Ni Ranma, ni ninguno de sus personajes me pertenece, yo hago esto como hobby sin ningún ánimo de lucro, a excepción de disfrutar escribiendo y viendo como leéismis historias :)
EPÍLOGO
Ranma salió de casa temprano, tenía que hacer unos recados que su mujer le había pedido, desde la boda ella se había vuelto aún más mandona y el pobre chico simplemente se limitaba a contentarla. No es que su vida fuera como había planeado, pero las cosas nunca suceden como uno quiere y menos cuando tu apellido es Saotome. No se podía decir que era un completo infeliz, pero digamos que la sonrisa que una vez tanto adornó su modelado rostro no aparecía tan a menudo como tiempo atrás.
Andaba por un camino por el que siempre pasaba, cada día lo mismo, ir a comprar aquello que su esposa necesitaba en la cocina y todo ¿para qué? ¿Para que ella esté contenta? Ni él mismo sabía ya la respuesta. Iba tan ensimismado pensando en su vida que de repente chocó sin querer con alguien que rápidamente se disculpó mientras se colocaba las gafas.
- Perdone no… Ah pero si eres tú, entonces retiro mis disculpas.
- Vamos Mousse, tanto tiempo y ¿aún me guardas rencor?
- La verdad es que no, por fin Shampoo abrió los ojos, y creo que ahora sólo me ama a mí.
- Se casó contigo y os fuisteis a China ¿qué iba a querer conmigo?
- Hasta hace poco aún creía que ella saltaría sobre ti si te encontraba, pero después de verte en este lamentable estado dudo mucho que ella quiera nada más contigo.
- ¡Eh cegato! No te pases. ¿Qué haces en Japón por cierto?
- Negocios, por ahora nos va bastante bien ¿Cómo está tu mujer?
- Bien, bien, en casa, pronto empezará a trabajar.
- Me alegro, dale recuerdos de mi parte.
- Eso haré.
Se dieron la mano y cada uno marchó por su lado. A pesar del pasado, ambos chicos habían madurado y podían incluso mantener una conversación cordial. Atrás habían quedado las peleas y los problemas, ahora la vida del artista marcial era tirando a aburrida. Resopló hastiado, pensando y haciéndose creer que no todo era tan malo, no todo iba tan mal, pero ese peso, el peso de haberla perdido era algo que siempre quedaría en su corazón y que arrastraría hasta su muerte. Siguió caminando a paso lento, sin muchas ganas de regresar a su hogar, queriendo perder el tiempo para que el día se le hiciera más corto. Al girar la esquina que lo separaba de su destino frenó en seco. Su mirada se enturbió y las manos empezaron a sudarle, desde luego no esperaba encontrarla allí.
- Ranma… - susurró ella al verlo, tan lentamente y tan bajito que su nombre llegó como un suspiro a los oídos del muchacho.
- Cuanto tiempo Akane… - dijo con un deje de tristeza y melancolía mientras recorría su cuerpo con la mirada.
- Demasiado - respondió con una tímida sonrisa.
- ¿Cómo te va? Pensé que ya no vivías aquí.
- Y así es pero mi padre empeoró y he venido a cuidarle.
- ¿Empeoró? - preguntó Ranma extrañado.
- Sí, después de lo que pasó… ya sabes, de lo nuestro… cogió una pequeña depresión que con el tiempo ha ido a peor.
- Siento oír eso…
- No te preocupes, seguro que sólo exagera para que le haga una pequeña visita - respondió quitándole hierro al asunto.
- Estás… estás muy guapa.
- Gracias, tú te ves, bueno, no estás en tan buena forma como antes ¿ya no entrenas? - dijo ella un poco insegura y él bajó su mirada para ver que efectivamente su cuerpo había desmejorado de manera exagerada, de hecho su barriga incluso le impedía verse los pies.
- No, ya no entreno. Ukyo quiere que nos centremos en su restaurante y yo la ayudo casi todo el tiempo en el Ucchan.
- Vaya, es una pena, tenías tanto potencial.
