarde mucho en subir una continuación.(Que de verdad estoy avergonzada por ello) Sufrí un bloqueo mental grave, me costaba escribir lo que quería y lo que terminaba escribiendo no me gustaba. He escrito escenas completas y cambie un montón de cosas porque quera que sea que esto lo iba a subir hace tres dia ya xD pero se me complico, y aprovechaba para poner mas correcciones.

Así que finalmente, espero que les guste y que la espera haya valido la pena.

Oh una cosita más. Hare un par de aclaraciones abajo, por favor lean 3

Lo que está en cursiva es un flash back-Recuerdo del pasado.

Sin nada más que decir, espero que lo disfruten 3

Declaimer: Esta historia es sin fines de lucro y los sextillizos pertenecen a Pierrot y al difunto Akatsuka-Sensei, yo solo los tomo prestados.

Rated:T

Advertencias: Violencia, muerte.

Capítulo 3."Nuestras vidas."


Las calles de Japón siempre estaban ,jóvenes y niños iban y venían esperando llegar ya sea al trabajo o a la escuela, listos para empezar su día. Por ello aquella misma gente utilizaba el tren, confiable y rápido pero que siempre se atiborraba de las personas que esperaban llegar pronto a sus compromisos.

Todomatsu Matsugo no era la excepción, quien apretado entre la gente y con una cara de cansancio en su rostro esperaba como muchos otros llegar a su destino; en su propio caso, la preparatoria. No era un chico aplicado, faltaba a clases y si aparecía, terminaba en detención a causar de enfrentar a aquellos profesores que regañaban su vaga actitud; otras veces ni siquiera entraba al instituto, para irse a perder tiempo a la ciudad. No le gustaba la escuela, le aburría y si fuera por él hubiera dejado de ir hace mucho tiempo; sin embargo no la había dejado por su hermano mayor, quien esperaba ansioso que Todomatsu terminara sus estudios.

Pero diablos, como odiaba ir.

Ir apretado en el tren, tratar de sobrevivir en el mar de personas que salían desesperadamente del mismo y luego ir a aquella prisión por horas.

Minutos más tarde, alguien lo saco de sus agrios pensamientos.

Oh claro, se olvidaba de los viejos pervertidos.

Cada mañana que subía a ese tren, era una nueva mano de un hombre desconocido que, aprovechando toda la gente que había allí, manoseaba su trasero con descaro, parecía que aquellos viejos entraban al lugar solo para eso. Claro que a diferencia de las chicas, quienes por la vergüenza se quedaban calladas, y sin más dejaban al pervertido frotarse donde se les diera la gana; un golpe con su bolso lleno de libros.-Que no usaba.-Llegaba a su rostro.

-¡Atrás demente! ¡Ve a tocar culos a otro lado!-Exclamo bastante enfadado, dejando al descubierto a su malnacido acompañante, que nervioso por las miradas acusadoras que la gente de alrededor le daba, se alejó de la escena con una rapidez impresionante; no vaya a ser que la policía lo atrapara.

Todomatsu suspiro, él no se encargaría que la ley le diera su justo merecido, no tenía buena relación con la misma y no se enfrentaría con ella en ese momento. Además que si su hermano se llegaba a enterar, iba a cobrar caro, muy caro.

Dejando de lado aquel pequeño incidente, espero con ojos desinteresados y por sobre todo cansados que el tren llegara a su estación, bostezaba de vez en cuando e intentaba ignorar aquellas miradas de hombres y mujeres que lo miraban con desdén, seguramente por su aspecto de chico rebelde; claro porque nunca había que confiar en un chico con cabellos entintados y el uniforme desalineado, porque seguro iba a robarle el bolso a alguien. Que estupidez, Todomatsu solo quería dormir.

Salió cuando las puertas se abrieron, junto con muchísima gente más; sin ningún apuro camino directo a su instituto, hablo con algunas chicas que saludaban al verlo, compañeras de su misma clase, año o incluso algunas menores. Él no mostraba interés alguno, jamás le importo tener amigos, no después de aquel accidente años atrás.

Pronto llego a su escuela, grande e impotente; no podía decir que era de las mejores, pero tampoco que era mala. Choromatsu se preocupaba mucho por su educación por eso mismo lo metió a la mejor escuela que él podía pagar con su "trabajo", y que además era la misma a la que había ido el en su adolescencia. Eso para Todomatsu fue un gran error, su hermano termino la escuela con honores-A pesar de los problemas que tuvo al cargar con la escuela y el cuidar de el cuándo sus padres murieron.-Y los profesores y directivos de aquella institución esperaban que el menor de los Matsugo sea igual a aquel perfecto estudiante. Cuan equivocados estaban.

Los profesores lo odiaban, los directivos muchas veces quisieron expulsarlo, pero Choromatsu era el que siempre lo salvaba cuando iba a hablar con los mismos, porque claro, Choromatsu Matsugo era respetado allí, era lo que Todomatsu pensaba. Pero el de cabello rosa también pensaba que era una pérdida de tiempo, ya hubiera dejado la escuela hace mucho si no fuera por su hermano.

Entro al establecimiento, ya todos estaban en clase así que los pasillos estaban vacíos; pero aun así no se confiaba que lo estén, si un profesor lo veía estaba condenado a entrar a su clase y eso no estaba en sus planes, hoy tenían un examen importante y para variar, no había estudiado absolutamente nada. Caminando rápido pero sin hacer ruido fue hasta la azotea, la cual siempre estaba abierta y sin más se metió, se fue a su lugar favorito donde iba siempre, y que estaba algo escondido; se acostó en el suelo usando su bolso de almohada y con ambos brazos detrás de su cabeza mirando el cielo de la mañana, se tomaría una buena siesta por algunas horas, o hasta que las clases terminen.

La segunda opción sonaba más tentadora.


Se encontraba feliz, no tenía duda de ello, a esta hora de la mañana él siempre se encontraba malhumorado, todos sabían que al ver su cara acida era mejor no hablarle y solo acatar sus órdenes, hasta sus hermanos sabían eso. Pero a diferencias de aquellos días, una gran sonrisa surcaba su rostro de punta a punta y tenía sus grandes ojos brillantes y vivos.

Estaba tan contento que no le molestaría para nada ir a esa odiosa reunión, aquella a la que tendría que haber estado ya hace una hora, y algunos minutos; claro no le daba mucha importancia.

Silbaba aquella canción que había escuchado apenas entro a ese prostíbulo la noche anterior. Aquella música se quedó en su mente, al igual que la voz de aquel chico, con el que había pasado una espectacular noche.

-Ah…María…-Susurro, dando un suspiro. No esperaba que pasaran las horas para poder ver a Choromatsu de nuevo. Algo en ese joven lo había cautivado, no podía explicar que y lo averiguaría hasta descubrir la respuesta.

Tomo su teléfono y mando un mensaje; desde la lejanía podía ver su torre, solo una calle más y habría llegado a su destino. Su lujoso auto destacaba por las calles, aunque estaba rodeado por otros costosos como el suyo, sin duda el que más brillaba, después de todo estaba en uno de los barrios ricos de Tokio. Entro al garaje que se había abierto automáticamente y sin más, adentro su auto para estacionarlo donde había muchísimos autos más-Muchos de él y otros de sus hermanos-; desde allí iría al ascensor y subiría unos cuantos pisos directo a la reunión.

Mientras tanto en un callejón oscuro, algo se adentraba con sigilo, y con mucho talento, pues nadie logro verlo. El vehículo que seguía a Osomatsu ya se encontraba ahí, y listo para atacar cuando se le dieran las ordenes.

-Señor, ya me encuentro en el punto indicado ¿Qué debo hacer ahora?-Pregunto, bajando un poco el vidrio para ver afuera.

