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-Suenan trompetas y el ambiente se llena de confeti.-

¡HURRA! ¡Hemos llegado! ¡Por fin os presento el último capítulo de todos! Esta semana he tenido algunos asuntos a resolver que no vienen al caso y siento mucho el retraso, ¡pero ya lo tenéis aquí! Ha sido una aventura grandiosa, ya lo he dicho mil veces, pero este proyecto lo llevaré siempre muy dentro.

Gracias a todos los que habéis colaborado con favoritos, suscripciones, comentarios, ánimos y demás. De verdad; ¡GRACIAS por hacer de esta historia un éxito tan grande! Espero de corazón que para vosotros también haya valido la pena y os animo a releer la historia corregida cuando la suba en PDF. Os mantendré informados.

Y si después del fanfic queréis seguir una de mis obras actuales, leed el cómic Hell and Heaven (Entre el Cielo y el Infierno); gratuitamente en Español en:

-Tapastic y Wattpad (Lo siento, fanfictionnet no me deja usar links en las historias, pero si buscáis en Google lo deberíais encontrar fácilmente).

Y si no, están mis novelillas en Amazon, la Colección Amores de Instituto, por Esther Quesada. Forma parte de mis inicios, por lo que mi estilo ha cambiado un poco con "Un asunto conejudo", pero les tengo mucho cariño. Estoy reescribiendo "Apruébame, por favor" (disponible en Wattpad), y terminando la titulada "Cámbiame", que publicaré una vez lista. También hay una llamada "La Biblioteca de los Mundos" (no tiene nada que ver con la colección; es un mundo aparte), que también quiero reescribir un día, pero si la leéis también podéis darme vuestra opinión. ;) De momento, me podéis encontrar mis histrias en Amazon Kindle si buscáis mi nombre, Esther Quesada


Banda sonora:

Incio / Comida:

-Reconciliation (Extremely loud and incredebly close) - Alexandre Desplat [hasta 2:34]

-Notting Hill (Notting Hill) - Trevor Jones [a partir de 1:58]

Judy y Nick:

-Home to a welcome village (Leap Year) - Randy Edelman

-Exposed heart (27 dresses) - Randy Edelman

-A steep but beautiful climb (Leap year) - Randy Edelman

-Offering the Claddagh ring (Leap year) - Randy Edelman

Final (Puerta y todo lo que viene después):

-Perks (The distinguished gentleman) - Randy Edelman [Hasta 0:47]

-Nomanisone Island/National Movers (Inside out) - Michael Giacchino


Epílogo: El final de la aventura.

Todo cuanto iba a pasar antes de tan tremenda aventura quedó zanjado. Pierre, el secretario y el único con potestad suficiente en aquel momento como para devolver las cosas a su sitio, se encargó de organizar a todo el personal y se aseguró de que nadie se entrometiera en la escena.

Nick y compañía, aunque podrían haber sido arrestados por el allanamiento de una propiedad privada, fueron librados de culpa debido a las circunstancias, ya que Richfield no estaba en condiciones de tomar decisiones y el secretario tenía moral a pesar de todo.

Sin embargo, la principal afectada, que era Judy, sorprendió a todos al declarar que no presentaría cargos contra Glenn… siempre y cuando se cumplieran ciertos requerimientos. Entre ellos, claro está, el regreso de Nick a su antiguo puesto de trabajo, limpio de expediente y de cualquier falsa difamación que hubiera contra él, incluyendo también la seguridad de todo el cuerpo de policía, donde entraba Bogo. Y, por supuesto, la completa anulación del contrato sobre las tierras de la família Hopps.

A pesar de que fuera Richfield quien debería deshacer todo ese embrollo, el secretario le dio su palabra de que así sería y, por fin, les permitió marchar como si allá no hubiera pasado nada.

Dejando todo atrás, de camino a los Burrows, el viejo Stu no dejaba de refunfuñar sobre la poca vergüenza que tenían respecto a la situación cuando habían estado a punto de morir inocentes, argumentando también que sí deberían haber denunciado a Glenn; mas Judy no se dejó llevar por la rabia como su padre.

