Natsu se enamoró de Lucy antes de que supiera multiplicar.

Lucy era su primer amor, la primera persona que hizo que su corazón palpitara con fuerza, Lucy era sus sueños, sus deseos, su vida, su única experiencia en el amor.

Pero obviamente ella no sentia lo mismo. Pero los años pasaban y su amor por ella crecia más y más, tan fuerte como nunca. El tiempo pasaba y sus sueños se llenaban con su sonrisa.

Pero obviamente no era correspondido, Natsu preferia ocultar su amor y vivir como su mejor amigo antes que perderla.

Una noche de tormenta, donde el dolor del amor era insoportable para Natsu, la puerta comenzó a sonar. Lucy habia roto con su novio, y no tenia otro lugar donde ir.

En un apartamento de una sola habitacion el corazón de Natsu le demostrará que aun no se habia rendido.

NALU RULES!


6 años

La primera vez que la vi tenia seis años, y fue la cosa más hermosa que jamás había visto. Ella era pequeña, recién había aprendido a hablar, pero a Natsu, con solo seis años, le parecía un arte la manera en que sus rizos rubios como los rayos de tormenta acariciaban sus mejillas, tenia unos ojos enormes, de color caramelo. Las mejillas sonrosadas y ojos brillantes como estrellas en el cielo nocturno, el pelo recogido en una coleta rubia que rebotaba constantemente porque ella estaba tan llena de energía, nunca podía quedarse quieta, Natsu había deducido eso al instante.

Estaba escondida detrás de las piernas de su madre, mirándolo con curiosidad, examinándolo antes de acercarse, y eso izo que Natsu se arrepintiera de no haberse peinado esta mañana, mamá siempre decía que se veía mejor recién peinado, y sin saber porque, quería dar la mejor impresión en este momento.

¿Le gustaran los dinosaurios? Natsu no lo sabia, pero por ella le prestaría su Braquiosaurio, su dinosaurio favorito. Se lo habían regalado por navidad, y no se lo prestaba a nadie, pero puede que a ella le guste. ¿O le gustaran más los coches? Natsu sintió de nuevo el arrepentimiento corriendo por su pequeño cuerpo. Ayer había roto un coche que tenia cuando se le cayó por la ventana, había roto trece en una semana, y ese el último. Puede que ella quiera jugar con su vecino, el tenia muchos coches, pero ningún dinosaurio.

Natsu retrocedió un paso, asustado ¿Y si le gustaban las muñecas? Natsu odiaba esas cosas de plástico, se rompían más fácilmente que sus coches y no hacían nada, era muy aburrido jugar con eso, pero una vez más pensó que por ella haría lo que fuera.

Natsu levantó la mirada de su braquiosaurio rojo cuando notó como la pequeña rubia avanzó un paso hacia el, desprendiéndose de las piernas de su madre, que hablaba alegre mente con la mamá de Natsu.

-¿Puedo jugar con tu Tiranosaurio?- Preguntó ella, estirando la mano hacia el juguete.

-Es un braquiosaurio- dijo Natsu, llenando sus oídos con su delicada voz.

-Los braquiosaurios tienen el cuello largo- Ella lo miró a los ojos, y Natsu sintió como se le escapaba el aire- Ese es un tiranosaurio de cabeza grande.

-Si quieres puedes jugar con el- Dijo Natsu, extendiendo el dinosaurio hacia su pequeña mano- O podemos jugar a las muñecas- Natsu izo un mueca.

-¿Muñecas?- preguntó la pequeña rubia sorprendida, cogiendo el dinosaurio entre sus pequeñas manos- Ya le arranqué a todas la cabeza.

Natsu estaba feliz.- Soy Natsu

Algo que nunca increíble sucedió, algo imposible de explicar. El sentimiento más parecido que Natsu había sentido fue cuando vió por primera vez un mago en el circo. Ella sonrió. Y él no pudo respirar. Sintió una presión en el pecho, como si fuera a explotar, como si el mundo se hubiera detenido en ese mismo instante y solo existiera ella, Natsu se estaba derritiendo ahí , en la mitad del parque, pero al mismo tiempo se sentía en las nubes, como si no pisara el suelo. Y casi no pudo escuchar cuando ella dijo.

