Llego atrasada pero al menos mejor tarde que nunca (?) Chachos-sama ya te desee feliz cumpleaños pero como prometí aquí esta tu regalo, obvii -feel like you (?)- un Gruvia, como dije la siguiente parte será Lyredy aunque será independiente de esta -porque al final mi musa se aburrió de lo otro que escribía y me hizo escribir esto otro (?)-

Igual espero que te guste -chorrocientos mil corazones bien satánicos (?)-

A los demás lectores, pues no tengo mucho que decir, salvo que los invito a leer.

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Aclaraciones y/o advertencias

• OoC

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Para Chachos ~

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~ Different Story ~

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Gray no puedo evitar pensar — mientras se aferraba al cuerpo caliente a su lado — que tan tonto ha sido, porque durante mucho tiempo tuvo a alguien , una persona que daría todo por él, a su lado. Y él no niega que durante mucho tiempo la ignoro, que durante varios años rehuyó de ella y sus sentimientos.

Tampoco puede negar que la había odiado en determinado momento — solo un par de meses, de hecho los primeros que vivió con su presencia —, la odio por ser tan empalagosa y tan insistente. Todo porque en aquel entonces, no había logrado entenderla.

Sin embargo, ella se había mantenido ahí, junto a él a pesar de todo; fue entonces cuando empezó a ver la diferente, ya no era la chica obsesiva que le seguía, era la amiga incondicional que podía sentarse a su lado y hacerle compañía sin hablar, con la que podía desahogarse en silencio y luego levantarse otra vez.

Nunca se había considerado un hombre sabio, de hecho, estaba bastante seguro de que no podría llegar a ser uno, no obstante, tenía noción de cómo debería actuar. Con el paso del tiempo, no pudo detenerse y se acercó a ella, un poco cada vez; la miraba de lejos y se preocupaba cuando ella se notaba mal.

Mas nunca cambió la etiqueta que tenía para ellos, eran amigos y nada más, no importaba cuanto ella insistiera en que lo amaba ni en cuanto se esforzara porque salieran juntos. Quiso mantenerse junto a ella pero al mismo tiempo estar al margen, pero ella tenía algo, un algo que no podía explicar; no se rindió, y poco a poco se coló en su vida, en sus pensamientos y en su día a día.

Pero Gray no podía permitirse darle un corazón que no valía la pena, un corazón que temía tanto al amor y al dolor, ella se merecía algo más... algo mejor.

No lo comprendió, lo admitía para sí.

No es que no lo supiera, la amaba pero se obligaba a negárselo, a ella y a todos.

Hasta que ella se fue.

Se había ido por algo que ni siquiera era capaz de recordar. Y la dejo ir, no la detuvo aun cuando tuvo la oportunidad, por cobarde... por seguridad.

No se deprimió ni lloró su partida, siguió con su vida pero sin duda hubieron demasiados momentos en que la soledad le hacía recordarla; entonces se preguntaba por ella, ¿qué haría?, ¿pensaría en él?

Nadie preguntó por ella mientras estuvo presente, porque sabían que para él, era un tabú. Sus sentimientos eran un secreto a voces, uno que se había esforzado en mantener como prohibido para todos sus amigos, no quería que la trajeran de vuelta.

Porque entonces tendría que verla de nuevo, a ella y su sonrisa, a sus ojos azul mar y sus cabellos añiles; a sus curvas de tentación y sus platicas de perdición.

Los meses pasaron, tan lento y tan deprisa. Ella se coló en sus pensamientos día tras día, como un recordatorio sobre el refrigerador, nunca le llamo ni él lo intentó, nada exterior cambió pero dentro de sí, todo se vislumbraba diferente. Hasta que un año paso.

Ella volvió, como una maldición que le seguiría de por vida. Pensó que la había olvidado, que ya solo era un recuerdo pero se había equivocado.

Observarla fue un suplicio y saludarla una tortura. No había cambiado, salvo por su peinado y su vestir, las mismas dos cosas que siempre había cambiado para intentar gustarle, solo que esta vez no había sido él el motivo.

Detrás de ella, una segunda figura apareció. Un hombre que él conocía demasiado bien, alguien de su pasado que no había regresado a su vida desde hacía tres años. Lyon.

