Save my soul.
Hola, largo tiempo sin pasar por aquí.
Si alguien lee esto aun después de todo este tiempo tiene mi eterno agradecimiento.
Solo quiero terminar mis historias y seguir con otras nuevas, aunque creo que he perdido el toque jaja.
Momo, espero que aun quieras leer esta historia, gracias por el apoyo y por estar siempre para mi.
Agradezco desde ya a quien lea esta historia y espero que la disfruten. Saludos cordiales
Espero que disfruten de la lectura.
Advertencia: Cosas fuertes sobre la niñes traumatica d Ichi. Violencia infantil.
Save my soul.
XVII.- Violeta y escarlata.
Te dolía bastante el cuerpo más el abdomen y las costillas, el dolor a penas te dejaba respirar, tu nariz estaba sangrando y te hacía sentir que te ahogabas, pero dar pequeña bocanadas de aire frío no causaba más que una resequedad en la garganta.
Cuando abriste los ojos te encontraste con un piso duro, frío y sucio. Había nieve y agua contra tu fría e hinchada mejilla y la escarcha de derretía de a poco con tu aliento tibio y por el estado mojado de tus ropas suponías que llevabas ya un largo rato tirado en esa posición.
Fue muy difícil para ti lograr levantarte, ti cuerpo arrastrándose hasta un lado del callejón.
Estaba enojado y frustrado, lo primero por haber sido golpeado por ese desagradable hombre y lo segundo por no poder ser capaz si quiera de conseguir comida para tu hermana enferma. Con tu madre teniendo esos ataques de locura e ira contra ti y sus intentos varios por matarte, la única que tenías era a Ichiko, ella que siempre te había apoyado y cuidado con tanto amor… no ser capaz de ayudarla ahora que te necesitaba te causaba un dolor aún más grande que el de los golpes.
No podías regresar a casa con las manos vacías.
Así que decidiste no regresar, preferías enfrentar las inclemencias del clima que la mirada decepcionada de Ichiko. Te quedaste en el callejón, temblando por el frío y después por la lluvia que te empapó por completo.
Pensaste mucho en hacer sufrir al hombre que te había golpeado, en matarlo de la forma más dolorosa y denigrante que pudiera existir. Hacer que se arrepintiera hasta su ultimo segundo de vida de haberse metido contigo. A veces tenias pensamientos tan oscuros que no iban acorde con un niño tan pequeño, pero no te habías convertido un un monstruo de la noche a la mañana.
Te acurrucaste abrazándote a ti mismo, sintiendo que el frió se apoderaba de tu cuerpo. Fue entonces cuando pensaste que habías muerto y que frente a ti se encontraba el mismísimo demonio.
Sus ojos escarlata, su presencia intimidante, su sonrisa burlona. Todo indicaba que se trataba de alguien peligroso, de un lobo que se erguía orgulloso con su porte de cazador, él no fingía ser un cordero, él demostraba ser un depredador y eso te atraía como un insecto atraído a la luz mortal.
—Tienes un aura interesante, niño. Deberías convertirte en mi perro~
Debiste haber imaginado que esa mano que extendía hacia ti era tu perdición y que cuando aceptaste su favor sellaste el pacto. Tu le pertenecías, desde ese momento, hasta quizás, el final de tus días.
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Desde el principio no fuiste bien recibido en el lugar, era evidente para ti que todos te detestaban, más aun cuando en tu primer día Osomatsu les habló un poco de ti.
—Este es mi nuevo perro, estará a su cuidado para que lo entrenen por mi. —Te presentó delante de sus hombres, levantaste la mirada del suelo para encontrarte con decenas de miradas diferentes, algunas curiosas, otras fastidiadas. Te mantuviste inexpresivo mientras Osomatsu te tomaba de los hombros. —Que no les engañe su apariencia tan pacifica, no lo aparenta pero es un salvaje. Y tiene más bolas que todos ustedes juntos, montón de idiotas incompetentes.
La mirada de todos cambio, lograste mantenerte inexpresivo aun cuando parecía que todos querían matarte.
—Yowai-san, espero que puedas enseñarle a pelear, eres el mejor en batallas cuerpo a cuerpo...Espero no me decepciones. —Dijo mirando en dirección a un fornido hombre de cabellera castaña. Este a pesar de ser más grande que Osomatsu asintió de manera dócil.— Cuento con todos para que lo entrenen adecuadamente, los dejo para que le den una calurosa bienvenida. —Dicho esto el mafioso se retiro, de inmediato los hombres te rodearon.
—Así que tu eres el nuevo juguete del jefe. —Un hombre se acercó, parecía tener el rango más alto en el lugar, por la banda roja en su brazo, tras el una niña de cabello castaño te miraba de forma altanera. —¿Por qué te escogió? ¿Qué es lo que sabes hacer? ¿Acaso la sabes chupar bien? —Todos rieron, incluso la niña.
—Usted es de rango alto, entonces supongo que usted si que la chupa bien. —Respondiste con una sonrisa burlona, recibiste a cambio un fuerte puñetazo en el estomago.
