A/N: hello! Este es el epílogo B. Son libres de elegir el que les parezca (en realidad, el que les guste más) como un buen fin para la historia. Ya decidirán ustedes con cual se queda cada uno. Sólo quiero agradecerles por última vez el haberla leído, acompañado desde todas partes del mundo, por las miles de visitas, y por todo el apoyo que la historia ha tenido, son los mejores. En fin, los dejo con lo último del fic y al mismo tiempo los invito a leer mi próxima historia de Helsa, que se llamará "the colors of the night", que ya comencé a escribir!


EPÍLOGO

Acerca de la historia de la reina de las nieves y el príncipe de fuego, cuyas vidas se entrelazaron de manera definitiva, algunos idealistas le llamarán destino, otros más escépticos le dirán azar, probabilidad, pero… ¿cuál es la chance de que en realidad sucediera una historia igual de extraordinaria? Un siendo escéptico, cuesta creer que en realidad ese escenario se diera alguna vez…

Supongo que todos se han de preguntar qué sucedió realmente con ambos, con los amantes de hielo y fuego cuyas vidas se torcieron hasta el punto de cambiar totalmente de un año a otro… curiosidad, morbo, interés romántico, son miles de razones las que han vuelto su historia una verdadera leyenda que logró traspasar las barreras de diversas naciones. Todos en algún momento habrán oído de la magia, algunos con más fe que otros, sin embargo, en el fondo, todos desean creer que es posible la existencia de los seres mencionados en la historia, hechiceros, magos, trolls, nos da un sentido diferente en la vida, de que no estamos solos en un mundo lleno de guardianes de la naturaleza y el orden del cosmos… o tal vez solo esté divagando.

Una historia extraordinaria llena de vacíos y partes agregadas, el problema es que solo sus protagonistas saben lo que realmente sucedió. Todos en Arendelle, las Islas del Sur—por increíble que parezca—, el resto de Europa, y puede que muchas más naciones, lamentaron la pérdida de la joven reina Elsa y el príncipe Hans, quienes se sabía que cortejaban, incluso algunas insinuaciones más atrevidas que no detallaré en esta ocasión. Se supo que ambos habían embarcado en una misión al norte del mundo, buscando… ¿a los nativos? ¿Conocer y conquistar las tierras? ¿Un interés científico quizás? ¿O simplemente una excusa para poder alejarse de la civilización y huir de un reino en decadencia, sumido en el invierno que la mismísima reina causó? Hay tantas versiones como conocedores de su leyenda. En lo único que hay consenso es que ambos viajaron hasta las islas Svalbard.

Un nefasto viaje en el que se perdieron para siempre las vidas de la mitad de la tripulación. Entre ellos, presumiblemente la de la reina y el príncipe. El único miembro de la realeza que regresó al continente fue el príncipe Aleksander, quien fue sometido a jornadas de juicios extensos y la desconfianza de la nación que perdió a su reina, dejando como única heredera a la princesa Anna, quien hizo todo lo que estaba en su poder para defenderle y justificar los gastos excesivos de las múltiples expediciones de búsqueda, perdiendo con cada regreso de una nave la esperanza de encontrar a su hermana, no obstante, manteniendo una llama ardiente de fe en su pecho, fe en que la única familia que le quedaba regresaría en algún momento. Y, aunque él jamás lo admitiría, el príncipe Aleksander mantuvo la misma esperanza, ofreciéndose cada vez para organizar las búsquedas exhaustivas, e incluso participar en un par de ellas.

Luego de meses del invierno más crudo en la historia de Arendelle, finalmente la tormenta desapareció, dejando un reino en pésimas condiciones, pero que todavía podía recuperarse, y lo haría, gracias a los esfuerzos que realizaron las naciones aliadas, y todos aquellos reyes, nobles, y cada uno de los habitantes del reino y de muchos otros, por recuperar aquella nación que alguna vez los recibió con los brazos abiertos, y esperando ver a la princesa Anna volver a brillar con la misma alegría ferviente que la hizo conocida y amada. Incluidas las Islas del Sur, gracias al príncipe Aleksander, que justificó los gastos con un posible compromiso con la futura reina, un compromiso que solo después sabrían que se rompió, o más bien, jamás existió. Sin embargo, ambos se convirtieron en grandes amigos, compartiendo una historia personal trágica y un espíritu inquiebrantable. Curioso, ambas hermanas de la realeza de Arendelle terminaron cruzando caminos con dos hermanos de las Islas del Sur.

Los meses se convirtieron en un año, y a pesar de ello, la princesa seguía mirando constantemente el puerto, con la débil esperanza de que en alguna de las naves apareciera su hermana perdida. Pero no fue en una nave sino en unas humildes balsas artesanales que regresaron la reina y el príncipe, ambos en un estado lamentable, desnutridos, y con la reina difícilmente reconocible, dada la nueva palidez extrema de su piel y cabello, como la nieve fresca sobre la montaña.