-Espera ahí

-Oye amigo, pareces entretenido ¿Con quién hablas?-Se escuchó una voz rasposa, algo burlona, la pistola se encajó en sus sienes, y el joven con el ceño fruncido y largando una maldición, miro a sus izquierda para observar a su atacante, Ichimatsu Matsuno.

-Sera mejor que sueltes ese teléfono y cooperes si quieres que tengamos algo de compasión contigo.-Otra voz, era el inconfundible Karamatsu Matsuno, con sus lentes de sol, pero que inconfundiblemente lo estaban mirando fijamente; de un manotazo le quito su celular y con fuerza lo aventó al suelo para después destruirlo de un gran pisotón.

-Maldita sea.-El hombre intento sacar su arma sin que aquellos mafiosos lo notaran, mas fue en vano cuando noto que el tercer hermano había cargado el arma y en sus ojos apareció un brillo vil y obscuro. Eso no podía ser bueno.

-Yo no haría eso si fuera tu.-Susurro, afirmando su dedo al gatillo.-No tengo problemas en volarte los sesos, le daría un toque especial a tu auto.-

-Sal del auto.-El segundo hermano ordeno, mientras también apuntaba su arma a que se atrevió a entrar a la propiedad más poderosa de Japón. El hombre no tardo en acatar la orden, no quería morir aun, y sabia por muy buenas fuentes que las amenazas que los Matsuno le escupían eran muy ciertas. Salió del auto levantando sus manos, apretando sus dientes cuando sintió aquellos fierros llenos de plomo posarse en su cabeza una vez más.

-Bastardos…-Susurro, estaba furioso, el plan habla fallado miserablemente y lo peor era que si ellos no lo mataban, su jefe lo haría. Sin duda no tenía escapatoria alguna, tendría un destino fatal. Iba a decir algo más, probablemente otro insulto, cuando se escucharon pasos, lentos pero precisos, al parecer no tenía ningún apuro en llegar; el olor a tabaco inundo el callejón de forma estrepitosa y fue ahí cuando el hombre se dio cuenta quien era. Miro el suelo, negro y lleno de basura, sucio, como todas las personas que estaban allí.

-¿Creíste que no me daría cuenta?-Los pasos firmes, pero tranquilos se detuvieron, las caras suelas de aquellos zapatos que el portador tenia, solo se movieron en un pequeño vaivén contra el cemento. El muchacho aun no tenía el valor para dirigirle la mirada a la persona que seguro estaba frente a el.-Era imposible que me siguiera el mismo vehículo, no importa a donde fuera.-Rio con fuerza antes de seguir hablando.-Eres tan idiota que ni siquiera notaste cuando me desvié en algunas calles.-

-Bastardo…-Volvió a apretar sus puños, tanto que sus nudillos se pusieron blancos, y podría arrancarse la piel con sus propias uñas. Solo quería matar a los Matsuno, uno por uno y de las peores formas. Pero su jefe quería encargarse de eso. Iba a seguir vagando por sus sádicos pensamientos, cuando nuevamente, pudo sentir el caño de un arma en su cuerpo, más concretamente en su mentón; estuvo obligado a levantar la vista, y frente a él, encontró los brillantes ojos de Osomatsu Matsuno. Este le sonrió, cargando su arma frente a su víctima.

-Cuéntame ¿Qué haces aquí? Podemos hacerlo de la buena forma o de la mala.-Apretó el cañón contra su carne.-Tú decides.-

-No te diré nada.-Dijo, apretando sus dientes, preso de la furia.

-Muy bien.-Todos pudieron notar que la voz del jefe Matsuno se iba apagando lentamente y aquel hombre atrapado pudo notar como el brillo en sus ojos desaparecía, dando a ver unos ojos negros como la noche, sin demostrar ninguna emoción.-Intente ser amable, pedazo de basura inservible.-El joven tembló, sin duda estaba asustado, pues sabía bien de lo que los Matsuno eran capaces.-Voy a matarte maldito inútil, no intentes jugar conmigo.-

Un golpe contra el auto se escuchó, lo que hizo que temblara más, ya que fue justamente al lado de su rostro. Osomatsu parecía cada vez más enfadado, pero a pesar de aquello el no diría nada; si decía algo estaría traicionando a su familia.

-¡Dime ahora que estabas haciendo asquerosa mierda!-Grito tomándolo de su corbata, mientras dirigía el arma a su cabeza.- ¡Voy a volarte tu maldita cabeza!-El Matsuno esperaba una respuesta rápidamente, mas seguía callado. Los ojos de Osomatsu destilaban rabia e ira, todos podían sentir como eran dos cuchillos listos para matarte a sangre fría, y sin ningún tipo de compasión.

-Púdrete Matsuno…-Hablo, su voz sonaba envenenada y rasposa. Y luego, llevado por el odio, escupió la cara de Osomatsu.

Había firmado su sentencia.

Tardo un poco en darse cuenta, nunca nadie se atrevió a faltarle el respeto. Su familia era cortejada por todos, ellos causaban miedo y pavor a donde sea que fueran; Y los Matsuno se encargarían que siguiera siendo así. Se quitó el escupitajo que había caído justo en una de sus mejillas, sin mostrar ningún tipo de asco, sus manos Ya estaban manchadas con sangre, un poco de saliva no iba a molestarle. Mirando fijamente al hombre, quito su arma de la piel de este.

-Ichimatsu, ya sabes que hacer.-Susurro, alejándose lentamente de la escena, tenía mucho trabajo que hacer, y no se haría solo. Primero a aquella reunión, luego se encargaría de algunos asuntos.

-Entendido.-

El hombre vio al menor de los Matsuno acercarse, la culata de su escopeta se acercó con fuerza al centro de su cabeza. Y luego, todo se volvió negro.


A veces creía que era un estúpido.-Más de lo normal.-Y que debía hacerle caso a su hermano menor de vez en cuando; tenia tanto sueño que podría dormirse en el mercado mismo sobre alguna estantería de latas de comida. Pero disperso rápidamente esa idea de su cabeza con un movimiento de izquierda a derecha; no tenía tiempo para dormir aún, si lo hacía, nadie haría las compras y no le podría dejar lista la cena a Todomatsu para cuando este volviera de la escuela. Luego de hacer aquellas tareas, iría a dormir una pequeña siesta, se ducharía y partiría directo a su trabajo nocturno una vez más.

En ese momento se encontraba observando góndolas y precios, a pesar de tener un buen dinero, gracias a su encuentro anterior.-Aun estaba confundido por aquellas palabras del tal Osomatsu, y algo triste, por la pérdida de su adorado collar.-Le gustaba ahorrar, y dejar el mismo para ocasiones más importantes; aunque pensándolo bien, aprovecharía y le dejaría una buena comida a su hermano, quizás algo con carne o pescado, últimamente solo habían estado viviendo a preparaciones hechas solo con arroz, por la falta de recursos.

Decidió hacer aquello y con un par de compras más, se dirigió a la caja, saco una billetera que tenia de hace años, algo rota y ultrajada pero de gran valor, era de su Padre al fin y al cabo.

Salió con las compras del lugar, al mirar la hora se dio cuenta que ya había pasado bastante tiempo, eso le pasaba por quedarse viendo tiendas en vez de hacer su quehaceres rápidamente.-Ahora tendría menos tiempo para dormir.-compro verduras y se dirigió rápidamente de nuevo a su hogar, caminando; cuando llegara limpiaría un poco la casa, comería algo rápido y se iría a dormir, se levantaría, haría la cena, y finalmente se prepararía para el trabajo.

