10. Todo tuyo

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Taishaku-ten sostuvo el cuerpo de Ashura-ō, entre sus brazos estaba desvaneciéndose, cada vez más ligero, cada vez más entregado a la muerte… a un último deseo que a él le habría costado más trabajo que cualquier otra de sus egoístas peticiones…

Cerró los ojos, le abrazó… el torrente de sangre manchaba su blanca armadura e incluso mojaba por dentro de ella su piel…

Se aferró a él, a ese cuerpo que tanto tiempo codició, que tuvo para sí, para amar, para vil y llano placer, el cuerpo de Ashura-ō al final había sido el cuerpo de Taishaku-ten, y ahora no soportaba la visión lastimosa del cuerpo desgarrado, roto…

—Ahora… soy todo tuyo… Taishaku-ten…

—Ashura-ō…

La mano del rey se posó en el rostro acongojado del guerrero, acarició la mejilla lozana, contemplo la belleza sin par del Dios del Trueno, incluso le dedicó una tímida sonrisa, la clase de sonrisas que sólo le dirigía en privado, porque ante los demás era el monarca frío, pero ante él… era algo distinto.

—No siento dolor… serás muy fuerte…

Había llorado, en silencio, una sola lágrima se había escapado de sus ojos glaciales, una sola, y tal vez eso era lo más doloroso de aquel retrato de sufrimiento, una única lágrima, la primera y la última en cientos de años.

No sólo había devorado su carne… había devorado su corazón… porque se negaba a que ese corazón que había latido de amor se pudriera entre despojos y al final se olvidara para siempre, por eso había devorado su corazón primero, y luego lo demás.

Ahora era verdaderamente suyo… incluido su corazón… con dos corazones definitivamente podría ser fuerte para los ríos de sangre que se avecinaban, para todas las muertes… y para recordar la piedad más oculta en su propio corazón… la piedad correcta…

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ஜ۩۞۩ஜ * ஜ۩۞۩ஜ

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Se acomodó lentamente de lado, ni siquiera era consciente de que esa orden se la había dado a su cuerpo, o tal vez su cuerpo tenía memoria por sí mismo y volvía a tomar la posición que tantos años tomó, rodeando el cuerpo tibio que estaba a su lado… sólo que no había nadie con él… la cama sola, testigo mudo de una historia perversa que había llegado hasta sus últimas consecuencias… por amor…

Un profundo suspiro, como para caer rendido en sueños.

Y sí, planeaba soñar, soñar por siempre con un mundo distinto sin futuro predestinado, soñaría que le devolvería al fin el segundo corazón a su verdadero dueño…

"¿Quieres guerra, Dios del Trueno?, guerra tendrás de mí…"

Había sonreído con los ojos cerrados, había visto algo, o había escuchado algo, real o no real, tal vez un recuerdo, tal vez una visión, tal vez estaba encontrando en ese instante al dueño del segundo corazón… al dueño incluso, de su propio corazón…

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FIN