Continuo entregando retillos. Aunque este sea Taiorato, no me gustó como resulto. Para variar xD.
HC de Jackilyn:
Sora quiere ser madre. Tai y Yamato dudan, pues son un trio. Así pues, deciden echarlo a suertes o algo. Cuando Sora se queda finalmente embarazada, los tres tendrán muchas vivencias. Quiero que escribas acerca de lo primero, de cómo serán sus días de embarazo y por último, los tres como padres.
Datos del fic:
Título: Tres más uno.
Pareja: Taiorato (Taichi x Sora x Yamato)
Género: Romance / humor.
Advertencias: OOc, Ic... mucho embarazo.
Disclaimer: los personajes usados no me pertenecen son de su respectivo autor.
ºTres más unoº
La decisión de ella.
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Cuando las palabras salieron de su boca, ambos se quedaron mirándola con pura sorpresa. Yamato detuvo sus dedos sobre su guitarra y Taichi apenas fue consciente de que sus dedos se aflojaron alrededor del mando hasta que cayó justo sobre sus partes íntimas.
Maldijo entre dientes y reaccionando, apagó la televisión.
—¿Qué es lo que has dicho?
Sora les miró con seriedad.
Estaba sentada en el posa brazos del sillón, Con las manos entre sus piernas e inclinada hacia delante.
—Quiero ser madre— repitió.
Yamato y Taichi intercambiaron una mirada dudosa. Sora les miró en espera. No iba a repetirlo por tercera vez de ese modo. Ambos la habían escuchado perfectamente. Sabían qué quería.
Llevaban desde la juventud juntos. Su relación era algo que pocos podían entender pero que ellos amaban. Estaban tan cómodos y era tan fácil incluirse a ellos mismos como mi mujer, mi hombre, mi pareja… que las cosas eran maravillosas.
Quitando sus tercas peleas, sus defectos, los que ella misma tenía, eran un trio muy ameno. Pero tras ver a Mimi ser madre de aquel precioso pelirrojo*, Sora sintió deseos de experimentar la sensación.
El problema estaba en sus dos varones. En sus dos sementales, como quisieran llamarlos. Esos dos hombres que la volvían loca de remate de amor o que eran capaces de sacar lo mejor de sí misma.
Yamato fue el que se echó hacia delante y le dio un toque en la pierna. Con la guitarra contra su vientre.
—¿Eres consciente de lo que estás pidiendo?
Sora asintió.
Tai tragó, frotándose el rostro y los cabellos.
—Sora. ¿Eres consciente de que somos tres? — cuestionó nuevamente Yamato.
—Claro que sí. Sé perfectamente dónde y con quién estoy. No es nada nuevo. Vosotros ya sabíais que a la larga iba a querer ser madre.
Y era cierto. Esa conversación se tuvo años atrás, cuando los tres estaban recostados en un tejado tras haber resuelto sus diferencias, tras haber aclarado que eran tres y no podían ser dos sin uno de por medio.
Sora se había sincerado con ellos completamente y también aclaró que en un futuro deseaba ser madre. Ambos habían aceptado sus deseos y se habían enlazado más a ella con esa idea rondando por sus cabezas. Pero al parecer, no les duró demasiado.
Yamato y Tai se volvieron a mirar y luego a ella.
—¿Tienes decidido quién sea el padre de los dos? — Esta vez Tai tomó la delantera a Yamato.
Sora negó.
—No voy a escoger a uno. Sería imperdonable por mi parte. Quiero que ambos lo seáis.
—Pero eso es imposible, Sora— interrumpió Yamato dejando a un lado la guitarra para pasarse las manos por el rostro—. Solo un esperma te fecundará y…
—Lo sé— aclaró levantando las manos para impedirle continuar una charla que todos ya se conocían.
—Creo que sé a lo que Sora se refiere.
Ambos miraron a la par hacia el castaño, sorprendidos. Yamato estaba a punto de soltar una palabrota de la sorpresa y Sora se vio acariciándole la nuca mientras esperaba. Tai no era el más listo de ellos. Pero muchas veces tenía ideas tan geniales que los dejaba con la boca abierta.