Cuando entro a los departamentos y subió al ascensor, no pudo evitar un largo bostezo que tapo con uno de sus brazos. Estaba muy cansado, no lo iba a negar; pero intentaba ser positivo, le faltaba poco para dormir aunque sea un par de horas. Salió del ascensor y entro a su casa, quitándose los zapatos.

Las ojeras podían notarse en su rostro, estaba pálido por el cansancio y a veces podía ver como las cosas que estaban frente a él se distorsionaban, pero volvían a enfocarse a los segundos con un movimiento de la cabeza. De verdad estaba fatigado; con un pequeño ceño fruncido, y con algunos bostezos de por medio, comenzó a guardar las compras en las alacenas y en la nevera, cuidando el orden de estos.-No le gustaba que nada este fuera de lugar en su casa, excepto la habitación de Todomatsu, el no limpiaría allí, tardaría años.-Se fijó que cada lata este pulcramente guardada y una vez terminado aquello, limpio el suelo, y quito el sucio polvo de los muebles, no tardó mucho en aquello, después de todo la casa era pequeña.

El adormecimiento de sus parpados lograban que sus ojos se entrecerraran de forma involuntaria; su vista estaba roja y la palidez en su piel se notaba cada vez más blanca. El cansancio estaba llegando a su límite; Tenía tanto sueño que ni ganas de almorzar tenia.

Estiro sus músculos y pudo escuchar como algunos de sus huesos tronaron, acomodándose en su lugar. Camino hasta su cuarto bostezando una vez más, se le estaba haciendo tarde, aún tenía que dejarle la cena lista a su hermano.

Cuando iba a entrar a su cuarto, listo para dormir unas horas, un sonido llamo su atención; más concretamente el timbre de su casa que sonó repetidas veces haciéndose notar. Con esa forma de tocar, ya sabía quién era.

-¿Jyushimatsu? ¿Qué hace el aquí?-Dijo, sin ánimos de sonar ofensivo. Su amigo solía venir a su casa los lunes, que era cuando tenía su día libre, ya que el prostíbulo estaba cerrado; algo confuso se dirigió a la puerta para abrirle a su amigo, quizás tenía alguna razón para venir. Quito el seguro y frente a él estaba su amigo. No había fallado en su deducción. Jyushimatsu estaba allí.

-¡Hola Choromatsu!-Sonrió como siempre lo hacía, Choromatsu estaba acostumbrado a ello, que aquel hombre siempre este tan feliz y contento a todas horas, a pesar que no era así realmente.- ¿Puedo pasar?-

-Claro, sabes que siempre eres bienvenido aquí.-Sin ninguna palabra más, el de sudadera amarilla entro a la casa, quitándose sus zapatos para luego entrar.

-No avise que venía, lo siento.-

-Jyushimatsu, tienes incluso un duplicado de las llaves.-El otro simplemente rio.

-¡Invítame te!-Exclamo, sentándose en la pequeña mesa. Prendió la TV, y le sonrió a su acompañante una vez más.

-Sí, ya puse el agua caliente mientras lo decías.-Contesto Matsugo desde la cocina, sabía muy bien que cuando el otro venia, lo primero que pedía era una taza de te caliente.- ¿Y qué te trae por aquí? No sueles venir si no tienes días libres.-

-Bueno, vine por dos razones, la primera es que olvidaste pedir la paga por la atención de las mesas anoche, iba a dártelas pero cuando me di cuenta ya te habías ido.-

-¡Oh! ¡Lo siento mucho Jyushimatsu!-Se disculpó, mientras llevaba el te a la mesa.-Se me fue completamente de la mente, cuando me fui con un cliente, olvide que tenía que volver al club.-

-Oh, no te preocupes Choromatsu cariño.-Sonrió.-Hacia mucho que no venía a tu casa de todos modos ¡Ya no me invitas!-

-Repito, tienes un duplicado de la llave.-Jyushimatsu rio otra vez.

-Ten.-Le tendió la plata sobre la mesa y lo arrastro hacia el.-Atendiste muchas mesas, hoy tienes un buen dinero.-

-Vaya…Parece que si.-Hablo mirando el mismo.-Había mucha gente.-En su interior, Choromatsu pensó que la noche anterior gano mucho dinero, nunca había ganado tanto aunque trabajara toda la noche.-¿Cuál es la segunda razón por la que viniste?-

-Hay un hombre cerca de aquí que tiene la comida para gatos más económica.-

-Oh cierto, los gatitos que están en el callejón del club.-Choromatsu tomo un poco de te.

-¡Si! Me dio mucha lástima que los hayan abandonado allí, así que les daré comida y algo de abrigo.-Sonrió Jyushimatsu.-Lastima que no puedo llevarlos a casa.-

-Es muy amable de tu parte.-

-No puedo abandonar así a un animalito, si no los hubiera ayudado posiblemente ya estarían muertos por el frio.-Contesto, mirando fijamente su taza de te con su siempre enorme sonrisa.-Apenas tengo para comer yo, pero vale la pena-Largo una nueva risotada.

Choromatsu solo miro fijamente a la persona frente suyo, a veces no entendía como Jyushimatsu podía seguir sonriendo a pesar de todos los problemas de que llevaba en sus hombros; También se sentía imponente, al no poder ayudar a aquel chico que era como un hermano mayor para él, como para Todomatsu.

-Aunque anoche parece que los gatitos consiguieron un nuevo amigo.-Hablo nuevamente Jyushimatsu.

-¿Qué amigo?-La confusión se mostró en su rostro.- ¿Apareció otro animal?-

-No creo que sea tan animal.-Rio, mientras que miraba una marca de dedos que destacaba en sus blancas muñecas.-Fue un joven, parecen gustarle mucho los gatos.-

-¿Quién era?-

-Si mal no recuerdo, se llama Ichimatsu san.-Le contesto, aun mirando sus muñecas, no lo sabía bien, pero aquellas marcas de dedos, le dejaban un recuerdo de ese hombre.

-¿Ichimatsu?-Recordaba ese nombre de algún lado.- ¿Cómo fue que llego al callejón?-

-No lo sé, por ahí se coló en él, es lo más probable, pero…-

Había hecho algunas de sus singulares bebidas, y atendido algunas mesas. Veía como sus empleadas trabajaban sin cesar, arduamente como siempre solían hacerlo; solo una faltaba allí, María, ya no estaba. Una verdadera lástima, le iba a dar su pago por las mesas atendidas, que habían sido muchas ese día.

Estiro sus músculos uno por uno y luego sonrió para darse ánimos, aún quedaba mucho por hacer, y luego de que aquellas personas la hubieran acorralado para pagar su deuda, debía distraerse para no pensar en aquel susto tan grande que se llevó.-Además de la tristeza por haber perdido tanto dinero pagándole a aquella gente.-

-¡Oh!-Dijo Jyushimatsu de repente.-Casi lo olvido, debo darle de comer a los mininos.-Se habló a si mismo corriendo hacia la barra sin cuidado alguno, de ella saco una pequeña bolsa blanca, y de la nevera saco una botella de agua.-Flower, le hablo a una de sus empleadas que justo pasaba a su lado.-Cuida del club, vendré en un segundo.-

-¡Claro que lo cuidare!-Le contesto, su voz era tan hosca como su apariencia, sin embargo, Alice le había tomado cariño.- ¡A ver niñas! ¡Háganme dinero!-

-¡No somos tus empleadas Flower!-Era la contestación que siempre recibía.

Jyushimatsu rio con ganas, era gracioso verlas.

Se dirigió hasta una parte obscura del club, más concretamente hacia una puerta marrón que lo llevaba directamente hasta el callejón. Entro mientras abría la bolsa; estaba ansioso de ver a sus amigos.