En el viaje, con la cabeza vuelta hacia la ventana, mantuvo la mirada en el hangar hasta que desapareció de la vista, sabiendo que había hecho bien a pesar de todo. En aquel momento, y aunque pareciera increíble a ojos de su padre, tenía ganas de olvidar lo sucedido. Puede que no tuviera lógica. Otros sólo desearían vengarse… pero había pasado el suficiente tiempo con Glenn como para entender su forma de ser y, al verlo ceder, como un niño desamparado frente a la vida, había comprendido también que sus tretas se habían terminado. Al menos, en lo que a ellos se refería. No tenía sentido marear más la perdiz cuando la aparición de Charity lo había cambiado todo.

Sí, lo que había hecho era ilegal. Y sí, tanto Judy como los demás tenían infinitas razones para denunciarlo por todo el daño que les había causado… pero ahora todo eso parecía innecesario. El muchacho pasaría probablemente el resto de sus días arrepintiéndose por haber menospreciado tanto a su madre y dándose cuenta de todo cuanto había perdido por actuar sin corazón. En el fondo estaba solo porque la mayoría de hembras sólo lo buscaban por su dinero… al igual que cualquiera que se interesara por su amistad.

Miró de reojo hacia atrás, reconociendo una de las orejas de Nick a través de la ventanilla de la camioneta y sonrió pensando en lo que pasaría a partir de ahora. Glenn no era el único que debería encararse al cambio.

Suspiró y se acurrucó un poco en el asiento mientras su padre continuaba despotricando contra los Richfield, moderado por Karin, quien lo regañaba a menudo por todas las palabrotas que estaban saliendo de su boca y que no eran un buen ejemplo a seguir.

Cuando llegaron a casa, Bonnie los recibió como unos héroes, besando a su esposo con ímpetu y abrazándolos a todos, dejando que los pequeños también se unieran a la fiesta, contentos de volver a ver a su hermana y compañía.

La madre insistió en reunirlos a todos en el comedor y los obligó a explicarles lo que había pasado mientras los críos se agrupaban frente al sofá, escuchando la historia como si estuvieran de acampada. Y así se fueron enterando de todo.

Karin tuvo la voz cantante al principio, ya que se le daba bien contar cuentos y hasta le daba un toque teatral que los niños adoraban. Cuando llegó a la parte en que la camioneta traspasó la verja, Stu sonrió con hombros encogidos en cuanto su mujer le dirigió una mirada incrédula. Y no era para menos con todo lo que habría podido pasar. Sin embargo, fue la parte en que Nick saltó al avión cuando todos se quedaron estupefactos.

No hace falta decir que nuestro zorro se ganó todavía más la admiración de los chavales, que enseguida lo asaltaron a preguntas sobre su heroico gesto.

Judy le dejó terminar el relato y, como única intervención, comentó la parte de su intrépido salto al vacío y el aterrizaje para añadir la guinda al pastel, permitiendo que Karin retomara de nuevo el hilo y finalizara toda la historia con el encuentro entre Glenn y su madre.

La ronda de aplausos y hurras que siguió se oyó hasta la otra punta del barrio y duró largos minutos hasta que Bonnie consiguió por fin calmar al grupo. Con la excusa de que los "héroes" necesitarían reponer fuerzas después de sus aventuras, los organizó a todos para que la ayudaran a preparar la mesa, terminar la comida y amansar a las fierecillas hasta que todos pudieran sentarse.

Y esta vez, la velada fue la mejor que los Hopps habían tenido en siglos. Por primera vez en mucho tiempo, la "família", que ahora contaba con un par de pelirrojos, disfrutaron de una verdadera reunión en completa armonía entre comentarios, risas, brindis y demás.

No obstante, y aunque todo parecía encajar finalmente, Judy no podía evitar pensar en todo lo que le quedaba todavía por arreglar. Su padre había aceptado por fin a Nick y, si Pierre mantenía su palabra, toda esta aventura no acabaría siendo más que una increíble anécdota que explicar algún día a sus futuros hijos si los tuviera… mas ese era un eslabón al que sólo podría llegar cuando aclarara las cosas con Nick.

Se armó de paciencia, imaginando lo que podría decirle cuando tuvieran una oportunidad a solas, y se permitió el lujo de divertirse con los demás mientras esperaba que llegara el momento adecuado. Y llegó.