El albino cargaba la maleta de ella, le hablaba y le sonreía como si fueran amigos de antaño. Todos se sorprendieron por la confianza que se notaba entre los dos, las miradas de sus amigos se detuvieron en él, lo sabía sin siquiera verificarlo.

Y lo odio.

Odio sentirse tan celoso y tan herido. Odio que ella no se lanzara a sus brazos ni que le dijera que lo había extrañado.

Desde ese día, los evito, no de forma directa pero lo hacía cada que podía. No tenía derecho a sentirse así, porque ella lo había amado durante tanto tiempo y era obvio que no iba a esperarlo eternamente.

Todos notaron ese hecho, pero no habló con ninguno sobre ello. Sería incomprensible para ellos, no importaría cuanto les explicara, ellos jamás podrían entender cuanto la amaba y cuanto se odiaba a sí mismo por no haber volteado a verla.

Sin embargo, ella se presentó en su puerta, con un semblante serio y unos ojos heridos. No se fue, no importo cuanto insistió, y entonces recordó lo terca que podía ser.

La hizo pasar y ambos se quedaron en un silencio atroz, uno sofocante y cargado de incomodidad. Mas no iba a olvidar sus palabras, no olvidaría su llanto o su voz rota.

No es que tuviera que disculparse, era él quien había tomado las riendas de su historia. Él la había escrito, él la había arruinado.

Entonces, también lloró, aferrándose a ella como si en cualquier momento fuera a desaparecer; el silencio cambió y se volvió el viejo silencio lleno de complicidad que había inundado cada una de sus noches de consuelo.

Esa misma noche le confesó sus sentimientos, sus miedos y sus anhelos, ella también los compartió con él.

Se besaron, con calma y con desesperación; con amor y pasión.

Recorrió con sus manos el cuerpo curvilíneo y la suave piel, probó su boca, sus labios y cada parte de su ser. La amo de una forma que no había planeado, de una forma que jamás había imaginado.

No se arrepintió, aun cuando ella se había asustado por la incertidumbre de si todo había sido un sueño o no.

El tiempo no hizo más que darle seguridad a su relación, tanto que ella se mudo con él, a los pocos meses.

La observó mientras se acurrucaba en su pecho, al final ella había tenido exactamente lo que había deseado, pero él no.

Gray había deseado una historia diferente, una donde él se hubiera enamorado de ella desde el primer momento; donde él la hubiera cortejado y admirado como un tonto enamorado. Una historia donde él se hubiera deprimido y vuelto loco por su partida.

Pero no era así, ella había tenido que luchar y él había tenido que darle la espalda por demasiado tiempo. Así es como él se recordaba... como lo que realmente era. Y aún así, ella le sonreía con tanto amor que no le dejaba pensar en ello.

Juvia Loxar tenía su corazón en su mano y su vida en la suya... había ganado la pelea sin tener que hacerle daño, sin usar trucos baratos ni artimañas elaboradas.

Porque por más que pareciera lo contrario, ella solo había sido ella; amable y cordial, aun con Lyon, quien se había enamorado de ella.

Despejó su fino rostro de los desalineados cabellos que caían sobre este, depositó un beso en su frente y la abrazo para dormir una vez más.

Tal vez no era demasiado tarde para cambiar la historia, quizá aún había una oportunidad de darle la historia de amor que tanto se merecía.

Aún podía cortejarla, llevarla a cenar y hacer todas las cosas que no había hecho aún.

Jugueteó con la sabana que cubría su desnudez y entonces se decidió. Haría todo eso y más, solo para que ella tuviera buenos recuerdos. Para que lo recordará como lo que realmente era, cuando estaba a su lado.

Porque mientras Juvia Loxar estuviera en su vida, no se perdería en la indiferencia.

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Notas de autora:

Sorry por tanta narración triste pero fue lo que me salió, además todos te regalaron cosas lindas y pos sho soy siempre la excepción (?) Ok no XDD fijate que me esforce porque saliera feliz al final.

Espero que te haya gustado Chachos-sama -más chorrocientos mil corazones satánicos (?)-

¿Me regalan un review?