Lo que pasó a partir de entonces es incierto, para cualquiera que no fuese parte de la familia real. O, mejor dicho, entre la reina y el príncipe. Mucho se ha especulado sobre la naturaleza y el contexto de su separación, en especial por el poco tiempo que transcurrió desde su regreso…


Han pasado tres años desde que salimos de esas malditas islas en el norte. No puedo decir que las extraño en absoluto, ni en lo más mínimo. Me gustan las aventuras y exploraciones, pero eso fue demasiado para una vida. Y las cosas no han sido fáciles desde entonces, no tanto como pelear por sobrevivir, pero todo ha cambiado desde que regresamos.

Mi hogar, o lo que quedó de él, está bajo el mando del rey Alphonse Westergård, el cuarto hijo de mi generación de hermanos. La guerra civil fue dura, se perdieron miles de vidas antes de que Caleb y Leonard se acabaran entre sí, y Lars fuese condenado por su participación en crímenes de Estado, dejando a Alphonse como el heredero. Al menos ha hecho un buen trabajo, la sed de poder no era algo que lo caracterizara, o que le importase más que sus estudios. Ha hecho un buen trabajo en intentar revivir lentamente las islas, con ayuda de Arendelle, que garantizó ayudarlo como aliado en agradecimiento por las misiones de rescate en las que trabajó Aleksander para rescatar a Elsa, y porque ella insistió en ayudar de ese modo.

Aún recuerdo los últimos días que estuve en Arendelle, la última vez que hablamos con Elsa, o mejor dicho, discutimos hasta terminar besándonos y dejando caer las prendas al suelo. Recuerdo vagamente la sensación de su piel fría contra la mía mientras yacíamos entre las sábanas, bajo la luz de la luna. Esa fue mi última noche en Arendelle, y una especie de despedida de la mujer que amaba, que todavía creo que amo, de alguna manera. Al parecer tres años no han sido suficientes para cerrar heridas, mucho menos olvidar. No hay un solo día en que no haya pensado en ella. A veces con odio y resentimiento, otras pensando en lo hermosa que es, en que la extraño. Hay veces en que me pregunto qué habría sucedido de no haber dejado Arendelle. ¿Estaríamos juntos a pesar de todo? ¿Le habría desposado alguna vez? ¿Qué habría pasado con la corona de Arendelle, habríamos reinado juntos?

Hay tanto que quedó sin resolver entre nosotros, pero en ese momento simplemente no podía quedarme. Las paredes me asfixiaban, el olor del perfume de Elsa llegaba a ser tóxicamente dulce y empalagoso, la luz de la luna me recordaba las noches de verano en el norte. La pieza en que pasé varios meses se me antojaba como algo totalmente extraño, algo foráneo, exógeno, un lugar al que jamás pertenecería. Fue así como decidí que zarparía el día siguiente.

Esperé a que Elsa se despertara para decirle lo que decidí para mi futuro. Recuerdo sus ojos llenos de lágrimas pidiéndome una explicación para una conversación que simplemente no podía tener ese día. No podía mirarla a la cara mientras le decía una revelación que cambiaría nuestras vidas, que a pesar de amarla no podría estar con ella, simplemente era demasiado para una relación entre dos personas, demasiados secretos y traiciones como para seguir juntos. Al menos eso pensaba, esperaba que fuese la decisión más sana. Sin embargo, me odio a mi mismo por haberlo hecho. Fue peor que haberla apuñalado. Aún recuerdo sus sollozos. Pero supuse que sería lo mejor para ambos.

Dejé Europa definitivamente. Tenía amigos que estaban dispuestos a aceptarnos a Sander y a mí en su siguiente expedición a Norteamérica. Partimos al norte de Maine, donde nos quedamos estos años, avanzando en la colonización del tierras, fundando nuevos asentamientos. Ha sido agotador, casi lo suficiente para distraerme de lo que sucedió. Soy una especie de leyenda en este lugar, el hombre—príncipe— que desafío el polo norte del mundo y vivió para contarlo. Así es, finalmente tengo una reputación decente. Además, tengo una buena relación con Sander, finalmente puedo llevarme bien con mi familia. Lo único que no puedo hacer es fundar una por mi cuenta, no cuando estando con una mujer pienso solamente en ella, en Elsa, que estaba a miles de kilómetros, al otro lado del mundo, y ya no volvería a ser mía, en algún momento desposaría a alguien más y yo también debería seguir adelante con mi vida.

Pero como soy un imbécil egoísta y centrado en sí mismo, tenía que hacerle una visita tarde o temprano, simplemente para verla, para saber como estaba. Porque, por supuesto, una carta no sería suficiente, en especial porque estoy seguro de que ella la habría quemado sin siquiera leerla. No es que haya sido la mejor manera de terminar una relación, dejándola después de haberme revolcado con ella… soy un saco de persona.

