GUERRA

By: K.G.Á.É.

La guerra afecta a cada persona de distintas formas. Pero, por la felicidad del otro, bien vale la pena librar otra… InahoxSlaine. SlainexInaho.

Advertencia: Nadie está en su sano juicio.

Aldnoah Zero no me pertenece.

GUERRA

La guerra afecta a cada persona de distintas formas. Todos buscan la mejor manera de sobrellevar las muertes que vivieron, y el hecho de haber sobrevivido.

Y él se aferró a su trabajo, hasta un punto donde su deber lo era todo.

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Slaine Troyard fue puesto bajo supervisión de Inaho Kaizuka, el estratega, aquel quien de alguna u otra forma terminaba por salirse con la suya.

El tiempo que pasó con el prisionero era suficiente, debía dejar la labor a alguien más. Slaine Troyard no era una amenaza con la que no pudieran lidiar en el futuro. No obstante, ellos olvidaron que: cumplir con un deber, puede ser lo único que mantiene la sanidad de algunos.

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—Troyard ¿Cómo has estado?—

Preguntó Inaho al rubio frente a él, éste desvía por un momento la mirada hacia arriba. Entonces cierra sus ojos, y al abrirlos responde con una ligera sonrisa.

—Estoy bien—

El castaño asiente. Correspondiendo la sonrisa. Pero, esa sonrisa desaparece casi de inmediato.

—Troyard ¿Qué está mal? ¿Alguien te ha hecho algo? Dime y me haré cargo de…—respondió serio, con una mirada nublada por el deber.

—Estoy bien. Sólo… pensaba que has hecho un buen trabajo—

El castaño se sorprende por las palabras del otro, y agrega:

—Yo haré lo que esté a mi alcance. Sí, yo…—

—Lo sé. Inaho—

Sus pensamientos son interrumpidos de nuevo. La forma en la cual, el de ojos turquesa, dice su nombre le complace.

—Estoy feliz de tenerte aquí. ¿Te quedarás hoy también?—pregunta al castaño.

—Lo haré—asiente.

—Es bueno saberlo—sonríe, aliviado.

—Iré a informar de mi permanencia—el castaño se levanta, entonces, dudando de dejarle sólo.

—Esperaré—afirma Slaine, sin duda en su voz; conociendo sus pensamientos.

El castaño sale y se dirige a una habitación con un transmisor. Presiona un botón, encendiendo la radio. Recibiendo, luego de su petición, una respuesta afirmativa.

Cierra los canales de comunicación de nuevo, y regresa. No hay guardias en los pasillos, pero eso es lo de menos. Troyard está esperándole.

Cuando regresa, su mente grita alarmada. ¡Alguien más está con Slaine!

El largo y oscuro cabello de esa persona se mece conforme se gira a él.

— ¡Naho-kun!—una cantarina voz golpea su consciencia.

—Yuki-nee—reconoce— ¿Qué haces aquí?—

—Pensé que estarías aquí. Él dijo que regresarías, así que decidí esperar—

—Él está en lo correcto. Porque es mi deber—responde, viendo en dirección a Slaine; enfocándolo sólo a él, sin notar como la sonrisa de su hermana se distorsiona en una mueca por un instante.

—Traje algunos víveres. ¿Quizá puedas cocinar algo para todos?—cambia de tema.

— ¿Tortilla o huevos revueltos? ¿Qué prefieres, Troyard?—

—Creo que tortilla—

—Desafortunadamente, serán huevos revueltos—

—Tu sentido del humor es malo ¿Lo sabías?—Slaine respondió con fingida molestia.

—Por ahora iré a preparar la comida. Yuki-nee vendrá conmigo—

— ¡Por supuesto!—

Cuando la puerta se cierra, no pasa mucho para que otro rubio de ojos azules vuelva a abrirla.

—Vamos—su tono es inusualmente serio, tratándose de él.

Slaine se levanta y comienza a caminar a lado suyo hasta el centro de cámaras de seguridad, donde una rubia de coletas y ojos verdes les recibe.

—Buen trabajo. Calm. Slaine—dice desde su posición, con sus brazos alrededor del cuello de una pelirroja, quien apenas les dirige una mirada. Ocupada con reproducir la conversación de momentos atrás. Sin perder de vista la proyección en vivo desde la cocina.

—Gracias, Rayet-chan—responde un hombre mayor en bata blanca, analizando la reproducción.

— ¿Cómo luce, Yagarai-sensei?—pregunta quien lleva el ropaje azul de reo.

—Diría que su estado se mantiene. Aunque, presiento que comenzará a sospechar—

— ¡Rayos! Esto realmente enfurece. ¿Realmente es todo lo que podemos hacer?—responde Calm con frustración.

La expresión de Nina se vuelve melancólica mientras observa su alrededor. Nunca esperó volver a estar a bordo del Deucalion; mucho menos por una situación como esa.

—Lamento interrumpir, pero Yuki-san acaba de dar la señal. Slaine debe regresar a su posición—Rayet presiona un botón para que la cámara en la cocina se mueva, informando que están enterados.

Un golpe al muro es necesario para que Calm pueda tranquilizarse, respirando profundamente, antes de encaminarse de nuevo a la improvisada sala de interrogación, dónde Inaho regresará para ver a Slaine.

