Era un día cualquiera en Gravity Falls, el sol empezaba a levantarse y el viento se colaba en la habitación de Dipper y Mabel con una cálida brisa típica del verano, haciéndoles despertar. Dipper se movió hacia la izquierda y observó a su hermana.

La chica tenía los ojos verdes y una cabello castaño largo y sedoso que le llegaba hasta la parte inferior de la espalda. Su nariz era pequeña comparada con sus ojos, y su boca era normal en lo que respecta, pero sus sonrisas eran las más grandes una persona pudiera contemplar. Por otra parte, la chica vestía una camisola rosa por pijama con un logo que decía "La Dra. Amor" en el medio, aunque a veces se ponía para dormir uno de sus miles de jerséis personalizados por ella misma. Comparada con Dipper, era un mucho más alta que Dipper, cosa que Dipper consideraba injusta. Su hermana seguía siendo la misma desde que eran pequeños, pero ahora se podía decir que era más responsable y más guapa (pese al acné) a los 18 años.

Él, en cambio, si había cambiado, o lo hizo a los 13, cuando descubrió los secretos de su tío abuelo Stan y la identidad del autor. Se había vuelto más maduro y más astuto. Su confianza era difícil de ganar, debido a su pasado, pero cuando la conseguías, te podías sorprender de como de abierto era el chico. Respecto al físico, no había cambiado mucho. Mismos brazos flacuchos, mismo estilo de pelo, mismo abdomen sin vello... Se podía decir que en eso no había cambiado mucho, todo, en menos la parte de que sus rasgos eran más bellos que nunca, incluso más que Mabel, cosa que por una vez estaba orgullosa.

De repente contempló cómo sus ojos se abrían y una sonrisa empezaba a adornar su cara.

"Buenos días hermanito." Dipper se levantó de la cama bostezando.

"Buenos días Mabel". Eran su típico saludo por las mañanas entre los dos, excepto que ya no eran dos.

"¡Buenos días, Pino, Estrella Fugaz!" dijo Bill con una sonrisa en la cara antes de dar un beso a Dipper. "Buenos días Bill." le dijo con cariño Dipper devolviéndole el beso.

El demonio (o mejor dicho, ex-demonio) tenía apariencia de un ser humano. Era alto, musculoso y con la piel de un tono oliva oscuro. Tenía unos ojos amarillos con unas pupilas parecidas a las de una serpiente y su pelo era corto y rubio. Una sonrisa con aire de superioridad siempre adornaba su cara, y en conjunto con la tableta que tenía hacía que fuera imposible el no sentirte atraído hacia él. Y para colmo, estaba en unos calzoncillos de triángulos que su hermana había hecho especialmente para su novio. Dipper se sonrojó un poco al pensar en esto y la chica pareció notarlo.

"Uhhh, ¡Dipper está enamorado, Dipper está enamorado!" Mabel empezó a chinchar a su hermano dándole con el dedo en el hombro.

"¡Para ya Mabel, llevamos saliendo dos años, no hace falta ponerte así si ya sé que lo estoy!" Dipper se levantó de la cama y se estiró, dando de espaldas a Bill. Muy mala decisión. Bill sonrió malévolamente y extendió sus brazos alrededor de su abdomen. A continuación, Bill tiró hacia atrás haciendo que Dipper se cayera de espaldas sobre la cama y cuando se dio cuenta que estaba pasando Bill se subió encima de él y empezó a hacerle cosquillas por todo el cuerpo. Dipper empezó a reírse descontroladamente pidiendo que parara.

"¡Para, para, por favor!" dijo entre carcajadas, "¡haré lo que quieras, pero para!"

"Mhmm, ¿lo qué quiera?" preguntó Bill sujetando las manos de su amor.

"¡SÍ, pero para de una vez, no puedo respirar!" notando que empezaba a faltarle la respiración Bill dejo de sujetarle las manos y empezó a acariciarle desde la mejilla hasta la barriga.