—Soy un fiel creyente de que es mejor aprender en la marcha. —Lo escuchaste decir mientras te sujetabas el estomago en el suelo y lo que vino después fue una golpisa que duro algunas horas.
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Abriste los ojos de golpe cuando agua helada te mojo el rostro. Te giraste tosiendo con fuerza, tratando de sacar el agua que habías tragado y recibiendo señales de dolor por todo el cuerpo, tus ojos estaban tan hinchados que a penas te dejaban ver. Miraste a la persona que te habia lanzado el agua, se trataba de la niña de cabello castaño.
—No vayas a morirte tan pronto, escoria. Eso es solo por la bienvenida. —La manera en la que hablaba (tan altanera, tan irritante) hacia que ese atractivo que tenia se perdiera, era desagradable. —Dice mi padre que si sobrevives a esta noche mañana te espera algo más emocionante. No le hagas perder el tiempo al señor Osomatsu contigo.
Sin dejarte responder la niña te pateo con fuerza en el costado, haciéndote retorcer de dolor. Te pareció que se reía a carcajadas mientras se alejaba y que más allá de pasillo limpiaba su zapato con una mueca de asco.
Así fue como empezó tu entrenamiento en la mafia de Osomatsu.
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Recibías palizas casi cada día, cuando estabas demasiado herido para si quiera ponerte de pie te dejaban un día de "descanso". Parecía que el señor Yowai disfrutaba al máximo cada vez que podía golpearte, habías notado que cuando Osomatsu no estaba cerca él era a quien todo mundo le informaba, era como el segundo al mando cuando el gran jefe se encontraba fuera haciendo sus negocios.
Ese rango alto era indicado por la banda roja en su brazo derecho, suponías que era ese rango alto el que le dotaba de algunos privilegios y que era debido a esto que su hija, Totoko (una niña bastante desagradable) se comportaba de esa manera pedante y altanera.
Ella parecía disfrutar viendo como te golpeaban "para entrenarte" y parecía más disfrutar el molestarte cuando te encontrabas convaleciente, solía arrojarte agua helada según ella para ayudarte con la hinchazón de los golpes y muchas veces al llevarte la comida la dejaba caer al suelo, pidiéndote entre risas que no desperdiciaras la comida y que comieras como el buen perro que eras.
Detestabas a Totoko. A veces olvidabas que se trataba de una niña y querías golpearla con fuerza.
El tiempo paso lento y tortuoso, aun asi cuando te diste cuenta habia pasado casi un año desde que estabas allí. En todo ese tiempo habías recibido más golpizas de las que podías contar, pero habías empezado a defenderte después del sexto mes, habia sido toda una sorpresa cuando lograste derribar al señor Yowai y lo golpeaste lo más fuerte que podías mientras su escandalosa hija gritaba pidiendo auxilio y advertía a los otros hombres que tuvieron que retenerte de manera violenta contra el suelo para que dejaras de golpear.
No recordabas muy bien aquello, incluso cuando tus nudillos estaban al rojo vivo y adoloridos. Era como si de pronto alguien más se hubiera apoderado de tu cuerpo y estuviera disfrutando el hacer daño. ¿Acaso tan pronto habías sido corrompido?
No.
Tú habías llegado corrupto a ese lugar.
Después de eso algo cambio en el señor Yowai, lo entrenamientos físicos seguían siendo duros y rigurosos, pero eran más prácticos, aso facilito que aprendieras a defenderte correctamente y después paso a enseñarte como utilizar las armas cuerpo a cuerpo.
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La primera vez que fuiste llamado a la habitación de Osomatsu habia pasado casi un año y medio desde tu llegada a ese lugar, ahora que sabias pelear estaban enseñándote algunas cosas sobre armas de fuego, cuando el señor Yowai te mando a llamar habia algo en su mirada que te advertía que algo iba a pasar.
No preguntaste nada, porque como perro obediente tenias que hacer todo lo que te ordenaban, asi que lo seguiste hasta la habitación del jefe, antes de entrar Yowai (quien para ese entonces te habia tomado un poco de aprecio) te dio un pequeño apretón en el hombro y te dedico una sonrisa que parecía decir "lo siento".
Eso debió prepararte mentalmente para lo que venia, pero, ¿Quien puede prepararse lo suficiente para una violación?
Fue la cosa más horrible que habías vivido hasta entonces, tu cara estaba llena de lagrimas, sangre y otros fluidos desagradables, por largos minutos sentiste que tu cuerpo iba a partirse, que tus órganos iban a explotar dentro de ti, que estabas siendo atravesado por una braza caliente que te mataba desde adentro.
Y el aire, su aliento contra tu nuca, tus manos, tus piernas todo de pronto era tan asqueroso que te hacia vomitar y no importaba cuantas veces te bañaras después de eso, ese olor a podredumbre nunca se despego de ti.
Incluso las veces que siguieron nunca fueron tan asquerosas como la primera vez.
—Lo siento. —La voz de Yowai te hizo dar un salto mientras te encontrabas limpiando tu arma, una beretta pietro de 9mm que Osomatsu te habia regalado cuando cumpliste dos años siendo su perro. Habias aprendido a desarmarla y volverla a armar como si se tratara de un juguete, uno letal y costoso.
