Reto de ayumi-nightbeauty

Pairing: Taichi/Mimi/Koushirou. Taimishiro

Género: Romance y más.

Advertencia: Es rating M y contiene una relación poliamorosa. Este capítulo contiene insinuaciones eróticas entre tres personas, por favor, si eres de mente sensible y estos temas te incomodan, no leas.


Tres Tercios

Por CieloCriss

3/3: tres tercios

Taichi-san tiene los labios gruesos y, cuando besa, su lengua encalambra. Eso estás pensando, Koushiro, por eso te pones rojo. No es que quieras tener eso en tu pizarra mental: simplemente son imágenes que te poseen.

Debe ser difícil ser tú, se te dificulta mentir y, cuando te abochornas, te pones colorado sin poder evitarlo. Por más serio que parezcas, hay ciertos asuntos en los que eres muy vulnerable a pesar de que eres adulto.

Ayer, o más bien en la madrugada, dormiste con Mimi-san y Taichi-san. Los tres juntos compartieron fluidos, los tres se compenetraron. No tienes idea de cómo fue que las cosas terminaron así, pero recuerdas muy bien los estremecimientos.

La sensación de tocar los pechos de Mimi-san al desvestirla, la desesperación de no poder quitarle el vestido y terminar rompiendo el zipper, los espasmos de los breves toques que tuviste con Taichi. Las sonrisas de los dos derritiéndote, invitándote a algo prohibido.

Sacudes la cabeza una y otra vez. Taichi-san, que está a tu lado, se ríe.

—¿Estás pensando en lo que hicimos, Koushiro? —pregunta con malicia, tú te quedas callado, suspiras, quieres desaparecer de la escena del crimen, pero sabes que no es viable: ya te has declarado culpable.

Tu cuerpo ya no desborda pasión, como horas antes. La luz del sol delinea la ventana y te causa vacío. No es remordimiento, sino vacío. Cuando despertaste, lo primero que viste fue Mimi huyendo de la habitación donde habían sido tercios.

Ahora, aunque Taichi y tú estén en ese cuarto, ni siquiera son mitades.

Has terminado de vestirte. No sabes por qué, pero sientes que estás oxidado, como el hombre de hojalata… te sientes incapaz de moverte, te sientes incapaz de pensar con claridad en lo que ha pasado y en lo que va a pasar.

Taichi-san te ha dicho que tienen que buscar a la princesa. No obstante, tú nunca has sido suficientemente valiente, Koushiro. A ti te apetece más irte a casa, darte una ducha larga y meterte al mundo de la computadora para olvidar lo que ha sucedido en el mundo real.

Pero no. Un trío con tus mejores amigos no se olvida fácilmente. Ese recuerdo es como el ancla de un barco, eso lo sabes muy bien.

Desde siempre habías querido espiar debajo del vestido de Mimi. Siempre habías queridos lamerle los senos y humedecer tus dedos en su entrepierna. Siempre habías querido que ella te montara con fuerza y que sus largos cabellos te rozaran la piel.

—Vamos, no tenemos todo el día —como estás paralizado Taichi te agarra del brazo y te jala fuera de la habitación del hotel, para que camines tras él —. Tengo una resaca notable, entre más pronto encontremos a Mimi, más rápido iremos a comer algo.

Te recorre un escalofrío cuando él te toca, pero te quedas callado. No, Koushiro, no. No es la primera vez que Taichi-san te toma del brazo. Esa costumbre la tienen desde que eran niños… como eras lento, Yagami solía agarrarte de la mano en el Digimundo para obligarte a correr más rápido…

Esas manos gruesas, que de niño te salvaron de ser asesinado por monstruos, ahora te causan espasmos porque recuerdas la noche pasada.

Qué situación tan fuera de orden, piensas.

—No sabemos dónde está Mimi-san —comentas, triste. Si Tachikawa no hubiera salido corriendo, quizás la situación no sería tan difícil e incómoda, o quien sabe, quizás las cosas estarían peor.

—No lleva puestas ni las bragas ni sus zapatos de tacón —dice Taichi-san —. No creo que haya llegado muy lejos… por sentido común, debe estar escondida en los baños del Lobby.

—Pero estamos hablando de Mimi-san, con ella todo puede ser posible —te quejas.

—Con lo duro que le dimos anoche debe estar muy cansada, créeme, no llegó lejos.

Te sueltas de Taichi y le miras estupefacto, es demasiado directo. Con descaro, él encoge los hombros.

