Advertencia: Yaoi, relación chico x chico.

Disclaimer: Los personajes de SNK no me pertenecen.

Cómo sobrevivir a un bastardo suicida.

Capítulo 14: Aniversario y recuerdos.

Jean regresó a casa más temprano que de costumbre y se escabulló silenciosamente, para no alertar a su novio sobre su llegada. Estaba feliz de su vida actual, le estaba yendo bien en su nuevo trabajo, tenía mucho mejor salario y justo aquel día, se cumplía un año más de relación con cierto muchacho que le sacaba de quicio, pero que al mismo tiempo, le daba sentido a su vida.

Su idea era sorprender a Eren, por lo que había conseguido que Erwin lo dejara salir unas horas antes – la cuales pagaría otro día – luego pasó rápidamente por una tienda para comprar una buena botella de vino y entró al departamento, esperando que el otro estuviese en la habitación, estudiando como solía hacerlo en las tardes. Revisó la casa de todos modos, para asegurarse de que su estúpido novio estuviese donde debería estar y no le arruinara los planes y dejó escapar un leve suspiro de alivio cuando comprobó que sí estaba allí.

Aprovechó su racha de buena suerte para abrir la botella de vino y sacar dos copas de la cocina para llevarlas a su destino, sintiéndose ligeramente emocionado y nervioso, a pesar de que lo que estaba haciendo, no era la gran cosa. Atravesó la sala de estar en silencio y se detuvo frente a la puerta de la habitación que compartían y aspiró profundamente antes de girar el pomo. No estaba del todo seguro del porqué, pero justo en ese instante, cuando la puerta se abría con lentitud y la figura del bastardo de su novio se presentaba frente a sus ojos, los recuerdos acerca de cómo conoció a ese tipo, llenaron su cabeza y sonrió, definitivamente conocerlo fue obra del destino.

Ya habían pasado más de tres años desde aquel primer encuentro, sucedió una noche fría de otoño, Jean se encontraba en un bar en espera de su mejor amigo con el que había quedado de reunirse, ya que, por culpa de los estudios, no habían tenido mucho tiempo para eso. Se encontraba expectante también, porque éste le había dicho que iría con un compañero de la facultad con el que había entablado una linda amistad. Pasaron unos cuantos minutos hasta que divisó a lo lejos la figura de un joven de rostro amable con pecas en compañía de un pequeño rubio de ojos azules profundos como el mar.

-¡Marco! – llamó el joven y alzó su mano derecha para llamar la atención del chico de pecas, éste al verlo sonrió ampliamente y se acercó lo suficiente para que ambos se abrazaran estrechamente.

-Jean, tanto tiempo, ¿Cómo has estado? – Marco se separó de su amigo y luego dirigió la vista al rubio que lo acompañaba – este es Armin Arlert, de quien tanto te he hablado.

-Mucho gusto Armin, Marco me dijo que eras un genio y por eso se juntaba contigo – se burló Jean, Marco le golpeó el brazo con el puño, lo cual le hizo soltar unas cuantas carcajadas – sólo bromeo.

-No digas esas cosas, Armin es un poco tímido y si lo molestas, no va a volver a juntarse con nosotros – reprendió, tratando de poner cara de enojo, aunque sin resultados.

-No te preocupes Marco, Jean me pareció gracioso – el chico sonrió y sacó su teléfono celular para, al parecer, leer sus mensajes – por cierto, ya que Marco me presentó a su mejor amigo, pues yo también invité al mío, espero no les moleste.

-¿Invitaste a Eren? – Marco sonaba emocionado con la noticia – ¡Claro que no me molesta!

-A mí me da igual, mientras pague sus tragos – Jean se encogió de hombros.

Marco rio y volvió a golpear a Jean por su comportamiento, Jean se carcajeó con ganas y se dirigió a la barra para pedir una orden de cervezas para todos. Los tres tomaron asiento en una de las mesas del local y entablaron una animada charla, hasta que pasados unos cuantos minutos, fueron interrumpidos por la figura de un muchacho que se acercó a ellos animadamente.

-¡Eren! – exclamó el rubio y se levantó como un resorte para abrazar a su amigo.

-Hola, disculpa la tardanza – el joven sonrió y se llevó la mano izquierda por detrás de la cabeza.