Cuando Stu, lleno a reventar, felicitó a su mujer y a Gideon por tan exquisita comida y postre, los críos se levantaron de un salto, dispuestos a atabalar a Nick con más preguntas, pero la madre puso orden antes de que eso ocurriera. Ahora que sabía todo, consciente de que su hija y su futuro yerno necesitarían aclarar ciertas cosas, pidió a Karin y a su marido que se encargaran de los críos mientras ella y Gideon se quedaban recogiendo la mesa.

—Vosotros descansad un poco. —Les sonrió con inocencia. —Lo necesitáis.

Judy agradeció a su madre el detalle y atrapó la pata de Nick desprevenidamente para conducirlo hacia la habitación que habían compartido hasta ahora. Cerró la puerta tras ella y se dio la vuelta para mirar a un zorro con orejas gachas y rabo entre las piernas que justo se daba cuenta de que había caído en la trampa. No estaba quizás preparado para afrontar "la charla" que precisaban tener… pero ella se lo iba a poner muy fácil.

Con una sonrisa sincera, avanzó hasta él y lo abrazó sin darle tiempo a retroceder.

Nick se quedó parado, con el corazón latiendo fuerte y los labios temblando. Las cosas habían ido tan deprisa desde su regreso a Bunny Burrow que ni siquiera se había planteado lo que pasaría después.

Sin embargo, como ella no lo soltaba, al final optó por corresponder a su abrazo y la rodeó con sus patas, inclinándose levemente para posar su cabeza en su pequeño hombro.

Se quedaron así algunos minutos, sincronizando la respiración, sintiendo el calor de sus propios cuerpos en un momento tan tierno como silencioso; y cuando lo creyó suficiente, Judy abrió su boquita.

—Siento mucho todo lo que has tenido que pasar. De verdad lo siento.

Él la estrechó más entre sus brazos y consiguió el valor para responderle.

—Sólo intentaba protegerte, pero… contra más me alejaba de ti, más difícil se me hacía vivir.

—Deberías habérmelo contado. —Susurró ella, hundiendo el rostro en su pecho mientras se aferraba a la espalda de su camisa. —Cuando fui a verte y me rechazaste… me sentí traicionada. Ni siquiera… ni siquiera sabía… —levantó finalmente la vista y se apartó un poco de él para mirarlo a los ojos. —Me besaste. —Murmuró, con ojos brillantes. —Querías hacerme creer que no sentías nada por mí pero aquel beso… —negó con su cabecita —me transmitió todo lo contrario.

Nick bajó las orejas y desvió la mirada. Por alguna razón, sentía una tremenda vergüenza al encararse a esos ojos violeta.

Judy alzó la pata y le atrapó la mejilla para obligarlo a mirarla.

—Te amo… pero no quiero sacar conclusiones precipitadas. —Musitó. —Así que… voy a hacerte una pregunta… y quiero que me la respondas con sinceridad. —Alzó la otra pata para llevarla a su segunda mejilla y sonrió con cierto temblor en los labios. —Nick… ¿qué sientes tú por mi?

En sumo silencio, y aunque ya conocía la respuesta a la pregunta, el zorro dejó escapar el aire acumulado en los pulmones y se humedeció los labios. Atrapando las manos de Judy con las suyas, inspiró profundamente antes de responderle con otra pregunta.

—¿Si te dijera que… que quiero abrazarte y vivir el resto de mis días contigo… que cada minuto que paso lejos de ti me hace sentir como si estuviera muriendo… y que cuando pensé que iba a perderte fue como si me atravesaran con una bala en el corazón… me creerías?

—Nick…

—Te quiero, Judy. —Se sinceró, antes de dejarla continuar. —Y llevo mucho tiempo esperando el momento para decírtelo, pero… cuando Glenn me amenazó con publicar las fotos de Don Bruto, dejándome también sin trabajo y… lo que le hicieron a Finnick… sólo pude pensar en el tipo de futuro que tendrías conmigo. No podía ofrecerte una vida feliz y tampoco sabía si la situación mejoraría si partíamos al extranjero. No tenía nada y estaba… estaba muy desesperado. —Tragó saliva y apretó las patitas de ella con sus dedos pelirrojos. —Cuando te presentaste en mi apartamento entré en pánico. No sabía cómo pedirte que te marcharas. En el fondo me moría de ganas de… —hizo una pausa y cerró los ojos un instante antes de volver a mirarla. —En aquel momento, cuando me confesaste tus sentimientos por primera vez… me sentí… feliz. Muy asustado, sí… pero también muy feliz. Me atrapó tan desprevenido que no pude controlar mi cuerpo. —Unió las patas de Judy y se las llevó a los labios para depositar un tierno beso en ellas. —Cuando quise darme cuenta… ya te tenía entre mis brazos. —Sus ojos la buscaron por encima de su hocico y ella sintió que le ardían las mejillas. —Aquel beso… significó mucho más para mí de lo que puedes imaginar. Creía que sería mi última oportunidad… y me lancé. No sabes lo que me costó decirte adiós. Te oí alejarte a través de la puerta y pensé… que ese era mi castigo por no haber sabido protegerte. No quería mentirte. Lo siento.