"De acuerdo, pero espero que recuerdes el trato esta noche" susurrando esta última parte en sus oídos se levantó observando con orgullo la cara sonrojada de su querido Pino. "Bueno, no quiero quedarme mirando que detalles tiene ese trato así que voy a ir a hacer el desayuno, ¡hoy tenemos tortitas al estilo Mabel!" poniéndose sus zapatillas de gatitos rosas llamó a Bamboleos y se dirigieron a las escaleras de la cabaña. Cuando ya no había rastro de su hermana y de su querida mascota Dipper se volvió hacia Bill con las mejillas sonrojadas. "¿Por qué tienes que ser tan embarazoso algunas veces?"

"Oh, pero Pino, sabes que ADORAS este tipo de cosas, y también lo hago yo, ¡adoro las caras que haces cuando te cortejo o te avergüenzo!" Bill empezó a acariciarle con la nariz en su esponjoso y abundante pelo. Oh, como adoraba ese pelo.

"Bueno, puede ser verdad…" dejándose llevar por las caricias Bill aprovecho la situación para plantarle un beso apasionado, dejando a Dipper confundido y con los ojos abiertos, pero poco a poco los fue cerrando, dejándose llevar por la pasión del momento. Sin embargo, justo cuando estaba empezando a coger dominio en el beso, Bill se apartó. "Pero bueno, es mejor que vaya bajando, algo me dice que esas tortitas están listas" Bill se levantó en un salto y se volvió hacia Dipper sonriendo, "no te preocupes si te he dejado con ganas, esta noche quedarán todas satisfechas." Dipper tragó la saliva que tenía en la boca pensando en la noche que le iba a tocar.

"Esta noche no duermo" pensó caminando hacia la ventana. Se asomó por la ventana y miró el bosque que tenía enfrente suya. Empezó a recordar los acontecimientos de estos últimos seis años: el incidente del portal, la identidad del autor, la pérdida y vuelta de confianza, el que hizo con Bill, su trabajo como escritor… "Parece mentira que todo esto haya pasado en solo seis años." Soltando un suspiro, sonrió, cerró la ventana y bajó por las escaleras, disfrutando el olor a tortitas recién hechas.

Bill notó su presencia y le invitó a sentarse con la que era su nueva familia, pese a los antecedentes que tuvo con ella.

Dipper se sentó junto a Bill y este le recibió con un abrazo. En ese momento se dio cuenta que si no hubiera hecho el trato con Bill cuando él tenía 13 años nunca se hubiera enamorado de él. Bill pareció darse cuenta de lo que estaba pensando y le respondió por su conexión: "No te preocupes, si eso hubiera pasado, hubiera encontrado otra forma de estar contigo, además, siempre me has gustado."

"Gracias Bill, te quiero." El chico le dio un rápido beso y el demonio le contestó: "Yo también te quiero, Pino."

De repente, Stanley y Stanford entraron a la cocina, viendo nada más pasar como Bill estaba abrazando a Dipper. Stanford tosió un poco y Dipper y Bill se dieron la vuelta para verlos con unas caras muy incómodas. El chico se apartó del demonio y les dio los buenos días a sus tíos antes de empezar a comerse las muy apetitosas tortitas.

Sus tíos no han cambiado mucho desde la primera vez que los vio, quitando que ahora tenían más arrugas y eran un poco más apagados y cascarrabias. Los dos habían tenido sus problemas, pero al final los dos lograron perdonarse entre sí, y ahora casi siempre iban juntos a todas partes. También se ponían la misma ropa, haciéndolos únicamente reconocibles por sus estilos de gafas. Normalmente los dos tenían una camiseta sin mangas blanca con unos pantalones cortos o con sus ahora compartidos calzoncillos, cosa que la chica de la familia aborrecía.

"Ejem, espero que aún nos podamos unir a esta reunión en familia sin molestar." Stanley se sentó al lado de Mabel viéndola comer vorazmente sus famosas tortitas con lo que parecía ser el 'Zumo de Mabel'. Esta ofreció un poco de su zumo a los nuevos integrantes, pero estos lo rechazaron amablemente, diciendo como excusa que no querían ver ningún dinosaurio de plástico cuando fueran al baño.