-Hola – respondió Marco con una enorme sonrisa, poniéndose de pie para estrechar la mano del recién llegado – soy Marco Bodt, Armin me ha hablado mucho de ti, y este es Jean Kirschtein – agregó señalando al único que permanecía sentado.

-Eren Jaeger – se presentó el joven y luego miró directamente hacía Jean.

Éste último se mantuvo en silencio unos instantes, una parte suya había quedado inesperadamente atrapada por el bello rostro del chico que en esos minutos lo veía entre incómodo y expectante. Rápidamente, movió su cabeza de un lado a otro para salir de su estupor y reaccionar antes de que su estado fuese evidente y levantó su brazo, haciendo un ademán para restarle importancia al asunto.

-Sí, sí, hola Eren, toma una cerveza – dijo ofreciéndole una lata, el aludido arqueó una ceja, pero recibió la bebida alcohólica y tomó asiento.

El resto de la velada, se la pasaron conversando de cosas cotidianas, desde la universidad, hasta lo que habían almorzado ese mismo día, ninguno podía decir que la estaban pasando mal, de hecho todos se habían llevado mejor de lo que Armin y Marco podían esperar. Sin embargo, todo se arruinó cuando llegó el momento de pagar la cuenta para irse a casa.

-Ay no, joder, joder – comenzó a balbucear Eren mientras escarbaba en cada uno de los bolsillos que tenía su vestuario.

-¿Pasó algo Eren? – preguntó Armin un tanto preocupado.

-Creo que dejé mi billetera en casa.

-¿No trajiste tu billetera? ¿Qué eres, idiota? – replicó Jean, incrédulo.

-¡¿Qué acabas de decir?! – Eren reaccionó irascible, por lo que Armin, con rapidez lo tomó por el brazo para calmarlo.

-Lo que acabas de escuchar, sólo un idiota sale a beber sin traer dinero.

-Jean, por favor, no seas antipático – Marco también intervino, para que el buen rato no se viera opacado por el carácter fuerte de ambos jóvenes.

-No te preocupes Eren, yo pagaré tu consumo – se apresuró a decir Armin, sacando su cartera para ver con cuanto efectivo contaba – maldición – susurró cuando estuvo seguro que no le alcanzaría.

-No lo puedo creer, sólo pedí que cada uno pagara sus tragos y resulta que ni eso obtengo – intervino Jean, sacando unos cuantos billetes más de su billetera para cubrir los gastos de Eren – me la debes, Jaeger.

-No necesito tu limosna Kirschtein, prefiero quedarme a lavar trastes.

-Haz lo que quieras – el joven se levantó y tomó sus cosas para luego despedirse de Armin y Marco con una gran sonrisa en el rostro, luego ignoró completamente a Eren – fue un gusto, me la pasé bien.

El rostro encolerizado de Eren, de alguna forma le resultó agradable a Jean, incluso de vez en cuando, lo recordaba y sonreía. De todos modos no se encontraba preparado para cuando, semanas después, se encontró con ese mismo rostro rabioso bajo el marco de su puerta.

-Esto es tuyo – soltó Eren extendieron unos billetes.

-¿Cómo conseguiste mi dirección?

-Armin se la preguntó a Marco – respondió con sequedad.

-Ah claro, tiene sentido.

-Sí, como sea, sólo recibe el maldito dinero, no tengo todo el día.

Jean no dijo nada más y tomó los billetes un tanto sorprendido por la situación.

-Ya no te debo nada, Kirschtein – finalizó para luego retirarse.

Jean sonrió maravillado por la tozudez de Jaeger y entró a su casa a preparar el almuerzo.

Contra todo pronóstico, el grupo volvió a reunirse, y no solo una vez, sino que varias veces durante ese año. Armin y Marco solían preguntarse cómo es que eso no terminaba en un campo de batalla, siempre era Eren o Jean el que preguntaba cuándo se volverían a ver los cuatro, pero luego también era uno de ellos el que comenzaba a insultar al otro y entre palabras y palabras, uno de los dos terminaba por enfurecerse y abandonarlos en mitad de la velada. Claro que, tanto Arlert como Bodt, estaban acostumbrados a recibir un mensaje unos cuantos días después para concertar una nueva reunión. De cierta forma les parecía graciosa la situación y aceptaron que esa era la forma en que ellos dos se entendían y al parecer disfrutaban eso.