—¿He dicho alguna mentira? —juega.

—… —. No le respondes. No tienes idea de cómo reaccionar… tu cabeza parece haber perdido todas las neuronas.

No, Koushiro, no. Quizás seas un genio, pero la inteligencia emocional no es tu hit.

—Mimi ahora es nuestra. Es tuya y es mía, ¿es algo tan difícil de entender?

—No es algo que debiera compartirse —resoplas al responderle. Te apena un poco sacar la vena moralista, sientes como si, por un momento, te hubieras convertido en Jou.

—Tú también eres mío, pero al mismo tiempo de ella —sigue diciendo Taichi-san, concentrado en su propio y bizarro razonamiento… te ha ignorado porque no le ha gustado lo que has dicho.

Y la verdad, Koushiro, a ti también te gustaría ignorar tu lado racional a veces. No es tan malo contar hasta tres, el número dos siempre se ha quedado corto.

Entran al elevador y Yagami pulsa el botón de planta baja. Es un hotel lujoso. Ayer en la tarde, ahí celebraron gustosos el enlace entre Yamato y Sora.

Parpadeas varias veces antes de darte cuenta de que, por más que te haya gustado la fiesta, nunca podría haber una ceremonia de boda para tres personas.

El software de una computadora puede actualizarse, te dice una parte de tu mente lejana a tu conciencia, ¿por qué las relaciones entre humanos no?

Es una pena ser como tú, Koushiro. Eres tibio y te mortificas. No has podido escabullirte como Mimi-san, no has podido encarar las cosas como Taichi-san. Tú estás en medio de los dos, con el pensamiento truncado y el corazón clonándose para amar a dos personas.

—Ah, qué calor —Tai se remueve la corbata recién atada. Ha sido el padrino del novio, su traje es especialmente elegante.

Las puertas del ascensor se abren y caminan directo al lobby. Te las arreglas para seguir a Taichi, quien siempre parece ir a un paso adelante tuyo. El recepcionista es un hombre canoso, serio. Sientes la mirada de ese extraño y te sientes expuesto, pero no hay manera de que él sepa que Taichi y tú compartieron cama con alguien más…Koushiro, te lo advierto: ¡deja de ser tan atormentado!

—Quiero rentar la habitación una noche más —comenta fortuitamente Taichi, en lugar de regresar la llave.

—Entiendo —dice el recepcionista, ingresando los datos al sistema.

Tú te sonrojas y Taichi te guiña el ojo. En el fondo te molestas un poco, porque no te gusta la manera en como lo dice.

—Otra cosa, ¿ha pasado por aquí una mujer muy guapa, pero hecha un desastre?

—¡Taichi-san!—reclamas.

El recepcionista alza la ceja y, para sorpresa tuya, señala la puerta que hay frente a él.

Only staff, dice ahí.

—Probablemente sea la señorita que se ha encerrado ahí, en los baños de los trabajadores y ha ocasionado problemas en el hotel.

Taichi echa a reír.

—Descuide, es sólo una princesa, lo que necesita son mimos —comenta Yagami y te vuelves a sonrojar, porque recuerdas haber mimado demasiado a Mimi la noche pasada.

El recepcionista frunce el ceño. Seguramente, piensas, carece del buen humor. O quizás tiene razón al decir que Mimi ha hecho un escándalo en el hotel. Pones tu mano en la barbilla. Tal vez son ambas opciones combinadas.

Koushiro, te relaja saber que Mimi aún está aquí… Para ser honestos, te causa terror imaginártela rechazándote, pero piensas que eso es mejor a no saber de ella por un largo tiempo.

Taichi-san camina directo a la puerta del staff, lo sigues. Cuando él toca, la puerta se abre de inmediato y, por el marco, la que se asoma no es Mimi, sino Sora Takenouchi.

—¡Sora! —dice Taichi, sorprendido.

—Sora-san…—sale de tus labios.

—¿No deberías estar tu suite matrimonial, a punto de partir hacia tu viaje de bodasl?... digo, si yo fuera tú, no me despegaría de mi marido —Taichi nuevamente hace una broma de mal gusto.

Sora pone mala cara.

—¿O eras tú la mujer a la que se refería el recepcionista?, ¿la mujer guapa hecha un desastre?

—¡Shhhhh! —ella silencia a su mejor amigo. Tú tratas de analizarla, pero a tu juicio, Sora-san no parece estar hecha un desastre. En el fondo, lo que la pelirroja desborda es felicidad por su pasado enlace.