-¡Hola pequeños! Vengo a traerles la comida de ho…-Cuando dirigió sus ojos hacia la caja que había en el suelo, se encontró con un hombre, que importándole poco que él hubiera llegado, se encontraba jugando con aquellos gatitos, que parecían estar a gusto con el.-¡Oh! Eres el joven de recién ¿Qué hace aquí Ichimatsu-San?-

-Creí haberte dicho que no me llames por mi nombre.-Le contesto, sin siquiera mirarlo, solo acaricia el lomo de aquellos animales.

-Oh si, disculpe Ichimatsu-San.-El otro solo suspiro, podía matarla ahí mismo, sin embargo no estaba de humor para ello.-Permiso.-Le dijo Alice acercándose a él. Se arrodillo a su lado y de forma rápida lleno de comida un platito que allí había, mientras que en el otro, se aseguró que quede lleno de agua.

Ichimatsu abrió un poco más sus cansados ojos, fijándose bien en lo que la prostituta hacía. Eso explicaba por qué aquellos abandonados gatos se veían tan bien, aunque sean mininos de la calle.

-Hora de comer amiguitos.-Hablo Alice, acariciando el lomo de uno de ellos, que ya se encontraba comiendo.-Lamento haber tardado un poco esta vez, tuve un par de problemas.-Los animales solo contestaron con un pequeño maullido, para luego seguir alimentándose.

Matsuno todo ese tiempo se había quedado mirando a aquella persona que se dedicaba a cuidar de aquellos gatos desamparados por la vida, tirados a la calle por alguna asquerosa gente.

Tal como habían hecho con e él y sus hermanos.

-¿Siempre les das de comer?-Pregunto de una forma hosca.

-Si.-Le sonrió.-Siempre les dos de comer, desde que llegaron aquí.-Comenzó a contarle.-De un día para el otro, alguien los había tirado aquí, no pude ver quien fue.

-Quien lo haya hecho merece morir.-

-No sé si morir, pero sí creo que lo que hicieron no estuvo bien.-Le sonrió a su acompañante, esta vez mirándolo a los ojos. Ichimatsu no pudo evitar desviar la vista hacia Alice, pero no tardo en quitarla, levantándose de aquel sucio suelo, sacudiendo su cabeza de un lado a otro.

-No hables conmigo como si nos conociéramos de toda la vida.-Le dijo. Su mirada fría y cansada había vuelto a él nuevamente.-Y te dije que no me llamaras por mi jodido nombre, me da asco que una bajeza como lo eres tú, se atreve a siquiera dirigirme la palabra.-

-Vaya por un momento pensé que nos estábamos empezando a llevar bien.-Rio Alice, mientras que se levantaba del piso, y miraba a aquel hombre.

-Creíste mal.-Respondió de forma agria, mientras prendía un cigarro.-Me causas tanta repulsión que casi me dan ganas de vomitar aquí mismo.-Siguió hablando.-No vale la pena estar con estos gatos si tengo que estar cerca de ti.-Miro a la prostituta, esta solo sonreía, como siempre.-Y esa sonrisa…Eres una prostituta que folla por un par de yenes ¿Qué haces sonriendo con esa asquerosa vida que llevas?- Alice no pudo evitar morder un poco sus labios con las últimas palabras que dijo. Vio como el hombre se fue sin decir nada más, mientras tranquilamente fumaba su cigarro.

-Espero volver a verlo Ichimatsu san, que pase buenas noches.-Contesto asegurándose que escuchara, dando una pequeña reverencia y sin esperar que el otro contestara, ya que este solo lo había ignorado, se adentró de nuevo en su club.

-¿Jyushimatsu? ¿Sigues aquí?-Choromatsu paso una mano por su rostro. Al parecer el chico se estaba en sus propios pensamientos, y no contestaba ninguna pregunta que Matsugo le hacía.

-Oh, lo siento.-Contesto rápidamente, sonriendo de oreja a oreja.- ¡Quede volando!-

-Sí, lo note.-Rio el otro.-Ya puse la cena de Todomatsu a cocinar mientras lo hacías.-

-¿Y cuánto ganaste con los clientes?-Interrumpió sus propios pensamientos, levanto la vista viendo al menor y se quedó observándolo un momento, al parecer había estado mucho tiempo así.

-Oh, anoche solo tuve uno.-Comenzó a hablar el de camisa verde.-Pero….aunque no entiendo porque…Me dio dos millones de yenes.-

-¡¿Dos millones de yenes?!-

-¡Si! No entiendo.-

-¡Debiste gustarle mucho! ¡Seguramente vuelve!-

-Claro que no, solo es un cliente mas.-Contesto Choromatsu, preguntándose porque se había avergonzado. Sus mejillas estaban calientes.-Pero dejando de lado ese tema sin importancia.-Jyushimatsu rio ante eso.-Quiero darte la mitad, ten.-Hablo yendo por su bolso.

-¿Para qué?-Contesto el otro, listo para rechazarlo-

-Quiero ayudarte con tus deudas, después de todo lo que me has ayudado a mi.-Saco el dinero del bolso, y contando el dinero, saco justo la mitad del mismo.

-No quiero nada ¡gracias!-Jyushimatsu levanto ambas manos, en forma de negación.

-Jyushimatsu no te estoy preguntando.-Dijo simplemente, mientras levantaba el bolsillo de la sudadera amarilla que el mayor traía, para luego asegurar que la plata se quede ahí.

-¿No puedes hacerle caso a tus mayores una vez? ¡Eso no es educado!-

-Tienes razón no fue educado, pero solo agárralo y paga tus deudas.-

-Tú también tienes.-

-¡Jyushimatsu!-

-¡No eres educado Jyushimatsu!-Rio el mayor, y así siguió por un par de horas. Riendo y haciendo chistes con ello.

Espero que Choromatsu terminara la cena y una vez que se aseguró que este lista; decidió irse para dejar que descanse. Estaba seguro que Matsugo no había dormido nada, y quería asegurarse que duerma. Se despidió del mismo mientras Choromatsu guardaba la cena de Todomatsu, y sin que viera, guardo el dinero que le habían dado en el bolso de Choromatsu una vez más, para luego irse a su propio hogar.

Choromatsu se aseguró que todo esté listo y se permitió una cansada sonrisa que desprendió de sus labios.

-Voy a descansar…-Susurro para sí mismo, mirando el reloj nuevamente se dio cuenta que ya era más de medio día, tenía solo un par de horas para dormir. Fue a su cuarto y tendió el futon contra el piso; sin pensar mucho se tiro de el como si fuera un saco de papas y se quedó mirando al algo destartalado techo. La noche anterior habían ocurrido muchas cosas extrañas, cosas a las que Choromatsu no estaba acostumbrado.

Aquel hombre, Osomatsu si recordaba bien su nombre, era una persona muy singular, y molesta, sobre todo aquello, sin embargo, le llamo la atención que le dijera aquellas cosas para animarlo, aunque fueran dos completos desconocidos que tuvieron un encuentro clandestino algo extravagante.

Con esos pensamientos rondando por su cabeza, se durmió.


Abrió los ojos, sus parpados estaban pesados, sus pupilas ardían y aunque no los viera, un tono rojo se podía ver a cada lado de las mismas; quiso moverse ante la incómoda posición en la que se encontraba pero pronto noto que se encontraba atado de pies y manos, a la vez que también tenía unas cuerdas oprimiendo todo su torso.

-¿Qué rayos…?-Susurro, incluso su voz se notaba cansada y opaca.

-El rehén despertó Don.-Se escuchó una voz venir de una de las esquinas de la habitación, el sonido de un arma cargándose resonó por todo el cuarto.