Sucedió un día, sin embargo, en que la discusión tomó un curso mucho más violento que de costumbre, al punto que Armin y Marco comenzaron a inquietarse.

-Eres un real imbécil Jaeger, es que no me cabe en la cabeza que Armin si quiera pueda considerarte amigo – decía Jean cruzándose de brazos, sentado en la barra del bar en el que estaban, tomando una pose de completo fastidio.

-El único imbécil aquí eres tú, maldito cara de caballo – Eren por su parte estaba de pie al lado de Jean, lo suficientemente cerca para tomarlo de la camisa y obligarlo a que lo mirara de frente.

-Ay por favor, inventa mejores insultos por lo menos, pequeño bastando suicida – Jean sonrió de lado sin opacarse ante el otro.

-Eren, por favor, contrólate – Armin ya estaba asustado, hasta ahora nunca había visto tan probable el hecho de que se trenzaran a golpes.

-Si Erencito, hazle caso a mami Armin.

-Jean, deja eso, actúas como un niño – Marco también intercedió, preocupado.

-No se metan ustedes, esto es algo entre Jaeger y yo – el rostro de Jean se endureció, pero Eren no aflojó el agarre.

-Ese maldito tiene razón – Eren temblaba de ira y se acercó aún más a Jean – vamos a terminar con esto de una vez.

-Tengo tanto miedo, ¿vas a golpearme bebito?

-Deja eso, ¡maldición!, ni siquiera entiendo el afán tuyo por meterte conmigo.

-No entiendes porque eres el imbécil más imbécil que he conocido en mi puta vida.

-¿¡Que mierda te hice yo para que me trates así!? – el muchacho por fin soltó al otro y se separó de él tirando de sus cabellos.

El otro, por su parte, tomó el tarro de cerveza que tenía y la bebió toda de un golpe, ante los ojos expectantes de sus amigos.

-Lo que hiciste fue lograr que me enamorara de un pendejo como tú, ¿no te basta con eso? – soltó de pronto, luego de eso, todos parecieron quedar congelados en sus lugares.

Fue cosa de milésimas, pero para Jean, cuando entró en cuenta de lo que acababa de decir, el momento se le hizo casi eterno. Miró a todos los presentes, con sus expresiones desencajadas, incluso Marco, quien estaba al tanto de su condición sexual estaba en shock, pero claramente la expresión que más le aterró fue el rostro de completo desagrado de Eren. Supo en ese instante, que no era buena idea seguir ahí, por lo que optó por salir corriendo y como muchas otras veces, abandonar al grupo en medio de la reunión, pero esta vez, por razones muy diferentes.

Jean estuvo encerrado en su casa sin salir durante la siguiente semana, no se sentía con el valor para enfrentar el mundo, si bien, no es que viera a sus amigos todos los días, temía que lo fueran a buscar a la facultad para exigirle explicaciones o, peor aún, burlarse. Tampoco quiso contestar su celular, ni siquiera a Marco, que estaba seguro que lo comprendería si se sinceraba un cien por ciento con él, pero no podía con su propio orgullo, el cual le exigía que se mantuviera alejado de todos.

A la mañana del octavo día de encierro, pensó que quizás debía volver a clases, si era lo suficientemente listo, podría ir y venir sin toparse con ningún indeseado en el camino. Además, tenía que dejar de lado la paranoia y asumir que era ridículo pensar que alguno de los chicos estaría vigilando su puerta, esperando a que se dignara a abandonar su reclusión, por lo que se levantó de la cama, se duchó, vistió y tomó sus cosas para salir, fue en ese momento que supo que sus temores no estaban del todo mal fundados, ya que, inmediatamente después de abrir la puerta, sus ojos se encontraron con un rostro encolerizado, que conocía bastante bien.

-Eren – susurró atónito.

-Hasta que te dignaste a salir – dijo endureciendo su semblante, mientras ponía su pie en el marco para asegurarse que el otro no volvería a huir.

-¿Viniste a burlarte de mí? – Jean por su parte, ya ni siquiera se sentía con ánimos para pelear, solo quería acabar pronto con todo eso – di lo que tengas que decir y lárgate.

-¿Es cierto? – preguntó, Jean no necesitó más contexto para saber a qué se refería, suspiró.