Judy, que hasta entonces se había mantenido callada y atenta, pestañeó al sentir que los ojos se le volvían acuosos y le obsequió con la mejor sonrisa que jamás le habría podido ofrecer. Bajó la mirada un instante, tímida de repente frente a él y se humedeció también los labios con una pequeña petición en mente.

Posando sus patitas en el pecho de Nick, tiró de su camisa para obligarlo en cierto modo a descender y, cuando lo tuvo a su altura, arrodillado frente a ella, pasó sus brazos alrededor de su cuello, casi rozando su nariz con la de él. Entonces, en un susurro apenas audible, dijo: —Demuéstramelo. Demuéstrame que no querías que me fuera en ese momento.

Nick no tenía ninguna duda de lo que ella esperaba y, tras todo lo sucedido, ya no quería perder más oportunidades para enseñarle lo que albergaba en el corazón.

Atrapó el menudo rostro de Judy entre sus patas y, lentamente, con tal dulzura que se le hacía difícil hasta respirar, acarició los labios de Judy con lo suyos una vez, separándose escasos centímetros y volviéndolos a unir.

Ella lo estrechó entre sus brazos y él la cubrió completamente con los suyos en un abrazo que jamás olvidarían.

Cuando sus labios se volvieron a separar, Nick levantó a Judy con suma delicadeza y la cargó en brazos para acostarla en la cama.

—Te amo. —Le susurró, volviéndola a besar.

—Yo también te…

De repente, un el crujido de la madera se escuchó al otro lado de la puerta, haciendo que se detuvieran, mirándose una vez con recelo.

—¿Has oído eso? —Cuchicheó él.

Judy asintió con la cabeza y, sonriendo, le besó fugazmente la punta de la nariz antes de escabullirse en dirección a la puerta sin hacer ruido. También sin previo aviso, giró el pomo y la abrió, topándose con un derrumbamiento de conejitos que gritaron del susto antes de darse cuenta de que los habían pillado con las patas en la masa… o mejor aún, con las orejas en la puerta. Stu levantó la cabeza desde el suelo con una sonrisa inocente mientras Bonnie le echaba la bronca desde fuera.

—¿Lo ves? ¡Te he dicho que lo habrían oído!

—Papá, tendrás que perder unos quilos. —Comentó Karin, como si fuera inocente.

Judy sonrió cuando uno de los pequeños lanzó la pregunta.

—¿Pero al final Nick se queda en la família o no?

Nuestra policía le dirigió una mirada al zorro y éste le sonrió, asintiendo.

—Sí, me quedo.

Los niños estallaron en hurras y se levantaron para saltarle encima con abrazos y gritos de alegría mientras ella se los miraba con la misma sonrisa en los labios.

Y así, al día siguiente, de vuelta en la ciudad, nada más verlos atravesar la puerta de la comisaría, Clawhausser fue el primero en salir a abrazarlos con su particular entusiasmo, poniendo en peligro la rigidez de sus esqueletos.

Tanto Bogo como el resto del grupo los felicitaron por el regreso y por haber sobrevivido al conejudo asunto, ya que la mayoría estaban ya al corriente sobre lo que había pasado en realidad.

Un gustazo estar de vuelta, aunque… hubiera algunos cambios a tener en cuenta. Aprovechando los escasos minutos de descanso que les quedaba antes de comenzar a trabajar nuevamente, la pareja se dirigió al Snarlbucks más cercano para reponer energías antes de subir al coche.

—¡Hopps! —Pidió el encargado cuando tuvo sus bebidas punto. —¿Judy Hopps?

—Soy yo.

Nuestra conejita recogió los cafés y le entregó el suyo a Nick, antes de tomar el primer sorbo. Sin embargo, fue el zorro quien se fijó en cierto detalle.

