Disclaimer: Nada en esto es mío y mucho menos "Harry Potter". Pertenece a J.K Rowling y a Luana Rosette.
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Capítulo 3:
La Bendición de una Estrella
No me quejo por la cuenta, por la forma en que el chico estaba flaco, desde el principio no me esperaba gastar una fortuna. Lo único que me molesta es cómo todo salió como él quería. Él con esa habilidad puede incluso parecer dulce, pero debajo de esa pequeña plaga era un diablo manipulador.
Aun cuando el propio chico dijo a los demás las circunstancias de cómo nos conocimos, ya estaban tan involucrados con el chico que sus reacciones eran más o menos así:
Lupin: Nadie resultó herido al final, pero, por favor, Harry, no vuelvas a engañar a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley. Es posible que algún día los necesites de verdad.
Tonks: ¿Y cómo fue la cara que el tipo de la policía hizo cuando le dijiste que Severus te estaba molestando? ¡Dime, Harry, anda, dime!
Lucius: ¿Recuerdas el nombre del oficial? Tal vez lo tenga en uno de mis cuadernos de pago...
Sirius: Ja, ja, ja, y darle a Harry. Se las arregló para atrapar a Snape en eso.
Ahora me doy cuenta que antes de deshacerme de esa pequeña molestia, tengo que deshacerme de otros cuatro. Después de todo, ¿por qué necesito amigos?
Cuando fuimos a la plaza de estacionamiento, Sirius palmeó la espalda de Harry. Mi amigo parece haberse encariñado de más con el chico.
Al final, Sirius nunca va a crecer, aún.
—Si necesitas cualquier cosa, puedes llamarme. —Le extiende a Harry una tarjeta—. Este es el número de la empresa en Ia que Lucius y yo trabajamos.
—Hmm. —Harry estaba a punto de tomar la tarjeta cuando de un tirón, la arranco de la mano de mi descerebrado amigo.
—Por Dios, Black —Pierdo los estribos—, él es un chico calle que apenas conociste hoy, ¿cómo puedes darle tu tarjeta a él?
—Tienes razón. —Uf... De alguna manera, algo de cordura se mantuvo esta noche—. Ten, Harry, esta tiene escrita mi dirección. —Y le extendió otra, asegurándose de que Harry lo tomara.
—¡Sirius! —exclamo, y viendo que no obtendré resultados, me giro hacia Lucius—. Lucius, por favor, echa un poco de razón en la cabeza de tu novio.
—Creo que a estas alturas, es imposible. —El rubio encendió un cigarrillo—. Tampoco veo nada malo en dar la tarjeta al muchacho.
Cielos, ¿en qué clase de mundo alternativo me enviaron donde nadie parece ver el peligro de entregar su dirección de casa y trabajo a un completo extraño que algunas horas atrás no mostró reparo alguno para mentir y forzar su presencia dentro de una casa QUE NO ES SUYA?
Para el mundo que me quiero bajar.
—Lo siento, Sirius —El chico finalmente se manifiesta después de todo este show—, si Severus no está cómodo con que tenga una de sus tarjetas, la última cosa es llevarlo.
—Querido Harry, podrías ser un poco menos directo. —Sirius tomó la tarjeta que el muchacho regresó—. Un simple "no, gracias" sería suficiente.
—¿En serio? Pues entonces, no, gracias, Sirius. —Sonríe—. A pesar de ser muy amable de su parte, todo lo que quiero puedo recibirlo sólo de Severus.
—Oh, Dios mío. —Sirius casi saltó sobre el chico y lo abrazo—. Luciuuuuuus, vamos a adoptarlo. A pesar del mal gusto para compañías, él es muy lindo.
Una mascota..., sí..., Sirius decidida y incorregiblemente sin duda cree que Harry es una mascota.
—Sirius —Lucius dice en serio, mientras que suelta una nube de humo—, el día en que yo te confíe algo más desarrollado que un helecho... hm..., Mejor, más desarrollado que una planta de frijoles, me puedes hospitalizar, porque no habré estado en mi sano juicio.
—Grandes palabras para escuchar a un compañero —murmura Black sin soltar Harry.
¿Cuánto tiempo más tiene la intención de permanecer apretando a Harry?
Quiero decir... No es que me importe. Para nada me importa. Aun cuando puede ser el posible rompimiento de uno de los principales bufetes de abogados de Londres –sí, esos dos payasos dirigen toda una empresa y prospera, ¿qué libras y libras de herencia de dos de las más grandes familias tradicionales ingleses hacen?– Lupin suspira solamente después de ver toda la escena, y haciendo caso omiso de los miembros ruidosos de nuestro grupo, se vuelve hacia mí.
—Vamos, Severus, el chico no está nada mal —Lupin aboga al maníaco esquizofrénico, calumniador e invasor de residencias—. ¿Qué no gustas de él?