"Vosotros os lo perdéis, más zumo tendré para mi solita entonces." Mabel fue al frigorífico y se echó en su vaso personalmente diseñado más del líquido rosa.

"Mabel, algún día te vas a poner como te pasó con el "Smile Dip" si sigues bebiendo…ESO." Dipper resaltó el 'eso' al ver como la cara de su hermana se llenaba de purpurina de la bebida.

"Nah, no me pasará nada, y si me pasa, ya tengo aquí un demonio súper poderoso en un jersey adorable que seguro que me ayudará, junto a su compinche 'el pirado de lo paranormal'." Mabel se subió sobre la silla bromeando sobre la personalidad de Dipper y al parecer a este no le gusto nada.

"Bueno, pues por lo menos no soy una loca de la purpurina que hace jerséis para todo el mundo, incluidos escarabajos." Dipper se levanto de la mesa y empezó a lavar los platos.

"¡Eh, incluso los escarabajos pasan frío en el invierno!" Mabel replicó a su hermano inflando sus mejillas. "Claaaaro." Mabel le dio un codazo a su hermano y empezaron a reírse los dos.

Mientras se estaban riendo Stanford y Stanley miraban silenciosos a los dos hermanos. De una manera les recordaba a su relación cuando eran más pequeños. "Como cambian las cosas, pero supongo que son necesarias."

"Bueno, creo que nos vamos a ir a ver un poco la televisión," los dos se levantaron simultáneamente de la mesa, uno dirigiéndose al salón mientras otro se dirigía hacia el frigorífico. "pero antes voy a coger una lata de la marca Pitt." "Pero como no, no hay, ¿Dipper, hijo, podrías ir al pueblo y comprar unas cuantas para tu tío Stan? No quiero terminar en el hospital haciéndome un lavado de estómago por unos dinosaurios."

"Claro, de paso ya haré la lista de la compra e iré al lago a ver si pilló alguna inspiración para mi nuevo libro."

"¿¡Estás escribiendo un nuevo libro!?¿¡Cómo es que no me habías dicho nada!?" Mabel corrió hacia su hermano dando brincos de emoción soltando un montón de preguntas: "¿de qué va a ir? ¿Voy a aparecer? ¿Es una novela de misterio de esas tuyas o es una novela romántica de amor imposible? ¡Cuenta, cuenta!

"Dios Mabel, relájate, aún no lo sé, y por favor no me agobies." Bill puso su mano en el hombro de Mabel relajándola un poco, diciéndole que le diera su espacio. "Te puedo acompañar si quieres, sabes que soy muy bueno regateando." nada más terminar su frase sus ojos se volvieron azules y fuego azul emergía de sus manos. "Sí, sí, lo sé, pero no hace falta. Además, quiero salir un poco yo solo, hace tiempo que no salgo sin compañía, así que me gustaría aprovechar." Cogiendo su cartera se dirigió a la salida de la cabaña y le dio un beso de despedida a su novio. "Recuerda, si te encuentras en algún problema o estás en peligro solamente me tienes que llamar diciendo mi nombre, ¿de acuerdo?"

"Lo sé, no te preocupes, no me va a pasar nada, pero gracias por preocuparte. No volveré hasta la tarde, así que no me esperéis para comer." Dipper ya estaba entrando en su coche rojo cuando escuchó un grito de dentro diciendo: "¿¡Pero y mis refrescos ¡?" Dipper sonrió una vez más y empezó a conducir. Su vida era perfecta. O por lo menos para él. Sabía que había pasado varios momentos difíciles en el pasado, pero eso era agua pasada. ¿Verdad? Agua pasada o no, ahora tenía que disfrutar del presente, porque quizás en el futuro habría problemas. Y en verdad, no se equivocaba. O por lo menos eso era lo que pensaba la misteriosa presencia que le estaba observando.