Disclaimer: Los personajes de One Punch Man no me pertenecen, sino a su autor, Nomino. El manga es ilustrado por Yusuke Murata y One (historia. El anime pertenece a los estudios Madhouse. Este fanfic lo hice sólo y únicamente como diversión.
Personajes: Saitama/Genos
Aclaraciones y advertencia: Contiene Multiuniverso, romance, lemon, tragedia, muerte de personaje, violación y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.
Resumen: Genos sabía que ya no estaba solo. Había pasado de ser el aprendiz y compañero de casa de Saitama, a su esposo. Su Core se calentó por la felicidad. Acarició la espalda de su maestro con ambas manos.
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A través del espejo
Capítulo 06.- No es como las otras.
La nueva dimensión no parecía distinta a las anteriores; pero lo era. En aquel mundo, todos sus conocidos eran jóvenes, adolescentes.
—Todas las dimensiones son el reflejo de una realidad, son como las ondas producidas en el agua —explicó el pequeño robot —. En ocasiones, estas se entremezclan produciendo un desajuste en el tiempo, mientras en una, el individuo comparte la misma edad con sus contrapartes; en otras, puede ser menor, mayor o simplemente no existir.
Saitama bufó. No importaba cuántas veces le ordenara a esa chatarra resumir sus explicaciones a veinte palabras o menos, simplemente no parecía entender, al igual que Genos. El ex héroe sonrió con pesar, el solo recuerdo de su amado le estrujaba el corazón. Cerró los ojos para evitar que las lágrimas escaparan, al mismo tiempo sacudió la cabeza para tratar de alejar los dolorosos recuerdos.
—No es momento para deprimirse —dijo con seriedad. Debía buscar al Genos de ese mundo, pero antes (y para disgusto), debía buscar provisiones, no había probado alimento en días, aun que podía vivir sin comida por más tiempo, pero tenía que estar en óptimo estado, después de todo, no sabía a qué se enfrentaría en esa dimensión.
Caminó por un par de horas entre el gentío de ciudad Z. Seis meses habían transcurrido desde que iniciara el viaje, tantos mundos, tantas vidas que sucumbieron en sus manos, tantos hermosos rubios perdidos por causa de su locura. Era extraño, pero con cada alter ego suyo que eliminaba, su poder (si es que eso fuese posible), iba en aumento, no sólo eso, las nuevas habilidades se sumaban a su repertorio.
Se detuvo en un pequeño restaurante familiar, las personas le miraban raro a causa de su vestimenta negra y ajustada (sobre todo por la capa), pero a él no le interesó.
Una mesera de lindo rostro se acercó, le entregó el menú y le dijo los especiales del día. Aunque había Udon en el menú, no lo pidió; se había prometido no volver a comer su platillo favorito hasta que Genos no estuviera en sus brazos.
Mientras aguardaba por su comida, se dedicó a observar el lugar, había sólo un par de mesas ocupadas, además de la suya. Aún era temprano, lo que explicaba el poco movimiento. Una mujer llamó su atención, la conocía, al menos en el pasado: su madre.
Frunció el ceño, la fémina frente a él distaba mucho de aquella que le dio la vida. A su madre la recordaba triste, gris. No había una sola de sus memorias en las que ella no estuviese llorando, dormida o… Ebria, en el mejor de los casos. Enojada y gritándole que lo odiaba por parecerse a su padre, a ese hombre que él no conocía y que nunca quiso, así fueron sus primeros seis años de vida.
En cambio, esa mujer se la veía radiante, llena de vida.
—Saitama —el aludido se sobresaltó al escucharla llamarlo, era imposible que le conociera. Su cuerpo se tensó cuando la mujer se levantó, estuvo a punto de atacarla cuando ella pasó junto a él, pero se detuvo al oír una voz contestarle:
— ¡Siento la demora, mamá! —Saitama contempló la escena, la mujer abrazaba a un chico no mayor a los 14 años; era su "yo" de ese mundo.
Los observó en silencio, poniendo especial atención en el joven, era igual a él cuando tenía su edad, pero al mismo tiempo diferente. El chico se le notaba alegre y amado.
— ¿Dónde está papá? —cuestionó el joven.
—Está en el baño, no tardará en regresar —respondió la mujer.
Saitama observó a la familia hasta que llegó aquel hombre que en su mundo nunca conoció: su padre. Lo poco que sabía de él, era gracias a su abuela.
— ¿Así hubiese sido? —bisbisó con cierto sentimiento de nostalgia.
Saitama decidió seguir a la familia, si quería tener a Genos de regreso, debía matar a sus otros yo. No existía otra manera.
…
La mirada de Saitama se perdió en el horizonte, se encontraba sentado en lo alto de un edificio. Ya era de noche y había dejado de seguir a su versión joven cuando él y su familia entraron a su hogar ubicado en una zona acomodada de ciudad Z.
Eran sorprendente los contrastes que existían de una dimensión a otra y aún así, iguales en muchos aspectos. Miró su mano enguantada, en su palma, lentamente se formaba una esfera de luz: magia. El poder que había robado en la anterior dimensión.