- Lo sé. ¿Cómo está Shinnosuke? - preguntó queriendo cambiar de tema.
- Bien, en principio mañana vendrá también. Nos casaremos en unos días de hecho - la cara de Ranma se paralizó y la boca se le secó por la desagradable sorpresa.
- Eso es… genial, me alegro. Felicidades. Debo irme, espero que te vaya todo bien Akane.
- Gracias. Lo mismo digo.
Verla irse fue de las cosas más dolorosas que Ranma había hecho en su vida, y esta era la segunda vez que le pasaba. Caminó rumbo a la tienda donde parado frente a un escaparate observó la imagen que tenía frente suyo. Era él, pero estaba muy distinto. Tenía entradas en su antes frondosa cabellera, la trenza contaba con cuatro pelos mal puestos y sus brazos se extendían flácidos, así como sus piernas ahora más parecidas a las de un pollo que a las de un toro. Su barriga asomaba redonda y abultada, porque era un chico sino cualquiera podría pensar que estaba embarazado. Sus ojos se abrieron de par en par ante tal persona, totalmente ajena a él. Empezó a chillar asustado tocándose todas las partes de su cuerpo con desespero.
-¡Ahhh! - gritó despertando sudado. Repasó su abdomen y tranquilizándose notó como sus músculos permanecían en su lugar. Resopló aliviado.
Pero necesitaba hacer algo, necesitaba ver y hablar con Akane. Salió de su casa sin ser visto por nadie, lo hizo muy cautelosamente, no quería que nadie supiera que se dirigía hacia allí, se lo habían prohibido. A esas horas, la una de la madrugada, todo el mundo estaba ya durmiendo, y más en un día como el de hoy. Saltó de tejado en tejado, conocía de memoria el camino hacia el hogar de los Tendo, como no hacerlo si había vivido allí casi tres años. Llegado al jardín, vio que todas las luces estaban apagadas, excepto la de la joven peliazul. Sin pensárselo dos veces se colocó en la ventana de la habitación de la chica y viendo que estaba aún despierta picó en el cristal. Ella se apresuró a abrirle y mirarlo con gran sorpresa.
-¿Qué haces aquí Ranma? Sabes que no puedes verme - ella quedó de pie y él se sentó en su cama sofocado.
- Lo sé Akane, pero he tenido un sueño, mejor dicho una pesadilla y necesitaba hablar contigo.
- ¿Qué pasa? - susurró preocupada sentándose a su lado.
- ¿Ha llegado ya Shinnosuke? - preguntó él alzando una ceja con desagrado.
- Todavía no, llega mañana con su abuelo. ¿A qué viene esa pregunta?
- Nada, nada… Así que al final viene - comentó disgustado.
- Sí, ya lo hablamos Ranma… ¿no te acuerdas?
- Lo sé, lo sé…
- Por cierto, Ukyo al final…
- Se ha ido a Osaka, no quiere estar aquí mañana. Me sabe mal pero es su decisión. Akane, déjame dormir hoy contigo – suplicó sin tapujos el joven de la trenza.
- No puedes. ¡Hoy no Ranma!
- Vamos Akane, por favor… me portaré bien, ya lo sabes - rogó poniendo cara de niño bueno.
- Trae mala suerte - dijo rodando los ojos con pesadez.
- Eso no es verdad. Además, ¿mala suerte? Akane somos nosotros, ya hemos tenido suficiente mala suerte.
- ¿Qué has soñado a ver? - comentó intentando desviar el tema.
- He soñado que te perdía y que estaba casado con Ukyo…
- NO me gusta este sueño - dijo cruzándose de brazos girando su cara.
- Y tú te ibas a casar con el flacucho de Shinnosuke – prosiguió él.
- Ah, por eso preguntaste por él, jaja, ¡estabas celoso! – hizo una mueca de satisfacción cantando sus últimas palabras.
- No estaba celoso marimacho, además eso no es lo peor. Había dejado de entrenar y estaba… - dijo mirando sus pies.