-Es cierto – respondió, eludiendo esos ojos verdes que le miraban con intensidad – ahora puedes correr a contarle al mundo que un hombre estúpido se enamoró de ti.

-Sí que eres un estúpido, Jean Kirschtein, el peor que he conocido – Eren sonrió, sin un poco de malicia en su gesto, acto seguido, atrapó el rostro de Jean entre sus manos y depositó un fugaz beso en sus labios.

-¿Qué fue eso? – cuestionó contrariado Jean, acariciando su boca con la yema de los dedos.

-Un beso – Eren rodó los ojos - ¿Qué no los conoces?

-Cállate bastardo – el joven se cruzó de brazos para mantener la compostura, aunque su rostro estaba por completo enrojecido - ¿por qué me besaste?

-¿Acaso no es obvio? – Eren trataba de sonar casual, pero lo cierto es que él también estaba sonrojado – yo también estoy enamorado de ti.

-Pudiste habérmelo dicho antes, así me habría ahorrado el ridículo del bar.

-¿¡Cómo querías que te lo dijera si parecías odiarme!?

-Sí, sí, como sea – Jean dio media vuelta y entró a su apartamento nuevamente, luego miró hacia la dirección en la que se encontraba Jaeger, estático, esperando - ¿vas a pasar, o te quedarás ahí hasta que me den ganas de salir de nuevo?

-Te haces el interesante ahora, luego de pasarte una semana entera encerrado, como un cobarde.

-No tienes a tu suerte bastardo y entra de una vez, prepararé algo para que comamos los dos.

-Si voy a comer algo preparado por ti, creo que estaría tentando aún más a mi suerte – bromeó Eren, pero rápidamente se adentró a la casa de Jean, emocionado, como en mucho tiempo no se sentía.

Desde ese primer beso, hasta ahora, las cosas habían cambiado bastante, pero para Jean, el amor que sentía por Eren, era tan intenso como el primer día, quizás lo era mucho más ahora. Es por eso, que a pesar de que el otro era extremadamente exasperante y que un día peleaban y al otro también, no se arrepentía de nada. Estaba pleno y feliz con su presente.

-¿Jean? – una voz lo sacó de su reflexión, encontrándose de frente con el rostro interrogante de Eren.

-Diablos – maldijo, al darse cuenta de que se había quedado ensimismado frente a la habitación, arruinando la sorpresa.

-¿Por qué estabas parado ahí? Parecías un loco – Eren arrugó el ceño y escrutó con la mirada a Jean - ¿Te sientes bien?

-Feliz aniversario – dijo Jean, resoplando – quería darte una sorpresa, pero no me resultó.

-Pues no me extraña que lo arruinaras, viniendo de ti – el joven sonrió ampliamente, acercándose a su novio lo suficiente como para depositar un fugaz beso en sus labios – por lo menos trajiste vino, eso lo resuelve todo – agregó, arrebatándole la botella de las manos.

-Eres un cretino – Jean extendió las copas para que Eren sirviera el vino para los dos.

-Así me amas – replicó haciendo un pequeño guiño, luego levantó la copa, chocándola levemente contra la de su novio - Feliz aniversario, cara de caballo.

-Feliz aniversario, bastardo suicida – dijo Jean – y sí, así te amo – agregó, besando la frente del otro joven – ahora prepara una buena cena.

-¿Yo? Pero si yo siempre preparo la cena, no es justo.

-Es para que no pierdas la costumbre.

-Resulta que el cretino después soy yo – Eren rodó los ojos y se dirigió a la cocina – eres un abusivo de lo peor, no sé por qué sigo contigo, ¿un año más? Debo estar verdaderamente loco.

-Está bien, maldición, pediré comida china – Jean bufó y sacó su teléfono celular para llamar al restaurante.

-¿Sabes que te amo verdad? – el semblante de Eren cambió radicalmente, luciendo extremadamente inocente, a pesar de que acababa de manipular a su pareja.

-Idiota.

Jean sonrió de todos modos y suspiró, pudo haberse negado a pagar por la cena, pero lo cierto es que ese día se merecían celebrar de una manera especial, un año más de noviazgo no se cumplía todos los días y, esperaba con todo su ser, que no fuese el último, aunque a veces el idiota de ojos verdes, no hacía más que sacarlo de quicio.

FIN.