[Aquel mundo era muy diferente a los que había conocido con anterioridad, aquí no existían kanjis, ni héroes como en el suyo, en su lugar había demonios, magos, hechiceros y brujas. Se trataba de un mundo medieval, parecido a aquellos que solían predominar en los videojuegos de King.
En su búsqueda de Genos, se adentró en un bosque oscuro al que los lugareños temían, pues lo creían maldito; en el corazón de la espesura olvidada por la mano de Dios, se encontraba un montículo de extrañas rocas que se asemejaban a un dragón, además de tres formas ovoideas del mismo mineral.
— ¿Qué cosa es esto? —dijo en voz alta.
—Su nombre era Genos —Saitama se sobresaltó, había un hombre cubierto por una larga capa y capucha tan negras como la noche, sostenía un bastón de madera viejo y maltratado. El antiguo héroe se tensó, en especial cuándo el pequeño robot informó la identidad del extraño.
—Nunca había visto magia como esa —dijo el desconocido, al tiempo que descubría su rostro. Era una versión de Saitama más vieja, tenía una larga barba blanca y desaliñada, su rostro, agrietado por el cruel paso del tiempo, sus ojos carentes de brillo lucían muertos.
— ¿Qué quieres decir con que es Genos? —cuestionó con seriedad, molesto.
El anciano le sonrió con un dejo de tristeza, le relato la historia de un joven que provenía de una familia de hechiceros excepcionales por cuyas venas corría sangre dragón y que fue dejado al cuidado del último mago de un milenario clan. Con el pasar del tiempo, su relación se transformó hasta convertirse en amor.
—Gracias a la madre magia, Genos pudo quedar embarazado —sonrió con tristeza.
— ¿Cómo es qué terminó así?
El anciano miró la formación rocosa con anhelo.
—No importó lo poderoso que era, no pude romper la maldición que yo mismo provoque —Saitama le miró acariciar una de las rocas en forma de huevo con melancolía, entonces lo supo: eran sus hijos. —El destino es cruel, mi joven versión, nos da un valioso regalo, aquello que llena el vacío y nos saca de la oscuridad, para luego quitárnoslo y sumergirnos en un pozo sin fondo.
Saitama se quedó callado, atento a los movimientos del otro.
—Sé a lo que has venido, Saitama —dijo con voz profunda —. Yo, al igual que tú, perdí a mi Genos, ninguno de los dos logrará recuperarlo —Saitama frunció el ceño, él no quería escucharlo. —Yo ya soy un anciano, estoy cansado de sufrir, pero tú, aun eres joven, fuerte.
— ¿A qué quieres llegar viejo? —cuestionó impaciente.
—Mátame —respondió con la naturalidad de quién habla del clima —. Mátame y conseguirás mi poder. Asesina a todos tus otros yo, y te convertirás en dios, serás capaz de revivir a Genos.
— ¿Por qué me cuentas esto? —cuestionó desconfiado.
—He vivido mil años custodiando los restos de mi familia, de una promesa que desapareció por el capricho de quién sabe qué deidad. Si al menos, uno de nosotros logra tener de vuelta lo que se le fue arrebatado, entonces, todos lo obtendremos —el anciano hizo una pausa antes de continuar —. Ya has matado a otros como nosotros, ¿no te sientes diferente a causa de eso?
Saitama asintió con la cabeza; aunque las versiones que había eliminado eran simples humanos o con poderes limitados, si podía sentir un cambio en su fuerza. Con cada otro yo que mataba, su fuerza se incrementaba.
—Mátame ahora, toma mi poder y ayuda a este viejo a reunirse con su amado. Ayúdame a descansar].
Saitama se levantó, ya era suficiente de perder el tiempo, debía encontrar a Genos y hacer realidad sus deseos y los de ese viejo.
…
El héroe chasqueó la lengua en un gesto de frustración, llevaba más de cuatro horas vagando por aquella ciudad sin ningún resultado. Tal parecía que aun no tenía el pleno control de los poderes que tomó de su versión mágica.
Molesto, se adentró en un pequeño parque. Necesitaba alejarse del tumulto o perdería la poca paciencia que le quedaba, últimamente era así. Luego de la muerte de Genos, cualquier cosa lograba sacarlo de sus casillas.
Dio un profundo suspiro mientras se sentaba en una solitaria banca del parque, el lugar estaba en los límites del bosque, por lo que la cantidad de árboles en esa zona en particular, se incrementaba.
Cerró los ojos, tratando de despejar su mente, tal vez, de esa manera, podría localizar a Genos, su futuro y único amor. Poco le duró la tranquilidad; se oían unos sollozos provenientes de los arbustos que limitaban el parque con el bosque. Saitama chasqueo nuevamente la lengua, mientras pensaba en incinerar a la molesta criatura que se atrevía a interrumpir su tranquilidad.
Se levantó con pereza, había decidido acabar aplastar al pobre diablo con sus propias manos. Separó las hojas y ramas con violencia, revelando a un niño rubio y de hermosos ojos azules que en ese momento estaban llenos de temor y tristeza.
—Genos… —susurró Saitama conteniendo la respiración. Ahí, frente a sus ojos se encontraba una versión bastante joven de su amado, pero aún así, era él, su amado.
Continuará…
….
Nota de la autora: Lamento la demora y espero les gustara el capítulo.