- Estabas…
- Gordo. Calvo. Sin músculos. Desmejorado. Hecho un asco.
- Jajaja, eso es lo que te preocupa en realidad.
- No permitas que deje de entrenar nunca Akane, no permitas que engorde por favor, sin mi belleza no soy nadie.
- Qué creído eres. ¿Quién te ha dicho que ahora eres un guaperas? En fin, tranquilo a partir de mañana entrenaremos juntos casi a diario, y además enseñaremos a otras personas a seguir la Escuela de Combate de Estilo Libre. Nuestra vida será el arte Ranma.
El chico se giró y abrazó a la peliazul escondiendo la cara en el cuello de su prometida y rodeándola por su fina cintura. Suspiró aliviado, sintiéndose contento de poder estar así con ella y tenerla entre sus brazos. Recordó el sueño que acababa de tener, aquel que le provocó unas increíbles ansias de verla, de oler su aroma, de escuchar su voz. Fue como si algo le golpeara y le gritara a todo pulmón cuán afortunado era.
- Akane… no te digo este tipo de cosas a menudo… pero quiero que sepas que, que me haces muy feliz - confesó sonrojado escondiendo aún más su nariz entre sus cabellos.
- Vaya Ranma tendrás que tener pesadillas más a menudo - bromeó ella acariciando la trenza del chico con cariño.
- Entonces puedo quedarme - afirmó él.
- Si tu madre se entera de que has dormido aquí se enfadará mucho.
- Llevamos casi un año prometidos por voluntad propia y llevo tres meses colándome en tu cama casi cada noche. Nunca se han enterado, vamos es sólo una noche más.
- Mmm sólo si contestas bien a esta pregunta: ¿Me seguirás queriendo si alguna vez engordo yo?
- ¿Si alguna vez? Akane, ya estás gorda y te quiero igual ¿no?
- ¡Idiota! Vete por donde has venido - dijo pegándole con la almohada en la cara. Él sonrió y en un rápido movimiento la levantó y la colocó en su regazo a horcajadas, dejando que las rodillas de su chica reposaran a ambos lados de sus caderas sujetándola fuerte por la espalda y dándole un rápido beso en los labios.
- Sabes que es broma, te has quedado muy delgada para entrar en el vestido. Lo único que me preocupa es si después de mañana tendré que seguir llamándote pechos planos - dijo él trazando con su dedo los botones del pijama de Akane que iban del cuello hasta el estómago.
- No seas pervertido Saotome. Tan sólo tienes que esperar un día.
- Llevo esperando un año, es sólo que cada vez me cuesta más. Pero mañana serás mía en todos los sentidos posibles - dijo perdiendo la poca cordura que le quedaba cuando tenía a su chica tan cerca besándole el cuello.
- ¿Tanto deseas a esta marimacho? - susurró ella juguetona con voz seductora acercándose a su oreja. Él tragó saliva y asintió empezando a acalorarse. Entonces ella, pegada a su oído le dijo - Porque yo también te deseo - le mordió el lóbulo de la oreja y él inconscientemente colocó velozmente sus manos en el trasero de su prometida y apretó sus nalgas con todas sus fuerzas.
- ¡Auch! - gritó ella entre risas escapando de sus brazos, escondiéndose y estirándose en su cama señalando la ventana - Ahora ya puedes irte Ranma, mañana es nuestro gran día, estaremos agotados.
- No puedes hacerme esto…
- Puedo y lo hago – volvió a señalarle la ventana.
- ¿Estás nerviosa?
- Un poco… tengo miedo de que algo salga mal. Por eso no podía pegar ojo.
- Déjame ver; Shampoo y Mousse están en China, Ukyo en Osaka, Kuno y Kodachi han recibido una carta diciendo que la chica del cabello de fuego y yo mismo estaremos en Kyoto esperándoles con los brazos abiertos, Shinnosuke se supone que es tu "amigo" y se portará bien y Ryoga viene con su novia Akari. Creo que todo saldrá perfecto Akane.
