Título: El chico de la parada
Resumen: John no toma muy seguido el autobús, y cuando finalmente lo hace descubre que es mucho más divertido e interesante que ir en taxi, se encuentra con el chico misterioso de la parada y su vida cambia.
Notas: Los personajes no son míos y espero que disfruten del relato
Regreso parte II: Un día casi normal en la vida de John Watson (y el chico de la parada)
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Su pistola estaba cargada y estaba lista para disparar una bala, solamente si es que era necesario, conociendo a Sherlock y los problemas en los que se mete seguro es que la pistola iba a ser de mucha ayuda.
Aquel chico misterioso de la parada se había vuelto no tan sólo su compañero de piso, si no, su mejor amigo, y compañero de aventuras, John podía parecer alguien calmado, tranquilo y normal, pero no estaba hecho para esa vida, necesitaba acción, adrenalina, y eso era algo que Sherlock podía darle y el aceptaba gustoso.
Así es como John gozó de una vida llena de aventuras, incluso cuando el buscaba algo de romance, teniendo citas con cada mujer que le parecía atractiva, Sherlock llegaba, para tentarlo a acompañarlo a resolver algún misterioso caso. John trataba de aprender a deducir y aunque lo intentará y muchas veces atinara en algunas cosas, todavía sus deducciones eran inservibles y nada a comparación de las de Sherlock, claro.
«Sherlock es la cabeza, John el corazón» dijo alguna vez la señora Hudson riéndose entre dientes, divertida, haciendo gestos con su mano.
— ¡John! — él escuchó su llamado y pudo moverse antes de recibir una bala del oponente, esta vez era su turno de tirar.
Apuntó y tiró del gatillo sin más, sin pensar siquiera, sabía que esa bala no iba a matarlo, sólo lo mantendría fuera del combate. Miro a Sherlock, que perseguía al culpable, John los siguió, y consiguió, en movimiento, tirar una bala hasta su pierna, para que dejase de correr, era el turno de las autoridades, ellos no podían hacer más. Llamaron a los policías, y ellos se llevaron al criminal, iban a volver en un taxi, (que seguramente Sherlock dejaría que John pagara) pero decidieron ir en ómnibus.
Más bien fue una decisión que tomó Sherlock, John no tenía idea de porqué, pero estaba acostumbrado a seguirlo sin pensar, y como siempre, así fue.
— La primera vez que te vi, cuando no sabía tu nombre, te llamaba «el chico de la parada» — dijo mientras estaban esperando a que llegara el autobús —. ¿Crees que hubiese quedado mejor «el misterioso chico de la parada»?
— Ese sería un apodo muy largo, John. — le contestó.
— Bueno, tu hermano fue para mí, en un principio «el hombre del paraguas» ahora es más bien «el mismísimo gobierno británico» — definitivamente John haría todo lo posible por escuchar esa grabe risa retumbar entre las paredes de su conciencia una vez más —. Eso no es todo, Molly era «la chica de ojos avellana» y Lestrade «el hombre de uniforme»
Sherlock claramente aguantaba sus ganas de reír.
— Eres pésimo para los apodos.
— La señora Hudson era «la dulce señora de las galletas» y... Bueno, sé que esto no es tan creativo, pero a tu calavera le puse «Victor la calavera»
— ¿Hablaste con Víctor mientras estuve lejos? — alzó una ceja.
— Si, mientras estuviste "muerto" — dijo, con algo de rencor en su voz — alguien tenía que hablarle, la señora Hudson me contó lo acostumbrado que estaba a tu voz.
— ...Gracias John...
Era una de esas pocas veces en las que John sentía que su gracias era muy sincero, Sherlock pocas veces le agradecía por algo.
— De nada amigo — dijo mientras se permitía poner una mano en su maraña de pelos, y despeinar todavía más a Sherlock. —, a Irene Adler, le puse «una misteriosa mujer de labios rojos»
— ¿Hiciste contacto con Irene Adler?
Era sorprendente saber que era la primera vez que tocaban este tema.
— ¿Eres su novio? Me dijo que salían, y después que era gay, creó que sólo quería confundirme. — dijo con seriedad John, y Sherlock sonrió levemente.
— No salimos — contestó Sherlock —; me gusta su manera de pensar, y ver las cosas, es extremadamente inteligente. Pero no me gusta de ese modo.
Por algún motivo John se sintió infinitamente aliviado, y quiso continuar contándole todos los apodos que le había puesto a la gente.
— Y Moriarty era «el rey en las sombras» bueno, más bien, él se puso ese apodo sólo, pero le queda bien. — le dijo con una sonrisa.
— Tú serías «el doctor adicto a la adrenalina» — le dijo Sherlock.
— Mejor déjame a mí los apodos, «chico de la parada»
Se dirigieron una de esas miradas cómplices, y ambos subieron al ómnibus que acababa de llegar. Continuaron con su charla, poniéndoles nuevos apodos a cada persona que encontraban.
Así era un día casi común en la vida de John Watson (y Sherlock Holmes)
Sólo que esta vez, John sentía cosas extrañas, que eran como cosquillas dentro de su cuerpo, y se producían cada vez que su cuerpo hacia contacto con el de Sherlock, o cada vez que se detenía a ver fijamente aquellos ojos de un color indescriptible, y se cruzaba con su indescifrable mirada.
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Fin.
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N/A: Sé que nadie lee las notas al final, pero las podré de todos modos xD
Primero que nada: Muchísimas gracias a todos aquellos que leyeron la historia, y la siguieron.
Quería decirles también, que al principio no pensaba que esta historia iba a ser tan larga. Pensé que iba a tener como mucho tres capítulos y término con ocho, ¡ocho! Wow, me sorprendió.
Y bueno, al final, quería pedirles que comenten, para saber que les pareció, si les gusto la historia, no les gusto, o los invitó a comentar que capítulo les gusto más y porque. Aceptó todo tipo de crítica constructiva que me ayude a escribir mejor, gracias por alentarme a continuar con esta historia y por leer.
¡Nos leemos! :3