—Slaine—el de ojos azules le llama desde la puerta, sin entusiasmo por regresar el camino recorrido.

Una última mirada por parte de Slaine a la cámara donde Yuki trata de ganarles tiempo, haciendo un pequeño despliegue de torpeza que saca otra sonrisa al castaño, quien es ajeno de su acto, sólo incrementa la tristeza en los ojos de Nina, quien los ve marchar.

—A veces, me gustaría saber por qué Slaine continúa está farsa. Es triste que a pesar de haber dejado la prisión, deba seguir usando esas ropas—menciona la rubia, estando ahora en buenos términos con el joven de ojos turquesa.

—Quizá su cabeza está igual de mal que la de Inaho—responde Rayet, queriendo animarla un poco.

Nina, quien sabe que su comentario no pretendía ser hiriente, le sonríe. Limpiando unas lágrimas que se formaban en sus ojos ante el pensamiento de que todos allí están mintiendo a su amigo. Y que además ninguno de ellos podía decirle a Inko en qué habían estado ocupados últimamente; porque si ella supiera, seguramente, sería devastador para su bienestar.

—Por su parte, Marito-tai y la comandante Magbaredge se han esforzado para hacer posible que no se repita lo sucedido. Además, es probable que Slaine-kun entienda que su presencia es fundamental para la estabilidad de Inaho-kun. Y, en lo personal, creo que el hecho de ser necesitado le afecta a él de manera positiva, al menos por ahora—

Luego de una risilla ahogada, Rayet agrega al comentario del doctor:

—Es irónico que: esos dos quienes trataron de matarse mutuamente durante la guerra, ahora se necesiten para seguir viviendo. Supongo, que la guerra realmente hecha a perder a las personas—

—Tal como dices, la guerra siempre dejará estragos a su paso—es la conclusión de Yagarai-sensei, quien se prepara para buscar cuáles palabras son el disparador a la locura del castaño.

Nina cree que ni ellos son inmunes a tales estragos. Pues de ser así, no estarían bien con ser parte de la tripulación de una nave con asesinos a bordo.

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Yuki puede recordar a la perfección cómo su hermanito se había mantenido silencioso, en la reunión en que aquellos a cargo del secreto de Slaine se encontraban, luego de decidir relevarlo de su cargo de custodio de Slaine Troyard. Donde no había espacio para discusiones, porque era una decisión ya hecha.

La siguiente reunión bebía ser una donde la nueva persona a cargo le sería presentada; y porque para los altos mandos sería divertido ver la expresión de Troyard, al ser consiente que ninguno de los dos tenía poder, aun estando bajo un pedido directo de la Emperatriz de Vers, harían una excepción y le dejarían asistir.

Y, de nuevo, su presencia había bastado para dañar a su hermanito.

Yuki es incapaz de perdonarlo. Pero ha sido dejada sin opción. No le queda más que convivir con ese muchacho.

En su mente los eventos aún no se borran.

Con horror, los presentes aquel día comprobaron que poner piloto automático en el Deucalion había sido un error. Sobre todo porque la única persona capaz de mantenerlo activo, había sido subestimada por todos. Los escombros que caían luego de que Deucalion se estrellara en el cuarto donde la reunión se llevaba a cabo, terminó con aquellos que ególatras pensaron tener poder.

Yuki recuerda el arma de su hermano apuntando en dirección a Marito-tai, quien estaba a cargo de la guardia de Slaine ese día.

Recuerda que el sorprendido capitán bajó su arma, levantando las manos, alejándose lentamente. Y que de no ser por la voz del rubio, la comandante Magbaredge, quien había entrado pasándola a ella (quien hubiera quedado paralizada como mera espectadora), tampoco estaría con vida.

Naho había disparado con tiro certero a la mano de la castaña, logrando que su arma cayera de su mano. Las palabras no parecían alcanzarlo. No. Hasta que Troyard habló.

— ¡Kaizuka!—

—Slaine Troyard, es mi responsabilidad ver por ti—

—Así es. Ya lo has dejado en claro, por qué no bajas el arma—

—No aún—respondió, reaccionando al intento de Marito-tai por agarrar el arma de la comandante. Apuntándole al hombre de nuevo, luego de disparar al suelo cercano a él para detener su movimiento.

— ¡Orange! Si tú disparas ahora, haré lo mismo—pero el rubio se apuntaba a sí mismo con el arma que Marito-tai dejara en el suelo.

—No lo harás—

— ¿Quieres comprobarlo?—

—Ese es el por qué no puedo dejarte en manos de alguien más—mencionó el castaño, sin dejar de apuntar al capitán.

—Si muero aquí, incluso serás incapaz de ver por mí—

Inaho comenzó a bajar su arma, al mismo tiempo que la de Slaine salió volando de pronto.

En ese momento Calm había sido el más cercano al lugar, y el primero en llegar a ver lo que sucedía.

Cuando Slaine cayó sangrando, su hermanito corrió en su ayuda.

Esa pudo ser la oportunidad de disparar de Marito-tai, quien a pesar de obtener el arma de la comandante, no pudo hacerlo. Porque no dispararía de nuevo a un compañero. Y Calm tampoco lo hizo, porque seguía confundido con la situación.

Cuando ella vio a Naho caer inconsciente por un golpe de parte de Slaine, en apenas un instante de distracción por parte de su hermano, fue su turno de perder la cabeza.

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