- Si te quedas hoy… te irás temprano antes de que nos descubran – dictó con firmeza.
- Antes de que salga el Sol habré vuelto a casa de mi madre, te lo juro - dijo él con una sonrisa de oreja a oreja, se sacó su camisa con una velocidad asombrosa y brincó como un niño feliz hacia el cojín de Akane, colocándose debajo de las sábanas abrazándola fuertemente y dándole un beso de buenas noches como siempre solía hacer.
Estar así con Akane era lo mejor que podía pasarle. Sentirla tan cerca, sabiendo que estaba protegida era el mejor remedio para poder dormir como un bebé. Ella se acomodó a la figura de Ranma y sonriendo complacida por sentirse entre los brazos del hombre al que amaba recordó aquel día en el que él, delante de todos, le había propuesto casarse con ella una vez se había desecho del compromiso que sus padres les habían impuesto. Atrás quedaron los malentendidos y los problemas, el orgullo y los reproches. Los meses habían pasado y entre los dos decidieron celebrar una pequeña ceremonia que se llevaría a cabo en el dojo de la familia Tendo. Ambos querían empezar a dar clases juntos y así de paso costearse los estudios en la universidad. Ella había escogido enfermería mientras que él se había decantado por educación física, entre los dos podrían enseñar a cuantos alumnos quisieran. Ranma había aprovechado ese año para participar en campeonatos que le permitieran pagar la boda ya que no querían ayuda de nadie, por fin era algo simplemente de ellos dos, de Ranma y de Akane, quienes por fin habían podido disfrutar de un noviazgo "normal" viendo como poco a poco prometidas autoproclamadas y pretendientes estrambóticos se hacían a un lado aceptando lo irrefutable, el amor que unía a esos dos testarudos. Finalmente la peliazul cayó rendida durmiéndose plácidamente.
…
TOC TOC TOC
-¡Akane-chan despierta! Son más de las nueve - gritó Kasumi alterada picando la puerta de su hermanita.
La joven se frotó los ojos al ver como el Sol entraba por su ventana, desde que Ranma se había colocado en su cama la noche anterior esa paz que le regalaba su compañía se había apoderado de ella y todos los nervios que tenía se habían disipado como el gas de un refresco. Pero de repente lo recordó, hoy se casaba con Ranma. "¡Ranma!" pensó, se giró rápidamente para comprobar que él había cumplido su promesa y se había ido temprano, pero la trenza que asomaba por su almohada le dejó ver que estaba muy lejos de haberse levantado. Ella empezó a darle con el codo para que se despertara, pero él sólo emitía pequeños gemidos y quejidos.
-Unos minutos mash – reclamó aún con los ojos cerrados.
- ¡Idiota! Despierta ya, nos van a pillar – gritó flojito ella.
- Akane-chan querida, ya os dije que ver a la novia antes de la boda trae mala suerte.
- Tía Nodoka, ¿qué hace aquí? – preguntó desde el otro lado de la puerta Akane nerviosa.
- Como vi que mi hijo no estaba en su habitación supuse que había venido aquí.
- Ra-Ranma no está aquí tía. Igual ha ido a correr – dijo ella apresurándose e intentando tirar a su prometido de la cama - ¡Ranma! ¡Vete ya o me caso con otro!
Finalmente Akane estiró la sábana con tal fuerza que Ranma cayó del colchón y chocó contra el suelo. Iba a preguntar que qué mosca había picado a la marimacho pero una voz en el pasillo lo distrajo.
-Akane hija, abre la puerta, hoy es un día muy importante, deja que tu padre te vea antes de tu boda.
- ¡Hola! Hemos llegado, ¿podemos pasar? – se oyó a lo lejos la voz de Shinnosuke entrando a la casa de los Tendo.
Ranma miró asustado a su futura mujer, sabía que la había cabreado así que recogió sus cosas rápido y marchó por la ventana diciéndole silenciosamente a través de un movimiento labial un inaudible "te quiero" a modo de perdón mientras ella le lanzaba una silla para que se fuera de una maldita vez.