—"¿Lo siento?"

—¿Eh?

—Es lo que pone en tu vaso.

Judy miró el dorso de su café. Efectivamente. Junto a las casillas del tipo de bebida, escrito en vertical, había el mensaje "Lo siento."

—Espera, también está escrito en el mío. —Nick le señaló las dos palabras en su vaso y ambos se miraron antes de echar un largo vistazo a la sala.

A esa hora había ya muchísimos clientes, pero ninguno de ellos tenía un rostro familiar, así que Judy se arriesgó y preguntó al dependiente.

—Disculpe, ¿por qué ha escrito "lo siento" en nuestras bebidas?

Este pareció no entender la pregunta al principio, ya que había estado sirviendo otros pedidos mientras tanto, hasta que lo recordó.

—¡Oh, sí! Un caballero me ha indicado esta mañana que escribiera un mensaje para dos policías que probablemente vendrían a buscar café. Me ha dado una descripción y he supuesto que eran ustedes. Esto… ¿he hecho mal?

Ella parpadeó hasta comprender lo ocurrido y le sonrió afablemente.

—No… no, no ha hecho mal. Gracias.

Una nueva mirada en dirección a Nick bastó para que ambos se entendieran.

Judy contempló las palabras en su vaso y no pudo evitar sentirse algo agradecida. Aunque pareciera absurdo, al fin y al cabo… ¿cuán diferentes serían ahora las cosas si no hubiera intervenido él?

Sonrió y dejó que las palabras resonaran en sus labios.

—Te perdono, Glenn.


—Gracias Gideon.

Karin atrapó el último pastelillo mientras Stu pagaba también el de sus hermanitos.

—Mañana tendré listos los arándanos. —Comentó este, aceptando el cambio con una sonrisa. —Si necesitaras más llámame y los prepararé en el mismo paquete.

—Sí, no te preocupes, Stu. Gracias. —Y los saludó con la pata mientras todos se iban en dirección al colegio. —Adiós.

—¡Hasta luego, Gideon! —La niña agitó su bracito libre en al aire hasta desaparecer de vista.

El zorro se limpió los restos de nata de coco que tenía en las manos y echó un vistazo a la tienda, felicitándose interiormente por el buen trabajo.

Aunque no hubiera tenido la oportunidad de hablar con Charity desde el incidente, en el fondo le habría gustado preguntarle por el viejo… y demostrarle que tanto su madre como él habían sido capaces de mantener a flote la pastelería, aún con todo lo que acarreaba.

Suspiró y se dio la vuelta para ir a recoger un poco el obrador. Entonces, el timbre sonó de nuevo y se giró nuevamente para dar la bienbenida al nuevo cliente.

Cuando sus ojos se toparon con los de Glenn y Pierre, su expresión se convirtió en total sorpresa.

Sin decir nada, el conejo miró rápidamente la vitrina sin prestarle demasiada atención y se fijó en una deliciosa tarta sacher con frutos rojos. Con un gesto, se la señaló a Pierre y se alejó a un rincón, disimulando como si mirara la estructura de la tienda.

—Buenos días, señor Grey. —El secretario se dirigió al zorro con toda la naturalidad del mundo, dedicándole incluso una sonrisa cortés. —Nos llevaremos la tarta de chocolate y frutos rojos. ¿Puede envolvérnosla, por favor?

Gideon tardó un par de segundos en reaccionar y, finalmente asintió.

—Oh, sí, sí.. P-por supuesto.

Recogió el dulce del mostrador y lo envolvió cuidadosamente antes de entregársela a Pierre.

—Gracias. ¿Cuánto le debo?

—Em… veinticuatro dólares. —Respondió éste, no muy convencido.

—Aquí tiene. Y por favor, quédese con el cambio. —El secretario le entregó bastante más del importe especificado y se despidió mientras Glenn regresaba a su lado en dirección a la puerta.

—¡G-gracias! —Gideon vio cómo éste se detenía ante su agradecimiento y sus miradas se cruzaron un instante fugaz antes de que ambos conejos se esfumaran tal y como habían venido.

Tras medio minuto, cuando su mente procesó lo ocurrido, Gideon sintió que se le dibujaba una sonrisa en los labios.