Habias recibido algunos regalos por parte del jefe, un arma, un cuchillo, ropa nueva y un gato siamés llamado
felicità, a cambio él habia tomado de ti lo que se le daba la gana.
—¿Por qué? —Preguntaste sin apartar la mirada del ensamble de la pistola.
—Escuche que Totoko te metió en problemas con el jefe. —Dejaste escapar un pequeño gruñido como respuesta, no era algo extraño que Totoko te metiera en problemas con Osomatsu, era como si ella estuviera celosa de toda la atención que te ponía el mafioso, estabas seguro que si ella pasara por todo lo que tenias que soportar no tendría nada de envidia. Si Osomatsu le hiciera todo lo que te hacia ella probablemente ya se hubiera suicidado, justo como acababa de pasar con la novia del jefe.
Era común que el mafioso estuviera rodeado de mujeres hermosas e interesadas, pero también era igual de común que las mujeres terminaran muertas, por un tiempo tuviste la loca teoría de que era Totoko quien las mataba, teoría que habia sido confirmada esa mañana cuando ella le aseguro al mafioso que tú nunca habías hecho nada por él, que ella incluso habia matado por él.
Aunque Osomatsu parecía enfadado (e incluso habia tirado al suelo a Totoko de una bofetada), también parecía pensativo mirándote con enojo, era cierto que hasta ahora no habías matado a nadie (al menos no con tus propias manos) y eso parecía ser un acto de traición para Osomatsu.
Así que allí estabas, preparando tu arma para usarla.
—Tú hija esta enamorada de Osomatsu. —Dijiste acariciando la cabeza de tu gata que se habia acercado para ver que hacías. Por un momento pensaste en decir "tu hija esta loca", pero no querías que el señor Yowai fuese de nuevo tu enemigo ahora que se llevaban bien.
—Eso es lo que cree ella, además la conozco... No solo quiere al hombre, quiere el poder y la posición que vienen con él. —El hombre suspiro cansado, arrugas formándose en las comisuras de sus labios y su frente, habia envejecido repentinamente rápido, suponías que se trataba de una enfermedad o la preocupación de cuidar a su hija. —No hay manera humana de hacerle entender a ese niña que el jefe solo a ve como un pedazo de carne, nunca como una mujer y tampoco como un juguete o una mascota. Eso te hace estar en un rango mayor que ella y por esa razón ella es mala contigo...
—¿A que viene esta conversación? —Preguntaste terminando de ensamblar la pistola, cargándola. Parecía que quería pedirte algo y estaba divagando un poco.
—Hoy el señor Osomatsu te pedirá que utilices tu arma y mates a alguien, si alguien interfiere lo matara sin dudarlo, pero a ti te ha dado libertades que a nadie más, si tú lo desobedeces te castigara, pero no te matara. —Bufaste casi riendo, lo decía tan fácil, pero sabias de antemano que ninguno de los hombres que te rodeaban soportarían el castigo de Osomatsu y si les dieran a elegir seguramente elegirían morir. El señor Yowai continuó. —Por favor, niégate a disparar si te ordena dispararle a mi hija...
Te quedaste en silencio, sopesando la respuesta, aunque no encontrabas posible que Osomatsu te hiciera hacer algo asi, antes de responder otro de los ayudantes del mafioso te llamó, era hora.
—Tengo que irme...
—Por favor, te lo suplico. Ella es todo lo que tengo. —Te pidió llorando mientras te alejabas.
El tenia razón.
Frente a ti, de rodillas y amordazada se encontraba la castaña.
Tenia las muñecas atadas a la espalda, su ropa estaba desalineada y sucia, su rostro estaba mojado por las lagrimas gruesas. La miraste desde arriba, por primera vez desde que llegaste a ese lugar era tu quien veía hacia abajo a esa chica altanera.
El sonido de un aplauso les hizo dar un salto a ambos, Totoko tembló en su lugar y tú levantaste la mirada buscando y encontrando de inmediato los ojos escarlata escuadriñandote.
—¿Y bien, mi pequeño perro? ¿Has limpiado adecuadamente tu arma? —El mafioso junto sus manos debajo de su barbilla, pensativo. —Has pasado ya un tiempo conmigo, sin embargo no me has demostrado del todo tu fidelidad. Estas siendo entrenado como es debido, pero aun asi algo faltaba y no me habia dado cuenta hasta que la señorita Yowai me lo hizo notar.
Mientras Osomatsu hablaba iba acercándose a ti, con pasos lentos, pero firmes, irguiéndose tan cual alto era, haciendo que ye sintieras intimidado e inferior. Aun cuando tenias un arma cargada entre tus manos no te paso por la cabeza disparar contra tu jefe ni por un segundo. Él ya te habia enseñado sobre lealtad y para asegurarse tu obediencia no temía involucrar a la ultima familia que te quedaba. Por eso te mantuviste quieto... casi contendiendo la respiración cuando se posiciono detrás de ti.