-Oh, ya era hora, ya estaba a punto de matarlo para acabar con esto de una vez por todas.-

Entrecerró sus ojos para acostumbrarse a la luz; parecía un cuarto oscuro, sin embargo, había una potente lámpara que iba directo a su rostro, entumeciéndole los parpados. Pestañeo un par de veces y frente a él, pudo ver tres figuras que a los segundos pudo reconocer como a los tres más importantes de la Mafia Matsuno. Lo atraparon.

-Mierda…-Susurro una vez más.

-¡Hola!-Comenzó a hablar el jefe de aquel lugar.- ¿Dormiste bien? ¿Quieres que te traiga un vaso de agua? ¿Tienes hambre?-

-No quiero nada de ti maldito…-

-¿Vas a decirnos quien eres y a que viniste?-Osomatsu se sentó en una silla que estaba justo frente al secuestrado, usando el respaldo para apoyas sus brazos, y poniendo sus piernas a cada lado, miró fijamente al hombre.

-Vete al carajo Matsuno...¡Agh!-Repudio al jefe nuevamente, escupiendo las palabras, pero antes de darse cuenta las fuertes manos de Osomatsu estaban oprimiendo con fuerza sus mejillas, casi podía sentir su mandíbula contraerse.

-Sigues intentando pasarte de listo maldito…Créeme no lo lograras.-Rio, apretando una vez más los huesos del joven; una mirada sádica y obscura era la que el Matsuno tenía, tanto que podía asustar a cualquiera, podía matar en cualquier momento sin ningún remordimiento, sin importarle si terminaba cubierto de sangre sucia.-Karamatsu dime los datos de este tipo ahora.-Ordeno.

-Osoko acaba de mandarme los datos.-Comenzó a hablar.-Su nombre es Tachibana Haku, su edad es de veintisiete años, es soltero, vive en un piso departamental de la ciudad de Tokio y actualmente trabaja para una Mafia japonesa, siendo un "Capodecime".-Levanto la mirada, observando a su hermano mayor, para decir unas últimas palabras.

-Espera Karamatsu.-Interrumpió el Don, observando al Tachibana.-No necesito que me digas más.-

-Está bien, hay…algo más de información pero no creo que sea importante por ahora.-

-Claro que no lo es.-Osomatsu hablo mirando fijamente al joven frente a el.-¿Por qué me perseguías? Dilo tú o tendré que sacártelo a la fuerza pequeño pedazo de mierda.-

-No voy a dec-decir nada maldito…Vete al diablo….-La voz de Haku se escuchaba agria, tapada por las manos de Osomatsu oprimiendo su rostro. Una mirada de odio se notaba en sus ojos, deseándole todo el mal a su secuestrador.

Una patada vino del mayor de los Matsuno, justo en su estómago, fue tan fuerte que un pequeño hilo de sangre corrió por su boca.

-¡Habla!

-¡Agh!- Se quejó, la rodilla de Osomatsu había impactado muy fuerte; estuvo sin aire por un minuto, y no podía evitar sentirse asustado, no lo negaría. Pero no hablaría, no traicionaría a su familia, no lo traicionaría a él.

-¡HABLA ASQUEROSO PEDAZO DE MIERDA!- Esta vez fue un puñetazo, que fue directamente a su rostro. Haku maldijo, tanto por el dolor como por el hecho que seguro dejara una gran marca en su piel, pero claro, esas marcas no importaban mucho si al final, Osomatsu Matsuno lo mataría.

-N-no diré nada hijo de puta…P-Puedes asesinarme si quieres…pero no hablare…-

-¿Matarte?-Osomatsu comenzó a reír con fuerza, la tonada parecía la de un maniaco.-Si te mato no sería tan divertido.-

-¡Ah!-Tachibana grito cuando sintió que pateaban su silla. Su cara se impactó con el frio y sucio suelo. El ardor llego a sus labios, seguro se había cortado uno de ellos con el impacto.

-Voy a atormentarte tanto que tú mismo pedirás tu muerte pequeña e insignificante basura.-Poso uno de sus pies en la madera de la sillas, y presiono con fuerza. El otro se quejó cuando sintió aquello en sus músculos y vertebras. Se acercó a su rostro lo más que pudo en aquella posición, y le susurro lo suficientemente fuerte para que solo Haku escuchara.-Te metiste con las personas equivocadas.-

El muchacho solo escuchaba con atención, apretaba sus rotos labios y temblaba como si fuera una simple hoja a punto de romperse. Estaba condenado, no tenía salvación, su cabello negro se teñiría de rojo, al igual que su elegante traje.

-¿Sabes?-Comenzó a hablar una vez más Osomatsu, dejando su espalda en paz, a la vez que Karamatsu levantaba a Tachibana y lo acomodaba en la silla.-Ichimatsu es un muy buen mafioso, es un gran as con las armas. Ha matado con precisión a todas las personas que les indique, sin dejar rastro ni sospechas.-

Trago seco, era su hora.

-Pero, tiene algo mas.-Sonrió.-Estudio medicina, mi hermanito sabe cada punto débil del cuerpo, y donde atormenta más el dolor.-Una risa seca se escuchó del menor de los Matsuno.-Ichimatsu, hermano mío, lo dejo a tu cargo.-

-Puede confiar en mi Don.-Ichimatsu salió a la luz, ya que hasta ese momento estaba en las oscuridades del cuarto. Una sonrisa de oreja a oreja estaba en su rostro, mostrando todos sus afilados dientes, en sus ojos había un toque malicioso y finalmente en su brazo estaba una manta enrollada, que Ichimatsu sostenía con mucho cariño.

-Karamatsu.-Dijo Osomatsu.

-¿Si Don?-

-Vayamos a esa maldita reunión de una vez, quiero desobligarme de esa porquería.-Contesto mientras prendía un cigarrillo, para luego llevarlo a su boca; luego de eso volvió a mirar al Tachibana.-Que te diviertas basura.-Le sonrió, para finalmente irse del lugar, seguido del segundo al mando.

Haku vio cómo se cerraba la pesada puerta, ahora solo estaba el tercer Matsuno y el en el frio cuarto, y el único sonido que se escuchaba era el sombrío silbido de Ichimatsu, acompañado de pequeñas risas malvadas que a veces soltaba el mismo.

Una mesa demacrada de metal se acercó, sobre ella estaba aquella manta que recién estaba en manos del otro, ahora abierta, descubriendo muchos elementos punzantes, algunos grandes, otros pequeños, pero sin embargo igual de dolorosos.

-Divirtámonos un rato Tachibana.- Se escuchó la risa demente de Ichimatsu.


El timbre de la escuela sonó, el último sonido del día, antes de escucharse muchos pasos en los pasillos. Todos los estudiantes agotados del instituto estaban deseosos por volver a casa, pronto aquella escuela quedaría vacía, y solo quedarían aquellos jóvenes que pertenecían a un club, o aquellos que les tocaba ordenar su clase.

Claro, ese no era el caso de Todomatsu Matsugo.

Apenas escucho el sonido de su liberación, no tardo en levantarse del suelo de la azotea, acomodo su uniforme que había quedado algo sucio, y finalmente y con poca paciencia, corrió escaleras abajo, esperando irse con el tumulto de estudiantes.-Así los profesores no lo verían.-Ya que si lo llegaran a descubrir, estaba frito y no tenía ganas de quedarse más tiempo en aquel lugar, a pesar que no entro a clases en todo el día.

Se mezcló entre los estudiantes, noto que algunos lo miraban extraño, otros con algo de reproche, pero no le importo, solo quería salir de ahí, la escuela lo sofocaba. Sorteo varios profesores, escondiéndose entre las personas más altas que él, y luego de unos minutos, finalmente estaba fuera de aquel infierno, listo para desaparecer de allí.