Abrió la puerta y se encontró a toda su familia esperándola expectante. Ella enrojeció pero quiso aclarar que allí no había pasado nada.
-Buenos días, no sé donde está Ranma, que alguien lo localice antes de la ceremonia por favor – dijo disimulando. Todos levantaron una ceja.
- Akane, hermanita, todos sabemos que hace tres meses que Ranma duerme contigo. Y digo duerme por no decir nada indecoroso delante de papá – comentó Nabiki con malicia.
- ¡Es mentira! Ranma y yo nunca… - se justificaba notando sus mejillas arder.
- Es tan romántico Akane-chan. Un hijo tan varonil como el mío escapándose para ver a su amada y hacerla sentir toda una mujer.
- Espero por vuestro bien que llegues pura al matrimonio hija.
- ¡Os digo que el muy idiota no ha dormido aquí! ¿Podemos empezar a preparar ya mi vestido?
-Claro, claro – dijo conciliadora Kasumi – por cierto Akane-chan.
- Dime onee-chan.
- Ranma se ha dejado su camisa china – sonriendo su hermana mayor señaló la pieza de ropa. Akane maldijo a su prometido, enrojeció y se apresuró a buscar su vestido.
….
La ceremonia tenía previsto empezar a la una del mediodía. Todos los preparativos estaban ultimándose, las flores lucían hermosas alrededor del dojo donde la boda se llevaría a cabo. Los bancos habían sido posicionados como en una iglesia y un altar improvisado había sido colocado al final del edificio. Colgaban algunos adornos blancos de las paredes y algunas pequeñas pancartas donde se podía leer todo tipo de felicitaciones. La comida, así como el pastel había sido preparada meticulosamente por Nodoka y Kasumi, quienes viendo que la pareja no quería que nadie les ayudara a financiar el casamiento se ofrecieron felices a preparar el banquete como regalo. Nabiki sería la encargada de fotografiar y grabar el enlace y Soun y Genma tenían la única tarea de vigilar a su maestro y no estropearles el día.
Ranma estaba en el jardín nervioso esperando que llegara el momento. Quién le hubiera dicho que se encontraría en la casa de los Tendo, vestido con un traje por voluntad propia esperando a ser casado con la marimacho que años atrás conoció. Él nunca tenía miedo de nada, sin embargo ahora estaba asustado. Quería saber ser un buen marido, quería ser capaz de cuidarla y protegerla, pero sobre todo quería que ella fuera feliz, que no se arrepintiera nunca de ser su mujer. Sabía que las peleas no cesarían, que ellos eran puro fuego y que necesitaban gritarse si era necesario, pero eso era lo que hacía que su relación nunca fuera aburrida, por eso le gustaba tanto chincharla e insultarla de broma. Porque para él poder ver esa linda cara enfurruñada no tenía precio, y era algo que quería provocar el resto de su vida.
Llegó el momento esperado y su madre le hizo una señal para que por fin entraran. Ella lo cogió por el brazo y con firmeza se hicieron paso entre los pocos invitados que había presentes. Ranma pudo ver a las amigas de Akane, Yuka y Sayuri, a sus compañeros Daisuke e Hiroshi, a Ryoga y Akari, a Shinnosuke y su abuelo, a Kaori que había aceptado la invitación encantada, a las hermanas de su prometida, a su padre y al maestro Happosai maniatado a su lado.
Madre e hijo avanzaron lentamente hasta llegar al altar donde el juez de paz los esperaba. Nodoka le dio un beso en la mejilla a su pequeño y luego se sentó al lado de su marido. Ranma jugaba nervioso con sus dedos, y no pudo evitar esbozar una sonrisa cuando vio que al final del pasillo Ukyo, acompañada por Konatsu, se escondía detrás de la puerta temiendo entrar, él le hizo un gesto para que se sentara y ella sonrió y se colocó en una de las sillas de última fila. Después de todo no quería perderse la boda de su mejor amigo, aunque le doliera verle en brazos de otra.