Y aquí estoy, en la entrada del palacio de Arendelle, juntando nerviosamente con mis dedos, arreglando arrugas imaginarias en mis guantes. Las semanas de viaje me tienen terriblemente cansado, pero vale la pena con tal de ver esos ojos azules que no dejan de aparecer en mi memoria. Es más hermosa de lo que recordaba, a pesar de lo fría y dura que se ha vuelto su mirada. Letal y más afilada que una daga, mejor de lo que recordaba. No está feliz de verme, en absoluto, pero tampoco me ha echado de una patada en el culo, así que lo tomaré como una buena señal. Me invita a charlar mientras cenamos.

Había olvidado las costumbres de la realeza, me he saltado tantas normas de compiortamiento en lo que va de la noche que ella me queda viendo como si fuese el eslabón perdido. Al principio solo son preguntas por educación y un silencio incómodo que no solía estar ahí entre nosotros, denso, como la mirada de Elsa. Insistió en que sólo fuésemos nosotros dos esta noche, a pesar de las protestas de su hermana, que casi se desmaya al verme. Juraría que su cara pasó a ser más roja que su cabello en ese momento.

¿Cómo lo has llevado? El regreso, acostumbrarte a la vida en el palacio…—pregunto.

—No pensé que te importara, después de todo, te fuiste sin dar más señales de vida desde que lo hiciste.

—Tenía que, lo sabes.

—No, no lo sé.

—Escucha, lo lamento, pero estamos mejor así. Éramos tóxicos, nos hacíamos daño una y otra y otra vez. Quería liberarnos a ambos de ese ciclo.

—Lo único que hiciste fue dejarme aquí, sintiéndome miserable y… lo entiendo, lo merezco por lo que hice, pero al menos podías haber escrito en todo este tiempo.

—Estuve ocupado.

—Por tres años.

—Lo lamento, pero no podía escribirte, ni siquiera sabía qué decirte. Ya no es lo mismo que solía ser.

—Podrías al menos haber preguntado.

—Tú también podías.

—Lo último que supe de ti es que te habías ido a América. No sabía como ubicarte.

—No quería que me ubicaran. Quería dejarlo todo atrás, empezar desde cero.

—Y yo te lo habría complicado.

—Así es.

— ¿Entonces por qué viniste?

—Necesitaba saber como estabas. Quería verte otra vez.

— ¿Y para eso cruzaste un océano? ¿Sólo para verme?

—No es lo más ortodoxo del mundo, pero sí. Podría haberte invitado, pero jamás habrías ido. Y necesitaba verte.

— ¿Por qué? Después de tanto tiempo.

—Necesitaba verte y ya, no es tan complicado.

—Después de todo lo que vivimos juntos, sí es complicado. Decidiste seguir con tu vida luego de interrumpir la mía totalmente.

—No te ves tan mal, en todo caso. Pensé que desposarías algún heredero de un reino, que intentarías seguir adelante.

— ¿Tú seguiste adelante?

—No en realidad—admito a regañadientes.

—Entonces, ¿por qué esperabas que yo lo hiciera?

—Porque tú eres la menos dañada de nosotros dos.

—Lo dudo. Eras mi hogar, mi único hogar, y te fuiste. Me dejaste.

—Era lo mejor.

— ¿Para quién, dime? Porque dejaste un vacío en mi cuando te fuiste.

—Para ser justos, no es que tuviera muchas razones para confiar en ti. Creí que buscarías un marido tiempo después de dejarte.

—Te equivocaste. No lo necesito ni lo quiero ahora que ya no soy la reina.

No es la estadía más placentera del mundo, pero podría ser peor. Me invita a quedarme unos cuantos días, bajo la excusa de una visita diplomática para negociar con los puertos Americanos. No estoy seguro de por qué, puede que sea simplemente para ver si tengo alguna segunda intención con esto. No baja la guardia, ni yo. Es cuestión de días antes de que ambos estemos solos nuevamente, en la misma habitación en que solíamos practicar la magia hace años. Extrañaba poder liberar la mía, el haber dejado Arendelle significó volver a ocultar el fuego por un plazo indeterminado.

La luz de la luna sobre el fiordo me trae tantos recuerdos. Elsa volvió a usar ese vestido de hielo, ahora cubriendo curvas más rellenas, más mujer que antes, si se quiere. Ambos cambiamos, física y mentalmente. El trauma, la supervivencia, la devastación y luego separarnos, fueron golpes bajos que todavía no estoy seguro de haber resistido. Sin embargo, esta misma sensación de no haber resulto las tensiones del todo me la la esperanza—patética—de poder encontrar una resolución menos dolorosa para lo nuestro. No podemos volver atrás, y pretender que no sucedieron una infinidad de cosas entre nosotros sería como intentar tapar el sol con un pulgar. No obstante, creo que podría intentar enmendar un par de cosas. Comenzando por ella. No soy lo que antes fui, ni pienso pretender haber cambiado mi personalidad fría, egoísta y manipuladora, pero puedo al menos ofrecer la disculpa que quedó pendiente entre nosotros y hacer lo correcto al menos una vez. Y, quién sabe, quizás esta sea una buena oportunidad para ambos. No sé lo que espero que salga, pero, mientras pueda pasar con ella durante algunas visitas fugaces, será suficiente, por ahora.

Fin.