-Al fin…-Susurro para sí, acomodándose la bincha en su cabello rosa. Estiro sus músculos y finalmente largo un bostezo mas.-Debería ir a casa y tomar otra siesta.-

-No creo que puedas hacer eso Todomatsu.-Pudo escuchar una voz detrás de él, pero no se sorprendió con aquello, conocía muy bien a la persona que le había hablado; así que con una sonrisa, se volteo a verlo.

-¡Atsushi!- Un apuesto joven estaba recostado sobre un Mercedes de color negro; Acomodo su cabello amarronado al ver a Todomatsu al igual que la corbata de su traje, finalmente le sonrió al menor al ver que se acercaba a pasos rápidos.

-Hola Todomatsu ¿Estudiaste mucho?- Bromeo, bien sabía que aquel chico era un holgazán.

-Ya sabes que no.-Contesto el chico mirando el auto.- ¿Cambiaste el coche?-

-Creí que ya era hora de tener uno nuevo ¿No crees?-

-Lo cambias cada mes Atsushi, no puedo decir nada, soy pobre.-

-Oh vamos, "cada mes" es algo exagerado.-Rio el mayor.- ¿Quieres ir a dar una vuelta y probarlo?-Abrió la puerta, enseñándole el interior.

-¡Claro! ¿A dónde me llevaras hoy?-Exclamo Todomatsu tirando su bolso dentro del auto, para luego meterse en el asiento del acompañante.

-A donde tu quieras.-Le contesto, una vez que estuvo dentro del coche.-Cinturones.-Dijo poniéndose el suyo.

-No tengo un lugar en particular a donde quiera ir hoy.-Contesto.-Mi hermano seguro ya se fue, o se ira pronto, así que estaré solo y aburrido en casa.-

-¿Qué te parece si empezamos por un helado?-

-¡Me parece perfecto!-Atsushi sonrió, aunque Todomatsu intente ser maduro, la verdad era que seguía siendo un niño.

Se habían conocido hace algunos meses atrás, justamente en el club donde el hermano mayor del adolescente trabajaba. Todomatsu, como muchas veces fue participe de una pelea callejera, y había terminado en el prostíbulo otra vez, sin consentimiento de Choromatsu. Aquella vez sus heridas fueron más graves, y una vez que "Alice" trato sus heridas, su hermano le dijo que se quedara sentado en uno de los sillones hasta que termine de atender las mesas, ya que quería llevarlo a casa personalmente.-Esa fue la única vez que el Matsugo mayor salió más temprano.-

Aburrido, y jugando con el popote de aquel jugo de naranja que le habían dado, no noto cuando una persona se le acerco, esa persona era Atsushi.

Atsushi estaba en aquel club con un par de compañeros, era viernes y tenía algo de tiempo libre, y la verdad era que quería divertirse un poco; luego de un par de copas y risas con sus acompañantes, su vista se desvió unos momentos, ya que no estaba interesado en ver a la persona que bailaba en el escenario, pero al parecer sus amigos si. Miraba aburrido las mesas, no había nada interesante, hasta que sus ojos terminaron posando en un pequeño jovencito de cabello rosa. Algo lo cautivo, quizás eran aquellos grandes y amorronados ojos, junto con aquella tierna mirada.

Tomando su último trago, se levantó y se acercó al muchacho, planeaba convertirse en un buen amigo de él, y quien sabe quizás algo más.

Por ahora solo había logrado lo primero.

Apretó el acelerador, y escuchando las cosas que Todomatsu le comentaba, comenzó a conducir.

-¿has visto con quien se va Matsugo?-

-Si…Escuche que se acuesta con él por dinero-

-No me sorprende, su hermano hace lo mismo ¿No?-

-Oh, tienes razón, pero que se puede esperar de ellos, dan asco.-


El sol había comenzado a bajar y la noche estaba a punto de caer en enormes luces estaban siendo prendidas y los autos hacían más sonido por las calles y hasta podían escucharse los pasos de las personas que caminaban, iban y venían tanto afuera como en el edificio de los Matsuno.

Osomatsu había estado la mayor parte del tiempo en aquella reunión tan importante en la que lo habían citado, simplemente eran otros idiotas que le informaban de los problemas de la ciudad, y otros que le pedían ayuda para eliminar a un par de personas que intentaban perjudicar la empresa, así que simplemente envió a un par de sus "Soldato" .Eso a el Matsuno mayor le molesto un poco, era algo de lo que podía encargarse Karamatsu sin problemas.

Luego de salir de aquella reunión se encamino a tratar unos problemas de tráfico de drogas que había en una de las áreas de la metrópolis, junto al segundo hermano.-Era un negocio muy bueno, no podía dejar que los policías descubrieran a uno de sus "Capodecime" y sus hombres.- Finalmente termino yendo a su oficina a terminar de firmar un par de papeles que su secretaria Totoko le fue a entregar.

Y justo ahora en ese momento Osomatsu se encontraba haciendo absolutamente nada, solo dormía una siesta, arriba de su escritorio. Se encontraba realmente cansado y lo único que quería era dormir; siempre había pensado que su escritorio de roble era una muy buena cama. Sus empleados sabían que era algo que el Matsuno solía hacer a menudo, por ello mismo no lo molestaban a no ser que sea estrictamente necesario.

Claro, con sus hermanos era algo distinto.

-¡Osomatsu!-Alguien entro precipitadamente a la oficina dando un gran portazo.-Con clara intención de despertarlo.-Sin embargo no pareció funcionar, así que sin más preámbulos se acercó a su durmiente hermano.

-Oh si…María-Chan ven con papi…-Susurraba con una gran sonrisa en su rostro. El otro arqueo una ceja, no quería saber que estaba soñando.

-¡OSOMATSU!-Grito en su oído.

-¡GAH!-Despertó en un instante, asustándose un poco; cayó al piso junto a sus desordenados papeles, por un momento se perdió en sus ensoñaciones.-¡Karamatsu! ¡¿Que?! ¡¿Qué pasa?! ¡Y más vale que sea importante!-

-Lo siento señor berrinchitos por despertarlo de la siesta.-Rio el menor ante la mirada enojada de Osomatsu.

-¡Respeta a tu jefe!-

-Ya, ya lo siento brother era solo una broma.-Contesto, ayudando a levantarlo.-La razón por la que vine, es porque Tachibana ya hablo.-

-¡Estupendo! Vayamos a ver a nuestro amigo.-El humor pareció cambiar de repente en Osomatsu, pero eso no le incomodo al segundo de la familia. Salieron de la oficina rápidamente, debían llegar rápidamente con Tachibana;Antes de irse Osomatsu pidió que alguien limpiara el desastre que había hecho cuando cayó de su escritorio.

-¿Qué harás con el Osomatsu?-Dijo con curiosidad, mientras volvían al lugar donde habían dejado prisionero a aquel hombre. Ichimatsu los estaba esperando ahí.

-Lo dejare libre.-Fue la simple repuesta del otro.

-¿Libre?-Karamatsu se impresiono ante lo que contesto. Realmente esperaba que dijera algo más, conociendo a si hermano pensó que diría que lo mataría con sus propias manos. Pero seguro tenía planeado algo más.

Pronto llegaron a su destino, el sótano del edificio; Un obscuro pasillo, ninguna ventana lo iluminaba, y solo algunas luces débiles decoraban el lugar. Al fondo del pasillo se encontraba una puerta blanca de acero, oxidada y sucia, testigo de muchas torturas, e incontables asesinatos.