—¿Qué fue lo que le hicieron a Mimi? —pregunta con incomodidad.

Sora cierra la puerta tras ella.

—¿Mimi está ahí?, ¿en los sanitarios del staff?

Sora asiente.

—Pero eso no fue lo que les pregunté —insiste.

Sientes vértigo cuando Sora pregunta. Te jorobas un poco, como si quisieras esconderte detrás de Taichi.

—Le hicimos muchas cosas —confiesa, molesto —. Si me narras tu luna de miel, te lo explico.

—¡Taichi, estúpido! —Sora suspira —, ¿tú no tienes nada qué decir, Koushiro?

Desvías la mirada, quieres pedirle disculpas, pero no entiendes muy bien el tono de esa conversación. A veces, piensas, no puedes enfrentar a Sora Takenouchi.

—Como sea… —ella se soba el entrecejo de manera ociosa —. Sólo arréglenlo, ¿quieren?

—Justo hemos venido a rescatar a la princesa, le hemos traído sus tacones y sus calzo… —por alguna razón que no entiendes, Taichi-san saca de su saco la lencería olvidada de Mimi. Al ver que tiene intenciones de mostrársela a Sora, empujas a Yagami lo más lejos que puedes y encaras, enrojecido, a la otra pelirroja del grupo.

—Lo lamento mucho, Sora-san —dices —. Te hemos causado molestias en tu luna de miel.

—… Nuestro avión sale en tres horas y no he terminado de hacer la maleta, es una suerte que Yamato esté ayudándome —ella ve que Taichi-san se ha estrellado contra la pared y sonríe —. Le he prestado ropa mía a Mimi porque estaba hecha un desastre, cuando me llamó por celular se oía muy mal…

—Lo siento…

Sora-san te desparrama el cabello.

—Koushiro, yo no voy a juzgarte —explica —. Mimi ni siquiera ha podido explicarme lo que pasó, pero creo que puedo darme una idea.

—¡Ah, sí!, yo podría explicártelo, Sora, pero a cambio quiero detalles de la luna de miel —vuelve a bromear Taichi-san.

Tu amiga, que ya es esposa de Yamato-san, le saca la lengua. A ti te mira con fijeza.

—Sólo no la hagan llorar —ordena. Justo le llega un mensaje por celular y se le hace ovillo la boca —. Maldición, tengo que darme prisa, Yamato esta vuelto loco.

—Sora-san, nos haremos cargo.

Cuando te escucha decir eso, Sora abre la puerta del only staff. A los dos les sonríe brevemente antes de desaparecer. Te parece que ella te da fuerzas, aunque probablemente sólo sea tu imaginación.

Durante breves segundos piensas en Sora-san y en Yamato-san, los visualizas tomando un vuelo rumbo a Moscú, donde van a comenzar a celebrar su luna de miel. Para ellos la vida es fácil, ellos son mitades… seguramente nunca serán tercios.

Por más irreal que parezca, ahora sólo puedes ver el mundo partido en tres.

—Mimi, princesa —se adelanta Taichi —. Somos Koushiro y yo; no grites, vamos a entrar.

Y escuchas el llanto de Mimi, con su voz picueca, confundida. Ese sonido te detiene otra vez… estás confundido, te tiembla el cuerpo, te quieres ir corriendo para meterte en una computadora, ¡esa es la solución, largarte al mundo asexual del Digimundo!

Pero Taichi no te lo permite. Él te toma la mano y te arrastra hasta Mimi. Te dice:

—Cuenta hasta tres y respira profundo.

Así lo haces. Antes de encarar a la Mimi de tus sonrojos haces la cuenta regresiva y, justo después, algo en ti empieza a repetirse…

.

.

.

Mimi se suena los mocos, puedes escuchar cómo repica su nariz.

Lleva un vestido amarillo que le prestó Sora y el cabello malhecho en una cola de caballo; parece mapache porque el rímel de las pestañas se le ha corrido en las ojeras. Aun así está hermosa, tú y Taichi-san lo saben, Koushiro.

Tachikawa tiene las mejillas teñidas de rosa. Sus sonrojos no son como los tuyos. Son mucho más suaves y evanescentes.

Los tres están en los baños del staff del hotel. No es un lugar amplio, sólo tiene dos cubículos con escusados y una barra con tres lavabos. Mimi-san está en el piso, se ha sentado sobre su vestido de fiesta, color magenta.