—Aquí, frente a ti, un regalo de mi parte. —Susurró Osomatsu apuntando a la castaña con un largo dedo por encima de tu hombro derecho. —La prueba para demostrar que ahora eres uno de los nuestros, para que me pruebes que estas dispuesto a hacer lo que sea necesario para mi.
—Yo...
—Shh. No lo pienses tanto, solo... —Levanto tu brazo obligándote a apuntarle a la castaña, justo en medio de las cejas. —Dispara.
Todas las cosas malas que te habia hecho Totoko llegaron a tu cabeza, pero aun cuando te habia causado daño y te habia metido en problemas, todo aquello no eran más que cosas infantiles, nada por lo cual pudieras justificar matarla a sangre fría. Tu dedo estuvo tamborileando ligeramente sobre el gatillo pero al final no pudiste hacerlo, quitar una vida era algo que aun estaba lejos de tus posibilidades. Alejaste el dedo del gatillo y la giraste tomándola por la culata y ofreciendola a Osomatsu.
El mafioso gruñó detrás de ti.
—Estoy muy decepcionado, Ichimatsu. Debería romperte las piernas por desobedecerme. —Dijo empujando sus rodillas contra tus piernas haciéndote perder el equilibrio. —Pero veras...Hoy vas a utilizar esa arma sí o sí.
Osomatsu chasqueo los dedos y uno de sus hombres llevo hasta ustedes una jaula de metal que conocías de sobra, dentro de ella se encontraba tu gata Felicitá. Levantaste la mirada hacia el mayor que parecía divertido con tu mirada suplicante.
—Bien, segundo intento. Tienes que elegir entre una gata o la otra. Como sea, una de las dos recibirá una bala y sus sesos se esparcirán por el suelo. Entonces... ¿Qué vas a hacer?
Aun cuando tu mirada se empaño debido a las lagrimas, aun asi la imagen de Felicitá muerta te persiguió por mucho tiempo.
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Después de aquello tuviste una pequeña etapa de "rebeldía", los de rango superiores aseguraron a Osomatsu que no acatabas ordenes y que más de una vez habías dejado ir a gente que específicamente debía desaparecer. La mayoría de las cosas no eran verdad, pero cumplieron su objetivo cuando Osomatsu intensifico tu entrenamiento y a aquello le sumó el componente que empezaría una división en tu personalidad.
—Ichimatsu, tengo un regalo para ti~ —Canturreo llegando desde el otro lado de la habitación, habías sido llamado desde temprano asi que ahora estabas sentado frente al espejo vistiendo solamente una camisa escarlata, perteneciente al jefe. Habia marcas rojizas y moradas visibles por tu cuello y hombros y la mirada que te regresaba el espejo habia dejado de tener luz alguna desde hace un tiempo.
Una muñeca era lo que parecía regresarte la mirada.
—¿No tienes curiosidad? —Pregunto posicionándose detrás de ti, viéndote atraves del espejo. —Es un collar, uno muy especial.
Abrió la caja y tomo el ya mencionado collar, era grueso, de color rojo y no se veía como algún collar que hubieses visto antes, Osomatsu lo coloco al rededor de tu cuello manteniendo lo ajustado y pegado a tu piel, cuando lo cerró por completo casi te parecía que te dificultaba un poco el respirar. Habia un aro metálico en la parte del frente y no sabias cual era su función (Tal vez hacer ruido cuando te movieras).
—Te queda perfecto, mi hermoso perro. —Susurro a tu oído antes de besar tu mejilla de manera "cariñosa". —Vístete, vamos a salir.
Obedeciste y en menos de dos minutos estabas listo para salir, Osomatsu entonces te mostró la utilidad del aro de metal en el collar cuando engancho una correa en ella y soltó una carcajada, genuinamente divertido de tratarte como un perro.
Conocías el lugar a donde te llevó, era cerca del lugar donde te habías encontrado con el la primera vez. Cerca de ese solitario y sucio callejón donde habías sellado tu pacto con el demonio.
Si habia algo que siempre te habia causado problemas (y hasta ahora aun seguía haciéndolo) era tu curiosidad, tu deseo de saber y conocer más de lo que estaba pasando, esta vez no fue la excepción, tu curiosidad te llevo a explorar el lugar al que te habia llevado, casi no lo reconociste porque estaba destrozado, pero no te fue difícil reconocer al hombre que tenían amarrado y de rodillas a la mitad del local.
Miraste a Osomatsu con una mueca de duda en el rostro y este asintió despacio, divertido.
—Creo que es hora de tu iniciación. ¿Que mejor que empezar con el hombre que te llevó hacia mi? —El mafioso froto tus hombros, un gesto parecido al de tu hermana cuando quería animarte a hacer algo. —Mátalo.
—Por favor... —Susurraste sin apartar la mirada del asustado hombre, Osomatsu soltó un gruñido antes de enseñarte que aquel collar no era solo "estético". Cuando presiono el botón del pequeño control una descarga eléctrica atravesó todo tu cuerpo, temblaste y te retorciste de dolor, si estabas gritando no podías saberlo ya que tus oídos sumbaban mientras tu cerebro mandaba señales de alerta a todo tu cuerpo.
—Cuando cumplas la orden, dejaras de sentir dolor. —Te ofreció un cuchillo y una pistola.