—Quiere que todo vaya a suertes.
Yamato arqueó una ceja.
—¿A suertes? — Se rascó los cabellos, irónico—. Lo voy a decir algo brusco, pero… el primero que la meta será el padre seguramente.
Sora enrojeció y le dio un empujón. Él aferró la mano y jugó distraídamente con sus dedos.
—Es cierto que soy fértil— explicó la joven con las mejillas cubiertas de carmín—. Hablé de esto con mi ginecólogo. Le comenté acerca de que quería quedarme embarazada y me ayudó a saber si mi útero podría concebir. Los resultados fueron satisfactorios, pero me dijo que no podía suceder a la primera de cambio. Que esto llevaría tiempo. Con lo cual, acerca de lo que has dicho, no es exactamente correcto.
Taichi torció el gesto y metió una mano por debajo de su camiseta, acariciándole la espalda.
—¿Cuándo te hiciste la pruebas?
Sora lo sopesó.
—Cuando fuisteis de viaje a Berlín por tu partido de futbol y yo me quedé por trabajo.
Ambos hombres intercambiaron una mirada cómplice. Ambos habían pasado esa semana a regañadientes, con frio y molestias. Ni siquiera tuvieron tiempo para ellos. Y mientras, Sora cargando con todo eso sola.
—¿Has pensado que quizás alguno de nosotros no sea capaz de… traer vida? — cuestionó Yamato frotándose el mentón.
Sora les miró con asombro.
—Pues no.
—¿Deberíamos de hacernos pruebas? — El rubio cortó una protesta orgullosa por parte de Taichi. Con la mirada, le indicó claramente que no quería escuchar una dichosa palabra del tema—. Si quieres— añadió mirándola.
—¿Haríais eso por mí?
Tai suspiró y enterró su cara en su vientre.
—Sora, por ti bajaríamos hasta la luna.
—
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Tai dejó la tercera revista sobre la mesa. Yamato bufó por su nerviosismo mientras miraba el móvil con claras intenciones de distraerse.
Ambos habían acudido en busca de sus resultados y estaban en la sala de espera. Taichi estaba completamente con nudos en el estómago y con los nudillos más apretados que nunca. Le miraba de reojo. Ponía una mano sobre su rodilla y cuando recordaban donde estaban, la apartaba, gruñendo.
Yamato simplemente intentaba que se calmara pero todo era en vano. Pasar la mano por detrás de la silla y tocarle la espalda. Inclinarse y mostrarle cualquier video chorra de internet. Susurrarle al oído.
Nada.
—¿Y si ninguno de los dos es apto?
—No digas tonterías— farfulló sin levantar la mirada del móvil—. ¿Cómo podría ser eso?
—Pues de muchas formas— gruñó el castaño pasándose las manos por los cabellos—. ¿Qué haría Sora entonces? ¿Crees que se buscaría otro hombre? ¿Qué nos dejaría?
Yamato ya había levantado la vista ante la primera pregunta y clavado en él. Cuando Tai se ponía en modo dramático, le daban ganas de morderle para hacerle reaccionar. Le había visto muchas veces en esa situación. Especialmente con Hikari o con Sora de por medio y en peligro.
—Te estás lanzando demasiado. Si Sora se enterase qué opinas de ella de ese modo, seguro que te golpearía. ¿Acaso crees que ella solo está con nosotros por nuestro esperma? No seas ridículo.
Tai enrojeció culpablemente y sonrió de esa forma nerviosa que solo él era capaz de lograr sacarle una sonrisa. Le frotó los cabellos y le prometió un buen beso más tarde.
—¿Ishida y Yagami?
Ambos miraron hacia la mujer. Cargaba una carpeta con su información. Se acercaron a la par. Taichi como si fuera un robot andante.
—Estos son sus resultados.
—¿Positivos? — cuestionó Yamato. La enfermera asintió, sonriéndoles.