-Soy Lucy


15 años

Hoy era el ultimo día para entregar la composición de música, y Natsu tenia su pentagrama más blanco que su mente, si es que eso era posible. Si no entregaba la composición antes de las cuatro le suspenderían el curso, y no es que a Natsu le importase mucho, pero sus padres le habían dicho que si no aprobaba todo tendría prohibido salir a cualquier lado después del colegio, y eso significaría que no podría acompañar a Lucy a su casa, y si no lo hacia el, alguien más lo haría.
Así que decidido, se puso a pensar, podía escribir sobre las vacaciones, a todo el mundo le gustaban las vacaciones, no hay colegio, ni tareas que hacer, piscina y todo eso.
Asi que se puso a escribir.

Rayos que iluminan mi mañana.
Rayos dorados que alegran mi día.
Sin restricciones
Llenos de libertad

Y sin darse cuenta, poco a poco, el tema iba cambiando

Su cariño hace que todo sea tibio
Abrazando tu piel a todas horas
Las sensaciones de desaparecer
Sentirse en una nube
caminar sin pisar el suelo
Entregarse por completo a ella, al dulce verano
Confiar en ella
Mi verano es llorar,
Mi verano es reir
Mi verano es amarte
Sentirme idiota todo el tiempo
Imposible decir no al verano
Con el dulce sabor de chocolate
Sumergiendote en el caramelo del verano
Mi verano no se puede describir

Solo tenia que rezar que nadie se diera cuenta que había pensado en Lucy en cada palabra


18 años

Natsu habia regresado de su primer trimestre en la universidad, y lo primero que hizo al llegar a la ciudad fue ir a casa de Lucy, y en la puerta, después de abrazarla, no fue hasta que dio un paso atrás para mirarla cuando se dio cuenta que algo andaba mal.

- ¿Uh... Lucy?-dijo con incertidumbre, porque Lucy se veía... diferente.

En vez de jeans rasgados y una desgastada camiseta que siempre usaba, llevaba un vestido de seda rojo con cuello en V y con un dobladillo corto que dejaba ver sus largas piernas.

El color de la seda resaltaba sus ojos, y su pelo suelto sobre los hombros en ondas de oro en vez de en su cola de caballo de costumbre. Lo peor de todo era que le habían crecido de alguna manera los senos.

Lucy había florecido tardíamente y se había quejado desde que tenía once años de su pecho plano. Natsu le había dicho una y otra vez que no se preocupara por eso.

-Los chicos te querrán por cómo eres, no por cómo te ves…

-Oh, Natsu, eres el único chico que conozco que piensa así. Todo el mundo quiere a una chica con grandes tetas. Por lo menos, todos los chicos en mi escuela lo hacen.

Él la había abrazado y le dijo que chicos como esos eran idiotas, que iba a encontrar a alguien que la amaría justo como era. -Al igual que yo-había añadido, besándola en la mejilla.

-Eres genial justo como eres, Lucy. No dejes que eso te moleste.- Bueno, parecía que ella ya no tenía que preocuparse por eso, pensó Natsu, mirando a la parte delantera del su vestido. Cuando él se había ido este semestre en otoño, ella había sido lo suficientemente plana para hacer a una pared celosa. Pero ahora... ahora el escote en V que llevaba revela las curvas de color crema de sus pechos totalmente desarrollados. Ella tiene que tener una copa C por lo menos. Tal vez una D, pensó con inquietud. Podía ver los pequeños puntos de sus pezones asomándose por debajo de la seda roja. ¿Llevaba siquiera un sujetador? ¿Cómo podría algo así, un cambio tan profundo, ocurrir en cuatro cortos meses?