Tuve una larga lista para replicar, créeme, ella fácilmente se formó en el transcurso de esta noche. Pero ahora, diría que cometí el error de mirar directamente a los ojos del chico que me miraban a través de los brazos de Sirius, esperando mi respuesta.
Y por alguna razón, se me olvidó todo. Mierda.
—Haz lo que quieras —me resigno, dejando que mis hombros cayeran.
Sirius ahora sólo envolvía los hombros de Harry con su brazo y volvió a hablar con Remus y Lucius.
Tonks, cuando se da cuenta de que los demás se distrajeron, me apartó silenciosamente en tanto los cuatro tontos hablaban animados más atrás.
—¿Qué piensas hacer con él? —Por fin alguien que se preocupa por lo que pienso
—¿Qué crees que debo hacer? —respondo de mal humor—. Le enviaré lejos, si no dice de dónde viene, lo llevaré a una estación de policía, tal vez alguien lo está buscando. Este chico no podría haber surgido de la tierra.
—No —dice riendo, ahogando la risa—, parece haber caído del cielo.
—Eso no es divertido.
—Vamos, Severus, el chico lo es.
—¿Es por qué no fuiste quien casi fue arrestado por abusar sexualmente de un menor de edad? —murmuré para mí mismo
—¿Cómo?
—Nada... ah... —Sacudo mi cabello de manera frustrada—. Creo que al final va a ser más fácil dejar que se quede en casa por unos días. Supongo que cuando se presentó en mi puerta, era un mendigo que inventó una historia tonta para conseguir un techo durante dos o tres días.
Esa fue la mejor teoría que se me ocurrió. Él era un mendigo. Un mendigo que sabe mi nombre. Un mendigo que sabe mi nombre y de mis amigos. Aaay, siento que viene un dolor de cabeza.
—Tonks —Harry se acerca.
Oh, no, no es un dolor de cabeza, era sólo el mocoso. La única diferencia entre ellos es que el dolor de cabeza tiene la decencia de llegar y después de unas horas se va, el mocoso no tiene el mismo sentido de conveniencia.
—Harry, fue un placer conocerte. —Tonks fue muy sincero al decir esto. Voy a vomitar—. Ojalá nos crucemos de nuevo.
—Por supuesto. —Sonríe de nuevo, de esa manera que hizo para seducir a cada uno de los traidores que un día llamé amigos.
—Cierto, cierto —corté lo despedida—. Entra pronto al coche y vamos a casa.
Él me mira fijamente durante unos segundos como si me hubieran crecido dos cabezas. Al parecer, él no esperaba que le dejase pisar de nuevo mi casa tan fácilmente. Si tuviera un par de neuronas más trabajando en ese momento, yo realmente no lo haría.
Volviendo a Tonks, sonríe y asiente con la cabeza, como si supiera que era gracias a ella que iba a tener un techo esa noche.
—Usted y Remus son grandes personas. Sé que el niño que tendrán un día será muy bendecido —dijo con una extraña mirada en sus ojos.
Casi lo golpeé después de que él dijo esas palabras.
Remus y Tonks han intentado durante años tener un bebé. En los últimos tiempos se apostaron todo a la inseminación artificial, pero sin resultados, y cómo cada intento gastaron una cantidad considerable de dinero, por no hablar de las tensiones y las decepciones que tuvo la pareja, decidieron darse por vencidos. La decisión la tomaron ellos por sí mismos, pero no por ello dejó de ser doloroso.
—Harry —dijo ella en una media voz. Maldito mocoso—, no creo que ese sea un tema en que debas pensar.
—¿Cómo no? Si ustedes están pensando en desistir.
Todos ellos miraron asustados a Remus, que levantó sus manos y dijo en su defensa:
—Yo no he dicho nada al respecto.
—Tengo que pedirles que no lo hagan. —El chico se arrodilló delante de Tonks y apoyó las manos en su vientre—. Por lo que pude ver de ustedes dos, yo no podría decir que haya personas que tendrían más derecho, si no deber, de convertirse en padres.
—Harry, de verdad, te doy gracias por sus palabras —Mi amigo estaba al borde de las lágrimas—, pero...
—Y esto —Harry interrumpe—, es mi bendición. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 —Y Harry besó el vientre delgado delante de él. Él miró hacia arriba y sonrió de esa manera misteriosa, concluí—. Un lugar tan acogedor como este merece la alegría de dar la vida.
Se levantó aún siendo observado por nosotros –silenciosos y desconcertados adultos–, abrió la puerta del pasajero y entró.
Me tomó unos segundos para volver a mí después de esa escena bizarra. Asiento con la cabeza a mis amigos, aún impactados, y me siento al volante. Miro al joven desconocido a mi lado y me pregunto si él entiende el peso de las mismas palabras. Miro en el espejo retrovisor y veo Tonks, aún en pie donde la dejamos, con las manos donde Harry tocó, con Lupin sujetándola por los hombros, ambos llorando. Harry parecía ver la misma imagen con una sonrisa ilusionado.
Sí, él sabía exactamente el peso de sus palabras.