—Están perfectamente capaces para procrear.
Ishida clavó la mirada en Taichi. Este sonreía como loco y sin pensarlo demasiado, lo estrechó entre sus brazos y lo besó ahí mismo para luego sacarlo como alma que lleva el diablo del lugar.
—¡Vamos a decírselo a Sora!
—
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Sora acababa de vender un kimono justo cuando ambos entraron en la tienda. Taichi colocó el letrero de cerrado y cerró el pestillo mientras Yamato se acercaba a ella. Ambos la besaron por turnos.
Sora los miró de hito en hito, esperando.
—¿Cómo ha ido la cosa?
Ambos intercambiaron una mirada. Yamato suspiró cuando Taichi asintió y chasqueó la lengua.
—Pues…
Sora esperó, impaciente. Yamato empezó a hablar de porcentajes, de sus soldados espermatozoides y de cómo las cosas se habían ido torciendo un poco. El castaño solo asentía y la miraba fijamente, como esperando algún tipo de reacción que le hiciera afirmar una creencia.
—Entonces… no podéis ser padres—dedujo de entre tantas palabras. Les sonrió y tomó de las manos—. Pues no pasa nada.
—¿Vas a buscarte a otro hombre? — Reaccionó rápidamente Yagami.
Sora le miró como si acabara de insultarla.
—¡Por supuesto que no! Ya os he dicho que quiero ser madre de los dos hombres que amo. ¿Qué te hace pensar que buscaría a otro sujeto para eso? Si no se puede, no se puede.
Taichi suspiró y Yamato le dio una colleja. Para su sorpresa.
—Te lo dije, imbécil.
—Calla— protestó Tai.
Sora les miró con los ojos entrecerrados.
—¿Qué ocurre?
Yamato extendió unos papeles sobre el mostrador. Sora los revisó y luego les miró.
—Dudabais de la opción negativa— dedujo.
—Él dudaba— corrigió Yamato.
Sora suspiró. Se frotó los cabellos y les miró sin saber si enfadarse o no. Las dudas eran algo que tenían que tener los tres.
—Lo siento— se excusó Tai.
Sora dejó los papeles, sonriendo y se acercó a ellos. Los unió en un abrazo y beso la mejilla de Taichi.
—Tonto.
Luego hizo lo propio con Yamato.
—Y tú también por seguirle el rollo.
Yamato protestó pero ella lo acalló con un beso. Tiró de ambos de los pantalones y tras dedicarle una mirada sensual, los guió hacia la parte trasera de la tienda.
—
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Tal y como Sora había deducido, dejarla embarazada costó. Yamato y él se habían visto atrapados en tareas tales como en competir acerca de quién de los dos sería capaz de dejarla embarazada. Había ido tachando días en el calendario. Dejando las sábanas desordenadas y llenando a Sora con su semilla como jamás hubieran pensado.
Cuando finalmente la chica apareció aquel día con una sonrisa cruzándole la cara de felicidad y un predicto en la mano, a ambos hombres les costó entender que finalmente, uno de ellos, había dado en la diana.
Sora los abrazó con lágrimas en los ojos. Ellos la besaron y felicitaron. Hubo sexo de celebración.
—
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El médico los miró con sorpresa, preguntándose por qué tanta gente en su consulta. Su paciente estaba sosteniendo la mano de dos hombres que le miraban como si esperaran que él les abriera el cielo.
—Está usted embarazada— informó.
Y espero porque el padre diera un brinco de miedo, felicidad o que simplemente se quedara estático y pálido. Sin embargo, ambos hombres la abrazaron y felicitaron.
Estático, el hombre les entregó las recomendaciones, próxima cita y facilidades. Los tres prestaron suma atención a ello y preguntaron. Sora, su paciente, estaba completamente emocionada.
Cuando salieron de la consulta, su enfermera y él se miraban con las mismas dudas.
¿Quién de ellos era el padre?
Notas de autora:
Ale... el truño hecho xD.