También sus caderas tenían curvas, inclinado desde el exterior de su cintura pequeña, y hasta sus piernas largas y bien torneadas. El efecto general fue impresionante. Ella es hermosa... Absolutamente hermosa, pensó Natsu. La comprensión de eso lo golpeó con la fuerza de un tren fuera de control, haciendo que se sintiera débil y desorientado.

¿Dónde estaba su inocente y asexuada pequeña amiga, y quién era esta criatura hermosa y seductora que había tomado su lugar?

- ¿Te gusta?-Lucy, en su inocencia, obviamente pensaba que era su vestido el que admiraba y no lo que había debajo de él. -Mamá me dejó comprarlo -Ella lo agarró del brazo y tiró de él por la entrada principal. Natsu se fue con ella, demasiado sorprendido para protestar. En la puerta del dormitorio de Lucy, ella puso sus brazos alrededor de su cuello otra vez. Esta vez sintió la presión de sus pechos contra su pecho

-Yo te echado mucho de menos, Natsu-susurró y le dio un beso en la comisura de la boca. Estoy muy contenta de que estés en la ciudad por un tiempo. Hay tantas cosas que quiero hacer contigo.

Desafortunadamente Natsu encontró que había un montón que quería hacer el también, ninguna de las cuales eran legales. Si tan sólo pudiera dejar de mirar a Lucy, en su nuevo cuerpo y sus hermosas curvas. Pero era imposible.


Actualidad

Lucy estaba en la puerta del departamento de Sting y ella, lista para salir a su cita de tercer aniversario juntos. Había llamado a Natsu para pedirle el favor de bajar a Lily en su paseo de noche ya que estaba segura de que iba a llegar tarde.

-Si-acordó Sting un poco receloso, el novio de Lucy. - Gracias por eso Natsu.

De repente se preguntó si le había hablado mucho sobre Natsu a Sting, tenía que tener cuidado con eso. Para apaciguar las cosas se inclinó hacia Sting y le dio un sonoro beso es sus labios, jugando un poco con su boca antes de soltarlo, retrocedió antes de que el respondiera con la lengua, como tantas veces lo había hecho.

La expresión de Natsu era neutral, pero podía haber una cierta distancia en sus ojos. Era un poco molesto, él y Sting no habían hablado mucho juntos y no había ninguna razón para que él no le gustará. Por supuesto a ella nunca le había gustado Adriana. La ex de Natsu. Sin importar cuanto lo intentara.

Y sabia muy bien que tampoco le había agradado a Adriana.

-Deberían ponerse en marcha- dijo Natsu- puedo terminar de limpiar el desorden si quieres.

-Gracias- Lucy le dio un beso en la mejilla de despedida- puedes cerrar cuando salgas

-Por supuesto

Por alguna razón Lucy se dio cuenta de que Natsu era más alto que Sting y tenía los hombros un poco más anchos. Siempre había creído que sería al revés.


Tenía que sacarla de su cabeza. Tenía que dejar de lado lo que había pasado esta noche para no arruinar el resto de su relación. Pero, Dios, era difícil, tan difícil de ver su coche alejarse y no llamarla para que volviera.


Natsu pasó su mano por su pelo, desordenando los mechones rosas por el estrés, se sentó en el escritorio del ordenador de múltiples pantallas suspirando hacia el trabajo aun no terminado, ya hacia horas que había salido del departamento de Lucy y su novio, con tan solo pensarlo le daba un mal sabor de boca. Tenia que corregir la teoría del color en los gráficos rasterizados y vectoriales para mejorar la proyección de la animación del videojuego.

Ya tenia unos años en la industria de los videojuegos, el se encargaba de los gráficos, y a pesar de la experiencia no podía concentrarse los suficiente como para que todo tuviera sentido, la imagen de Lucy besando a Sting aun estaba fresca en su mente, y le dolía. Con los años había aprendido a ocultar sus expresiones para que nadie se diera cuenta de nada, pero no pudo ocultar el odio que sentía hacia Sting.