No hacía falta ser un genio para darse cuenta de lo que había hecho. Con el cambio de más no pagaba los daños causados a nadie, pero… el hecho de que se hubiera atrevido a venir a buscar una tarta a su tienda… sabía el esfuerzo que le habría costado hacerlo y agradeció mentalmente a Charity su intervención, porque estaba seguro que, en parte, era cosa de ella también.

Sin dejar de sonreír, dejó escapar una carcajada de camino al obrador.


Finnick regresó por fin a casa tras el largo período de baja en el hospital. Y quien dice casa dice furgoneta. Seguía aparcada en el mismo lugar donde la había dejado, y aunque tenía algún bollo de más en el capó, estaba intacta.

Abrió las puertas traseras con cuidado de no lastimar el enyesado que todavía llevaba en una pierna y reparó entonces en un sobre que había sobre el sofá improvisado que había instalado a modo de cama cuando Nick se había hecho policía.

Con cautela, se sentó y miró por ambos lados el envoltorio, donde sólo había su nombre escrito con una letra bastante elegante.

Haciendo uso de su uña del pulgar, abrió uno de los extremos y se quedó estupefacto al ver lo que había dentro.

Un cheque con varios ceros se mostraba ante sus ojos de zorro, acompañado de una nota que decía simplemente… "Por las molestias ocasionadas."

Aunque incrédulo, Fennick también esbozó una sonrisa en sus labios.


Signor Don Bruto. —Kevin, uno de los osos polares, se acercó al escritorio con gran reverencia mientras sostenía un sobre entre las patas. —Ha llegado esta lettera para usted.

—Ábrela por mí. —Respondió la pequeña musaraña, articulando un vaivén con su pequeña mano debido al tamaño del sobre.

—Sí, signor. —El guardaespaldas, muy obediente, cumplió la orden y le enseñó sumisamente el contenido en su interior.

Don Bruto reconoció enseguida las fotos de la boda de su queridísima hija y yerno junto a la nota que el oso le permitió leer.

"Mis más sinceras felicitaciones a la pareja. Disculpe las molestias ocasionadas. Todas".

Aunque el autor de aquellas palabras no era precisamente alguien a quien admirara, Don Bruto asintió con la cabeza, suavizando una leve curva en sus labios y aplaudiendo silenciosamente al héroe cuyas acciones habían conseguido un buen propósito.

Molto bene, Nicky… —musitó. —Molto bene.


Y Nick creyó oír esas mismas palabras en su paseo hacia al coche, aunque se tratara de una madre felicitando a su pequeño por haber aprendido a atarse los zapatos.

—¿Vienes? —Judy ya estaba introduciendo la llave en el automóvil cuando lo había visto rezagarse.

—Sí, sí.

El zorro se metió en el coche con ella y comenzaron a circular hasta que se detuvieron en un semáforo.

—Bueno, vuelta a la rutina…

—Como debe ser. —Afirmó ella. —Y llevas mucho trabajo atrasado desde que te fuiste, así que tendrás que ponerte las pilas.

Él la miró de reojo y sonrió.

—¿No piensas echarme una mano con el papeleo de Bogo? Al fin y al cabo, todo esto lo hice por ti. Además… —Se le acercó un poco mientras ella lo controlaba por el rabillo del ojo. —no abandonarías nunca a tu prometido, ¿verdad?

—¿Mi prometido? —Ella dejó escapar una carcajada. —Que yo sepa, mi "prometido" no me obsequiado todavía con un anillo…

—¿Te vale este? —Ante su naricilla, Nick la sorprendió con una brillante sortija con una piedrecita tallada. Algo que la tomó completamente desprevenida.

—¿Cuándo has…?

—No eres la única que sabe hacer cosas a escondidas, zanahorias. —Y ante su mirada sorprendida, añadió. —Admítelo, entre esto y lo que ha pasado, me quieres más que nunca.

Judy se recuperó del asombro inicial y le dedicó una sonrisa picarona.

—¿Ah sí? Déjame meditarlo un segundo. —Agarrándolo de la corbata, tiró hacia ella y lo besó con pasión antes de quitarle el anillo y ponérselo. —Sí. Definitivamente, te quiero más que nunca.

Con el semáforo finalmente en verde, se pusieron otra vez en marcha; y aquí comenzó su mejor aventura, la de una vida juntos; aunque esa… ya es otra historia.

Fin.

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