Todos quedaron en silencio cuando la música empezó a sonar y por fin la novia hizo su aparición con Soun llevándola del brazo. Un largo oohh por parte de los presentes hizo eco en la sala; Akane estaba preciosa. Su pelo corto estaba recogido debajo de un blanco velo de tul que le llegaba hasta los pies, iba maquillada pero solamente lo justo. Su vestido era largo, de corte sirena y palabra de honor, con un leve estampado de encaje que adornaba la tela hasta la cintura, acentuando su esbelta figura. La cola del vestido era arrastrada por el suelo de lo larga que era y lucía pequeños adornos también de encaje que la hacían majestuosa.
Ranma quedó sin respiración, sabía que Akane era perfecta, ¿pero tanto? Tuvo que reaccionar y recordar como se respiraba porque en su mente todo se había nublado excepto la imagen de aquel ángel que se encaminaba hacia él. El patriarca de los Tendo no podía parar de llorar, y su llanto era aquello que acompañó la canción de entrada todo el camino que los llevó hasta el novio.
Cuando llegó hasta Ranma, Akane levantó la mirada sonrojada, no sabía si el estilo que había escogido sería del agrado de su novio, pero la cara del chico hablaba por si sola, estaba maravillado. Ella sonrió tímida y él le extendió la mano para colocarla a su lado.
-Estás, estás increíble marimacho.
- Tú tampoco estás nada mal pervertido.
Ambos se sonrieron y el juez empezó con la ceremonia. Él no le soltó la mano en la media hora que estuvieron allí de pie escuchando palabras que sonaban ajenas a ellos, lo único que les importaba era que por fin estaban allí, felices de estarlo, sin obligaciones, sin ataduras impuestas, se querían y querían estar juntos el resto de sus vidas.
Llegado el momento intercambiaron los anillos y finalmente se dieron el sí quiero sin olvidar el obligado beso que sellaba la unión entre las familias Saotome y Tendo.
-Yo os declaro marido y mujer.
Ranma cogió a Akane por la cintura y la atrajo hacia él como si llevara horas esperando ese momento, la besó en un gesto tan honesto y tan sincero que incluso Nabiki no pudo evitar derramar una lágrima por ver a su hermana tan feliz. Nah, no lo hizo, pero su corazoncito se derritió momentáneamente, solo un poquito. Akane agarró a Ranma por el cuello e involuntariamente sonrió llena de felicidad sobre los labios de su ahora marido. Soun y Genma brindaron y se abrazaron llorando de lo contentos que estaban por haber conseguido su propósito.
Después de eso, la fiesta comenzó. Todos se sentaron para comer los platos que las dos mujeres habían preparado con tanta dedicación. Se habían esmerado mucho, había hotto, sushi, ramen, ostras, risotto, cordero, cerdo, de todo. Todos pasaron poco a poco por la mesa de los novios a quienes se podía ver riendo casi todo el rato, excepto cuando discutían por vete a saber qué tontería. Finalmente Ukyo se atrevió a ir hasta ellos, pero justo cuando iba a felicitarles Shinnosuke se adelantó.
-Muchas felicidades chicos… ha sido todo muy bonito. Gracias por invitarme.
- Gracias a ti por haber venido, ha sido todo un placer tenerte aquí en un día como este – dijo Akane ilusionada.
- Nunca me imaginé asistiendo a tu boda la verdad.
- Tu me salvaste la vida, sin ti no hubiera habido ni boda. Así que me alegra muchísimo que hayas podido venir.
Ranma le dio la mano en un gesto cómplice entre hombres, donde le daba a entender que a pesar de que lucharon por la misma chica, no debían guardarse ningún rencor, justamente por el bien de ella.
Ukyo se adelantó y por fin, aunque suspirando con un poco de tristeza les felicitó.
-Ran-chan, Akane-chan, enhorabuena.
- Gracias U-chan. Estoy muy contento de que estés aquí. No hubiera sido lo mismo sin ti.