Sabia que hoy era su aniversario de tres años juntos, como no lo iba a saber si el la sensación de Lucy con un hombre desconocido no se la quitaba de encima. ¿Qué hacían un hombre y una mujer en su tercer año de relación en la oscuridad de la noche? Natsu no quería ni imaginarlo, comparado con el beso, ese pensamiento le daban arcadas.

Ella tenia un precioso y diminuto vestido blanco, que se pegaba a ella como segunda piel, marcando cada una de sus deliciosas curabas, escotado y la espalda al descubierto, se veía hermosa. Lo peor de todo, era que era fácil de quitar, de arrancar, destrozar para que su piel desnuda pudiera ser apreciada por Sting.

El dolor de ver a Lucy en brazos de otro seguía ahí, apuñalándolo en cada momento. La gente lo llamaría cobarde si supieran su situación, que como hombre que era tenia que decirle lo que sentía y seducirla. Como si nunca lo hubiera intentado. Oh Dios. Como si nunca lo hubiera intentado. Pero eso le hacia más daño, elevando sus esperanzas con que ella algún día lo amaría como el la ama a ella, para que la cruel realidad cachetee su cara al día siguiente con el nuevo novio.

Pero no la culpa de Lucy, Natsu no era muy lanzado que digamos, ya que si era demasiado obvio lo más probable es que la amistad se terminaría rompiendo, y si había algo más doloroso que no tener su amor, era no tenerla a su lado.

Sintió como se le atascaba el aliento en el pecho mientras miraba a alrededor de la habitación. Vacío… justo como el interior de su pecho. Debido a que Lucy era su corazón. ¿Cómo podía seguir viviendo, respirando, existiendo sin ella? Pero sabía que tenía que intentarlo. No tenía otra opción, excepto de estar a su lado como su mejor amigo.

Hoy iba a ver tormenta


Lucy caminó al trabajo, fatigada y confusa, pasando sus dedos por las marañas de su rebelde cabello rubio. Una taza de café aguado de cafetería quemó sus dedos lentamente, atravesando el papel barato, pero ella apenas lo notó.

¿Eso en realidad sucedió?

Después de tres años juntos, Sting tuvo el coraje de decirle, "Tal vez deberíamos ser solamente amigos…con beneficios." Maldito Sting y su fucking miedo al compromiso. El corazón le dolía como si se lo hubieran exprimido y colgado a secar.

A ella le habría encantado pasar el día en su rutina post-ruptura, hace tiempo perfeccionada, en vez de regresar al departamento que habían compartido. Pero no soportaba la idea de tener todas sus cosas a pocos centímetros de las de ese tromper.

Uf.

Lucy pasó la casa, luciendo una sonrisa profesional en su rostro. El esfuerzo quemó sus mejillas. La casa estaba llena de los recuerdos de tres años de relación y una mezcla de ellos dos.

Stultus.

Tres años. Fue tanto tiempo que ella lo dejó entrar. Lucy tenía un historial sorprendentemente espantoso seleccionando a novios. Se dijo a sí misma, en el largo transcurrir de su vida, tres años eran prácticamente nada

Eres mejor que esto.

Ella odiaba lo mucho que aún le dolía su rechazo. Sus pies cruzaron la casa que había compartido con ese cabrón por tres años, recogiendo todas sus pertenencias .

Miró buscando a Lily, su pastor alemán completamente negro de dos años. Sonrió ante el recuerdo cuando Natsu se lo había regalado con dos meses de edad, Sting mordía el suelo de los celos cuando su collar fue rebajado olímpicamente a nada comparando con el precioso cachorro de Natsu.

Cogió todo lo que podía encontrar, lo que era suyo claro, no cogería ni el collar de ese hijo de fruta. Metió, ropa, bolsos, maquillaje, zapatos, comida, abrigos, colonias, pintauñas, cremas, libros, diccionarios, libros, libros, libros, libros, libros, libros, y un diccionario.