Para cuando dejaste de sentir dolor tus manos estaban entumidas y rojas, el hombre yacía muerto en el suelo con los intestinos desparramándose fuera de su barriga, lo habías apuñalado tantas veces por todo el cuerpo que su cabeza estaba casi cercenada y por un segundo te sentiste aliviado y bien, aunque fue solo un momento antes de que te derrumbaras en lagrimas y lamentos, sintiéndote un monstruo, una basura...Un desconocido.
Pero aquel asesinato era solamente el principio...
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Osomatsu lo notó, era obvio que lo haría cuando pasaba tiempo contigo, aquellos asesinatos te habían roto de una manera que parecía irreparable, pero el mafioso tenia esa retorcida creencia de que, cuando algo se rompía se podía crear otra cosa con los pedazos.
En ese momento no sabias que estaba siguiendo los protocolos de Tougou, que estaba retorciéndote como lo habían hecho con él, que te estaba entrenando para que sintieras dolor si no cumplías sus ordenes y lo habia hecho tan bien que, aun sin estar encendido, el collar te provocaba dolor cuando lo decepcionabas. Estaba todo en tu mente.
No todo eran maltratos, aquella manipulación a tu personalidad y tu ser tenia dos partes, una era los castigos, la violencia, las ordenes y por otra parte estaban los suaves toques, las cálidas sonrisas y las muestras de afecto (verdaderas o simuladas, no lo sabias) eran aquellos momentos en los que esa amabilidad era todo lo que recibías que te encontraste deseándola, en ese tiempo muy iluso creíste estar enamorado de Osomatsu y que él te correspondía.
Nada más alejado de la realidad, aquello no era "hacer el amor" aquello eran violaciones, un adulto sometiendo a un niño para castigarle después de que no pudo matar a alguien.
Aquella vez fue especialmente violento, suprimiste la mayor parte de las cosas porque no te pasaron a ti, era difícil de explicar pero en términos fáciles, esa noche habia nacido el otro "Tú".
—Deja de verme de esa manera. —Gruño Osomatsu, asentando un golpe en tu mejilla. —¿Cuanta veces planeas hacerme quedar mal? ¿Eh?
—L-lo sien...to... —Ni siquiera eras capaz de verlo, tenias miedo, vergüenza y asco. Hace mucho que él no se metía a la fuerza en ti, lo sentías en las entrañas y era desagradable.
—¡Deja de disculparte! ¡Eres una basura! —Un golpe en tu rostro. —¡Eres un desperdicio de tiempo. —Otro golpe. —¡Eres un desperdicio de espacio! —Otro golpe más, la sangre de tu nariz te ahoga. —¡Eres un jodido inútil! —Otro golpe más y luego sus manos apretando tu delgado cuello. —¡Estúpido perro! ¿de que sirve un jodido matón que no puede matar? ¡Muérete! ¡Muérete inútil!
Con sus manos en tu cuello casi logra matarte, pero se retracta y se muestra asustado cuando ve tu cara hinchada, a penas puedes vero un poco.
—¡Oh no, ¿quien te hizo esto?! No me veas asi... Por favor no, con esos ojos de demonio. —Se cubre el rostro y llora desconsolado.— Tú...tú...tú... Dios ¡Lo siento! ¡No me veas asi, no lo hagas! —Escuchas su respiración agitada y se aleja de ti para volver después poniendo algo sobre tu cara. —Mira, mucho mejor. Ya no eres tu, Ichimatsu. Ahora eres kabuki y kabuki es un asesino. ¿verdad?
Después de eso no recuerdas nada, especialmente cuando llevabas la mascara. Ese no eras tú.
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—Vaya, que hermoso espécimen. —Un hombre gordo y feo fumaba un grueso puro mientras veía al niño frente a él. No era secreto para nadie que a ese hombre le gustaban los niños, especialmente los de piel blanca y cabello negro, justo como ese hermoso niño que Osomatsu le habia enviado como muestra de paz.
Aquel hombre habia llegado hace algunos años y le habia quitado parte del terreno de Osomatsu enfrente de sus narices, era un verdadero problema perder territorio no solo a manos de su hermano, sino también de ese asqueroso capo norteamericano. Los enfrentamientos entre ambos bandos habia terminado con Osomatsu en desventaja, asi que una tregua parecía una buena idea, aliarse para destronar a Karamatsu.
Entonces allí estaba Osomatsu, cenando con su rival, ofreciendo a su perro como regalo de amistad. Con una peluca larga, un vestido blanco y la mirada perdida permaneciste frente al hombre que sin reparo se aseguro de que fueses un niño (no le gustaban las niñas) y después te acomodaba sobre sus piernas restregando su erección contra tu trasero.
Tu ojo violeta miro fijo a la mirada escarlata frente a ti, después de la ultima golpiza tu ojo seguía cubierto por un grueso vendaje y te dificultaba un poco hacer las cosas, aun asi Osomatsu creía firmemente que estabas más que listo para esa misión.