- Para eso están los amigos, ¿no? – dijo haciendo un gran esfuerzo por sonar alegre.
- Por cierto Ukyo, deja que te presente a mi amigo Shinnosuke, es de Ryugenzawa pero pasará unos días en nuestra casa como invitado, igual puedes enseñarle Nerima y tu restaurante.
- Ah, encantada, soy Kuonji Ukyo – dijo haciendo una reverencia, él la imitó.
- En-encantado.
La peliazul le guiñó un ojo a su marido mientras le daba un toquecito con el codo para que apreciara la posible pareja que acababa de crear, pero el de la trenza pareció no pillar lo que Akane estaba intentando decirle, así que se limitó a sonreír fingiendo que sabía lo que hacía mientras seguía devorando todo cuanto estaba a su alcance. Sorprendentemente el plan de la joven Tendo tenía más futuro del que cabía esperar.
-¿De qué conoces a Ranma? – preguntó él curioso.
- Una vez fui también su prometida. Me enamoré de él, pero ya puedes ver que la cosa no salió como yo esperaba. ¿Y tú a Akane-chan?
- Le salvé la vida cuando era pequeña, ella me la salvó hará un par de años y finalmente también me enamoré de ella, pero nunca se lo dije.
- Vaya… parece que tenemos bastante en común – dijo la cocinera sonriendo compasivamente - ¿te gustan los okonomiyakis?
- ¡Me encantan!
…
La velada siguió un agradable curso. Todos hablaban, bromeaban e incluso algunos bailaban. Soun, Genma y Happosai se adueñaron de todo el sake que había y empezaron a beber sin medida, cosa que provocó que pocas horas después cayeran rendidos y se durmieran debajo de una de las mesas. Ryoga y Ranma tuvieron una pequeña disputa sobre P-Chan, aunque el chico de la bandana ya le había confesado a Akane que él fue su cerdito, el de la trenza seguía chinchándolo con lo mismo. Su esposa decidió sacar a su marido de allí para evitar problemas, llevándolo hacia el porche de su casa para tomar un poco de aire y estar solos después de tan agotador día.
La noche ya había inundado la ciudad de oscuridad, y tan sólo podían verse las pequeñas estrellas iluminando el cielo. Los dos se sentaron, uno junto al otro, y él le pasó el brazo por encima del hombro mientras ella apoyaba su cabeza en su pecho.
- ¿Recuerdas aquella vez que buscamos formas en las estrellas?
- Sí, yo te encontré a ti y tu a mi – dijo Ranma acariciando la piel de su mujer - No puedo creer que ya estemos casados.
- Ni yo, todo ha salido tan bien que no me lo creo. Tengo la sensación de que aún pasará algo malo.
- No pasará nada Akane, yo no lo permitiré.
- ¿Y ahora qué señor Saotome?
- ¿Ahora? A seguir con nuestras aventuras señora Saotome.
- Mmm ¿qué tienes en mente? – dijo ella levantando su mirada y dirigiéndola hacia ese par de ojos azules que tan enamorada la tenían.
- Estoy pensando en Mikako y Sakura.
-¿Eh?
- Dijiste en nuestra primera cita que nuestras hijas se llamarían Mikako y Sakura ¿recuerdas?
- Sí, pero a qué viene… eso ahora… - respondió colorada.
- Pensaba que igual, ya sabes, iba siendo hora de ir a la habitación, sentados aquí nunca empezaremos una familia – dijo con picardía, ella notó su cara arder de vergüenza.
- ¡Pervertido! ¿Quién te has creído que eres? – gritó tapándose la cara.
- Tu marido – susurró dándole un beso en la frente – no te hagas más la niña buena, ayer me dijiste que tú también me deseabas – suspiró mordiéndole la oreja.
- Eres un marido pervertido – dijo colocándose encima de él para que la cogiera en brazos.
- Y eso que aún no hemos llegado a la habitación. Tengo ganas de estrenar esa cama doble que nos han regalado.