Nunca en su vida iba a volver a esa casa. ¿"Amigos con beneficios"? Era como pasar de "Te amo" a "Amo tus tetas" ¿Qué era ella? ¿Una cagna? No es que estuviera en contra de los amigos con beneficios, si había tenido algunos, pero no después de una relación duradera, le haría sentirse sucia y usada.

Mejor le hubiera dicho que era lo suficiente buena para follar pero no para una relación, Arschloch. Cerró su maleta y apagó las luces de la habitación que había compartido por tres años

-¡Lily!- Llamó al pastor, lista para marcharse, aun que no sabia como lo iba a hacer, su maleta se había trasformado en seis maletas completamente llenas por arte de magia, eran las dos de la mañana y ya no pasaba ni un solo taxi. Pero que Dios la condenara si ella iba a estar en esa casa cuando llegara Sting.

El pastor comenzó a revolotear por el lugar como si estuviera rogando por algo, y Lucy sabia que era, le había costado un infierno entrenarlo para que no lo hiciera, pero en ese momento, no podía importarle medio pepino.

-Adelante- dijo Lucy con desdén, alzando la mano, apuntando a cualquier lugar.

Lily no la decepcionó, su pelaje se erizó hasta que parecía que había crecido el doble en tamaño y saltó sobre los muebles, destrozándolo con las zarpas y su poderosa mandíbula. Cuando tenia peleas con Sting, esa misma mandíbula llena de caninos afilados lo habían desafiado para que hablara más, defendiendo a Lucy de ese asshole.

Lily tampoco tuvo piedad de la mesa del salón, saltó sobre ella, destrozando todos los adornos de cristal, así mismo, cayó un portarretratos, uno que tenia una foto de él y Lucy, besándose. El protector de cristal se hizo añicos, en la mitad entre Lucy y Sting, como si fuera una señal del destino.

Lily fue corriendo a la habitación, listo para destrozar todo, y mientras tanto, Lucy se quedó mirando la plasma de sesenta pulgadas pegada a la pared, no lo pensó dos veces, levantó el portarretratos roto y lo lanzó de punta contra la pantalla, clavándolo justo en la mitad, haciendo un perfecto agujero que seguramente valdría unos cuantos cientos para reparar.

-¡Lily!- volvió a llamar, y el perrito grandote apareció llenó de espuma que seguramente pertenecía al colchón, y unos cuantos trozos de tela que seguramente era de la ropa de de irnos.

Liberazione Sting.

Habrió la puerta y, maldita sea, estaba lloviendo a cantaros.
Un rayo cegador atravesó el cielo a la velocidad de la luz.

Jodete dios del clima.


Natsu ya estaba punto de rendirse sobre el trabajo cuando el timbré sonó con fuerza, rompiendo el silencio.

Tin Tilin Tilin Tin Tong

Natsu, de la sorpresa, casi se cae de la silla. ¿Quién estaba en frente de su casa a esas horas? Natsu cayó en la tentación de fingir que no estaba en casa, ya eran las tres y media de la mañana, no se había dado cuenta que la temperatura de la casa había bajado considerablemente a causa de la densa lluvia que caía sobre la ciudad, rayos y truenos romian el cielo, había estado demasiado sumergido en el dolor de esa noche como para que estuviera de humor para abrir la puerta.

Tin Tilin Tilin Tin Tong

Natsu cogió su gato del suelo, asustado por los rayos, y lo llevó a la habitación, era gracioso pensar que el terminaría como un viejo loco con treinta gatos. Al menos, ahí era donde su vida estaba apuntando actualmente. Tenia que cepillarse los dientes, pero la verdad no tenia ganas de ir al baño y ver el reflejo de su rostro en el espejo.

Tin Tilin Tilin Tin Tong

Al parecer la gente tiene un interés enormemente ridículo sobre su timbre, y lo pero es que sonaba como un campo lleno de vacas ¿Quién había elegido ese tono para el timbre? Ah...Lucy, como no. Todo en su vida estaba relacionado a ella.