—Me retiro, te dejare para que te diviertas. —Osomatsu se puso de pie, sus hombres lo siguieron, pero antes de irse se acerco poniendo la mascara sobre tu rostro. El hombre a tus espaldas rió y agradeció que la muñeca viniera con accesorios. Osomatsu también se rió antes de irse. A penas quedaron a solas el asqueroso hombre te puso contra la mesa, un grave error dejarte cerca de un tenedor.
Segundos bastaron para que clavaras el tenedor en su ojo, él retrocedió gritando de dolor y tú aprovechaste para girarte, colgarte de su espalda y rebanar su cuello justo a tiempo para que esta salpicara a sus hombres. Aquella distracción de solo segundos te sirvió, ellos dispararon contra el cuerpo de jefe mientras te escabullías hacia ellos abriendo el estomago de uno y disparandole con su misma arma a otro. El bullicio duro a penas minutos y fuiste el único que quedo de pie, empapado en sangre.
Esa noche hubo reportes a la policía, sobre un niño de no más de 10 años que estaba cubierto de sangre y llevaba puesta una mascara de gato, pero lo más atemorizarte del reporte era lo que llevaba arrastrando consigo, la cabeza cercenada del dueño de la policía.
La cabeza cayó sobre el piso frente a Osomatsu y este rio a carcajadas.
—Cuando dije "quiero la cabeza de ese tipo" no pensé que de verdad la iba a servicial, como siempre kabuki. Límpiate antes de despertar a Ichimatsu ¿si?
Y fue asi como comenzó la leyenda urbana del asesino de la mascara kabuki, Osomatsu habia desarrollado en ti una especie de comandos, dándote ordenes que no podías negarte a cumplir (aun si no te gustaba eso), descubriendo algo que era solo para su diversión, pues cuando te daba una orden y te quitaba el collar después eras libre de cumplirla o no.
Pero, una vez que tenias de nuevo el collar en tu cuello tenias que cumplir la ultima orden que Osomatsu te habia dado. Y lo hacías de forma inconsciente, puntual y sin fallos. Te ordeno matar al jefe de sus hombres (que ya no era el señor Yowai) con tus propias manos, después de quito el collar y decidiste desobedecer. El hombre te golpeo en defensa propia, pero nada más, con el paso de los días te unió a su equipo y te enseño algunas cosas, casi se podía considerar que se hicieron cercanos, casi amigos, pero cuando esto paso Osomatsu te puso el collar de nuevo y lo próximo que sabias era que tenias el puesto de jefe gracias a que habías matado al jefe anterior.
Aquella banda roja en tu brazo te hacia recordar todos los días que eras solo una maquina de matar para Osomatsu, que todo lo que habías sentido por él no era nada más que basura. Cuando caíste en cuenta que lo que te hacia no era nada cercano al amor, te sentiste aun más atrapado en las garras del demonio.
Por ese tiempo Totoko te veía recelosa, cualquier acción que realizaras ella la seguía de cerca. Ella te odiaba, te lo habia dicho directamente, pero las razones para hacerlo te parecían disparatadas.
—¿Acaso te crees mejor que yo? —Te grito mientras regresabas a tu habitación después de haber pasado la noche con Osomatsu, tu mirada cansada le dedico a penas unos segundos antes de seguir tu camino. —¡Te estoy hablando!
—...
—¡Maldito! —Fue a plantarse frente a ti, mirándote desde arriba, habia crecido más que tú, lo atribuías a tu mala alimentación. —¿Por qué tienes que ser tú el favorito de Osomatsu-sama? ¿Qué tienes de especial?
—Totoko... estas haciendo una cara horrible. —Susurraste, pues esas lagrimas de cocodrilo ya no te conmovían, ella se enfureció y te dio una fuerte cachetada.
—¿Qué mierda dices, basura? ¡Te crees tanto solo porque eres el favorito de Osomatsu-sama! ¡¿Sabes lo que he hecho para que me preste atención?! ¡Mate a mi propio padre por él! Y aun asi, él no me ha llevado ni una vez a su habitación. Y tú, vas por allí mostrando las marcas que deja en ti!
—Totoko... —Te encogiste de hombros ocultando las mordidas en tu cuello. —¿Estas loca? Si él te hiciera las mismas cosas que me hace ¡No sobrevivirías! No se sienten bien, duelen, es asqueroso ¡¿por qué envidias algo asi?! —Iracunda la castaña se lanzo contra ti, estabas adolorido y débil, asi que fue difícil resistir. En segundos estaba sobre ti, apretando con fuerza tu cuello.
—Eso dices porque te revuelcas con él a todas horas, todo mundo sabe que eres su puta. Pero yo, a diferencia de ti yo lo amo. Yo podría ser una buena amante, una buena esposa, una buena madre para sus hijos. ¿Acaso no lo ves? Tengo toda la belleza y porte que necesita la dueña de la mafia. —Totoko se señalo, una sonrisa ladina dibujándose en sus labios. Allí sus verdaderas intenciones, ella no amaba a Osomatsu, amaba lo que representaba, todo el dinero y poder que podía obtener del mafioso.
Ella te daba mucha lastima.
—Aun con todo el dinero de Osomatsu, no valdría la pena estar con él.