Ranma la llevó hacía la habitación que ahora compartirían, aquella donde había dormido tanto tiempo con su padre. Desde que Nodoka había recuperado su hogar, la familia Saotome decidió regresar obligando a su hijo a ir con ellos, para tener así también tiempo para preparar la habitación matrimonial en el dojo Tendo.
El camino por las escaleras duró mucho más de lo normal. Los recién casados iban besándose sin descanso mientras subían, llevaban mucho tiempo ansiando ese momento, habían decidido esperar y sabían que la espera había merecido la pena. Sus besos eran apasionados, estaban sedientos el uno del otro y sus manos empezaron a recorrerse mutuamente. Ranma bajó a Akane al entrar a la habitación y ni la luz encendió. Empezó a quitarle el vestido de forma desesperada y ella a desabrocharle la camisa sin separar ni un segundo sus labios, hasta que un pequeño ruido los alteró.
El chico se apresuró a abrir la luz y al hacerlo encontró a todos sus invitados mirándolos sorprendidos, intentando evitar el contacto visual, empezaron a vestirse sin decir nada.
- Cómo le hagas algo que no quiera a Akane-san, prepárate para morir Saotome – amenazó Ryoga a su rival mientras ardía de rabia al ver como besaba a su esposa. Akari lo cogió del brazo para tranquilizarlo.
-Chi… chicos, no os molestaremos mucho tiempo. Sólo queríamos deciros que tenemos un último regalo para vosotros – dijo Kasumi avergonzada.
- Como no os quedaba dinero para una luna de miel os hemos organizado una nosotras – dijo Nabiki sacando unos billetes de tren – aunque parece que vuestra luna ya ha empezado…
- ¡Oh gracias! No hacía falta – decía Akane agradecida olvidando un poco la vergüenza que acababa de pasar.
- No es nada. Os vais este mismo fin de semana.
- ¿Y dónde iremos? – preguntó Ranma.
- A Kawaguchiko, ¡al hotel donde nos echaron para el cumple de Kasumi! Hemos hablado con el propietario y nos ha perdonado. Dice que ya se solucionaron todos los problemas que le causamos, así que nos ha dejado un buen precio.
Ranma y Akane se miraron detenidamente mientras una gota caía por sus sienes. De todos los lugares que podían escoger tenía que ser justamente ese.
-Venga muchachos, no os distraemos más, poneros en marcha a hacer nietos para mí. Ánimo hijo, demuestra de lo que es capaz un Saotome.
Uno a uno se fueron cerrando la puerta, la pareja se sentó en la cama y se miraron sonriendo.
-Vaya, volveremos donde todo empezó.
- Parece que sí.
- Pero algo será distinto esta vez – dijo él.
- ¿El qué?
- Que ya he escogido, que ya nos hemos casado y que no vamos a salir de la habitación en tres días – ella se rio y le dio un golpe mientras saltaba encima de él abrazándolo con ganas.
- Uf, va a ser un fin de semana muy largo – bromeó Akane empezando a quitarse el velo.
….
Aquí os traigo el epílogo que un día os prometí. Siento si al principio os asusté hihihi, no era mi intención! Me ha encantado escribirlo, aunque había terminado bien el fic, nada mejor que una linda boda para acabar por todo lo alto. Espero que os guste y os encante. Y si no, siempre podéis recordar la historia en sí y olvidar el epílogo :P
Dos cosas:
1. En esta parte del diálogo:
- ¿Recuerdas aquella vez que buscamos formas en las estrellas?
Hago referencia mi fic 'En las estrellas', me ha parecido bonito incluirla aquí de algún modo :)
2. Para los que quieran una especie de epílogo distinto, pueden leer 'Celos', un one-shot que inicialmente iba a ser la continuación de 'Un fin de semana muy largo' pero que al final descarté como tal.
Por último y como siempre, gracias a todos por escribirme, por las reviews, por leer esta y todas mis otras historias, es un placer saber que todo esto que escribo con tantas ganas y pasión obtiene algún tipo de recompensa, y esa es vuestras bonitas palabras.
¡Abrazos enormes a todos!