Tin Tilin Tilin Tin Tong

Daba igual cuantas veces tocaran el timbre, Natsu simplemente no estaba de humor para nada hoy. Pero el molesto timbre fue remplazado por furiosos golpes en la puerta, que amenazaban con romperla.

Natsu se rindió, y con la casa a oscuras, solo iluminada por los centellantes rayos de tormenta, fue a abrir la puerta. Al abrirla, el frio y la densa lluvia chocó contra su cuerpo, un rayo ensordecedor lo cegó por completo, y tardó unos segundos en desaparecer, para poder ver quien estaba en frente de su puerta.

Y en ese momento lo confirmó, Lucy no tenia el pelo rubio dorado, o rubio como el sol, era del mismo color que los furiosos rayos de la peligrosa tormenta.

A Natsu se le escapó todo el aire de los pulmones, todo. Sabia que la ropa compraba de Lucy era de buena calidad, así que nunca se enteró que bajo ese pequeño vestido blanco escondía una lencería negra para seducir y matar. Poda ver todo, la tela era prácticamente transparente de lo mojada que estaba, cada pedacito de piel estaba al descubierto, sus largas piernas, sus pequeñas braguitas, su plano vientre, con un piercing en el ombligo, su pequeña cintura. Por el amor de Dios, sus pechos blancos como la leche parecían estar a punto de explotar el sujetador negro de encajes.

Su cuerpo estaba quemando, quería lamer cada pequeñita gota que se deslizaba por su cuello, por sus labios, por mejillas, ahí mismo, en la puerta. Tenia que ser un sueño, no podía ser otra cosa. No era la primera vez que soñaba con ella, con un mundo diferente, con Lucy en su cama, en sus brazos.

Otro rayo iluminó por completo el lugar, cegando a los dos, por un instante, y cuando Natsu fue capaz de ver de nuevo, pero esta vez solo pudo ver sus ojos.

Estaban que ardían, Lucy parecía un toro a punto de envestir todo a su paso, rabia pura reflejaba su mirada, al igual que la tormenta detrás de ella, así fue como Natsu se dio cuenta que no era un sueño.

Lucy dio un paso al frente, causando un fuerte ruido con sus tacones por la fuera de su pisada, tenia el cuerpo tenso, como si estuviera reteniendo su fuerza contra su voluntad.

Abrió sus labios pintados de un rojo eléctrico y gritó con rabia.

-¡Con que soy solo buena para follar! ¡¿Eh?!

Natsu retrocedió un paso ante la confusión, no sabia de que estaba hablando. Ante su retroceso Lucy respondió con otro paso, clavando el tacón plateado en el suelo.

-¡Un buen coño para ti! ¿¡No!?- gritó con furia.

-Lu...?- Intentó Natsu, sin saber que decir, eran las tres y media de la mañana, con Lucy prácticamente desnuda en frente de el. Nadie podía culparlo de ser incapaz de pensar bien en esos momentos. Retrocedió otro paso.

-¡Cállate!- chilló, y comenzó a avanzar con decisión, a la que Natsu solo pudo responder retrocediendo porque sabia que si la tocaba en ese momento, no podría responder ante las consecuencias.

Figlio di puttana!- Gritó. Natsu sabia que cuando Lucy perdía el control comenzaba a chillar en varios idiomas distintos, ya había perdido la cuenta cuantos sabia Lucy, pero pudo reconocer ese insulto en italiano.

Natsu retrocedió hasta que perdió el equilibrio cuando la parte interna de sus rodillas chocó contra el posa brazos del sofá, cayendo sin poder evitarlo. Lucy se tiró sobre el, cubriéndolo con su cuerpo. Parecía una diosa, brillando con los fuertes rayos que entraban por la puerta.