-Al fin, a veces odio que este lugar sea tan grande.-Exclamo el jefe de aquella mafia, mientras entraba al lugar sin pedir permiso, seguido de Karamatsu. Frente a ellos se encontraron con su hermano menor, el mismo tenía su traje.-Esta vez había decidido tener su traje blanco justamente.-Manchado de sangre, desde el inicio de su cuello, hasta sus zapatos negros, lo único que parecía haberse salvado era su gorro, sin embargo, inclusive algunas gotas de sangre se resbalaban por su piel palida;Cuando vio a sus hermanos les sonrió con sus afilados dientes, y le dio una calada a su cigarro.

-Fue divertido…Espero que lo repitamos pronto, Tachibana Kun.-Volteo la mirada hacia a el mientras le regalaba su tétrica risa, mas este no era capaz de contestarle, parecía costarle respirar, su traje parecía estar rasgado en algunas partes, y se encontraba empapado en sangre, obscura y densa.

-¿Y hermano?-Osomatsu ignoro a la persona convaleciente que se encontraba tan cerca de él, solo dio una pequeña risa cuando este boto un poco de sangre de sus labios.

-Ya dijo todo lo que necesitábamos.-Contesto dándole otra calada a su cigarrillo.-Te seguía porque te estaba espiando, ya hace un par de días.-

-¿Para qué?-La voz del mayor sonó molesta.

-La razón es simple. Memorizaba tus movimientos para encontrar el momento justo, y matarte.-Iba a seguir hablando, cuando la estruendosa y burlona risa de Osomatsu llego como una estampida.

-¿Matarme? ¿Esta escoria?-Pregunto, tomándose el estómago con una mano, mientras que con la otra, tomaba de los cabellos al semi consiente Tachibana, para que levantara el rostro.

-Claro que el no Osomatsu, es un debilucho.-Contesto el tercero.-Su jefe te quiere matar personalmente.-

-Oh…Oh así que era eso lo que me querías decir Karamatsu.-Rio Osomatsu, empujando a Haku y tirándolo al suelo ensangrentado.-Ese maldito hijo de puta quiere eliminarme. Ahora entiendo todo.-Sus hermanos solo lo miraban fijamente, el rostro sádico y vacío había vuelto una vez más.-Escucha engendro.-Le dijo a su prisionero, volteándolo de una patada para que lo mirara a los ojos.-Dile a tu jefe que no tendrá oportunidad nunca…porque es una simple mierda debilucha e inútil al igual que todos sus putos hombres maricas.-Piso el pecho de Tachibana, importándole poco que este se quejara de dolor, y escupiera sangre.-Y que si sabe lo que le conviene, dejara de joderme las pelotas… ¡¿HAS ENTENDIDO?!-Le gruño, pateando sus costillas.-¡Sáquenmelo de aquí! ¡Sáquenlo de mi edificio!-Ordeno a sus hermanos, para luego salir de este, dando un gran portazo.

-Si Don.-Fue lo último que Osomatsu escucho.


Ya estaba anocheciendo y él estaba llegando tarde; se había quedado dormido y su siesta duro más de lo que hubiera querido, antes de darse cuenta solo faltaba una hora para que el horario de trabajo comenzara, y el aún se encontraba en la casa. Sin duda llegaría tarde ese día, le pediría disculpas a Jyushimatsu y vería si podía hacer un par de horas extras para compensarlo.

Salió del baño corriendo, con solo una toalla envolviendo su cuerpo y se dirigió a su cuarto lo más rápido que sus pies mojados le permitieron; una vez allí seco su cuerpo con la rapidez de una gacela y de la misma forma se vistió con su inseparable vestido azul, unas pantimedias, su pequeña ropa interior y sus pechos falsos. Finalmente se arrodillo frente al espejo que estaba en su habitación, y se aseguró de que su corta peluca aguamarina quede en su lugar, sin que ninguno de sus cabellos negros se notara.

Se observó en su reflejo, su vestido, su cuerpo, su cabello y su rostro. Choromatsu había desaparecido y frente a él estaba la singular, gruñona y bella María, que lo acompañara toda la noche.

-Debo apurarme…-Hablo para si mismo, tomando una caja del armario, en ella resaltaban muchos colores y formas, era su caja de maquillaje. Coloreo su rostro de forma fina y simple; sabía que en su lugar de trabajo y por aquellas zonas, llevar un maquillaje pesado y colorido era común, sin embargo eso a él no le agradaba, prefería algo tenue, para el quedaba mejor. Pinto sus labios con un rosa coral, sus parpados con un naranja amarronado muy suave, y sus pestañas se elevaron con un negro como la noche, aplico rubor en sus mejillas y finalmente retoco sus uñas con un aguamarina, como su cabello.

Estaba listo para ir a trabajar.

Dejo que su esmalte se secara, algo ansioso ya que los minutos pasaban y cada vez se hacía más tarde. Pero tras media hora desde que entro al baño, María estaba arreglada, y con su bolso en mano se aseguró de dejarle una nota a su hermano que la cena se encontraba en el horno, que se acostara temprano y que se cuide.

Salió del departamento cerrando la puerta, y con un gran suspiro camino a pasos apresurados para alcanzar el próximo tren.

Ya estaba preparando las disculpas para Jyushimatsu cuando llegue, ya que llegara por lo menos, una hora tarde.

Cuando llego al barrio donde su club estaba.-Tal y como dijo, una hora tarde.-Se podía notar el cambio de ambiente a diferencia del de las cercanías de su casa. Las luces de los edificios, bares y demás lugares a veces entumecían sus ojos, al igual de que se podía escuchar la música aunque estuviera bastante lejos. Gente de mala entraña se podía ver en las calles y en los callejones, por ello María caminaba rápidamente para llegar lo más rápido posible y no pasar ningún disgusto, ya había vivido demasiados.

Hombres que la acorralaban, le decían cosas sucias o la manoseaban. Se supone que debería estar acostumbrado debido a su trabajo, era parte del mismo. Pero aún le parecía bastante incomodo-Además algunos también intentaron robarle. de forma apresurada y bajo la atenta mirada de algunas personas, pronto llego al prostíbulo entrando por la puerta principal.

Estaba avergonzado por la tardanza. Antes que nada y saludando a algunos de sus compañeros en el camino se dirigió a la barra, estaba seguro que Alice se encontraría ahí; y en efecto allí estaba, sirviendo tragos a sus empleadas para que lo lleven a las mesas.

-Alice…-Le susurro, sosteniendo su bolso con fuerza, un color rosado decoraba sus mejillas, y no era precisamente su rubor. Estaba molesto por llegar tarde, no solo porque la hora se le había ido de las manos, también porque defraudo a su amigo a pesar que este lo estaba ayudando, aunque no tendría por qué hacerlo.

-Oh María, por fin llegaste, ya estaba preocupada de que te hubiera pasado algo, te iba a llamar.-

-Lo siento…-Fue lo primero que salió de su boca.-No se que decir…No me paso nada, solo me quede dormido.-Le confeso con pena.-Lo siento de verdad, hare horas extras.-

-No te preocupes María, a todos les pasa una vez.-Le sonrió, al fin mirándola.-Te diría que no es necesario lo de las horas extras pero ya sabes…Me vigilan, lo siento mucho.-

-Está bien…Te ayudare en todo lo que necesites.-Le sonrió, era como su hermano mayor después de todo.-Iré a retocarme y comenzare a trabajar.-Espero que se jefa le asienta y luego de ello, fue a pasos rápidos a su camerino.

Guardo su bolso, y colgó su abrigo; retoco su maquille frente a su espejo y luego acomodo su peluca.

-Hora de trabajar.-Se dijo a si mismo, saliendo del camerino, listo para servir en las mesas hasta que alguien requiera sus servicios.