—Eso lo dices porque, como ya dije, eres su puta. El te dará lo que quieras sin dudarlo (mentira). Si tanto lo odias ¿porque no te vas? ¿Es por este maldito collar? ¡Si no quieres nada de él entonces me lo quedare! —y dicho esto arranco el collar con fuerza, casi ahogándote en el proceso.
Te quedaste congelado unos segundos, antes de sentir la imperiosa necesidad de salir corriendo. Arrojaste lejos a la castaña y corriste, algunos hombres te vieron salir, pero al estar acostumbrados a que siempre volvías no intentaron detenerte.
Corriste y corriste, incluso cuando no tenias zapatos y tus pies se lastimaron no te detuviste.
En el camino chocaste con un elegante hombre de ojos azules al cual no le prestaste demasiada atención en ese momento (se trataba de Karamatsu, lo sabias ahora que recordabas todo aquello) después te encontraste con Atsushi y él cuido de ti por un tiempo hasta que Osmatsu volvió a encontrarte y te llevo de regreso.
Te marco su nombre en la espalda, señal de que eras de su propiedad, te puso el collar de regreso y te ordenó no matar a ninguno de sus hombres, esa orden te dejo indefenso para que ellos hicieran lo que quisieran contigo, no pudiste defenderte, ni a Homura...
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Cuando abriste los ojos te encontraste con la mirada escarlata de Osomatsu viéndote fijamente. Tenias el collar de nuevo, sentías que te ahogaba.
Te encontrabas sentado en lo que parecía ser una bodega abandonada, sientes algo seco sobre tu frente, seguramente sangre de cuando Osomatsu te golpeo.
Más allá del mafioso puedes ver a la castaña, Totoko esta despreocupada sentada sobre unas cajas de madera, jugando con una consola portátil.
—Hola, Ichimatsu. Tienes el collar de nuevo y sabes lo que significa.
¿Cual habia sido su ultima orden? "Maten a ese hijo de puta..."
—No... —Respondes con dificultad, es como si el collar cortara no solo tu respiración, sino también restringiera tus palabras.
—Lo sé, mi plan era mandarte con él, hacer que te ganaras su confianza y luego, ponerte el collar para que lo mataras. —Cruzo los dedos frente a su boca. Osomatsu tenia un aire pensativo, melancólico, uno que no habías visto nunca. Aunque desde el regreso de Tougou habías estado viendo expresiones en Osomatsu que nunca pensaste que verías. Él continuo hablando, en tono serio.—Pero las cosas han cambiado, te dejare olvidar la orden de matar a Karamatsu a cambio de que hagas algo por mi.
—Quitame el collar y lo haré.
—Oh, Ichimatsu. —Rió divertido. —Te lo he puesto justamente para que no puedas negarte. Esto es asi, o cumples mi nueva orden o cumples la ultima. Sabes que lo harás.
—¿A quien quieres que mate? —Preguntaste sin dudar, si te hacia elegir entre alguien más o Karamatsu siempre elegirías salvar a Karamatsu.
—No, por increíble que parezca... esta vez no quiero que mates a alguien. Quiero que salves a alguien por mi.
La respuesta de Osomatsu te dejó perplejo, era la primera vez que te pedía no matar a alguien, lo seguiste con la mirada mientras con dificultad se levantaba apoyándose en el bastón.
—¿Qué te paso?
—¿Estas preocupado por mi? —no respondiste. —Me caí en una tumba abierta. Detalles más, detalles menos... —Volvió con una caja de madera que puso frente a ti. —Cuento contigo para salvarla.
Abriste la caja encontrando tu equipo de trabajo.
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Entrar al edificio fue una de las cosas más sencillas que habías hecho, los que se encontraban de guardias no tenían ni idea de que podías aparecerte por allí asi que fue fácil escabullirte y cortar sus cuellos.
El edificio en cuestión se trataba de uno lleno de oficinas, al parecer no eras el único que estaba entrando en ese momento, reconociste a los guardias como hombres de Osomatsu y al entrar las plantas bajas estaban llenos de hombres de Aku, suponías que ahora todos estaban bajo las ordenes de Tougou, pues según lo que sabias Osomatsu habia perdido su poder contra su victimario. Además, ya que se trataba de una operación dirigida por Tougou que alguien directamente relacionado con Osomatsu se apareciera para salvar a su objetivo solo le traería más problemas al mafioso escarlata.
Era por eso que te habia contactado, porque Kabuki era letal y preciso, Ademas se estaba quedando sin opciones.
Ahora solo tenia algunos fieles trabajadores y Totoko, su nueva y letal guardaespaldas. No por nada ella era la dueña de la banda roja que te habia pertenecido, y a su padre antes de ti. Aunque pareciera desinteresada en todo (excepto en el dinero) ella era una femme fatale.
Lograste infiltrarte hasta los pisos superiores, habias planeado una ruta de escape a un lado del edificio, donde podías saltar con facilidad hacia el techo del edificio aledaño y bajar por una gran montaña de hielo que se habia formado por las recientes nevadas.