Natsu se tensó cuando su curvilíneo cuerpo mojado se pegó al suyo, humedeciendo también sus ropas. Lucy pegó su nariz contra la de el, apoyándose con sus codos. Natsu apretó la mandíbula cuando sintió la pierna desnuda de Lucy subiendo entre sus muslos, posándose justo debajo de su centro, podía sentirla mover la rodilla acomodándola en su lugar más sensible, y no pudo evitar que un pequeño gemido se le escapara entre los labios, gracias al cielo que otro rayo cubrió el vergonzoso sonido. Para cuando sus tímpanos dejaron de vibrar por el fuerte rayo, los gritos de Lucy ya habían empezado.

-Wer glaubst du bist? Du wirst es bereuen, wenn Sie Ihren Hals Beleidigung zu starten!- Le gritó Lucy.

Esto iba de mal en peor, Lucy le estaba gritando en alemán, y Dios ayuda para que no llegara al ruso, porque sino comenzaría a romper cosas.

Natsu estiró sus fuertes brazos y la atrajo contra su pecho, dispuesto a calmarla.-Tranquila- canturreó- Tranquila Lucy- Su cuerpo estaba duro por necesidad, pero eso no importaba ya que Lucy parecía haber pasado por un momento duro. Maldito Sting ¿Qué estaba haciendo? No la había protegido.

Pudo sentir sobre su cuerpo como comenzaba a calmarse, su respiración se tranquilizaba, y los puños de sus manos se iban aflojando. Natsu le acariciaba la cabeza para tranquilizarla, su
cabello mojado se pegaba a sus palmas, y intentaba ser cuidadoso para que no halla ningún tirón.

Pasaron unos minutos, tal vez quince, tal vez más.

Lucy levantó la cabeza y apoyó su mentón en el pecho, mirándolo directamente a los ojos, de regreso a su color caramelo tan particular. Se miraron fijamente por un minuto, tal vez más, con los rayos rompiendo el silencio de vez en cuando, la lluvia música de la lluvia, pero Natsu nunca paró de acariciarle el pelo, aun que no entendía la situación, nunca se había sentido más correcto, tener a Lucy en sus brazos, con sus cuerpos pegados, prácticamente unidos.

-Hola Natsu- Dijo ella, haciéndole cosquillas con el aliento.

-Hola pequeña fiera alemana.

Lucy tuvo la cara de reírse- Perdona por eso.

-¿Quieres un vaso de leche con galletas para tranquilizarte?

-Honestamente, Natsu… ya no tengo doce años.

¡Ya lo sé! Sonrió con tristeza, deseando que así fuera. Si hubiera podido congelarla de alguna manera a la inocente edad en que la había conocido por primera vez, en la época en que él todavía estaba en la escuela secundaria y Lucy en los grados iniciales, las cosas serían mucho más fáciles. Estaba seguro de que nunca habría tenido los inconvenientes deseos con los que tenía que luchar cada vez que estaba cerca de ella ahora, deseos que solo se habían vuelto más intensos en los últimos años por mucho que los negara.

-Acabo de romper con Sting- suspiró ella, rompiendo el hilo de sus pensamientos

-¿Qué?- Natsu sintió como la alegría lo recorría por primer vez en el día.

-Se terminó. Ended. Finito. Ferting.- Lucy comenzó a cambiar de idioma...español, ingles, italiano, alemán...

-¿Y que pasa con el apartamento? ¿Tus cosas?- Preguntó Natsu, asegurándose que sea una verdadera ruptura y no una simple pelea de pareja donde se reconciliaran en dos o tres días.

-Al infierno no regreso, mis cosas están en tu puerta- gruñó
Natsu alzó la cabeza, lo que pudo alzar con el cuerpo de Lucy en cima del suyo, y pudo ver las seis maletas a prueba de agua de clores distintos, y también al girar la cabeza pudo ver a Lily completamente mojado y lleno de barro durmiendo en su cama.

-Natsu ¿Me puedo quedar contigo?

Cielo santo, el apartamento de Natsu solo tenia una habitación, una cama. Y el solo quería a una mujer, a esa mujer.