Miras fijamente el zipper destruido de la prenda y te rascas la frente al recordar que fue tu culpa que se rompiera. Taichi te guiña el ojo, pero no le comprendes, ¿por qué hace eso?... luego ves que se sienta junto a Mimi-san, quien deja salir una onomatopeya extraña, como de reclamo.

—Te he traído tu lencería y las zapatillas que has dejado en la habitación como si fueras una princesa en apuros —avisa, ves a tu amiga de la infancia hacer un puchero mientras le arrebata a Taichi-san sus bragas, tú te les quedas viendo, Koushiro —, aunque, piénsalo bien, Mimi-chan, a ti te va mejor que en los cuentos… después de todo, ¿acaso no fuimos dos príncipes muy complacientes?

La chica no responde, lleva puestos unos zapatos que no le vienen bien porque seguro son de Sora, por esa razón, después de esconder su ropa íntima en su bolsa, agarra los zapatos y se los calza.

—… la verdad —moquea Mimi, sonándose la nariz con papel higiénico —… la verdad es que no me acuerdo de nada, ¿no es algo horrible?

Entiendes que se refiere a la noche pasada. Tú sí te acuerdas, Koushiro, y Taichi-san también. Te acuerdas tanto que quisieras olvidarlo un poco, pero no puedes.

—Me lo imaginé. —Yagami dice con ternura.

Los miras desde arriba, ellos están sentados, Taichi-san le ha tomado la mano y eso ha hecho que te quedes aún más mudo. Koushiro, eres como una estatua, ahora mismo pareces parte de la decoración de interiores, ahora mismo sientes que no existes y que nunca habrá tres en lugar de dos.

—Me asusté al despertarme —confiesa Mimi-san —. Primero te olí a ti, Taichi, porque esa endemoniada colonia que usas es asfixiante…

—Lo tomo como un cumplido.

Sí, el aroma de Taichi-san es como el tabaco, se impregna en la ropa y no parece quitarse. Todavía hueles un poco a él, Koushiro, quizás hueles más a él que a ti mismo.

—Pero entonces vi a Koushiro… —agrega.

Te incomodas todavía más. Da la impresión de que quieres marcharte. Cuando Mimi te menciona, sientes que lo hace para excluirte, para dejarte fuera, para decir que lo arruinaste.

Las mitades son más funcionales. El desempeño sexual de los varones es una competencia constante… injusta. Sospechas que el poder hegemónico lo tiene Yagami, así debe de serlo, porque él es líder de nacimiento.

Te da te por pensar que sin ti, Mimi-san no habría salido huyendo de la habitación. Por eso mueves los pies, dispuesto a irte, pero inesperadamente Tachikawa se cuelga de una de tus piernas y se abraza a ti. Tus ojos negros se cristalizan y cuando miras hacia la chica, ella te dice, con intensidad:

—Te seduje, ¿verdad, Koushiro-kun? —pregunta —¿Te hemos pervertido un montón?

Ese comentario hace que hiervas, Koushiro. Eres débil, vulnerable. Tus mejillas parecen extensiones de tu cabello.

—¡Mimi-san! —es lo único que sueltas.

Taichi-san sonríe, y anexa:

—No es justo que no te acuerdes, Mimi, en realidad creo que fuiste quien lo más lo disfrutó.

—Ay, ¿de verdad?... pero si hubiera sido tan bueno, ¿no crees que lo recordaría al menos un poquito?

—No me importaría que lo repitiéramos —cuando Taichi-san dice eso no mira a la princesa de ese triángulo, te mira a ti, Koushiro —, a ustedes tampoco les importaría volver a probar, ¿o me equivoco?

Ni tú ni Mimi-san responden con palabras. Ah, pero sus caras lo dicen todo y, más bien, sus lenguas humedeciendo sus labios lo dicen todo.

—Koushiro mismo lo dijo hace rato —enfatiza Taichi-san —: somos tercios, tres tercios. Es una nueva modalidad de amor, sé que no me dirán que no.

Fin


¡Gracias por leer!, hasta aquí llegó esta historia. Me habría gustado seguirle, pero es mejor cerrar ciclos. Ha sido mi primera experiencia como escritora de lo poliamoroso, espero no los haya decepcionado mucho. Dejo un final abierto pero lleno de esperanza para quienes gusten del Taimishiro.

Ayumi, espero que este reto haya cumplido con las expectativas que tenías (al menos un poquito).

Agradezco a las personas que leyeron, para mí siempre es importante contar con el apoyo de los demás.