Corriste atraves del pasillo, disparando a los focos, dejando todo en oscuridad y matando a todo el que estuviera a tu paso, los confundidos hombres a penas sabían lo que estaba pasando, tu cuchillo estaba teñido de rojo, al igual que la mascara, tus ojos fríos y la sangre les daban a los pobres desafortunados una ultima visión escarlata y violeta, antes de que murieran a tus manos
—¡Es el asesino de la mascara de kabuki! —Grito uno de ellos, por fin reconociéndote. Los disparos no se hicieron de esperar, corriste y te escabulliste bajo las mesas, detrás de las paredes de concreto. Entrando por los ductos de ventilación te moviste por el techo, cayendo detrás de la aglomeración de asustados hombres.
Disparos, el olor de pólvora a penas era perceptible con la mascara, pero aun asi el olor de la sangre era más fuerte. Utilizaste tu arma con silenciador para matar al ultimo hombre en ese piso y tomaste un largo respiro, entonces de pronto el filo de una espada se clavo peligrosamente cerca de tu rostro atrapándote entre la pared y el atacante, a penas lograste esquivarlo y la mascara se rompió un poco.
Con gran habilidad giraste el cuchillo mariposa en tu mano y apuntaste al cuello de quien te habia atacado, el filo quedo a centímetros de su cuello. Te quedaste con los ojos bien abiertos, una mirada azul te veía con sorpresa. Cuando parte de tu mascara cayó al suelo una enorme sonrisa se dibujó en los labios contrarios.
—Ichimatsu.
—K-Karako... —Habias encontrado a la prometida de tu hermana en el peor lugar. —Viste el filo de la espalda alejarse de ti antes de sentir los brazos de la americana envolverte en un abrazo.
—¡No sabes que feliz me hace verte! Tú, viniste a salvar a Minnie ¿verdad? —No te dejo responder cuando ya habia tomado tu mano arrastrándote por el pasillo lleno de sangre. —Claro que eres tú, ¿Quien mas?
Escucharon los pasos subir por las escaleras, asi que se apresuraron. Te llevó hasta un piso superior donde otras chicas esperaban.
—¡Karako, ¿A donde fuiste?! —La regaño una chica de lentes y cabello negro. —Voy a hacer volar la dinamita y... ¿Quien es él?
—Vino a salvar a Minnie. Allá. —Señalo a una chica castaña que estaba acompañada de otra morena. — Tómala y váyanse. Nosotras los detendremos.
—¿Qué? E-espera, no puedo irme sin ti... Si algo te pasa...Ichiko no. —La tomaste del brazo, Karako te dedico una sonrisa amorosa. —¿Con quien crees que estas hablando? Se cuidarme sola, créeme. Voy a volver, lo prometo. —Dijo estirando su dedo meñique hacia ti, creías que aquello era una niñería, pero aun asi hiciste la promesa. Porque Karako se veía tan genial y tan confiada que no pudiste dudar de ella.
—Ya vienen. —Advirtió la chica de gafas.
—Váyanse. —Te ordenó Karako, entonces fuiste hacia la castaña que estaba cargando algunas armas y cubriendo luego a la otra chica con una capa con capucha. La conocías, era Osoko.
—Te la encargo. —Dijo dedicándote un guiño coqueto antes de ir hacia la puerta, entonces Minnie. Miraste a la morena unos segundos antes de tomarla de la mano.
—Vamos.
Nunca te habías escapado con una persona, era algo verdaderamente molesto ir a su paso. Los disparos se escuchaban tras ustedes y no sabias cuanto tiempo pasaría antes de que llegaran los refuerzos. Para colmo Minnie no parecía querer cooperar, caminaba despacio y quejándose de que eras un salvaje.
Chillando porque lastimabas su muñeca de tan fuerte que le sujetabas, quizás aquello ultimo era verdad ya que pudiste sentir las profundas marcas en sus muñecas y las heridas solían doler en días de frió, fue un alivio llegar al punto de escape, matando solo a dos hombres que se atravesaron en su camino.
Cerraste la puerta arrojando a Minnie dentro de la habitación.
—Estúpido salvaje. —Gruño.
—Si, me lo han dicho. —Caminaste hacia la ventana calculando con que fuerza debías lanzar a Minnie para que llegara al otro edificio. —Por favor, proteja su cara y ruede.
—¿Qué?¿Por que haría esoooo?! —Grito y rodó demasiado, pero por suerte llegó, te lanzaste después cayendo de manera impecable. Minnie se quejaba de tener algo roto por tu culpa y ya que no parecía poder levantarse le ofreciste tu mano.
Entonces cuando le viste de cerca, con la luz del exterior te quedaste en shock, conocías ese rostro.
—Ka... —No, definitivamente no. Entonces ¿podría ser? —¿Choromatsu?
Los ojos esmeralda te observaron horrorizado, se apresuro a ponerse la peluca de nuevo pero ya no habia forma de engañarte.
Minnie era Choromatsu.
¿Acaso alguien de los que creías muertos estaba de hecho muerto?
#Han pasado 84 años
#Ya imaginaba lo de Minnie
#¿Acaso alguien si esta muerto en esta historia?
XD espero que les guste.
Saludos.