Se había asegurado que todo el trabajo que tenía quede a cargo de alguien capacitado para el mismo; y que solo lo llamaran si de verdad necesitaban su ayuda, o si ocurría un problema serio.-Entiéndase, policías y sus derivados.-

Contento que el celular aun no sonara, se dirigió a su elegante auto y se acomodó en él. Esta vez ninguno de sus hermanos lo acompañaba, y aunque no estaba acostumbrado a ello, le agradaba mucho esta vez.

Guardo sus lentes de sol en la cajuela del auto y poniéndose su cinturón comenzó a conducir por las ricas calles donde el habitaba.

Estaba ansioso por llegar, estaba ansioso por verlo.

No pudo evitar llevar su mano hasta el bolsillo de su chaqueta, algo brillaba en tonos dorados dentro de él. No pudo evitar sonreír al sentir el collar de Choromatsu entre sus dedos; se moría por ver la cara que pondrá cuando se entere que él lo tenía, además, era una muy buena excusa para verlo.

Siguió conduciendo por bastante tiempo, poco a poco veía como el lujo iba desapareciendo, ya estaba llegando a los barrios oscuros de Tokio.

Los lugares donde tenía más contactos y clientes.

Antes de darse cuenta ya había llegado a su destino. Aquel club donde trabajaba esa persona que carcomía su mente.

En el callejón hacia frio y se arrepintió de no haber traído su abrigo cuando se le ocurrió la idea de ir a intoxicar sus pulmones con un cigarro. Saco el humo de su boca, con ojos cansados vio como este se iba hacia al cielo y lentamente desaparecía, mientras los gatos de Jyushimatsu se paseaban por sus pies.

Estaba juntando fuerzas para ir a trabajar, un hombre lo esperaba adentro del club.

Dio la última calada a su cigarro y lo tiro al suelo, saco todo el sucio humo de su boca y luego piso la colilla para que se apagara.

-Tu puedes…-Se dijo a si mismo. Acaricio el lomo de los mininos y entro de nuevo al prostíbulo; no tardó en encontrar al hombre, y a pequeños pasos, se contoneo hasta el mismo.

-¿Esta listo señor?- Le hablo, casi susurrando.

-Ya era hora que aparecieras.-Le hablo de forma desagradable. La miro de arriba abajo de la misma forma y de repente una mirada lujuriosa surco su rostro.

Choromatsu suspiro; aquel hombre había comenzó a manosear su cuerpo, sin importarle que estaba en el medio de toda aquella gente.

-Por aquí señor.-Le susurro, intentando cubrir su rostro que demostraba asco. Llevándolo hacia unos cuarto que iban a una parte escondida del prostíbulo.

Hora de cumplir la labor.

La vio, aquel vestido azul, aquellas suaves piernas y el llamativo cabello aguamarina. Se acercó rápidamente, quería sorprenderla por las espaldas, darle un pequeño susto.

Se detuvo de repente; María estaba con un hombre grotesco, que la miraba con hambre, desvergonzado.

No supo que reaccionar, y sin darse cuenta apretó sus puños, no sabía porque, pero una opresión en su pecho hizo que tuviera que apoyarse en una pared cercana.

Vio cómo se perdía entre los pasillos junto al hombre extraño. Aún conservaba el brillante collar entre sus manos, entrecerró sus ojos viendo a aquel grotesco hombre que miraba con apetito al joven, callado y sin decir nada, se sentó en una de las incontables mesas del club. Apretó sus dientes; sabia donde se estaba metiendo.

Iba a esperar a María, iba a esperar a Choromatsu, decidido a darle aquel collar, decidido a ganar su corazón.


-Señor.-Entro un hombre a la elegante oficina, no sin antes tocar la puerta, acomodo su corbata en señal de nerviosismo. Su jefe le causaba esa sensación.

-¿Qué mierda quieres? Estoy ocupado.-Dijo mientras veía unos papeles, y firmaba algunos otros.-Más vale que sea importante.-

-Tachibana ha vuelto señor.-Contesto el joven chico. Su jefe no contesto por algunos segundos, cosa que le extraño.

-Hazlo pasar.-Ordeno.

-Si señor.-Salió de la oficina dando una reverencia, y un minuto más tarde, entro el de cabellos negros, Haku.

Estaba con un traje nuevo, sin embargo se encontraba con todas sus heridas vendadas fáciles de notar, el rostro deshecho, y apenas podía mantenerse en pie. Era una vista patética. Y su jefe se burló de ello.

-Así que te encontraron Tachibana.-Reía con fuerza y sorna.-Fui un idiota al encomendarte esto, debí saber que esos idiotas se iban a dar cuenta, o simplemente tú eres un jodido incompetente, creo que es la segunda opción.-Poso sus codos en el escritorio, y junto ambas manos.

-De verdad lo siento señor…-Fue lo único que dijo, tenía la vista en el suelo. Sabia como era su jefe, y una excusa lo iba a enfurecer.

Tachibana tembló cuando sintió la silla arrastrarse por el suelo de madera, junto con algunos pasos que cada vez los escuchaba más cerca.

-Me decepcionaste jovencito.-Hablo el hombre.

-De verdad lo siento jefe…No volverá a pasar.-Le contesto Haku, levantando un poco la vista.

-Oh claro que no volverá a pasar.-Casi al instante, el mayor había cargado su arma y con una sonrisa escalofriante, disparo en la frente de su subordinado, sin dar tiempo a que este siquiera pensara que iba a ser asesinado, logrando que este de su último suspiro agonizante en el suelo.

Observo el cadáver con una mirada carente de cualquier emoción, vacía y obscura; sus labios aún se curvaban en una malvada sonrisa.

Llamo a su secretario, y cuando este llego, miro tranquilamente a Tachibana, sabía lo que pasaría.

-Llama a mi hijo y dile que venga inmediatamente.-Miro al hombre que estaba llenando su brillante suelo de sangre- ¡Oh! Y saca la basura.-Sonrió.

-Sí, Tougo san.-


Atsushi corto el teléfono, una vez que termino de hablar, al parecer lo requerían de forma inmediata.

-Lo siento Todomatsu, te llevare a casa tengo cosas que hacer.-

-Oh, está bien.- Pregunto el adolescente algo desanimado; Estaba pasándola bien. Se encamino hacia el auto, seguido del mayor.

-Prometo que la pasaras mejor en la próxima.-Contesto abriéndole la puerta, sonrió al ver que el chico entraba, y cerro la misma.-Te llevare a tu casa.-

-Está bien.-Hablo Todomatsu.- ¿Pero qué ocurre?-

-Oh no es nada, es el trabajo, mi Padre me llama.-


Repito, espero que haya valido la pena la espera 3 La tardanza fue mucha, por ello espero que se hayan entretenido leyendo esto.

Aunque al ser de Japón, los Matsuno serían una Yakuza, utilice algunos términos de la mafia italiana para referirme a algunas personas.

El "Don" Es el jefe de la familia.

El "Capodecime" Es un hombre que dirigue una docena de hombres de la mafia.

El "Soldato" es un sicario.

Despues esta el "Sottocapo" Es el segundo al mando, que toma el lugar del Don ante cualquier circunstancia.

Me agrada estar de nuevo por estos lares 3 De verdad me gusta mucho escribir, y me hace feliz que haya gente que las embargo a mi me pone mucho mas feliz, en sobremanera, que haya gente que le guste.

Por ello, quiero agradecer a todas las personas que me apoyaron en esto, los que leen, comentan, las que le hablan mi normal persona solo para decirme que les gusta lo que escribo.

Personita que esta leyendo esto, muchas gracias.

Todos ustedes tienen un lugar especial en mi kokoro 3

Sin mas que decir ¡nos vemos la próxima!

PD: este capitulo ya habia sido subido a Wattpad, mas no en este.